9 de agosto de 2012

LOS JUZGA UN TRIBUNAL LOS CONDENAMOS TODOS.

EL TESTIMONIO DE "CHOLO" BUDASSI EN EL JUICIO DE SAN NICOLAS
La represión la vivió en carne propia
Fue secuestrado y torturado en 1977. "Más que información, parecía que buscaban destruirnos como personas", dijo ayer ante el tribunal. Apenas salió, comenzó a trabajar para reconstruir la historia de aquellos con los que compartió cautiverio.
Por Sonia Tessa
Desde San Nicolás
El juicio se desarrolla en el Concejo de San Nicolás.Imagen: Alberto Gentilcore.
José María "Cholo" Budassi dedicó su vida a investigar la represión en San Nicolás y recuperar la memoria de los compañeros desaparecidos. "Estar vivo para contarlo es algo que ha signado mi vida. Hoy, frente al Tribunal, es el momento", dijo ayer en el Concejo Deliberante, donde se realizó la audiencia por crímenes de lesa humanidad cometidos en esta ciudad. Budassi es testigo en la causa Alvira ??por las desapariciones de María Cristina y Raquel Alvira, Horacio Martínez, Rosa Baronio, Eduardo Reale y María Regina Spotti?? y al mismo tiempo es querellante en la causa por su propio secuestro, el de su amigo Pablo Leonardo Martínez y la desaparición de Gerardo Cámpora y Carlos Farayi, a la que se conoce como la de los ex alumnos del Colegio Don Bosco. Antes de terminar su testimonio, Budassi planteó su descontento.

"Vengo a declarar como testigo en esta causa, pero también declaro como víctima y quiero expresar que todavía no entiendo por qué la causa del colegio Don Bosco no puede estar en este juicio. Por una decisión del juez (federal de San Nicolás, Carlos) Villafuerte Ruso, se desdobló, cuando es evidente por la fecha de los hechos y por los mismos documentos de inteligencia militar que se trata del mismo operativo", planteó. La presidenta del Tribunal Oral Federal número 2, Beatriz Caballero de Baravani, atinó a decirle que se trataba de "cuestiones procesales que no hemos podido evitar".

Después de la audiencia, la abogada de la querella particular, Ana Oberlin, subrayó que el desdoblamiento es una de las tantas decisiones criticables del juez de instrucción. La profesional de Hijos y la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación apuntó que en las tres causas de San Nicolás "se llega al juicio oral con muchos menos de los imputados que se podría llegar. Villafuerte Ruso nunca investigó la conexión entre los distintos hechos y sólo dejó acusados a los que no podía obviar". "En la masacre de la calle Juan B. Justo está muy claro, porque había elementos para procesar a muchas otras personas. El juez de instrucción dilató los tiempos, fragmentó las causas, dejó que los acusados permanecieran libres pese a la gravedad de los delitos, y todas esas deficiencias las estamos pagando en el juicio oral", enfatizó la abogada.

En la causa de la masacre se investiga el asesinato de Omar Amestoy, Ana María Fettolini, los niños de 5 y 3 años María Eugenia y Fernando Amestoy y Ana del Carmen Granada. Por ese hecho están acusados el que fuera jefe del Area Militar 132 del Primer Cuerpo de Ejército, Manuel Fernando Saint Amant, el militar retirado Antonio Bossie y el ex jefe de la policía Federal, Jorge Muñoz. En la causa Alvira, en cambio, sólo se juzga a Saint Amant, al igual que en el secuestro de José Emilio Mastroberardino.

A Budassi nadie le contó cómo fue la represión en su ciudad. La vivió en carne propia. El testigo relató su secuestro, el 4 de mayo de 1977, cuando volvía a su casa por calle Almafuerte, manejando la camioneta familiar. Esa noche, lo llevaron a una casa operativa de la patota, cerca de la fábrica Somisa, en el barrio del Golf. Allí lo torturaron. "A veces, más que información, parecía que buscaban destruirnos como personas, obligarnos a traicionarnos a nosotros mismos y a quienes queríamos", dijo el Cholo. A la mañana siguiente, escuchó que llevaban a ese lugar a otras personas. Sintió voces de mujeres, eran una o dos. Le hicieron lo mismo que él ya había sufrido. "Para alguien que la vivió, es aún más desesperante escuchar que a otro lo torturan", expresó su dolor.

Al día siguiente, el Cholo intentó escaparse. Llegó a saltar por la ventana y correr unos metros, pero lo recapturaron. Lo llevaron a otro sitio. "Estuve en una celda, pedí para ir al baño y nadie me contestaba. En un momento escuché una voz que me decía 'gordo, gordo, ¿sos vos?'. Era María Regina Spotti, una compañera que había sido secuestrada el 21 de abril, a la que conocía de la militancia barrial. Ella le dijo que estaban en la Brigada de Investigaciones de San Nicolás. Al menos hasta el domingo 8 de mayo de 1977 estuvo allí y, cuando los guardias no controlaban, pudo conversar con María Regina. "Fui la última persona que pudo escucharla con vida. Es un compromiso muy grande", se sinceró Budassi.

Después de mantenerlo al menos tres días en la Brigada de Investigaciones, Budassi volvió a ser trasladado, a un lugar que estaba sobre la ruta 21, en el camino a Villa Constitución. En ese lugar eran "unos cuantos". Advirtió que además del matrimonio que escuchó el primer día, había algunas personas más. Allí permaneció hasta el 24 de mayo, cuando a él y a su amigo Pablo Martínez les fraguaron una detención en la comisaría 1ª de Junín. Supo por un subcomisario que el obispo Ponce de León había pedido por su vida. Budassi continuó detenido hasta la Navidad de 1982. Apenas salió, comenzó a trabajar para reconstruir la historia, pudo conocer los nombres de las personas con las que compartió cautiverio, que hoy forman parte de la causa Alvira. A partir de 2003, empezó a colaborar con el Equipo Argentino de Antropología Forense y tuvo acceso a un documento de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la provincia de Buenos Aires que describía claramente la represión en San Nicolás entre enero y julio de 1977. Allí estaban los nombres de todos los militantes desaparecidos en la zona. Budassi aportó hace años ese documento a la causa.

Una maliciosa pregunta del defensor particular de Fernando Saint Amant, Mauricio Bonchini, puso a Budassi en situación de responder a qué se refería cuando habló de "traicionarse a sí mismo y a las personas que quería". En ese momento, Budassi no pudo contener la emoción. "Para mí es muy doloroso responderlo. No sé si puede interpretarlo una persona que no pasó por el secuestro y la tortura", describió el testigo, quien lo puso en primera persona: "Me destruyó cuando me dijeron 'boludo, por qué no lo nombraste a Pablo si lo tenemos adentro desde las 5 de la tarde'. Por lo cual todo el esfuerzo, toda la resistencia que yo hice para no nombrarlo...". En ese momento, Budassi no pudo seguir hablando. El fiscal Juan Murray pidió la palabra. "Se están investigando hechos de los que el señor Budassi ha sido víctima, no la organización a la que pertenecía", puntualizó para impugnar las preguntas revictimizadoras.

Antes de abandonar el recinto, Budassi aclaró que estaba allí como "militante popular que padeció la cárcel y la persecución por razones que hoy son como respirar, que los jóvenes participen en los centros de estudiantes y se comprometan con un mundo mejor es lo que nosotros queríamos". El aplauso de la sala fue el broche de oro de la declaración.
Fuente:Rosario12

Jueves, 09 de agosto de 2012 

San Nicolás: ex detenido vio a seis desaparecidos en centros clandestinos 
Cuatro civiles y un ex militar testificaron ayer ante el Tribunal Oral Federal 2 de Rosario, en San Nicolás, en el juicio oral y público por tres causas de delitos de lesa humanidad cometidos durante...

Cuatro civiles y un ex militar testificaron ayer ante el Tribunal Oral Federal 2 de Rosario, en San Nicolás, en el juicio oral y público por tres causas de delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura en esa ciudad, que se unificaron en un mismo proceso. El más importante fue el testimonio del sobreviviente José María Budassi quien vio en centros clandestinos de detención de la zona a las seis personas desaparecidas por las cuales se instruyó la "causa Alvira".

En primer lugar testimoniaron tres vecinos que fueron testigos de los operativos del Ejército en los que fueron secuestrados los militantes de la JP-Montoneros entre abril y mayo de 1977, en lo que se conoce como "causa Alvira".

Se trata de Celia Perazzo, quien vivía en una vivienda ubicada detrás del inmueble que ocupaba el matrimonio de Horacio Martínez y María Cristina Alvira, de donde también fue secuestrada la hermana de esta última, Raquel Rosa Alvira, informó el letrado de la Secretaría de DDHH de la Nación Lucas Ciarniello.

También declararon otros dos vecinos: María Inés Albuerne y Mario Contartese, quienes brindaron detalles de lo que vieron durante los operativos del Ejército, a cargo del entonces jefe del Area Militar 132 Manuel Fernando Saint Amant, uno de los imputados en el juicio.

Luego fue del turno de Cholo Budassi, sobreviviente que pasó por tres centros clandestinos de detención de San Nicolás, quien declaró que durante su cautiverio vio con vida a varios de los militantes por cuyas desapariciones se realiza ahora el juicio oral y público.

"Yo estuve secuestrado en ese tiempo y soy testigo porque estuve en los mismos lugares donde estuvieron varios compañeros que cayeron por aquellos años, que venían de los barrios Trípoli y Don Bosco", contó Budassi. Dijo ante los jueces que vio con vida al matrimonio Martínez-Alvira y a la hermana de ésta, Raquel.

También testimonió su encuentro "en la Brigada de Investigaciones de San Nicolás con María Regina Spotti", otra de las víctimas en la causa. "En ese lugar, que es el único de los lugares donde estuve detenido que pude identificar, llegué a hablar con ella", dijo Budassi.

El integrante de la Mesa de la Memoria de San Nicolás dijo, ante las preguntas del fiscal Juan Patricio Murray, que también compartió cautiverio con el matrimonio de María Rosa Baronio y Eduardo Luis Reale, ambos desaparecidos.

El Tribunal también escuchó el testimonio del suboficial mayor (R) del Ejército Roberto Nilson Suárez, quien "estuvo imputado en la causa pero luego fue sobreseído, y era quien entregaba a los familiares de las víctimas los muebles que habían robado durante los allanamientos, aunque siempre había menos cosas y estaban destrozadas", explicó.
Fuente:LaCapital

Testigos: Después de 35 años narran lo vivido 
Por estas horas se desarrolla una nueva audiencia testimonial en la ciudad de San Nicolás. Esta vez es el turno de quien se puso al frente de la lucha para la resolución de los hechos acaecidos en mayo y abril de 1977 en nuestra localidad. 

José María Budassi se sentará en el banquillo para narrar su historia, que algún momento se cruzó con el tormento que vivió Regina Spotti, desaparecida el 21 de abril de aquel año. 

Mientras la gente se iba acomodando en la sala, los testigos aguardaban afuera el comienzo del proceso judicial. Budazzi, Manuel Gonçalves, Adriana Alvira y Beatriz Baronio se acomodaron en un rincón para charlar. 

El principal referente de la Mesa de la Memoria por la Justicia definió este miércoles 8 de agosto como un “día histórico”, ya que después de 35 años de “batallarla” lograron que su pasado fuera escuchado por la Justicia.

El “Cholo” Budassi, para los conocidos, también fue secuestrado en el año 1977 en San Nicolás. Recorrió varios Centros Clandestinos, y logró sobrevivir a aquel imborrable proceso militar. 

Fue en la Brigada de Investigaciones de calle Alem donde se encontró con Regina Spotti. Una joven que había sido secuestrada junto con sus hijos Víctor y Martín, por un grupo de personas de civil que se desplazaban en un Ford Falcon y un Torino. La mujer fue llevada al centro clandestino de detención (CCD). Luego Saint Amant restituyó los nenes a sus abuelos. 

Allí cruzaron varios diálogos que fueron guardados en la memoria para ser reproducidos ante el Tribunal Oral Federal Nº 2 este miércoles de agosto. 

Todos, víctima, familiares, organizaciones sociales y políticas, se unen en un solo reclamo: cárcel común.
Fuente:ElInformante


Juicio a los genocidas de San Nicolás 

“¿Gordo?, ¿Gordo?, ¿Sos vos?” 
09/08/2012
Por María Virginia Bertetti* 
José María Budassi, ex preso político y referente de DDHH en San Nicolás. | Foto: Juane Basso
Este miércoles en el juicio contra criminales de lesa humanidad de San Nicolás que actuaron durante la dictadura, declaró José María Budassi, un sobreviviente que pasó por numerosos Centros Clandestinos de Detención y vio en varios de estos a diferentes víctimas de la causa. El proceso, a cargo del Tribunal Oral Federal N° 2 de Rosario, tuvo su segunda jornada de audiencias testimoniales en el Concejo Deliberantes nicoleño.

Treinta y cinco años pasaron para estos pasos que dio hacia el estrado José María Budassi este miércoles, el “Cholo” para todo el mundo. Víctima y testigo de un terrorismo de Estado que consideró que militar en los barrios con su grupo de compañeros de la secundaria era un delito que le dejaría siete años de cárcel en su curriculum vitae. Siete años y un compromiso de por vida, que no pudieron silenciar.

Con su voz pausada y su cara de buen tipo, el Cholo comienza a narrar su historia, la cual en un punto del camino se une con la Regina Spotti. Ella le dijo a través de las paredes de un oscuro chupadero “¿Gordo?, ¿Gordo?, ¿Sos vos?”. Una voz que sigue resonando en sus oídos y lo llevaron a estar sentado en ese estrado, contando su verdad.

Los inicios
Nacidos y criados en Córdoba, a partir del año ’71 los Budassi eligieron el norte bonaerense para su nueva vida. “Cuando llegué acá –contó José María– me había anotado en el Comercial pero no tuve banco y se presentó la oportunidad de ingresar al colegio Don Bosco, donde cursé mis estudios desde 1972 a 1977. El período en que me tocó hacer la secundaria coincidió con el período democrático desde el ’73 al ’76 y luego con el inicio de la dictadura. El compromiso social era parte de la cultura de los estudiantes. Así di mis primeros pasos en el Movimiento Juvenil Diocesano, de los 15 a los 17. Mi tarea estaba vinculada a la iglesia y al trabajo social”. Realmente un cuadro peligroso, según la mirada de algunos.

Un viaje donde convivieron durante un mes y medio en un pueblito de pescadores de la provincia de Santa Fe lo marcó y significó una bisagra en la vida de Budassi. “Ahí entendimos, con el entusiasmo de esa edad, que la militancia social era necesaria”, aclaró. En el año 75 se constituyó la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), con mucha influencia de gente como el Monseñor Carlos Ponce de León. Justamente, uno de los principales contrincantes del obispo nicoleño era Saint Amant, quien ahora está finalmente en el banquillo.

Budassi relató que llegó a estar un año en Rosario como estudiante de Medicina, viviendo en pensiones y militando en los barrios. Hacia fin del 76, cuando ya las condiciones de militancia rosarina eran más que difíciles, decidió volverse al pago, a estudiar y de paso trabajar en la panadería de sus padres. Hasta que llegó la noche negra, la más temida.

El horror 
Era un cuatro de mayo de 1977, ya de noche en San Nicolás y con un otoño bien frío. José María solía ir caminando hasta su casa son uno de sus compañeros, para pedirle las llaves de la camioneta a su padre y alcanzarlo hasta su casa. Esa noche desviaron hasta la casa de Pablo Martinez, y en su lugar encontraron a su hermana, un poco extrañada porque Pablo no había regresado. Entonces el Cholo retoma calle Almafuerte para volver a su casa. Pero esa vuelta iba a demorarse siete años.

“A la altura de Almafuerte y Garibaldi veo un Ford Falcon celeste medio cruzado sobre la calle con el capot levantado como si tuviera un problema y una persona a su lado haciéndome señas para que me acercara y yo, muy inocentemente, me detuve”, recordó el Cholo. “Me apuntaron con un arma y me hicieron bajar. Primero pensé que me querían llevar la camioneta, pero después me di cuenta que me querían llevar a mi. Me comenzaron a golpear, y yo me resistí y empecé a gritar. En la esquina está el Bar Pancho e hice tanto escándalo que los parroquianos salieron y vieron el momento en que me subieron al Falcon y me llevaron. Conocieron mi camioneta y me reconocieron a mi e inmediatamente le avisaron a mi familia. Siempre digo que si me hubiese pasado en Rosario hoy posiblemente no estaría acá”, comentó ante el tribunal.

El espanto ya era parte de su vida y había entrado en ella sin pedir permiso. La primer parada será en un sitio sin identificar, posiblemente en el B° Alcoholera, como yendo hacia Somisa. Lo bajaron del auto, lo desnudaron y le robaron sus pertenencias. La tortura no se hizo esperar y buscaron quebrarlo de las peores maneras posibles. Cholo se detuvo en su relato y reflexionó: “más que información lo que buscaban era destruirnos como personas, obligarnos a traicionarnos a nosotros mismos y a los que nos rodeaban”.

El calvario continuó, teniendo a la desesperación acostada en su misma celda, al escuchar como torturaban a los recién llegados. Eso lo llevó a luchar por su vida como nunca antes.

“De la desesperación me descontrolé, me desaté y me bajé de la cama sacándome las vendas –recordó José María–. Vi que era una pieza vacía con una ventana que tenía un mosquitero viejo. Lo arranqué con las manos, salí por la ventana y comencé a correr. Estaba totalmente desnudo. Golpeé en una casa y salió una mujer, que cuando me vio comenzó a gritar así que seguí corriendo hasta que llegué a la ruta. La crucé y ya las piernas no me daban más. Había un obrador y ahi me tiré. Cuando me doy vuelta me están apuntando con un arma. Con la desesperación no me di cuenta que me seguían. Yo pensé que en ese momento me mataban”. Pero no, lo subieron a un auto y se lo llevaron a otro lugar.

Regina 
Ahí fue que empezó a pedir para ir al baño cuando alguien reconoció su voz y lo llamó. “¿Gordo?, ¿Gordo?, ¿Sos vos?”. Era la voz de Regina Spotti, a quien habían arrancado de la casa que compartía con su compañero Victor Almada el 27 de abril. Fue ella la que le dijo que estaban en la Brigada de Comunicaciones y quien se convirtió en su interlocutora hasta el domingo en que Budassi estuvo en esa celda. “Ella me preguntó por sus hijos y si su compañero estaba vivo”. Al día de hoy, el Cholo es la única persona que la escuchó con vida por esos días, algo que, en sus palabras, signó su vida.

A Regina la había conocido en el verano del ́75, militando en los barrios. La represión de la Triple A ya se hacía sentir hasta en San Nicolás y las agrupaciones tenían que utilizar mecanimos de control y seguridad. Es por eso que Regina era Carmen, o simplemente “La Gorda”.

El camino hacia la “legalización” 
Budassi está seguro de haber estado en la Brigada hasta el domingo por un detalle anecdótico: “A mi vieja le gustaba mucho el tango y miraba los sábados a la noche el programa Grandes Valores del Tango. En la celda en que estaba yo había una ventana que daba a una especie de cocina y escuche que estaban viendo ese programa, así que el sábado a la noche yo estuve ahí”.

El derrotero continuó en otro lugar sin identificar claramente, o que según los indicios se ubicaría en la ruta 21, cerca de la fábrica de llantas “Protto”. Al permanecer vendados, privados de la visión, los demás sentidos se identificaban y cada sonido era una señal. De uno de esos días, que duraron una semana, el Cholo recordó cuando estuvo en un salón grande, con otros detenidos, unos cinco o seis, donde el jefe de la patota dio una arenga orgullosa, afirmando que “la situación estaba manejada”. El nuevo destino de Budassi y Martinez estaba definido y un nuevo camino iniciaba esa misma noche, aunque aún no lo sabían.

“Después –relató Budassi–, aprendí que ese día se decidía que se hacía con nosotros. A Pablo y a mi nos metieron en los baules de los autos y del resto no supimos más nada. Era la madrugada del 25 de mayo, si mal no recuerdo. En un momento nos bajan y nos hacen subir al vehículo. A mi me ponen al volante y a Pablo en el asiento del acompañante. Nos hacen sacar las vendas y nos ponen un reflector muy potente. Nos dicen que tenemos que seguir y que atrás venía otro auto y que no nos mandáramos una macada o íbamos a poner en riesgo nuestra vida. No teníamos ni idea donde estábamos ni que iba a pasar con nosotros”. Un camino de madrugada, un destino incierto, dos amigos enfréntándose a lo desconocido.

“En una curva comienzan a aparecer soldados conscriptos y al final había un control militar. Los del primer vehículo les dicen unas palabras y siguen camino, a nosotros nos hacen frenar a un costado. Estábamos totalmente zaparrastrosos, con ropa que no era nuestra y no nos habíamos bañado en veinte días. El oficial nos interroga y nos pide los documentos, que obviamente no teníamos y cuando hacen abrir el baúl había un arsenal, lleno de armas y panfletos. Eso más que una mala noticia era una buena noticia. Dejábamos la condición de desaparecidos, nuestra familia iba a poder saber donde estábamos”, rememoró José María. Un giro de la historia, que permitió que el Cholo relate esto en la sala de audiencias.

Las cárceles y la vuelta a casa 
Una semana pasarían en la Comisaría Primera de Junín José María y Pablo, para luego ser trasladados a la Unidad Penal N° 3 de San Nicolás, donde no quedaron a disposición del Ejecutivo, sino del Jefe del Área Militar. En Junín donde aun siguieron detenidos en forma clandestina, en un momento un policía le preguntó desde la puerta de la celda su nombre, y luego agregó, frente a la respuesta de Cholo, “vos sos el que pidió el obispo”. Efectivamente, Ponce de León había intercedido ante las autoridades militares por él y por Pablo Martínez.

A los pocos días de estar en la UP 3 de San Nicolás lo llevaron a una oficina en la parte delantera del penal donde lo aguardaba el Mayor Ricardez, segundo en la cadena de mando en la zona. Lo esperaba con un ejemplar del diario “El Norte” abierto donde se leía claramente el titular “Falleció el Monseñor Ponce de León en un accidente”. Ahí mismo el Cholo supo que la noticia era diferente, al cura lo habían matado.

La estadía duró hasta abril del ’78, cuando lo trasladaron a Devoto, donde le realizaron un Consejo de Guerra, más o menos en la época del mundial de fútbol. “Me condenaron a ocho años por asociación ilícita, esa es la justicia que tuve”. Un mes en La Plata y de ahí un nuevo traslado a uno de los más oscuros penales del país: Sierra Chica.

Con la Comisión de DD.HH. pisándoles los talones, se trasladaron por esos días a todos los presos políticos a La Plata y a la recién estrenada cárcel de Caseros. Budassi fue llevado a La Plata en abril del 79 y no saldrá de allí hasta la navidad del ’82, cuando Bignone le conmuta la pena. Un camino a casa de demoró siete años.

Militante de Derechos Humanos, José María Budassi, el Cholo, espera el inicio de la causa por la que fue víctima, la que aún no tiene fecha exacta de inicio. Mientras tanto, trabaja a destajo por la Memoria, la Verdad y la Justicia.
* Fuente: Diario del Juicio
Fuente:RedaccionRosario

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