13.01.2013
Nuevamente: ¡Bajen las armas!
Que dejen de impedir el camino a la emancipación.
Un pedido ingenuo, pero también una denuncia.
Por:
Enrique Masllorens
El 20 de enero de 2011 Tiempo Argentino publicó mi columna "A todos y cada uno: ¡Bajen las armas!". Comenzaba con la referencia al grito desesperado de Claudio "Pocho" Lepratti antes de ser asesinado por las balas de un agente de la policía brava de Santa Fe. Aquel 19 diciembre de 2001 intentaba parar la represión sangrienta de los últimos momentos del gobierno radical del sobreseído De la Rúa, en los techos de la escuela donde comían un montón de pibes. Fue acribillado.
Sin pretensiones de ser escuchado, pero harto como la mayoría de los compatriotas de tanta violencia verbal y simbólica de los que quieren impedir el camino de la definitiva emancipación, fue un pedido ingenuo y también una denuncia.
A dos años (!) de aquella nota, los mismos personajes que se mencionaban han redoblado su prédica y su accionar violento, destituyente y reaccionario, y han logrado sumar personajes viscosos y oportunistas que se han unido a esta suerte de ejército infernal. Y hoy como ayer, tanto el movimiento de pinzas como los intentos de emboscadas, encuentran codo a codo y sin vergüenza ni explicaciones, al poder económico defensor del neoliberalismo junto a los retazos de una izquierda troglodita y sin rumbo histórico, que va camino al bochorno, mientras la derecha los arría para su corral.
En ese enero de 2011 el reclamo de quienes estábamos en pleno duelo por la muerte de Néstor Kirchner incluía –como una muestra– a aquellos cuyos discursos y acciones tenían un grado de violencia insoportable. Mariano Grondona, Marcos Aguinis, Ernesto Sanz, Elisa Carrió, Patricia Bullrich, algunos jerarcas de la Iglesia, el rabino Sergio Bergman, Duhalde, Biolcati, Buzzi, Macri y al gran jefe Héctor Magnetto, fueron nombrados entre otros con las razones correspondientes.
Pero en este tiempo aumentaron su poder de fuego aun luego de la paliza electoral de 2011 y la ratificación mayoritaria del rumbo del gobierno. Patricia Bullrich, por ejemplo, equiparó la ley que otorga derechos electorales optativos a los pibes de 16 y 17 años, con las maniobras de propaganda del genocida Galtieri. Y todos los mencionados en aquella síntesis continuaron disparando contra la gobernabilidad sin miramientos ni respeto por las instituciones, ni por la Argentina. Salvo Elisa Carrió –a quien no le cree ni su cura confesor– los demás disfrazaron sus operaciones en nombre de la República y con falsificada preocupación.
Otros actores –algunos de reparto y menores– se subieron al tanque artillado de la furia verbal. Desde el mínimo fascista compadrito tildando de "conchudos" a los chicos que tomaron los colegios y de piqueteros a ellos y a sus padres, destilando resentimiento contra Hebe de Bonafini y los jueces que preservan las garantías constitucionales de todos. O las groseras descalificaciones injuriosas de Jorge Lanata disparando a oficialistas y a colegas que lo discuten y las amonestaciones airadas e indignantes de Nelson Castro a la presidenta.
Con otros métodos más sutiles y engañosos, gran parte de la corporación judicial se empeña en violentar la voluntad popular y el sentido común poniendo en acto su condición de aristocracia vasalla de los intereses del privilegio. Cuentan con un histórico hombre de la derecha más reaccionaria que les es funcional a algunos jueces y al Grupo Clarín: el diputado radical Oscar "el milico" Aguad, procesado por malversación de fondos y administración infiel luego de su paso como interventor federal de la Municipalidad de Corrientes. Paga el silencio de su causa con la virulencia de sus intervenciones en los medios colonizados.
Pero en aquel verano de hace dos años, no imaginábamos la impronta que asumiría Hugo Moyano como adalid de los ataques al movimiento nacional y popular. Usado como jefe de la infantería motorizada, con secuaces de la laya de Momo Venegas, Luis Barrionuevo, el intendente patotero Jesús Cariglino y Amadeo Genta, al lado del "izquierdista" Pablo Micheli y sus amenazas de guerra nuclear, han pasado de las provocaciones a los ensayos organizados de convulsión social.
Las manifestaciones caceroleras de septiembre y noviembre con su carga brutal de odio y racismo y el papelón de los que cantaron el Himno Nacional frente a la Sociedad Rural (con carteles injuriosos) defendiendo los negocios mal habidos de los ganaderos más obcenamente ricos, conforman un clima peligroso para todos. También para ellos mismos.
Es tiempo de que los violentos bajen sus armas por el bien de la Patria. Como decía el general Perón en Conducción Política –y Néstor y Cristina lo aprendieron–: "Cuando el mundo está en un caos tan espantoso como el caos económico y financiero del mundo actual, no hay sistema que resista, no hay método que sea eficaz. Solamente hay soluciones. Vistos los casos concretos, solucionar caso concreto por caso concreto."
Convencidos del rumbo y de la conducción, seguiremos calmos, serenos, desarmados, en paz, alegres y más dispuestos que nunca.
Fuente:InfoNews


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