Ante las declaracione del genocida Videla.
CURAS EN LA OPCION POR LOS
POBRES
ANTE EL MENSAJE
DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA,
RESPONDEN LOS CURAS DE LA OPCION POR
LOS POBRES. Comentario del Grupo de
Curas en la Opción por los Pobres ante el Mensaje al pueblo de la patria
difundido ayer por la Conferencia Episcopal Argentina: Unos 400 laicos, a raíz
de las declaraciones del genocida, ex-general Videla, enviaron recientemente una
carta a la Conferencia Episcopal Argentina. En ella formulan una serie de
reclamos, todos importantes. La carta fue recibida en mano por el presidente de
la Conferencia Episcopal, el que además, recibió luego a un grupo de esos laicos
delegados para presentarla y explicar su génesis y el sentido de sus reclamos.
Así se convino esperar la reunión de la Asamblea episcopal, donde él presentaría
la carta. Probablemente en respuesta a ella, aunque no se la mencione, los
obispos argentinos hacen llegar ayer un mensaje al pueblo de la Patria. Es ante
este texto, que consideramos pobre e insuficiente, que quisiéramos señalar
algunos aspectos que nos parecen importantes: . Es evidente que todo hecho u
omisión debe entenderse en su contexto, y de ello surgen atenuantes y
agravantes. Eso ocurre en todos los órdenes de la vida; pero destacar dentro del
contexto la "violencia guerrillera" pone -una vez más- un documento episcopal en
el marco de la teoría de los dos demonios, teoría que rechazamos sin ninguna
duda ya que hubo un solo "demonio" que fue el terrorismo de estado. . Las
declaraciones del genocida Videla fueron bastante más allá del reconocimiento de
una connivencia entre la conducción facciosa del Estado y la cúpula
eclesiástica. Connivencia que no rechazaríamos tan livianamente como afirma
mons. Arancedo, pero que supone muchas otras instancias que no son tenidas en
cuenta en el documento. . A la pregunta de cuánto sabían sus "hermanos mayores",
los obispos de tiempos de la dictadura, no hace falta demasiada investigación.
Allí están los discursos de mons. Bonamín, mons. Plaza, mons. Tortolo
(presidente de la CEA, elegido por sus "hermanos", por si hiciera falta
recordarlo), por nombrar sólo los más emblemáticos. Aunque la lista podría
fácilmente prolongarse en bastantes nombres más. . La cita de algunos párrafos
nos parece insuficiente y limitado. Res non verba, decían los antiguos. No son
algunas pocas palabras lo que se les cuestiona. Pueden haber dicho una palabra
en 1972 contra la tortura (no hubiera estado mal repetirla en 1976), pero
sabemos bien que fueron muchas las voces eclesiásticas episcopales o
presbiterales que justificaron la tortura públicamente como un "mal menor", e
incluso participaron de las mismas. No se entiende el tibio y limitado pedido de
perdón del año 2000 si realmente creen que hicieron todo lo debido y necesario.
No se entiende el silencio de los nombres de nuestros mártires desaparecidos,
asesinados o torturados, como el Obispo Enrique Angelelli, Carlos de Dios
Murias, Gabriel Longueville, Carlos Bustos, Pablo Gazzarri, Mauricio Silva,
Orlando Yorio, Francisco Jálics, Wenceslao Pedernera, Alice Domon, Leoníe Duquet
y tantos otros, si el supuesto pedido de perdón se pretende serio y responsable.
. Somos conscientes que muy pocas instituciones hicieron un mea culpa por su
actitud en la dictadura. Faltan empresarios, sindicalistas, periodistas, por
mencionar algunos; pero no se trata de especular con el mal de muchos sino de
afirmar lo que se espera del pastor: que dé "la vida por sus ovejas". Y algunos
de esos mártires silenciados, así lo hicieron, por cierto. . Sin dudas hay
heridas abiertas, pero en muchos casos, heridas que declaraciones episcopales no
han hecho nada por cerrar, porque cuando se avanza en los juicios, se escuchan
voces que hablan de reconciliación, de perdón, deslizando la idea implícita de
que los juicios son motivados por venganza o revanchismo, desdiciendo todo lo
que han afirmado de "la verdad y la justicia", para empezar. Nos gustaría una
cercanía fraterna de los obispos con los organismos de Derechos Humanos que
siguen luchando por la verdad, la memoria y la justicia en especial las Madres y
Abuelas de Plaza de Mayo, como en su momento lo hicieron con cariño y valentía
Jorge Novak y Jaime de Nevares. Hoy -como ayer- más bien percibimos distancia. .
Decir que "...reiteramos el pedido de perdón a quienes no hayamos...", es algo
vano y falaz. El pedido de perdón debe ser concreto, por esto o por lo otro.
Ninguno de nosotros aceptaría una confesión tan genérica sin reconocimiento
concreto de las faltas o delitos cometidos. Así dicho simplemente es un pedido
de perdón inexistente. . Es indispensable que se acepten y se apoyen las
investigaciones de aquellos tiempos, especialmente cuando se negó que en la CEA
hubiera archivos. Hoy hay libros bastante documentados sobre este y otros temas
semejantes, afortunadamente. No olvidamos que ante todo somos ciudadanos de la
Patria que reclama justicia, y esperamos que todos los miembros de la Iglesia
-obispos incluidos, por cierto- colaboren en todo con la justicia, se acerquen a
aportar toda la información disponible, y acepten los fallos correspondientes
para cerrar heridas no desde el olvido y la impunidad, sino desde la verdad y la
justicia que tanto proclamamos. . Nos parece muy insuficiente la declaración
sobre los niños apropiados, porque no se trata sólo de exhortar, o de
recordarles a los responsables que están moralmente obligados a declarar. Es
sabido que la mayoría de los niños apropiados lo fueron (y en algunos casos con
apoyo de instituciones católicas) para dar los niños a familias "occidentales y
cristianas". En el texto se extraña que -con toda la firmeza y la autoridad de
pastores- no exijan a los llamados cristianos a que den todos los datos que
posean sobre los desaparecidos o niños apropiados ilegalmente para el
reconocimiento de la verdad y la identidad, o para que tantas familias puedan
hacer el luto y dar -al menos interiormente- cristiana sepultura a sus
familiares asesinados. . Lamentamos el silencio acerca de la gravedad del tema
de los capellanes militares y su actitud claramente cómplice con el genocidio.
El caso del condenado por la justicia Christian von Wernich, que no fue
suspendido en sus licencias o expulsado del ministerio, es emblemático, y sigue
siendo un pecado que clama al cielo encubierto por un silencio escandaloso.
Mientras tanto, Videla sigue comulgando y lo dice abiertamente a pesar de haber
reconocido públicamente su delito que parece no ser entendido como pecado. . En
ese sentido, debemos confesar que nos escandaliza que ante la sociedad parezca
que usar preservativo sea más grave que la tortura; que el sexo pre-matrimonial
sea más grave que violar mujeres detenidas-desaparecidas; que engendrar hijos
fuera del sacramento del matrimonio sea más grave que apropiarse niños después
de tirar al mar a sus padres, que la homosexualidad es una enfermedad perversa y
más grave que ser un torturador o presenciar con sadismo y complicidad sesiones
de tortura, que el aborto de una mujer angustiada en su situación de embarazo no
deseado o provocado sea tenido por genocidio y como algo mucho más grave que
arrojar personas vivas al mar, atadas, dopadas, y secuestradas. Lamentamos que
una vez más, nuestros hermanos obispos perdieran la oportunidad de mirar la cara
a la sociedad sanguinolenta al borde del camino y expresaran un sincero pedido
de perdón, un reconocimiento de su pasado y un deseo concreto de reparación ante
la muerte y el genocidio. Tanta reticencia durante años a llamar las cosas por
su nombre no nos permite confiar plenamente como quisiéramos en la efectividad
de estas declaraciones. Secretariado del Grupo de Curas en Opción por los Pobres
Pbro. Juan Carlos Baigorri Pbro. Marcelo Ciaramella Pbro. Roberto Murall Pbro.
Eduardo de la Serna Buenos Aires. 10 de Octubre de 2012.
Publicado el: 19/11/2012
Fuente:enREDando
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