EL PRESIDENTE COLOMBIANO DIJO QUE NO QUISO PROVOCAR A MADURO
Las FARC critican a Santos por recibir a Capriles
Juan Manuel Santos.Imagen: EFE
Las FARC calificaron como una provocación que el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, hubiese recibido en Bogotá al líder opositor venezolano Henrique Capriles. A través de un comunicado, firmado por su mando y difundido ayer, la organización guerrillera señaló que Santos sabía que su provocación contra el gobierno de Venezuela estallaría como petardo en la mesa de diálogo de La Habana, haciendo referencia a los acuerdos alcanzados recientemente. “La actitud de Santos desinfló el optimismo. La cuestión se resume en el hecho de que si no fuera por Venezuela no tendría lugar el diálogo de paz de la capital cubana”, dice el comunicado. A juicio de las FARC, Santos es contradictorio, porque al tiempo que pretende pasar a la historia como el presidente que hizo la paz, propicia una cadena de actos que van en contramano de ese propósito. “Como le dije a Chávez, ‘usted no puede pretender que yo me convierta en un revolucionario bolivariano y yo no pretendo que usted se convierta en un liberal demócrata’”, subrayó el presidente colombiano. Además aclaró que uno de sus objetivos de la política exterior era mantener buenas relaciones con todos sus vecinos, incluyendo a Venezuela.
Las FARC calificaron como una provocación que el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, hubiese recibido en Bogotá al líder opositor venezolano Henrique Capriles. A través de un comunicado, firmado por su mando y difundido ayer, la organización guerrillera señaló que Santos sabía que su provocación contra el gobierno de Venezuela estallaría como petardo en la mesa de diálogo de La Habana, haciendo referencia a los acuerdos alcanzados recientemente. “La actitud de Santos desinfló el optimismo. La cuestión se resume en el hecho de que si no fuera por Venezuela no tendría lugar el diálogo de paz de la capital cubana”, dice el comunicado. A juicio de las FARC, Santos es contradictorio, porque al tiempo que pretende pasar a la historia como el presidente que hizo la paz, propicia una cadena de actos que van en contramano de ese propósito. “Como le dije a Chávez, ‘usted no puede pretender que yo me convierta en un revolucionario bolivariano y yo no pretendo que usted se convierta en un liberal demócrata’”, subrayó el presidente colombiano. Además aclaró que uno de sus objetivos de la política exterior era mantener buenas relaciones con todos sus vecinos, incluyendo a Venezuela.
“Con el presidente Chávez, eso fue lo que hicimos, cambiamos la situación radicalmente, mantuvimos unas muy buenas relaciones hasta el momento de su muerte y yo espero que con el presidente Maduro podamos hacer exactamente lo mismo para bien del pueblo venezolano y bien del pueblo colombiano”, enfatizó.
Por su parte, el presidente colombiano abogó por la continuidad de las buenas relaciones con Venezuela.
Además, afirmó que no tuvo intención de provocar al presidente de aquel país, Nicolás Maduro, cuando se reunió con el líder de la oposición, Henrique Capriles. “Soy un demócrata y creo que es normal reunirme con el gobierno y reunirme con la oposición”, declaró Santos en un foro económico dedicado a Colombia en Londres. “No fue mi intención provocar a un gobierno amigo con el que tenemos buenas relaciones a pesar de que somos muy diferentes en muchos aspectos y tenemos visiones diferentes”, agregó el mandatario, buscando apaciguar la tensión que suscitó la reunión con Capriles.
Maduro consideró que Santos había roto las reglas del juego al recibir a Capriles el 29 de mayo en Bogotá y consideró que esta reunión había sido una puñalada por la espalda, pero posteriormente suavizó el tono de sus declaraciones y aseguró que su país quiere tener buenas relaciones con Colombia. Santos recordó que las diferencias no impidieron que trabajara con el ex presidente Hugo Chávez. “Espero continuar la misma relación con el señor Maduro”, señaló.
OPINION
Colombia y la OTANPor Atilio A. Boron *
El anuncio del presidente Juan Manuel Santos de que “durante este mes de junio suscribirá un acuerdo de cooperación con la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) para mostrar su disposición de ingresar a ella” ha causado una previsible conmoción en Latinoamérica. Justificó la novedad diciendo que Colombia tiene derecho a “pensar en grande”, diciendo que “si logramos esa paz” –refiriéndose a las conversaciones en curso con las FARC en Cuba, con el aval de este país, Noruega y Venezuela– “nuestro ejército estará en la mejor posición para poder distinguirse también a nivel internacional”. Para ello nada mejor que asociarse a la OTAN, una organización sobre la cual pesan innumerables crímenes de todo tipo perpetrados en la propia Europa (bombardeo a la ex Yugoslavia), a Irak, a Libia y ahora en Siria, por su colaboración con los terroristas que han tomado a ese país por asalto.
Hasta ahora el único “aliado extra OTAN” latinoamericano había sido la Argentina, que obtuvo ese deshonroso status durante los nefastos años de Menem, luego de participar en la Primera Guerra del Golfo (1991-1992). El status de “aliado extra OTAN” fue creado en 1989 por el Congreso de los Estados Unidos como un mecanismo para robustecer y legitimar sus incesantes aventuras militares con un aura de “consenso multilateral” que en realidad no tienen. Esta incorporación de los aliados extrarregionales de la OTAN es hija de la transformación de las fuerzas armadas de los Estados Unidos desde un ejército preparado para librar guerras en territorios acotados a una legión imperial que, con sus bases militares de distinto tipo (más de mil en todo el planeta), sus fuerzas regulares, sus unidades de “despliegue rápido” y el creciente ejército de “contratistas” (vulgo: mercenarios) necesita estar preparada para intervenir en pocas horas para defender los intereses estadounidenses en cualquier punto caliente del planeta. Con su decisión, Santos se pone al servicio de tan funesto proyecto.
A diferencia de la Argentina (que en 2012 afortunadamente perdió el status de “aliada extra OTAN”), el caso colombiano es muy especial porque desde hace décadas recibe un muy importante apoyo económico y militar de Estados Unidos, de lejos el mayor de los países del área. Cuando Santos declara su vocación de proyectarse sobre el “mundo entero”, lo que esto significa es su voluntad para convertirse en cómplice de Washington, para movilizar sus bien pertrechadas fuerzas más allá del territorio colombiano y para intervenir en los países que el imperio procura desestabilizar. Y no es un secreto para nadie que la primera en esa lista no es otra que Venezuela. La pretensión de la derecha colombiana ha sido convertirse, especialmente a partir de la presidencia del narcopolítico Alvaro Uribe Vélez, en la “Israel de América latina”, erigiéndose, con el respaldo de la OTAN, en el gendarme regional del área para agredir a vecinos que tengan la osadía de oponerse a los designios imperiales. Claro que ante el rechazo que suscitaron aquellas declaraciones, Santos tuvo que ordenar a su ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, que aclarase que lo que se buscaba con la OTAN era “un acuerdo de cooperación para tres temas específicos: derechos humanos, justicia militar y educación a las tropas”. ¡Pobre Colombia, si acude a una organización criminal como la OTAN para ser instruida en esas materias!
Con su decisión, Santos también pone irresponsablemente en entredicho la marcha de las conversaciones de paz con las FARC en La Habana, asestando un duro golpe a las expectativas de los colombianos que desde hace décadas quieren poner fin al conflicto armado. ¿Cómo podrían confiar los guerrilleros colombianos en un gobierno que no cesa de acentuar su vocación injerencista y militarista, ahora potenciada por su pretendida alianza con una organización de tintes tan delictivos como la OTAN? Por otra parte, esta decisión no puede sino debilitar los procesos de integración y unificación supranacional en curso en América latina y el Caribe. ¿Qué hará ahora la Unasur y cómo podrá actuar el Consejo de Defensa Suramericano cuyo mandato es consolidar a nuestra región como una zona de paz, libre de la presencia de armas nucleares o de destrucción masiva y para lo cual se requiere construir una política de defensa común y fortalecer la cooperación regional en ese campo? El presidente Evo Morales ha solicitado una reunión de urgencia de la Unasur para tratar el tema, pero sin el decidido apoyo de Argentina y Brasil tal cosa difícilmente podrá prosperar.
Es indiscutible que detrás de esta decisión del presidente colombiano se encuentra la mano de Washington, que convirtió a la OTAN en un dispositivo bélico de alcance mundial, rebasando con creces el perímetro del Atlántico Norte. No menos evidente fue la directiva de Obama en el sentido de impulsar, poco después de lanzada la Alianza del Pacífico –una tentativa de resucitar el ALCA con otro nombre–, la provocadora reunión de Santos con el líder golpista venezolano Henrique Capriles. Similar maniobra se percibe ahora, dadas las graves implicaciones geopolíticas que tiene esa iniciativa al tensar la cuerda de las relaciones colombo-venezolanas; amenazar a sus vecinos y precipitar el aumento del gasto militar en la región; debilitar a la Unasur y la Celac; alinearse con Gran Bretaña en el diferendo con la Argentina por las Malvinas, dado que esa es la postura oficial de la OTAN. Y quien menciona esta organización no puede sino recordar que, como concuerdan todos los especialistas, el nervio y músculo de la OTAN los aporta Estados Unidos y no los otros Estados miembro, reducidos al triste papel de simples peones del mandamás imperial. En suma: una nueva vuelta de tuerca de la contraofensiva imperialista que sólo podrá ser rechazada si se combinan la masiva movilización de los pueblos y la enérgica respuesta de los gobiernos genuinamente democráticos de la región, algo que apenas se ha insinuado en estas horas. Esa será una de las pruebas de fuego que unos y otros deberán enfrentar las próximas semanas.
* Director del Pled, Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.
Fuente:Pagina12
la guerrilla cuestiona el acercamiento del presidente colombiano con el opositor henrique capriles
Las FARC acusan a Santos de provocador
Dicen que sabía que su gesto contra el gobierno venezolano "desinfló la atmósfera favorable" a la negociación.
Las FARC calificaron de gesto de "provocación" al encuentro del presidente colombiano, Juan Manuel Santos, con el líder de la oposición venezolana, Henrique Capriles, por lo que llamaron a defender el proceso de paz que se desarrolla en Cuba, al que consideran en este marco como "en el limbo".
A través de un comunicado las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia señalan que Santos "sabía que su provocación contra el gobierno legítimo de Venezuela estallaría como petardo en la mesa de diálogo de La Habana".
Tras el encuentro del pasado 29 de mayo en Bogotá entre Santos y Capriles, que no reconoce la victoria de Nicolás Maduro en las elecciones del 14 de abril, Venezuela desató una pesada artillería de críticas pero días después dio por superado el tema.
En el comunicado los rebeldes dicen que para ellos "el tema Venezuela, país acompañante y facilitador del proceso, era muy sensible para las FARC, que ve en los venezolanos el principal factor generador de confianza, y en consecuencia a artífices fundamentales del proceso de paz".
Agregan que "no son pocos los que creen" que el paso del vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, por Bogotá, donde el pasado 27 de mayo sostuvo una entrevista con el presidente Santos, fuera "el origen del arrebato santista". Y asocian que esa visita está relacionada con un supuesto plan de Estados Unidos para "desestabilizar y descarrilar gobiernos populares como los de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Uruguay, entre otros".
Para los rebeldes, la "invitación" de Santos a Capriles les causa "perplejidad", sobre todo después de que los equipos negociadores cerraran en los diálogos de La Habana, el tema de tierras, considerado "la nuez del conflicto" interno en Colombia.
"La actitud de Santos desinfló el optimismo, la atmósfera favorable a la paz que se había logrado construir con tanto esfuerzo en La Habana. La cuestión se resume en el hecho de que si no fuera por Venezuela no tendría lugar el diálogo de paz de la capital cubana."
A juicio de las FARC, el presidente Santos "es contradictorio" porque al tiempo que pretende pasar a la historia como "el presidente que hizo la paz", propicia una cadena de actos que van en contravía de ese propósito.
Dicen que "nadie entiende" por qué el gobierno rechaza "la necesaria tregua bilateral propuesta" por las FARC desde el inicio de las conversaciones. Desde el inicio de los diálogos, el presidente Santos dijo que las conversaciones se desarrollarían sin cese del fuego.
Agregan que "hasta el propio presidente en persona no deja pasar oportunidad para descalificar al interlocutor con acusaciones infundadas y amenazas de ruptura".
Insisten en que "este no es un proceso de sometimiento", sino de construcción de paz".
Fuente:TiempoArgentino
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