Opinión
El fin de la impunidad
Publicado el 13 de Noviembre de 2011
Por Luz Laici
Mirar las fotos que revelan cómo viven los represores en la cárcel no se siente como una revancha. Posar el ojo en sus habitaciones de Devoto o del Hospital Central Penitenciario del Complejo Penitenciario de Ezeiza otorga, de algún modo, ese suspiro de alivio que llega de la mano de la tarea cumplida. El documento fotográfico que publicó la revista Veintitrés en exclusiva visibiliza una realidad por la que muchos lucharon pero la mayoría creyó no poder alcanzar: que a 28 años del fin de la dictadura militar que arrasó a sangre y fuego con la Argentina, el poder de impunidad de los genocidas se escurra como arena entre los dedos.
Según un relevamiento de la Unidad Fiscal de Coordinación y Seguimiento de las causas por violaciones a los Derechos Humanos durante el terrorismo de Estado, el 55,07% de los represores está alojado en prisiones bajo la tutela del servicio penitenciario. El porcentaje responde a un total de 482 ex militares detenidos por orden de la justicia en cárceles comunes. En 2007, el número ascendía a alrededor de 250 genocidas, de los cuales el 46% estaba encerrado en unidades militares. Todo un cambio de paradigma, si se tiene en cuenta que bajo la órbita de las Fuerzas Armadas las condiciones de arresto estaban plagadas de beneficios.
Hoy, en cambio, los responsables de los crímenes de lesa humanidad como Jorge Rafael Videla, Alfredo Astiz, Jorge “El Tigre” Acosta, Adolfo Donda, Antonio Pernías o el ex comisario Luis Abelardo Patti cumplen su condena en las cárceles de Devoto, Marcos Paz y Ezeiza, entre otras. En todos los casos, ninguno de ellos puede compartir los mismos espacios que los detenidos comunes, aunque la vida tras las rejas los obliga a ser sometidos a mayores controles, regímenes de visita con horarios estipulados o escasos permisos de salida. Incluso requisas, a las que recién fueron sometidos este año, como sucede con el resto de los presos.
Pero, se sabe, esa rigurosidad también encuentra sus poros y cerrarlos no es tarea sencilla. Por caso, algunos genocidas todavía logran pasar más tiempo de lo permitido con familiares y amigos, tienen computadoras, estufas o acondicionadores de aire en sus habitaciones, consiguen permisos médicos para salir de los penales por supuestos controles de salud que se realizan en hospitales extramuros –como el Hospital Militar o el Naval, entre otros– y hasta especulan con la posibilidad de ser trasladados al Instituto Penal Federal de Campo de Mayo –donde los represores están alojados en dos pabellones “tipo chalet”, rodeados de parques–, con una supuesta lista de prioridad que confeccionaron para el caso de que se genere una vacante en lo que se conoce como la Unidad 34 de detención.
Aunque esa capacidad de maniobra es un bien cada vez más escaso. Lo demuestran las históricas fotos que avivan la memoria, declaman justicia y llenan de sentido la consigna “nunca más”.
Fuente:TiempoArgentino
Un documento exclusivo que publicó la revista veintitrés
Cómo viven los genocidas condenados por la represión
Publicado el 13 de Noviembre de 2011
Hay 482 detenidos por crímenes de lesa humanidad. Más de la mitad está en unidades penitenciarias. Un relato fotográfico del Hospital Central del Complejo Penitenciario de Ezeiza muestra las habitaciones de Jorge “Tigre” Acosta, Adolfo Donda y Luis Patti, entre otros.
Fuente:TiempoArgentino
A pesar de negar ante la Justicia su alias durante la dictadura, Acosta pegó una imagen de un tigre en su escritorio.
Otro tigre en la habitación de Jorge Acosta
Acosta tiene en su habitación toda al causa ESMA.
Adolfo Donda pasa sus días detenido en la habitación 211 del Hospital Central del Complejo carcelario de Ezeiza.
Entre otras pertenencias, Adolfo Donda tiene una taza con su cara
En Ezeiza, el salón de esparcimiento cuenta con mesa de ping pong, plasma y DVD.
Un cartel donde cuestionan la campaña 260 hombres contra el machismo, que contó con un acto en Defensa
La habitación 230, del represor Víctor Cardo, tiene poemas en la pared.
El ex comisario Luis Abelardo Patti está preso en la habitación 226 del hospital de Ezeiza.
La habitación de Patti.
Patti es el único de los detenidos en Ezeiza que realmente sufre problemas de salud.
Ezeiza: todas las habitaciones de los represores tienen un común denominador: son amplias, tienen buenas camas y estantes repletos
Algunos se dan el lujo de tener PC. Los que se dedican a la lectura, eligen 1982, del Tata Yofre, el Código Procesal Penal y La Voluntad, de Anguita y Caparrós
Los genocidas también están detenidos en el pabellón 51 de Devoto.
El lugar en el que están presos estaba destinado a los oficiales del Servicio Penitenciario
Se trata de una sala con acceso a cinco habitaciones, con dos camas cada una y baño privado, y hasta parrilla.
Carlos Somoza pasa sus días en la habitación 223 del hospital de Ezeiza.
Plantas, mate, libros y figuras religiosas: no se respetan las condiciones de higiene de un nosocomio.
Fuente:Revitas 23 (La nota completa fue levantada el 10-11-11)
NOTA. Si fuiste preso político en alguna de esa cárceles, o las conocés por trabajo carcelario, sacá tus propias conclusiones.
M:G.
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