Año 6. Edición número 258. Domingo 28 de abril de 2013
Por Guillermo Pintos
cultura@miradasalsur.com
Realidad 2013. Rozín conduce programas en radio América y Telefé.
Entrevista. Gerardo Rozín. Periodista. El conductor radial y televisivo analiza la realidad de los medios y reflexiona sobre su pasado y presente político.
–¿Cómo observa este período de debate sobre los medios y sus intereses empresariales ?
–En este tema prefiero ser cuidadoso en la opinión porque pienso que la discusión no es intelectualmente honesta. Los colegas que protagonizan fuertemente este debate son más picantes a la hora de radiografiar a los dueños de los medios donde están los otros, y no donde están ellos mismos. Me parece que es una discusión en la que no se llega a fondo. No es para mí.
–Se mantiene al margen.
–No es para mí.
–¿Qué llega al público consumidor de todo esto?
–Creo que el debate es interesante y está en la sociedad, pero está planteado desde la política y no desde los medios. Es la política la que marcó la cancha. Por eso la gente se siente más de un lado o más del otro, pero es un tema planteado desde la política. Los medios acompañan. Quisiera dejar claro, expresamente, que no es mi tema.
–¿Considera que este período político dejará huella cultural profunda?
–Pienso que sí. Es muy difícil saberlo ahora: cuál es la marca que quedará, cuál la que pasará al olvido. Cuál será recordado, cuál será medallita vintage... No termino de darme cuenta ahora. Si un tema tapa el otro, de la suma de todos asoma esa marca. Y creo que no es lo mismo la huella cultural que los protagonistas. Hay personajes del tiempo menemista que pasaron al olvido, aunque el menemismo haya dejado su marca profunda. No positiva, como diría Cobos...
–¿Esto es un tema que sobrevuela sus entrevistas con gente de la cultura? Actores, escritores, directores de cine, músicos...
–No. Honestamente, cuando pregunto me concentro en lo que el personaje tiene para darme. Si el tema es un tema por el que yo creo el entrevistado ha pensado, o tiene alguna perspectiva nueva, lo busco. No lo evito. No es un tema tabú para mí. Pero me parece que no merece la atención que se le asigna. Me pasa cuando me invitan a clases o entrevistas abiertas con estudiantes de comunicación o periodismo. Algo que me interesa mucho hacer, por cierto... Es una locura que sea el tema central, me rompe las pelotas que sea así. Considero que hay cosas más interesantes para hablar. No porque esté mal que se hable, me gusta que se hable, pero no me parece que sea EL tema obligado. Por ejemplo, voy a dar una charla: yo hago programas de televisión desde muy chico, desde los 15 años cuando comencé a producir un programa infantil. Y me enfrento a una platea de gente que no quiere ser analista de medios, que no estudia semiótica de la imagen o cosas por el estilo. Estudian periodismo. Por supuesto que esto no es ni bueno ni malo, no lo juzgo. Hablo de lo que decidieron estudiar... Y bueno, yo hago programas de televisión, soy cocinero. Y no les interesa un carajo cómo hago el puré... Me preguntan por cómo se compra un restaurante, quién es el dueño. Repito, soy cocinero. Entonces, que a los tipos que estudian cocina no les interese cómo se prepara una ensalada, cómo se sacan las milanesas, no me gusta. Solamente les importa ese debate. Entonces yo digo: ojo, disfruto el debate. A mí no me da lo mismo, pero después están los programas. Yo hago programas para entretener a la gente, para pensar, para informarse. Eso también es interesante. Y me da lástima que sólo se ocupen del debate de la propiedad de los medios y sus intereses, pero después hay que hacer los contenidos. Escribir una nota, poner un programa al aire. Lo que digo es que no puede ser el único tema para todo el mundo, porque hay otros temas. De nuevo: veo que los inspectores de los dueños de los medios de los demás muchas veces se ponen las rodilleras frente al dueño propio. Eso no está bien. No es mi tema, no es mi debate, no doy nombres porque no me interesa. Me interesa que cada uno elija a quién creerle. Yo a muchos no les creo.
–Hasta hace muy poco condujo un programa en el que se hablaba de libros, leerlos, escribirlos. A primera vista, suena raro para cierto canon de la televisión que privilegia por sobre todo el entretenimiento, si es efímero mejor. ¿Cómo lidiaba con eso?
–La rareza en verdad creo que fue un acierto del canal: ubicar un programa de estas características en un horario y un día importantes, en prime time de la televisión paga. Programas vinculados a la cultura, a los libros, hubo siempre. Acá la novedad estuvo dada en el espacio que le asignó C5N, que le permitió un éxito en términos de teleaudiencia. Yo disfruté mucho en hacerlo, creo que estuvo bien hacer un programa sobre libros que no es lo mismo que hacer uno sobre LA cultura. Era un programa sobre la experiencia de escribir o leer algo, sobre cosas que alguna gente leyó o alguna gente escribió. Lo extraño.
–Hay una mirada sobre su carrera que lo ubica con un pie en el ámbito “cultural” y otro en el “entretenimiento masivo”. De un programa sobre libros a Sábado Bus o Gracias por venir. ¿Cómo convive dentro de usted esta dualidad?
–Aunque la pretensión de rating en lo que se llama mainstream es mayor, no me siento con un pie en cada lado. Realmente me siento a pleno dentro de la televisión de entretenimiento. Es la que tele que gusta hacer: generar un contenido que sea visto por la mayor cantidad de gente posible. Al menos que intenta, se propone, entretener y medir bien. Es la tele que me interesa hacer. Soy productor de televisión. Trato de hacer eso, soy de ese palo. Soy de la tele. Eso genera mucho prejuicio. En su puta vida un suplemento cultural le dedicó algún espacio al programa de los libros. Claro, porque ellos son los dueños, tienen el culo sentado arriba de un baúl con el monopolio de la cultura. Yo no hago crítica literaria, yo hago programas de televisión, que para muchos es algo menor. Y que para mí, es lo mismo o más. Para mí hacer programas de televisión es divino, extraordinario... Y es más difícil, se los puedo asegurar: para hacer un programa de televisión hay que trabajar con mucha gente de muchos gremios todo el tiempo, hay que ser abierto, la inteligencia propia pasar por escuchar al iluminador, al director, a los camarógrafos. Aunque en pantalla se va un tipo solo. Conozco mucha gente de cierto gueto cultural que, encerrada en su propio ego, no podría hacerlo.
–En anteriores entrevistas, incluso una publicada en el suplemento Ni a Palos hace unos años, habló de su relación de pertenencia con el peronismo. ¿Sigue siendo así?
–Siempre fui más peronista que no... Hay una nota vieja de Noticias, cuando quería hacerlo explícito, lo decía de una. Con el menemismo no quería ir ni a la esquina. Entonces, me salía más claramente: “soy peronista”. Pese a que voté a Menem en el ’89... Si no voté a Izquierda Unida (aunque participé de la interna abierta) y voté a Menem es porque siempre estuve cerca del peronismo. Entiendo que mucha gente que milita efectivamente piensa que el compromiso es más serio que una simple declaración de simpatía. Pero es así. Y tengo amigos gorilas que no se emocionarían nunca con cosas que a mí sí me emocionan. Ante la duda, prefiero al peronismo siempre.
Fuente:MiradasalSur

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