Un día de justicia para San Nicolás
Ayer, en la última audiencia por delitos de lesa humanidad en esa ciudad del norte bonaerense, dos de los tres imputados por los crímenes dijeron sus palabras finales, con chicanas y referencias a las organizaciones ERP y Montoneros.
Por Sonia Tessa
Bossié habló más de una hora. Saint Amant se refugió en el silencio. Muñoz fue breve.Imagen: Alberto Gentilcore
Las audiencias del juicio oral y público por delitos de lesa humanidad en San Nicolás terminaron ayer con las palabras finales del ex militar Federico Bossié y del ex jefe de la Policía Federal Jorge Muñoz, acusados por la masacre de la calle Juan B. Justo 676, el 19 de noviembre de 1976. El ex jefe del Area 132 del Ejército, Manuel Fernando Saint Amant, acusado también por seis desapariciones, eligió el silencio. Bossié expuso durante más de una hora datos inconexos sobre operaciones del Ejército Revolucionario del Pueblo y Montoneros, con datos sobre la raigambre de las dos organizaciones en la zona. Ninguna de esas referencias estaba relacionada con hechos debatidos en el proceso que comenzó el 3 de julio pasado. Al dar por finalizado el debate, el presidente del Tribunal Oral Federal número 2, Jorge Venegas Echagüe, anunció el veredicto para el jueves 27 de diciembre, a las 12, en Rosario, en Oroño 940.La causa investiga la masacre en la que Amestoy, Fettolini y Granada murieron como consecuencia de los disparos que efectuaron las fuerzas conjuntas de las policías bonarense y federal, y el Ejército sobre la casa en la que vivían con los niños Fernando y María Eugenia Amestoy, de tres y cinco años, asfixiados por los gases lacrimógenos arrojados. Sólo se salvó Manuel Gonçalves Granada, arropado por su madre (Granada) en un colchón, adentro de un placard. Manuel fue llevado al hospital San Felipe, donde lo tuvieron cuatro meses solo en una habitación, con custodia policial. Nadie buscó a su familia biológica y fue dado en adopción de manera irregular. Recuperó su identidad en 1995. Es querellante en esta causa.
Saint Amant está imputado en la masacre, y también por la desaparición de Regina Spotti, Eduardo Reale, Beatriz Baronio, Raquel y María Cristina Alvira y Horacio Martínez, entre el 21 de abril y el 5 de mayo de 1977, en San Nicolás. En la misma causa se juzga la sustracción de los niños Fernando Alvira, Matías y Víctor Almada, todos menores de dos años.
Antes de las palabras finales, la Fiscalía respondió el planteo de nulidad hecho por el abogado defensor Gonzalo Miño, quien había objetado la designación de Juan Murray como fiscal coadyuvante y había considerado que Adriana Saccone debió excusarse de participar en la causa. La fiscal Saccone fue contundente al rechazar los planteos. Más tarde, Miño quiso contestarle y se produjo una situación irrisoria. Venegas Echagüe debió explicarle más de una vez que esa respuesta no formaba parte de las llamadas réplicas y dúplicas, que se producen en un juicio oral cuando las partes deben responder a hechos nuevos. Miño insistía más allá de las advertencias del magistrado, en un diálogo de sordos. En el medio, hubo un corte de luz que obligó a suspender la audiencia un cuarto de hora.
Tras las réplicas y dúplicas entre la acusación y la defensa, llegó el momento de las palabras finales de los imputados. Las de Bossié superaron largamente los 15 minutos estipulados por el Tribunal. Recién al final, y tras una advertencia de Venegas Echagüe, se refirió a los hechos en los que está acusado, para reflotar la teoría del enfrentamiento, y del suicidio de Ana María Fettolini y Omar Amestoy, los militantes asesinados en el baño de la casa de un tiro en la cabeza. A tal punto llegó su cinismo que sugirió que Ana María Granada pudo dispararles a sus dos compañeros. Una versión temeraria, de la cual no existió ningún indicio en el debate. Granada fue acribillada, su cuerpo tenía 14 impactos de armas de fuego.
Mientras se escuchaban los truenos de la tormenta que se hacía fuerte afuera, Bossié incorporó citas del libro Hombres y mujeres del peronismo revolucionario, de Roberto Baschetti, para hablar de Granada. Después, quiso referirse a otro militante, pero no llegó a completar el nombre. La abogada querellante Ana Oberlin lo interrumpió. "Señor presidente, va a hablar de mi padre (René Oberlin), que no corresponde al objeto procesal de la causa y no lo voy a permitir", dijo, enérgica, la profesional. "Va a hablar de mi padre y de mis tíos", insistió. Venegas Echagüe la avaló: "Ha lugar". Bossié atinó a decir: "De sus tíos no iba a decir nada".
Muñoz fue mucho más breve, pero en pocos minutos disparó varias chicanas. "Yo entré en la Policía Federal para ser auxiliar de la Justicia. Si yo hubiera entrado a la organización Montoneros no estaría acá", expresó el ex jefe de la Policía Federal en San Nicolás, uno de los fundadores de la organización Alianza Anticomunista Argentina, ladero del comisario Villar y custodio de Isabel Martínez de Perón. Aunque el sentido de su frase fuera otro, las fotos de las víctimas sostenidas por sus familiares le daban la razón.
Fuente:Rosario12
La sentencia a represores nicoleños
Sin más que replicar ni duplicar18/12/2012
Por Martín Stoianovich
Llegó el día de la última audiencia del primer juicio que juzga a los represores que actuaron en la última dictadura cívico militar en San Nicolás. Luego de haberse escuchado en las semanas previas las lecturas de los alegatos de todas las partes, en esta oportunidad se realizaron las réplicas y las dúplicas. Además, se les cedió a los imputados la última palabra antes del veredicto.
Sólo declararon Antonio Federico Bossié y Jorge Muñoz, mientras que Manuel Fernando Saint Amant permaneció en silencio como a lo largo de estos seis meses y pocas semanas que lleva el juicio. La sentencia tiene fecha confirmada para el jueves 27 de diciembre a las 12 en el Tribunal Oral Federal Número 2 de Rosario.
En las intervenciones de los fiscales, tanto de Adriana Saccone como de Juan Patricio Murray, se declaró lo inadmisible que resulta el intento de la defensa de revalidar las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Así como también se mantuvo la disconformidad ante la intención de los abogados defensores de lograr de esta manera la aplicación ultractiva de una ley más benigna que favorezca a los imputados. Se sostuvo que no hubo fundamentos para declarar inconstitucional la ley que vuelve nula a las antiguas leyes del perdón, y que la declaración de la nulidad por la nulidad misma es también inadmisible.
También se mencionaron algunos de los yerros de la defensa respecto de, como la hipótesis del suicidio en el caso del matrimonio de María del Carmen Fettolini y Omar Amestoy, asesinados en la masacre de la calle Juan B. Justo el 19 de noviembre de 1976. En ese hecho también murieron los niños María Eugenia y Fernando Amestoy, debido a las asfixias causadas por las granadas de gases lacrimógenos; y Ana María Granada, víctima de varios disparos por parte de las fuerzas conjuntas que llevaron a cabo el operativo.
La hipótesis de la defensa en este caso dice que la muerte de Granada fue producto de un enfrentamiento, mientras que los chicos murieron por el humo de documentaciones de la organización que las víctimas estaban quemando. Esto fue rechazado firmemente, tanto por la fiscalía como por la querella conformada por Ana Oberlin, Carolina Ibáñez, Lucas Ciarniello y Álvaro Baella.
La última palabra de los imputados
Saint Amant atinó a desprender de su quietud un simple vaivén de negación con la cabeza ante los jueces cuando se le ofreció dar las últimas palabras. En silencio, como lo fue haciendo a lo largo de todo el juicio, le cedió el lugar a Antonio Federico Bossié.
En tanto Bossié, antes de tomar formalmente la palabra, avisó que, pese a que logró recuperarse “en gran parte”, un problema cerebral que había tenido en el año 2002 le dejó algunas secuelas en su manera de expresarse. Primero volvió a recalcar que no reconoce al Tribunal que lo está juzgando, aunque se mostró agradecido por el trato brindado hacia él, tanto por parte del mismo Tribunal como de sus abogados.
Los quince minutos que se le habían permitido al imputado para manifestarse, se extendieron por demás de la mano del desarrollo de gran parte de la carrera militar de Bossié, que en fin poco tenía que ver con los hechos puntuales que lo sentaron en el banquillo. Nombró a varios integrantes nicoleños de organizaciones revolucionarias que trabajaban a lo largo del país, así como también detalló algunos de los operativos que se le adjudicaron al Partido Revolucionario de los Trabajadores y a Montoneros.
Respecto de la masacre de la calle Juan B. Justo, volvió a insistir en que su objetivo era averiguar la identidad de los que vivían en el hogar que horas más tarde resultaría destrozado. “No fuimos a capturar ni mucho menos a matar”, sostuvo.
Además, recalcó una vez más la hipótesis del suicidio, pero con la excepción de que esta vez también abrió la posibilidad a la absurda y macabra idea de que Ana María Granada haya matado a sus dos compañeros antes de ser acribillada por las fuerzas conjuntas. Por otro lado, también depositó la responsabilidad de la muerte de los niños en sus padres, que supuestamente se encontraban quemando documentación. Antes de finalizar, Bossié se topó con la firmeza de Oberlin, quien pidió al Tribunal que no se le permitiera al imputado hablar de sus familiares, para evitar cualquier tipo de mención malintencionada, más allá de que nada tengan que ver en este juicio.
Jorge Muñoz, por su parte, fue más conciso desde un comienzo. “Acá se ha dicho todo en estos seis meses”, señaló. La particularidad de Muñoz a la hora de hablar lo hizo situarse entre la soberbia y la seriedad, ya que pocas palabras le alcanzaron para negar todos los delitos por los que se lo acusa.
“Yo he cumplido con mi deber”, soltó luego de intentar desprenderse de las acusaciones. Después de hacer referencia a una supuesta veracidad de todos sus dichos a lo largo de este juicio, como así también en declaraciones de años anteriores, finalizó ironizando en referencia a la justicia divina y emitiendo un seco “Feliz Navidad”.
Fuente:RedaccionRosario



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