14 de mayo de 2012

MASACRE DE TRELEW: UN FALLO DE CASACION ABRIO EL DEBATE SOBRE LA IMPRESCRIPTIBILIDAD DE LOS DELITOS.

UN FALLO DE CASACION ABRIO EL DEBATE SOBRE LA IMPRESCRIPTIBILIDAD DE LOS DELITOS
Todas las fichas en el juicio oral
La Secretaría de DD.HH. de la Nación y la fiscalía plantean que la Masacre de Trelew es un delito de lesa humanidad. La decisión del tribunal es crucial para poder avanzar en las condenas de los imputados por los fusilamientos.
Por Ailín Bullentini
Los acusados por el asesinato de 16 militantes empezaron a ser juzgados la semana pasada.
Imagen: Télam
Para las partes que cumplen con la función de acusar en la causa de la Masacre de Trelew, el asesinato de los 16 presos políticos y el intento de homicidio de los tres sobrevivientes en el marco del fusilamiento cometido por miembros de la Marina en la base Almirante Zar de esa ciudad de Chubut el 22 de agosto de 1972 es un delito de lesa humanidad. “La querella de la Secretaría de Derechos Humanos no tiene dudas al respecto”, planteó el abogado que la representa, Germán Kexel. La postura del organismo en el juicio que comenzó hace una semana en Rawson coincide con el objetivo de la Fiscalía, a cargo del fiscal general de Rawson, Fernando Gelvez, y su colega de Comodoro Rivadavia, Horacio Arranz. Sin embargo, una serie de recursos interpuestos en la etapa de instrucción por algunos de los cinco acusados que exigían la prescripción de los delitos –pasaron más de 40 años– originaron un fallo de la Cámara de Casación Nacional que puso todas las fichas sobre la mesa del juicio oral. “Cuestión de hecho y prueba que deberá definirse en la etapa oral”, mencionó la Cámara entonces, tras rechazar los pedidos de las defensas y llevar a la “cárcel a los culpables” reclamado por los familiares de las víctimas y los organismos de derechos humanos al máximo de suspenso posible. “Es lo crucial en la investigación. Sólo si el tribunal los considera delitos de lesa humanidad podremos hablar de la existencia de la imprescriptibilidad de los crímenes y, por ende, probar los diferentes grados de responsabilidad de los acusados”, advirtió Gelvez.

El interrogante sobre la naturaleza de los fusilamientos es eje principal del emblemático juicio que en ésta, su segunda semana de avance, contará con la declaración de uno de los acusados, el marino Jorge Bautista –imputado por encubrimiento– y de los primeros testigos de las partes acusadoras. ¿En qué elementos, entonces, se basaron para considerarlos delitos de lesa humanidad la Fiscalía y la Secretaría de Derechos Humanos? La posición de ambas apunta a los contextos previo y posterior en el que se produjeron los asesinatos de los jóvenes militantes políticos de las organizaciones armadas Montoneros, FAR y PRT-ERP y aseguran sin vacilar: la Masacre de Trelew es el germen del terrorismo de Estado, del “genocidio argentino de 1976”.

La investigación de los fusilamientos comenzó con la denuncia de los abogados involucrados en la temática de derechos humanos Alberto Pedroncini y David Baigún, presentada en 2005 ante la Justicia Federal porteña. “Entre la documentación que presentaron figura un manual de reglamentos del Ejército elaborado en 1968 y que rigió desde entonces, la mayoría firmados por el entonces jefe del Ejército Agustín Lanusse, que describen mecanismos psicológicos, operaciones antisubversivas, exterminio del elemento subversivo, operaciones contra la guerrilla urbana”, apuntó Kexel. El documento había sido presentado entonces por la defensa del represor Santiago Riveros en el marco de una causa en la que estaba imputado por violación a los derechos humanos con el objetivo de hacer responsables de los crímenes a las más altas autoridades militares. “Sirvió como prueba de la categoría de lesa humanidad de la masacre porque permitía describir el contexto represivo inmediatamente anterior a la dictadura militar. El Ejército argentino ya había escrito y publicado reglamentos para proceder ante el accionar de un enemigo en la población civil, el ‘subversivo’ como lo llamaron, aquel que pensaba distinto, con el objetivo de eliminarlo”, apuntó Kexel.

“Contamos con abundante prueba documental y testimonial, como es el caso de la compañera de una de las víctimas, Rubén Bonet, Alicia Bonet –estaba clandestina cuando su compañero fue asesinado–, o el detalle de la Cámara Federal, que la dictadura de Lanusse creó especialmente para juzgar a presos políticos, que confirman la situación de persecución a determinadas organizaciones políticas, que esa persecución se estaba dando desde antes de la madrugada del fusilamiento, que era manifiesta, que hubo represión ilegal y que este hecho fue el inicio del terrorismo de Estado”, de 1976, comentó el fiscal general de Rawson que participó en la investigación desde el momento en que de la Justicia porteña pasó a la de la capital chubutense, poco después de la radicación de la denuncia.

La Cámara Federal mencionada por Gelvez, conocida como el “Camarón”, también es un elemento que destacó Kexel, “un fuero antisubversivo creado ad hoc con reglas particulares y a miles de kilómetros de sus familiares”, apuntó el representante de la Secretaría de DD.HH. Fue el juez Jorge Quiroga, integrante del “Camarón”, quien interrogó a los 19 militantes que tras intentar fugarse de la unidad penal 6 de Rawson, el 15 de agosto de 1972, fueron encerrados en la base Zar hasta su muerte, el 22 de ese mes.

Para Kexel, “el post 22 de agosto de 1972 termina de explicar los hechos”: la persecución y la desaparición de la familia Pujadas (los vínculos directos de Mariano Pujadas, otra de las víctimas, están casi todos desaparecidos), la desaparición forzada de los tres sobrevivientes de los hechos (Alberto Camps fue asesinado el 16 de agosto de 1977; María Antonia Berger y Ricardo Haidar continúan desaparecidos) y la muerte de otros tres chicos que tras la balacera habían quedado vivos (Bonet, Miguel Polti y Alfredo Kohon), a quienes dejaron morir sin atención médica son algunos de los elementos que “explican la continuidad represiva en el terrorismo de Estado. El genocidio argentino del ’76 no empezó de la noche a la mañana, sino que es un proceso que se venía trabajando hacía rato”, concluyó.



El embrión represivo
El ministro de Justicia y Derechos Humanos, Julio Alak, calificó de “trascendente” el comienzo del juicio por la Masacre de Trelew y sostuvo que “ese hecho fue el embrión del terrorismo de Estado en nuestro país y la continuidad del acoso al campo nacional y popular desatado en 1955”.

Alak remarcó que el proceso contra los responsables de los fusilamientos de 19 detenidos políticos –16 de los cuales murieron– “repara una deuda histórica de la democracia con la militancia”.

“El juzgamiento de los responsables de los crímenes aberrantes ocurridos en los años setenta y ochenta es el mayor desafío afrontado por la Justicia y la sociedad argentinas. El auténtico Nunca Más recién llegará cuando se cierre el proceso de Memoria, Verdad y Justicia iniciado por Néstor Kirchner en 2003.”

Para el ministro de Justicia “la acción desarrollada en materia de derechos humanos nos permitió recuperar los fundamentos éticos del Estado, que nunca debió haber consentido que los genocidas y asesinos ocupen otro lugar que no sea la cárcel”.


Duahlde estará presente
Por Ailín Bullentini
Su muerte no permitió que el ex secretario de Derechos Humanos de la Nación Eduardo Luis Duhalde ofreciera su testimonio en el juicio por la Masacre de Trelew, aunque fue un pedido de ese organismo y de la Fiscalía que su palabra –ofrecida en instancia de instrucción– sea incorporada por lectura. Seguramente habría sido, también, el firme representante de la secretaría ante el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia, que comparece en esta etapa de la causa. “La Masacre de Trelew fue su causa paradigmática”, dijo el abogado que lo suplanta, Germán Kexel. Es que Duhalde fue el abogado de las víctimas cuando estaban confinadas en la Unidad Penal 6ª de Rawson, antes de fugarse. Llegó a la ciudad de Trelew inmediatamente después de que acontecieran los fusilamientos, redactó recursos de hábeas corpus y los entregó por debajo de su puerta al juez Jorge Quiroga, integrante del “Camarón”. Intervino en la causa de la fuga de los militantes muertos, la única manera en que la Justicia se ocupó, entonces, de las víctimas; organizó conferencias de prensa desde allí para hacer públicos los asesinatos. “Atestiguó en el marco del juicio por todo eso, pero también por haber sido una de las primeras personas que se animaron a definir públicamente que, por la metodología represiva utilizada, la Masacre de Trelew tenía muchos elementos en común con el terrorismo de Estado impulsado a partir de 1976”, precisó el abogado.
Fuente:Pagina12

Masacre de Trelew: revelaron cómo fueron los fusilamientos
El ex marino Jorge Bautista, acusado de encubrir la masacre, fue el único de los cinco procesados que participó de la inspección ocular que se realizó en el lugar donde estaban los calabozos en la Base Almirante Zar. La confesión del horror.
13.05.2012 
Masacre de Trelew: el ex marino Jorge Bautista mira el piso antes de recorrer los calabozos
“La PAM era un arma maldita”, te dice con su voz de abuelo, que sabe por experiencia propia que esa pistola ametralladora la tocás y la ráfaga se dispara sola, como con ganas. Como se disparó la madrugada del 22 de agosto de 1972. El mismo día pero al mediodía, el teniente de navío retirado Jorge Bautista aterrizó en la Base Almirante Zar de Trelew para investigar. Vio la pila de cuerpos, la sangre en el pasillo, los restos de balas en el piso, en las paredes. Escribió un sumario militar sin la palabra “fusilamientos”. El papel se perdió o lo perdieron.

Bautista no se perdió y quiso estar en la inspección ocular que ordenó el juez Enrique Guanziroli, a caro del tribunal que investiga la Masacre de Trelew. Así se diferenció de Luis Sosa, Emilio Del Real, Carlos Marandini y Rubén Paccagnini, sus colegas de banquillo, que se fueron de Chubut quién sabe hasta cuándo.

Acusado de encubrir la Masacre de Trelew, esperó el recorrido en un banquito. Solo. Cuando lo descubrió, la prensa lo miraba sin atreverse a más. “Ya tengo 86 años, soy del ´25 y estoy bastante averiado, no sé si podré volver al juicio”. No dice enfermo: dice averiado. No mostró alguna emoción. Esta Base no es aquella, insiste. Su cara es casi blanca. Si de alguien se puede decir que es de tez blanca, es de este anciano. El bastón es una extensión de su mano derecha. Cara de nada cuando lo filman, le sacan fotos, lo miran como una atracción extra e inesperada para esta inspección de rutina.

Papeles en mano, los abogados entran al sector que era de celdas. Esos calabozos existen sólo en el aire. Uno se da cuenta donde estaban las paredes gracias a cintas azules del piso al techo. En los muros blanco pálido hay papelitos diminutos con números, letras, códigos: son las marcas de los balazos que halló la pericia científica. Más papeles explican quién estaba en cada celda, diminutas todas: primero y a la izquierda, “Pujadas-Astudillo-Capello”. Luego “Ulloa-Suárez-Mena”, “Berger-Villarroel de Santucho-Sabelli”, “Toschi-Bonet”, “Del Rey- Polti”-, “Kohon-Haidar”, “Lea Place-Lesgart” y así. Una faja de seguridad protege el sector y el piso está mugriento de tierra. 

Bautista entra, recorre, señala con el bastón, a falta de regla mide el piso con los dedos o con el bastón. Es casi su segunda investigación, 40 años después. Se para frente a la placa de “Nunca más” pero no la nota y si la nota, ni la mira. A él sí lo miran los nombres impresos en dorado de los fusilados.

“Las colchonetas y las mantas estaban en el hall con las armas que se usaron, pero a mí nadie me las entregó ni vio quien las usó”. Ya lo había dicho pero aquí casi se pueden ver esas mantas y las PAM tibias. Con su lenguaje dice que en la entrada se encontró “más densidad de cadáveres” que al fondo del pasillo. “Indudablemente los dejaron para que los viera el juez”, supone y aporta un dato clave: “Creo que había un séptimo herido; apenas inicié la instrucción me dijeron ´Bonet acaba de morir´. Pero sólo fueron evacuados los tres sobrevivientes (Ricardo Haidar, María Berger y Alberto Camps). No es lo mismo asimilar la cantidad de heridos que la cantidad de sobrevivientes: los sobrevivientes iniciales fueron más que los finales”.

Ese mediodía halló cápsulas detonadas por casi todas partes. Pero dentro de los calabozos “no había nada, ni sangre ni marcas de balas, sí en el pasillo y en el resto”. No recuerda plomos incrustados, apenas las marcas que quedaron. En su trabajo alguien le dijo que los presos heridos, al fondo, se arrastraban como podían para meterse en los calabozos. Dejaban huella de sangre. “Reptaban”, le dijeron. Y de nuevo uno se imagina moribundos desesperados, tirados, impotentes, caminando con los codos para huir del tiro de gracia.

Bautista precisa en detalle los dúos o tríos de presos en cada cárcel.
-¿Cómo sabe en qué celda estaba cada preso?
-Porque investigué y de la Enfermería me llegaba una tarjeta con el nombre de cada uno y los proyectiles que le habían sacado. Yo tenía que saber dónde estaba cada nombre que me llegaba.

-¿Y dónde estaba ese biombo donde se escondió Marandino?
-Eso que nombró Marandino es una fantasía.

Según su memoria, la puerta de entrada que separa a este sector del hall de entrada no existía y nada separaba. Y ese hall que conecta con la puerta principal de la Base era mucho más grande. “Pero de este hall no me pregunten nada porque casi no me acuerdo”. Como la cama de cemento de cada celda era una y muy angosta, cada noche los presos se turnaban para usarla. Uno en el piso, otro arriba. “En la entrada había una habitación donde se guardaba material de tiro pero no armas”.

Algo flota en este croquis gigante y es sentirse diminuto y caminar en el tablero de un arquitecto, esquivando las marcas del piso como si se fuese a chocar con lo que no está pero estuvo. Un simulacro de las celdas. Es como cuentan, como se lee en los libros y relatan los documentales: el pasillo dibujado en el suelo es angostísimo.

Es imposible no imaginar la fila de presos apretados, el grupo de marinos y el fuego que aturde las paredes. Sobrevivir en ese túnel de balas debió ser un milagro. Si el capitán Sosa dice la verdad y fue hasta el fondo y volvió, fue un tipo valiente para caminar con centímetros de espacio. O fue un tipo imprudente que mereció la sanción que este anciano aconsejó aplicarle, a él y al fantasma de Roberto Bravo. Pero es difícil creer que más de dos personas entren en un par de baldosas. Rodeado de gente Bautista no se inmuta. Es evidente que su abogado le aconsejó soportar el asedio judicial y periodístico. No parece el hombre que le pegó duro a la Justicia Federal por convertirlo de testigo en imputado. Pese a su generosidad hay cosas que no recuerda, como si las puertas de los calabozos eran de madera o de metal. La recorrida duró casi una hora. El personal de la Base miró curiosa, supervisó, pidió permiso, fue firme pero gentil. Puede que tampoco sea más aquella Armada.

Todos vuelven a Rawson. Su abogado le dice al oído que no hable con la prensa. Bautista no se perdió y de nuevo hizo historia. Esta Base no será aquella pero tampoco es otras bases del país que seguro conoció. Aunque no se dé cuenta. Aunque te salude pero sin darte la mano y te avise que la PAM es una metralleta maldita. Que se dispara sola y mata con ganas. Lo sabe por experiencia, te dice.
Fuente: Subsecretaría Derechos Humanos de Chubut
Fuente:Diagonales



MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA
Alak: "La Masacre de Trelew fue el embrión del terrorismo de Estado"
El ministro de Justicia y Derechos Humanos, Julio Alak sotuvo que el juicio por el fusilamiento de dieciséis presos políticos en la madrugada del 22 de agosto de 1972 en la Base Almirante Zar de la Armada Argentina "repara una deuda histórica de la democracia con la militancia", y señaló que "ese hecho fue la continuidad del acoso y persecución al campo nacional y popular desatados en 1955".

En ese sentido, el funcionario nacional manifestó que "el juzgamiento de los responsables de los crímenes aberrantes ocurridos en los años setenta y ochenta es el mayor desafío afrontado por la Justicia y la sociedad argentinas"; y subrayó que "el auténtico 'Nunca Más', recién llegará y será una realidad cuando se cierre el proceso de Memoria, Verdad y Justicia iniciado por Néstor Kirchner en 2003".

Tras asegurar que "desde 2003 en Argentina no tenemos lugar ni tolerancia para los privilegios, y mucho menos perdón para los responsables de semejante genocidio", Alak destacó que "la política de derechos humanos es una auténtica política de Estado, cuyo mensaje final es un no rotundo a la impunidad".

El Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia juzga a los capitanes de fragata Luis Emilio Sosa y Emilio Del Real, los capitanes de navío Rubén Norberto Paccagnini y Jorge Enrique Bautista, y el cabo Carlos Amadeo Marandino, por el fusilamiento de dieciséis presos políticos en la madrugada del 22 de agosto de 1972 en la Base Almirante Zar de la Armada Argentina.

La causa por la masacre de 1972 se abrió a pedido del CELS, en representación de familiares de los fusilados, tras la reapertura de las investigaciones por crímenes de la última dictadura. La Armada había instruido un sumario en base a su falacia habitual: intento de fuga repelido por marinos con todos los muertos en el bando contrario y ni un rasguño en el propio.
Fuente:Pagina12


A la masacre le siguió una pueblada, ferozment6e reprimida 
Encarnación Díaz evoca los fusilamientos de 1972 y la solidaridad con los presos de Rawson y Trelew Eduardo 
Por Duschatzky Rawson (enviado especial).-
Trelew: los militantes de hoy evocan la militancia y la solidaridad popular de ayer.
Encarnación Díaz acudió con sus 83 años a todas las audiencias del juicio por la Masacre de Trelew, desde el pasado lunes, como estuvo presente antes en toda actividad en memoria de los prisioneros fusilados el 22 de agosto de 1972 en la base Almirante Zar de Trelew. “Aquel 22 de agosto el pueblo de Trelew quedó consternado y en un primer momento con cierta parálisis, que equivalía a decir: `cómo se animaron a tanto`”, dijo Encarnación a Télam, con la misma lucidez con la que habló el domingo último, en la víspera del comienzo del juicio, en un multitudinario acto en la base Zar, próxima a la ciudad, en la áspera estepa de la meseta patagónica.

Su indignación no cesa, ni aún 40 años después: “Además, los oficiales de la Armada faltaron a su palabra, porque los jóvenes se rindieron en el aeropuerto (tras la fuga del penal de Rawson del 15 de agosto) después de que les prometieron garantías. Pactaron frente a los medios de prensa y el juez (Alejandro) Godoy”. Acordaron que los devolverían a la misma cárcel, la Unidad 6, pero “llegó la orden de llevaron a la base” Zar, donde el 22 de agosto fusilaron a los 19 prisioneros recapturados, de los cuales ese día murieron 16 y otros tres sobrevivieron con graves heridas.

¿Qué tenía que ver Encarnación con los fusilados? Ella se había radicado en Trelew en 1958, el mismo año en que Chubut adquirió la condición de provincia. Era docente. Y a comienzos de los `70 se sumó a la Comisión de Solidaridad constituida por vecinos “a partir del momento en que trajeron aquí, al penal de (la vecina) Rawson a los detenidos políticos”. “En la U6 estuvieron detenidos no solamente estos jóvenes, que después de la fuga fueron asesinados, había además muchísimos presos sin proceso, sin indicación alguna de porqué estaban detenidos pero con la calificación de `delincuentes subversivos`”.

Sobre esta calificación genérica, que la dictadura aplicaba a todos los presos políticos y sociales, Encarnación relata a este enviado lo que llama “una pequeña anécdota”. “El doctor Hipólito Solari Yrigoyen, que estaba detenido allí, quería tener sus lentes para poder escribir o leer y la esposa se los llevó a la U6. Cuando el carcelero se los fue a entregar, le dijo que tenía que firmar un papel que decía: `Consta la entrega al delincuente subversivo Hipólito Solari Yrigoyen…`. El se negó a firmarlo. Prefirió quedarse sin sus lentes, antes que convalidar esa calificación”, relató.

Le entrevistada se disculpa: “sé que estos reportajes tienen que ser cortos pero yo haría una historia de los pequeños detalles, muchas veces más elocuentes que los grandes trazos”. Así, cuenta que el sindicalista y líder del “cordobazo” Agustín Tosco, al salir de la cárcel en Rawson, cumplió su primer deseo de ir al mar, donde se mojó los pies, porque, explicó a quienes lo acompañaban, en la noche oía desde su celda el rumor del océano. “Esta gente luchadora, así como es gente de acción, también es poeta con su accionar. Hay poesía en la acción de un ser que lucha por los otros”, acotó. 

Agregó que “la cárcel de Rawson en esa época estaba llena de sindicalistas”, entre los cuales el “Gringo” Tosco, dirigente de Luz y Fuerza de Córdoba y de la CGT de los Argentinos. “Tosco era un modelo de sindicalista honesto, combativo, con el sentido de combatir por los intereses de los trabajadores”, que “ni siquiera se tomaba a pleno su licencia gremial”, sino que periódicamente “volvía a su lugar de trabajo para estar cerca de los compañeros”.

El 15 de agosto de 1972 se fugaron de la cárcel de Rawson 25 prisioneros que integraban las organizaciones FAR, ERP y Montoneros, seis de los cuales consiguieron completar el escape en avión rumbo a Chile, mientras los 19 restantes, que no llegaron a tiempo, se rendían con garantías incumplidas por sus captores. “De alguna manera la fuga está considerada como un derecho, una tendencia casi natural del hombre prisionero, especialmente en dictadura. Tanto es así que, efectuada una fuga, no se pena en sí mismo por la fuga. Se abre, sí, una investigación por el hecho de cómo fue", reflexionó Encarnación.

En cuanto a la creación de la Comisión de Solidaridad con los presos políticos en Trelew, señaló que la dictadura de 1966-73 enviaba a los detenidos “a este lugar lejano, porque la Patagonia era un lugar lejano en esos tiempos, para aislarlos de sus abogados, si los tenían, y de sus familiares, que debían sortear enormes dificultades para visitarlos”. “Había muchos presos provenientes de las provincias más alejadas, como Chaco o Tucumán, buena parte de ellos obreros, también estudiantes, y el viaje (de sus parientes) era muy caro”. Entonces, los familiares empezaron a alquilar colectivos que venían una o dos veces por mes, “y nosotros formamos acá una Comisión de Solidaridad con los presos políticos”, de la que surgían apoderados para visitarlos y que asistía a los parientes, brindándoles alojamiento, comida y el calor de la solidaridad”.

“Creo que este sistema cruel, de traer a los presos acá, tan lejos, les salió como un tiro por la culata. No sólo no pudieron aislar a los presos, sino que además la zona se politizó como hasta entonces no había sucedido”, rememoró Encarnación. En esta actividad solidaria estaban Encarnación Díaz y su esposo, Beltrán Mulhall, junto a otros pobladores de Trelew y también de localidades cercanas, como Rawson, Madryn y Gaiman. En contrapartida, la región “se pobló de unos señores `extraños`.

Pero estas poblaciones eran mucho más chicas de lo que son ahora y los `extraños` llamaban la atención”, narra la entrevistada. “Hacían seguimientos a quienes integrábamos la Comisión. Por casa pasaban vehículos de la base (Zar) sin disimulo. O me seguían cuando salía de dar clase en el Colegio Nacional o el Comercial de Trelew. No disimulaban, porque su idea en un primer momento era asustar, acobardar, con la intención de quebrar la solidaridad que había nacido dentro del pueblo de Trelew”. El amedrentamiento se agravó y se convirtió en represión abierta “después de la fuga y posterior asesinato de 16 de los presos, que no otra cosa es la Masacre de Trelew”, dijo Encarnación.

“Revocaron a todos los apoderados (con derecho a visitar a los presos) y dos meses después (de la fuga) se llevaron detenidos a 16” integrantes de la Comisión de Solidaridad, el mismo númer que los asesinados el 22 de agosto. “La intención era hacer una represalia ejemplificadota”.

Ensañamiento con militantes y familiares 
La persecución a militantes de Trelew, como a sobrevivientes y familiares de los fusilados el 22 de agosto de 1972, recrudeció con secuestros, torturas y asesinatos cometidos por los represores después del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Encarnación Díaz evoca estos crímenes de la última dictadura en las personas del militante comunista Elbio Angel Bel, quien fue apoderado de Roberto Santucho, uno de los seis jefes guerrilleros que en la fuga de 1972 consiguieron llegar en avión a Chile, y del abogado radical Mario Abel Amaya, defensor de presos políticos que, en esa condición, tuvo saliente actuación en los sucesos de ese año que derivaron en la Masacre de Trelew. “Bel era maestro, igual que yo. Tenía conocida pertenencia al Partido Comunista. Era un hombre joven, pensante y muy querido por el pueblo, porque en pueblos chicos, como era Trelew en esa época, donde nos conocíamos todos, no podían hacer un cuco de un comunista", recordó

Encarnación en diálogo con Télam. Sobre la muerte de Amaya, sostuvo que “debemos considerarla un asesinato porque fue producto directo de las torturas que sufrió”.

Referente político en Trelew y provincial e impulsor de la Comisión de Solidaridad a comienzos de los `70, Bel fue secuestrado el 5 de noviembre de 1976 -junto al hijo de ocho meses, después devuelto a su madre- y permanece desaparecido. A su vez, Amaya fue secuestrado en Trelew el 17 de agosto de 1976, atormentado en instalaciones represivas en la zona, luego en unidades militares próximas a la ciudad bonaerense de Bahía Blanca, junto a Hipólito Solari Yrigoyen, después “blanqueado” en el penal de Rawson y, durante los dos meses desde su captura, sometido a torturas que le causaron la muerte el 16 de octubre.
FuentedeOrigen:Telam
Fuente:Agndh

13/05/2012 
Masacre de Trelew: postales e instantáneas del día que el capitán Bautista regresó a la Base 
Un documento imperdible. 
Apertura. Personal de la Base rompe las fajas que protegían el lugar. 
Fueron las imágenes más poderosas de la semana que pasó: el recorrido del ex capitán de navío Jorge Bautista por la Base Aeronaval Almirante Zar de Trelew. El militar retirado fue el responsable de escribir el sumario que investigó el fusilamiento de 19 presos políticos, la madrugada del 22 de agosto de 1972. Cuarenta años después, eligió por su cuenta acompañar la inspección ocular que ordenó el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia.

El miércoles, jueces, defensores, fiscales, querellantes, secretarios y una nube de periodistas acompañaron esa mañana histórica: el regreso de uno de los acusados por la Masacre de Trelew al lugar de los hechos. Las postales de este diario muestran todo el episodio y en cronología: la apertura de ese lugar, que estaba cerrado con faja judicial; la revisación del sector donde se ubicaban los calabozos; la charla de Bautista con la justicia y el final del procedimiento, ya fuera de la Base.

En mayor o menor medida, todos quienes estuvieron presentes entendieron que se trató de una audiencia para la memoria. Pese a que las paredes y las puertas ya no están y sólo existen gracias a los croquis. Los nombres de los muertos fueron escritos en papelitos pegados a la pared y también obligan a imaginar cómo fueron esos minutos trágicos. Al igual que el famoso pasillo, ese en el cual los presos fueron obligados a formarse en fila, mirando el piso, para recibir las ráfagas de las pistolas ametralladoras PAM.

Memoria 
Para lo que pudo recordar, esa mañana de miércoles Bautista mostró una memoria prodigiosa. Aunque en tramos su relato favorece la versión oficial de la Armada Argentina, aquella según la cual los encarcelados intentaron fugarse tras agredir al capitán de fragata Luis Emilio Sosa, lo que obligó al uso de la fuerza. En otras partes, en cambio, el anciano brindó detalles que en rigor comprometen a los acusados, como revelar que a su llegada había al menos 6 sobrevivientes de la balacera. Para los querellantes, esto implica que al menos 3 presos murieron por una intencional falta de atención médica. 

Informal 
Aunque con prevenciones y sin declaraciones oficiales, Bautista no esquivó las consultas informales de la prensa. Es que hasta los cronistas se sorprendieron con su presencia. Pero todos sus diálogos fueron extremadamente cuidadosos.

Aconsejado por su abogado Gerardo Ibáñez, el marino imputado por encubrimiento mostró total predisposición para contestar las preguntas del juez Enrique Guanziroli y del resto de las partes. Y terminó la jornada sentado de nuevo en el Cine Teatro "José Hernández" de Rawson. Su defensor aseguró que está tomada la decisión de que Bautista declare en algún momento del juicio. Sólo esperan el momento procesal justo. Y ya se puede decir que será otro instante para el recuerdo.
FuentedeOrigen:LaJornada
Fuente:Agndh

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