3 de febrero de 2012

PROCESAN A BIGNONE, PATTI, GUERRIERI, PAGANO Y OTROS CINCO REPRESORES.

UNA BUENA Y UNA MALA
Por Luis Bastús
Luego de ser reabierta la causa hace siete años, el juez federal Villafuerte Ruso procesó a Patti y otros ocho represores por los secuestros, torturas y asesinatos de los militantes peronistas Pereyra Rossi y Cambiasso, en mayo del '83 en el bar Magnun de Rosario, y dictó la falta de mérito al Gato Andrada y al capitán Rodríguez.

PROCESAN A BIGNONE, PATTI, GUERRIERI, PAGANO Y OTROS CINCO REPRESORES
La patota que entró al bar Magnun
Fueron procesados por los secuestros, torturas y asesinatos de los militantes peronistas Pereyra Rossi y Osvaldo Cambiaso.
Por Luis Bastús

Hace siete años el fiscal federal Juan Patricio Murray pidió la reapertura de la causa.Imagen: Alberto Gentilcore

El juez federal de San Nicolás, Carlos Villafuerte Ruzo, procesó ayer a nueve represores por los secuestros, torturas y asesinatos de los militantes peronistas Eduardo Pereyra Rossi y Osvaldo Cambiaso, ocurridos el 14 de mayo de 1983. Menos el ex segundo jefe del Destacamento de Inteligencia 121 de Rosario, Luis Américo Muñoz, todos deberán esperar el juicio oral en prisión preventiva. Se trata del ex presidente de facto Reynaldo Bignone, el ex oficial de la Policía bonaerense Luis Patti, el ex titular de aquella unidad militar, Pascual Oscar Guerrieri, y quienes estaban a sus órdenes: Walter Pagano, Ariel Porra, Juan Andrés Cabrera, Carlos Sfulcini y Ariel López. En cambio, el juez despegó a otros dos que habían sido involucrados por el ex represor Eduardo Costanzo: al capitán Víctor Hugo Rodríguez y a quien fuera personal civil de Inteligencia, el ex futbolista Edgardo Andrada, les dictó falta de mérito por no hallar pruebas suficientes en su contra. En simultáneo, trascendió que en las últimas horas fue detenido el ex cabo de la Bonaerense Juan Spataro, uno de los autores materiales de los asesinatos que se mantenía prófugo desde que el caso se reabrió.

Una de las investigaciones más resonantes sobre la represión ilegal en territorio del II Cuerpo de Ejército ha dado un concreto paso adelante, casi siete años después de que el fiscal federal Juan Patricio Murray pidiera la reapertura de la causa y demostrara que la hipótesis bajo la cual había sido cerrada era un fraude. Es que el Ministerio del Interior de la dictadura, y la Bonaerense habían instalado que las víctimas fueron abatidas en un enfrentamiento armado, e incluso el jefe de la fuerza, el general Fernando Verplaetsen, felicitó a los policías participantes: el subcomisario de la Departamental de Tigre Luis Patti y los suboficiales Rodolfo Diéguez y Juan Spataro. El juez Juan Carlos Marchetti primero ordenó la detención de los policías y luego, en 1986, los sobreseyó. Y la Cámara de Apelaciones nicoleña confirmó ese fallo.

La presión de las organizaciones defensoras de los derechos humanos logró que la Fiscalía pudiera imponer las pruebas elocuentes de que Cambiaso y Pereyra Rossi habían sido secuestrados, torturados y asesinados, y así en 2005 la causa se reabrió por el principio de "cosa juzgada írrita". Este instituto jurídico permite invalidar el hecho de que lo que ya se juzgó no se revisa cuando se trata de un veredicto "fraudulento o groseramente erróneo". Y todo en el caso de estos militantes dejaba en evidencia que lo del enfrentamiento era una farsa. Los sobreseimientos de Patti, Diéguez y Spataro fueron anulados. Diéguez falleció. Spataro escapó y se mantuvo prófugo hasta el miércoles. Desde el juzgado trascendió que el suboficial fue detenido, aunque no se informó en qué circunstancias. Villafuerte Ruzo lo indagaría hoy. El fiscal Murray, en tanto, pidió que se lo incluya entre los imputados de la causa.

El procesamiento fue anunciado ayer por el Centro de Información Judicial de la Corte Suprema y confirmado a Rosario/12 por la abogada querellante Ana Oberlin. Los cargos son secuestro, tormentos y homicidio para todos, en diversas variantes según la función de cada uno.

"Esperábamos estos procesamientos aunque tardaron demasiado tiempo. Y lo que nos sorprendió es que con las mismas pruebas el juez no encontró elementos para procesar a Rodríguez y a Andrada", planteó la letrada y anticipó que apelará en segunda instancia la falta de mérito dispuesta por el juez y que por ahora saca de la imputación al ex arquero de Central y al miembro de la Asociación Sanmartiniana que cada año tiene su minuto de aparición mediática al emprender el cruce de los Andes.

La abogada ratificó sus reparos hacia el desempeño del juez Villafuerte Ruzo, porque "procesó a los que de alguna manera ya están condenados o seriamente involucrados en otras causas, pero despegó a los que todavía detentan alguna forma de poder por su función, por sus vinculaciones". Para el caso, Rodríguez -que se negó a declarar cuando fue indagado el año pasado, igual que el Gato Andrada- era una autoridad del Destacamento 121 y el testimonio de Costanzo lo ubica al frente del secuestro en el bar Magnum, a la par de Guerrieri, quien está condenado por la causa Quinta de Funes igual que Pagano.

"Nos alegra en lo que refiere a los que han sido procesados, porque esta causa nos dio mucho trabajo. Cuando logramos reabrirla Patti estaba a punto de asumir como diputado y era poderoso. Es notable que Villafuerte Ruzo decidió indagar a Patti recién luego de que lo condenaran por la causa Goncálvez", dijo en alusión a la sentencia de abril de 2011 por la Masacre de la Calle Juan B. Justo, en San Nicolás, y que también alcanzó a Bignone.

Osvaldo Agustín Cambiaso y Eduardo Daniel Pereyra Rossi estaban en el bar Magnum, de Córdoba y Ovidio Lagos, el 14 de mayo de 1983, cuando a las 10.30 irrumpieron hombres armados que se los llevaron a la vista de muchos testigos en un operativo relámpago del que participaron entre cinco y diez personas. Fueron interrogados bajo tortura -se ha mencionado el centro clandestino que funcionaba en la Escuela Magnasco, de Lagos y Zeballos, y también al costado de bulevar Oroño contra el obrador de Circunvalación, adentro de un furgón- y a las cinco de la tarde sus cuerpos aparecieron fusilados y con signos de tortura previa en un camino rural de la localidad bonaerense de Lima, a dos kilómetros de la ruta 9.

El represor Eduardo "Tucu" Costanzo reveló a este diario en 2008 que el secuestro de los militantes en el bar corrió por cuenta de Guerrieri y Rodríguez, e involucró en la patota rosarina a todos los que han sido procesados, incluso al Gato Andrada también.

Actualmente, Bignone y Guerrieri cumplen condena en prisión domiciliaria en Buenos Aires; Patti hace lo mismo en Ezeiza; Pagano, Porra, Sfulcini y López están presos en el penal de Marcos Paz, y Muñoz es el único que aguardará el juicio oral en libertad porque fue eximido de prisión preventiva.
Fuente:Rosario12

EL CRIMEN QUE FALTABA
Por Diego Martínez
Los represores Patti y Bignone fueron procesados en la causa por el asesinato de los militantes peronistas Cambiaso y Pereyra Rossi, uno de los últimos crímenes resonantes de la dictadura. Para ello se anuló el sobreseimiento que con maniobras judiciales el ex policía había conseguido al principio de la recuperación democrática.

PROCESARON A LUIS ABELARDO PATTI Y REYNALDO BIGNONE POR LOS ASESINATOS DE OSVALDO CAMBIASO Y EDUARDO PEREYRA ROSSI
El tiro del final del terrorismo de Estado
La medida alcanza a nueve represores. El juez federal Carlos Villafuerte Ruzo también dispuso la falta de mérito de dos acusados. Para procesar a Patti por este hecho, ocurrido en 1983, hubo que anular su sobreseimiento.
Los familiares de los militantes Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereyra Rossi, secuestrados en el bar Magnum en 1983.
Por Diego Martínez
A casi ocho años de la reapertura de la causa, el juez federal Carlos Villafuerte Ruzo procesó a nueve represores por los secuestros, torturas y asesinatos en 1983 de los militantes peronistas Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereyra Rossi. La medida alcanzó al dictador Reynaldo Bignone, al ex policía Luis Abelardo Patti, al ex jefe del Destacamento de Inteligencia 121 de Rosario coronel Pascual Guerrieri y a su segundo, teniente coronel Luis Américo Muñoz, el único que sigue libre. Con argumentos que se desconocen, ya que las partes no fueron notificadas, el juez de San Nicolás dictó la falta de mérito del coronel Víctor Hugo Rodríguez, de quien dependían los civiles de Inteligencia (PCI) que participaron de los secuestros, y del ex arquero Edgardo Andrada, identificado por su ex compañero Eduardo Constanzo entre los miembros del grupo a cargo del operativo. “Chubi” Rodríguez y “El Gato” Andrada son curiosamente los únicos imputados que no están condenados o procesados en otras causas. En los próximos días Villafuerte Ruzo deberá indagar al ex policía Juan Amadeo Spataro, quien integró junto con Patti la patrulla que se encargó de los fusilamientos, en tanto siguen libres e impunes con el visto bueno del juez y de la Cámara Federal de Rosario todos los miembros de las planas mayores de zona, subzona y áreas militares que el fiscal federal Juan Patricio Murray pidió citar a indagatoria en junio del año pasado.

Cambiaso y Pereyra Rossi fueron secuestrados el 14 de mayo de 1983, frente a testigos, en el bar Magnum de Rosario. Una patrulla de la Unidad Regional de Tigre integrada por Patti, Spataro y Rodolfo Diéguez, que murió impune, los asesinó horas después en un camino vecinal cerca de Zárate. Fue uno de los últimos crímenes con el sello de la dictadura: torturas a cargo de militares y civiles de Inteligencia, asesinato en tiroteo fraguado por policías. Los fusiladores fueron felicitados por el jefe de la Bonaerense, general (condenado) Fernando Verplaetsen, y calificados como “jóvenes valientes” por Bignone. El peritaje de los tejidos demostró luego que los militantes peronistas fueron torturados con picana y atados con cuerdas, y que los disparos fueron a quemarropa. El juez Juan Carlos Marchetti ordenó detener a los policías, pero luego se desdijo y dictó el sobreseimiento provisorio, que el paso del tiempo convirtió en definitivo el mismo día que se sancionó la ley de Obediencia Debida. La pelea de Murray y de los abogados querellantes para revertir la “cosa juzgada” rindió frutos recién el año pasado, cuando Villafuerte Ruzo la declaró nula, decisión que luego confirmó la Cámara de Rosario y que quedó firme por la presentación extemporánea del recurso ante Casación.

Los procesamientos dictados por Villafuerte Ruzo, recusado (sin suerte) por congelar expedientes y por pronunciarse en contra del avance de los procesos de lesa humanidad, abarcaron a cinco civiles de Inteligencia: Walter Pagano (condenado en 2010 a prisión perpetua), Juan Andrés Cabrera, Ariel Antonio López, Carlos Antonio Sfulcini y Ariel Porra, quien según Constanzo trasladó a las víctimas hasta el camino donde los ejecutaron. La misma función que los citados PCI cumplía Andrada, ex arquero de Rosario Central y de la Selección argentina de fútbol. Su falta de mérito no es el primer beneficio que le concede Villafuerte Ruzo: antes dictó su exención de prisión y le permitió conservar en su casa un arsenal que incluía pistolas de 9 y 11,25 milímetros, tres fusiles Winchester y una carabina, entre otras armas de guerra. “¿Qué juez, en una causa cualquiera, primero dejaría en libertad a un sospechoso de doble homicidio, y segundo le permitiría conservar en su poder semejante arsenal?”, planteó el camarista Fernando Barbará al analizar la conducta del nicoleño. “La pregunta, naturalmente, es del todo retórica, ya que la respuesta obvia es: ninguno”, escribió, en el fallo de la Cámara de Rosario que finalmente ordenó secuestrar la armería del Gato Andrada.

La falta de mérito del Chubi Rodríguez también asombró a quienes integran la acusación. El entonces capitán era jefe de la Sección Segunda del Destacamento, de la que dependían varios de los PCI procesados, y fue mencionado por El Tucu Constanzo entre los secuestradores. Casi treinta años después es el actual presidente de la asociación sanmartiniana Cuna de la Bandera, que cada año cruza los Andes con el ex intendente y ahora senador provincial Miguel Lifschitz. El teniente coronel Rodríguez se afeitó el bigote para concurrir a la indagatoria, a la que llegó en un Nissan de vidrios polarizados acompañado por custodios con trajes negros, y no hizo descargo ni ofreció pruebas para defenderse. “No imagino qué gato sacó de la galera” Villafuerte Ruzo para beneficiarlo, confió Murray.

El único procesado libre, beneficio sobre el que debe pronunciarse la Cámara de Casación, es el teniente coronel Muñoz, ex segundo jefe del Destacamento y superior inmediato de Rodríguez. De su legajo surge una de las pruebas más concluyentes de la actuación criminal del Ejército, aun en 1983, y del esmero en borrar pruebas en democracia. En 1989, disconforme con una calificación que frenaba su ascenso, Muñoz pidió que se consideraran sus “merecimientos” y citó dos “operaciones especiales” que por “razones de contrainteligencia” no había relatado pese a que participó “directa y activamente”. La primera fue en 1983 y “consistió en un despliegue de efectivos y medios con la finalidad de afectar la capacidad de conducción de elementos subversivos residuales” antes de las elecciones de octubre. Advirtió “el riesgo de ponerse en evidencia” pero cumplió la orden “como corresponde a un soldado”, escribió, y apuntó que un coronel amigo tuvo que realizar otra “operación especial” para que el semanario Siete Días no informara sobre los protagonistas del hecho. La segunda, en 1984, fue “un gran despliegue de efectivos y medios” para “disminuir la intensa presión de las organizaciones de derechos humanos para llevar ante los estrados judiciales” a hombres como él, y “cumplió ampliamente con su cometido”, explicó.

El fiscal Murray no dudó al pedir la detención que la operación de 1983 fue el asesinato de Cambiaso y Pereyra Rossi; no sólo porque Muñoz integraba el destacamento de Inteligencia de Rosario, donde se produjeron los secuestros, sino también porque la revista Humor registró el vínculo del caso con la “operación especial” del coronel amigo. Luego de recibir un informe secreto “sobre las alternativas íntimas del caso Cambiaso-Pereyra Rossi”, un cronista y un fotógrafo de Siete Días intentaron hablar con uno de los protagonistas. “Si esto trasciende, les vuelo la editorial. Con amnistía o sin amnistía, en actividad o en retiro, les vuelo la editorial con ustedes adentro”, les advirtió el militar, según relató el periodista Enrique Vázquez en Humor. La operación de guerra de 1984, dedujo Murray, fue el robo de expedientes sobre la represión ilegal de los Tribunales Provinciales de Rosario. Los secuestros y el robo fueron “las dos operaciones más delicadas de toda mi carrera”, confesó Muñoz, no porque enfrente tuviera a un ejército real sino por la “gran repercusión”. “Hubo que poner en juego una real y verdadera vocación de servicio”, destacó el soldado, orgulloso porque el robo de expedientes permitió “llevar tranquilidad a los hogares de muchos camaradas”.

ANA OBERLIN, QUERELLANTE
Alegría y dudas
Por Luis Bastús
Desde Rosario
“Esperábamos estos procesamientos aunque tardaron demasiado tiempo. Y lo que nos sorprendió es que con las mismas pruebas el juez no encontró elementos para procesar a (Víctor Hugo) Rodríguez y a (Edgardo) Andrada”, planteó la abogada querellante Ana Oberlin y anticipó que apelará en segunda instancia la falta de mérito. La abogada ratificó sus reparos hacia el desempeño del juez Carlos Villafuerte Ruzo, porque “procesó a los que de alguna manera ya están condenados o seriamente involucrados en otras causas, pero despegó a los que todavía detentan alguna forma de poder por su función, por sus vinculaciones”.

“Nos alegra en lo que refiere a los que han sido procesados, porque esta causa nos dio mucho trabajo. Cuando logramos reabrirla, Patti estaba a punto de asumir como diputado y era poderoso. Es notable que Villafuerte Ruzo decidió indagar a Patti recién luego de que lo condenaran por la causa Gonçalvez”, dijo en alusión a la sentencia de abril de 2011 por la Masacre de la Calle Juan B. Justo, en San Nicolás.

Osvaldo Agustín Cambiaso y Eduardo Daniel Pereyra Rossi estaban en el bar Magnum el 14 de mayo de 1983, cuando a las 10.30 irrumpieron hombres armados que se los llevaron a la vista de muchos testigos en un operativo relámpago del que participaron entre cinco y diez personas. Fueron interrogados bajo tortura –se ha mencionado el centro clandestino que funcionaba en la Escuela Magnasco, de Lagos y Zeballos, y también al costado de bulevar Oroño contra el obrador de Circunvalación, adentro de un furgón– y a las cinco de la tarde sus cuerpos aparecieron fusilados y con signos de tortura previa en un camino rural de la localidad bonaerense de Lima, a dos kilómetros de la Ruta 9. El represor Eduardo “Tucu” Costanzo reveló a la edición de Rosario de Página/12 en 2008 que el secuestro de los militantes en el bar corrió por cuenta de Guerrieri y Rodríguez e involucró en la patota rosarina a todos los que han sido procesados, incluso al Gato Andrada también.
Fuente:Pagina12

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