mié, 15 feb 2012
Por Lydia Gil
Denver, 15 feb (EFE).- "Desaparecido: memorias de un cautiverio", el reciente testimonio literario del físico argentino Mario Villani, narra la experiencia traumática de haber sobrevivido como mano de obra esclava en cinco centros clandestinos durante la última dictadura militar en Argentina.
El 18 de noviembre de 1977 Villani, de 38 años, fue secuestrado en pleno Buenos Aires. Durante los siguientes tres años y ocho meses, estuvo desaparecido en uno de los cautiverios más largos que corresponden a la última dictadura militar en Argentina.
"Soy un exdesaparecido, un sobreviviente, o si se quiere un desaparecido reaparecido", palabras con las que se inicia el relato que coescribió junto al profesor Fernando Reati.
Durante esos años en prisiones clandestinas, Villani fue testigo de crímenes indescriptibles y situaciones que desafían a toda lógica y sentido de humanidad.
Estas memorias que narra Villani a los 72 años desde su residencia en Miami son "el relato de mi paso por el infierno".
Villani se había desempeñado como profesor de física en la Universidad de La Plata y posteriormente en la Comisión Nacional de Energía Atómica, puesto al que renunció tras la desaparición del físico Antonio Misetich en abril de 1976.
Se identificaba con el peronismo de izquierda y había participado en actividades gremiales durante sus años en La Plata por lo que su detención no lo toma completamente por sorpresa.
Sin embargo, lo que se vivía en los campos clandestinos de detención era inimaginable.
A los secuestrados se les enseñaba a golpes a que respondieran no a sus nombres pero a números, se les privaba de la vista, de poder comunicarse entre sí, de hacer las necesidades más básicas.
Aun a sabiendas de lo banal que resultaría proponerse sobrevivir, Villani se enfoca en ello, aunque sea "sobrevivir hasta el día siguiente".
A fin de cuentas Villani no sabe por qué le tocó sobrevivir mientras que a miles de otros no.
Supone que fue porque se hizo útil por sus conocimientos técnicos para hacer reparaciones en los campos, en su mayoría a objetos robados y en ocasiones terribles hasta a los propios instrumentos de tortura.
Ese enfoque en sobrevivir para dar testimonio equivale a una resistencia lenta, que años más tarde daría fruto como uno de los testimonios más importantes durante los juicios a los crímenes cometidos durante la última dictadura militar en Argentina.
Durante la lectura resulta evidente que el texto no hubiese podido haber sido escrito sino tras la reflexión que viene con el paso de los años, tras las conexiones que el paso del tiempo permite.
Su testimonio se arma como un rompecabezas, pedazos de conversaciones escuchadas en susurro, de personas y lugares vistos en segundos sin venda, de fragmentos recogidos, recordados y meticulosamente clasificados para cuando se presentara la oportunidad de testificar.
"Desaparecido" no da la falsa impresión de continuidad, al contrario, recalca cómo se fue armando con las pocas piezas que sobreviven.
Aunque fue escrito siguiendo la cronología de su cautiverio, el texto permite las desviaciones típicas del recuerdo, las discontinuidades de la memoria.
A Reati, quien entrevistó a su amigo Villani durante años y elaboró con él el texto presente, se le debe la acertada estructura abierta y las reflexiones posteriores al cautiverio, lo cual le da mayor profundidad y alcance al testimonio.
El relato termina con las condenas de los represores obtenidas el pasado diciembre durante el juicio "Atlético-Banco-Olimpo".
Sin embargo, Villani juzga poco y concluye tímidamente salvo para sugerir que lo ocurrido en Argentina no fue una aberración, sino que se sigue viviendo.
Al fin y al cabo, lo único que Villani puede decir con certeza al preguntarse sobre la causa de su supervivencia es una evidencia más de la situación extrema que le tocó vivir:
"¿Por qué estoy vivo?" escribe. "No lo sé, no soy yo quién lo decidió".
(DESAPARECIDO: MEMORIAS DE UN CAUTIVERIO. Mario Villani y Fernando Reati. Editorial Biblos. 217 páginas).
Fuente:EFE
FuenteFoto:Web
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