1 de febrero de 2012

LA DECLARACIÓN DEL NIETO EZEQUIEL ROCHISTEIN TAURO EN LA CAUSA POR ROBO DE BEBÉS.

LA DECLARACION DEL NIETO EZEQUIEL ROCHISTEIN TAURO EN LA CAUSA POR ROBO DE BEBES
“Venir acá para mí fue liberador”
A mediados de diciembre pidió la rectificación del documento de identidad y ayer se presentó ante el tribunal con sus verdaderos apellidos. Dijo que saber quién era “fue como sacarme varias mochilas de encima”.
Por Alejandra Dandan

Ezequiel Rochistein Tauro fue apropiado por Juan Carlos Vázquez Sarmiento, que está prófugo.Imagen: Sergio Goya

La presidenta del Tribunal Oral Federal 6 preguntó los datos de protocolo. Esas respuestas no suelen ser, sin embargo, nada sencillas cuando la silla de los testigos la ocupa alguno de los hijos de los desaparecidos, apropiados por la dictadura y reaparecidos. María del Carmen Roqueta le hizo a Ezequiel las preguntas de siempre. “¿Nombre?”, dijo. Y él respondió medio en broma, medio en serio: “¿El actual? ¿O el que tenía?”. Y siguió: “Soy Ezequiel Rochistein Tauro y anteriormente era Vázquez Sarmiento”. Cuando la pregunta fue sobre su fecha de nacimiento, Ezequiel entonces dijo: “El 1º de noviembre de 1977, creo”.

Ezequiel está casado, es abogado, aunque durante un tiempo estudió Economía, como lo había hecho su padre biológico. Es hijo de María Graciela Tauro y del “Hippie” Jorge Daniel Rochistein, dos militantes de Montoneros desaparecidos el 15 de mayo de 1977. Ezequiel nació en la ESMA. Su historia se conoció en septiembre de 2010, cuando después de diez años de intentos, la Justicia terminó de confirmar los datos de su filiación. El no quiso hacerse el ADN cuando se lo ofreció la jueza María Servini de Cubría y luego Rodolfo Canicoba Corral. Ezequiel, para entonces, era abogado civil de la Fuerza Aérea, el arma de su apropiador. Después de idas y vueltas, Canicoba ordenó un allanamiento en su casa. Se llevaron ropa que era de un amigo. Al final, terminó entregando prendas más personales, obligado, en el despacho del juez. Recién ahora, a mediados de diciembre, pidió la rectificación del documento de identidad.

Ayer, en la sala de audiencias del juicio por el plan sistemático de robo de bebés, habló corto. Y poco. Apretado. Cuando le preguntaron qué significó después de todo para él saber quién era, dijo: “Fue como sacarme varias mochilas de encima; la verdad, es complicado, pensás que sos una persona, pero sin embargo sabés que te tira para otro lado. Yo lo estoy procesando. Pero la verdad es que fue liberador”.

Casi al final de la audiencia, Roqueta volvió sobre el asunto. “¿Estaba muy enojado usted con todo eso?”, le preguntó. Pero él dijo que no. Que no era enojo lo que sentía. “No dar sangre era por la imputación del delito que podían hacerle a mi mamá (de crianza). Eso me motivó a estar así, después hubo un click, después de tener un hijo uno se da cuenta y se pregunta qué hubiese hecho en esa misma situación. Uno va elaborando y poniéndose del otro lado. Pero enojado no, nunca estuve enojado.” Y al final, entonces, antes de levantarse de la silla, también él volvió a ese punto: “Venir acá –explicó– para mí fue liberador”.

A la ESMA
María Graciela estaba embarazada de cuatro meses y medio cuando la secuestraron. La levantaron con el Hippie en la zona de Hurlingham. Los llevaron a la Comisaría 3ª de Castelar. A ella la vieron en la Mansión Seré y más tarde, para el alumbramiento, en la ESMA. El apropiador de Ezequiel fue Juan Carlos Vázquez Sarmiento, entonces suboficial de la Fuerza Aérea, hoy todavía prófugo de la Justicia.

“Nunca tuve dudas. Pensé que era hijo biológico de ellos. Mi vieja de crianza, a la que considero mi vieja, tiene problemas de salud, tiene cáncer; empezó con problemas en el ’97, en el ’99 o 2000 le iban a hacer una operación complicada, así que me dice que a pesar de que me crió con todo el afecto y el amor, yo no era hijo de ella. Que no eran mis padres biológicos”, contó Ezequiel, que dice que no habló del tema con Vázquez Sarmiento. Afirma que estaba separado de Stella Maris desde hacía dos o tres años y él había dejado de verlo.

“A pesar de que me hizo ruido el tema, con la enfermedad de ella no quería presionarla, y nunca mastiqué el tema hasta que Servini de Cubría me llama al juzgado para ver si quería dar sangre porque podía ser hijo de desaparecidos. Voy al juzgado y me presento. La situación no se entendía bien, mi vieja estaba muy nerviosa. De lo que me acuerdo es de que me recibe la jueza, me pregunta si quería acceder al análisis de sangre. Yo le pregunté qué puede llegar a pasar con mi vieja; ella me dijo que estaba imputada. Entonces le respondí: ‘No quiero seguir con esto’.”

Para febrero de 2002, vio por última vez a Vázquez Sarmiento. “Yo le dije que prefería no verlo más que verlo preso. Y ésa fue la última charla que tuvimos.” Lo que le dijo Stella Maris es que “había aparecido en la cama matrimonial de ella, que era muy bebito. Que desde ese día me quiso como un hijo. Y en realidad, como está mal psicológicamente no tengo oportunidad de hablar”.

Durante el relato, Ezequiel habló de arbitrariedades del represor. Y del extraño momento en el que se enteró de que un suboficial cercano a Vázquez Sarmiento llamado Julio César Lestón aportó los datos a Abuelas de Plaza de Mayo para su recuperación.

“Yo de chico (a Vázquez Sarmiento) siempre lo vi en una oficina. Primero estaba en el Estado Mayor Conjunto, siempre en el Edifico Cóndor. Yo iba, él me llevaba. Después lo trasladan a Morón en una regional de Inteligencia.” No sabe si alguna vez en su casa escuchó algún comentario sobre la dictadura militar. “Lo que sí –dijo– me quedó grabado es que la persona que denuncia que yo... bue... que él me apropió, iba a ser mi padrino, porque eran compañeros de promoción o de la Regional.”

Lestón declaró en la causa de robo de bebés. En el debate reconoció que participó del operativo de secuestro de los padres de Ezequiel, aunque negó que supiera cuál sería el destino. No se sabe si tuvo algún rol en su entrega, pero la idea de que Vázquez Sarmiento lo haya pensado como padrino lo asocia a varios de los casos del juicio, en el que una y otra vez aparecen escenas en las que los apropiadores les otorgan el lugar de padrinos a quienes tuvieron algún rol en la distribución de los niños.

Lo que sucedió más tarde con Ezequiel es conocido. Para cuando el juzgado obtuvo sus datos de filiación, Ezequiel seguía en la Fuerza Aérea. La entonces ministra de Defensa Nilda Garré lo llamó para darle la noticia. Pese a todo, la idea de saber quién era fue un alivio: no lo tomó mal, dijo. “Sabía que hice todo lo posible y que no dependía de mí, así que con eso sentí que uno se va sacando un par de mochilas que va teniendo.”
Fuente:Pagina12

MARIA FELICITAS ELIAS, ASISTENTE SOCIAL
Las complicidades de la jueza Pons
Por Alejandra Dandan

El juzgado civil de Marta Pons en la dictadura. Una conversación con Ramón Camps. El momento en el que la jueza rompe el documento de un bebé de nueve meses con síndrome de down buscado por Abuelas de Plaza de Mayo. La orden de internar a los hermanos Ramírez en el Hogar Belén porque eran hijos de “un montonero que traicionó la Constitución argentina”. Esos fueron algunos pasajes que describió en el juicio por el plan sistemático de robo de bebés María Felicitas Elías, la asistente social que trabajó en el juzgado de la ya muerta jueza Pons durante la dictadura.

Alguna vez, después de la visita al juzgado de Chicha Mariani y Estela de Carlotto, María Felicitas escuchó una conversación entre su entonces jefa y el jefe de la Policía Bonaerense, Ramón Camps. “Estuvieron las viejas”, le dijo. Eran principios de los ’80. “Les dije que no tengo ningún chico de los que buscan.”

Las abuelas dejaron carpetas con datos y fotos de chicos, entre ellos Emiliano Ginés, el bebé de nueve meses con síndrome de down que llegó al juzgado en los brazos de un policía bonaerense con el documento colgado en el pecho. “La jueza sale de su oficina en ese instante, yo estaba ahí –dijo María Felicitas–. Rompió el documento y lo tiró al tacho de basura.” El bebé fue internado en el hospital Sor María Ludovica, donde falleció meses después.

Otro caso en el que Elías tuvo intervención directa fue el de los tres hermanos Ramírez, derivados al juzgado luego de que los militares ametrallaron a su madre y detuvieron al padre. “Los pedía una tía paterna, la visité y redacté un informe a favor de darle la guarda, pero la jueza me llamó a su despacho y me dijo que no era lo que esperaba, que eran hijos de un paraguayo montonero que había desafiado la Constitución Nacional y no merecía recuperarlos”, recordó. Los niños recién pudieron reunirse con su padre en Suecia en democracia.

Los jueces preguntaron por otros jueces de menores, entre ellos el actual integrante del Tribunal Oral Federal 3º, Guillermo Gordo, ex yerno de Pons y quien como presidente del TOF 5 absolvió a tres de los cinco acusados en el juicio de jefes de áreas. “Trabajaba con nosotros, primero fue oficial mayor, luego secretario y el papá de Guillermo era general.” También nombró a “Raúl Donadio, actual juez de Menores”.

“Los juzgados de Menores de la época no tenían alzada –explicó–: una decisión del juez definía el futuro de los niños hasta la mayoría de edad, era un modo de intervención perverso.”

La jueza Pons se jubiló en 1984 y murió en 1994. Hacia el final del período de trabajo, a Elías le tocó intervenir en la adopción que hizo, en democracia, Magnetto. “Dijeron que él y su esposa un domingo por la mañana estaban circulando por la avenida Pavón y, en un semáforo, una mujer les golpeó el vidrio y les entregó una bebé.”
Fuente:Pagina12                                    

Robo de bebés
"El relato sonaba al cuento de la canastita"
La asistente social María Felicitas Elías recordó hoy en el juicio oral por el robo de bebés, que en el juzgado de Lomas de Zamora se le dio la guarda de una beba al actual CEO de Clarín, Héctor Magnetto.
Martes 31 de enero de 2012
La asistente social María Felicitas Elías recordó hoy en el juicio oral por el robo de bebés en la dictadura, que en el juzgado de Lomas de Zamora se le dio la guarda de una beba, al actual CEO de Clarín, Héctor Magnetto.

"El relato sonaba, perdonando la vulgaridad, al cuento de la canastita, del ´me lo encontré en la calle de casualidad´", dijo ante el Tribunal Oral Federal 6 al recordar el caso, que no forma parte de los hechos juzgados.

Sin embargo, la asistente social evaluó que el relato serviría para ejemplificar lo que era un modo de operar del juzgado en ese entonces y mientras la magistrada Marta Pons estuvo a cargo, hasta 1984, cuando se jubiló.

Según relató la testigo, a quien Pons encargó el informe socioambiental de la familia Magnetto, "llegó la pareja al juzgado para contar que un domingo a la mañana paseando por la avenida Pavón, una mujer les golpea el vidrio del auto en un semáforo, les dice que tienen cara de buenos y les da a su beba para que la cuiden".

Según la causa, la esposa de Magnetto "le da una tarjetita a la señora para que fuera la semana siguiente a buscar la niña, pero eso no sucede nunca, dice que se preocupa por esa nena y solicita la guarda con fines de adopción. Es como que estaba cantada la situación", opinó la testigo.

La juez Pons dio la guarda de la beba a Magnetto y luego la adopción definitiva se tramitó en la justicia porteña, donde vívía el matrimonio.

"El relato sonaba, perdonando la vulgaridad, al cuento de la canastita, del ´me lo encontré en la calle de casualidad´", dijo ante el Tribunal Oral Federal 6 al recordar el caso, que no forma parte de los hechos juzgados.

Sin embargo, la asistente social evaluó que el relato serviría para ejemplificar lo que era un modo de operar del juzgado en ese entonces y mientras la magistrada Marta Pons estuvo a cargo, hasta 1984, cuando se jubiló.

Según relató la testigo, a quien Pons encargó el informe socioambiental de la familia Magnetto, "llegó la pareja al juzgado para contar que un domingo a la mañana paseando por la avenida Pavón, una mujer les golpea el vidrio del auto en un semáforo, les dice que tienen cara de buenos y les da a su beba para que la cuiden".

Según la causa, la esposa de Magnetto "le da una tarjetita a la señora para que fuera la semana siguiente a buscar la niña, pero eso no sucede nunca, dice que se preocupa por esa nena y solicita la guarda con fines de adopción. Es como que estaba cantada la situación", opinó la testigo.

La juez Pons dio la guarda de la beba a Magnetto y luego la adopción definitiva se tramitó en la justicia porteña, donde vívía el matrimonio.

El modus operandi
Una juez de menores de Lomas de Zamora en la última dictadura militar rompió el documento de un nene de 9 meses para darlo en adopción y no devolverlo a sus familiares biológicos, según declaró hoy una testigo en el juicio oral contra los ex dictadores Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone, entre otros, por robo de bebés.

La asistente social María Felicitas Elías dio su testimonio ante el Tribunal Oral Federal 6 que juzga el plan sistemático para la apropiación de niños en la dictadura, ocasión en la que reveló que la magistrada también envió a tres hermanitos a un instituto porque sus padres eran "montoneros" y habían "desafiado" a la Constitución.

Estos fueron sólo algunos de los casos reflotados hoy por la asistente social Elías ante el tribunal, al detallar el mecanismo “perverso” con que se actuaba en casos de menores con padres víctimas de la represión ilegal.

Elías trabajó en el juzgado de la ya fallecida juez de menores de Lomas de Zamora, Marta Pons, y presenció cómo su entonces jefa rompió el documento de identidad que había llegado “en el pecho de Emiliano Ginés, un bebé de 9 meses que llegó al juzgado en brazos de un policía de la provincia de Buenos Aires”.

“La juez sale de su oficina en ese instante, yo estaba ahí, dice quién es, se le informa, rompió el documento y lo tiró al tacho de basura”, recordó al declarar como testigo la entonces asistente social del juzgado.

El bebé, con síndrome de down, fue internado en el hospital Sor María Ludovica donde falleció meses después, en vez de ser restituído a familiares biológicos.

Otro caso que recordó porque tuvo intervención directa fue el de los tres hermanos Ramírez, derivados al juzgado luego de que su mamá fue ametrallada por militares y su papá fue apresado.

“Los pedía una tía paterna, la visité y redacté un informe a favor de darle la guarda, pero la juez me llamó a su despacho y me dijo que no era lo que esperaba, que eran hijos de un paraguayo montonero que había desafiado la Constitución Nacional y no merecía recuperarlos”, recordó sobre ese diálogo.

Los niños fueron enviados al Hogar de Belén, un internado donde la mayor sufrió abusos sexuales y recién pudieron reunirse con su padre en Suecia, donde se había exiliado, con el retorno de la democracia.

"Estuvieron estas viejas" contó además Elías que escuchó decir por teléfono a Pons, jubilada en 1984 y muerta en 1994, a su interlocutor, el entonces jefe de la Policía bonaerense, Ramón Camps.

La juez daba cuenta de la visita a su despacho de las Abuelas de Plaza de Mayo, Chicha Mariani y Estela de Carlotto, a principios de los 80: “Les dije que no tengo ningún chico de los que buscan”, agregó.

"Los juzgados de menores de la época no tenían alzada, una decisión del juez definía el futuro hasta la mayoría de edad, era un modo de intervención perverso", agregó.

También contó que las Abuelas dejaron carpetas amarillas con datos y fotos de chicos buscados, entre ellos Emiliano Ginés, el bebé de 9 meses internado.

“Sobre él había un documento, que ella rompió, esto hacía factible saber quién era y cómo localizar a sus familiares”, dijo la asistente social.

Otro de los casos fue el de Jorgelina Planas, entregada en adopción a un militar de San Isidro y cuyos datos estaban en las carpetas de Abuelas, pese a lo cual la juez no dijo nada.

La testigo reveló además que en al menos ese juzgado se sabía de centros clandestinos de detención durante su funcionamiento: “Hay gente detenida que está en la Cacha”, escuchó decir una vez a Pons, por ejemplo.

Los jueces del tribunal quisieron saber si había vínculos entre jueces de menores de distintas jurisdicciones y preguntaron sobre otros empleados del juzgado, como el actual miembro del Tribunal Oral Federal 3 Guillermo Gordo, ex yerno de la magistrada y ex secretario de su juzgado en esa época.

“Trabajaba con nosotros en el juzgado, primero fue oficial mayor, luego secretario y el papá de Guillermo era general”, contestó sobre el actual magistrado, al tiempo que indicó que “otro de los secretarios era Raúl Donadío, actual juez de menores” en el mismo distrito.

En la dictadura “había ciertos niños que merecían trato diferenciado y eso era no estar con sus familias por ser hijos de desaparecidos o detenidos, porque no merecían criarlos”, concluyó.

Esta fue la segunda vez que Elías prestó testimonio judicial de lo vivido en el juzgado de Pons, adonde fue empleada porque la juez la conocía desde “el jardín de infantes” y había un vínculo familiar, como explicó cuando retrucó preguntas relativas a la falta de denuncia inmediata de lo que sucedía.

“Había un clima de terror, no había ante quien denunciar, la jueza rechazaba habeas corpus, hasta rechazó el de una chica que vivía al lado del juzgado, fue secuestrada y el padre saltó en ese momento la pared para pedir por ella”, agregó.

La testigo ya declaró ante el juez federal Daniel Rafecas en la causa todavía abierta donde se investiga lo ocurrido con los hermanos Ramirez, tras el asesinato de su madre y la detención del padre a disposición del PEN.
Fuente:DiarioRegistrado

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