13 de abril de 2012

Juicio megacausa “La Cueva”:“Nacimos de esos huesos y necesitamos abrazarlos de nuevo”.

Juicio megacausa “La Cueva”
“Nacimos de esos huesos y necesitamos abrazarlos de nuevo”
Tomás y María de las Mercedes Argañaraz
Martín y Ramiro Fresneda son los hijos de Tomás y María Argañaraz, desaparecidos durante la “Noche de las Corbatas” en julio de 1977. Ambos declararon en una nueva audiencia en el juicio a 16 represores por crímenes en el llamado circuito represivo Necochea - Mar del Plata


Ramiro y Martín se llevan apenas dos años. Cuando secuestraron a sus padres Tomás Fresneda y María de las Mercedes “Mecha” Argañaraz el primero tenía poco más de 4 y el segundo 2 y medio. Ayer los dos hermanos declararon ante el tribunal que juzga a 16 imputados -entre policías y militares- por los crímenes cometidos en centros clandestinos de detención (CCD) que funcionaron en Mar del Plata y Necochea. Ambos reclamaron que los represores confiesen que hicieron con los hijos apropiados y destacaron “la gravedad institucional” que implica que el juez Pedro Federico Hooft -acusado de crímenes de lesa humanidad- siga ejerciendo funciones en el poder judicial.

Los hermanos Fresneda llegaron desde Córdoba, allí viven y ejercen su profesión. Ambos son abogados como lo fue su padre. Tomás Fresneda pertenecía a la Gremial de Abogados, un grupo de profesionales que se dedicaba al derecho laboral y representaba a trabajadores y a gremios. Por ese motivo fue blanco de las patotas del Ejército en la tristemente celebre “Noche de las Corbatas”, operativo realizado entre el 6 y 8 de julio de 1977 en el que secuestraron a un grupo de abogados. Fueron alojados en la comisaría cuarta y en “La Cueva”, el CCD que funcionó en la Base Aérea local. Carlos Bossi, Camilo Ricci y la mujer de Jorge Candeloro lograron sobrevivir. Norberto Centeno fue asesinado y el resto: Salvador Arestín, Tomás Fresneda, “Mecha” Argañaraz -embarazada de 5 meses- y Jorge Candeloro, permanecen desaparecidos.

Ramiro y Martín fueron testigos del secuestro de sus padres. Ayer contaron a los jueces Alfredo Ruiz Paz (presidente), Lidia Soto, Elvio Osores Soler y Daniel Cisneros que mientras una patota ingresaba al estudio de su padre, la tarde del 8 de julio del '77, otro grupo lo hacía en el departamento de México al 3000 donde estaban ellos con su madre.

Ramiro tiene imágenes “grabadas a fuego”: su mamá agarrada a los marcos de las puertas para que no se la lleven a la rastra y las armas de los captores. Nunca había visto armas de verdad tan de cerca hasta ese momento. Los dos hermanos y su mamá fueron llevados al estudio jurídico.

Martín aseguró que su padre se entregó en el estudio porque sabía que la patota los tenía a ellos y a su mujer. Recordó que Tomás llegó al estudio y dijo: “soy Tomás Fresneda y estoy desarmado”. Los secuestradores lo golpearon y se lo llevaron junto con su mamá y Carlos Bossi. Él y su hermano quedaron junto a su abuela paterna.

Al poco tiempo Martín y Ramiro quedaron al cuidado de su abuela materna, Otilia Argañaraz, una mujer incansable que luchó hasta el último día de su vida por saber dónde está su hija, su yerno y su nieto/a nacido en cautiverio y seguramente apropiado. Con los años, los hermanos reconstruyeron - a través del relato de terceros- el cautiverio de sus padres.

Tomás y “Mecha” fueron llevados a La Cueva y que los captores decían que su padre era Montonero y que su mamá pertenecía al ERP. Martín aclaró que ambos habían dejado de militar en 1973 y que Tomás había militado en la Juventud Peronista. Por relatos de otros detenidos sobrevivientes supieron que sus padres pudieron estar juntos en algunos momentos de su cautiverio. Incluso que “Mecha” pensó en escapar y que Tomás desechó el plan por miedo a que los mataran.

Marta García, esposa de Jorge Candeloro, y sobreviviente de La Cueva, les contó a los hermanos que la última vez que vio a su madre ella estaba bien y su embarazo continuaba. Martín y Ramiro dijeron ayer a los jueces que su madre fue cuidada hasta el momento del parto y que pudo haber parido en el Hospital Interzonal, lugar que durante las noches de la dictadura era “copado” por el Ejército. También supieron que Tomás fue torturado en varias oportunidades y que, por efecto de la tortura o de un disparo, murió en La Cueva.

Martín supo a través de Carlos Bossi, que su padre vio a gente conocida dentro del aparato represivo que funcionaba en La Cueva, gente que supuestamente podía ayudarlos. Hoy el menor de los Fresneda cree que podía tratarse de algún abogado que militaba en la Concentración Nacional Universitaria (CNU). Sin dar nombres, tal vez se refería a Eduardo Cincotta, ex integrante de la CNU, abogado y ex secretario general de la Universidad Provincial de Mar del Plata que a partir del golpe de Estado trabajó para el servicio de Inteligencia del Ejército. En 2008 fue detenido y pasó su último año de vida en prisión imputado de crímenes de lesa humanidad cometidos en La Cueva.

A las pocas horas del secuestro del matrimonio Fresneda, sus familiares presentaron un recurso de habeas corpus ante el juez Pedro Federico Hooft, quien llevó adelante las investigaciones por los hechos ocurridos en la Noche de las Corbatas. El trámite judicial nunca prosperó. Por esta y otras faltas a los deberes del funcionario público, el magistrado -aún en funciones- enfrenta una acusación por centenares de crímenes contra la humanidad.

Martín y Ramiro no dejan de preguntarse que habría pasado si Hooft hubiese cumplido su deber como juez. Por eso reniegan que todavía sea funcionario judicial. “Es una gravedad institucional importante que Hooft siga en actividad”, enfatizó el mayor de los Fresneda.

Los hermanos Fresneda vivieron el peregrinaje de su abuela Otilia para saber dónde estaba su hija y su yerno. Se criaron con una tía en Catamarca y luego se instalaron en Córdoba. Ambos ejercen la profesión de Tomás. Ramiro es abogado del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase) mientras que Martín lleva adelante los juicios por crímenes de lesa humanidad cometidos en Córdoba. Hoy su nombre aparece en los diarios de aquella provincia como el sucesor del fallecido Eduardo Luis Duhalde en la Secretaria de Derechos Humanos de la Nación. Los dos continúan la lucha de su abuela: quieren saber el destino final de sus padres y dónde está su hermano/a nacida en cautiverio. “Nacimos de esos huesos y necesitamos abrazarlos de nuevo”, concluyó Martín. Por su parte Ramiro exigió una respuesta a los acusados: “Si les queda dignidad digan qué pasó con los hijos apropiados”.
FuentedeOrigen:ElAtlantico
Fuente:Agndh

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