8 de febrero de 2012

BAHÍA BLANCA: Insólito: ex titular de la APDH dijo que no recibió denuncias sobre torturas en Bahía.

Insólito: ex titular de la APDH dijo que no recibió denuncias sobre torturas en Bahía
Carlos Massolo, es abogado. Fue detenido durante la última dictadura, pero él mismo se definió ayer como un “preso olvidado”, ya que según indicó, “una vez que lo detuvieron, lo dejaron en el gimnasio del comando V Cuerpo, a los seis días me llevaron a la cárcel y nunca me preguntaron ni como me llamaba”.

Massolo fue abogado de varios presos políticos de la década del ´70 y en 1978 fue presidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). Tal vez por eso mismo llamó la atención que fuera presentado como testigo por la defensa de los acusados, y luego, sorprendió aún más, parte de lo que fue su testimonio.

El abogado, por ejemplo, no pudo decir con precisión el año en el que ocurrió el golpe de estado. Fue de 1963, al 68, pasando por 1974, hasta que finalmente mencionó el año 1976.

Mucho más llamativo resultó cuando aseguró frente al Tribunal, que el no sabia de forma directa sobre la existencia en la ciudad de centros clandestinos de detención y torturas, o lo que allí ocurría.

“No me constan los maltratos ni torturas a otros detenidos del V Cuerpo o de la cárcel, sólo que se armaba mucho revuelo cuando eran los traslados”, aseveró bajo juramento para luego agregar que “conocimiento expreso de los centros clandestinos nunca tuve, yo no recibía las denuncias – pese a ser el titular de la APDH-, había un equipo que por ahí si lo hizo, pero yo no recuerdo esos casos”.

Consultado sobre el poder judicial de esos años, el testigo indicó que “estaba imbuido del mismo grado de terror que se había generado en el resto de la población, de modo que si podían sacarse de encima los habeas corpus presentados, salvo honrosas excepciones, lo hacían, de modo tal que esos habeas corpus tenían una hoja o menos”.

Pese a haber pertenecido al PC, Massolo se sintió ofendido cuando el abogado de la querella le preguntó por su militancia durante esos años. De todos modos, ante la explicación de que la militancia de los testigos es fundamental en el marco de la causa, el hombre respondió que había militado, aunque no dio mas detalles sobre el tema.
FuentedeOrigen:EcoDías
Fuente:Agndh

Publicado el 07/02/2012
UNO DE LOS TANTOS ERRORES.
Este lunes se presentó como testigo de la defensa oficial el abogado Carlos Alberto Massolo quien relató las circunstancias de su detención en el gimnasio del Batallón de Comunicaciones 181 y la cárcel de Villa Floresta y parte de su tarea como presidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos sin demostrar interés por las denuncias de sobrevivientes de los centros clandestinos de detención y torturas.

Massolo dijo que fue detenido el 5 de mayo de 1976 por fuerzas militares dependientes del V Cuerpo de Ejército y puesto a disposición del PEN. Luego le darían la “máxima seguridad de que lo mío era uno de los tantos errores”.

En el gimnasio recordó como “único hecho significativo” el ingreso de un oficial con unos veinte o treinta soldados que empezaron un tiroteo con balas de fogueo que llenó completamente de humo el lugar. Allí se encontraban detenidos una veintena de gremialistas y políticos.

“En ese período pedía continuamente poder ser interrogado o hablar con alguien. Un día me mandaron con el Tío, que se presentó como especialista en interrogatorios, terminó diciendo ‘no sé francamente por qué está detenido’. Fue informal, no quedó constancia de nada”, relató.

Hasta el mismo gimnasio fue a buscar a los detenidos el penitenciario Rodríguez Nuñez y su “imponente voz” para trasladarlos al pabellón 4 de la cárcel de Villa Floresta.

Massolo sostuvo que en la unidad penal “hubo una paliza generalizada que no me afectó a mí pero sí a varios otros detenidos que eran estudiantes o algo así. Le dieron una paliza con distintos elementos. (…) En otra oportunidad con cierta tensión, hubo una requisa por parte del Ejército. Una requisa formal, general, donde nos tuvieron alrededor de dos horas acostados boca abajo en el piso del pasillo y según comentarios se debía a que había rumores que se estaba por hacer un túnel, cosa difícil porque estábamos en un primer piso”.

Preguntado por el defensor oficial Alejandro Castelli sobre si supo de torturas a otros detenidos aseveró que no le constaba y que “la gran tensión era con los traslados porque no se sabía qué destinos iban a tener” y que “no me afectaba tanto porque había dos integrantes del servicio penitenciario que habían trabajado con mi padre en el campo y me avisaban si mi nombre estaba entre los traslados entonces yo quedaba tranquilo”.

El ex rector universitario Víctor Benamo pidió hablar con Massolo cuando llegó a la cárcel después de un cruel cautiverio en La Escuelita y le comentó que “había estado encapuchado y vendado todo el tiempo, se lo veía bastante deteriorado (…) quiero decir que no lo encontré con marcas, con golpes, lo noté con un estado de decaimiento que después se recuperó”.

Después de cinco meses, un día lo llevaron hasta la Brigada de Investigaciones y le dijeron que se fuera. Horas después fue al Comando y le manifestó a un coronel y un capitán cuyos nombres no recordó que “era un profesional, que tenía familia y me podía ganar la vida acá, en Australia, en Italia o en algún otro lugar y no quería ser manoseado nuevamente porque lo único que había hecho era defender presos políticos” con el doctor Lejarraga.

”Se había creado una especie de costumbre de que cuando recurrían a cualquier otro colega con un problema de ese tipo decían Massolo y Lejarraga son los que atienden eso. Entonces se centralizaba. Cuando fui detenido el Colegio de Abogados, y me honro en decirlo, tuvo una actitud diría revolucionaria en el sentido de que impuso por obligación que por sorteo cuando alguno requería la presencia de un abogado tuvieran que atenderlo. De modo que abogados muy prestigiados pero sin ninguna afinidad con sus respectivos detenidos tuvieron que atenderlos y los atendieron muy bien por cuestiones de prestigio profesional”, explicó.

La abogada querellante Mónica Fernández Avello le preguntó si creía que las defensas que se sorteaban habían sido exitosas y el testigo sostuvo que “abarcaban la totalidad de los colegiados y los colegiados que conozco que asumieron las defensas actuaron muy bien. Sin que conozca a quién en particular por el hecho de que mientras sucedía eso yo estaba detenido”.

Solo una cara bonita
Ya en democracia fue elegido presidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. “¿En ese rol fue apoderado de la familia Izurieta?”, preguntó el fiscal Córdoba pero el testigo no lo recordó. Tampoco detalles de los nacimientos en cautiverio.

“Cuando yo fui presidente de la APDH los casos ya eran menos frecuentes y en particular no se conocían de esos”, le contestó a Fernández Avello cuando le consultó si no se había enterado de la existencia de centros clandestinos de detención en Bahía.

El ex titular del organismo de derechos humanos subrayó en varias ocasiones que nunca recibió testimonios sobre la represión porque había un equipo conformado por Ernesto Malisia y dos o tres jóvenes de la universidad, cuyos informes supone que leía. Él se dedicaba a representar a la institución en actos públicos y presentar alguna petición.

Recién sobre el final le respondió al juez Ferro que La Escuelita “era conocida, era un lugar donde había detenidos clandestinos, situada más o menos a unos tres mil metros del Comando” y que “tanto Benamo como Miramonte suponen que estaban” ahí.

Al mostrársele la contradicción entre la actitud tomada luego de su liberación de recurrir al Comando en busca de tranquilidad personal porque “los militares eran los que definían la situación” y la presentación de habeas corpus en el doblegado poder judicial por la situación de otros detenidos, aclaró que en ocasiones usaron contactos políticos por el lado de su mujer.

Delia Peralta Ponce, es ahijada del político puntano Reynaldo Pastor, suegro de Videla, “entonces a través de mi mujer y principalmente de mi suegra consideramos más conveniente utilizar ese tipo de recursos porque creo que los habeas corpus en Bahía Blanca no lograron liberar a ninguna persona”.

Sin crédito
El testigo fue síndico de la Caja de Crédito pero no conoció empleados que hayan sido secuestrados. Sí la detención de Héctor Furia y “también por un breve período de tiempo, creo que fueron procurados, un señor Naifleisch y un señor Pilchik. Furia fue detenido, maltratado, y tengo la convicción de que su muerte que se produjo poco después fue consecuencia de ese trauma”.

No supo decir quiénes fueron los responsables, solo que “las autoridades de la Caja de Crédito se entrevistaron con autoridades militares porque cumpliendo un poco con decisión propia y por otra parte por decisión de la familia pusieron en cargo que ellos eran los autores de lo sucedido con Furia”.

El fiscal insistió con Deluchi. La recordó pero dijo no conocer su situación. “Tal vez en algún momento” fue empleada de la Caja, “si es que no confundo con otra persona”.

Nélida Deluchi fue secuestrada en julio de 1976 y llevada a La Escuelita. Casi un mes después fue liberada pero la persecución de los guardias del campo de concentración continuó al punto de usar su casa para cenar en varias ocasiones.


Publicado el 07/02/2012 
DE LA PERLA A LA ESCUELITA.

Ayer por la tarde se reanudó luego de la feria de verano el juicio por parte de los crímenes cometidos desde el V Cuerpo de Ejército durante la dictadura cívico militar. El tribunal escuchó testimonios en torno a los casos que tuvieron como víctimas a Zulma Araceli Izurieta y César Antonio Giordano.

La “Vasca” nació el 24 de marzo de 1964 en General Belgrano, provincia de Buenos Aires y era empleada. “Braco” el 30 de octubre de 1965 en Pringles y estudió en la ENET 1. Ambos militantes de la Juventud Peronista fueron secuestrados en diciembre de 1976 en Córdoba a donde llegaron perseguidos por las fuerzas armadas.

Estuvieron en La Perla y luego fueron trasladados a La Escuelita bahiense. El 13 de abril del 77 Zulma y César junto a María Elena Romero y Gustavo Marcelo Yotti fueron sacados del centro clandestino y asesinados. El Ejército hizo aparecer sus cuerpos en un supuesto enfrentamiento cerca del paraje “El Pibe de Oro”.

“Les decíamos Juan y Ana”
Desde Buenos Aires llegó María Patricia Astelarra, ex militante de Montoneros secuestrada con su pareja el 1 de julio de 1976 y llevados al campo de concentración La Perla dependiente del III Cuerpo de Ejército.

“En julio del 76 llevan secuestrados a una pareja que yo ya conocía porque habían llegado poco tiempo antes de Bahía Blanca y habían estado comiendo en mi casa. Les decíamos Juan y Ana. A él lo secuestran y lo llevan al departamento de Información de la Policía de Córdoba, la D2″, dijo sobre Izurieta y Giordano.

Como “Braco” tenía en uno de sus bolsillos un recibo de alquiler, sus captores localizaron la pensión y secuestraron a Zulma “en camisón y con botas de goma”. A mediados de julio tras pasar por las dependencias policiales fueron llevados a La Perla.

Astelarra comentó que “apenas nos secuestraban éramos sometidos a diversas torturas, picanas, palos, como sucedía en todo el país, enfrentamientos entre compañeros a ver si uno conocía a otro. A las mujeres nos vejaban, en mi caso que estaba embarazada de cinco meses sucedió lo mismo”.

Luego las llevaban a la cuadra, un galpón originalmente para conscriptos, con una sala de torturas adelante. Allí permanecían tirados en colchonetas y vendados. Esto podía flexibilizarse según el humor de las distintas guardias a cargo de Gendarmería.

Según lo recordó Astelarra, Juan era un estudiante de un metro setenta, de estructura media más bien flaco, de pelo castaño medio oscuro, con bigotes grandes. Era una persona muy seria y de hablar pausado. En La Perla circuló que Juan podía ser Braco y como creyeron que era un apellido “en nuestras listas quedaron como el matrimonio Braco”.

”A Juan y Ana los tuvieron separados. Con Ana nos espiábamos por abajo de la venda, nos hacíamos señas, logramos que un día nos lleven juntas al baño. Una vez allí nos encerramos, pudimos abrazarnos y contarnos lo que estaba pasando y le dije que no diga que nos conocíamos porque Juan ya había dicho eso”.

Otra noche, sin presencia de los torturadores, a un guardia “permisivo” se le ocurrió que todos los detenidos y detenidas canten. “Uno a uno fuimos cantando. Juan cantó un tango, cantó Malena. Cantaba muy bien Juan. A la mañana siguiente cuando nos despiertan, nos hacían pararnos y juntar la colchoneta, yo me fui corriendo so pretexto de qué bien cantaba tango y lo fui a ver y me contó como lo habían secuestrado y que había estado en la policía de Córdoba”.

Astelarra supone que Juan y Ana pudieron haber estado “como mucho diez días”. Se los llevaron en medio de un traslado masivo, los torturadores del OP3 les dijeron que los trajeron a Bahía pero no les creyeron. Supusieron que habían sido asesinados en un enfrentamiento fraguado.

La testigo a principios de octubre fue llevada a La Ribera, luego a la cárcel y finalmente obtuvo la libertad vigilada en 1977.

“Ojalá se siga profundizando y se haga justicia y que haya memoria y verdad, por los 30 mil desaparecidos y por mi hermano menor que fue secuestrado, ahí sí no sabemos nada. Nada. Esperamos que se haga justicia y que de una vez por todas estos criminales cesen con una forma cruel de tortura que se prolonga por 35 años y no nos dicen qué hicieron con las víctimas y dónde están aquellos bebés que robaron y hoy son jóvenes”, deseó Patricia.

“Vi cómo lo torturaban”
El 9 de diciembre de 1976 las patotas de Menéndez secuestraron en una calle cordobesa a Héctor Ángel Teodoro Kunzmann y lo encerraron en el campo de concentración y exterminio de La Perla por casi dos años.

Allí conoció a una pareja de detenidos de la zona de Bahía Blanca a quienes recuerda con firmeza por un hecho puntual. Días después de su ingreso el represor apodado HB lo llevó a la sala de torturas llamada la Margarita o la Máquina. “Me extrañó mucho eso, me llevaron, no me dijeron para qué. Llegamos al lugar, a la izquierda había un camastro, yo ya había sido torturado ahí Había una persona acostada y atada en ese lugar. Me ordenaron que me levantara la venda y que observara. No me dijeron quién era la persona, no me preguntaron nada. Estuve cinco o diez minutos -pudo ser más, me pareció una eternidad- mientras lo torturaban”.

Con el tiempo se enteró que a esa persona el personal de Inteligencia la llamaba Braco y que tenía una compañera a la que le decían la Vasca o Laura y que su nombre legal era Zulma.

“A ellos seguramente los vi yendo al baño o repartiendo la comida. Un poquito después, pasando mediados de enero, los fueron a buscar. No lo vi pero me enteré que los sacaron del lugar y aparentemente los subieron a un auto y según se comentaba en el lugar los habrían trasladado en avión desde el aeropuerto de la aeronáutica a Bahía Blanca”, declaró Kunzmann.

Al tiempo Héctor y sus compañeros de cautiverio supieron que habían muerto en Bahía en un supuesto enfrentamiento. El dato fue confirmado un año más tarde por el teniente primero Carlos Villanueva, alias Príncipe o Principito o Villagra, que llegó como subjefe a La Perla.

El represor había estado en Bahía Blanca y por eso sus víctimas le preguntaron por Braco y la Vasca. Les ratificó que habían muerto en un enfrentamiento y “comentó que había una hermana supuestamente, la hermana de la chica, de Zulma, que había sido fusilada en ese mismo lugar estando embarazada de ocho meses”.
Foto: Justicia Ya.
Fuente:JuicioVCuerpoEjercitoBB

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