Fue durante un descanso en su declaración en el juicio por el plan sistemático de robo de bebés
Chicha Mariani relató el apriete que sufrió del juez Martínez Sobrino
Publicado el 3 de Noviembre de 2011
Por Néstor Espósito
El magistrado está acusado de haber sido quien entregó a Simón Riquelo, quitado de los brazos de su madre en Automotores Orletti, a sus apropiadores. “Yo no tuve nada que ver”, le dijo enfáticamente varias veces al oído.
El juez del Tribunal Oral Federal Nº 6 José Martínez Sobrino le hizo pasar “un mal momento”, “de mucha angustia”, a Isabel Chorobik “Chicha” de Mariani, una de las 12 fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo. Se trató de un virtual “apriete”, de “una situación con cierto grado de violencia”, ocurrida el 12 de octubre del año pasado, cuando irrumpió en una sala de los tribunales federales de Comodoro Py durante un cuarto intermedio de una extensa declaración testimonial de Mariani, en una audiencia anticipada del juicio oral y público por el denominado Plan Sistemático de robo de bebés nacidos de padres desaparecidos. La historia se conocía, e incluso es el eje de la acusación contra Martínez Sobrino ante el Consejo de la Magistratura, que recorre el camino hacia su suspensión y envío al juicio político.
El martes, pasado el mediodía, con sus 86 años y los achaques propios de la edad a cuestas, Chicha Mariani se presentó a declarar ante la Comisión de Acusación y Disciplina del Consejo. Tras describir su propia tragedia y los 35 años de búsqueda de su nieta, Clara Anahí, narró cómo conoció a Martínez Sobrino, quien en los albores de la dictadura era un joven secretario judicial. Y también recordó la historia de la apropiación de Simón Riquelo, robado en su paso por el centro clandestino de detención Automotores Orletti. El niño fue arrancado de los brazos de su madre, la ciudadana uruguaya Sara Méndez, cuando fue secuestrada el 13 de julio de 1976. Según el expediente de la adopción, el niño habría sido abandonado a las puertas del Sanatorio Norte; un subcomisario de la Seccional 33, Osvaldo Parodi, se ofreció para cuidarlo y un mes después obtuvo la adopción plena. Sara Méndez estuvo desaparecida en el centro clandestino de detención denominado Automotores Orletti, pero sobrevivió y 26 años después, gracias a un examen de histocompatibilidad, pudo reencontrarse con su hijo. Había sido entregado en adopción al apropiador por Martínez Sobrino y por Wagner Gustavo Mitchell, quien acaba de renunciar como juez de la Sala II de la Cámara de Casación, pero su dimisión aún no fue aceptada por el Poder Ejecutivo.
Chicha Mariani contó aquel irregular encuentro con Martínez Sobrino durante un descanso de una declaración extenuante. Le costó recordar detalles, pero la funcionaria de la Secretaría de Derechos Humanos Fabiana María Rouseaux, quien declaró inmediatamente después, los aportó a granel. Ella estaba presente cuando apareció el juez y en tono muy bajo comenzó a hablarle a Mariani, quien entre su ceguera y su sordera, una más incipiente que la otra, no atinaba a descifrar quién era su interlocutor. Cuando supo de quién se trataba y se cansó de escuchar un repetitivo y lacerante “yo no tuve nada que ver”, estalló: “Usted no me puede estar diciendo esto, ¿sabe cuántas décadas hace que busco a mi nieta?”.
Rouseaux intervino y le pidió a Martínez Sobrino que se retirara. “Lo hizo, pero no sin antes repetir en tono elevado que él no tenía nada que ver” con la apropiación de Riquelo. La situación del juez quedó así muy complicada. Su destino, al igual que el de su colega Mitchell, parece estar en un banquillo de acusados ante un jurado de enjuiciamiento de magistrados, y con pronóstico de destitución. “Ojalá se limpiara la justicia de esto residual tan feo que dejó la dictadura”, se esperanzó Chicha Mariani en la última frase de su declaración.
Fuente:TiempoArgentino
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