12 de enero de 2012

LOS MÉDICOS DEL HOSPITAL AUSTRAL EMITIERON UN COMUNICADO PARA DESCARTAR VERSIONES SOBRE LA INTERVENCIÓN A CFK.

LOS MEDICOS DEL HOSPITAL AUSTRAL EMITIERON UN COMUNICADO PARA DESCARTAR VERSIONES SOBRE LA INTERVENCION A CFK
Sin elementos para cambiar el diagnóstico
Los doctores Saco y Schnitzler distribuyeron un comunicado “en relación a información periodística publicada en algunos medios”. Confirman que durante la intervención se realizó una biopsia por congelamiento.

El Hospital Universitario Austral, de Pilar, donde se realizó la intervención quirúrgica a la presidenta Cristina Kirchner.
Imagen: Télam

El Hospital Universitario Austral emitió ayer un comunicado en el que sale al cruce de las versiones periodísticas acerca de supuestas diferencias médicas sobre el diagnóstico inicial de “carcinoma papilar” que motivó la operación de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y también con lo que sucedió en la intervención durante la que se realizó una biopsia por congelamiento que determinó “sospecha de malignidad” en un nódulo. En el comunicado que lleva las firmas de los doctores Pedro Saco –jefe del departamento de cirugía del hospital y el cirujano que encabezó la operación de la Presidenta– y Eduardo Schnitzler –director médico del mismo–, se afirma que no había elementos suficientes que “obligaran a modificar el diagnóstico inicial” y la cirugía programada. Y que ya durante la intervención se constataron los nódulos en el lóbulo derecho de la tiroides más otro en el izquierdo por lo que se procedió a extirpar el órgano.

El comunicado consta de cuatro puntos.

“En relación a información periodística publicada en algunos medios en los últimos días, el Hospital Universitario Austral se ve en la obligación de comunicar lo siguiente:

1 No había elementos suficientes surgidos del examen y de la revisión de los preparados de la punción citológica realizada a la señora presidente de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, que obligaran a modificar el diagnóstico inicial de carcinoma papilar ni la indicación de la cirugía programada.

2 Durante la exploración quirúrgica, se constataron los nódulos conocidos en el lóbulo derecho, así como la presencia de un nódulo palpable en el lóbulo izquierdo y adenopatías visibles en el área recurrencial derecha y pre-traqueal. De acuerdo a esos hallazgos, se decidió la realización de una tiroidectomía total junto con la linfadenectomía del sector IV (recurrencial derecho y pretraqueal), extirpándose la pieza operatoria en un solo block.

3 La biopsia por congelación realizada informó neoplasia folicular para el nódulo dominante del lóbulo derecho, y neoplasia folicular sospechosa de malignidad para el nódulo izquierdo, cuya hostología definitiva se difirió. De acuerdo a este informe, se dio por finalizada la cirugía.

4 El informe anátomo-patológico definido es el oportunamente comunicado; dicho informe fue revisado por el Servicio de Anatomía Patológica del Instituto de Oncología Angel H. Roffo de la Universidad de Buenos Aires, que coincidió plenamente con lo informado en el mismo.”

De esta forma, las autoridades del Hospital Austral respaldaron todo el proceso médico y de los profesionales involucrados que va desde el diagnóstico inicial –que preveía que no había ramificaciones de células cancerígeneas a otros órganos–, pasando por la cirugía programada y la biopsia que terminó por descartar, aunque solo a posteriori, la presencia de un tumor maligno en la Presidenta.

Los médicos Saco y Schnitzler salieron así al cruce de las versiones periodísticas que le adjudicaron el cambio en el diagnóstico, primero, a una especulación surgida desde el propio Gobierno sobre la salud de la Presidenta y, luego, a la falta de consultas médicas con otros profesionales e instituciones médicas que pudieran confirmar o no el diagnóstico inicial.

Antes, las autoridades del laboratorio privado Diagnóstico Maipú también había aclarado que aunque no eran muy comunes los llamados “falsos positivos”, representaban también un porcentaje mínimo –de entre el 2 y el 4 por ciento– sobre la posibilidades de un diagnóstico erróneo en este tipo de análisis.

En ese sentido, las autoridades del Hospital Austral coincidieron en que no había “elementos suficientes” para descartar ese mismo diagnóstico inicial. Que en el proceso quirúrgico se fueron comprobando la presencia de los nódulos e, incluso, sospechas sobre su malignidad que los llevaron a seguir adelante con la intervención.

Además, subraya que durante la operación –como se había anunciado y es de rutina en intervenciones de este tipo– se hizo la “biopsia por congelación” para tener una primera aproximación a la patología que tenía la Presidenta, cuestión que había sido puesta en duda por algunas versiones periodísticas.

El tiempo de recuperación
Tras el favorable cambio de diagnóstico que recibió la presidenta Cristina Fernández de Kirchner luego de la intervención quirúrgica a la que se sometió el 4 de este mes, especialistas en endocrinología y tiroides consultados por este diario aseguraron que su reincorporación a la rutina diaria debería llegar, como mínimo, dos semanas después. “Se trata de una operación de complejidad que, como cualquier otra, requiere de mínimo 15 días de reposo absoluto”, consideró la jefa del área de Endocrinología del Hospital Ramos Mejía, Alicia Gauna. El titular de la sección Tiroides de Endocrinología del Hospital de Clínicas, Fabián Pitoia, coincidió con la idea de la médica y añadió que “no sería para nada descabellado” que la jefa de Estado esperara hasta el 24 de este mes para retomar sus actividades. Esa fecha fue la programada cuando el diagnóstico de Fernández de Kirchner era de carcinoma papilar, dolencia que requería del suministro de yodo radiactivo y de una semana, como mínimo, de aislamiento. Tras el análisis patológico de la tiroides extirpada, se confirmó la ausencia de células cancerosas en el cuerpo de la Presidenta, razón por la cual el tratamiento con yodo, y el consecuente aislamiento, quedaron descartados.

OPINION
Un verdadero bochorno
Por Julián Bruschtein
Y de repente todos fuimos médicos, endocrinólogos y cirujanos y se dijo tiroidectomía y carcinoma como quien dice milanesa con papas fritas. El privilegio fantástico de los medios permite esas ilusiones, estimula eso de ser periodista o ser médico y hacer malabarismos de palabras y juegos políticos de nada por aquí y nada por allá.

Hubo periodistas sin título de médico que ejercieron como si: diagnosticaron que la operación de la Presidenta era una equivocación, que no tendrían que haberla operado. O que no tendría que haberse anunciado que tenía cáncer. Hubo médicos con título de periodistas que dijeron que la medicina argentina había hecho un papelón bochornoso. El bochorno lo hace un médico que no sabe que estos diagnósticos con ese margen del dos por ciento de duda son normales. El bochorno de un médico es no saber que un médico nunca le dirá al paciente que no tiene cáncer, solamente por ese dos por ciento de duda: festejará después con el paciente, si está dentro de ese dos por ciento que elude el diagnóstico.

Igual que con el cáncer, tanta poca sapiencia, tanta metida de pata con palabras técnicas puede ser casualidad en el dos por ciento cuando se habla del periodismo y los medios. En el 98 por ciento restante, se trata de interés por embarrar la cancha, por hacer una utilización política de la salud de otra persona, en este caso, de Cristina Kirchner.

El informe del Hospital Austral es preciso, concreto: pasó esto y se hizo aquello. Cada decisión que se tomó es la que se toma siempre en estos casos. Aquí y también en todo el mundo ante el que la medicina argentina habría hecho un papel “bochornoso”.

El motivo de esta falsa sospecha mediática es bartolero. Pudo ser hacer creer en una operación para victimizar a la Presidenta. Pudo ser la idea de transmitir una imagen de caos, de descuidos y desprolijidades: “Si son así con la salud de sus dirigentes, imagínese usted, señora, cómo serán en otras cuestiones”. Sea el motivo que haya sido, en política y en el periodismo, la utilización política de la salud de una persona se considera un golpe bajo, un recurso vulgar.

Y, al final, la Presidenta no tenía cáncer. No es bueno enojarse por ese motivo. Hace mal a la salud. El Hospital Austral dice que fue operada porque así lo requería su enfermedad, ya fuera maligna o benigna. En realidad todo pasó como se contó. Con sorpresas, buenas, pero sin misterios, sin conspiración. No hubo nada de lo que se sugirió en jerga médico-mediática. Ya no se sabe si de los medios se espera la verdad o el show pero, en todo caso, la mezcla de política, salud y show termina por revertirse en contra de quienes la utilizan si queda tan expuesta como ahora.
Fuente:Pagina12                                                       

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