5 de febrero de 2012

Famatina y una receta que temen las mineras.

Famatina y una receta que temen las mineras
Año 5. Edición número 194. Domingo 5 de febrero de 2012
Por Francisco Yofre
fyofre@miradasalsur.com
(KATZ)
La identificación pueblo-montaña, las alternativas productivas de la región y la empatía con la clase media explican la fortaleza del reclamo.

Muchas de las niñas que han nacido en esta zona de La Rioja durante 2012 llevan como nombre, Famatina”, señala Pía Silva desde el acampe ubicado en la localidad de Alto Carrizal, el lugar elegido por los asambleístas para impedir que los camiones de la empresa minera Osisko Mining Corporation lleguen hasta el cerro Famatina. “Es muy violento ver cómo por las explosiones con dinamita vuela en mil pedazos la montaña que siempre tuviste al lado”, agrega Corina Milán, asambleísta de Esquel, la ciudad patagónica que en 2003 se pronunció masivamente en un plebiscito contra esta actividad y que es tomada por todas las asambleas del país como el ejemplo a seguir. Ambos testimonios reflejan un rasgo clave del éxito de Famatina: la identificación de ese pueblo con su cordón montañoso en el aspecto cultural, ancestral, social y productivo.
“En aquellos lugares donde no existe un vínculo entre la gente del lugar y sus montañas, para las empresas mineras es mucho más fácil poder explorar y explotar la zona”, explica Pablo Lumerman, politólogo y director de la Fundación Cambio Democrático, una ONG que desde hace varios años analiza la conflictividad sociominera argentina.
El martes pasado, un comunicado de la compañía canadiense señaló que frenaría sus trabajos en la zona hasta obtener la licencia social. La licencia social es una exigencia de la Ley Nacional de Protección Ambiental que significa obtener el consentimiento –tácito o expreso– de los pobladores de la región con la explotación minera. Dos días antes, el gobernador de La Rioja, Luis Beder Herrera, había hecho un anuncio en el mismo sentido y agregó que haría una fuerte campaña de información acerca de los beneficios que supuestamente traería el emplazamiento de la mina. La intención de Osisko es explotar 40 kilómetros cuadrados sobre un cordón montañoso rico en oro. Para ello firmó un contrato en agosto de 2011 con el Emse (Energía y Minerales Sociedad del Estado), la empresa riojana abocada a las temáticas mineras.
“Sin embargo, estas empresas y esos convenios están lejos de poder entender todo lo que uno pone en juego cuando pelea por su tierra. Es mucho más que un poco de suelo. Para nosotros, vivir en una ciudad como Esquel o como Famatina es una elección de vida. Entonces es obvio que los pobladores no vamos a permitir que una empresa minera venga a arruinar el proyecto de vida de tantos”, apunta Corina Milán.
Famatina es un pueblo de 6.000 habitantes dedicado a la actividad agrícola –centralmente, el cultivo de nogales– y el turismo. Su vínculo con el cerro General Belgrano, conocido como el nevado de Famatina es muy estrecho. Ya en 1592, por esas tierras caminó el conquistador español Juan Ramírez de Velazco buscando el llamado “oro de Famatina”. Los pobladores de la zona han escrito decenas de poemas, canciones y varias fiestas populares se realizan en honor a los cerros de la zona. La identificación cultural es absoluta.
Pero esta raigambre con la montaña es sólo uno de los rasgos que explica la potencia de la presión social que irradia Famatina. Hay otros, tanto o más poderosos, que sirven para entender las cualidades propias de la lucha de esta zona riojana y que se distinguen de los cortes de ruta urbanos o rurales más tradicionales.

Alternativas productivas. Un elemento clave en el que coinciden todos los consultados es que aquellos pueblos o regiones que tienen variantes de producción para generar riqueza, aunque sea en pequeña escala, suelen presentar mayor nivel de resistencia a las mineras. En Famatina, buena parte de la composición social de la asamblea son pequeños productores rurales, además de docentes, empleados estatales y jóvenes estudiantes. El cordón montañoso es sierra pampeana, no es cordillera, ni pre cordillera y está rodeado de valles con tierra fértil. Susana Gómez, asambleísta de Famatina, reconoce que “es cierto que no se valoraba tanto la riqueza de nuestra tierra, sus cultivos y el trabajo rural hasta que empezó el conflicto cuando vino la Barrick Gold en 2006 y que se terminó yendo. En estos años hubo una reacción que nos ha hecho más conscientes pero siempre estuvimos con la tierra. Somos la tierra. Aquí quienes no viven del campo, tienen una pequeña huerta en su casa para cultivar aunque sea unas poquitas cosas”.
El otro rubro productivo de la zona es el turismo basado en actividades deportivas como parapente, trekking o directamente el alquiler de casas para descansar.
Por el contrario, aquellos lugares donde la única opción de productividad es la llegada de una mina o donde la economía es de subsistencia, prácticamente no hay discusiones. Un ejemplo de ello es el caso de Pirquitas, ubicado a 350 kilómetros al noroeste de San Salvador de Jujuy y a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar. Hasta 1989 la exploración era subterránea, pero en abril de 2009 comenzó a operar a cielo abierto. Al frente del proyecto está la firma canadiense Silver Standard. Si bien se dieron algunas movilizaciones contra ella, la resistencia tuvo un impacto mucho más débil que el de Famatina.


Desaire gubernamental y democracia directa. Otro punto que explica las lógicas de la lucha de Famatina está en el vínculo que tienen con los políticos locales. Los asambleístas de diversos puntos del país consultados por este medio tienen durísimos cuestionamientos a sus gobernantes. La desconfianza es absoluta y sus expresiones son similares a las de diciembre de 2001. La explicación radica en que las autoridades provinciales y municipales, apoyadas en la legitimidad que les da el voto popular, desestiman cualquier tipo de consulta a la población acerca de si quieren o no que haya un emprendimiento de esta envergadura en sus tierras. Para el politólogo Lumerman esto lleva a que sean “los marcos asamblearios a través de la democracia directa y no representativa la que logra contener esa ajenidad que hay entre la población y los gobernantes. El abordaje correcto es abrir marcos de participación para la población y de modelo de desarrollo consensuados”.
Así, desde ese primer desaire donde los políticos no consultan a sus poblaciones, los caminos comienzan a bifurcarse y rápidamente queda constituido un escenario de polarización antagónica. Al mismo tiempo, la asamblea se va a convertir en un ámbtio a defender, con sus propias lógicas y desde donde comienzan a generarse nuevos vínculos y relaciones sociales novedosas. Buena parte de la cotidianidad del pueblo empieza a girar en torno de ella.
“Sostener esa asamblea basada en la búsqueda de consensos permanentes es clave para mantener la postura ante las mineras. Tratamos de evitar votaciones para que no haya divisiones internas de unos y otros. Tardamos más en resolver, pero se cuida al máximo el consenso”, apunta Corina Milán.
“La idea de organizarse en asambleas surgió como una forma de diferenciarse de los partidos políticos, de los gremios y de esas estructuras habituales. Se busca que no haya líderes ni representantes de los asambleístas, que todas las voces sean válidas, que ante los medios hablen varios”, agrega Pía Silva.
El vínculo entre los asambleístas será más fuerte si hay persecuciones tal como ocurrió con Famatina, cuando semanas atrás, se encontraron listas negras elaboradas por la empresa canadiense donde se consignaban nombres, direcciones y actividades de muchos de sus integrantes. “Hay parejas que se han separado por las diferencias que tenían en torno de la mina”, apunta Silva.

La empatía del reclamo. El viento de cola con el que cuentan las protestas es la fuerte empatía que genera en amplios sectores sociales. En los centros urbanos la clase media ve con buenos ojos los reclamos mientras que en cada uno de los pueblos el rechazo recorre todos los sectores sociales. En Esquel, el “No a la Mina” obtuvo el 80% de los votos. Para la patagónica Milán, un aspecto clave de ese viento de cola es el cambio de la potestad del saber. “Siempre se supuso que las empresas de megaminería eran las que tenían el conocimiento científico que acreditaba sus argumentos. En Esquel, nos empezamos a informar y vimos que había otro saber, también sostenido con pruebas científicas elaboradas por nuestros investigadores. Así se dio todo un proceso de educación popular y surgieron dos discursos científicos: el de las mineras y el de las poblaciones que se oponen”, apunta Milán.
La búsqueda de solidaridad, el rechazo a los cortes de ruta duros, propios de los movimientos piqueteros y, por supuesto, la contundencia que plantea conocer la experiencia de lugares donde las secuelas de la megaminería son palpables, también contribuyen a que el conflicto sea aceptado por amplios sectores de la comunidad.
La contradicción, sin embargo, se plantea cuando se analizan otros proyectos también dañinos a la naturaleza tales como las papeleras que existen a lo largo del país, la pesca indiscriminada y a gran escala, la explotación petrolera o el mismísimo Riachuelo. Estos casos no generan el rechazo de la megaminería. Para Lumerman la actividad extractivista tiene un rasgo que la distingue y es que “toca un nervio de nuestra historia. Resuenan antecedentes vinculados con la colonización española. Fueron ellos los que vinieron en busca de metales preciosos y saquearon todo lo que había llevándose las ganancias a esas tierras extranjeras. Salvando la distancia, hay un discurso similar pero hoy contamos con un marco democrático para poder abordar los conflictos que giran en torno al aprovechamiento de los recursos naturales, la participación ciudadana, el diálogo multisectorial y el fortalecimiento institucional del Estado”.
Fuente:MiradasalSur


Entrevista. Ismael Bordagaray. Intendente de Famatina
Año 5. Edición número 194. Domingo 5 de febrero de 2012
Por Exequiel Siddig
esiddig@miradasalsur.com
A fines de agosto pasado, el intendente de Famatina, Ismael Bordagaray, recibió un mensajito de texto de la Gobernación. Lo reclamaban al día siguiente en la capital riojana. No le decían porqué, pero se enteró que era para firmar un convenio con la empresa canadiense Osisko Mining Corp. La intención, recomenzar el proyecto extractivista en Famatina. Bordagaray no fue, hubiese traicionado sus principios. Es que con otros compañeros había comenzado su militancia ambiental peleando para echar a la Barrick Gold de allí entre 2004 y 2007. Ese año crearon el Frente Social para el Desarrollo como un partido departamental. En diciembre, éste arrasó en las urnas.
El joven intendente, trabajador social de 35 años, se define como “peruca”, “de la Juventud Peronista”. Pero en su provincia, luego de un extenso copamiento menemista, esa identidad pareciera necesitar de reajustes. “Con Menem, el peronismo en La Rioja perdió los sueños y la institucionalidad. Por eso tuvimos que crear otros partidos para salir a competir electoralmente”, dice Bordagaray, en conversación conMiradas al Sur el viernes último. Volvía de la capital, en otro intento frustrado por sentarse cara a cara con el gobernador Luis Beder Herrera.
A fines de 2011, Bordagaray fue reelecto. Hizo expreso su apoyo al gobierno del Frente para la Victoria. A diferencia de los asambleístas, tiene una voluntad negociadora, pero el gobernador hace un mes que le cortó toda línea de comunicación. “Entablar una mesa de diálogo es inevitable”, dice. “Todos queremos la derogación del convenio, pero no es viable que el gobernador dé marcha atrás sin una negociación. Acá todo se ha dirimido a través de los medios. El gobierno provincial no está haciendo el esfuerzo para hablar con la gente o con la intendencia.”
–En estos días usted dijo que no era sano tener una obediencia debida en democracia. ¿A qué se refería?
–Desde el momento que marcamos una disidencia por la minería con el gobierno provincial, nos han tildado de “traidores de la causa”; me han acusado incluso de ser “el Cobos del Beder”. Según esa concepción, todos deberíamos mantenernos bajo un paraguas en el cual deciden uno o dos. La generación de los de treintaipico queremos un espacio de verdad, en donde podamos discutir todos. Es necesario recrear la dinámica partidaria. Para construir una verdadera democracia hay que entender que el disenso es la base de nuevos consensos. Por eso no es saludable la obediencia debida.
–El pueblo de Famatina ha logrado rápidamente ubicar el tema en la agenda pública. ¿En qué reside su astucia?
–Llevamos una lucha silenciosa desde hace años. El 90 por ciento de la gente está participando de la resistencia. Acá, en la cabecera, somos un pueblo de 3.300 personas. Por el corte, han pasado 15 mil. El otro día, en la capital había más de 10 mil. Desde el Riojanazo, en 1993, que no se juntaba esa cantidad de gente. Se está generando un movimiento político que está muy lejos de los partidos y que está comprometido con una causa justa.
–¿La empresa ha aportado algún estudio de impacto ambiental?
–No hemos recibido ningún tipo de informe.
–¿Para Famatina hay otro proyecto socioeconómico alternativo?
–Por supuesto. El tema riojano pasa por apuntalar nuestros ejes históricos. En nuestra zona, hay que modernizar el complejo productivo agrícola, aggiornar los sistemas de riego, hacer algo en serio con el recurso hídrico. En definitiva, darle valor agregado a las materias primas e integrar las pequeñas fábricas. Por ahí pasa nuestro desarrollo.
–¿Y en turismo?
–Bueno, fíjese que Famatina tiene uno de los paisajes más bellos de todo el noroeste, pero nunca hemos tenido difusión. Es cierto que carecemos de servicios, de plazas hoteleras, pero justamente eso es lo que hay que desarrollar con una visión a largo plazo.
–¿Cómo evalúa que el proyecto minero se haya congelado?
–Es una pequeña victoria. Creo que la gente no va a dejar de luchar hasta que el gobierno provincial no rescinda el contrato con la empresa Osisko. Después habrá que sentarse a discutir el futuro de la provincia con todos los riojanos, no entre unos pocos.
Fuente:MiradasalSur

otros conflictos sociomineros
Año 5. Edición número 194. Domingo 5 de febrero de 2012
sociedad@miradasalsur.com
Esquel/ San Juan/ Catamarca/ La Puna
Plebiscito en Chubut
En Esquel, durante 2003 hubo un fuerte conflicto contra Minera el Desquite que poseía la autorización provincial para extraer oro y plata a cielo abierto utilizando cianuro a diez kilómetros del centro urbano. Fue la primera vez que apareció la consigna No a la Mina y es considerado un punto de inflexión en las luchas sociomineras. Se realizó un plebiscito donde el 80 por ciento de la población se pronunció en contra del proyecto.

Oro en San Juan
Veladero es el segundo proyecto más importante del país después de Bajo La Alumbrera. Ubicado en la provincia de San Juan, en un área conocida como cinturón minero el Indio, se estima que allí habría una de las reservas de oro más importantes del mundo. La extracción de este metal precioso y plata con utilización de cianuro comenzó en octubre de 2005 y tiene una vida útil de 17 años. Está a cargo de la empresa canadiense Barrick Gold.

Catamarca Polémica
La explotación de Bajo La Alumbrera está situada en los departamentos de Belén y Andalgalá; se encuentra produciendo oro desde 1997, a cargo de la empresa estatal Ymad y un consorcio de capitales suizos, canadienses. Además del precioso metal se explota cobre, molibdeno y metal doré. Los asambleístas plantean el cierre del emprendimiento por considerarlo contaminante de los cursos de agua de la región.


Metales en La Puna
En julio de 2008, la empresa Uranio del Sur solicitó a las autoridades provinciales permisos para llevar adelante el proyecto Huacalera, en Tilcara, Jujuy. La intención es que funcione una exploración de uranio en la Quebrada de Humahuaca, declarada patrimonio de la humanidad. Producto de la movilización de las asambleas autoconvocadas, las municipalidades de Tilcara y Huacalera prohibieron la minería con sendas ordenanzas.
Fuente:MiradasalSur

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