Dos testigos del momento del crimen
José Sotelo declaró que vio a tres personas armadas, dos de ellas apuntando hacia los tercerizados ferroviarios, y que los escuchó festejar “Negro, Negro, les dimos”. Norberto Rosetto afirmó haber visto disparar al barrabrava Cristian Favale.
Por Irina Hauser
El barrabrava Cristian Favale, señalado como uno de los que dispararon contra los tercerizados.
Imagen: Télam
José Sotelo, un testigo que dice que estaba de casualidad en Barracas cuando fue asesinado Mariano Ferreyra, declaró que vio a tres personas armadas, dos de ellas apuntando hacia los tercerizados y las agrupaciones que los apoyaban. “Negro, Negro, les dimos”, contó que los escuchó festejar cuando le fueron a entregar las armas al tercero, que según su relato tenía una “automática” debajo de la camisa. El testimonio de Sotelo atravesó la mañana, plagado de discusiones y peleas interminables entre las partes. Uno de los defensores llegó a poner en duda su presencia en el lugar de los hechos. Pero la pulseada y las objeciones siguieron también imparables cuando pasó al frente el segundo y último testigo del día, Norberto Rose-tto, un militante del Partido Obrero (PO) que aseguró que vio disparar al barrabrava Cristian Favale y que el cordón policial se deshizo para facilitar el ataque de la patota de la Unión Ferroviaria (UF).Sotelo fue poco preciso al señalar a los hombres que tuvieron y entregaron las armas. En las fotos que le exhibieron sólo identificó a quien las recolectó, que es Juan Carlos Pérez, uno de los acusados. A él también le vio un arma, dijo, al levantarse la camisa para guardar las otras. A diferencia de lo que había declarado en la instrucción de la causa, no avanzó en la descripción de Guillermo Uño, a quien había señalado en el papel de pasamanos que hizo entrega de las armas a Pérez. Eso llevó a que el defensor Oscar Igounet pidiera una vez más su excarcelación, que los jueces resolverían hoy.
“No soy de ninguno de los dos bandos”, aclaró Sotelo al comenzar a hablar. Dijo que es psicólogo, que recibió amenazas para que cambiara su declaración y denunció haber sufrido un secuestro express. Tiene custodia, aunque suele pelearse con sus guardaespaldas. Contó que el 20 de octubre de 2010 había ido a visitar a unos amigos y que al salir comenzó a escuchar gritos e insultos. Entonces vio que venían corriendo personas con ropa de trabajadores ferroviarios. Algunos, recordó, agredieron a un equipo del canal C5N. “Uno tenía un cuello ortopédico”, dijo por Jorge González, que está en el banquillo.
Sotelo es el primero en el juicio oral que señala la presencia de tres armas en la patota, algo factible, ya que hay pruebas de que se utilizaron por lo menos cuatro. Por lo pronto, sólo dos tiradores fueron identificados: el barrabrava Cristian Favale y el guarda Gabriel “Payaso” Sánchez. Sotelo no dio detalles que permitan definir quiénes fueron armados. Dijo que vio a dos hombres sacar cada uno un revólver de entre sus ropas. Uno tenía remera celeste y blanca, el otro azul. “Siento disparos y me parapeto detrás de un auto que estaba estacionado (...) Me tiro cuerpo a tierra, y cuando pasan los estampidos me levanto”, explicó. Ahí, dijo, pudo observar que “los dos individuos le entregan las armas a una persona”. Ayer le leyeron su vieja declaración, que confirmó. Incluido un tramo en que cuenta que oyó a Pérez mandar a sus compañeros a hablar con “Pablo” (sería el delegado Pablo Díaz) cuando le dicen “Negro, les dimos”.
El testimonio de Sotelo sufrió múltiples interrupciones por las peleas entre las querellas y las defensas. El defensor Claudio Armando le pidió el nombre de los amigos que había ido a visitar, pero él se los negó. El tribunal decretó la pregunta improcedente. El letrado deslizó dudas de su presencia en Barracas. Una abogada le preguntó si la casa de sus amigos daba a la calle y le dijo: “¿Si no cómo quiere que salgan?”. Los abogados siguieron la batalla.
Alejandro Freeland (defensor de Juan Carlos Fernández, segundo de la UF) trató a Maximiliano Medina, del CELS, de “bandolero” y le pidió al tribunal que hiciera algo. “Usted ha hecho cosas peores”, lo cortó el juez Horacio Días.
Los chisporroteos coparon la audiencia y la redujeron a dos testigos. Rosetto, del PO, describió a un tirador en el medio de la calle apuntando hacia ellos con rodillas flexionadas. Días después vio una foto de Favale en el diario. “Era el tipo que vi disparar. Con esa foto me cayeron todas las fichas”, afirmó. Lo reconoció incluso en un video que le mostraron, arengando con las manos en alto. También describió que, previo al ataque, la Policía Federal había armado un cordón al pie del terraplén, pero se abrió “de manera alevosa” para dar paso al grupo de choque que bajaba corriendo hacia los manifestantes.
Freeland fue reprendido por el tribunal varias veces por su forma de preguntar. En un momento hasta se puso a discutir con el testigo por el concepto de “patota”. Definió, de hecho, a su grupo como tal. Rosetto retrucó: “No somos una patota, está muy confundido”.
De vuelta en la fiscalía
La procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó, repuso al fiscal Sandro Abraldes al frente de la fiscalía que interviene en la causa sobre presuntos sobornos en la Cámara de Casación Penal, destinados a conseguir la libertad de la patota acusada de matar a Mariano Ferreyra y beneficiar al líder de la Unión Ferroviaria, José Pedraza. El fiscal Abraldes había sido desplazado del caso después de insistir con los pedidos de indagatoria de Pedraza y otras cuatro personas. Gils Carbó ordenó que fuera repuesto para volver a “optimizar el funcionamiento” de la fiscalía, que tiene otras causas importantes.
Fuente:Pagina12
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