7 de enero de 2012

CHILE: Abogado Procesado por el Caso “Caravana de la Muerte” se Suicidó en Copiapó-La Patagonia en llamas y otros acertijos

Abogado Procesado por el Caso “Caravana de la Muerte” se Suicidó en Copiapó
DD.HH.

Conmoción ha causado el suicidio de Daniel Rojas Hidalgo, reconocido abogado copiapino que pasada las 21 horas de ayer domingo se quitó la vida al interior de su domicilio ubicado en pleno centro de Copiapó, en calle Salas casi al llegar a Chañarcillo. En la pared del baño quedó escrita una leyenda que decía que “sus restos fueran arrojados al mar” y “que no culpaba a nadie por su muerte”. Rojas Hidalgo fue Fiscal militar en la época de las matanzas de la Caravana de la Muerte, estaba sometido a proceso por el caso.

Según antecedentes entregado por personal de Brigada de Homicidio de la PDI el malogrado profesional tomo esta drástica decisión, disparándose en la cien, en el baño de su inmueble donde habría fallecido de forma instantánea.

Tras esto uno de sus familiares se encontró con la dantesca escena.

Cabe consignar que Rojas Hidalgo padre de la actual directora de SENCE Atacama Daniela Rojas, fue Fiscal militar en la época de la dictadura de Augusto Pinochet y actualmente los tribunales de justicia, lo estaba procesando por el caso “Caravana de la Muerte” donde 16 militantes regionales del Partido Comunista fueron asesinados sin que por ahora se conozca su paradero, es decir, están en calidad de detenidos desaparecidos.

El cuerpo del reconocido abogado fue trasladado hasta el Servicio Médico Legal de Copiapó donde fue retirado por sus familiares.

A continuación, la crónica Regreso al Horror, de Osman Cortes Argandoña, publicado en Punto Final el 30 de septiembre de 2001, recuerda esa época de espanto, que 39 años después sigue desgranando tragedias.

Regreso del Horror
"A Osman Cortés, con esperanza", fue la dedicatoria de la periodista Patricia Verdugo a la primera edición de "Los zarpazos del puma", el 16 de octubre de 1989 en Copiapó, con motivo de la presentación de la obra en el Instituto de Educación Popular.

Han transcurrido doce años desde que ella vivenciara ese deseo de gran parte del pueblo chileno. Gran parte, ya que a la otra no le interesa en absoluto que esos momentos de horror sean aclarados, juzgados, penados, con sus responsables en la cárcel para recién comenzar a entrar en la fase necesaria del perdón que tienen que formular los familiares de las trece personas ultimadas el 17 de octubre de 1973 en Copiapó.

Retornaron a Copiapó algunos integrantes de la Caravana de la Muerte: Marcelo Moren, Pedro Espinoza, Sergio Arredondo y Patricio Díaz. Faltaron: Sergio Arellano Stark, Armando Fernández Larios, el piloto del helicóptero Emilio de la Mahotiere y el copiloto Luis Felipe Polanco.

Volvieron en calidad de detenidos, custodiados. Ya Marcelo Moren no pudo gritar en el interior de un barracón del entonces Regimiento Atacama: "Arriba maricones, soy Marcelo Moren. Así es que están celebrando con torta los conchas de su madre".

El olor a licor invadió también el lugar junto a la violencia. Después vino el asesinato, blandiendo corvos y golpes de bolas de hierro, como ocurrió con el académico Leonelo Vincenti, quien murió con el cráneo destrozado por la corpulencia asesina de Armando Fernández Larios.

Esos hechos están en los expedientes del juez Juan Guzmán Tapia quien recorrió los lugares consignados como escenarios de los crímenes.

Por el trabajo de periodistas honestos como Patricia Verdugo, Jorge Escalante ("La misión era matar") y Ernesto Carmona ("Morir es la noticia"), los hechos han podido ser conocidos por los interesados en la historia real.

En "La misión era matar", editada por LOM Ediciones, se consignan las declaraciones del brigadier en retiro Patricio Díaz Araneda.

El periodista Escalante con rigurosidad transcribe las declaraciones del siniestro ejecutor:
"Yo tuve participación en los fusilamientos de los cuatro grupos, y para ello usamos fusiles SIG calibre 7.62 mm. de cargo militar. Nosotros éramos tres fusileros para cada grupo, pero para el último fuimos cuatro.

Los fusilamientos se realizaron a personas que permanecían de pie a una distancia de unos ocho metros. Los prisioneros murieron inmediatamente con los primeros disparos y no fue necesario darles tiros de gracia".

Las ejecuciones habrían ocurrido en la Cuesta Cardones el 17 de octubre de 1973. Los que "murieron inmediatamente" fueron: Fernando Carvajal, su hermano Agapito, Atilio Ugarte, Alfonso Gamboa, Pedro Pérez, Manuel Cortázar, Raúl Larravide, Edwin Mancilla, Adolfo Palleras, Leonelo Vincenti, Jaime Sierra, Winston Cabello y Raúl Guardia.

El recuerdo volvió a borbotones a Rubén Herrera que retornaba desde Estados Unidos en 1990, meses después que los restos de los trece asesinados ya estaban legalmente sepultados. Herrera debió estar entre ellos.

Habíamos cursado juntos unos años en el liceo "José Antonio Carvajal", por lo que Rubén me ubicó. Yo entonces era redactor del diario "Atacama" de Copiapó.

En casa de nuestra amiga Ximena Araya -su marido fue asesinado en la cárcel de Antofagasta- Rubén Herrera sufrió una catarsis llorando con nosotros por lo ocurrido. Su relato lo traspasamos en su debida oportunidad al juez Guzmán y está en el expediente del caso Caravana de la Muerte.

Una antigua dolencia estomacal de Rubén Herrera se acrecentó en la reclusión. El 16 de octubre de 1973 debió ser trasladado al hospital con hemorragia.

Horas después, la sombra siniestra de un helicóptero Puma se posó en la explanada del Regimiento N¼1 Atacama.

"Yo estaba en mal estado por el problema gástrico por lo que debí ser internado en el hospital, un día antes de los crímenes. El doctor Jorge Berroeta me atendió. En la noche llegaron dos uniformados a buscarme. Se produjo un altercado con el doctor que les indicó que yo estaba grave y no podía salir del lugar. Un tipo alto y corpulento me amenazó, gritándome. Me sacó la madre y dio una patada contra la cama que se remeció fuerte.

Me dijo: ‘Ya te vamos a venir a buscar, concha de tu madre’. Junto a él reconocí a un compañero de curso. Era el negro Juan Morales Alcota, que estaba contratado en el regimiento. Se portó como un infame. Me golpeaba cuando estaba detenido".

En 1997, traspasamos la información al abogado Hiram Villagra, académico de derecho de la Universidad de Atacama, quien la comunicó al juez Juan Guzmán. En una visita investigativa a Copiapó fuimos convocados para refrendar la información. Así lo hicimos, proporcionando datos del paradero de Juan Morales. Desconocemos su situación judicial. Pero sigue conduciendo un colectivo por las calles de esta ciudad.

Recordamos la meditación del juez Guzmán cuando terminamos de relatarle el caso del militar torturador de un compañero de curso: "¿Qué ocurrió con la mente de esta gente?"

Rubén Herrera marchó al exilio a Estados Unidos. Años después, cuando los sucesos por el asesinato de Orlando Letrelier, comenzaron a aflorar, vio una foto en la prensa. "Este es el militar que me fue a buscar al hospital", meditó el exiliado al ver el rostro de Armando Fernández Larios.

El antropólogo Olaf Olmos dirigió la búsqueda y exhumación de los cadáveres a fines de julio de 1990.

Tuvimos oportunidad de ver el registro fílmico hace once años, en una sesión privada en casa del ex intendente de Atacama, Eduardo Morales, donde también estaba Luis Corvalán. Los cuerpos estaban con orificios de punzones que se aprecian también en los jirones de ropa.

Patricio Díaz, quien estuvo en la Cuesta Cardones, insiste que "los fusilamientos se realizaron a personas que permanecían de pie enfrentando al grupo de fusileros".

Escalante, como persistente periodista, siguió con la investigación. "De acuerdo a otros testimonios conocidos en el proceso, al parecer en esa cuesta sólo habrían dado muerte en forma brutal a siete u ocho, el resto de los prisioneros habría sido eliminado en el mismo regimiento por oficiales del Atacama", dice Escalante.

Un militar del regimiento Atacama, señaló a la revista "Análisis", en enero de 1986, que en la madrugada del 17 de octubre de 1973 "los presos quedaron solos con los comandos (se refiere a la gente de Arellano Stark) y dos oficiales del regimiento, posiblemente los tenientes Cruz y Marambio, y el oficial de ronda, mayor Carlos Enriotti Blay, segundo comandante.

Alrededor de las cuatro de la madrugada sacaron a tres personas que se veían en malas condiciones y las llevaron al edificio principal. Los subieron al segundo piso y frente las cuadras los arrojaron al vacío. Sólo uno gritó y opuso resistencia. Transcurrido un tiempo dos camiones tolvas cargaron varias bolsas de polietileno y salieron".

Las investigaciones demuestran que Patricio Díaz mintió al juez Guzmán.
El entonces oficial del Registro Civil, Víctor Bravo Monroy, relató al juez Guzmán:

"Algunos cuerpos estaban degollados y presentaban heridas cortantes. Todos estaban acribillados y se veían con múltiples heridas a bala. Por ejemplo, a Jaime Sierra le faltaba un ojo y Vincenti, que era un maestro del colegio de mi hijo, tenía heridas con arma blanca".

Una vez que Bravo terminó de tomar las huellas dactilares de los asesinados, los cuerpos fueron arrojados a la fosa común.

En la mañana del 18 de octubre, Víctor Bravo tuvo que confeccionar las actas de defunciones de los trece asesinados, donde habría tenido decisiva participación el abogado-auditor Daniel Rojas Hidalgo.

Ese profesional que fue nombrado auditor con el grado de mayor por el comandante del regimiento Atacama, habría cambiado el concepto de "ajusticiamiento militar" en las causas de muerte por el ambiguo "heridas a bala".

Daniel Rojas fue interrogado por el juez Guzmán como encubridor del secuestro de los detenidos desaparecidos Ricardo García, Maguindo Castillo y Benito Tapia, del mineral El Salvador.

Fuimos uno de los autores de la obra "Morir es la noticia", editada por Ernesto Carmona en marzo de 1997. Allí consignamos a los hombres de radio Jaime Sierra Castillo y Alfonso Gamboa Farías.

Sierra destacó como dirigente del centro de alumnos del liceo de hombres. No le costaba sacar al liceo a la calle y marchar a la cabeza. Jaime se dedicó de lleno a la difusión de los planes de la Unidad Popular por radio Atacama. Con Alfonso Gamboa, el director, también asesinado, pusieron la emisora al servicio de la causa allendista.

Fue detenido el 20 de septiembre de 1973, después de ser llamado en un bando difundido por radio Juan Godoy. Fue llevado con otros cuarenta detenidos a dependencias del regimiento Atacama. Allí fue masacrado: registros judiciales constatan perforaciones de corvo y la falta de un ojo.

Alfonso Gamboa Farías era profesor normalista. El 11 de septiembre, a las 10 de la mañana, tomó el micrófono de radio Atacama, de propiedad del médico Leonardo Hagel, diputado socialista. En su calidad de director de la emisora, dijo: "Señores auditores, en estos momentos el gobierno democrático de nuestro presidente Salvador Allende está siendo sobrepasado por el poder militar. Hacemos un llamado a todos quienes tienen un espíritu democrático para apelar al razonamiento y hacer que todo vuelva a la normalidad. No podemos permitir que se destruya lo que se ha erigido en favor del pueblo".

El 16 de septiembre una pareja de carabineros llegó a la casa de Gamboa en la Plazuela de Abalos para citarlo. Tomó su carné y se presentó al antiguo recinto de calle Los Carrera al llegar a Colipí. Fue trasladado al regimiento Atacama.

El 16 de octubre, un grupo de militares irrumpió en los barracones del regimiento. El oficial Sergio Arredondo nombró a quienes debían formarse en el patio. Entre ellos, Alfonso Gamboa.

El relato del libro deja establecido: "Empujones e improperios fueron el inicio del fin. Salieron a relucir los corvos, cuchillos afilados en forma de pico de loro. Algunos fueron ultimados en el mismo recinto y arrojados al camión que esperaba. Rumbo a la Cuesta Cardones, el conductor detuvo la máquina por la tradicional ‘falla eléctrica’, y la fuerza militar hizo bajar a quienes podían hacerlo. Las ráfagas de metralla recibieron el eco de vuelta del sonido siniestro de la muerte"
Osman Cortés Argandoña, diciembre 2011
Envío:Agndh

Chile: La Patagonia en llamas y otros acertijos
Por Andrés Figueroa Cornejo

1. Por lo menos 15 mil hectáreas patagónicas del Parque Nacional Torres del Paine (declarado Reserva de la Biósfera por la UNESCO en 1978) anclado en la Región de Magallanes y Antártica Chilena y riquísimo en bosque nativo, han sido destruidas desde el 27 de diciembre de 2011 por un incendio atribuido, hasta ahora, al militar del Estado de Israel, Roter Singer.

Al respecto, el senador por La Araucanía, Eugenio Tuma, señaló que “No es normal que el gobierno israelí envíe contingente militar de casi 10 mil individuos, supuestamente licenciado, para hacer turismo en la Patagonia. Una cosa es el libre tránsito de los turistas, pero otra es que un Estado financie y organice a sus ex reclutas y disponga su traslado a un te­rritorio al parecer como terapia frente al estrés”, y agregó que Roter Singer “Llega a Chile, se hospeda en un hostal exclusivo para israelíes, su abuelo nos notifica que es un buen muchacho que viene de formar parte de una unidad de combate del ejército israelí y sus únicas declaraciones a la prensa las hace a una radio militar de Tel Aviv”.

¿Pero resulta tan extraño el ‘incidente’ que gatilló la tragedia, el tipo de personaje que la habría ejecutado y el lugar?

En 1895, Theodor Herzl escribió “El Estado judío”, manifiesto matriz del sionismo que, según interpretaciones expansionistas posteriores, en la actualidad fundamenta el crimen colonialista contra el pueblo de Palestina. En la época, una de las alternativas alentadas por el entonces imperio británico era, precisamente, establecer a los isrelíes en la Patagonia argentina. Y el Parque Torres del Paine limita al norte con el Parque Nacional Los Glaciares de Argentina. ¿Pura casualidad?

Según el abuelo del militar Roter Singer que habría originado el incendio, el sujeto “sirvió en una unidad de combate en el Ejército de Israel". Es decir, Singer es parte de uno de los ejércitos mejor armados del planeta (y nada menos que por EE.UU., que produce ella sola la mitad de la tecnología militar del globo), y que adiestra a sus tropas en la soberbia de la ocupación, en la sorna de su dominio súper apertrechado por el imperialismo norteamericano, en el ejercicio concreto y psiquiatrizado de pretender doblegar cotidianamente a un pueblo empobrecido mediante la militarización, puntos de control contra la población civil, encarcelamientos, torturas y asentamientos invasivos crecientes; la asfixia económica y el racismo del que irónicamente alguna vez fueron víctimas los mismos judíos en su punto más atroz, por la Alemania nazi.

Basta citar la Operación Plomo Fundido y su saldo ominoso de 1400 palestinos asesinados, entre ellos más de 300 niños, ejecutada, justamente, un 27 de diciembre de hace tres años. Si cuando los marines llegan al puerto de Valparaíso, sus ciudadanos deben encerrarse en sus casas debido a la prepotencia y ‘excesos’ de la Armada imperial, resulta sencillo imaginar la ‘disposición combativa’ de un militar israelí proveniente de similar escuela, de la parte que oprime y castiga impunemente, en medio del fin del mundo, ‘en tierra de nadie’, con poder, alojamiento y recursos.

¿Por qué se comunica informal, no oficial, pero frecuentemente de presencia y propiedades (suelo, comunidades y edificaciones) israelíes en la Patagonia tanto argentina, como chilena? ¿Se trata de una posición geomilitar estratégica para el Estado sionista? ¿Puro placer turístico? ¿Y qué han hecho los gobiernos de Chile y Argentina al respecto en las últimas tres décadas? ¿De dónde viene el silencio? ¿Es sólo mito del “palestinismo internacional”, otra teoría de la conspiración, paranoia, azar, o dinero, influencia y relaciones de poder?

2. Si bien toda encuesta o ‘investigación de mercado’ resulta interesado, el Centro de Estudios Públicos (CEP) se ha caracterizado por dar pie en bola en asuntos relevantes, más que cualquiera otra empresa de esta naturaleza en Chile.

Tal como se proyectara hace casi un año atrás (http://alainet.org/active/43639&lang=es), la administración de Sebastián Piñera nació con los días contados. De acuerdo a la recolección de datos que se efectuó entre el 11 de noviembre y el 11 de diciembre de 2011 por el CEP, el presidente chileno se hundió como plomo hasta las honduras de la opinión pública con un 23 % de aprobación. Sólo un 22 % de los encuestados confía en su gobierno; y apenas el 20 % estima que el Ejecutivo ha hecho “bien o muy bien” las cosas en el plano económico, un 18 % en el empleo, un 14 % en la salud, y un 8 % en la pobreza.

En otros ámbitos, únicamente un 16 % de los consultados considera que la democracia chilena funciona “bien o muy bien”; un 18 % confía en la empresa privada, un 13 % en el Congreso (ambas cámaras), y un 7 % en los partidos políticos existentes. El 20 % se identifica con la Concertación, el 13 % con la Coalición por el Cambio (en el gobierno); y el 4 % con el Juntos Podemos. El 60 % de la gente con nadie. Y de los políticos más importante de la Coalición por el Cambio, campea Ninguno con un 22 %, y lo sigue Laurence Golborne con un 20 %, Andrés Allamand con 5 %, Pablo Longueira con 4 %, y Joaquín Lavín con 2 %.

Los números no hacen más que confirmar la crisis estructural en materia de credibilidad que sufre, tanto la democracia representativa y encorsetada del país, como el sistema de partidos políticos y las instituciones centrales del Estado. Naturalmente, no todo ello es producto del movimiento estudiantil, ecológico y mapuche que marcó la agenda social el 2011. Más bien, ocurre a la inversa. Las componendas políticas larvadas antes del mismo retorno pactado de los gobiernos civiles hace más de dos décadas simplemente ya no son hegemonía político-cultural. Ello no comporta por sí solo una crisis de gobernabilidad que demandaría, al menos, una alternativa política madura que proveniente del movimiento concreto de los trabajadores y el pueblo (en su sentido más amplio e inclusivo), insubordinado por abajo, por el medio y por arriba, pero sustantivamente por abajo, ya hubiera hecho temblar los sostenes precarios del mero rito electoral del capitalismo ultraliberal que conduce Chile desde mediados de los 70’. La democracia de papel combinada con el capitalismo de vanguardia se expresa como negación de las reivindicaciones de las grandes mayorías y la lucha abierta por sus intereses históricos.

Por eso, las elecciones municipales de 2012 no son una báscula cierta de las relaciones de fuerza de nada, y la aprobada ley de inscripción automática y votación voluntaria tampoco garantizan una calcificación de la decadencia institucional de las clases mandantes, ni de los ‘grupos de interés’ que se ofrecen una vez más, como mejores administradores de un sistema que evidencia que el crecimiento económico, control de la inflación, políticas monetaristas ‘equilibradas’ y desempleo ‘a raya’, en caso alguno significa mejor vida para la inmensa mayoría nacional. Es falso que las variables macroeconómicas mencionadas amortigüen las desigualdades extraordinarias, la precarización y explotación intensiva del trabajo, la proliferación de enfermedades mentales, la delincuencia salida del empobrecimiento y la alienación, la lucha de clases, y la inestabilidad potencial de la gobernabilidad. A diferencia de ayer, de llegar hasta las elecciones generales de fines de 2013, esta vez, Michelle Bachelet sólo podría ganar como ‘el mal menor’. Ello pospondría por tiempo breve la intensificación de las luchas sociales ante facciones de la ciudadanía, del pueblo trabajador, cuando ahora son millones quienes han perdido la inocencia. Es altamente probable que la carta del imperialismo norteamericano –Bachelet- para el 2013 obtenga más votos que el ministro Laurence Golborne. Pero ello no cambia radicalmente en nada la acumulación de descontento sistémico y su eventual organización superior.

Si se concede que sólo fracciones del movimiento estudiantil que estremeció el 2011 alcanzaron estadios de politización más que significativas -independientemente de cierto corporativismo universitario basado en la desactualizada creencia de que la educación por sí sola contiene el mejoramiento de la situación económica y social individual, toda vez que la tendencia habla, salvo excepciones, de la proletarización pura y dura de los profesionales universitarios-, ya ese fenómeno escenifica la irrupción objetiva de nuevas fuerzas sociales con convicción de poder. Resulta casi una paradoja que los estudiantes secundarios más que un gran porcentaje de universitarios, que los ‘pinguinos’ que comenzaron el movimiento del año pasado, sean el sector más resuelto y claro en los objetivos estratégicos del combate social (http://rebelion.org/noticia.php?id=122795). Por eso no es extraño que la represión estatal se haya ensañado especialmente contra ellos, no sólo mediante la armadura policial directa, sino en estos mismos días, cancelando arbitrariamente matrículas, clausurando a la fuerza establecimientos, abriendo sumarios en período de vacaciones. La clase que todavía ordena (y que es un tramado de intereses corporativos transnacionales, y en particular, financieros) sabe bien dónde golpear.

En este sentido, y más allá de los intentos de instrumentación orgánica de esa franja joven –desde el poder, por derecha, centro e izquierda, como se dice “en antiguo”- fabricada de estudiantes y trabajadores con poco tiempo en el mundo laboral y menos sindical, son la fuerza mínima necesaria para la creación de un proyecto societal y político que, con audacia probada, abarque los intereses y la materia en acción del conjunto del pueblo. A muchos de los políticos especialistas de todo el arco existente les llegó la hora de jubilarse (lamentando de paso las condiciones en la que lo harán con las pensiones de miseria que ofrecen las Afes). Y los viejos-jóvenes, y no tan viejos-jóvenes, rehabilitados de las derrotas, la melancolía y de los paradigmas trágicos de la guerra fría a nivel nacional e internacional, les cabe ganarse en la práctica y la voluntad de rehacerse, edificar el puente dinámico entre los períodos de lucha de clases que jamás han dejado de existir en Chile y el mundo; actuar con modestia y mirando el reloj (que las transformaciones sociales y la historia no tienen necesariamente que ver con la edad biológica de los sujetos); y colaborar en la nueva arquitectura política que requieren las presentes relaciones de fuerza y las complejidades de la realidad concreta de la segunda década del siglo XXI. Continuidad y ruptura, permanencia y revolución, lectura correcta de la actual fase y período, estado de la lucha de clases, ampliación de la vista política y cada mujer y hombre en el lugar donde caben sus habilidades, talentos y pericias. No es una fórmula. Apenas economía de recursos.

3. En el 2012 –de acuerdo a analistas conservadores, moderados, catastrofistas, ortodoxos y heterodoxos- recrudecerá la crisis económica mundial, con énfasis en el sur de Europa y Estados Unidos. Naturalmente, las llamadas ‘economías emergentes’, pero sobre todo China, ya presenta un enfriamiento debido a que las poblaciones del planeta a las que exporta sus mercancías han inclinado a la baja su demanda hace rato e incluso sus gobiernos han aumentado las medidas proteccionistas. En consecuencia, China, con una fuerza de trabajo que ya puja por mejores salarios y condiciones laborales (menos excedente y producción más cara, por tanto), y la invalidez de su propia población para comprar y consumir lo que vierte su sobrecapacidad productiva, ya no necesitará adquirir los mismos niveles de materias primas y recursos naturales de cuya compra se explica cierta estabilidad macroeconómica de América Latina, Rusia, y países asiáticos y africanos. La crisis que atraviesa el capital descubre los límites de la genuina división internacional del trabajo, y de la falsa retórica neo desarrollista, en tanto las economías de Latinoamérica ya no se fundan sobre la industrialización y sustitución de importaciones (fase capitalista que antecedió al predominio superlativo del momento financiero en la reproducción del sistema y que respondía a otras relaciones de fuerza mundiales), sino sobre la reprimarización o patrón primario exportador, sea mineral, petrolero, soyero, agroalimenticio, maderero, etc. Algunos gobiernos de países de América Latina que se autoperciben ‘más blindados’ para hacer frente a la peor crisis capitalista desde hace alrededor de 90 años, únicamente queman recursos en propaganda para encantar inversiones. Lo cierto es que las relativas y cada vez más deprimidas reservas fiscales son fruto casi exclusivo de la transitoria alza de la demanda de commodities de China y los Estados corporativos centrales.

Chile es una economía que además del ahorro previsional de sus asalariados administrado privadamente y jugado en el casino especulativo de las bolsas clave y en crisis del mundo, alimenta sus reservas privadas y públicas de la exportación de materias primas, y principalmente del precio del cobre y mucho después, de la celulosa. Y las exportaciones chilenas están dirigidas en un 50,4 % a Europa, China y Japón, según la CEPAL. El 2012, de acuerdo a los optimistas, Europa crecería un 0,5 % (si dicen 0 % es recesión); China un 8 % y Japón un 2 %. De hecho, el 2011, el cobre chileno, respecto de 2010, vio desplomado su precio en casi un 22,5 % (US$3,42 la libra comparado con US$4,41 del cierre de 2010, de acuerdo a la Comisión Chilena del Cobre).

Pero eso no es todo. El IPSA (Índice de Precio Selectivo de Acciones, principal indicador bursátil de Chile diseñado por la Bolsa de Comercio en 1977, en pleno despliegue del ultraliberalismo) cayó un 15,7 % en 2011, en relación a 2010. Es decir, lo que desfallece es el precio de las acciones de las empresas que intrigan en la bolsa. Y las bolsas son el lugar donde se le pone precio a las mercancías. Por eso cuando se habla de mercado, quiere decirse ‘mercado financiero’. Y el movimiento especulativo determina las ganancias, el precio del trabajo e impone las reglas de la producción en general, o ‘economía real’, como algunos señalan. Las causas, según los gigantes de la especulación que operan en Chile, se encontrarían en la ausencia de confianza en la economía europea, y nativamente, en la estafa y situación al borde del precipicio de la venta al detalle de La Polar que ha contaminado a todo el retailer o grandes tiendas minoristas que hace tiempo arrancan sus utilidades de los créditos de consumo, que no de la venta de sus mercancías tradicionales.

2012 se presenta bravo e incierto, como un acertijo donde la variable política y social de los trabajadores y el pueblo -nacional, regional e internacionalmente- tendrá su hora y su plaza en la marcha concreta de la realidad, de acuerdo a su tonelaje, composición y dirección política unitaria, al menos tácticamente.
Enero 4 de 2012
Envío:AexPPCdba.

Columnas
5 de Enero de 2012
Dictadura o régimen militar: la disputa por la nominación del pasado








Cristina Moyano 
Doctora en Historia con mención en Historia de Chile. Académica del Departamento de Historia de la Facultad de Humanidades de la USACh. http://www.fahu.usach.cl

Según se informó en la prensa, las bases curriculares recientemente aprobadas por el Consejo Nacional de Educación el 9 de diciembre pasado, presentan un cambio conceptual importante en lo que refiere a la historia reciente de nuestro país: en la página 31 de las bases curriculares de historia se ha dejado de hablar de “dictadura militar” para ocuparse el término “gobierno militar”.

Alguien podrá decir que este cambio conceptual es nimio y que no afecta en nada a lo que “realmente ocurrió” en Chile durante 17 años. Que la mayoría de los chilenos sabe que en Chile gobernaron autoritariamente los militares, que se instalaron después de un golpe de Estado dado a un gobierno democráticamente elegido, que violaron sistemáticamente los derechos humanos y que transformaron radicalmente los cimientos materiales y subjetivos de nuestra nación. Algunos también podrán decir que un concepto no importa si ya somos capaces de discutir estos temas de historia reciente en público o si en la televisión se abordan abiertamente las violaciones a los derechos humanos con series como “Los archivos del Cardenal” o la última temporada de “los 80”. Como historiadora discrepo absolutamente de estas afirmaciones, porque la disputa por la nominación del pasado siempre está abierta y los cambios conceptuales no son inocentes ni ingenuos.

De allí, que las palabras del ministro no sólo no convenzan a los ciudadanos, sino que encubren lo que todo proceso de conceptualización implica: disputar políticamente una nueva visión del pasado, donde las atrocidades cometidas durante 17 años contra ciudadanos chilenos, queden invisibilizadas en un concepto como el de régimen/gobierno militar.

Detrás de ello hay una intencionalidad política e ideológica evidente y por tanto, es importante visibilizarla, más aún cuando afecta a lo que los niños de este país estudiarán como “nuestro pasado”.

El pasado no está cerrado, afirmaba hace muchos años atrás un viejo filósofo alemán más conocido por su seudónimo de Walter Benjamin. Con ello abría una invitación no sólo a repensar la historia como “devenir”, sino que también la historia como “escritura” o trabajo con el pasado. Deriva de aquello que la disputa nominativa sobre lo que ocurrió, o sobre lo que pudo ocurrir en un pasado cercano o lejano, está abierta a la discusión y al debate colectivo.

En enero de 1999, un grupo de historiadores liderados por Gabriel Salazar, Julio Pinto, Mario Garcés, Sergio Grez y María Angélica Illanes, arremetieron la ardua labor de disputar abiertamente la nominación y la representación del pasado reciente, en una conflictiva correspondencia con el historiador de derecha, Gonzalo Vial y su intención de “narrar” una historia del “régimen militar” vaciada de las atrocidades cometidas durante esos 17 años y bajo una perspectiva de que dicho golpe de Estado se entendía como la salvación a una institucionalidad político democrática en crisis terminal. De esa labor surgió el famoso “Manifiesto de Historiadores” firmados por miles de historiadores chilenos y extranjeros.

Quienes nos dedicamos a esta disciplina sabemos que los conceptos son artefactos clave en la constitución de la realidad social, que su contenido tanto como campo de experiencia así como en la definición de sus horizontes de expectativas, está en la base de los procesos de producción de significados de esa realidad material a la que aspiran referirse (nominalmente), pero también a transformar. De allí que el proceso de conceptualización sea un proceso eminentemente político y la disputa por cuál o qué concepto se use, clave para definir lo ocurrido y lo que vendrá.

Por esto, si cambiamos el concepto de dictadura por el de régimen militar, estamos cambiando el campo de experiencia nominal y por ende también los horizontes de expectativas de los actores sociales. La intencionalidad no puede ocultarse con las palabras del ministro Beyer, quien plantea que régimen/gobierno militar es un concepto más general que el de dictadura y que por ello se justifica su uso, aunque él afirme posteriormente que cree que fue “efectivamente dictatorial”. Esto no es un problema de generalidad u objetividad, porque la historia no es objetiva, sino que objeto de interpretación, abierta al debate y por ende, políticamente construida.

Cuando recién se recuperó la democracia en Chile, este debate también estuvo instalado en el plano educacional. Tomó varios años en que pudiera decirse públicamente que entre 1973 y 1990 en Chile existió una Dictadura Militar. Esta nominación fue objeto de duras discusiones y su incorporación en los programas de estudios y textos escolares, permanentemente objetada por la misma derecha que hoy gobierna el país. De allí, que las palabras del ministro no sólo no convenzan a los ciudadanos, sino que encubren lo que todo proceso de conceptualización implica: disputar políticamente una nueva visión del pasado, donde las atrocidades cometidas durante 17 años contra ciudadanos chilenos, queden invisibilizadas en un concepto como el de régimen/gobierno militar. La derecha que hoy gobierna quiere que así se interprete el pasado y si bien esto es lícito en una democracia y está vinculado a los procesos de constitución de las hegemonías, sería importante y éticamente deseable que así lo dijeran.

Al Rojo Polémica por Llamar Régimen Militar a la Dictadura
Política
Gran polémica ha causado la decisión del ministerio de Educación, en tiempos de Felipe Bulnes, de cambiar la palabra dictadura de textos escolares por régimen militar en los libros de historia de 1º a 6º básico. La medida ha encontrado amplio rechazo en los ámbitos político, intelectual, de defensa de los derechos humanos y en las redes sociales. La dictadura fue una dictadura, independiente del nombre con que se la designe, es lo menos que se ha dicho.

Sin duda la medida aprobada por el Consejo Nacional de Educación que cambió el concepto de "dictadura" por el de "régimen militar" para referirse al período de Augusto Pinochet, y que después fue justificada por el ministro de Educación, Harald Beyer, ha hecho crecer la molestia de ex autoridades, parlamentarios, cibernautas y fueron víctimas de este negro período de nuestra historia.

El ministro de Educación, Harald Beyer, justificó la decisión de su cartera de reemplazar en los textos escolares de enseñanza básica el término “dictadura” por “régimen militar”, ya que a su juicio se trata de un concepto “más general” para abordar la historia del país entre los años 1973 y 1990.

El secretario de Estado se refirió así a la información dada a conocer este miércoles por el medio digital El Dínamo, el cual señala que la modificación realizada por el Mineduc forma parte de la propuesta de bases curriculares de primero a sexto año básico para las áreas de Lenguaje y Comunicación, Matemática, Historia, Geografía y Ciencias Sociales y Ciencias Naturales, y de 5º y 6º básico para Inglés, las que fueron aprobadas el 9 de diciembre último por el Consejo Nacional de Educación (CNED).

El artículo detalla que el cambio de “dictadura” por “gobierno militar” aparece en la página 31 de la propuesta, que propone para los ejes temáticos de Historia para sexto básico “comparar diferentes visiones sobre el quiebre de la democracia en Chile, el régimen militar y el proceso de recuperación de la democracia a fines del siglo XX, considerando los distintos actores, experiencias y puntos de vista, y el consenso actual con respecto al valor de la democracia”.

El rechazo fue contundente de quienes siempre han llamado dictadura a los 17 años de Pinochet, mientras que hubo matices entre parlamentarios oficialistas, rechazando aquellos que toman distancia de Pinochet y aplaudiendo la medida quienes aún lo defienden.

Así, Cristián Monckeberg (RN) se planteó en contra de la medida que fue respaldada por el nuevo ministro de Educación. "Si se denominaba dictadura y ahora pasa a denominarse gobierno militar producto de que unos técnicos encerrados en una oficina así lo deciden, no va a cambiar el curso de la historia. Yo prefiero que sean los historiadores, los que escriben, los que interpretan, los que le den su denominación", indicó.

Añadió que una medida como esta, "lo único que va a producir es ronchas en algunos y aplausos en otros". Y así fue, al menos al interior de su partido y de la Coalición por el Cambio.

El ex funcionario de Pinochet y actual diputado RN, Alberto Cardemil, habló de "un esfuerzo técnico y profesional del ministerio de Educación de dar una versión equilibrada de nuestra historia", apuntando que "los países tienen que ir revisando con el paso del tiempo su historia para dar una versión equilibrada".

El diputado más pinochetista del parlamento, Iván Moreira (UDI), dijo que "el hecho que se hable de dictadura es una forma de estigmatizar a un gobierno que entregó democráticamente el poder y eso en ninguna dictadura del mundo se ha dado, sólo en Chile, lo que ha habla muy bien del espíritu democrático de Chile".

El diputado comunista Hugo Gutiérrez criticó duramente la decisión del gobierno de cambiar términos como “dictadura” y “derechos humanos” de los libros de historia para escolares, indicando que surgen de la petición expresa de algunas universidades y que sólo son un intento de la derecha por reinterpretar la historia patria.

“Hace ya un tiempo a esta parte que está la pretensión de reescribir la historia patria, han recibido varias iniciativas los que están construyendo los curriculums de historia de Chile, peticiones de universidades tendientes a que se modifiquen las palabras “dictadura militar” que se estaban utilizando en los textos de historia, como también pretenden cambiar “derechos humanos” por derechos esenciales y quieren que se hable de gobierno militar y de atropello a los derechos esenciales y también señalan que no es adecuado hablar de “violaciones”, sino que hay que hablar de “excesos” precisó.

“Todas estas modificaciones que pretenden hacer a los textos me parecen que son inadecuadas, impertinentes y es cambiar la historia patria, porque hoy están todos de acuerdo con que hubo una dictadura militar que estuvo encabezada por Pinochet y esos intentos son burlar la historia, burlarse de nuestro pueblo y de lo que ellos sintieron en carne propia cuando vivieron bajo esa dictadura oprobiosa de Pinochet”, recalcó.

El parlamentario comunista no ocultó su molestia e indicó que “esos textos de historia van a durar lo que dure el gobierno de Piñera, ese intento de la derecha de querer cambiar la realidad y de reinterpretar la historia patria va a durar sólo lo que dure este gobierno”, insistiendo en que los hechos que marcan nuestro pasado y presente deben ser llamados por su nombre, sin segundas interpretaciones.

La Senadora Isabel Allende señaló que en Chile hubo una feroz dictadura con las más graves violaciones a los Derechos Humanos:

“Me parece lamentable que el estreno del nuevo ministro de Educación Harald Beyer sea con la justificación del cambio en los textos escolares, del concepto de Dictadura por el de régimen militar, expresó la senadora Isabel Allende, jefa de Bancada de los Senadores PS.

Beyer justificó el cambio de “dictadura” a “régimen militar” en los libros de historia para escolares, señalando que dicha modificación fue aprobada por el Consejo Nacional de Educación (CNED), cuya composición es “transversal” y que el objetivo era utilizar expresiones “más generales” sobre ese período.

“Esto es inaceptable, es ir contra el sentido común, porque todo el mundo sabe que durante 17 años lo que hubo en Chile fue una feroz dictadura con las más graves violaciones a los Derechos Humanos, donde no hubo parlamento, donde no hubo libertad, donde hubo persecución, asesinatos, desaparecidos y muchas violaciones a los DDHH”, precisó.

Enfatizó que “es lamentable que se intente cambiar una realidad que es reconocer que hubo una Dictadura durante 17 años para que como país no repitamos los mismos errores y proyectar a las generaciones futuras que por muy grave que sea una crisis política, nunca hay que romper la institucionalidad democrática”.

“Lo que está haciendo el ministro de Educación es un error, aquí hubo una Dictadura y hay que entenderlo así con todas sus letras y no tratar de disfrazarla con un `régimen militar`, al igual como cuando se hablaba de excesos al referirse a las graves violaciones de los DDHH o como cuando se decía pronunciamiento en vez de Golpe Militar de 1973. Yo no quiero volver a esa época, quiero que las cosas se digan como son”, puntualizó.

Desde la Concertación, el timonel PS Osvaldo Andrade "esto es dictadura, le pongan el nombre que le pongan. Algunos quieren maquillar la historia, ponerle nombres que no corresponden. Es dictadura, le duela a quien le duela, así es la historia".

El ex Presidente y senador DC, Eduardo Frei, recalcó que "las dictaduras son dictaduras y no tienen apellido. La dictadura en Chile fue una dictadura dura, fuerte. En pocos días más vamos a conmemorar los 30 años del Presidente Frei, que fue asesinado. Eso fue una dictadura, podrán tratar de cambiarlo, pero no solamente en el imaginario colectivo, sino que en la realidad de Chile y en la realidad internacional Chile vivió una oprobiosa dictadura y nadie va a cambiarlo con un texto o una declaración".

María Antonieta Saa (PPD) dijo que, como miembro de la comisión de Educación, va a pedir explicaciones al gobierno y exigir que se revierta la medida. "Es una falta a la ética", indicó, apuntando que se quieren "transmitir mentiras, historias distorsionadas.

Patricio Labra, secretario ejecutivo de Serpaj-Chile, criticó la medida del gobierno:
"Es un verdadero acto de menoscabo e injusticia ocultar la realidad y la verdad histórica a las generaciones que hoy se están formando en nuestro país".

Para Patricio Labra, secretario ejecutivo del Servicio Paz y Justicia, Serpaj-Chile, resulta inexplicable el cambio implementado por el Ministerio de Educación a los libros escolares, donde se reemplazará la palabra "dictadura" por la de "régimen militar", pues aseguró que "el pan es pan y el vino es vino, y en Chile hubo una dictadura y aquellos que no quieran verla seguramente quieren crear un manto de olvido a la memoria histórica de nuestro país. En Chile hubo 17 años en que se prohibió la libertad de prensa, estuvo cerrado el Congreso Nacional, en donde se mantuvieron campos de concentración, aparatos represivos que dependieron directamente de la dictadura como la DINA y la CNI, por eso quien no quiera considerar eso como una dictadura probablemente este muy vinculado con los que hoy siguen manteniendo o quieren mantener de manera indefinida el sistema binominal". .

Según el secretario ejecutivo de Serpaj-Chile "ha existido un reconocimiento no sólo nacional, sino también internacional de que en Chile se instaló una dictadura, se levantó un gobierno anti-democrático y por lo tanto, nos parece un verdadero acto de menoscabo e injusticia ocultar la realidad y la verdad histórica a las generaciones que hoy se están formando en nuestro país".

Polémica en redes sociales
Y es que así al menos se ha demostrado en las redes sociales, manteniéndose como uno de los temas más comentados en Twitter y Facebook.

Entre las opiniones está el senador Jaime Quintana quien escribió en su cuenta Twitter: "Ley 20.370 obliga a nombrar el Consejo Nacional de Educ responsable d cambios curriculares. Eliminar palabra dictadura no tiene legitimidad"

Quienes también se sumaron fueron: Diputado Gabriel Silber: "Próximo martes comparece nuevo Ministro de Educación!Exigiremos explicaciones x inexcusable cambio curricular!". Antonio Leal Labrin: "Beyer quiere blanquear la historia d la dictadura y d la derecha civil .No se puede permitir.Parlamento y Tribunales deben impedirlo". Diputado Hugo Gutiérrez: "El gob piñera le quiere enmendar la página a pinochet. En los libros de historia ya no se hablara de dictadura militar sino de gob militar"

A ellos se suman:
Inti Illimani: y vuelta a los eufemismos perversos de la derecha.... ¡¡¡FUE DICTADURA!!! Y PUNTO. Al pan, pan y al po... vino, vino. PUNTO.

Marco Antonio de la Parra: coincidamos q hay gente q lo pasó bomba en esos años. y están en el poder. no se enteraron siquiera que había una dictadura de tomo y lomo.

Freddy Stock: Bueno, en Chile los niños hasta 6to básico pueden creer en el Viejito Pascuero y que el gobierno de Pinochet fue sólo un "régimen" militar..

Luis Mariano Rendón: ¿Y si le llamamos "Régimen Militar Terrorista"? ¿Podríamos alcanza un gran consenso nacional?

Mario Waissbluth: Sobre uso de termino "dictadura" el lema Mineduc parece ser "para que evitar fricciones si siempre hay alguna sabrosa disponible" :-p

Oceanos Azules: GLORIA DELARD (23) al ser detenida, dos 2 hijos: Roberto (3) y Paula ( 2) embaraza de 3 meses.HOY desaparecida ¿Dictadura o Régimen Militar?

Todos Supimos Siempre Todo
DD.HH.
Escrito por Roberto Garretòn Merino (*)
En la defensa por los derechos humanos que desarrolló la Vicaría de la Solidaridad durante la dictadura cívico militar de Pinochet tuvimos siempre dos frentes esencialmente unidos: la violencia más brutal y sanguinaria de toda la historia de Chile, y la mentira inherente. Lo que más indignaba al dictador y sus secuaces era que la Vicaría desenmascarara todas y cada una de sus mentiras. No hay detenidos desaparecidos; son mentiras del comunismo internacional; no hay presos políticos; nadie ha sido torturado; murió al fugarse; murió en un enfrentamiento; atravesaron la cordillera a pié; los mató el Partido Comunista; se suicidó (incluso una familia completa asesinada fue presentada como suicido colectivo).

Se montaron espeluznantes operaciones mediáticas para justificar los crímenes, como la de los 119 opositores asesinados en Chile que se dieron por muertos por sus amigos en el extranjeros, para lo que fundaron diarios tanto en Argentina como en Brasil.

En este esfuerzo participaron todos los estamentos del Estado y los que el Estado autorizaba: cuatro ramas de las Fuerzas Armadas, la diplomacia, el Poder Judicial, la Contraloría, todos los servicios públicos, la diplomacia (el embajador Sergio Diez es el ejemplo emblemático del recurso a la mentira), las organizaciones juveniles de fachada, los sindicatos alineados, las comisiones legislativas que redactaban las leyes que pedía el dictador, el gran empresariado que se liberaba de los sindicatos descabezados.

La mentira no se detenía ni frente al ridículo: en Chile hubo una guerra que nadie vio, sin que se pudieran siquiera de acuerdo en cuándo comenzó: algunos Consejos de Guerra dicen que en 1969, otros que 1970, varios en marzo de 1973, y algunos el 11, 12 o 22 de septiembre 1973.

Nada de esto se inicia con el cuartelazo: estaba todo organizado desde hacía muchos años. Piénsese en el montaje tramado en la Universidad Católica sobre un supuesto fraude electoral que había ocurrido en las parlamentarias de marzo de 1973, en que Jaime del Valle, Hernán Larraín, Gustavo Cuevas y algunos otros golpistas sostuvieron que hubo fraude, porque los resultados no cuadraban con sus cálculos … y lo evaluaron en 600.000 votos.

Las operaciones para deshacerse del general Prats fueron también montadas por civiles, y, como no, de la Universidad Católica.

El plan del Golpe incluía masacres desde antes del 11: los detenidos en La Moneda fueron llevados a Peldehue, donde días antes habían comenzado a hacerse las fosas para el gran día. De los asesinados, que estuvieron años como desaparecidos, se dijo que nunca habían sido detenidos.

La Caravana de la Muerte no existió. Tampoco fueron detenidos los campesinos de Isla de Maipú, pero cuando en Lonquén fueron encontrados sus restos, el entonces ministro del Interior Sergio Fernández cambió de mentira: murieron en enfrentamientos.

Cuatro Alamos, Villa Grimaldi, el cuartel Silva Palma y cientos de otros, no existieron para las autoridades de facto. Desde luego, toda la prensa autorizada, los canales de televisión y la mayoría de las radios sostenían el discurso de las mentiras.

Todas esas mentiras fueron develadas en un primer momento por la Vicaría, y luego por las comisiones Rettig y Valech, y desde el histórico 16 de octubre de 1998, también por nuevas generaciones de jueces.

Ya con todo develado, hubo que cambiar de mentiras. Y apareció la del yo no supe. Nadie supo nada, pero todos participaron en los crímenes, por acción u omisión: desde luego los directores, editores y periodistas de televisión, de los diarios del Bando 15 (El Mercurio y La Tercera); los jueces a quienes tapábamos con un promedio de 300 escritos diarios sólo en Santiago; el Contralor; Sergio Diez, obligado profesionalmente a leer todos los informes sobre las atrocidades de la dictadura; los ministros militares pero sobretodo civiles que disponían detenciones en centros de torturas y otros que firmaban decretos arrebatando la nacionalidad chilena a opositores en el extranjero, los que requerían la firma de todos los secretarios de Estado; los ministros de Hacienda que entregaban fondos de todos los chilenos a los criminales de la DINA y demás cuerpos represivos; los que desfilaban en Chacarillas; el rector de la Universidad Católica y su jefe de gabinete, que entregaron ilegalmente al profesor Ávalos Davidson a funcionarios no identificados de la DINA, tampoco supieron nada, ni siquiera que lo entregaron.

Hubo también otra colaboración igualmente siniestra: la de los que optaron por no hablar para alegar no saber, y que están magistralmente representados en “Los archivos del cardenal”: aquellos que, sabiendo, aparentaban ignorancia. Si alguien hablaba de algún crimen, pedían “no hablemos de política” (madre del abogado Sarmiento); su esposo agrega “cuidado que soy asesor”, y su hijo “nos pones en peligro”. Así ninguno sabía nada y todos tenían la conciencia tranquila. Terrible, porque se creen el cuento de la conciencia tranquila.

Estos últimos fueron indispensables para el régimen: con su silencio transmitían la sensación de que no pasaba nada y que todo eran mentiras de los comunistas.

El senador Carlos Larraín pertenece a estos, que sabiéndolo todo, jugaron y juegan a no saber nada. Y tiene la conciencia tranquila. Por eso la serie y la verdad lo intranquilizan, y de allí sus reacciones destempladas contra el programa de TVN.

Seamos claros. Uno: todos supimos siempre todo. Dos: todos tomamos nuestras opciones políticas, pero por sobre todo morales, sabiéndolo todo. La barrera moral entre unos y otros es insuperable e indestructible.

Nadie puede pretender que militares y civiles, ministros, subsecretarios, jueces, diplomáticos, religiosos, propietarios, directores de medios autorizados y periodistas de esos medios, y los empresarios que hicieron sus fortunas gracias al régimen dictatorial, no sabían nada. La serie ”Los archivos del cardenal” no descubre nada, pero desenmascara todo. Y eso el fascismo no lo perdona.
(*) Abogado de la Vicaría de la Solidaridad entre 1976 y 1990.
Fuente: Los Casos de los Archivos del Cardenal
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