29 de abril de 2013

Hemos hecho de las marcas del dolor la posibilidad de la alegría.

EDITORIAL: Hemos hecho de las marcas del dolor la posibilidad de la alegría.

Maru prepara los mates cuidando la yerba y le dicen que son mates “de presa”, será porque su mamá Mirta los tomaba en la cárcel con las compañeras, otras presas políticas, y sabía lo que valía ese calorcito ahí adentro.
A Gerardo lo asustaban los ruidos, por los recuerdos del operativo de la patota de la ESMA en su casa, cuando tenía 2 años y delante suyo asesinaron a su mamá Esperanza y su papá Edgardo. Hoy esos ruidos están lejos y todo se invade de aplausos cuando su tía Ana María da testimonio en el juicio a los genocidas.

Charly es un hincha fervoroso de River, como su papá Rolando, con quien nunca pudo ir a la cancha, porque los genocidas se lo arrancaron cuando tenía apenas unos días de vida, pero ahora cuando grita un gol vale doble.

Paula le cuenta a sus hijos que la lucha nos trajo hasta acá: a los juicios a los genocidas, a terminar con la impunidad para los asesinos del pueblo. Ya hay otra historia para contarles a los nietos de los compañeros desaparecidos: una con victorias, una para profundizar, pero una en la que ya podemos sentir que la Patria Grande crece.

A Santiago siempre le dicen que en las fotos está igual a su papá Juan Carlos. Con el tiempo se irá dando la posibilidad de saber cómo sería esa otra cara a la edad impedida por la ausencia.

No negamos dolor. Sólo decimos que en estos 18 años de historia juntos vamos buscando formas de pensar la felicidad y compartirla. Estamos volviendo a ver fotos de los desaparecidos con sus sonrisas, con la alegría de vivir y ser parte de una generación que luchó por lo que creía justo.

Después de muchos años, Juan Pablo pudo despedir el cuerpo de su papá Osvaldo con uno de los músicos que a él y a tantos compañeros les gustaba: Daniel Viglietti. Se vino de Uruguay con la guitarra y cantó para acompañar una despedida que será hasta siempre.

Levantamos la alegría como bandera: la felicidad es una de nuestras victorias, porque ante tanto horror y tanto dolor, pudimos recuperar la sonrisa.

Siempre dijimos que lo imposible sólo tarda un poco más y que ahora sentimos que llegó el tiempo de lo posible. Vamos a sumar a Silvio Rodríguez, otro de los músicos que escuchaban nuestros papás, mamás y sus compañeros, para decir como él en 1975 que: "Yo he preferido hablar de cosas imposibles, porque de lo posible se sabe demasiado".

Editorial 26/4/2013. La lucha que nos parió. Programa de H.I.J.O.S. Capital en FM La Tribu 88.7. Viernes 17:00 horas.

Fuente:F.Rosalyn Ruiz                      

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