20 de abril de 2012

Causa Harguideguy: “De noche era un centro clandestino de detención y tortura, y de día funcionaba normalmente como la Policía Federal”, declaró Román - Acusan a chofer de Lauritto de ser represor de la dictadura.

18/04/2012 
Causa Harguideguy: Declararon las primeras tres víctimas por delitos de lesa humanidad en Concepción del Uruguay 
DIARIOJUNIO EN EL JUICIO : “De noche era un centro clandestino de detención y tortura, y de día funcionaba normalmente como la Policía Federal”, declaró Román 
ENVIADO ESPECIAL : Los primeros tres en declara ante el tribunal Oral Federal de Paraná fueron: César Manuel Román, Roque Edmundo Minatta y Juan Carlos Romero, todos cursaban sus estudios secundarios cuando fueron chupados por una patota que actuaba en Concepción del Uruguay. Los tres ex detenidos políticos coincidieron en que se tetaba de un grupo de tarea que venía de afuera y utilizaba la sede de la Policía Federal de esa ciudad con el objetivo sistemático de desestructurar (a base de detención y torturas) a un determinado sector de la sociedad.
Imágenes de la sala en la audiencia de hoy
Martín Turriani César Román (el primero en declarar) afirmó que en el invierno de 1976 estuvo más de una semana privado de su libertar y que en el trascurso de ese tiempo sufrió tanto torturas físicas como psíquicas: “nos ponían en una silla mirando a la pared y si atinábamos a dormirnos nos pegaban con las dos manos en los oídos” afirmó.
La victima narró detalladamente cada uno de los días que pasó en la Policía Federal de Concepción del Uruguay y dijo “el problema era cuando llegaba la tarde y venían los grupos de tarea” ; “todas las noches nos subían a un cuartito y para que no se escuchen los gritos ponía una radio muy fuerte”.

Al respecto Román se explayo diciendo que este “grupo de tareas”, que actuaba por la noche, estaba integrado por: Francisco Crescenzo (Oficial de la policía Federal Argentina), Julio César Rodríguez alias el moscardón verde (suboficial que prestó servicios en la delegación de Concepción del Uruguay de la Policía de Entre Ríos), Mazzaferri (que se encuentra prófugo de la justicia), una persona a la que le decían el cordobés a la que no pudo identificar y un quinto del cual tampoco sabe el nombre. Para cerrar Román afirmó que “era una tortura mas destinada a destruir mi identidad que a sacarme información”.
Cabe destacar que Román al igual que Minatta y Romero, eran todos estudiantes secundarios cuando fueron secuestrados o “chupados” y que los interrogatorios seguidos de torturas giraban en torno a sus participaciones en la UES (Unión de estudiante Secundarios) y a la existencia de un mimeógrafo.

Al respecto Roque Minatta (Ex subsecretario de Derechos Humanos de la provincia) dice que en el año 1975 el era presidente de la UES y que por ese entonces ellos habían conseguido el medio boleto estudiantil, organizaban intercolegiales y recitales y que todo aquello se cortó con el golpe militar.

Minatta contó que a él lo fueron a buscar a su casa la misma noche que a Román y que como era en las vacaciones de invierno no lo encontraron porque él se había ido a visitar a una hermana que vivía en Trelew.
“Mi padre se rebeló y recibió trompadas del moscardón y Mazzaferri le dijo: si tu hijo no aparece el boleta va a ser vos”.

Continuando con su declaración Minatta dijo: “luego de eso mi padre hablo con el subcomisario Ceballos al cual conocía, y este le dijo que había venido un grupo de la Policía Federal de afuera y que eran muy jodido y le recomendó que me presente en la policía”. Así fue que Minata volvió a Concepción del Uruguay y se presentó en el destacamento de la policía federa y quedo detenido (sin que mediara ninguna orden de ningún juez).

“Con mi entrada en la comisaria comienzan dos tipos de torturas una física y otra psíquica”. De la psíquica se encargaba Crescenzo “lo llamábamos el filósofo porque era muy instruido para hablar”. Crescenzo amenazaba a la víctima con que si no cesaba con su actuar político ellos sabían todo de la vida de sus hermanos y los que iban a sufrir la consecuencias iba a ser ellos, detallándole los horario y lugares en los que se movían sus familiares.
Las torturas físicas estaban a cargo principalmente de Mazzaferri y Rodríguez (moscardón) quienes en los cuatro días que Minatta se encontró detenido todas las noches lo golpeaban y en una de ella le realizaron un simulacro de fusilamiento, gatillándole en la cabeza con un arma descargada.

Minatta no fue el único que sufrió este tipo de tortura ya que tanto a Román como a Carlos Romero también le gatillaron en la cabeza.
Romero formaba parte del Centro de Estudiantes del Colegio Justo José de Urquiza cuando una madrugada irrumpieron en su casa oficiales de la Policía Federal y lo subieron a un auto. En el allanamiento participaron Masaferri, Rodríguez y otros oficiales que no pudo reconocer. Luego se fueron a buscar a otro estudiante, al cual también llevaron a la delegación.

“Nos metieron en una sala y nos empezaron a dar patadas, golpear contra la pared”, contó.

Posteriormente, los llevaron al Casino de Oficiales, donde había otros detenidos, entre ellos Román y Minatta. “El secuestro duró las dos semanas de vacaciones”, aseguró.

“Todas las noches subían la música funcional, porque estaban torturando o se metían dos o tres adentro y hablaban fuerte. No tengo muy en claro el cronograma, pero nos torturaban todas las noches”, describió. Además, señaló que algunas noches los sacaban encapuchados.

El representante del Ministerio Público Fiscal interpeló al testigo respecto de las torturas que sufrió. Mencionó simulacros de fusilamiento y que en dos oportunidades lo metieron de cabeza en una pileta y le pegaban en la planta de los pies. “Generalmente no podía ver quiénes me pegan, salvo un episodio en el baño”, precisó. Fue testigo además de las torturas a otros detenidos.
Durante las declaraciones los tres testigos enfatizaron que nunca recibieron atención médica y que estuvieron en condiciones precarias junto a los demás detenidos políticos, ya que no los dejaban ni bañarse y pocas veces le daban la comida que le llevaban sus familiares. Nunca obtuvieron explicaciones sobre su detención.

Sobre el final de la testimonial Crescenso se retiró mostrando indignación por las acusaciones y se lo vio muy nervioso por lo que la jueza le pidó que se retirara. Al cierre de la jornada, pidió disculpas por su reacción y señaló que lo afecta escuchar las declaraciones.
Fuente:DiarioJunioDigital


Acusan a chofer de Lauritto de ser represor de la dictadura
Una víctima en el juicio a Harguindeguy dijo que ha visto "en varias oportunidades" a Féliz Orlando Cabrera con el ministro de Educación de la provincia. Además se escucharon más testimonios sobre cómo operaba la patota de la Policía Federal en la ciudad de Concepción del Uruguay.
El Moscardón Verde Rodríguez ha sido reconocido por todos los testigos.
Alfredo Hoffman / Redacción de UNO
ahoffman@unoentrerios.com.ar
Carlos Atilio Martínez Paiva, una de las víctimas de crímenes de lesa humanidad, declaró ayer ante el Tribunal Oral Federal de Paraná que el jefe del operativo que lo secuestró en 1980 en Concepción del Uruguay pertenece al entorno del actual ministro de Educación de la provincia, José Eduardo Lauritto. Según dijo, Félix Orlando Cabrera, alias Nachito, es o al menos era hasta hace muy poco tiempo, chofer o custodio del exvicegobernador; en los 90 fue jefe de la Departamental Uruguay de la Policía de Entre Ríos y fue jefe de seguridad del club Gimnasia y Esgrima cuando Lauritto era presidente.

Martínez Paiva dijo que ha visto “en varias oportunidades” a Cabrera con el ministro de Educación y acotó que esa relación “la sabe todo Uruguay” y que Lauritto conoce los antecedentes de ese expolicía. Además, al igual que los otros dos testigos que declararon en el juicio a Harguindeguy, reconoció en la sala a Julio César Moscardón Verde Rodríguez como uno de los miembros de la patota de la Policía Federal de Concepción. No pudo reconocer al represor Francisco Crescenzo porque prefirió no estar presente en la sala.

Luego de declarar sin público, Martínez Paiva dio ante la prensa detalles de lo padecido desde el “aciago” 19 de julio de 1976 cuando fue secuestrado por la patota de la Federal y las “terribles torturas” que sufrió a través de picana eléctrica, submarino y palizas. “Estuve muy cerca de la muerte. Honestamente, antes de seguir en las condiciones que me tenían, prefería que me mataran”, manifestó.

A diferencia de los estudiantes secundarios detenidos en aquel momento –él era mayor, tenía 25 años– su cautiverio no se agotó en una semana, sino que fue trasladado al centro clandestino de detención Comunicaciones del Ejército, en Paraná, donde estuvo en condiciones infrahumanas, para recorrer luego las cárceles de Paraná, Gualeguaychú y Coronda. En todo su recorrido siguió sufriendo torturas físicas y psicológicas.

Luego, en libertad, sufrió una “persecución despiadada”, dijo. “Hasta que el 1º de junio de 1980 me vuelve a secuestrar una patota encabezada por Cabrera, también el comisario Reynoso, que era jefe de la Comisaría primera; un tal Hugo Rodríguez y un tal Bambi Fontana. Ahí me trasladan al Ejército, cuyo jefe era el teniente coronel Ratto, había un mayor D’Amico, un mayor Uranga, me tienen preso hasta que me ponen en libertad pero me prohíben la salida de la ciudad”, dijo.

Duros testimonios
Como el miércoles, además de Martínez ayer declararon dos hombres que siendo muy jóvenes participaban en actividades políticas en la ciudad, y que durante las vacaciones de julio de 1976 estuvieron detenidos ilegalmente y fueron sometidos a salvajes torturas en la delegación local de la Policía Federal. Al imputado Rodríguez lo reconocieron sin problemas en la sala.

Juan Carlos Changui Rodríguez dijo en su declaración que José Darío Mazzaferri era el encargado de aplicar la picana, siempre acompañado del Moscardón. También solía ver a Crescenzo en la Policía Federal, aunque él no lo sufrió como otras víctimas. Señaló que su detención y la de sus compañeros estuvo motivada por las actividades que desplegaban en los centros de estudiantes de las escuelas, la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y, en su caso, en el peronismo. La excusa de los represores fue un volante que imprimieron para repudiar la dictadura y la búsqueda del mimeógrafo que utilizaban para tal fin. Los jóvenes habían sido objeto de tareas de inteligencia y por eso fueron secuestrados desde la noche del lunes 19 de julio, luego de una inocente reunión estudiantil en un boliche bailable. Changui, de 17 años, acababa de llegar a su casa cuando sonó el timbre. Era uno de sus compañeros, José Peluffo. Cuando salió vio que, a ambos lados de Peluffo, estaban los secuestradores Rodríguez y Mazzaferri. A bordo del Dodge 1500 negro de Mazzaferri, bajo una lluvia de golpes, lo llevaron a la Federal junto con Peluffo. Al llegar, quedó solo en una sala, esposado, mientras los integrantes de la patota salieron a seguir chupando gente. Volvieron de madrugada y lo sometieron a una terrible golpiza, agresiones verbales y amenazas de muerte si no cantaba lo del mimeógrafo.

Luego lo llevaron a un calabozo, donde pudo ver, a través de una ventana, cómo era torturado Martínez Paiva con picana eléctrica. Los gritos eran desgarradores. Un represor, el de la mancha en la cara que debe investigar la Fiscalía Federal de Concepción, que él identifica como un hombre de apellido Rodríguez al que decían Parche, tapó la ventana con una toalla y le dijo: “Ahora seguís vos”. Al día siguiente lo llevaron al Casino de Oficiales y lo pusieron con los demás estudiantes y jóvenes detenidos. De allí lo iban sacando de a uno para torturarlos. A él varias veces lo interrogó el subjefe Alfonso Cevallos, siempre con una pistola sobre el escritorio.

Víctor Baldunciel también contó su experiencia. Tenía 19 años cuando lo secuestraron. Su relato coincide en tiempo, lugar y detalles con los del resto de las víctimas. Era interrogado todos los días, pero sólo una vez le pegaron. También contó que escuchaba gritos de los picaneados y pudo reconocer fácilmente en la sala al Moscardón Rodríguez como uno de los represores. Dijo que durante mucho tiempo tuvo miedo y que cada vez que oía estacionar un auto, pensaba que lo venían a chupar. Martínez Paiva dijo que en el 19 de julio de 1976 lo secuestró el Moscardón a dos cuadras de su casa junto al prófugo Mazzaferri

“Había un tal Peluffo”
Para algunos testigos, la actuación de José Pedro Peluffo en los hechos es dudosa. No sólo porque acompañó a los secuestradores a la casa de Changui Rodríguez, sino porque un año después de los hechos ingresó a la Policía Federal.

Cuando estaban en cautiverio, aconsejaba al resto de los detenidos que hablaran y dijeran lo que sabían. Por su parte, Martínez Paiva dijo a los medios: “Había un tal Peluffo, al que hacen pasar a la sala donde me habían torturado y dice: ‘Carlitos, nos querías hacer guerrilleros, nos engañaste’. Cuando salí de la cárcel lo vi con uniforme de la policía y no lo podía creer”. Peluffo debe brindar testimonio ante el Tribunal hoy

La vigencia del miedo durante y después de la dictadura
Juan Carlos Changui Rodríguez salió en libertad vigilada, bajo amenaza de no participar de ninguna reunión política o estudiantil, luego de la reunión en que el jefe del Regimiento, Raúl Federico Schirmer, sermoneó sobre la subversión a los detenidos y a sus padres a los que había citado para esa ocasión.

Hacía una semana que estaba cautivo. Ya en libertad, una mañana vio estacionado a metros de su casa al Falcon del Moscardón Verde. El terror lo invadió de nuevo. Pero enseguida advirtió que no lo vigilaban a él. Estaban mirando hacia atrás por el espejo retrovisor.

Al otro día se entero de que había desaparecido un vecino, que luego estuvo detenido en Rosario y fue liberado semanas después. Él dio aviso de lo que había visto a la madre de ese muchacho.

La mujer fue a la Federal y allí le dijeron que sólo habían prestado apoyo logístico para ese secuestro. Changui, invadido por el miedo, optó por irse a vivir a Buenos Aires. Años después, cuando regresó a Concepción del del Uruguay, comenzó a trabajar en la oficina de Rentas y en varias ocasiones le tocó cobrarle al Moscardón Verde.
Fuente:DiarioUnoER


20/04/2012 
Martínez Paiva sindicó que Cabrera era el jefe del operativo que lo secuestró en 1980
Afirman que un hombre vinculado a Lauritto habría sido represor durante la dictadura
Pagliotto es abogado querellante en la Causa Harguindeguy.
Uno de los abogados querellantes en la causa que investiga delitos de lesa humanidad cometidos en Concepción del Uruguay, Rubén Pagliotto, indicó que una de las víctimas, Carlos Martínez Paiva, declaró este jueves ante el Tribunal Oral Federal de Paraná que el jefe del operativo que lo secuestró en Concepción del Uruguay pertenece al entorno del actual ministro de Educación, José Lauritto. “Nombró a Nacho Cabrera, quien sería chofer, custodio o asesor del ex vicegobernador. Aún no se sabe bien qué función cumple dentro del gobierno”, explicó Pagliotto. “Cuando Martínez Paiva contó esto, quedó una sensación de estupor, porque no se puede creer que este hombre esté vinculado a un gobierno que ha hecho avances tan importantes en cuanto a políticas de derechos humanos”, manifestó el letrado.

“Martínez Paiva hizo un pormenorizado relato de las torturas que sufrió e incluso contextualizó los meses previos a la dictadura. Además contó sobre el momento presido en el que fue arrancado de su casa, las dos veces que fue preso”, detalló Pagliotto en declaraciones al programa A quien corresponda (Radio De la Plaza).

Contó que “en una primera etapa estuvo en el temible destacamento de la Policía Federal y la segunda vez, cuando fue apresado por otra patota, donde luego estuvo preso en Gualeguaychú, Paraná y finalmente terminó en la cárcel de Coronda (Santa Fe)”.
Fuente:AnalisisDigital

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