12 de enero de 2012

MALVINAS: LUEGO DE LOS DICHOS DEL CANCILLER BRITÁNICO, LOS PAÍSES DEL MERCOSUR RATIFICARON SU APOYO A LA ARGENTINA.

LUEGO DE LOS DICHOS DEL CANCILLER BRITANICO, LOS PAISES DEL MERCOSUR RATIFICARON SU APOYO A LA ARGENTINA
Un respaldo en bloque por Malvinas
Desde las cancillerías de Uruguay, Chile y Brasil confirmaron la posición acordada durante la última cumbre del Mercosur respecto de los barcos con bandera de Malvinas. También habló Evo.

El presidente de Bolivia, Evo Morales, respaldó a la Argentina.Imagen: Sandra Cartasso

Los gobiernos del Mercosur salieron a ratificar el apoyo a la Argentina en el conflicto por Malvinas y desmintieron que, como dio a entender el canciller británico William Hague en su informe ante el Parlamento inglés, hubieran modificado su postura respecto del ingreso a sus puertos de barcos con bandera del archipiélago. Uno de los más enfáticos fue el presidente de Bolivia, Evo Morales, país asociado al Mercosur. “No es posible que el canciller de Inglaterra nos diga a los países de Sudamérica que no nos asociemos con Argentina”, afirmó Evo.

Si Hague pretendía generar fisuras en la postura del bloque terminó causando el efecto contrario, porque los países del Mercosur salieron a ratificar la posición acordada durante la última cumbre de Montevideo respecto de los buques con bandera kelper. El primero fue Uruguay, cuyo Ministerio de Relaciones Exteriores distribuyó un comunicado el martes a última hora subrayando que no había modificado “ni un ápice” su posición. “Uruguay considera a las islas Malvinas como una posición colonial inglesa en América latina y, en consecuencia, no puede reconocer su bandera. Esta postura anticolonialista no es una posición solitaria del Uruguay, sino de América latina en su conjunto”, explicó el gobierno de José Mujica.

Por otro lado, desmintieron que en el diálogo telefónico que el canciller Luis Almagro mantuvo con Hague se hubiera sugerido que los barcos que quisieran operar en el puerto de Montevideo cambiaran su bandera por otra que les habilitara el acceso. “Dicha decisión no es en absoluto de competencia de Uruguay”, añadieron.

Ayer, la Cancillería de Chile también emitió un comunicado. “Frente a recientes informaciones de prensa, el Ministerio de Relaciones Exteriores debe precisar que Chile continuará aplicando, conforme al Derecho Internacional y a la legislación chilena, las medidas destinadas a impedir que embarcaciones que naveguen con la bandera de las islas Malvinas ingresen a los puertos nacionales”, informó.

Brasil, en tanto, no emitió comunicado, pero un vocero habló al portal Ansalatina. “Decimos exactamente lo mismo que dijimos en las cumbres del Mercosur y Unasur sobre Malvinas”, respondió. El portavoz recordó que el martes el canciller Antonio Patriota dialogó con su par argentino Héctor Timerman para expresarle que “Brasil está unido a Argentina” en relación a Malvinas.

Quien se explayó en extenso sobre la cuestión fue Evo Morales. “Las Malvinas son de Argentina. Por eso nosotros apoyamos esta decisión del pueblo argentino, de su gobierno, de su presidenta”, resaltó durante un encuentro con un sindicato campesino de mujeres en Cochabamba. “El mundo sabe que en una guerra injusta los ingleses se adueñaron de Malvinas así como, en 1879, transnacionales de Inglaterra con el sector oligárquico chileno nos quitaron el mar”, sustentó. Para Morales, la historia se repite y argumentó que el mar boliviano “quitado por las transnacionales inglesas y oligarquías chilenas”, tiene que volver en cualquier momento para los bolivianos, “como las Malvinas para Argentina”.

Tanta solidaridad sudamericana disparó repercusiones en la dirigencia política argentina, tanto de oficialistas como de opositores. El senador del FpV y titular de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara alta, Daniel Filmus, destacó la “unidad del Mercosur”. “Celebramos la ratificación de los gobiernos de Uruguay y Chile de impedir el ingreso a sus puertos de barcos que lleven la bandera de las islas Malvinas”, festejó Pino Solanas, de Proyecto Sur. El senador socialista Rubén Giustiniani consideró “altamente positiva” la decisión del Mercosur. Margarita Stolbizer, del GEN, consideró que “se consolida” el bloque.

OPINION
¿Quién “bloquea” en la cuestión Malvinas?
Por Marcelo G. Kohen *

Algo está cambiando en la cuestión Malvinas. Según sus propias palabras, el canciller británico William Hague ha tenido “discusiones francas” sobre temas relacionados con las islas con... Brasil, Chile y Uruguay. Esto habla por sí solo del resultado al que conduce para sus relaciones con nuestra región la política británica hacia Malvinas. Quizá sería más oportuno y eficaz que el ministro Hague comience una discusión franca con su colega argentino sobre la manera de poner fin a lo que en definitiva es la raíz misma de la cuestión: la disputa de soberanía.

Es conocida la negativa del Reino Unido de negociar con la Argentina la disputa que mantiene con ésta desde hace 179 años. Ante la Cámara de los Comunes, el canciller Hague mencionó vagamente los principios de la Carta de las Naciones Unidas. Olvidó quizá que uno de ellos es la obligación que tienen los Estados de resolver sus controversias internacionales por medios pacíficos. Ello significa una actitud positiva, no la mera abstención del uso de la fuerza. Implica utilizar efectivamente uno de los métodos existentes de solución de controversias. El más elemental de ellos es la negociación bilateral. Al desoír los requerimientos de las Naciones Unidas, de la OEA, del Mercosur, de la Unasur, de la Celac, del Grupo de los 77 más China (131 Estados), de las Cumbres iberoamericanas, Latinoamérica-Países Arabes y Latinoamérica-Africa, al rechazar la misión de buenos oficios del secretario General de la ONU, al no ofrecer ninguna otra alternativa de solución pacífica de la controversia, el Reino Unido incurre desde hace tres décadas en una violación de esta obligación básica de las relaciones internacionales.

Las excusas británicas para no negociar son sin fundamento. No puede escudarse en la pretendida libre determinación de los isleños cuando ninguna resolución de Naciones Unidas les ha reconocido a éstos tal derecho, contrariamente a lo que ocurre en los casos en que el principio de libre determinación es aplicable en materia de descolonización. Es una pretensión a autodecidir en una cuestión en la que la otra parte sostiene otra posición. Equivale a afirmar: “Tenemos una controversia, pero como yo tengo razón y usted está equivocado, no negocio con usted para resolverla”. Es además inconsistente con la propia práctica británica en la materia: negoció con la Argentina desde la adopción de la Resolución 2065 de la Asamblea general hasta 1982, aun invocando la libre determinación; lo hizo recientemente con España sin que los habitantes de Gibraltar se lo solicitaran. Negoció en 1984 con China la restitución de Hong Kong sin consultar a sus habitantes ni invocar en absoluto su libre determinación.

Enfrentada a la negativa británica de resolver la controversia y a los avances en la explotación indebida de los recursos naturales del espacio en disputa, la Argentina ha tomado una serie de medidas tendientes a salvaguardar sus derechos. Denunció en plena conformidad con el Derecho de los Tratados el acuerdo de hidrocarburos celebrado por los cancilleres Di Tella y Rifkind en 1999. Requiere que todo buque que transite entre el territorio continental argentino y las islas o atraviese aguas jurisdiccionales cuente con autorización previa. Adoptó medidas que permiten sancionar a aquellas empresas que exploren o exploten recursos de hidrocarburos sin permisos argentinos. Recientemente, en el marco del Mercosur, se decidió no aceptar en puertos de los Estados miembro y asociados a buques que enarbolen el pabellón británico de las islas Malvinas. Este conjunto de medidas es lo que el gobierno británico llama un “bloqueo económico” por parte de la Argentina.

El Reino Unido acude a una propaganda efectista para ocultar sus propias violaciones al Derecho Internacional. El “bloqueo económico” que supuestamente la Argentina impondría al territorio en disputa lo es, según el canciller Hague, para “intimidar a una población civil inocente”. Alguien que ignora completamente la situación podría creer que en el Atlántico Sur se vive una situación semejante a la cuarentena impuesta por la armada estadounidense a Cuba en plena crisis de los misiles en 1962. O que las medidas argentinas se asemejan a las que desde hace casi medio siglo los Estados Unidos imponen a Cuba. Pero aquí no hay prohibición alguna de comercio o tráfico entre el continente y las islas. Todo habitante de las islas nacido en ellas dispone exactamente de los mismos derechos que cualquier otro ciudadano argentino en el continente. Si hubo una sanción colectiva en la cuestión, ésta fue la del gobierno británico que durante 17 años impedía a los detentores de un pasaporte argentino el ingreso al territorio insular. Si hay trabas para el contacto entre el continente y las islas, éstas son el producto de la política británica. Lo paradójico del caso es que son los propios dirigentes isleños los que se autoimponen una suerte de bloqueo comercial. Prefieren importar productos frescos desde Europa antes que adquirirlos en el territorio continental argentino. Se han negado rotundamente a la existencia de un vuelo de línea directo entre el territorio continental argentino y las islas. Si el vuelo semanal de LAN de Punta Arenas a las islas existe hoy, esto fue el resultado de un pedido que el gobierno argentino hizo en 1999 al chileno. Pero por sobre todas las cosas, la dirigencia isleña ha elegido el statu quo y evitar toda solución de la controversia que opone los dos países.

Ningún país que tiene una disputa de soberanía con otro puede pretender seriamente oponerse a toda solución de la controversia, instalar una base militar, explotar los recursos naturales del área en disputa y esperar que la otra parte acepte la situación de brazos cruzados. El Reino Unido no haría otra cosa si la situación fuera la inversa.

Lamentablemente, el gobierno británico ha optado por las políticas de pretender imponer de facto su posición y de desconocer la obligación elemental de solución pacífica de las controversias internacionales. En lugar de las medidas provocadoras en ocasión del 30º aniversario del conflicto armado, el gobierno británico podría resolverse de una vez por todas a desbloquear la situación, cumpliendo con lo que no sólo la Argentina, sino la comunidad internacional, le exige: sentarse a la mesa de negociaciones para resolver pacíficamente la disputa de soberanía.
* Profesor de Derecho Internacional del Instituto de Altos Estudios Internacionales y del Desarrollo, Ginebra.
Fuente:Pagina12                                     

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