21 de abril de 2013

COREA DEL NORTE.

PAGINA/12 RECORRIO LA FRANJA ENTRE LAS COREA
Jugando en el límite
Es una de las fronteras más vigiladas del mundo y, al mismo tiempo, una de las mayores atracciones turísticas de la ciudad de Seúl. Parece un parque temático de Hollywood, pero con una historia de sangre y un futuro incierto.
Por Fernando Krakowiak
Desde Panmunjom
Un carro de combate surcoreano participaba en maniobras militares, ayer, en Paju.
Es una de las fronteras más vigiladas del mundo y al mismo tiempo una de las mayores atracciones de esta ciudad. Mientras Corea del Norte amenaza con un ataque nuclear, del lado surcoreano los turistas continúan visitando la Zona Desmilitarizada (DMZ, en inglés), donde hace 60 años las dos Corea firmaron el armisticio que puso fin a la guerra y dividió la península. El gobierno de Park Geun-hye no cerró el lugar porque está convencido de que las palabras de Kim Jong-un son sólo provocaciones. No obstante, las personas que desean ingresar siempre deben firmar un libro que genera cierta inquietud: “La visita a Panmunjom implicará la entrada a una zona hostil y la posibilidad de sufrir heridas o la muerte como resultado directo de la acción enemiga”, dice el texto.

La DMZ abarca los 248 kilómetros de frontera por dos kilómetros de ancho dentro de cada país. Como su nombre lo indica, ambas Corea se comprometieron a no realizar maniobras militares allí dentro. A su vez, este espacio incluye un Area de Seguridad Conjunta (JSA, en inglés) administrada por las Naciones Unidas, de tan sólo 800 metros cuadrados, en la localidad de Panmunjom, en el Paralelo 38. Este enclave está a solo 50 kilómetros de Seúl por la llamada Ruta de la Libertad, pero para visitar la JSA es necesario reservar lugar a través de agencias de viaje. Los precios van de 42 a 109 dólares por persona, de acuerdo a las actividades que se contraten. En 2012 pasaron por allí cerca de 160 mil personas. Este año, en cambio, esperan una cifra menor. Luego de que Kim Jon-un amenazó con tirar un misil nuclear, algunos turistas prefirieron, con un poco de sentido común, dejar la visita para una mejor ocasión. Página/12 recorrió ayer la JSA por invitación de la Asociación de Periodistas Coreanos, junto a colegas de 75 países.

El último tramo de la ruta que lleva a JSA, tiene a su izquierda tres alambradas con púas que la separan del río Han. Al otro lado del río, ya puede verse Corea del Norte. Para ingresar al predio es necesario sortear una serie de puestos de chequeo donde no se permite filmar ni sacar fotos. Una vez adentro, la primera parada es Bonifas Camp, una zona de edificaciones bajas donde se encuentra el Centro de Visitantes.

Además, sobresalen ahí un cajero automático del NH Bank y un negocio de venta de merchandising para turistas.

Al bajar del micro, un marine de los Estados Unidos invita a ingresar a las instalaciones. Allí está el libro de firmas, una sala de conferencias y un pequeño museo donde se cuenta la historia de la DMZ. Se incluyen fotos de jefes de Estado y otras personalidades que recorrieron el lugar. También hay un televisor que muestra imágenes de visitantes ilustres, desde el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, hasta el presentador televisivo Larry King.

Una vez concluido el recorrido por el centro, hay que subirse a otro micro que llevará a los periodistas a la frontera. El militar estadounidense actúa de guía turístico, mientras otros oficiales se mezclan con los visitantes para controlar que nadie saque fotos en las zonas no autorizadas. La JSA está a cargo de las Naciones Unidas, con participación de varios países, pero el sello de Estados Unidos sobresale. A los pocos minutos, el micro pasa un nuevo puesto de control que a los costados tiene otras tres alambradas con púas. “Están electrificadas”, aclara el oficial. Ya en la frontera, los periodistas deben ingresar a un edificio de tres pisos, atravesarlo, bajar una escalinata y cruzar una pequeña calle. Lo que sigue es la línea que separa a ambos países. Allí no hay alambrada electrificada ni ningún tipo de muro. Solo tres casas azules rectangulares de un ambiente montadas sobre la frontera, de modo tal que una mitad quede del lado de Corea del Norte y la otra, del lado de Corea del Sur. La casa del medio, conocida como Edificio de Conferencias, es utilizada para mantener reuniones entre ambas partes, en épocas donde la relación es menos tensa que ahora. Los turistas pueden ingresar allí. Sólo hay doce escritorios de madera, una bandera de las Naciones Unidas y dos soldados norcoreanos que montan guardia, uno en el medio de la sala y el segundo junto a la puerta que conduce a Corea del Norte. Los visitantes pueden sacar fotos e ingresar en territorio norcoreano sólo con pararse del otro lado de una mesa. Mientras tanto, los soldados de Kim Jong-un permanecen de pie, con los puños cerrados y anteojos negros para no dejar traslucir emociones.

Esas prefabricadas azules están separadas entre sí por pequeños canteros. Del lado Norte, rellenos con arena y del Sur con pequeñas piedras. Por ahí cualquiera podría pasar caminando, pero los militares no permiten ni acercarse. Una vez fuera de la casa azul principal, el guía reúne a todos los asistentes en la escalinata del edificio principal y desde ahí les permite sacar fotografías nuevamente, pero sin hacer ninguna clase de gesto. Del lado norcoreano, se ve un edificio, también de unos tres pisos, donde un oficial con binoculares monitorea lo que pasa del lado sur.

La próxima parada es un punto panorámico desde donde se puede ver Corea del Norte, en particular un pequeño poblado. Es la Villa de la Paz, aunque el oficial de Estados Unidos dice que es un pueblo construido por el gobierno norcoreano con el único objetivo de hacer propaganda. Afirma que tiene edificios vacíos y otros habitados por personas enviadas especialmente por períodos cortos para cumplir con una función patriótica. Corea del Sur también tiene su villa en la frontera, bautizada Libertad. La información oficial es que allí habitan tres mil personas, pero no se puede visitar. Cada lado también tiene su bandera, izada en enormes mástiles de 160 metros.

Luego de pasar por el punto panorámico, el micro se detiene frente a una placa que homenajea a un soldado asesinado a hachazos por las fuerzas norcoreanas en agosto de 1976. A pocos metros, está también el Puente de no Retorno, un viejo pasaje que era utilizado para intercambiar prisioneros. Al volver al centro de invitados, hay tiempo para pasar por la casa de regalos donde se vende ropa militar, mochilas camufladas, el brazalete que usan los soldados de las Naciones Unidas, remeras, llaveros, pines y tazas con inscripciones. Ese merchandising bélico lleva al extremo un show que no se condice con las noticias sobre la creciente tensión entre las dos Corea. La DMZ parece un parque temático de Hollywood, pero con una historia de sangre y un futuro incierto.
Fuente:Pagina12

Norcorea cambia el relato
Año 6. Edición número 257. Domingo 21 de abril de 2013
Por Emiliano Guido 
eguido@miradasalsur.com

Pyongyang quiere más negociación y menos guerra. En síntesis, plantea que Estados Unidos y Seúl cancelen las maniobras navales conjuntas y que la ONU reduzca el embargo comercial a cambio de sepultar la estrategia de confrontación militar con sus vecinos del Sur.

La retórica del gobierno norcoreano está dando un giro copernicano por estas horas. No en lo que se refiere a la clásica utilización por parte de Pyongyang de latiguillos chicaneros como “títeres del imperio” para minimizar el poder de la vecina Seúl sino sobre el eje cardinal de los discursos oficiales donde se utiliza cada vez menos las palabras claves “mísiles” u “objetivos militares” para dar lugar a términos más diplomáticos como “diálogo” y “negociación”. En lo que parece un movimiento tomado de los manuales básicos de la teoría de la guerra, Corea del Norte suspendió, momentáneamente, las maniobras castrenses y las bravuconadas beligerantes para abrir un capítulo de conversaciones con sus rivales. Su lista de demandas a Corea del Sur y a la superpotencia norteamericana son las mismas de siempre: autonomía para su programa energético, reducción de la presencia militar norteamericana al sur del Paralelo 38 y apertura comercial para que Pyongyang pueda importar alimentos sin pagar tasas suplementarias por ser parte del denominado “eje del mal”. A cambio, el gobierno de Kim Jong-un promete desactivar la hipótesis de ataque nuclear en la península asiática.

“Las sanciones comerciales contra nuestro país han sido inventadas con razones injustas y deben ser eliminadas. Hacer esto sería una prueba de buena voluntad hacia la República Popular Democrática de Corea. Además, la desnuclearización de la península coreana podría comenzar con la retirada de las herramientas de guerra atómica traídas por Estados Unidos”, señaló, este fin de semana, la agencia de noticias oficial norcoreana KCNA en el sentido de marcar la deseable apertura de Kim Jong-un si es que se abre una hoja de ruta para las conversaciones trilaterales Pyongyang-Seúl-Washington.

Sin embargo, los especialistas internacionales en el tablero coreano no son optimistas en un pronto deshielo en las relaciones bilaterales. “La salida a esta crisis no está clara. Dudo que la Administración del presidente Obama esté interesada en la diplomacia en este momento. Lo que significa que el peso para tomar la iniciativa caerá en la nueva presidenta de Corea del Sur (Park Geun-Hye). Ella quiere edificar la confianza con el Norte como base para avanzar, pero la experiencia muestra que al Norte le gusta probar a los nuevos presidentes de Corea del Sur con provocaciones más que con diplomacia”, advierte en su blog personal Víctor Cha, director de Estudios Asiáticos en la Universidad Georgetown. Es más, un medio occidental proclive a taquigrafiar la línea del Pentágono como el diario madrileño El País, señaló subrepticiamente ayer que “los servicios de inteligencia de Washington y Seúl creen que Norcorea está listo para disparar en cualquier momento un misil Musudan, lo que le permitiría alcanzar Corea del Sur, Japón y la isla estadounidense de Guam, en el Pacífico. El disparo no se produjo como esperaban muchos analistas el lunes pasado, 101 aniversario del nacimiento de Kim Il-sung, fundador de Corea del Norte y abuelo del actual presidente. En cambio, la ofensiva podría tener lugar la primera semana de mayo, cuando Park Geun-Hye tiene previsto viajar a Washington y entrevistarse con Obama”.

Por otro lado, no solamente la prensa pro norteamericana está alertando sobre un inminente ataque militar por parte de Corea del Norte. La agencia de noticias oficial moscovita Russia Today difundió ayer un cable noticioso con un título significativo: “¿Están preparando submarinos norcoreanos un ataque contra EE.UU.?”. “La desaparición de dos submarinos norcoreanos del puerto en el que se encontraban levanta sospechas de que Pyongyang podría estar ultimando un ataque contra EE.UU. valiéndose de ellos. Numerosos expertos dudan de la capacidad de Corea del Norte para lanzar un misil de largo alcance a Washington. Sin embargo, Pyongyang podría realizar un ataque con misiles desde un submarino. Aunque cualquier ciudad costera podría convertirse en un objetivo, algunos analistas apuntan a que California tendría más posibilidades de ser blanco de un posible ataque”, específica el medio ruso.

Paralelamente a la inestable relación bilateral entre las dos Coreas, donde se superponen las hipótesis militares y diplomáticas, sigue incrementándose lo que se denomina como guerra psicológica o guerra de propaganda. Sí el medio Russia Today puede entenderse como una plataforma tendiente a amplificar la voz de Pyongyang, lo mismo puede decirse de la cadena británica BBC pero, por supuesto, como aliado mediático del bando rival. Esta semana, el medio londinense perpetró una escena que parece sacada del mundo cinematográfico del agente James Bond. El medio estatal inglés camufló a uno de sus periodistas estrellas en un viaje de estudiantes de postgrado a la capital norcoreana para que pudiera filmar la “realidad oculta de Norcorea”. “La mayoría de sitios que visitó Sweeney (el cronista de la BBC) parecieron estar vacíos o en condiciones precarias: en una planta embotelladora la producción estaba suspendida, en una granja no había animales y en una planta de energía, no había luz”, reseño con algo de malicia la BBC a la hora de publicitar su film North Korea Undercover.
Fuente:MiradasalSur

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