9 de enero de 2012

ROSARIO: Nuevo reclamo de justicia por el asesinato de Pocho Lepratti.

En la biblioteca que lleva su nombre juntaron juguetes por el día de reyes
Nuevo reclamo de justicia por el asesinato de Pocho Lepratti
Publicado el 9 de Enero de 2012
La Villa Ludueña recordó al “ángel de la bicicleta” estampando remeras con su rostro. La familia dice que los responsables políticos del crimen siguen impunes y señala a Reutemann.
Por Clarisa Ercolano
Rosario era tierra arrasada hace diez años, colapso de un modelo insaciable entremezclado con esos calores húmedos, pegajosos, que se meten hasta adentro de los huesos. Claudio “Pocho” Lepratti era seminarista salesiano y militante social. Entrerriano de nacimiento, su vida se hizo carne en Villa Ludueña, una de las zonas más pobres y marginadas a la que llegó para continuar y profundizar la obra de otro religioso, que con sus obras le facilita la creencia en Dios a algunos ateos: el padre Edgardo Montaldo. Ahora, a diez años de su asesinato, los integrantes de la biblioteca que justamente lleva su nombre realizaron una celebración de Reyes particular: un acto que incluyó juntada de juguetes, remeras con su rostro y, lógicamente, la renovación del pedido de justicia.

Antes de convertirse en emblema, el “Pocho”, como le decían los pibes del barrio que conformaban el colectivo La Vagancia, encontró la muerte cuando una perdigonada lanzada por el uniformado Esteban Velázquez le atravesó la garganta a plomo y fuego. La represión a la revuelta popular había llegado de la mano de la policía de Santa Fe hasta el mismo lugar en donde comían y estudiaban los chicos con los que trabajaba. Pocho se subió a un techo, les gritó que dejaran de tirar porque había pibes. Y eso fue lo último que hizo. Al menos estando vivo.

Esténciles, remeras, altarcitos y hoy por hoy, hasta homenajes en Facebook. Lo que siguió, casi podría inscribirse en la categoría de fenómeno. Primero fueron las pintadas tipo graffiti, con aerosoles, que decían “Pocho Vive”. Luego, los murales, donde dibujaban su lánguida figura montada en la bicicleta que siempre usaba para trasladarse pero con un par de alas. Casi al mismo tiempo, empezaron a aparecer las hormigas (como representación del trabajo colectivo) y la leyenda popularizada por el subcomandante Marcos, “Por un mundo en el que quepan muchos mundos.” Y también, y generando mayor polémica, la pintada que, al menos una vez por semana, transformaba a la calle Julio Argentino Roca en la calle Pocho Lepratti.

LA LENTA JUSTICIA. El padre de Pocho, Orlando, murió al poco tiempo, de un infarto, mateando en su casa de Entre Ríos. Muchos lo cuentan como otra víctima del 19 y 20 de diciembre. Celeste Lepratti, una de sus hermanas, tomó la bandera por la justicia y una vez mas recordó enérgica en diálogo con Tiempo Argentino que “los responsables políticos de la muerte de Pocho y el resto de los masacrados gozan de la más absoluta impunidad, con Carlos Reutemann (gobernador de Santa fe en ese momento) a la cabeza”.

Celeste no duda y asegura que hubo una orden para coordinar la represión simultánea que se vivió en la ciudad que por ese entonces tenía como intendente a Hermes Binner. “A diez años de la muerte de mi hermano, seguimos reclamando justicia. Somos consientes de que en Santa Fe y no hay chances.” “Más allá de los responsables materiales nosotros seguimos exigiendo justicia en el sentido de que los responsables políticos rindan cuentas: las causas fueron archivadas muy rápidamente. Reutemann, en estos diez años ni siquiera fue llamado a declarar”, señala y no titubea al momento de decir que “la impunidad es una gran trama de complicidades y hay muchos jueces que han trabajado para sostenerla y garantizarla”. Por este motivo sigue exigiendo justicia para que tanto los responsables materiales como los responsables políticos.

Alejandro Parlante es rosarino, trabajador nucleado en ATE en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez de esa ciudad y miembro activo de quienes aún reclaman justicia por las muertes de diciembre de 2001. Parlante remarca ante Tiempo que “Binner no debe olvidar que su partido formaba parte de la Alianza de De la Rúa, que se quedó guardado y no hizo nada, que por el contrario, se reunía con Reutemann en el consejo de la seguridad, organismo ad hoc que organizó la represión y mientras fue gobernador jamás planteo remover a la corte reutemista-menemista, muy por el contrario cogobernó con ellos.”

“Binner sigue usando la canción, El Ángel de la Bicicleta, de León Gieco, pero los asesinos de los nueve muertos del 19 y 20 siguen impunes. El único condenado por fusilar a Pocho está libre”, sentenció Parlante.

UN MUERTO QUE NO PARA DE NACER. Lo cierto es que más allá de la inequidad, la figura de Pocho cruzó fronteras. La biblioteca que hoy lleva su nombre está diametralmente ubicada en la otra punta de Rosario, en la Tablada. Otra zona donde la pobreza duele igual que en Ludueña. Ese lugar nace después de los acontecimientos de diciembre de 2001, “como un espacio más que viene a sumarse a la lucha socio, cultural, desde abajo, compartiendo con el que tenemos al lado. Creemos y sostenemos el trabajo de hormiga... Acompañando el proceso que vienen haciendo las comunidades en nuestro pueblo. Todos los días sentimos que quienes creyeron que a Pocho lo asesinaban sólo consiguieron que su semilla se multiplicara”, aseguran algunos de sus promotores.

Y en 2002, los pibes de La Vagancia comenzaron a publicar la revista El Ángel de Lata, que producen y venden como método de subsistencia y a la vez de resistencia cultural. Y actualmente, convocados en su nombre se realizan en toda la ciudad talleres de emprendimientos, bandas, género, pintura y música.

Esa primera pintada de Pocho Vive se vuelve verdadera cada vez más con el paso de los años. Crece. Hasta que la realidad a veces, la reacomoda de un sopapo. Hace poco menos de seis meses, Velázquez, el asesino de Pocho, salió en libertad condicional. Volvió a vivir a su ciudad natal (Arroyo Seco) y atiende un carribar en la plaza principal. <

“Otra vez la misma policía”
Esta es la misma policía que mató al Pocho Leprati”, cuestiona el abogado Norberto Olivares, quien representa a las familias de Jeremías “Jere” Trasante, Claudio “Mono” Suárez y Adrián “Patom” Rodríguez, masacrados por error el 1º de enero en el barrio Moreno de Rosario.

Olivares, al igual que los familiares de los jóvenes militantes del Frente Popular Darío Santillán, critica el accionar policial que intentó instalar la versión de que los chicos eran delincuentes con antecedentes penales que murieron en un ajuste de cuentas.

En el último año hubo 170 asesinatos en Rosario, un dato que supera ampliamente la media de la ciudad. Olivares señala que se trata en la mayoría de los casos “de un sujeto y en un espacio bien concreto: suceden en las barriadas populares y son jóvenes los involucrados. Estas cosas no le van a pasar al hijo del dueño de un pool de siembra.”

“A medida que se mantiene el reclamo colectivo las posibilidades de la impunidad se achican”, señala el abogado, quien trabaja desde hace años en casos de gatillo fácil en la provincia de Santa Fe.
Fuente:TiempoArgentino                                                         

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