Viernes, 30 de Diciembre de 2011
Las proyecciones de un represor
La detención del ex coronel Luis Enrique Baraldini en Bolivia el último sábado, y por fin, su comparecencia ante la Justicia Federal de la provincia, marca un hito en La Pampa no sólo en la cuestión de la búsqueda de la memoria, verdad y justicia sobre los años del terrorismo de Estado, sino también en la reivindicación de las víctimas.
Baraldini no es un caso más de esos años aciagos. Si bien su dimensión como ejecutor de la represión ilegal en la provincia ha sido abordada desde su actuación local a través de los testimonios de quienes padecieron su accionar y de estudios académicos, muchas veces esas consideraciones se quedan cortas en todo lo que llegó a representar, y representa hoy, para la memoria social de una provincia.
Por un lado, hoy se sabe que el entonces mayor del Ejército fue el encargado de planificar la represión ilegal, secuestros y torturas incluidos, todavía durante el tiempo del gobierno constitucional de Isabel Perón. También se conoce que junto con el coronel Ramón Camps fue el que armó todo el andamiaje represivo que después funcionó durante los tiempos de la dictadura militar. Fue lo que Camps en territorio de Buenos Aires: el jefe de la Policía provincial pero también quien comandaba personalmente al grupo de tareas que secuestraba, torturaba e interrogaba a los presos políticos.
Fue en ese entonces el jefe de la Policía provincial, en un territorio donde la "tarea sucia" correspondió mayormente a esa fuerza de seguridad. Y también fue el funcionario que dejó preparada hacia adelante una policía con un sentido militarista de su función. Esta deformación excedió el período dictatorial y fue padecida durante muchos años después de recuperadas las instituciones democráticas, como lo prueban varios episodios de "investigaciones" iniciadas por la fuerza contra ciudadanos sin intervención judicial.
También la figura de Baraldini se ha destacado por otras cuestiones. Aunque no haya tenido a nivel nacional, hasta ahora, la relevancia pública y mediática de otros represores ya que en territorio pampeano no se produjo el "aniquilamiento" y desaparición física de los secuestrados, su trayectoria posterior habla a las claras de que fue parte de una camada de oficiales que en Sudamérica se lanzaron a derrocar a gobiernos populares favorecidos por intereses económico-empresariales y políticos, tanto locales como foráneos.
El ex coronel fue parte de la sombra golpista en nuestro país, y también en Bolivia. No sólo porque en 1976 participó en el levantamiento de las fuerzas armadas que derrocaron a un gobierno constitucional, sino porque más tarde, en territorio boliviano, formó parte de quienes activamente trabajaron en la preparación de oficiales del Ejército que en 1980 provocaron un golpe de Estado y promovieron una "narcodictadura" contra otro gobierno constitucional. En 1990 fue parte de la asonada "carapintada" del coronel Mohamed Alí Seineldín. Ya prófugo de la justicia argentina en Bolivia, se lo vinculó con un grupo ultraderechista que pretendía atentar contra el presidente Evo Morales.
La repercusión mediática que tuvo su detención en Bolivia después de ocho años oculto en ese país y las declaraciones de la ministra de Seguridad sobre su accionar, ponen al proceso judicial de investigación y condena de la represión bajo la última dictadura militar que se está registrando en La Pampa en un lugar de relevancia. La trascendencia histórica del enjuiciamiento a militares y policías que se está viviendo en esta provincia y en el país difícilmente sea apreciada en su verdadera dimensión en momentos en que en todo el mundo se clausuran los procesos judiciales contra gobiernos despóticos y represivos como el caso del franquismo en España, entre tantos otros.
Fuente:LaArena
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