12 de enero de 2013

EL USO DE LOS ESPACIOS DE MEMORIA: ALGO ESTÁ CAMBIANDO.

Cómo se usan los espacios para la memoria 
Algo está cambiando 
Por Tali Goldman 
10.01.2013 
En los ex centros clandestinos de detención hoy funcionan diversas instituciones, bibliotecas y videotecas; además, se realizan festivales musicales, talleres y muestras artísticas. La idea es dejar florecer la vida donde reinó la muerte. 
Muchas veces, ciertos episodios devenidos en mediáticos generan –aun sin pretenderlo– profundas disputas dentro de la sociedad que aún no están resueltas o, al menos, son plausibles de pensar y repensarse. La polémica desatada por el brindis de fin de año en la ex ESMA encabezado por el ministro de Justicia, Julio Alak, puso nuevamente en debate cómo se resignifican los lugares que funcionaron como epicentro del horror durante la última dictadura cívico-militar. Walter Benjamin, uno de los filósofos más lúcidos del siglo XX que profundizó en la relación historia-memoria, sostiene que el vínculo entre el presente y el pasado es de constante actualización e interpelación. Es decir, hay una construcción del pasado a partir del presente. Partiendo de esta premisa resulta interesante empezar a comprender cómo se reconstruyen en la actualidad los espacios físicos donde se torturó y se pergeñó la Argentina del ’76 al ’83. 

En el año 2006, el Archivo Nacional de la Memoria impulsó la creación de la Red Federal de Sitios de la Memoria (RFSM), un organismo que, entre otras actividades, se encarga de articular las políticas públicas de memoria que se llevan adelante en diferentes espacios, entre ellos, ex centros clandestinos de detención (CCD). Su coordinadora, Judith Said –quien también fue víctima de la represión–, explicó a Veintitrés que “si bien cada espacio tiene sus propias características y son diferentes entre sí, hay dos denominadores comunes. Por una parte, en cada uno se impulsa el repudio a la dictadura cívico-militar y, por el otro, hay un homenaje a las víctimas”. 

Es decir, no todos los centros responden a un único patrón: algunos funcionan como memoriales y otros, como centros culturales. 

El caso más conocido es la ex Escuela Mecánica de la Armada, hoy denominada “Espacio para la Memoria ex ESMA” que se convirtió en un lugar emblemático para los Derechos Humanos. En el predio de diecisiete hectáreas y treinta y cinco edificios funciona el Espacio Cultural Nuestros Hijos (Ecunhi), de la Fundación Madres de Plaza de Mayo; la Casa de la Militancia, de H.I.J.O.S; el centro cultural Haroldo Conti, el Archivo Nacional de la Memoria, Canal Encuentro, el Centro Internacional de Educación en Derechos Humanos de la Unesco, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, la Iniciativa Latinoamericana para la identificación de Personas Desaparecidas, el Instituto de Políticas Públicas de Derechos Humanos del Mercosur, el Instituto Espacio para la Memoria (IEM), Madres de Plaza de Mayo línea fundadora y la casa de Identidad de las Abuelas de Plaza de Mayo. Cada uno organiza sus propias actividades, que pueden ir desde festivales hasta talleres recreativos, pasando por debates y foros. 

En la provincia de Buenos Aires, uno de los lugares interesantes es la ex Mansión Seré, hoy conocida como “Casa de la Memoria y la Vida”. Dentro de las once hectáreas del predio ubicado en Castelar funciona la Dirección de Derechos Humanos del municipio de Morón, la asesoría psicológica y jurídica para víctimas del terrorismo de Estado y la biblioteca y videoteca “Treinta mil razones”. En una de las salas hay una muestra permanente de la historia de la Mansión Seré, mientras que otra, itinerante y de diferentes artistas plásticos, aborda la temática de memoria, verdad y justicia. También hay un polideportivo con numerosas canchas, salones de usos múltiples y una pileta en donde se realiza cada año una colonia de verano para niños. En el predio, además, funciona la Dirección de Deportes del municipio y una biblioteca del deporte que lleva el nombre de Miguel Sánchez, atleta corredor de maratones secuestrado a principios de 1978 de su casa de Berazategui que continúa desaparecido. Una vez por mes, la Mansión Seré es el epicentro del festival “La Minga”, una celebración musical a la que se suma una feria artesanal y de poesía. Para el 24 de marzo de 2013 se inaugurará el Museo de la Memoria, que se construyó donde estaba emplazada la propia mansión, demolida hace unos años. Allí se podrán observar algunos objetos recuperados en las excavaciones que permitirán conocer la historia del lugar durante los oscuros años de la dictadura. 

En la mediterránea provincia de Córdoba, el espacio quizá más representativo sea el ex centro clandestino de detención “La Perla”, hoy renombrado “Espacio para la memoria y la promoción de Derechos Humanos La Perla”. Su director, Emiliano Fessia, explicó a esta revista que “partimos de una acción de la memoria que es activa, dinámica y que no está exenta de la política y de los posicionamientos actuales”. A raíz de esta premisa, las actividades centrales son los recorridos pedagógicos por el lugar con la idea de tender puentes hacia los estudiantes. “En los recorridos, además de mostrarles cómo funcionaba el centro de tortura, se discute de política actual y trabajamos mucho con los docentes –contó Fessia–. Además, hay talleres de formación política, porque este lugar funcionó justamente para destruir a los militantes de los ’70 y hoy queremos que se generen nuevos militantes”. Sin embargo (y a diferencia del ex Casino de Oficiales de la ESMA), el recorrido puede realizarse sin guías. Este espacio funciona articuladamente con el Archivo y Comisión Provincial de la Memoria (ex CCD Departamento de informaciones D2) y el Sitio de Memoria, ex CCD “Campo de la Ribera”. El último 24 de marzo, más de quince mil personas acudieron a La Perla para disfrutar de un recital del artista León Gieco. “Si ayer fue un lugar de desaparición y desencuentro hoy tiene que ser un lugar lleno de vida y reencuentros”, concluyó Fessia. 

Donde hoy funciona la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) de la Provincia de Buenos Aires se ubicaba la Dirección de Inteligencia de la Policía (Dipba). El secretario ejecutivo de la CPM, Alejandro Mosquera, apuntó que “hay un doble rol de los lugares donde ha funcionado el terrorismo de Estado. Por una parte deben tener la capacidad de dar testimonio de lo que ocurrió y, por otra, recuperar la promoción de los derechos humanos que ese mismo terrorismo vino a acabar”. Y agregó: “Los lugares deben ser activos con la comunidad para la construcción de la memoria colectiva”. El edificio de la comisión se encuentra actualmente en refacciones, ya que el deterioro de la construcción pone en peligro los archivos de la policía bonaerense, que son pruebas fundamentales para los juicios por delitos de lesa humanidad. Allí funciona un equipo de peritaje que digitaliza las pruebas para los pleitos, atiende a la gente que reclama datos para gestionar las reparaciones del Estado y mantiene activos espacios de estudio e investigación. Pero los dos grandes pilares de la Comisión son el programa “Jóvenes y Memoria” y el “Comité contra la tortura”. El primero es un plan que se implementa en todas las escuelas secundarias públicas de la provincia de Buenos Aires, por el cual los adolescentes realizan una investigación sobre el pasado reciente de la comunidad donde está inserta la escuela. El segundo se relaciona con el monitoreo de los lugares de detención actuales (cárceles), recepción de denuncias de familiares y detenidos, que en muchos casos vienen a revelar casos de tortura. 

El instituto “Espacio para la Memoria”, que tiene su oficina en la ex ESMA, coordina cuatro centros clandestinos de detención, tortura y exterminio, emblemáticos de la Ciudad de Buenos Aires: “Olimpo”, “Club Atlético”, “Virrey Ceballos” y “Automotores Orletti”. Por caso, donde funcionó el “Olimpo” se realizan tareas de conservación además de visitas guiadas. Lo interesante de este espacio es que tanto las tareas y actividades culturales (clases de guitarra, teatro, telar comunitario y talleres de oficio como serigrafía y electricidad) son decididas en una mesa conformada por sobrevivientes del lugar, familiares, organismos de derechos humanos y organizaciones de la sociedad civil, como grupos vecinales, políticos, etc. Para fin de año, convocaron a cuarenta muralistas de América latina para que realizaran una obra colectiva, siempre enmarcada en la temática de los derechos humanos. 

Otros dos espacios importantes que configuran el concepto más clásico de la memoria, son el Parque de la Memoria, en el barrio de Belgrano, de la Ciudad de Buenos Aires, y el Museo de la Memoria, en Rosario (Santa Fe), donde funcionaba el ex comando del II Cuerpo del Ejército. También se destaca –entre los sitios señalados por Red Federal del Archivo Nacional de la Memoria– “El Chalet”, que funcionó como CCD dentro del Hospital Posadas y hoy es una escuela de enfermería. Allí los estudiantes deben saber que están formándose en un lugar donde se vivió el horror de la tortura y la muerte. 

En Chubut es emblemático el aeropuerto de Trelew, el mismo que alcanzó fama por ser sede de la masacre del 22 de agosto de 1972, que también funciona como espacio de la memoria. Hoy, ese lugar desde donde partían aviones se transformó en el “Centro Cultural por la memoria de Trelew”, donde se pueden observar las pintadas en las paredes de aquella época hecha por los propios militantes. Además hay exposiciones permanentes, visitas guiadas y una biblioteca. 

Uno de los últimos espacios reconstruidos es la “Casa de la Memoria y la Resistencia Jorge Nono Lizaso”, en Munro, provincia de Buenos Aires. La peculiaridad de este lugar es que no fue ni un centro clandestino ni un espacio de tortura, sino que allí funcionó la unidad básica “Combatientes peronistas”. Se conservan carteles, pancartas y pintadas de los militantes que pasaron por allí. Como todo acontecimiento de la historia reciente, aún no se conoce la totalidad de los lugares que funcionaron como centros de desaparición. Por caso, el mapa de áreas de sitios de la memoria va modificándose día a día gracias a testimonios, investigaciones y hallazgos arqueológicos que, en conjunto, determinan que en ciertos edificios en los que nadie se imaginaba, se llevaban adelante torturas y matanzas. 

Según Said, “lo importante es construir en esos lugares para los próximos veinte años. Hoy estamos todavía viviendo el proceso de los juicios y eso nos atraviesa, pero lo interesante es pensar las políticas de memoria para las futuras generaciones”. Pasado, presente y futuro se entrelazan con Memoria, Verdad y Justicia. De eso se habla hoy, cuando 378 represores están condenados y los espacios de la muerte se transforman en lugares de vida. Nadie puede soslayar que en la Argentina de hoy algo está cambiando. 

Polémica banal 
El 27 de diciembre, la ex ESMA fue el lugar elegido para realizar la presentación del Plan Estratégico para el período 2012-2015, del ministerio de Justicia. Para la comida se eligieron chorizos y hamburguesas, lo que generó una inusitada polémica que enfrentó a políticos y organismos de Derechos Humanos. Por una parte, Carlos Lordkipanidse, sobreviviente, la agrupación Hermanos y referentes de la oposición como Patricia Bullrich, Ernesto Sanz y dirigentes de izquierda, se quejaron de que allí se realizara un “asado” bajo el argumento de que se “banaliza” el tema de los Derechos Humanos. Por el otro lado, Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, HIJOS y otros organismos defendieron el brindis argumentando que “ya no es más un centro clandestino de detención, sino que es un lugar para recrear y celebrar la vida”.
Fuente:Veintitres

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