19 de abril de 2013

MEGACAUSA ESMA: La tragedia de la familias Almirón y Salvatierra, de Zelaya, Munro y Florida-Día 42. "Mi hermano fue prácticamente abandonado por la Iglesia", dijo Graciela Yorio.

18.04.2013
Las consecuencias de las desapariciones sobre los sobrevivientes y sus hijos
ESMA: La tragedia de la familias Almirón y Salvatierra, de Zelaya, Munro y Florida
Rubén y Mónica antes de la tragedia. El había sido una de las caras del Partido Auténtico en Almirante Brown 
(Espacio Memoria y Justicia/Télam).- Mirta, hermana de Rubén Omar Román y Leonardo Adrián Almirón, cuyos rastros se perdieron en la ESMA, declaró anteayer. Ella también estuvo secuestrada, pero luego de un largo via crucis, fue liberada. Rubén Omar y Mirta Noemí Almirón, que estaba visiblemente embarazada, fueron secuestrados el 17 de mayo de 1976 en su domicilio de Florida. Una semana después, el 25 de mayo, le tocó el turno a Leonardo Adrián. Recordó Mirta que por la mañana del 17 de mayo, un grupo de hombres con uniformes verdes de combate bajó de un auto "y me preguntó por mi hermano más chico, Adrián, pero yo no sabía dónde estaba, vivía con mi esposo, no lo veía todos los días", puntualizó.

Rubén había sido una de las caras visibles del ilegalizado Partido Auténtuco y militaba tanto en Almirante Brown como en el Sindicato Único de la Publicidad. Ya se los llevaban a él, a Mirta y al padre de ambos cuando Rubén logró escapar del coche y correr. "Ahí me empezaron a pegar y a mi papá también. Me encapucharon y me llevaron. A Rubén lo volvieron a capturar".


"Me dijeron que me metiera en el auto y que me agachara. Me pusieron la capucha. Se me adormecieron las piernas hasta donde pararon… bajé escaleras”, siguio diciendo.


“Ahí me sacaron la ropa, me pasaron electricidad en todo el cuerpo”, continuó Mirta, que ilustró poniendo sus brazos en cruz la posición en que la amarraron, momento que se puso a sollozar.


"Me preguntaban por Adrián y yo les decía que no sabía, que se había ido, que hanían pasado meses desde la última vez que lo vi en un bar de Munro, dónde me dijo que se iba a ir del país".


Después de la sesión de picana "me dejaron a un costado. Escuchaba gritos de Rubén diciendo que yo no tenía nada que ver, que me dejaran en paz. Me agarró un ataque de asma, hasta ahora sigo teniendo asma. En un ataque pedí agua y alguién se me acercó y me preguntó: "¿De donde son?". Le dije que de Munro y le hablé de mi marido y de mi papá, de que íbamos con él a pescar. Me preguntó de dónde eran mi padre y mis hermanos, le dije que de Zelaya, y él me dijo que era un colimba, que estaba haciendo la colimba ahí".


Otro día tuve un ataque de asma y me pusieron una inyección para que se me fuera, y se me acercó ese mismo chico, y aproveché para preguntarle por mi hermano. Entonces él me dijo "Esta frente a vos" y me sacó la capucha. Y ahi lo vi, tirado. Tenía puesto un saco marrón de pana. Y entoces hice así (revoleó los ojos) y vi que había un montón de gente tirada en el piso, entre columnas redondas y grandes".


Mirta contó que “se escuchaban aviones, el tren" y que sus captores eran insistentes: querían saber dónde estaba Adrián. "A la noche me sacaron encapuchada por la Avenida (Del Libertador al 8100), vamos por muchas calles y en un momento me sacaron la capucha y me preguntaron '¿Ésta es la dirección?' (preguntan sobre el bar donde había dicho que se había reunido con su hermano) y le dije que sí.


Volvimos, me volvieron a poner la capucha y bajé las escaleras así. Y no volví a ver a escaleras encapuchada. Ahí no vi más a mi hermano”.


Un tiempo después, que no pudo precisar fue liberada. "A los dos o tres meses, en septiembre, tuve a mi hijo Claudio. De mis hermanos nunca más supe nada".


El testimonio de Fernando Rubén Román Almirón, hijo del desaparecido Rubén y de Mónica Salvatierra, fue más triste. Dijo que se enteró no hace mucho que su padre era un desaparecido, y que también a su mamá y sus tíos los habían secuestrado. Que muchas de las cosas que sabía se las había contado su tía Mirta.


Dijo que sus tíos, Patricia Salvatierra y Néstor Aguirre, como su mamá, Mónica Salvatierra, y su padre, fueron secuestrados a principios de mayo de 1976 en el Barrio Ejército de los Andes. Tíos y madre terminarom liberados, pero desde entonces su madre vive bajo tratamiento psicológico porque, dijo, "está muy mal" (ella era muy joven y, apretada, condujo a la patota hasta el departamento dónde fueron secuestrados Rubén y Mirta). De su tía Patricia dijo que "vive su vida normal, pero se aísla de la gente, no quiere salir a ningún lado".


Fernando dijo que su vida no fue fácil, que tiene tres hermanas, que "veo sufrir a mi madre, no quiere que salga a las marchas porque tema que (los represores) vuelvan: etá bajo tratamiento médico”.


El Ministerio Público Fiscal solicitó que se convoque a declarar a Graciela y Patricia Salvatierra.

Fuente:Telam


18 04 2013
TESTIMONIOS
Día 42. "Mi hermano fue prácticamente abandonado por la Iglesia", dijo Graciela Yorio
Hoy declaró la hermana de Orlando Yorio, cura ex detenido-desaparecido en la ESMA. Contó sobre la desprotección por parte de Aramburu y Bergoglio. Además, declararon más sobrevivientes del grupo de catequistas de la villa de Bajo Flores y un sobreviviente del Olimpo.
El caso Orlando Virgilio Yorio (nro. 18)
El fiscal de instrucción Eduardo Taiano señaló en el pedido de elevación a juicio que “Orlando Virgilio Yorio fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, por integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2, el 23 de mayo de 1976 a la mañana, en la casa de la comunidad jesuítica del Barrio Rivadavia, ubicada en el Bajo Flores de la ciudad de Buenos Aires. Luego, fue conducido a la E.S.M.A., donde permaneció clandestinamente detenido bajo condiciones inhumanas de vida (sometido a las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar) encapuchado y luego vendado; atado primero con las manos en la espalada y después de varios días con las manos adelante; con grilletes en los pies unidos a una bala de cañón; incomunicado durante varios días, durante los cuales no se le permitió concurrir al baño, tomar agua ni ingerir alimentos; fue víctima de insultos, amenazas de muerte y de aplicarle picana eléctrica, y debió escuchar durante su cautiverio los ruidos de cadenas y los quejidos de los demás secuestrados-desaparecidos), así como también fue atormentado mediante constantes interrogatorios -uno de ellos, previa aplicación de un sedante que lo adormeció- hasta su liberación que se llevó a cabo previo suministrarle una droga que tuvo similares efectos.
Durante su cautiverio, fue conducido a la quinta operativa que el Grupo de Tareas mantenía en la localidad de Don Torcuato, Provincia de Buenos Aires. Finalmente, fue liberado el 23 de octubre de 1976, en un descampado del partido de Cañuelas, Provincia de Buenos Aires”.

El testimonio de Graciela Noemí Yorio, la hermana de Orlando

La testigo contó que su hermano tenía 44 años de edad cuando fue secuestrado y llevado a la ESMA. Graciela relató el trabajo religioso de Orlando en villa de Bajo Flores, junto a Francisco Jalics (caso nro. 19) y otros compañeros.

Bergoglio les dio la espalda

Graciela contó que ya en 1975, previo a la última dictadura cívico-militar, “comienzan a circular críticas grandes”. Dijo que los trataban de “subversivos y extremistas”, y que le pidieron a Jorge Bergoglio que hiciera algo para parar “los rumores, porque con esos rumores la vida está en peligro. Bergoglio les dice que desde Roma lo presionan y que busquen un obispo que los reciba”. La testigo contó que insistieron con otros obispos, pero no los recibían por “los malos informes. Estaban en total desprotección. Aramburu les quitó la licencia de dar misas. La Iglesia les quitó el acompañamiento”.

El secuestro en la ESMA

Yorio fue secuestrado “el 23 de mayo de 1976, grupos de Infantería de Marina, encapuchados, en coches separados del otro sacerdote (Jalics). La casa fue saqueada. Una catequista se comunica con mi mamá después de estar liberada y le dijeron que estuvieron en la ESMA”, contó la testigo.

Bergoglio y el “algo habrán hecho”

“Fuimos a a Bergoglio, tuvimos tres entrevistas, nunca nos dijo nada. Sí recuerdo que nos dijo: `yo hice buenos informes`. También me dijo ´cuidate mucho, porque a una hermana de otra persona que no tenía nada que ver la detuvieron”, relató Graciela.

La liberación de Yorio

“El 23 de octubre de 1976 mi hermano aparece en Cañuelas. Luego contó que fueron interrogados bajo anestesia, que le preguntaban por su actividad. Sobre la ESMA, dijo que estaba como en un altillo, que sentía el ruido de los aviones, que escuchaba quejidos. Fue interrogado por una persona que sabía del Evangelio. Estuvo encapuchado y engrillado, sin comer. Luego fue trasladado a una casa en Don Torcuato. Cuando lo liberaron quiso ir a esa casa, pero había sido demolida”, relató Graciela.

Asimismo, sostuvo que “con Francisco (Jalics) cuando fueron liberados van a la Parroquia del Padre (Jorge) Vernazza, a los dos días de estar liberados y los vecinos de la villa les dicen que la Policía los estaba buscando. Primero se escondió y después fue a declarar, protegido por la nunciatura en un coche diplomático. Después lo recibió Monseñor (Jorge) Novak. Luego se fue a Roma a estudiar, en noviembre de 1977”.


Graciela contó que, posteriormente, Orlando, “relata en una carta el secuestro, el hostigamiento, sobre su expulsión, y después regresa. Trabajó en una Diócesis en Quilmes y luego se fue a Uruguay, donde fallece en el año 2000”. Agregó que la carta fue presentada ante la Compañía de Jesús, pero no hubo respuestas. También contó que “fuimos a ver a Monseñor Aramburu y no nos recibió”. Graciela sostuvo que su hermano Orlando Yorio “fue abandonado, expulsado, sin obispo, sin el apoyo de la Compañía de Jesús que lo proteja y de allí viene el secuestro. Fue prácticamente abandonado por la Iglesia”.


El caso de Silvia Guiard (nro. 655)

Según consta en el pedido de elevación a juicio hecho por el fiscal de instrucción Eduardo Taiano, “María Elena Funes de Perniola (caso nro. 654), Silvia Guiard, Beatriz Tebes (caso nro. 656) y Olga Villar (caso nro. 657) fueron privadas ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, por integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2, el 23 de mayo de 1976 a la mañana, en el marco de un importante operativo realizado en la casa de la comunidad jesuítica del Barrio Rivadavia, ubicada en el Bajo Flores de la Ciudad de Buenos Aires donde concurrían como catequistas. 

Luego, fueron conducidas a la E.S.M.A., donde permanecieron clandestinamente detenidas bajo condiciones inhumanas de vida (sometidas a las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar). Allí estuvieron encapuchadas, engrilladas, esposadas y fueron sometidas a interrogatorios. Asimismo, recibieron amenazas de muerte. Finalmente, Funes de Perniola, Guiard y Tebes fueron liberadas en horas de la madrugada del día 24 de mayo de 1976 al borde de la Ruta Panamericana, en Don Torcuato, Provincia de Buenos Aires, en tanto Villar lo fue el día 25 de mayo de 1976 a las 02:00 horas, cuando fue empujada de un auto vendada en la calle Migueletes cerca de su cruce con Avda. Libertador”.


El testimonio de Silvia

“Yo tenía 18 años. Hacía trabajo social, era la preparación del catecismo. Organizábamos actividades sociales, paseos, acompañamiento afectivo a las familias. Éramos un grupo de jóvenes que trabajábamos en la villa (de Bajo Flores) y también en el verano del `75 trabajamos en La Rioja, en Chamical. Ayudábamos en la construcción de viviendas”, relató la sobreviviente de la ESMA. El grupo estaba ligado a Orlando Yorio, un cura que fue detenido-desaparecido en la ESMA y luego liberado (ver crónica del día 41).

Luego, Silvia contó sobre el operativo de secuestro: “ingresó una cantidad de camiones y uniformados, decenas de personas. Yo estaba en la Capilla. Había una hilera de hombres uniformados y armados, con boina roja, en toda la Avenida”. Además, la testigo dijo que identificó personal militar, “un grupo de 50 uniformados. Había una persona con pullover gris, de civil, era el que estaba al mando del operativo. Había un sacerdote que estaba dando la misa (Bissoni). El obispo Aramburu dejó a Yorio afuera de la comunidad, le quitaron (tal como a Jalics) la atribución de dar misa”.


El relato continuó con la narración de los hechos: “entran a la Iglesia y la misa se suspendió. Al entrar el de civil nos dijo: `los de la villa se van a su casa, los de afuera se ponen contra la pared. Siete personas fuimos separadas. Nos empezaron a interrogar, nos preguntaban: `¿qué hacen ustedes acá?`. El que me interrogó me dijo: `la van a pasar mal, algunos se van a salvar`”. Luego explicó que los tenían contra la pared, con los brazos en alto, mientras eran apuntados.


De la misa a la ESMA

Silvia Guiard contó que “cuando me trasladaban se produjo un choque. Yo iba con Olga Villar. Apenas subimos nos hicieron poner en el suelo, nos pusieron las capuchas. Uno de los captores me levanta la capucha y vi el piso rojo o naranja. Luego, apoyada en una columna vi a un captor con uniforme militar beige”.

La ex detenida-desaparecida denunció que “me manosearon, uno de menor graduación, cuando nos llevaba por la escalera. Me manoseaban el pecho”.


Los interrogatorios

La testigo sostuvo que le preguntaban por su actividad en la villa y le dijeron: “ustedes van a salir, pero los grandes estaban en cosas muy turbias”.
La liberación

“A mí me liberaron en la madrugada. Llegamos a la estación de servicio y esperamos hasta las 2 ó 3 de la mañana. Después de que me liberaron, me amenazaron: `Si vuelven a aparecer en la villa van a aparecer en un zanjón`”, contó Silvia. Y agregó: “como víctima, quiero recalcar que Jorge Bergoglio ni Monseñor Aramburu se preocuparon por nosotros cuando estábamos secuestrados. No nos protegieron. No hicieron nada”.


Para concluir, Silvia se refirió a la “profunda desproporción de fuerzas: por un lado, una adolescente que trabajaba en la villa, que estaba en una misa con niños, y por el otro, centenares de hombres armados”.


El caso de María Elena Funes de Perniola (nro. 654)

Su caso está relacionado con el de Silvia Guiard, por lo que los hechos descriptos por el fiscal de instrucción coinciden. María Elena contó hoy que “tenía 21 años y era catequista” cuando se cometió el operativo de secuestro y traslado a la ESMA. “Ingresaron a la villa, eran como 20 camiones, no sé calcular cantidad de gente, porque entraron en camiones. Yo hacía los cantos en la misa. Bajaron más de 10, se distribuyeron en la villa y ordenaron: `continúe dando misa`. Había uniformados con boinas rojas, había gente de civil. Nos separan entre los de la villa y los catequistas. Después de salir me enteré que también se llevaron a gente de la villa”.

La ESMA

La sobreviviente contó que fue trasladada a la ESMA en “un coche tipo combi. Viajamos media hora rápido, por eso chocamos. En el interior del centro clandestino estábamos todos los catequistas y curas.
Durante su cautiverio fue interrogada sobre el grupo de religiosos que participaba en la Villa del Bajo Flores, especialmente por Mónica Quinteros y Mónica Mignone, hija de Emilio Mignone. También relató que, al igual que a Silvia Guiard, cuando la liberaron la “amenazaron de muerte: `si vuelven a la villa van a aparecer en un zanjón`”. Sostuvo que esto se lo dijeron antes de bajar del vehículo y ser liberada, cuando “un uniformado destrabó el arma e hizo como que nos iba a disparar” (simulacro de fusilamiento). María Elena relató que a Olga Villar la liberaron dos días después.

Volver

“Después volví a la villa enseguida, a riesgo de que me mataran y había pasado la topadora. A la villa la habían desaparecido, prácticamente”, contó la ex detenida-desaparecida de la ESMA.

La cúpula de la Iglesia y el silencio o la inacción

Le preguntaron a la testigo si la institución de la Iglesia había realizado algún tipo de gestiones cuando ellos estuvieron secuestrados y dijo que “no hizo nada ni en tiempos de desaparecidos ni después. Ningún miembro de la Iglesia hizo nada, como si no hubiésemos existido”.

El testimonio de Enrique Ghezan, ex detenido-desaparecido en El Olimpo


El ex detenido-desaparecido contó que fue secuestrado el 28 de julio de 1978 y llevado al centro clandestino de detención, tortura y exterminio denominado el “Banco” y luego al “Olimpo”, centros que conformaron en circuito represivo conocido como “ABO” (Atlético, Banco, Olimpo). Enrique contó que en el Olimpo estuvo “seis meses tabicado” y que desde ahí “fueron trasladados a la ESMA Sergio Víctor (alias “Darío”) Cetrángolo, quien fue devuelto a los 20 días, a fines de octubre o noviembre del `78”. El testigo recordó que Cetrángolo “era montonero y el 6 de diciembre de 1978 hubo un traslado masivo, en el que muchos fueron llevados a los vuelos de la muerte. Quedamos pocos, algunos desaparecieron y aparecieron en las playas de Santa Teresita. Los cuerpos fueron reconocidos por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF)”.


El caso de Sergio Víctor Cetrángolo, “Darío”

En particular, el cuerpo de Cetrángolo sigue desaparecido y su caso fue incluido en los dos juicio realizados por el circuito represivo ABO y está incorporado en este juicio por la ESMA (caso nro. 471). Según consta en el pedido de elevación a juicio hecho por Eduardo Taiano, fiscal de instrucción, “Sergio Víctor Cetrángolo, militante de Montoneros apodado `Darío`, fue privado ilegítimamente de su libertad con violencia, abuso de sus funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el día 2 de octubre de 1978, aproximadamente a las 19:30 horas, en una carnicería ubicada entre las calles Paunero y Las Heras de la Ciudad de Buenos Aires, sitio donde trabajaba, por un grupo integrado por alrededor de quince personas fuertemente armadas que se identificaron como miembros de las fuerzas de seguridad. Luego, fue conducido al centro clandestino de detención denominado `El Olimpo`. A fines del mes de octubre o principios de noviembre de 1978, fue llevado a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde permaneció clandestinamente detenido bajo condiciones inhumanas de vida (bajo las paupérrimas condiciones generales de alimentación, higiene y alojamiento que existían en el lugar). Durante su cautiverio, fue exhaustivamente interrogado. Sergio Víctor Cetrángolo aún permanece desaparecido”.

La Navidad y la ESMA

Enrique relató que “el 25 de diciembre hubo un traslado masivo a la ESMA. Se decía que era un presente que la hacía el Olimpo a la ESMA. Primero sufren una terrible paliza, el 25 a la mañana. Era cerca de mi celda, quedaron deteriorados. Todos eran de Montoneros”. Agregó que en El Olimpo “la relación con la ESMA era un oficial de Prefectura, apodado `Rodilla`, quien era el enlace y participó en la golpiza del 25 de diciembre”.

Próxima audiencia

El juicio continuará el lunes 22 de abril desde las 10:00 horas con más testimonios. 
Fuente:MegacausaEsma          

18.04.2013  

Carlos Vásquez recordó que así lo admitieron sus captores
ESMA: "La presión de Mignone les salvó la vida a Jalics y Yorio", destacó un testigo

Emilio Fermin Mignone. No desmayó y fundó el CELS, acaso el organismo de DD.HH. mas eficiente en las "efectividades conducentes". 
(Espacio Memoria, Verdad y Justicia / Télam).- El viceralmirante Oscar Montes le reconoció a Emilio Fermín Mignone y al padre de un testigo que declaró ayer que "A los curas (Francisco) Jalics y (Orlando) Yorio los tiene la Marina porque son muy peligrosos". A partir de entonces, con el dato cierto de dónde estaban los sacerdotes, el futurto fundador del CELS no descansó, y fueron sus presiones la que, como reconocieron los mismos captores de los sacerdotes, la que lograron que conservaran la vida. Lo dijo Carlos Vásquez, hermano de una catesquista desaparecida junto a su marido en aquella volteada e hijo de la presidenta de las Madres de Plaza de Mayo, Línea Fundadora.

"A los curas Jalics y Yorio los tiene la Marina porque son muy peligrosos", le reconoció Montes, por entoces comandate de Operaciones Navales, a Mignone y a su padre, recordó el testigo Carlos Vásquez, que declaró ayer.

Montes dijo aquello cuando Mignone y el padre de Vásquez fueron a a pedir respuestas por sus hijas desapareciddas y preguntaron por los curas, también desaparecidos, puntualizó Carlos Vásquez. hijo de Marta Vásquez, Presidenta de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.

Sucedió en momentos en que Carlos Vásquez se refería al secuestr de su hermana María Marta y su cuñado, el veterinario César Armando Lugones. Ambos fueron secuestrados el 14 de mayo de 1976, aproximadamente a las 3 de la mañana, en su domicilio de la calle Emilio Mitre 1258, piso 11º, departamento B de la Capital Federal, por una patota del Grupo de Tareas 3.3.2 fuertemente armado, cuyos miembros dijeron pertenecer del Ejército.

Ambos fueron conducidos a la ESMA donde María Marta, que estaba embarazada de dos meses, terminó dando a luz un bebé que le fue arrebatado. María Marta y César permanecen desaparecidos.

Anteayer declaró Carlos Vásquez, hermano de la desaparecida e hijo de Marta Vásquez, presidenta de las Madres de Plaza de Mayo, Línea Fundadora.

Carlos describió primero la militancia de su hermana y cuñado en la Villa del Bajo Flores. Recordó luego que a las 6 de la mañana de aquel aciago 14 de mayo lo llamó Emilio Mignone, que le preguntó si sabía algo de María Marta porque había estado en su casa un grupo de militares con unforme de combate verde, quienes se habían llevado a su hija Mónica, prometiendo que la devolverían después de interrogarla.

Más tarde, Carlos recordó que ocurrió “otro hecho, que es el secuestro en un procedimiento público de los Padres Jalics y Yorio. Trabajaban en la Villa del Bajo Flores, no precisamente con mi hermana, sino en otro sector. Los dos grupos tenían relación".

"El 23 de mayo del `76 -continuó diciendo- fueron secuestrados mientras asistían a misa. La daba el cura, Bossini, porque Jalics y Yorio ya habían sido suspendidos por su superior. El grupo que interviene en el secuestro de estos dos padres y de ocho catequistas fue muy numeroso y estuvo un rato largo, hasta que terminó la misa. Eran como cien. Gente del grupo habló con gente de la villa a quienes le dijeron que eran de la Infantería de Marina. Los catequistas fueron liberados a las 48 horas. Yorio y Jalics, quedaron en la ESMA.

Entres las muchas gestiones hechas por su familia por María Marta y César recordó Carlos, su padre y Mignone tuvieron una entrevista con el vicealmirante Oscar Montes, por entonces jefe de Operaciones Navales y más tarde canciller. Respecto a Jalics y Yorio Montes les dijo que "a los curas esos los tiene la Marina porque son muy peligrosos”. Mignone respondió, irónicamente, “vamos avanzando”.
Ya fuera porque Mignone había sido ministro de Educación de la dictadura de Juan Carlos Onganía, ya fuera porque era un importante y público militante católico o por ambas cosas, Montes se había sentido inclinado esa vez a la confidencia.

“Al decirles que Jalics y Yorio estaban en poder de la Marina, (Montes) generó una situación con (el entonces superior de la orden jesuíta, monseñor Mario) Bergoglio: se presionaba por los curas y se genera una situación entre el Gobierno militar y el Episcopado", continuó diciendo Carlos Vasquez.

Así fue que tres días antes de la Conferencia Episcopal, el 23 de octubre, Jalics y Yorio fueron dejados en un campo de Cañuelas. Los habían drogado y al parecer llevados en un helicóptero que escucharon al despertar.

A Jalics lo sacaron del país, y Mignone fue a verlo a Estados Unidos. Yorio nos cobtó que que había estado en la ESMA y luego en una casa en Don Torcuato, recordó Vásquez.

Jalics y Yorio “en la ESMA estaban encapuchados, engrillados, sin ir al baño y sin alimentos”, siguió diciendo. Y agregóque cuando los interrogaban les preguntaban por el grupo de María Marta y a fin de establecer "si eran o no recuperables”. Y concluyó diciendo que sus captores les rteconocieron que seguían vivos gracias a la presión que ejercía Mignone a partir de la admisión de Montes de que estaban en manos de la Armada.

La Fiscalía le preguntó a Carlos si su padre se entrevistó alguna vez con monseñor Emilio Graselli mientras buscaba a su hija. El testigo dijo que sí, que “me dijo mi padre que (Graselli) consultó registros de detenidos… y que no estaba (María Marta)”.
En el juicio anterior por delitos de lesa humanidad cometidos en la ESMA Montes fue condenado a la pena de prisión perpetua.
Fuente:Telam                     

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