UN EX CONSCRIPTO HABLO DE QUEMA DE CADAVERES EN LA ESMA
Un testigo en el infierno
Describió el uso de la “parrilla” entre las primeras formas de desaparición y dijo que vio “vértebras” humanas al lado del río, en el Campo de Deportes de la Armada. Estuvo secuestrado unos días y lo “visitó” un cura.
Por Alejandra Dandan
Alejandro Hugo López hizo el servicio militar en la Escuela de Mecánica de la Armada a partir de marzo de 1976.
Imagen: Adrián Pérez
Alejandro Hugo López hizo el servicio militar en la Escuela de Mecánica de la Armada a partir de marzo de 1976. Durante los meses que siguieron estuvo secuestrado unos días y durante el resto del tiempo se convirtió en un testigo privilegiado del infierno. La Conadep recogió su testimonio tempranamente. El mismo participó del primer reconocimiento del predio con dos de los integrantes de la Comisión y su primer relato aún es recordado, entre otras cosas, porque describió el uso de la “parrilla” entre las primeras formas de desaparición del centro clandestino. López volvió a declarar, esta vez en el juicio oral sobre los crímenes de los marinos. Para los investigadores, su testimonio abrió “otra ESMA”. En medio del silencio de la sala y en uno de los tramos más impresionantes del relato, contó por primera vez que él mismo pudo ver restos de “vértebras” humanas al lado del río, en el Campo de Deportes de la Armada. “La parrilla se hizo en el taller de herrería”, dijo él. “Era una batea de 1,90 m, o una cosa así, con unos 25 o 30 cm de altura, arriba llevaba una parrilla y en una punta un caño con un embudo por donde se tiraba combustible.” Una vez terminada, la batea se llevó hasta el Dorado y desde allí al Campo de Deportes para ubicarla “sobre la margen del río”. El artefacto, que era “móvil”, iba y volvía así del Campo de Deportes. ¿Usted fue a ese lugar?, le preguntó la fiscal. “Sí, yo iba muy seguido”, dijo. “En su momento vi algunas vértebras ahí en la orilla.” Era fines del ’76. Los soldados y “aspirantes” iban a hacer deportes a ese lugar durante el día. López solía ir a jugar a la pelota. O subía a las embarcaciones de la Escuela.
–Eran restos humanos –agregó–; se decía que ahí funcionaba la parrilla, que se llevaban la parrilla para ahí.Las denuncias
No es la primera vez que se menciona el Campo de Deportes de la Armada como uno de los lugares que usó el GT 3.3 para deshacerse de los cuerpos de los desaparecidos. López lo inscribió en el final del primer año de la represión y comienzos del siguiente. Y como uno de los métodos alternativos a los “vuelos” que ya se denunciaban en esa época. López ya lo había mencionado ante la Conadep. También lo vienen denunciando otros sobrevivientes y familiares. Lo dijo hace muy poco en una audiencia y en los mismos términos otro conscripto llamado Marcelo Prado.El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) hizo inspecciones sin éxito en el lugar. Hasta ahora se cree que el GT pudo haberlo usado para deshacerse de los detenidos que llegaban sin vida a la ESMA, morían inmediatamente o en la tortura, pero también se cree que la falta de rastros en la zona puede deberse al tipo de sedimentación de la tierra y el movimiento del agua.
López contó lo que sucedía en aquel momento. Dijo que el desplazamiento del artefacto se hacía arriba de un rastrojero, una camioneta muy cerrada, cargada con tambores con unos “100 litros de gasoil”, un material que se conseguía fácilmente en el predio de la ESMA porque tenían surtidores. En ese momento, él trabajaba en Automotores. Es posible que por sus tareas haya entrado en contacto con quienes estaban a cargo de los desplazamientos.
–¿Cuántas veces ocurrió? –le preguntó el presidente del TOF.
–Muchas veces, muchísimas veces. No puedo decir números –explicó.
–Siempre sucedía a la noche, siempre por la noche –repitió.
–¿Se veía algo del Campo de Deportes?
–A veces se veía humo.
Mientras hablaba, la sala casi vacía de público estaba todavía más silenciosa. El único represor presente era Ricardo Cavallo, “Sérpico”, que cada tanto, como si buscara contestarle a él, giraba a la derecha para decirle algo a su abogada.
López entró al servicio militar después del golpe. Había desertado años antes y volvía a intentarlo. Solía estar castigado. Estuvo adscripto al área de Bomberos y al mismo tiempo a Automotores, allí dependía de Adolfo Scilingo y fue “como su chofer”. Su caso es conocido porque además de testigo fue uno de los cuatro conscriptos secuestrados como parte de la caída de Sergio Tarnopolsky. Sergio era militante de Montoneros, hacía el servicio militar en la ESMA, era asistente del Tigre Acosta y escribió el llamado “informe Tarnopolsky” con el que la Agencia Ancla hizo, a fines de 1976, una de las primeras radiografías de la ESMA. La Marina secuestró a Sergio, a su esposa, a sus padres y a su hermana y acusó a un grupo de colimbas de colaborar con él. Entre ellos, a López, que estuvo secuestrado unos días. Estuvo encapuchado y tendido en el piso al lado del “tanque de agua”, luego lo llevaron a una “casa de rehabilitación” y más tarde volvieron a llevarlo a la ESMA. Ayer, durante su testimonio, dio otro dato que hasta ahora no había sido mencionando, surgió de ese secuestro y está vinculado a lo que él mismo fue viviendo más tarde.
¿Cómo era la alimentación?, preguntó la fiscal. “Un mignón por día y un pedacito de carne.” ¿Lo llevaban al baño? “Traían un balde.” ¿Guardias? ¿Supo algún nombre? ¿Quiénes eran? “Nunca se sabe”, dijo él. “En algún momento entraba un personaje al que le decían el ‘Pedro de Guardia’ que preguntaba por las necesidades que teníamos, que en realidad eran infinitas. Lo que sí, una vez, vino el ‘Pedro de Guardia’ y me levantó la capucha. ‘No abras los ojos, que te quiero ver la cara’, me dijo y en realidad era el padre Fernández, que era el capellán de la Escuela.”
–¿Qué hacía en ese lugar?
–No sé si estaba por lástima hacia los que estábamos ahí, porque en definitiva nos conocía –dijo–. No sé por qué estaba.
Y agregó: “Aparte de la Iglesia alguna vez hizo patrulla con nosotros, venía en una patrulla externa, hacía documentación con nosotros”.
Esto fue otra revelación. El nombre completo del capellán es Pedro José Fernández y, según el organigrama reconstruido por Defensa, aparece en la estructura integrando el cuadro de Capellanía y Bienestar. El dato llamó la atención en la audiencia porque su nombre hasta ahora no había surgido como parte de una imputación. López no sólo lo situó en Capuchita, sino en una serie de operativos a los que llamó de “patrullas externas”.
–¿Patrullas? –preguntó uno de los jueces.
–Todas las noches se hacían patrullas –explicó–. Como si fuera una comisaría, se hacía una patrulla externa.
Cada quince días. Cuando me tocaba estar de guardia a mí, en lugar de hacer la guardia con los bomberos, salía a hacer guardia con una camioneta.
El hacía de chofer. Le tocó llevar Scilingo a la zona del Abasto, a la patrulla. Hacían distintas tareas, como control de documentos y de calle.
Fuente:Pagina12
14 11 2013
TESTIMONIOS
109. “Hasta ahora han callado, es necesario que hablen”
Fue el pedido de la sobreviviente María Alicia Milia de Pirles, quien declaró hoy. Además, dieron testimonio Emiliano Bustos, hijo de Miguel Ángel, detenido-desaparecido; Lucrecia Gordillo Woodyat, hermana de María Marcela, y cuñada de César Miguel Vela Álzaga Unzué, detenidos-desaparecidos.
María Alicia Milia de Pirles (caso 290)
La apodaban “Susana” y “Cabra”. Fue privada ilegalmente de su libertad el 28 de mayo de 1977, en horas de la tarde, mientras transitaba por la calle Roca, en las proximidades de las vías del Ferrocarril Mitre, en la localidad de Florida, Provincia de Buenos Aires. El operativo estuvo a cargo de varios hombres armados, pertenecientes al Grupo de Tareas 3.3.2., quienes la golpearon hasta provocarle una herida en la cabeza y la introdujeron en el interior de un rodado. Posteriormente, fue llevada a la ESMA, donde se le impuso el número 324 y se la mantuvo clandestinamente detenida, con la imposición de condiciones inhumanas de vida. Fue liberada el 19 de enero de 1979, cuando fue enviada al extranjero por la Armada Argentina con documentación y pasajes facilitados por esa institución.
El testimonio de María Alicia
Dado que la sobreviviente ya declaró, se aplicaron las reglas de Casación para ampliar su testimonio. Al comenzar recordó que cuando la secuestraron, “era un día de mucho frío y llovía. Me dieron el número 324”.
Los compañeros secuestrados
Entre otras cosas, la fiscalía y las querellas le preguntaron por varias víctimas cuyos casos son parte de la megacausa, a fin determinar si la sobreviviente tenía datos sobre esas personas.
Juan Julio Roqué (caso 291): “Mi caída es anterior, pero en paralelo. Cuando me están torturando, sin música, mientras se hacía el enfrentamiento en lo de Roqué. (Antonio) Pernías, que me estaba torturando, me dijo: ‘Lo traemos muerto a Roqué’. Yo le dije que no le creía. Me preguntó si quería verlo, le dije que sí, pero nunca lo vi. Hubo numerosos relatos sobre cómo Roqué los había enfrentado desde el primer piso”.
Luis Benavidez: “Cuando Pernías me lleva a la sala de tortura me dice: ‘El lunes lo traemos a Luisito (Benavidez)’. Después supimos que tal vez la llevaron a ´La Cacha´” .
Hugo Alberto Castro (caso 201) y Ana Rubel (caso 202): “En enero de 1977 secuestran a Ana. Cuando yo llegué, Hugo Castro, compañero de Ana no estaba en la ESMA”.
Mirta Mónica Alonso Blanco de Hueravilo (caso 285) y Oscar Lautaro Hueravilo (caso 286): “Los secuestran en el cementerio. Yo no tengo conciencia de haber visto a Hueravilo”.
Beatriz Esther Di Leo (caso 226): “Escribana. Sé que estaba en la ESMA. Sé que bajaba a verse con alguien, su ex esposo. Ella decía que no hablaba, hasta que un día habló y al rato se fue. Como consecuencia, fue secuestrado Casaretto (Antonio Alejandro, caso 223), dirigente sindical, amigo de ella, quien había sido su testigo en algo. Su ex esposo era de la Marina (Capitán de la Armada, Telmo González)”.
Gustavo Alberto Grigera (caso 328): “Lo secuestran en el Hospital Italiano. Me lo comenta ‘Federico’, un Federal. Me cuenta que van a hacer el operativo. Contaron que se había resistido, que los hizo entrar, que lo sacaron de la pastilla. Recuerdo haberlo visto en el Sótano, mal y puteando. Después lo vi en ‘Capucha’. Su hija me confirmó que a los familiares les habían devuelto el cuerpo. Fue un traslado individual”.
“Grupo de la villa”: “Se me dijo que eran de una villa del sur de Buenos Aires. Era mucha gente, gente humilde. Pernías, entre otros, estuvo en ese operativo”.
Susana Beatriz Pegoraro (caso 320): “Estuvo muy poco tiempo. Era mucho mayor. Su hija me dice que a ella y a su padre se los llevaron a Mar del Plata. Cuando ella vuelve a parir vuelve sola”.
“Evaristo”: “Médico pediatra paraguayo. Él me dijo que era paraguayo y pediatra. Lo trasladaron en un traslado general. Yo llegué y ya estaba. Supongo que hasta julio de ´77”.
Luis Daniel Aisemberg (caso 284): “No lo conocí. Novio de la hermana de Lidia Cristina Vieyra (caso 241), que estuvo secuestrada. Ella vio a Luis y a Ariel (Aisemberg, caso 247), eran hermanos. Los secuestraron en abril y cuando yo caí ya no estaban”.
Juan José María Ascone (caso 302): “’Yaya’. Lo secuestran antes que a mí. Llegó muerto o casi muerto. Girondo (Alberto Eduardo, caso 280), que estaba baleado, lo tuvo al lado en la enfermería y murió al rato”.
Emilio Carlos Assales Bonazzolla (caso 194): “’Tincho’. Enero de 1977. Ana María Martí (caso 245) ya estaba secuestrada y ‘Tincho’ ya estaba”.
Cacabelos (casos 25, 50, 51, 96 y 97): “Yo tampoco estaba. Me enteré afuera y adentro que hubo un tiroteo y ahí estaban. Después, mucho tiempo después, conocí a la hermana”.
Jorge Norberto Caffatti (caso 468): “Estaba en una piecita de abajo. Lo vi una o dos veces. Los Marinos creían que tenía dinero”.
Victorio Cerutti (caso 191): “Lo vi. Era Ingeniero”.
Rodolfo Jorge Fernández Pondal (caso 341): “Periodista. No lo vi pero estaba cuando dijeron que lo habían traído”.
“Gabino”: “Lo vi una vez. Lo conocía de Córdoba. Lo trajeron por algo en particular”.
Ariel Adrián Ferrari (caso 230): “No estaba en la ESMA. Coquet (Ricardo, caso 240) me contó de él y se contaba la historia de este grupo”.
Adriana Friszman (caso 306): “Nuera de (Alberto) Numa Laplane. La vi de casualidad y me horroricé. Supongo que (Héctor Antonio) Febres me dijo que era ella. Estaba embarazada. Fue un traslado individual”.
Iris Nélida García (caso 303): “Llega desde Coordinación Federal. Viene a parir y la trasladan de nuevo.
Yo no presencié el parto”.
Dagmar Ingrid Hagelin (caso 212): “Tengo lo que se decía muchas veces, corroborado por (Alfredo Ignacio) Astiz”.
Héctor Manuel Hidalgo Solá (caso 329): “Se dijo que en un cuartito estaba Hidalgo Solá. Algunos Marinos también lo comentaron”.
“La colorada”: “(Alicia María) Hobbs (caso 861). Una chica de Córdoba, novia de (Néstor Luis) Morandini (caso 373). ‘La Negrita’, hermana de Morandini, también estaba. Yo hablé con ellos. Los trasladaron en septiembre, octubre de ´77”.
Rolando Hugo Jeckel (caso 255): “’El buzo’. Pertenecía al grupo de los buzos tácticos. Estuvo herido. Yo no lo vi, pero mucha gente lo vio. Lo trasladaron”.
Alejo Alberto Mallea (caso 505): “Cae cuando me estoy yendo en diciembre ´78. Me dijeron que cae muerto”.
Alejandro Roberto Odell (caso 353): “Taxista. Cae con (Marcelo Carlos) Reinhold (caso 352). Lo vi”.
Oscar Paz (caso 172): “Secuestrado antes, pero yo lo vi y lo conocía de afuera”.
Elsa Rabinovich de Levenson (caso 225): “Señora de Levenson. Estuvo en ‘Capucha’ mucho tiempo, hasta que la trasladaron con un grupo. Suegra de ‘Coca’ (Marta Bazán de Levenson, caso 107)”.
Mirta Edith Trajtenberg (caso 404): “La vi en el baño. Venía de otro centro. Siempre me voy a acordar que había querido suicidarse y tenía la herida. O se la llevó el cuerpo que la tenía (Federal) o la trasladaron”.
César Miguel Vela Álzaga Unzué (caso 206): “Un excelente compañero. En enero la compañera había sido secuestrada durante las citas nacionales. Yo lo conocía de afuera”.
Miguel Francisco Villarreal (caso 454): “Cae muerto”.
“Gordo Hugo”: “(Juan Carlos) Sosa Gómez (caso 238). Compañero de Santa Fe. Tenía un camión y hacía logística de la organización. Luego me enteré que lo habían secuestrado y en la ESMA me enteré que había llegado muerto”.
Marta Bazán de Levenson (caso 107): “Ya estaba secuestrada yo. Era la nuera de Levenson”.
Alfredo Ayala (caso 368): “’Mantecol’. Sí, estuvo mucho tiempo”.
Mario José Bigatti (caso 455): “Le decían ‘El arquitecto’ o ‘El ingeniero’. Lo hacen viajar para ver si podían agarrarlo a Armando Croatto (caso 470)”.
María Mercedes Bogliolo de Girondo (caso 319): “Nos enteramos de que la matan. Una compañera se lo dice a (Alberto Eduardo, caso 280) Girondo, el compañero. Yo estaba”.
Norma Susana Burgos (caso 211): “Estuvo antes que yo”.
Mirta Cappa de Kuhn (caso 461): “La secuestran con (Amalia María, caso 457) Larralde, es la cuñada. La veo poco”.
Mercedes Inés Carazo (caso 113): “La conozco de afuera, fue secuestrada antes. La veo muy poco”.
Máximo Carnelutti (caso 358): “Llega un poco después que yo”.
Emilio Enrique Dellasoppa (caso 142): “Está conmigo en la ESMA. Hacía fotografía”.
Liliana Noemí Gardella (caso 398): “’La Chaqueña’. Llegó después que nosotros. La vi.”
Miriam Liliana Lewin (caso 446): “Cae en Aeronáutica para Pacua de ´78. La vi. La llevan a ‘Pecera’”.
Adriana Rut Marcus (caso 460): “Septiembre 1978. Del grupo de Andrea, de Rita. La vi una o dos veces”.
Pablo Antonio Miguez (caso 275): “Muy joven. Lo vi. Era menor. Estaba en ‘Capuchita’”.
Carlos Enrique Muñoz (caso 494): “Octubre 1978. Estaba en el Sótano. Lo vi”.
Alberto Eduardo Pesci (caso 473): “Del ´78. Lo ubico en la captura de Lestrem”.
Raúl Humberto Mattarollo (caso 331): “Cae dentro del grupo de los médicos ferroviarios. Eran cuatro, uno era Mattarollo”.Alejandro Daniel Ferrari (caso 333): “Otro de los médicos”.
Los represores
Rodolfo Oscar Cionchi: “’Tomás’, ‘Dogor’, ‘Gordo Luciano’. A nosotros se nos obligaba a salir a ‘marcar’. La primera vez que me sacan para hacer esta tarea, que nunca concreté, me lleva un grupo a cargo de Cionchi. Engrilletada y esposada. En el auto había granadas, armas por todos lados. En junio de ´78 me llevan a hacer una visita familiar a Santa Fe. Yo soy de ahí, mis hijos estaban ahí. Va Beto Ahumada (Alberto Ahumada, caso 89) y uno de Prefectura”.
Francisco Lucio Rioja: “’Fibra’. Del SIN (Servicio de Inteligencia Naval). Gente de (Luis) D’Imperio. Cuando a mí me secuestran no sabían quién se iba a quedar conmigo, si ESMA o el SIN. Era una persona muy violenta, a mí me daba miedo”.
Rogelio José Martínez Pizarro: “Un ‘Tomy’. Lo veo a los dos días de haber caído y le digo: ‘Vos sos de Córdoba, de la Universidad Católica de Córdoba’. Y era. Lo vi en el Sótano”.
“Pedro la bruja”: “Manejaba el ‘Pañol’. Era horrible”.
“Pedro bolita”: “(Carlos) Galián. Portaba la muerte. Era una de las personas que organizaba los traslados”.
También mencionó a “Pedro loro”, “Pedro cachetada” y “Pedro morrón”.
“Fragote”: “Penitenciario. Parecía bueno, pero era malo. Él se batía el pelo, era muy gracioso, con spray.
Fue un operativo y llevó a compañeros a sus casas”.
“Hormiga”: “Suboficial de la Marina. Una de esas personas que siempre quieren quedar bien con su superior. Era fotógrafo. Nos lo decía y hace poco vi una página web con sus fotos que son bastante truculentas”.
“El hijo de Sam”: “El hijo de (Guillermo) Suárez Mason. Oficial de guardia también. Lo vi en el Sótano,
‘Capucha’ y ‘Pecera’. A ‘Pecera’ vamos en diciembre del ´77. Yo me voy en enero del ´79, en ese período yo lo veo. Debía ser operativo. No tenía trato cotidiano. No estaba con nosotros, pero lo recuerdo como oficial de guardia”.
“Teniente Vaca”: “No era teniente, era civil, amigo del ‘Tigre’ Acosta. Participó en cómo transformar en dinero los bienes de los secuestrados”.
“Jirafa”: “Marino. Operativo. Y después estuvo en el Ministerio de Relaciones Exteriores”.
Visitas
“(Emilio Eduardo) Massera fue más veces, yo lo vi dos. Cuando venían estas visitas, los oficiales venían con el uniforme de marino. Sabía quiénes eran porque alguien tal vez decía: ‘Ese que pasó es (Armando) Lambruschini’ o ‘Ese fue (Jorge Isaac) Anaya’. Te dabas cuenta porque todo relucía, todo estaba limpio, hasta los bronces. Cuando estaba en ‘Pecera’ vi varios que nos miraban como pececitos. He visto a (Rubén Jacinto) Chamorro llevar gente para que viera la pieza de las embarazadas. También vi que los llevaban al camarote de ‘La Gaby’ (Norma Esther Arrostito, caso 149)”, relató.
Traslados
“Los traslados grandes eran de 15, 20, 25 personas y se daban cuando, así fríamente, había que vaciar ‘Capucha’”, relató. “Di Leo fue un traslado individual. Galli (Mario Guillermo Enrique, caso 312); Ponce (Ana María Ponce de Fernández, caso 327); José María Salgado (caso 242) y Díaz Lestrem (Guillermo Raúl, caso 472) también”, relató.
“Nadie nos contó cómo eran los traslados. Había parte que veíamos levantándonos la capucha y mientras ‘el Pedro’ nombraba los números se escuchaban los grilletes y, mientras, uno pedía que no lo nombraran. A nosotros esos días nos sacaban del Sótano, suponemos por eso que los llevaban al Sótano. Se les ponía una inyección. De ahí al playón y a un camión. Astiz me dijo que los tiraban de un avión, pero me dijo que me quedara tranquilita, que los tiraban dormidos”, narró.
Las embarazadas
“Se dio a luz en distintos lugares. Yo conocí dos, creo que hubo un tercero. El primero fue la ‘Enfermería’, que estaba en el Sótano. Luego hubo otras compañeras que parieron en el cuarto de las embarazadas. ‘Susanita’ Siver fue al Hospital Naval (Susana Beatriz Siver de Reinhold, caso 351)”, enumeró. “Estaban el médico, al parturienta con una compañera, que éramos nosotras. Hubo embarazadas a las cuales se las llevó después de dar a luz: ‘Paty’ (Patricia Elizabeth Marcuzzo Ferremi, caso 389); Ana Rubel y Liliana Pereyra (caso 399). Alicia Alfonsín (caso 435) se quedó un mes. Yo supongo que tenía que ver con quién se iba a apropiar del niño”, describió.
“La decisión de llevar a Siver fue del Jefe de Servicio del Naval. Es lo que se dijo. El parto de Ana Rubel lo dirigió (Jorge Luis) Magnacco. Estaban Ana Rubel y (Sara Solarz de) Osatinsky (caso 282)”, agregó.
“Hasta ahora han callado, es necesario que hablen”
“Hablamos con dolor y desde el dolor. Dónde están nuestros desaparecidos, qué hicieron ellos. Todo el pueblo, todos necesitamos respuestas, cada vez son más necesarias. El archivo de la ESMA existe. Hasta ahora han callado, es necesario que hablen”, finalizó.
El caso de Miguel Ángel Ramón Bustos (891)
El 30 de mayo de 1976 fue privado ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley. Estaba en su domicilio, en la Ciudad de Buenos Aires. El operativo estuvo a cargo de personas identificadas como pertenecientes a la Policía Federal, vestidas de civil, quienes lo introdujeron en un auto Ford Falcon y lo llevaron a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Miguel Ángel sigue desaparecido.
El testimonio de Emiliano, hijo de Miguel Ángel
Emiliano Bustos tenía 4 años de edad cuando su padre Miguel Ángel fue secuestrado. En su testimonio contó que era “un operativo de hombres que se identificaron como policías, el 30 de mayo de 1976, en nuestro domicilio. Se identificaron con unas tarjetas amarillas que mostraron. El relato que puedo construir tiene que ver con el recuerdo de mi madre que falleció en 1993. A mi madre y a mí nos encerraron en la cocina durante más de una hora, aproximadamente”.
“Cuando nos dejaron salir, estaba todo revuelto, todo tirado. Lo vi a mi padre por última vez, se despidió. Como hacía frío, le dijeron que fuera a buscar abrigo y fue a buscar a mi cuarto mi colcha. Estaba esposado, eran 4 ó 5 personas. Dijeron que era de rutina, por averiguación de antecedentes y que al día siguiente fuera a la comisaría 7ª", agregó.
La búsqueda
La madre de Emiliano fue a la comisaría, pero no había información. “Presentó varios hábeas corpus y otras presentaciones. También fue a Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas. Sé que mi tía, hermana de mi padre, tuvo una reunión con un allegado de (Jorge Rafael) Videla. Nunca tuvimos referencia directa sobre dónde estuvo detenido. No teníamos información ni referencia directa".
Miguel Ángel
“Entiendo que mi padre no tuvo una militancia orgánica en algún Partido. Era militante de base del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores), vinculado a la revista ‘Nuevo hombre’ y participó de la formación inicial de la actual Unión de Trabajadores de Prensa. Colaboró en las revistas ‘Panorama’ y ‘Siete Días’, y el diario ‘La Opinión’. Fue compañero de (Enrique) Raab, (Claudio) Adur y Haroldo Conti.
La última colaboración fue con ‘El Cronista Comercial’, en febrero de 1976. Entrevistó al escritor paraguayo Augusto Roa Bustos, quien estaba exiliado acá. Entiendo que nunca se publicó”, relató. Además, contó que le decían “Tito” en la familia, “pero sólo la familia, que yo sepa nadie más. Tenía 43 años”.
El hermano de Miguel Ángel, Eduardo, dio testimonio durante la audiencia 41 de este juicio.
Enrique Lorenzo Esplugas (771)
Tenía 27 años de edad, lo apodaban “Rodi”, era estudiante de Antropología y pertenecía al grupo de unión de scouts católicos que funcionaba en el Colegio Eymar de San Martín. El 29 de octubre de 1976 fue privado ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, luego de salir de su domicilio, en Olivos, localidad de Vicente López, Provincia de Buenos Aires.
Luego, fue trasladado a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Enrique sigue desaparecido.
El testimonio de Frida Szwarcberg de Esplugas
La testigo declaró que su compañero Enrique fue “secuestrado en una cita a la que había acudido. El día anterior había ido a otra cita, de la cual logra evadirse. Ésta era una cita de emergencia, convenida telefónicamente. Era una época de caídas. La cita era en Once, Lavalle y Paso, aproximadamente a las seis de la tarde”. Enrique y ella eran parte del área Federal de Montoneros.
Los allanamientos
“Cuando él no regresa me voy con mi hija, nos pasa a buscar mi hermano y recorremos la zona buscando el auto. Me comunico con mi suegra para que no abriera el negocio al día siguiente”, contó Frida. “Cerca de las dos, un grupo de civil cae en la casa de mi madre, porque la tarjeta verde del auto tenía la dirección de mi mamá, y en la libreta de enrolamiento tenía la dirección paterna, que estaba vacía. Le muestran los documentos a mi mamá, ella escucha que dicen: ‘Lo tenemos’. Dan vuelta la casa. Mi mamá niega conocerlo, les dice que yo seguía viviendo ahí y que no estaba casada, hasta que encuentran las participaciones. Estaban de civil. Tenían mis datos. Se llevan fotos mías de chica. Mi mamá tenía un comercio, le piden las llaves, mi mamá dice no tenerlas. Como mi mamá se niega a acompañarlos, salen varios vecinos y el portero” para ver qué estaba pasando, narró Szwarcberg.
“Van a allanar la casa de San Martín, que estaba vacía. Esa fue la confirmación de que (Enrique) había sido secuestrado. Fueron cuatro allanamientos. Mi hermano sale conmigo y mi hija a Montevideo. Mi cuñada y sobrinos quedan en Buenos Aires. Ese fin de semana viajan a Montevideo y llega una patota al departamento de mi hermano, lo destruyen e incluso lastiman a la empleada doméstica. Después vuelven a lo de mi madre cuando ella no estaba, roban y dejan un gran desastre. El allanamiento en la casa de mi hermano fue antes del 3 de noviembre. Entre el 30 de octubre y el 3 de noviembre ocurren los cuatro allanamientos”, rememoró.
La búsqueda, el exilio y la persecución
“En los hábeas corpus presentados por mi suegra no figura esto para protegerme a mí y a mi hija, que en ese momento tenía 10 meses, y porque ellos tampoco estaban tan enterados. Mis suegros fueron incansables en esta búsqueda y topándose con la crueldad de no saber qué pasó con su hijo. Hicieron una presentación en la OEA (Organización de los Estados Americanos)”, dijo Szwarcberg.
“En los archivos de la DIPPBA (Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires) aparece que sabían de nuestro paradero, que estábamos viviendo en Lima, Perú, que mis suegros nos visitaban, por lo que claramente hubo una persecución para con esta familia”, aclaró. “Cuando mi mamá viaja a Lima en diciembre del ´76 me dice: ‘No lo esperes vivo’. Le pregunto por qué y me dice: ‘Por la manera de la que hablaban de él’”.
Szwarcberg contó que de la participación en los grupos scouts devino el "compromiso y solidaridad" de Enrique. “Mi suegra señala que diez scouts habrían desaparecido en esos meses. Esto forma parte de la búsqueda que ella hacía en la Iglesia, en Cáritas, etc. Ella menciona a Hernán Abriata (caso 115). Eran vecinos y compañeros scouts”.
“Enrique además figura como desaparecido español, porque mi suegro era español. Hice una presentación ante Baltazar Garzón. También hice presentaciones en Amnesty y todo organismo internacional abocado a eso, incluso el Vaticano”, agregó.
El auto
“El auto tampoco apareció. Era un Peugeot 404 del ´76. Me fue dicho por sobrevivientes que (Eduardo) Acosta empieza a funcionar operativamente con un Peugeot 404 del ´76 celeste con tapizado bordó, como el nuestro. La patente para el pago seguía llegando a mi casa y mis suegros fueron a la compañía de seguros y les dijeron que no existía ningún seguro para ese auto”, relató.
Los casos de María Marcela Gordillo Woodyat y César Miguel Vela Álzaga Unzué (112 y 206)
A ella la apodaban “La Flaca”. Fue privada ilegítimamente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el 20 de octubre de 1976, en Buenos Aires, por integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2 de la ESMA, quienes la llevaron a ese centro clandestino de detención, tortura y exterminio, donde permaneció bajo condiciones inhumanas de vida y sigue desaparecida.
A él lo apodaban "El Flaco". El 18 de enero de 1977 fue secuestrado César, militante de la JUP y pareja de María marcela. Fue llevado a la ESMA y continúa desaparecido.
El testiminio de Lucrecia, hermana de María Marcela
Lucrecia es la hermana de María Marcela y relató que desapareció el 20 de octubre de 1976. María Marcela tenía un hijo de 1 año y medio, Pablo: “Su esposo (César Miguel Vela Álzaga Unzué -caso 206-) se comunica con mi padre y le avisa lo sucedido, y le pide que la busque. Nunca más hubo noticias de ella.
La secuestraron en la Capital Federal. César pasó a vivir en la clandestinidad. El 18 de enero de 1977, entre las 9 y las 10 llaman para verificar que esa fuera la casa de Alberto Gordillo. A los minutos tocan el timbre y le dicen que baje, que estaba Pablo. Estaba asustadísimo. Y no supimos más”. Marcela tenía 24 años.
Pablo
“Pablo se quedó viviendo con mi padre, hasta que él murió. Fue algo terapéutico dentro del dolor enorme que esto significaba. Yo creo que fui más que una tía para Pablo”, contó.
La búsqueda y los datos posteriores
“Mi padre recurrió a autoridades militares y eclesiásticas, pero siempre fue infructuoso, hasta que finalmente se dio por vencido. Me parece que no presentó hábeas corpus. Estoy segura de que estuvo con (Albano) Harguindeguy. Sabemos que se los nombra en ‘La Voluntad’ y está el testimonio de una mujer que estuvo en la ESMA. Pablo se contacta con ella a través de H.I.J.O.S. Sabemos lo que está en el libro y lo que ella le contó a Pablo. Con posterioridad, supimos que estaban en Montoneros. En el libro los refieren como ‘Los lindos’”, relató.
Al finalizar el testimonio dijo que “todo este drama familiar lo vivimos tomando el privilegio de tener a Pablo, era la razón para honrarlos a ellos quienes, equivocados o no, jugaron su vida por una causa que no tenía sentido. Los honramos ocupándonos de su hijo. Agradezco que se haga todo lo que se hace y, aunque hayan pasado los años, todo lo que se hace para saber la verdad cura las heridas”.
Próxima audiencia
El juicio continuará el lunes 18 de noviembre desde las 9:30 horas con más declaraciones testimoniales.
La apodaban “Susana” y “Cabra”. Fue privada ilegalmente de su libertad el 28 de mayo de 1977, en horas de la tarde, mientras transitaba por la calle Roca, en las proximidades de las vías del Ferrocarril Mitre, en la localidad de Florida, Provincia de Buenos Aires. El operativo estuvo a cargo de varios hombres armados, pertenecientes al Grupo de Tareas 3.3.2., quienes la golpearon hasta provocarle una herida en la cabeza y la introdujeron en el interior de un rodado. Posteriormente, fue llevada a la ESMA, donde se le impuso el número 324 y se la mantuvo clandestinamente detenida, con la imposición de condiciones inhumanas de vida. Fue liberada el 19 de enero de 1979, cuando fue enviada al extranjero por la Armada Argentina con documentación y pasajes facilitados por esa institución.
El testimonio de María Alicia
Dado que la sobreviviente ya declaró, se aplicaron las reglas de Casación para ampliar su testimonio. Al comenzar recordó que cuando la secuestraron, “era un día de mucho frío y llovía. Me dieron el número 324”.
Los compañeros secuestrados
Entre otras cosas, la fiscalía y las querellas le preguntaron por varias víctimas cuyos casos son parte de la megacausa, a fin determinar si la sobreviviente tenía datos sobre esas personas.
Juan Julio Roqué (caso 291): “Mi caída es anterior, pero en paralelo. Cuando me están torturando, sin música, mientras se hacía el enfrentamiento en lo de Roqué. (Antonio) Pernías, que me estaba torturando, me dijo: ‘Lo traemos muerto a Roqué’. Yo le dije que no le creía. Me preguntó si quería verlo, le dije que sí, pero nunca lo vi. Hubo numerosos relatos sobre cómo Roqué los había enfrentado desde el primer piso”.
Luis Benavidez: “Cuando Pernías me lleva a la sala de tortura me dice: ‘El lunes lo traemos a Luisito (Benavidez)’. Después supimos que tal vez la llevaron a ´La Cacha´” .
Hugo Alberto Castro (caso 201) y Ana Rubel (caso 202): “En enero de 1977 secuestran a Ana. Cuando yo llegué, Hugo Castro, compañero de Ana no estaba en la ESMA”.
Mirta Mónica Alonso Blanco de Hueravilo (caso 285) y Oscar Lautaro Hueravilo (caso 286): “Los secuestran en el cementerio. Yo no tengo conciencia de haber visto a Hueravilo”.
Beatriz Esther Di Leo (caso 226): “Escribana. Sé que estaba en la ESMA. Sé que bajaba a verse con alguien, su ex esposo. Ella decía que no hablaba, hasta que un día habló y al rato se fue. Como consecuencia, fue secuestrado Casaretto (Antonio Alejandro, caso 223), dirigente sindical, amigo de ella, quien había sido su testigo en algo. Su ex esposo era de la Marina (Capitán de la Armada, Telmo González)”.
Gustavo Alberto Grigera (caso 328): “Lo secuestran en el Hospital Italiano. Me lo comenta ‘Federico’, un Federal. Me cuenta que van a hacer el operativo. Contaron que se había resistido, que los hizo entrar, que lo sacaron de la pastilla. Recuerdo haberlo visto en el Sótano, mal y puteando. Después lo vi en ‘Capucha’. Su hija me confirmó que a los familiares les habían devuelto el cuerpo. Fue un traslado individual”.
“Grupo de la villa”: “Se me dijo que eran de una villa del sur de Buenos Aires. Era mucha gente, gente humilde. Pernías, entre otros, estuvo en ese operativo”.
Susana Beatriz Pegoraro (caso 320): “Estuvo muy poco tiempo. Era mucho mayor. Su hija me dice que a ella y a su padre se los llevaron a Mar del Plata. Cuando ella vuelve a parir vuelve sola”.
“Evaristo”: “Médico pediatra paraguayo. Él me dijo que era paraguayo y pediatra. Lo trasladaron en un traslado general. Yo llegué y ya estaba. Supongo que hasta julio de ´77”.
Luis Daniel Aisemberg (caso 284): “No lo conocí. Novio de la hermana de Lidia Cristina Vieyra (caso 241), que estuvo secuestrada. Ella vio a Luis y a Ariel (Aisemberg, caso 247), eran hermanos. Los secuestraron en abril y cuando yo caí ya no estaban”.
Juan José María Ascone (caso 302): “’Yaya’. Lo secuestran antes que a mí. Llegó muerto o casi muerto. Girondo (Alberto Eduardo, caso 280), que estaba baleado, lo tuvo al lado en la enfermería y murió al rato”.
Emilio Carlos Assales Bonazzolla (caso 194): “’Tincho’. Enero de 1977. Ana María Martí (caso 245) ya estaba secuestrada y ‘Tincho’ ya estaba”.
Cacabelos (casos 25, 50, 51, 96 y 97): “Yo tampoco estaba. Me enteré afuera y adentro que hubo un tiroteo y ahí estaban. Después, mucho tiempo después, conocí a la hermana”.
Jorge Norberto Caffatti (caso 468): “Estaba en una piecita de abajo. Lo vi una o dos veces. Los Marinos creían que tenía dinero”.
Victorio Cerutti (caso 191): “Lo vi. Era Ingeniero”.
Rodolfo Jorge Fernández Pondal (caso 341): “Periodista. No lo vi pero estaba cuando dijeron que lo habían traído”.
“Gabino”: “Lo vi una vez. Lo conocía de Córdoba. Lo trajeron por algo en particular”.
Ariel Adrián Ferrari (caso 230): “No estaba en la ESMA. Coquet (Ricardo, caso 240) me contó de él y se contaba la historia de este grupo”.
Adriana Friszman (caso 306): “Nuera de (Alberto) Numa Laplane. La vi de casualidad y me horroricé. Supongo que (Héctor Antonio) Febres me dijo que era ella. Estaba embarazada. Fue un traslado individual”.
Iris Nélida García (caso 303): “Llega desde Coordinación Federal. Viene a parir y la trasladan de nuevo.
Yo no presencié el parto”.
Dagmar Ingrid Hagelin (caso 212): “Tengo lo que se decía muchas veces, corroborado por (Alfredo Ignacio) Astiz”.
Héctor Manuel Hidalgo Solá (caso 329): “Se dijo que en un cuartito estaba Hidalgo Solá. Algunos Marinos también lo comentaron”.
“La colorada”: “(Alicia María) Hobbs (caso 861). Una chica de Córdoba, novia de (Néstor Luis) Morandini (caso 373). ‘La Negrita’, hermana de Morandini, también estaba. Yo hablé con ellos. Los trasladaron en septiembre, octubre de ´77”.
Rolando Hugo Jeckel (caso 255): “’El buzo’. Pertenecía al grupo de los buzos tácticos. Estuvo herido. Yo no lo vi, pero mucha gente lo vio. Lo trasladaron”.
Alejo Alberto Mallea (caso 505): “Cae cuando me estoy yendo en diciembre ´78. Me dijeron que cae muerto”.
Alejandro Roberto Odell (caso 353): “Taxista. Cae con (Marcelo Carlos) Reinhold (caso 352). Lo vi”.
Oscar Paz (caso 172): “Secuestrado antes, pero yo lo vi y lo conocía de afuera”.
Elsa Rabinovich de Levenson (caso 225): “Señora de Levenson. Estuvo en ‘Capucha’ mucho tiempo, hasta que la trasladaron con un grupo. Suegra de ‘Coca’ (Marta Bazán de Levenson, caso 107)”.
Mirta Edith Trajtenberg (caso 404): “La vi en el baño. Venía de otro centro. Siempre me voy a acordar que había querido suicidarse y tenía la herida. O se la llevó el cuerpo que la tenía (Federal) o la trasladaron”.
César Miguel Vela Álzaga Unzué (caso 206): “Un excelente compañero. En enero la compañera había sido secuestrada durante las citas nacionales. Yo lo conocía de afuera”.
Miguel Francisco Villarreal (caso 454): “Cae muerto”.
“Gordo Hugo”: “(Juan Carlos) Sosa Gómez (caso 238). Compañero de Santa Fe. Tenía un camión y hacía logística de la organización. Luego me enteré que lo habían secuestrado y en la ESMA me enteré que había llegado muerto”.
Marta Bazán de Levenson (caso 107): “Ya estaba secuestrada yo. Era la nuera de Levenson”.
Alfredo Ayala (caso 368): “’Mantecol’. Sí, estuvo mucho tiempo”.
Mario José Bigatti (caso 455): “Le decían ‘El arquitecto’ o ‘El ingeniero’. Lo hacen viajar para ver si podían agarrarlo a Armando Croatto (caso 470)”.
María Mercedes Bogliolo de Girondo (caso 319): “Nos enteramos de que la matan. Una compañera se lo dice a (Alberto Eduardo, caso 280) Girondo, el compañero. Yo estaba”.
Norma Susana Burgos (caso 211): “Estuvo antes que yo”.
Mirta Cappa de Kuhn (caso 461): “La secuestran con (Amalia María, caso 457) Larralde, es la cuñada. La veo poco”.
Mercedes Inés Carazo (caso 113): “La conozco de afuera, fue secuestrada antes. La veo muy poco”.
Máximo Carnelutti (caso 358): “Llega un poco después que yo”.
Emilio Enrique Dellasoppa (caso 142): “Está conmigo en la ESMA. Hacía fotografía”.
Liliana Noemí Gardella (caso 398): “’La Chaqueña’. Llegó después que nosotros. La vi.”
Miriam Liliana Lewin (caso 446): “Cae en Aeronáutica para Pacua de ´78. La vi. La llevan a ‘Pecera’”.
Adriana Rut Marcus (caso 460): “Septiembre 1978. Del grupo de Andrea, de Rita. La vi una o dos veces”.
Pablo Antonio Miguez (caso 275): “Muy joven. Lo vi. Era menor. Estaba en ‘Capuchita’”.
Carlos Enrique Muñoz (caso 494): “Octubre 1978. Estaba en el Sótano. Lo vi”.
Alberto Eduardo Pesci (caso 473): “Del ´78. Lo ubico en la captura de Lestrem”.
Raúl Humberto Mattarollo (caso 331): “Cae dentro del grupo de los médicos ferroviarios. Eran cuatro, uno era Mattarollo”.Alejandro Daniel Ferrari (caso 333): “Otro de los médicos”.
Los represores
Rodolfo Oscar Cionchi: “’Tomás’, ‘Dogor’, ‘Gordo Luciano’. A nosotros se nos obligaba a salir a ‘marcar’. La primera vez que me sacan para hacer esta tarea, que nunca concreté, me lleva un grupo a cargo de Cionchi. Engrilletada y esposada. En el auto había granadas, armas por todos lados. En junio de ´78 me llevan a hacer una visita familiar a Santa Fe. Yo soy de ahí, mis hijos estaban ahí. Va Beto Ahumada (Alberto Ahumada, caso 89) y uno de Prefectura”.
Francisco Lucio Rioja: “’Fibra’. Del SIN (Servicio de Inteligencia Naval). Gente de (Luis) D’Imperio. Cuando a mí me secuestran no sabían quién se iba a quedar conmigo, si ESMA o el SIN. Era una persona muy violenta, a mí me daba miedo”.
Rogelio José Martínez Pizarro: “Un ‘Tomy’. Lo veo a los dos días de haber caído y le digo: ‘Vos sos de Córdoba, de la Universidad Católica de Córdoba’. Y era. Lo vi en el Sótano”.
“Pedro la bruja”: “Manejaba el ‘Pañol’. Era horrible”.
“Pedro bolita”: “(Carlos) Galián. Portaba la muerte. Era una de las personas que organizaba los traslados”.
También mencionó a “Pedro loro”, “Pedro cachetada” y “Pedro morrón”.
“Fragote”: “Penitenciario. Parecía bueno, pero era malo. Él se batía el pelo, era muy gracioso, con spray.
Fue un operativo y llevó a compañeros a sus casas”.
“Hormiga”: “Suboficial de la Marina. Una de esas personas que siempre quieren quedar bien con su superior. Era fotógrafo. Nos lo decía y hace poco vi una página web con sus fotos que son bastante truculentas”.
“El hijo de Sam”: “El hijo de (Guillermo) Suárez Mason. Oficial de guardia también. Lo vi en el Sótano,
‘Capucha’ y ‘Pecera’. A ‘Pecera’ vamos en diciembre del ´77. Yo me voy en enero del ´79, en ese período yo lo veo. Debía ser operativo. No tenía trato cotidiano. No estaba con nosotros, pero lo recuerdo como oficial de guardia”.
“Teniente Vaca”: “No era teniente, era civil, amigo del ‘Tigre’ Acosta. Participó en cómo transformar en dinero los bienes de los secuestrados”.
“Jirafa”: “Marino. Operativo. Y después estuvo en el Ministerio de Relaciones Exteriores”.
Visitas
“(Emilio Eduardo) Massera fue más veces, yo lo vi dos. Cuando venían estas visitas, los oficiales venían con el uniforme de marino. Sabía quiénes eran porque alguien tal vez decía: ‘Ese que pasó es (Armando) Lambruschini’ o ‘Ese fue (Jorge Isaac) Anaya’. Te dabas cuenta porque todo relucía, todo estaba limpio, hasta los bronces. Cuando estaba en ‘Pecera’ vi varios que nos miraban como pececitos. He visto a (Rubén Jacinto) Chamorro llevar gente para que viera la pieza de las embarazadas. También vi que los llevaban al camarote de ‘La Gaby’ (Norma Esther Arrostito, caso 149)”, relató.
Traslados
“Los traslados grandes eran de 15, 20, 25 personas y se daban cuando, así fríamente, había que vaciar ‘Capucha’”, relató. “Di Leo fue un traslado individual. Galli (Mario Guillermo Enrique, caso 312); Ponce (Ana María Ponce de Fernández, caso 327); José María Salgado (caso 242) y Díaz Lestrem (Guillermo Raúl, caso 472) también”, relató.
“Nadie nos contó cómo eran los traslados. Había parte que veíamos levantándonos la capucha y mientras ‘el Pedro’ nombraba los números se escuchaban los grilletes y, mientras, uno pedía que no lo nombraran. A nosotros esos días nos sacaban del Sótano, suponemos por eso que los llevaban al Sótano. Se les ponía una inyección. De ahí al playón y a un camión. Astiz me dijo que los tiraban de un avión, pero me dijo que me quedara tranquilita, que los tiraban dormidos”, narró.
Las embarazadas
“Se dio a luz en distintos lugares. Yo conocí dos, creo que hubo un tercero. El primero fue la ‘Enfermería’, que estaba en el Sótano. Luego hubo otras compañeras que parieron en el cuarto de las embarazadas. ‘Susanita’ Siver fue al Hospital Naval (Susana Beatriz Siver de Reinhold, caso 351)”, enumeró. “Estaban el médico, al parturienta con una compañera, que éramos nosotras. Hubo embarazadas a las cuales se las llevó después de dar a luz: ‘Paty’ (Patricia Elizabeth Marcuzzo Ferremi, caso 389); Ana Rubel y Liliana Pereyra (caso 399). Alicia Alfonsín (caso 435) se quedó un mes. Yo supongo que tenía que ver con quién se iba a apropiar del niño”, describió.
“La decisión de llevar a Siver fue del Jefe de Servicio del Naval. Es lo que se dijo. El parto de Ana Rubel lo dirigió (Jorge Luis) Magnacco. Estaban Ana Rubel y (Sara Solarz de) Osatinsky (caso 282)”, agregó.
“Hasta ahora han callado, es necesario que hablen”
“Hablamos con dolor y desde el dolor. Dónde están nuestros desaparecidos, qué hicieron ellos. Todo el pueblo, todos necesitamos respuestas, cada vez son más necesarias. El archivo de la ESMA existe. Hasta ahora han callado, es necesario que hablen”, finalizó.
El caso de Miguel Ángel Ramón Bustos (891)
El 30 de mayo de 1976 fue privado ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley. Estaba en su domicilio, en la Ciudad de Buenos Aires. El operativo estuvo a cargo de personas identificadas como pertenecientes a la Policía Federal, vestidas de civil, quienes lo introdujeron en un auto Ford Falcon y lo llevaron a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Miguel Ángel sigue desaparecido.
El testimonio de Emiliano, hijo de Miguel Ángel
Emiliano Bustos tenía 4 años de edad cuando su padre Miguel Ángel fue secuestrado. En su testimonio contó que era “un operativo de hombres que se identificaron como policías, el 30 de mayo de 1976, en nuestro domicilio. Se identificaron con unas tarjetas amarillas que mostraron. El relato que puedo construir tiene que ver con el recuerdo de mi madre que falleció en 1993. A mi madre y a mí nos encerraron en la cocina durante más de una hora, aproximadamente”.
“Cuando nos dejaron salir, estaba todo revuelto, todo tirado. Lo vi a mi padre por última vez, se despidió. Como hacía frío, le dijeron que fuera a buscar abrigo y fue a buscar a mi cuarto mi colcha. Estaba esposado, eran 4 ó 5 personas. Dijeron que era de rutina, por averiguación de antecedentes y que al día siguiente fuera a la comisaría 7ª", agregó.
La búsqueda
La madre de Emiliano fue a la comisaría, pero no había información. “Presentó varios hábeas corpus y otras presentaciones. También fue a Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas. Sé que mi tía, hermana de mi padre, tuvo una reunión con un allegado de (Jorge Rafael) Videla. Nunca tuvimos referencia directa sobre dónde estuvo detenido. No teníamos información ni referencia directa".
Miguel Ángel
“Entiendo que mi padre no tuvo una militancia orgánica en algún Partido. Era militante de base del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores), vinculado a la revista ‘Nuevo hombre’ y participó de la formación inicial de la actual Unión de Trabajadores de Prensa. Colaboró en las revistas ‘Panorama’ y ‘Siete Días’, y el diario ‘La Opinión’. Fue compañero de (Enrique) Raab, (Claudio) Adur y Haroldo Conti.
La última colaboración fue con ‘El Cronista Comercial’, en febrero de 1976. Entrevistó al escritor paraguayo Augusto Roa Bustos, quien estaba exiliado acá. Entiendo que nunca se publicó”, relató. Además, contó que le decían “Tito” en la familia, “pero sólo la familia, que yo sepa nadie más. Tenía 43 años”.
El hermano de Miguel Ángel, Eduardo, dio testimonio durante la audiencia 41 de este juicio.
Enrique Lorenzo Esplugas (771)
Tenía 27 años de edad, lo apodaban “Rodi”, era estudiante de Antropología y pertenecía al grupo de unión de scouts católicos que funcionaba en el Colegio Eymar de San Martín. El 29 de octubre de 1976 fue privado ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, luego de salir de su domicilio, en Olivos, localidad de Vicente López, Provincia de Buenos Aires.
Luego, fue trasladado a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Enrique sigue desaparecido.
El testimonio de Frida Szwarcberg de Esplugas
La testigo declaró que su compañero Enrique fue “secuestrado en una cita a la que había acudido. El día anterior había ido a otra cita, de la cual logra evadirse. Ésta era una cita de emergencia, convenida telefónicamente. Era una época de caídas. La cita era en Once, Lavalle y Paso, aproximadamente a las seis de la tarde”. Enrique y ella eran parte del área Federal de Montoneros.
Los allanamientos
“Cuando él no regresa me voy con mi hija, nos pasa a buscar mi hermano y recorremos la zona buscando el auto. Me comunico con mi suegra para que no abriera el negocio al día siguiente”, contó Frida. “Cerca de las dos, un grupo de civil cae en la casa de mi madre, porque la tarjeta verde del auto tenía la dirección de mi mamá, y en la libreta de enrolamiento tenía la dirección paterna, que estaba vacía. Le muestran los documentos a mi mamá, ella escucha que dicen: ‘Lo tenemos’. Dan vuelta la casa. Mi mamá niega conocerlo, les dice que yo seguía viviendo ahí y que no estaba casada, hasta que encuentran las participaciones. Estaban de civil. Tenían mis datos. Se llevan fotos mías de chica. Mi mamá tenía un comercio, le piden las llaves, mi mamá dice no tenerlas. Como mi mamá se niega a acompañarlos, salen varios vecinos y el portero” para ver qué estaba pasando, narró Szwarcberg.
“Van a allanar la casa de San Martín, que estaba vacía. Esa fue la confirmación de que (Enrique) había sido secuestrado. Fueron cuatro allanamientos. Mi hermano sale conmigo y mi hija a Montevideo. Mi cuñada y sobrinos quedan en Buenos Aires. Ese fin de semana viajan a Montevideo y llega una patota al departamento de mi hermano, lo destruyen e incluso lastiman a la empleada doméstica. Después vuelven a lo de mi madre cuando ella no estaba, roban y dejan un gran desastre. El allanamiento en la casa de mi hermano fue antes del 3 de noviembre. Entre el 30 de octubre y el 3 de noviembre ocurren los cuatro allanamientos”, rememoró.
La búsqueda, el exilio y la persecución
“En los hábeas corpus presentados por mi suegra no figura esto para protegerme a mí y a mi hija, que en ese momento tenía 10 meses, y porque ellos tampoco estaban tan enterados. Mis suegros fueron incansables en esta búsqueda y topándose con la crueldad de no saber qué pasó con su hijo. Hicieron una presentación en la OEA (Organización de los Estados Americanos)”, dijo Szwarcberg.
“En los archivos de la DIPPBA (Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires) aparece que sabían de nuestro paradero, que estábamos viviendo en Lima, Perú, que mis suegros nos visitaban, por lo que claramente hubo una persecución para con esta familia”, aclaró. “Cuando mi mamá viaja a Lima en diciembre del ´76 me dice: ‘No lo esperes vivo’. Le pregunto por qué y me dice: ‘Por la manera de la que hablaban de él’”.
Szwarcberg contó que de la participación en los grupos scouts devino el "compromiso y solidaridad" de Enrique. “Mi suegra señala que diez scouts habrían desaparecido en esos meses. Esto forma parte de la búsqueda que ella hacía en la Iglesia, en Cáritas, etc. Ella menciona a Hernán Abriata (caso 115). Eran vecinos y compañeros scouts”.
“Enrique además figura como desaparecido español, porque mi suegro era español. Hice una presentación ante Baltazar Garzón. También hice presentaciones en Amnesty y todo organismo internacional abocado a eso, incluso el Vaticano”, agregó.
El auto
“El auto tampoco apareció. Era un Peugeot 404 del ´76. Me fue dicho por sobrevivientes que (Eduardo) Acosta empieza a funcionar operativamente con un Peugeot 404 del ´76 celeste con tapizado bordó, como el nuestro. La patente para el pago seguía llegando a mi casa y mis suegros fueron a la compañía de seguros y les dijeron que no existía ningún seguro para ese auto”, relató.
Los casos de María Marcela Gordillo Woodyat y César Miguel Vela Álzaga Unzué (112 y 206)
A ella la apodaban “La Flaca”. Fue privada ilegítimamente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el 20 de octubre de 1976, en Buenos Aires, por integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2 de la ESMA, quienes la llevaron a ese centro clandestino de detención, tortura y exterminio, donde permaneció bajo condiciones inhumanas de vida y sigue desaparecida.
A él lo apodaban "El Flaco". El 18 de enero de 1977 fue secuestrado César, militante de la JUP y pareja de María marcela. Fue llevado a la ESMA y continúa desaparecido.
El testiminio de Lucrecia, hermana de María Marcela
Lucrecia es la hermana de María Marcela y relató que desapareció el 20 de octubre de 1976. María Marcela tenía un hijo de 1 año y medio, Pablo: “Su esposo (César Miguel Vela Álzaga Unzué -caso 206-) se comunica con mi padre y le avisa lo sucedido, y le pide que la busque. Nunca más hubo noticias de ella.
La secuestraron en la Capital Federal. César pasó a vivir en la clandestinidad. El 18 de enero de 1977, entre las 9 y las 10 llaman para verificar que esa fuera la casa de Alberto Gordillo. A los minutos tocan el timbre y le dicen que baje, que estaba Pablo. Estaba asustadísimo. Y no supimos más”. Marcela tenía 24 años.
Pablo
“Pablo se quedó viviendo con mi padre, hasta que él murió. Fue algo terapéutico dentro del dolor enorme que esto significaba. Yo creo que fui más que una tía para Pablo”, contó.
La búsqueda y los datos posteriores
“Mi padre recurrió a autoridades militares y eclesiásticas, pero siempre fue infructuoso, hasta que finalmente se dio por vencido. Me parece que no presentó hábeas corpus. Estoy segura de que estuvo con (Albano) Harguindeguy. Sabemos que se los nombra en ‘La Voluntad’ y está el testimonio de una mujer que estuvo en la ESMA. Pablo se contacta con ella a través de H.I.J.O.S. Sabemos lo que está en el libro y lo que ella le contó a Pablo. Con posterioridad, supimos que estaban en Montoneros. En el libro los refieren como ‘Los lindos’”, relató.
Al finalizar el testimonio dijo que “todo este drama familiar lo vivimos tomando el privilegio de tener a Pablo, era la razón para honrarlos a ellos quienes, equivocados o no, jugaron su vida por una causa que no tenía sentido. Los honramos ocupándonos de su hijo. Agradezco que se haga todo lo que se hace y, aunque hayan pasado los años, todo lo que se hace para saber la verdad cura las heridas”.
Próxima audiencia
El juicio continuará el lunes 18 de noviembre desde las 9:30 horas con más declaraciones testimoniales.
18 11 2013
TESTIMONIOS
110. "Los cuerpos de las mujeres eran considerados como botín de guerra"
Lo denunció Silvia Labayrú, sobreviviente de la ESMA. También declararon Hugo César Marcelo Ramón Chaher, hijo de Hugo, ex detenido-desaparecido; y Leonardo Fermín Martínez, otro sobreviviente.
El caso de Silvia Labayrú (170)
Tenía 20 años de edad. El 29 de diciembre a la tarde fue privada ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, mientras caminaba por la calle Azcuénaga, casi esquina Juncal, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El operativo fue realizado por varios integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2 vestidos de civil, quienes la interceptaron, la golpearon y la introdujeron en un automóvil. En ese momento, Silvia estaba embarazada de cinco meses.
La víctima fue llevada a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Entre otras formas de tortura, le exhibieron el cadáver de su cuñada, María Cristina Lennie (caso 283). La hija de Silvia, Vera (caso 171), nació en cautiverio. El parto estuvo a cargo del Dr. Magnacco. En la ESMA, Silvia fue sometida al trabajo esclavo y fue liberada el 16 de junio de 1978. Después de una semana, viajó con su hija a Madrid, España, con pasajes suministrados por sus captores.
El testimonio de Silvia (videoconferencia)
La sobreviviente amplió su declaración en el marco de las reglas de abreviación sugeridas por Casación para agilizar los tiempos de los juicios y para evitar la revictimización.
Lo primero que le preguntaron a Silvia estuvo referido a su secuestro y, particularmente, a una de las personas que pudo identificar como captor: “Panceta”. Ante esto, dijo: “Fue una de las personas que participó en mi secuestro. El nombre que yo conocía en ese momento era `Panceta´, después oí que esa persona se llama Linch Jones (imputado en este juicio)”. Además, sostuvo que “lo vi varias veces en la ESMA, en el Sótano”.
Otra de las preguntas se refirió a “Pedro Morón”: “lo conocí mucho. Era jefe de guardia. Luego supe que se llamaba Víctor”. Silvia también identificó a otro de los represores: “Pedro Bolita” (Carlos Galián, imputado).
Sobre él dijo que estaba vinculado al trato con las detenidas-desaparecidas embarazadas y sus bebés nacidos en cautiverio. Después le preguntaron por otras víctimas, para ampliar información sobre los secuestros en la ESMA, y por otros imputados.
“Nuestros cuerpos eran considerados como botín de guerra”
Cuando le preguntaron a Silvia acerca de si los tratos en la ESMA eran diferentes entre las mujeres y los hombres, ella dijo que los cuerpos de las mujeres eran “considerados como botín de guerra. Algo muy habitual era la violencia sexual. Es un clásico de todas las historias de la guerra y en este caso no fue una excepción. Hubo un tratamiento diferencial entre hombres y mujeres”, ratificó. Luego sostuvo que supo de muchos casos de violencia sexual: “desde las violaciones clásicas al chantaje sexual. Me relataron casos de violaciones a secuestradas tiradas en colchonetas. Por el testimonio de Santiago Lennie (caso 204), quien estuvo durante un mes y medio en una cucheta, supe que al lado suyo había una chica a la cual violaban sistemáticamente los guardias. Era algo continuado. Hasta había distintas modalidades de abuso, de apropiación del cuerpo de las secuestradas. Muchas secuestradas y sobrevivientes fueron y fuimos víctimas de esas prácticas de chantaje sexual dentro de la ESMA”.
Denuncia de violencia sexual
Silvia, al igual que otros sobrevivientes, declaró haber sido llevada a una Quinta en Del Viso: “me llevaron varias veces. La primera vez que me llevaron fue la primera vez que vi a mi hija Vera después de que me fue quitada en la ESMA a los 10 días (de nacer). Una vez (Juan) Alemann intentó violarme en la Quinta con mi hija en brazos. En esa Quinta ocurrían cosas y se usaba para distintas actividades. A veces iba Massera”.
El horror sistemático
“Es la última vez que voy a declarar en un juicio así. Quiero agradecer a las personas que me ayudaron a sobrevivir dentro y fuera de la ESMA”, dijo Silvia antes de concluir su declaración testimonial. “Voy a poner el acento en el carácter sistemático con el cual se desarrollaron los hechos en la ESMA, la forma sistemática en la que se exterminó a los grupos armados, familiares, intelectuales, escritores. Hubo una absoluta sistematización en el exterminio, en la forma en la que se apropiaron los bienes. El intento y la materialización de la apropiación de bienes fue extraordinariamente eficaz. La apropiación de hijos y la sistematización del uso de los cuerpos de las mujeres como botín de guerra dentro de la ESMA, fue altamente eficaz. Espero y confío en que se haga justicia y que con el tiempo podamos acceder a la verdad acerca del destino de las personas que fueron asesinadas, y el destino de los más de 400 niños que fueron apropiados y de quienes aún no conocemos su paradero”.
El caso de Hugo Chaher (354)
Tenía 44 años de edad. El 11 de agosto de 1977 fue privado ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley. El operativo fue realizado por personal del SIN (Servicio de Inteligencia Naval). Hugo fue llevado a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Recuperó su libertad a fines de septiembre de 1977 y murió en 1987.
El testimonio de Hugo César Marcelo Ramón, hijo de Hugo
“Mi padre era abogado laboralista, defendía a sindicatos. El 11 de agosto de 1977 salía de la UTA, lo llevaba otra persona, una abogada que también trabajaba en el sindicato. Lo acercaba con el auto, iba al Ministerio de Trabajo, donde tenía una audiencia. La abogada se llama Sánchez. A las pocas cuadras de salir, hay un operativo con varios autos que cortaron el tránsito. Las personas se identificaron como policías.
Estaban armados y preguntaron si mi padre era el Dr. Chaher. Cuando dijo que sí, lo subieron a un vehículo a los empujones y lo tiraron al piso. Fue el momento en que lo secuestraron. Después, nosotros, mi familia, nos enteramos porque esta persona que lo acompañaba nos hizo saber lo ocurrido, llamó a un pariente
avisando lo que había sucedido”, contó el testigo.
“Mi padre estuvo secuestrado hasta el 26 de septiembre de ese mismo año. Apareció en horas de la madrugada, después de la medianoche, por la zona de los bosques de Palermo. Lo dejaron ahí. Le dijeron: `Contá hasta 1.000 para darte vuelta´. Buscó un taxi para poder regresar”, sostuvo el hijo de Hugo.
La ESMA
“Estuvo en la ESMA; lo pudo saber porque, si bien tenía una venda en los ojos, en una oportunidad pudo ver un cartel con una publicidad de Gilette, que identificó que estaba ahí, en Avenida Libertador, en zona de la ESMA.
Abogado peronista
“Mi padre era peronista. Como abogado de sindicatos, estaba absolutamente relacionado con la actividad política. Era reconocido no sólo como abogado laboralista, sino como abogado peronista”.
“Me parece que lo único que puedo decir es que cuando mi padre apareció el 26 de septiembre estaba muy deteriorado físicamente, my delgado, avejentado. La imagen era de un anciano, una persona muy mayor, creo que es lo único que me había quedado por señalar”, dijo el testigo para finalizar su declaración.
El caso de Leonardo Fermín Martínez (369)
Tenía 24 años de edad y lo apodaban “Bichi”. El 18 de septiembre de 1977 fue privado ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, alrededor de las 16:00 horas, en la Estación de Béccar. El operativo estuvo a cargo de integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2, quienes lo encapucharon, lo tiraron en un auto y lo golpearon. Luego fue llevado a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida.
Leonardo militaba en el Movimiento Nacional Villero Peronista. Fue liberado a mediados de julio de 1980.
El testimonio de Leonardo
“El domingo 18 se septiembre voy con otra persona a la Estación Béccar. Es un cadete de la ESMA conocida, al cual acompaño. Un grupo de personas se me viene encima y empiezan a decir que son policías antidrogas. Empiezan a golpearme, me ponen contra una pared. Yo empiezo a decir que soy fulano, que me están secuestrando, avisen a mi familia. Trato de tirarme hacia la vía, me vuelve a agarrar una persona robusta a la que le dicen el colorado Norberto. Me ponen una capucha en la cabeza, me tiran dentro de un auto, se suben arriba mío, me dicen `vos sos Bichi, del Movimiento Villero, sabemos quién sos vos´”.
La ESMA
“Me suben al auto, me van golpeando, haciendo preguntas sobre mi actividad política. Yo trato, dentro de lo que puedo, de tantear a dónde me llevaban. Deduzco que era la ESMA por el recorrido breve que se hizo. Entra a la Escuela. Piden entrar. Selenio, selenio. Vamos a la parte donde Capucha. Para en el estacionamiento, me sacan la capucha, veo que es la ESMA. Apenas bajo entran a sacarme la ropa. Van bajando una escalera, al cuarto de interrogatorios y me empiezan a atar a un camastro. Entra (Héctos) Febres y me interroga”, contó el sobrevivientes de la ESMA. Después, narró que ingresaron a la sala detenidos-desaparecidos a quienes conocía de antes, para que los represores lograran “ablandarlo” para hablar. Luego se fueron y regresó Febres con Pernías. “Estaba con una sábana blanca, desnudo, todo lastimado, me estaban lastimando los brazos y las piernas, me estaba chorreando sangre. Me dan picana en la parte íntima y en las que tenía lastimadas”.
“Gracias por poder decir lo que me viene a la memoria hoy. Ellos tienen una oportunidad que no tuvimos nosotros de tener un juicio”, dijo al finalizar.
Próxima audiencia
El juicio continuará el miércoles 20 de noviembre desde las 9:30 horas con más declaraciones testimoniales.
Tenía 20 años de edad. El 29 de diciembre a la tarde fue privada ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, mientras caminaba por la calle Azcuénaga, casi esquina Juncal, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El operativo fue realizado por varios integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2 vestidos de civil, quienes la interceptaron, la golpearon y la introdujeron en un automóvil. En ese momento, Silvia estaba embarazada de cinco meses.
La víctima fue llevada a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Entre otras formas de tortura, le exhibieron el cadáver de su cuñada, María Cristina Lennie (caso 283). La hija de Silvia, Vera (caso 171), nació en cautiverio. El parto estuvo a cargo del Dr. Magnacco. En la ESMA, Silvia fue sometida al trabajo esclavo y fue liberada el 16 de junio de 1978. Después de una semana, viajó con su hija a Madrid, España, con pasajes suministrados por sus captores.
El testimonio de Silvia (videoconferencia)
La sobreviviente amplió su declaración en el marco de las reglas de abreviación sugeridas por Casación para agilizar los tiempos de los juicios y para evitar la revictimización.
Lo primero que le preguntaron a Silvia estuvo referido a su secuestro y, particularmente, a una de las personas que pudo identificar como captor: “Panceta”. Ante esto, dijo: “Fue una de las personas que participó en mi secuestro. El nombre que yo conocía en ese momento era `Panceta´, después oí que esa persona se llama Linch Jones (imputado en este juicio)”. Además, sostuvo que “lo vi varias veces en la ESMA, en el Sótano”.
Otra de las preguntas se refirió a “Pedro Morón”: “lo conocí mucho. Era jefe de guardia. Luego supe que se llamaba Víctor”. Silvia también identificó a otro de los represores: “Pedro Bolita” (Carlos Galián, imputado).
Sobre él dijo que estaba vinculado al trato con las detenidas-desaparecidas embarazadas y sus bebés nacidos en cautiverio. Después le preguntaron por otras víctimas, para ampliar información sobre los secuestros en la ESMA, y por otros imputados.
“Nuestros cuerpos eran considerados como botín de guerra”
Cuando le preguntaron a Silvia acerca de si los tratos en la ESMA eran diferentes entre las mujeres y los hombres, ella dijo que los cuerpos de las mujeres eran “considerados como botín de guerra. Algo muy habitual era la violencia sexual. Es un clásico de todas las historias de la guerra y en este caso no fue una excepción. Hubo un tratamiento diferencial entre hombres y mujeres”, ratificó. Luego sostuvo que supo de muchos casos de violencia sexual: “desde las violaciones clásicas al chantaje sexual. Me relataron casos de violaciones a secuestradas tiradas en colchonetas. Por el testimonio de Santiago Lennie (caso 204), quien estuvo durante un mes y medio en una cucheta, supe que al lado suyo había una chica a la cual violaban sistemáticamente los guardias. Era algo continuado. Hasta había distintas modalidades de abuso, de apropiación del cuerpo de las secuestradas. Muchas secuestradas y sobrevivientes fueron y fuimos víctimas de esas prácticas de chantaje sexual dentro de la ESMA”.
Denuncia de violencia sexual
Silvia, al igual que otros sobrevivientes, declaró haber sido llevada a una Quinta en Del Viso: “me llevaron varias veces. La primera vez que me llevaron fue la primera vez que vi a mi hija Vera después de que me fue quitada en la ESMA a los 10 días (de nacer). Una vez (Juan) Alemann intentó violarme en la Quinta con mi hija en brazos. En esa Quinta ocurrían cosas y se usaba para distintas actividades. A veces iba Massera”.
El horror sistemático
“Es la última vez que voy a declarar en un juicio así. Quiero agradecer a las personas que me ayudaron a sobrevivir dentro y fuera de la ESMA”, dijo Silvia antes de concluir su declaración testimonial. “Voy a poner el acento en el carácter sistemático con el cual se desarrollaron los hechos en la ESMA, la forma sistemática en la que se exterminó a los grupos armados, familiares, intelectuales, escritores. Hubo una absoluta sistematización en el exterminio, en la forma en la que se apropiaron los bienes. El intento y la materialización de la apropiación de bienes fue extraordinariamente eficaz. La apropiación de hijos y la sistematización del uso de los cuerpos de las mujeres como botín de guerra dentro de la ESMA, fue altamente eficaz. Espero y confío en que se haga justicia y que con el tiempo podamos acceder a la verdad acerca del destino de las personas que fueron asesinadas, y el destino de los más de 400 niños que fueron apropiados y de quienes aún no conocemos su paradero”.
El caso de Hugo Chaher (354)
Tenía 44 años de edad. El 11 de agosto de 1977 fue privado ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley. El operativo fue realizado por personal del SIN (Servicio de Inteligencia Naval). Hugo fue llevado a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Recuperó su libertad a fines de septiembre de 1977 y murió en 1987.
El testimonio de Hugo César Marcelo Ramón, hijo de Hugo
“Mi padre era abogado laboralista, defendía a sindicatos. El 11 de agosto de 1977 salía de la UTA, lo llevaba otra persona, una abogada que también trabajaba en el sindicato. Lo acercaba con el auto, iba al Ministerio de Trabajo, donde tenía una audiencia. La abogada se llama Sánchez. A las pocas cuadras de salir, hay un operativo con varios autos que cortaron el tránsito. Las personas se identificaron como policías.
Estaban armados y preguntaron si mi padre era el Dr. Chaher. Cuando dijo que sí, lo subieron a un vehículo a los empujones y lo tiraron al piso. Fue el momento en que lo secuestraron. Después, nosotros, mi familia, nos enteramos porque esta persona que lo acompañaba nos hizo saber lo ocurrido, llamó a un pariente
avisando lo que había sucedido”, contó el testigo.
“Mi padre estuvo secuestrado hasta el 26 de septiembre de ese mismo año. Apareció en horas de la madrugada, después de la medianoche, por la zona de los bosques de Palermo. Lo dejaron ahí. Le dijeron: `Contá hasta 1.000 para darte vuelta´. Buscó un taxi para poder regresar”, sostuvo el hijo de Hugo.
La ESMA
“Estuvo en la ESMA; lo pudo saber porque, si bien tenía una venda en los ojos, en una oportunidad pudo ver un cartel con una publicidad de Gilette, que identificó que estaba ahí, en Avenida Libertador, en zona de la ESMA.
Abogado peronista
“Mi padre era peronista. Como abogado de sindicatos, estaba absolutamente relacionado con la actividad política. Era reconocido no sólo como abogado laboralista, sino como abogado peronista”.
“Me parece que lo único que puedo decir es que cuando mi padre apareció el 26 de septiembre estaba muy deteriorado físicamente, my delgado, avejentado. La imagen era de un anciano, una persona muy mayor, creo que es lo único que me había quedado por señalar”, dijo el testigo para finalizar su declaración.
El caso de Leonardo Fermín Martínez (369)
Tenía 24 años de edad y lo apodaban “Bichi”. El 18 de septiembre de 1977 fue privado ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, alrededor de las 16:00 horas, en la Estación de Béccar. El operativo estuvo a cargo de integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2, quienes lo encapucharon, lo tiraron en un auto y lo golpearon. Luego fue llevado a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida.
Leonardo militaba en el Movimiento Nacional Villero Peronista. Fue liberado a mediados de julio de 1980.
El testimonio de Leonardo
“El domingo 18 se septiembre voy con otra persona a la Estación Béccar. Es un cadete de la ESMA conocida, al cual acompaño. Un grupo de personas se me viene encima y empiezan a decir que son policías antidrogas. Empiezan a golpearme, me ponen contra una pared. Yo empiezo a decir que soy fulano, que me están secuestrando, avisen a mi familia. Trato de tirarme hacia la vía, me vuelve a agarrar una persona robusta a la que le dicen el colorado Norberto. Me ponen una capucha en la cabeza, me tiran dentro de un auto, se suben arriba mío, me dicen `vos sos Bichi, del Movimiento Villero, sabemos quién sos vos´”.
La ESMA
“Me suben al auto, me van golpeando, haciendo preguntas sobre mi actividad política. Yo trato, dentro de lo que puedo, de tantear a dónde me llevaban. Deduzco que era la ESMA por el recorrido breve que se hizo. Entra a la Escuela. Piden entrar. Selenio, selenio. Vamos a la parte donde Capucha. Para en el estacionamiento, me sacan la capucha, veo que es la ESMA. Apenas bajo entran a sacarme la ropa. Van bajando una escalera, al cuarto de interrogatorios y me empiezan a atar a un camastro. Entra (Héctos) Febres y me interroga”, contó el sobrevivientes de la ESMA. Después, narró que ingresaron a la sala detenidos-desaparecidos a quienes conocía de antes, para que los represores lograran “ablandarlo” para hablar. Luego se fueron y regresó Febres con Pernías. “Estaba con una sábana blanca, desnudo, todo lastimado, me estaban lastimando los brazos y las piernas, me estaba chorreando sangre. Me dan picana en la parte íntima y en las que tenía lastimadas”.
“Gracias por poder decir lo que me viene a la memoria hoy. Ellos tienen una oportunidad que no tuvimos nosotros de tener un juicio”, dijo al finalizar.
Próxima audiencia
El juicio continuará el miércoles 20 de noviembre desde las 9:30 horas con más declaraciones testimoniales.
20 11 2013
TESTIMONIOS
111. "Que se vayan al infierno"
Fue el pedido dirigido a los imputados por parte de León, de 10 años de edad, nieto de Gustavo Delfor García Cappaninni y Matilde Itzigshon, detenidos-desaparecidos en la ESMA.
Los casos de Gustavo Delfor García Cappaninni (764) y Matilde Itzigshon de García Cappaninni (765)
A él lo apodaban "Abel" y a ella "Patricia". Gustavo fue secuestrado el 14 de octubre de 1976 en La Plata, Provincia de Buenos Aires. Matilde fue privada de su el 16 de marzo de 1977, en la Ciudad de Buenos Aires. Ambos fueron llevados a la ESMA, donde permanecieron en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida y siguen desaparecidos.
Los testimonios de María Inés y Lucía Raquel, hijas de Gustavo y Matilde
La primera en declarar fue María Inés. Lo primero que hizo fue pedirles a los jueces proyectar una fotografía de sus padres mientras dure su testimonio. "Mi papá se llamaba Gustavo Delfor García Capaninni. Estudió Física en la Universidad de La Plata. Ahí se reencontró con mi mamá y se pusieron de novios. Además, pintaba muy hermosamente. Militaba en Montoneros y tenía una gran formación teórico-política. Tenía 25 años al momento de los hechos", relató.
"Mi mamá se llamaba Matilde Itzigshon. También estudió Física, trabajaba en el Astillero Río Santiago, empezó en el ´72. Era una militante gremial, tenía mucha valentía y coraje, y peleaba por mejores condiciones de trabajo. Incluso, desde una perspectiva de género. Por ejemplo, peleando para se abriera una guardería en la fábrica. Era militante de la Juventud Trabajadora Peronista y de Montoneros, y parte de la Lista Celeste de la fábrica", agregó María Inés. Matilde tenía 27 años de edad cuando fue llevada a la ESMA y desaparecida.
Trabajadores organizados
"El 24 de marzo son detenidos 30 trabajadores del astillero, entre ellos Ana María nievas, compañero de mi mamá. La llevaron a las instalaciones que tenía la Marina en Río Santiago. Cuando la interrogan, le preguntan por mi mamá, la golpean mucho, como si estuviera en un ring, y le preguntaban con insistencia por ´Tili´, que era el sobrenombre de mi mamá. Ella no lo conocía, y cuando le dieron el nombre dijo que sí, que era una compañera del trabajo", contó la testigo.
Luego contó que en documentos de la DIPBA y otras dependencias figura la persecución a su mamá y a otros trabajadores organizados. "Para esa época, mi mamá había dejado de ir al astillero, porque era peligroso. De todos modos, el 31 de marzo de 1976 le llega un telegrama de despido, y en esos papeles dice que no se recomienda su incorporación".
Antisemitismo
"Quiero hacer referencia al antisemitismo característico del régimen, y en concreto en relación a mi mamá. Hubo varias situaciones que lo evidenciaron. En primer lugar, me cuenta mi tío Carlos que en cercanías de la casa de mis padres en La Plata había pintadas que decía. ´Judía hija de puta, te vamos a matar´. Mi tía, la hermana de mi mamá, también me contó que Oscar Balardini, ´Bocha´, le contó que cuando la detuvieron a mi mamá le preguntaban insistentemente por ´La Rusa de mierda´, que era mi mamá. Uno de mis tíos-abuelos contó que en una de las últimas visitas a mis padres, bastante antes de exiliarse, también vio pintadas que decían: ´Matilde, la judía loca´y se lo comentó a mis padres. Ellos dijeron que era cosa de fascistas y que también podía tratarse de los fascistas sindicales", relató María Inés García.
Burocracia sindical
"El antisemitismo no era privativo de los genocidas, sino que también lo ejercían los burócratas que se encargaban de señalar a los compañeros y entregarlos a los genocidas", sostuvo la testigo y contó que hubo panfletos en los que se perseguía a su madre: "la fábrica se tiene que limpiar de zurdos y comunachos", figuraba en uno.
Sábato
María Inés contó que cuando la secuestraron su mamá trabajaba como secretaria en un consultorio médico y ella tenía 9 meses de edad. "Mi abuela materno había sido muy amigo de Sábato en la juventud, tanto que Matilde y él estuvieron viviendo en mi casa, y el nombre de mi mamá tiene que ver con esa persona. Mi abuela lo llama a Ernesto para ver si opdía ayudarlo y Sábato le dijo que mi mamá estaba en la ESMA y ´te pido que no me llames más por esto porque me comprometés´".
Por su parte, Lucía, quien tenía 2 años y medios de edad cuando secuestraron a su madre, agregó que su abuelo recurrió a Sábato porque "había almorzado en mayo de 1976 con Videla". Sábato le dijo que "mi mamá figuraba en una lista de la ESMA como irrecuperable".
Dolor inmedible
"No hay palabras que alcancen para dimensionar el dolor de la historia de mi vida, de la desaparición de mis padres. Las palabras no alcanzan. Aclarado todo esto, es una angustia que me va a acompañar toda la vida, como no puede ser de otra manera. A lo largo de mi vida, si bien tengo una gran fortaleza, tuve momentos en los que el sufrimiento se agudizó", sostuvo la testigo, quien agregó: "hay un dolor que es para siempre y que no se repara con nada".
"Esta declaración para mí es un acto de amor a mis padres, quienes fueron personas muy solidarios, con mucha fortaleza y entereza. Mi papá era una persona muy tierna y dulce, Más allá de su formación, era muy sencillo a la hora de discutir con sus compañeros, y muy paciente. Pintaba y creemos con mi hermana que esas pinturas hermosas que hacía era la belleza del mundo por el que él luchó. Mi abuela y mi tía-abuela habían juntado plata para que él se pudiera exiliar y él dijo que no se iba a ir, que si no quién se quedaría a hacer Patria", relató María Inés.
"Mi mamá, me cuentan, era muy autoexigente, muy valiente. Una amiga de ella, Mirta, me cuenta que por un gesto de nobleza dejó de verla, para que no corriera riesgos. Mirta y ´El Mono Peláez, compañero del astillero, me contó que cuando desapareció mi papá, mi mamá le ofreció ir a su casa con nosotros si no se sentía seguro, preocupándose por sus compañeros hasta en ese momento", dijo.
"Esta declaración también es un acto de amor hacia mis abuelos, quienes hicieron todo por mi hermana y por mí", sostuvo antes de concluir y agregó: "también es un acto de amor a mi hermana, con quien peleamos muchos años juntas contra el olvido, la impunidad y el silencio".
La militancia
Lucía contó que su padre "empieza a militar vinculado con agrupaciones católicas, luego con el peronismo de base, luego las FAP y después en Montoneros. Mi madre se afilia a los 14 años al Partido Comunista, luego pasa a las FAP y después a Montoneros. Integraba la JTP en el astillero, donde trabajaba como programadora de IBM. Ella fue muy perseguida por su condición de judía, se le hacían pintadas relativas a eso y se la hostigaba en ese sentido desde la Dirección del astillero, que estaba en manos de la Armada, como desde sectores de la burocracia sindical del mismo astillero. El 24 de marzo de 1976 mi madre decide con otros trabajadores no ir más a trabajar y se le aplica la Ley 21.126 por subversivos y no se incorporan más trabajadores".
"Me hubiera gustado, y hubiera sido necesario, vivir esta instancia 30 años atrás. Fue muy traumático, como hija, el secuestro y desaparición de mis padres, pero también crecer en la impunidad, construir explicaciones propias para algo que decía ser explicado desde el Estado. Hay mucho por investigar, cosas que pasaron con niños que no tienen un correlato judicial", sostuvo antes de finalizar. "El Poder Judicial nos debe muchas respuestas y en este proceso de recuperar derechos es necesario que la justicia también se democratice.
Institucionalmente, el Poder Judicial nos debe respuestas a todo el pueblo por su complicidad, por haber rechazado hábeas corpus a nuestras abuelas y por habernos obligado a convivir con la impunidad. En la casa de mi abuela tuvimos muchas de las primeras reuniones de H.I.J.O.S. La Plata, donde se empezaron a pensar los escraches, así que celebro este momento y creo que es producto de la lucha del pueblo, los organismos, las Madres, los H.I.J.O.S. y de todos los que se sumaron. Me parece que lo más valioso del testimonio es que cuando una lucha hay que darla, por más imposible que parezca, hay que hacerla crecer y finalmente las cosas se transforman", sostuvo Lucía. Sus palabras de cierre fueron: "le pregunté a mi hijo León, de 10 años, si quería que dijera algo y me dijo que sí, que a él le hubiera gustado conocer a sus abuelos y que si aquí estaban los asesinos de sus abuelos, que se vayan al infierno".
El caso de Conrado Gómez (181)
El testimonio de Federico Gómez Miranda, hijo de Conrado
"Mi padre es secuestrado en Capital Federal, en su edificio en Santa Fe 1713, primer piso A, el lunes 10 de enero de 1977. Mi madre y nosotros, sus hijos, nos encontrábamos en Mendoza, porque el martes mi padre iba a viajar para pasar su cumpleaños 40 con nosotros. Muy temprano, cerca de las 7:00 am, nos llama Ignacio Serna, quien falleció, diciendo que en un operativo por drogas había sido secuestrado y no viajaría. A partir de ahí, empieza una larga búsqueda, recopilando información sobre su destino. En principio, mi madre concurre a ver a dos familiares militares: su ahijada Patricia González se encontraba comprometida con Sáa, hijo del segundo de Menéndez, Juan Pablo Sáa la recibe una vez y luego le dice que no la va a atender más", contó el testigo, quien agregó que "un capitán del Ejército, que pedí en la Instrucción que fuera citado a declarar y no lo citaron, prometió hacer averiguaciones, pero no le dijo nada. Al cheque no lo pudieron cobrar y estaba endosado por Juan Héctor Ríos, interventor de la Asociación Obrera Textil".
Cumpleaños en la ESMA
"El 11 de enero, cuando iba a festejar su cumpleaños 40, lo tuvo que pasar en la ESMA encadenado, engrillado, picaneado. El 25 de marzo de 1976, yo cumplo años el 24 de marzo, llamó, tuvo una charla corta. Cuando termina se pone a llorar: se da cuenta, y yo también, tenía 11 años recién cumplidos, de que no lo íbamos a ver nunca más, más allá de su gran fortaleza y dominio de las situaciones más peligrosas en lo que viví y disfruté como gran padre", relató Federico. "A mi padre le estaban exigiendo bienes para su liberación, pero él supo que eso no era así. Cuando lo secuestraron saquearon el departamento que ocupada. De esto hablaré en el próximo juicio, si es que lo hay (causa bienes, "Chacras de Coria")", narró y reclamó que se haya elevado a juicio toda la causa, menos la que atañe a Conrado Gómez, su padre.
Grasselli
Federico contó que, entre otras gestiones, fueron a ver a Monseñor Grasselli, quien le dijo a su tía, María Victoria, que "efectivamente había sido secuestrado, pero que no tenía los miles de verdes que buscaban, así que probablemente no lo vieran más. Eso fue en la Vicaría Stella Maris, en Capital".
Militancia
Federico contó que su padre militó en el Partido Comunista cuando estaba en la Facultad, luego en el Socialista. "Mucha gente hacía fila para verlo como abogado para ser defendidos por él. Terminó siendo víctima de lo que buscó evitarle a otros".
El caso de Gustavo Grigera (328)
El testimonio de Pablo Rafael, hermano de Gustavo
El testigo contó que el 18 ó 19 de julio supieron que Gustavo había "sido capturado en el Hospital Italiano. A partir de ahí comenzó la búsqueda. Yo tenía 22 ó 23 años. Mi padre y mi hermano mayor tenían reuniones con la gente del Comando I. Le dijeron a mi padre que (Gustavo) estaba muerto y que iban a entregar el cuerpo. Eso fue el 20 ó 21 de julio. A fines de agosto llamaron del Comando, diciendo que pasara a buscar los documentos y también por la morgue de Económicas a retirar el cuerpo. Fuimos y lo reconocimos. Lo llevamos ese mismo día al cementerio de Morón".
Pablo declaró que su hermano mayor, su padre y él fueron quienes reconocieron el cuerpo de Gustavo. "No estaba desnudo, como para ver algo en ese momento. Pensamos que realmente había salido prácticamente muerto del Italiano, no suponíamos que había sido torturado".
Una hija: Victoria
"Su mujer, Mónica (Dupuy), que murió, estaba embarazada entonces. Pudo huir y tener a su hija en Uruguay, sin que la buscaran". La hija de ambos se llama María Victoria Grigera Dupuy y es artista.
El caso de Alejandro Roberto Odell (353)
Tenía 22 años de edad. Fue privado ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley el 14 de agosto de 1977, con Marcelo Reinhold (caso 352), en Haedo, Provincia de Buenos Aires. El operativo fue realizado por personal del Servicio de Inteligencia Naval (SIN). Las víctimas fueron llevadas a la ESMA, donde permanecieron en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Ambos fueron "trasladados". El cuerpo de Marcelo fue identificado, tras haber sido quemado, y Alejandro sigue desaparecido.
El testimonio de Josefina Diana Manos, compañera de Alejandro
"Desapareció el 14 de agosto de 1977, manejando un taxi de propiedad de su padre, con su compañero de militancia, Marcelo Reinhold. Yo estaba embarazada, me voy a Uruguay, donde nace mi hija, y después a Francia.
El mismo día también fue secuestrada Susana Siver, compañera de Marcelo, quien estaba embarazada. Laura, la hija de ambos, nació en cautiverio en la ESMA y recuperó su identidad décadas después.
Próxima audiencia
El juicio continuará el miércoles 27 de noviembre desde las 9:30 horas con más declaraciones testimoniales.
A él lo apodaban "Abel" y a ella "Patricia". Gustavo fue secuestrado el 14 de octubre de 1976 en La Plata, Provincia de Buenos Aires. Matilde fue privada de su el 16 de marzo de 1977, en la Ciudad de Buenos Aires. Ambos fueron llevados a la ESMA, donde permanecieron en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida y siguen desaparecidos.
Los testimonios de María Inés y Lucía Raquel, hijas de Gustavo y Matilde
La primera en declarar fue María Inés. Lo primero que hizo fue pedirles a los jueces proyectar una fotografía de sus padres mientras dure su testimonio. "Mi papá se llamaba Gustavo Delfor García Capaninni. Estudió Física en la Universidad de La Plata. Ahí se reencontró con mi mamá y se pusieron de novios. Además, pintaba muy hermosamente. Militaba en Montoneros y tenía una gran formación teórico-política. Tenía 25 años al momento de los hechos", relató.
"Mi mamá se llamaba Matilde Itzigshon. También estudió Física, trabajaba en el Astillero Río Santiago, empezó en el ´72. Era una militante gremial, tenía mucha valentía y coraje, y peleaba por mejores condiciones de trabajo. Incluso, desde una perspectiva de género. Por ejemplo, peleando para se abriera una guardería en la fábrica. Era militante de la Juventud Trabajadora Peronista y de Montoneros, y parte de la Lista Celeste de la fábrica", agregó María Inés. Matilde tenía 27 años de edad cuando fue llevada a la ESMA y desaparecida.
Trabajadores organizados
"El 24 de marzo son detenidos 30 trabajadores del astillero, entre ellos Ana María nievas, compañero de mi mamá. La llevaron a las instalaciones que tenía la Marina en Río Santiago. Cuando la interrogan, le preguntan por mi mamá, la golpean mucho, como si estuviera en un ring, y le preguntaban con insistencia por ´Tili´, que era el sobrenombre de mi mamá. Ella no lo conocía, y cuando le dieron el nombre dijo que sí, que era una compañera del trabajo", contó la testigo.
Luego contó que en documentos de la DIPBA y otras dependencias figura la persecución a su mamá y a otros trabajadores organizados. "Para esa época, mi mamá había dejado de ir al astillero, porque era peligroso. De todos modos, el 31 de marzo de 1976 le llega un telegrama de despido, y en esos papeles dice que no se recomienda su incorporación".
Antisemitismo
"Quiero hacer referencia al antisemitismo característico del régimen, y en concreto en relación a mi mamá. Hubo varias situaciones que lo evidenciaron. En primer lugar, me cuenta mi tío Carlos que en cercanías de la casa de mis padres en La Plata había pintadas que decía. ´Judía hija de puta, te vamos a matar´. Mi tía, la hermana de mi mamá, también me contó que Oscar Balardini, ´Bocha´, le contó que cuando la detuvieron a mi mamá le preguntaban insistentemente por ´La Rusa de mierda´, que era mi mamá. Uno de mis tíos-abuelos contó que en una de las últimas visitas a mis padres, bastante antes de exiliarse, también vio pintadas que decían: ´Matilde, la judía loca´y se lo comentó a mis padres. Ellos dijeron que era cosa de fascistas y que también podía tratarse de los fascistas sindicales", relató María Inés García.
Burocracia sindical
"El antisemitismo no era privativo de los genocidas, sino que también lo ejercían los burócratas que se encargaban de señalar a los compañeros y entregarlos a los genocidas", sostuvo la testigo y contó que hubo panfletos en los que se perseguía a su madre: "la fábrica se tiene que limpiar de zurdos y comunachos", figuraba en uno.
Sábato
María Inés contó que cuando la secuestraron su mamá trabajaba como secretaria en un consultorio médico y ella tenía 9 meses de edad. "Mi abuela materno había sido muy amigo de Sábato en la juventud, tanto que Matilde y él estuvieron viviendo en mi casa, y el nombre de mi mamá tiene que ver con esa persona. Mi abuela lo llama a Ernesto para ver si opdía ayudarlo y Sábato le dijo que mi mamá estaba en la ESMA y ´te pido que no me llames más por esto porque me comprometés´".
Por su parte, Lucía, quien tenía 2 años y medios de edad cuando secuestraron a su madre, agregó que su abuelo recurrió a Sábato porque "había almorzado en mayo de 1976 con Videla". Sábato le dijo que "mi mamá figuraba en una lista de la ESMA como irrecuperable".
Dolor inmedible
"No hay palabras que alcancen para dimensionar el dolor de la historia de mi vida, de la desaparición de mis padres. Las palabras no alcanzan. Aclarado todo esto, es una angustia que me va a acompañar toda la vida, como no puede ser de otra manera. A lo largo de mi vida, si bien tengo una gran fortaleza, tuve momentos en los que el sufrimiento se agudizó", sostuvo la testigo, quien agregó: "hay un dolor que es para siempre y que no se repara con nada".
"Esta declaración para mí es un acto de amor a mis padres, quienes fueron personas muy solidarios, con mucha fortaleza y entereza. Mi papá era una persona muy tierna y dulce, Más allá de su formación, era muy sencillo a la hora de discutir con sus compañeros, y muy paciente. Pintaba y creemos con mi hermana que esas pinturas hermosas que hacía era la belleza del mundo por el que él luchó. Mi abuela y mi tía-abuela habían juntado plata para que él se pudiera exiliar y él dijo que no se iba a ir, que si no quién se quedaría a hacer Patria", relató María Inés.
"Mi mamá, me cuentan, era muy autoexigente, muy valiente. Una amiga de ella, Mirta, me cuenta que por un gesto de nobleza dejó de verla, para que no corriera riesgos. Mirta y ´El Mono Peláez, compañero del astillero, me contó que cuando desapareció mi papá, mi mamá le ofreció ir a su casa con nosotros si no se sentía seguro, preocupándose por sus compañeros hasta en ese momento", dijo.
"Esta declaración también es un acto de amor hacia mis abuelos, quienes hicieron todo por mi hermana y por mí", sostuvo antes de concluir y agregó: "también es un acto de amor a mi hermana, con quien peleamos muchos años juntas contra el olvido, la impunidad y el silencio".
La militancia
Lucía contó que su padre "empieza a militar vinculado con agrupaciones católicas, luego con el peronismo de base, luego las FAP y después en Montoneros. Mi madre se afilia a los 14 años al Partido Comunista, luego pasa a las FAP y después a Montoneros. Integraba la JTP en el astillero, donde trabajaba como programadora de IBM. Ella fue muy perseguida por su condición de judía, se le hacían pintadas relativas a eso y se la hostigaba en ese sentido desde la Dirección del astillero, que estaba en manos de la Armada, como desde sectores de la burocracia sindical del mismo astillero. El 24 de marzo de 1976 mi madre decide con otros trabajadores no ir más a trabajar y se le aplica la Ley 21.126 por subversivos y no se incorporan más trabajadores".
"Me hubiera gustado, y hubiera sido necesario, vivir esta instancia 30 años atrás. Fue muy traumático, como hija, el secuestro y desaparición de mis padres, pero también crecer en la impunidad, construir explicaciones propias para algo que decía ser explicado desde el Estado. Hay mucho por investigar, cosas que pasaron con niños que no tienen un correlato judicial", sostuvo antes de finalizar. "El Poder Judicial nos debe muchas respuestas y en este proceso de recuperar derechos es necesario que la justicia también se democratice.
Institucionalmente, el Poder Judicial nos debe respuestas a todo el pueblo por su complicidad, por haber rechazado hábeas corpus a nuestras abuelas y por habernos obligado a convivir con la impunidad. En la casa de mi abuela tuvimos muchas de las primeras reuniones de H.I.J.O.S. La Plata, donde se empezaron a pensar los escraches, así que celebro este momento y creo que es producto de la lucha del pueblo, los organismos, las Madres, los H.I.J.O.S. y de todos los que se sumaron. Me parece que lo más valioso del testimonio es que cuando una lucha hay que darla, por más imposible que parezca, hay que hacerla crecer y finalmente las cosas se transforman", sostuvo Lucía. Sus palabras de cierre fueron: "le pregunté a mi hijo León, de 10 años, si quería que dijera algo y me dijo que sí, que a él le hubiera gustado conocer a sus abuelos y que si aquí estaban los asesinos de sus abuelos, que se vayan al infierno".
El caso de Conrado Gómez (181)
El testimonio de Federico Gómez Miranda, hijo de Conrado
"Mi padre es secuestrado en Capital Federal, en su edificio en Santa Fe 1713, primer piso A, el lunes 10 de enero de 1977. Mi madre y nosotros, sus hijos, nos encontrábamos en Mendoza, porque el martes mi padre iba a viajar para pasar su cumpleaños 40 con nosotros. Muy temprano, cerca de las 7:00 am, nos llama Ignacio Serna, quien falleció, diciendo que en un operativo por drogas había sido secuestrado y no viajaría. A partir de ahí, empieza una larga búsqueda, recopilando información sobre su destino. En principio, mi madre concurre a ver a dos familiares militares: su ahijada Patricia González se encontraba comprometida con Sáa, hijo del segundo de Menéndez, Juan Pablo Sáa la recibe una vez y luego le dice que no la va a atender más", contó el testigo, quien agregó que "un capitán del Ejército, que pedí en la Instrucción que fuera citado a declarar y no lo citaron, prometió hacer averiguaciones, pero no le dijo nada. Al cheque no lo pudieron cobrar y estaba endosado por Juan Héctor Ríos, interventor de la Asociación Obrera Textil".
Cumpleaños en la ESMA
"El 11 de enero, cuando iba a festejar su cumpleaños 40, lo tuvo que pasar en la ESMA encadenado, engrillado, picaneado. El 25 de marzo de 1976, yo cumplo años el 24 de marzo, llamó, tuvo una charla corta. Cuando termina se pone a llorar: se da cuenta, y yo también, tenía 11 años recién cumplidos, de que no lo íbamos a ver nunca más, más allá de su gran fortaleza y dominio de las situaciones más peligrosas en lo que viví y disfruté como gran padre", relató Federico. "A mi padre le estaban exigiendo bienes para su liberación, pero él supo que eso no era así. Cuando lo secuestraron saquearon el departamento que ocupada. De esto hablaré en el próximo juicio, si es que lo hay (causa bienes, "Chacras de Coria")", narró y reclamó que se haya elevado a juicio toda la causa, menos la que atañe a Conrado Gómez, su padre.
Grasselli
Federico contó que, entre otras gestiones, fueron a ver a Monseñor Grasselli, quien le dijo a su tía, María Victoria, que "efectivamente había sido secuestrado, pero que no tenía los miles de verdes que buscaban, así que probablemente no lo vieran más. Eso fue en la Vicaría Stella Maris, en Capital".
Militancia
Federico contó que su padre militó en el Partido Comunista cuando estaba en la Facultad, luego en el Socialista. "Mucha gente hacía fila para verlo como abogado para ser defendidos por él. Terminó siendo víctima de lo que buscó evitarle a otros".
El caso de Gustavo Grigera (328)
El testimonio de Pablo Rafael, hermano de Gustavo
El testigo contó que el 18 ó 19 de julio supieron que Gustavo había "sido capturado en el Hospital Italiano. A partir de ahí comenzó la búsqueda. Yo tenía 22 ó 23 años. Mi padre y mi hermano mayor tenían reuniones con la gente del Comando I. Le dijeron a mi padre que (Gustavo) estaba muerto y que iban a entregar el cuerpo. Eso fue el 20 ó 21 de julio. A fines de agosto llamaron del Comando, diciendo que pasara a buscar los documentos y también por la morgue de Económicas a retirar el cuerpo. Fuimos y lo reconocimos. Lo llevamos ese mismo día al cementerio de Morón".
Pablo declaró que su hermano mayor, su padre y él fueron quienes reconocieron el cuerpo de Gustavo. "No estaba desnudo, como para ver algo en ese momento. Pensamos que realmente había salido prácticamente muerto del Italiano, no suponíamos que había sido torturado".
Una hija: Victoria
"Su mujer, Mónica (Dupuy), que murió, estaba embarazada entonces. Pudo huir y tener a su hija en Uruguay, sin que la buscaran". La hija de ambos se llama María Victoria Grigera Dupuy y es artista.
El caso de Alejandro Roberto Odell (353)
Tenía 22 años de edad. Fue privado ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley el 14 de agosto de 1977, con Marcelo Reinhold (caso 352), en Haedo, Provincia de Buenos Aires. El operativo fue realizado por personal del Servicio de Inteligencia Naval (SIN). Las víctimas fueron llevadas a la ESMA, donde permanecieron en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Ambos fueron "trasladados". El cuerpo de Marcelo fue identificado, tras haber sido quemado, y Alejandro sigue desaparecido.
El testimonio de Josefina Diana Manos, compañera de Alejandro
"Desapareció el 14 de agosto de 1977, manejando un taxi de propiedad de su padre, con su compañero de militancia, Marcelo Reinhold. Yo estaba embarazada, me voy a Uruguay, donde nace mi hija, y después a Francia.
El mismo día también fue secuestrada Susana Siver, compañera de Marcelo, quien estaba embarazada. Laura, la hija de ambos, nació en cautiverio en la ESMA y recuperó su identidad décadas después.
Próxima audiencia
El juicio continuará el miércoles 27 de noviembre desde las 9:30 horas con más declaraciones testimoniales.
27 11 2013
TESTIMONIOS
112. Hacía la colimba en la ESMA y pasó a ser un desaparecido que sobrevivió
Se trata de Alejandro Hugo López, quien fue secuestrado mientras realizaba el servicio militar obligatorio. Permaneció en cautiverio ahí mismo. Luego fue liberado y reincorporado a sus tareas en la ESMA, donde pasó a ser el chofer del represor Alfredo Scilingo.
El caso de Alejandro Hugo López (52)
Fue privado ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley el 13 de julio de 1976. El secuestro se produjo dentro de la ESMA, donde cumplía el servicio militar obligatorio. Los captores pertenecían al Grupo de Tareas 3.3.2. Alejandro permaneció en cautiverio en ese mismo predio bajo condiciones inhumanas de vida. Fue liberado el 18 de julio de 1976.
El testimonio de Alejandro: un colimba detenido-desaparecido en la ESMA
"En 1976 era conscripto, trabajaba como oficinista, tenía acceso a los talleres de la ESMA. Entré en 1974. Me hice desertor y volví después de marzo de 1976. La tarde del 13 de julio un suboficial me pide que vaya al salón Dorado con él para tomar medidas para un trabajo", relató el testigo. Le preguntaron quién era esa persona y dijo que "lo conozco y muy bien, pero entiendo que es uno de los que me salvó la vida. Si estoy obligado doy el nombre, pero para mí es una persona de bien. Él me dejó en la puerta del salón Dorado. De los que me acuerdo, me recibieron me acuerdo de Savio, Acosta y otros más. Me hicieron sentar en un sillón. Savio me dijo que me iba a mostrar fotos de un procedimiento para ver si conocía a alguien. De atrás me ponen una capucha, me pegan, me caigo, me vuelven a pegar en el piso, no me levanto, me ponen ropa de civil en lugar de la de la Marina. Primero me llevan arriba. Conocía el Casino porque conocía al capitán Cobas, a quien le limpiaba el cuarto. Ahí me engrillan, me esposan, siento las bombas, sé que estoy al lado del tanque de agua de la Casa de Oficiales, porque conocía. Se sentían voces, gritos que las callaban, se abrían puertas, sentía gritos. Me di cuenta de que venían pisando a la gente. Después me llevan abajo, me picanean, no me preguntaban mucho, no entendía por qué. Me preguntaban dónde había veraneado tres años atrás, hasta que alguien me preguntó por un colimba llamado Tarnopolsky (caso 53), a quien no conocía. Yo estaba en el sector de Ingeniería. Así pasan los días. Después, más allá de pegarme el que pasaba, yo estaba tirado en una colchoneta, esposado con las manos atrás, encapuchado y engrillado. No pasaba nada, hasta que un día me sacan a la noche al exterior, me sacan los grilletes, me atan las manos, pero con una soga. Me sacan las esposas, me suben al piso de un Falcon".
Clavos
"Me preguntaban si yo le había dado clavos a alguien en cantidad. Yo estaba en el depósito, yo sabía de antes lo que pasaba en el salón Dorado", contó López. Estas preguntas se refieren al caso de Tarnopolsky, acusado de haber colocado una bomba en la ESMA, destinada a Eduardo "El Tigre" Acosta.
Volver
Después del cautiverio, Alejandro fue reincorporado a sus tareas previas: "Ahí estaba ´220´ (Weber). Nos hace sacar la capucha y dijo: ´esto es para contarle sus nietos´. Estaba en un sillón con una pistola de cada lado". Así, Alejandro retomó sus funciones y "una vez, estacionando un camión, veo a Scilingo en Automotores. Pasaron unos días y me buscaron y me pidió que lo llevara al edificio Libertad. A partir de ahí paso a ser su chofer".
El caso de Luis Carmelo Achurra Ulibarri (660)
Fue privado ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley el 4 de agosto de 1976, aproximadamente a la 1:00, en su domicilio en Constituyentes 5759, en la Ciudad de Buenos Aires. El operativo fue realizado por personas uniformadas, quienes se trasladaron en tres o cuatro vehículos. Luego de romper la puerta de entrada, ataron a Luis, lo vendaron y después de una hora lo introdujeron en la parte de atrás de un auto.
La víctima fue llevada a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Fue liberado dos semanas después, cuando lo metieron en una camioneta con cúpula, haciéndolo bajar en una plaza ubicada en Av. Fernández de la Cruz y General Paz.
El testimonio de Luis
"Estaba en casa con mi mujer y mi chico, entre junio y julio de 1976. Vivía en Constituyentes y Albarellos, en Villa Pueyrredón. Vino gente y me llevó, quedaron mi hijo y mi mujer en el departamento. Estuve atado en el piso con los brazos para atrás y las piernas también unos 12 ó 13 días. Me torturaron. El lugar donde me ponían era una madera con las piernas para abajo, siempre estuve vendado. Después de ese tiempo, cuando me largan, me llevan a la calle Fernández de la Cruz y General Paz, para el lado de Capital, y me dejan en una plaza a unas 3 ó 4 cuadras. Ahí me saqué la soga y la venda, y me tomé un colectivo", relató el sobreviviente de la ESMA, quien tenía 33 años de edad cuando fue secuestrado.
Luis contó que sufrió una gangrena en una de sus piernas por las condiciones de cautiverio en el centro clandestino de detención, tortura y exterminio. "Estaba atado con la soga, entonces me agarraron fuerte el tobillo con la soga y, por el movimiento que hacía yo con la picana, se ve que se cortó el hueso. Después me operaron en el Policlínico de San Martín. Yo decía que me dolía, entonces me dieron inyecciones ahí en el piso. Me quedaba abombado, no sé si por las inyecciones o por el dolor, estaba todo infectado".
Torturas
Luis contó que durante las sesiones de torturas le preguntaban por armas. "Yo no sabía nada, por más que me pegaran y me pegaran. Me decían: ´levantá la mano cuando quieras hablar´, y me seguían picaneando".
El caso de Ricardo Luis Cagnoni (674)
Era empleado de Ford, lo apodaban "Colimba". El 3 de abril de 1977 a la tarde fue privado ilegalmente de la libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley. Estaba en el andén 14 de la Estación de trenes de Constitución. El operativo fue realizado por un grupo de aproximadamente diez individuos vestidos de civil y armados, pertenecientes al Ejército. Ricardo fue llevado a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Habría sido "trasladado" entre junio y julio de 1977 y sigue desaparecido. Cuando lo secuestraron tenía 23 años de edad.
El testimonio de Miguel Jorge, hermano de Ricardo
"Hay cosas que viví y otras de las que me enteré", aclaró el testigo. Luego narró lo que fue su secuestro: "el 3 de marzo de 1977 va un grupo armado a la casa de mi padre. Yo estaba durmiendo y me despierto con una persona apuntándome con una pistola. Me preguntan por mi hermano. Yo no sabía si estaba. Después me enteré de que cuando escuchó los ruidos se fue por el fondo. Me llevan secuestrado, me suben a un Falcon verde. Había un militar y lo primero que hace es pegarme una trompada en la cata. Me encapuchan, me tiran en el piso del auto y mientras me van pegando. Después de aproximadamente 15 minutos, se siente que abren un portón, silbato de guardia, entran el auto. Yo siempre encapuchado. Me bajan cerca de una puerta que tenía una escalera descendente corta, en el descanso me hacen chocar la cabeza contra la pared y me dicen: ´¿no mirás por dónde caminás, pelotudo?´. Así llego al subsuelo, me atan a un camastro, me empiezan a preguntar por todas mis actividades del día. Me había recibido de agrónomo y estaba buscando empleo. Me preguntaron qué tenía en mi billetera y mientras me pegaban con un palo. No me dieron picana, me pegaron mucho. Cerca de la madrugada me soltaron. Me dijeron que me vistiera, que me iban a matar. Me subieron a un auto, me llevaron a un descampado frente a la ESMA, en la entrada del club CUBA, me ponen una pistola en el cinto, que se la habían llevado de casa, amagan un fusilamiento. Después me arrancan la capucha y se van. Dijeron que no mire. Volví a casa, se quedaron con mi reloj y mi documento".
Secuestro en Constitución
"Después no tuve contacto con mi hermano. Sabía que mantenía contacto con mi padre y que había planeado irse a vivir al Sur. Un mes después, era la fecha en que se iba, 3 de abril. Fuimos amigos y parientes a despedirlo a Constitución y llega la misma gente que me había llegado a mí. Bajan del tren con mi hermano a la rastra y se lo llevan. Me quedé paralizado. Mi papá se acercó a preguntar qué pasaba y le pegaron un culatazo. Se llevaron a mi hermano y nunca más supimos nada, hasta que Lidia Vieyra (caso 241) dijo que lo había visto en la ESMA".
Montonero
Miguel contó que cuando lo interrogaron le preguntaron por su hermano: dónde trabajaba, quiénes eran sus amigos, cuál era su ideología. "Peronista, él era montonero", les respondió Miguel. Militaba en Zona Norte. Su compañera es Ana María Clement y la hija de ambos se llama Soledad.
"Tal vez los acusados tengan tiempo en el futuro para meditar, ya que han sido causantes de tanto mal. Sería bueno que en esa meditación encuentren la forma de ayudar a las madres y abuelas que aún buscan a sus hijos y nietos. Aún mantienen ese pacto de silencio absurdo", dijo el testigo para concluir.
El caso de Alberto Roque Krug (806)
Fue secuestrado el 2 de diciembre de 1976 a la noche, con Diego Jacinto Fernando Beigbeder (caso 805), "El Turco", y Guillermo Lucas Orfano (807), "Guille". El operativo fue hecho por un grupo de entre 35 y 40 personas vestidas de civil, quienes se movilizaban en vehículos Ford Falcon. Las tres víctimas fueron golpeadas y encapuchadas y luego llevadas a la ESMA, donde permanecieron en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Los tres siguen desaparecidos.
El testimonio de Carlos Federico, hermano de Alberto
Alberto trabajaba en el Banco Nación y era hincha de Racing. Los dos hermanos militaron juntos en la Juventud Peronista. "El 2 de diciembre de 1976 fue secuestrado. Mi hermano siempre solía llamar a mis viejos. Ese fin de semana no llamó. El lunes recibimos un llamado diciendo que sabían que habían secuestrado a mi hermano y a otros compañeros, no sé quién. Nos encontramos en San Juan y Directorio con un compañero, ´El Tarta´, que nos dijo cómo había sido el secuestro", contó Carlos.
Alberto tenía 24 años de edad y le decían "Beto". Tenía una novia, Ana Soria. Estudiaba en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
El caso de Nora Peirano (263)
La apodaban "Liliana", su novio era Rolando Hugo Jeckel (caso 255). Fue privada de su libertad de manera ilegal el 15 de abril de 1977 a la mañana en la vía pública, cuando iba al trabajo. El secuestro estuvo a cargo del Grupo de Tareas 3.3.2. Nora fue llevada a la ESMA y sigue desaparecida. Rolando fue capturado el 18 de marzo de 1977, llevado a la ESMA, y desaparecido desde entonces.
El testimonio de Alicia, hermana de Nora
"Cuando desapareció, mi hermana tenía 25 años, era abogada, militante de la JP, vivía en Independencia 457, 4° piso. En el 6 ó 7 vivía la madre de Rolando Jeckel, ´Germán´. Estuvo casada con Bettini, aunque la familia lo niega. Mi hermana estuvo en la ESMA, lo investigó mi familia. Desapareció el 15 de abril de 1977 por la mañana. Trabajaba como abogada", contó Alicia, y agregó: "Yo quiero que se haga justicia, es lo único que me interesa".
El caso de Roberto Luis Stéfano (237)
Lo apodaban "Pipo". Fue secuestrado a principios de marzo de 1977 en un bar de la Ciudad de buenos Aires. Ahí tenía que encontrarse con un compañero, a quien halló encadenado a una mesa. Roberto intentó escapar del lugar, pero los miembros del operativo dispararon armas de fuego, matando a Roberto. Luego, fue llevado a la ESMA, a donde habría llegado sin vida.
El testimonio de Graciela Sánchez, compañera de Roberto
"Estuvo mucho tiempo en la JUP. Estudiaba Sociología, trabajaba en el Banco Nación. Después dejó de trabajar ahí, aproximadamente unos dos años antes, y tenía militancia en el Banco, incluso salió en el diario con una urna levantada por fraude en las elecciones. Cuando ya estábamos casados me contó que estaba en Montoneros", sostuvo la testigo.
Próxima audiencia
El juicio continuará el jueves 28 de noviembre desde las 9:30 horas con más declaraciones testimoniales.
Fuente:EspacioMemoriayDDHHexEsma
Fue privado ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley el 13 de julio de 1976. El secuestro se produjo dentro de la ESMA, donde cumplía el servicio militar obligatorio. Los captores pertenecían al Grupo de Tareas 3.3.2. Alejandro permaneció en cautiverio en ese mismo predio bajo condiciones inhumanas de vida. Fue liberado el 18 de julio de 1976.
El testimonio de Alejandro: un colimba detenido-desaparecido en la ESMA
"En 1976 era conscripto, trabajaba como oficinista, tenía acceso a los talleres de la ESMA. Entré en 1974. Me hice desertor y volví después de marzo de 1976. La tarde del 13 de julio un suboficial me pide que vaya al salón Dorado con él para tomar medidas para un trabajo", relató el testigo. Le preguntaron quién era esa persona y dijo que "lo conozco y muy bien, pero entiendo que es uno de los que me salvó la vida. Si estoy obligado doy el nombre, pero para mí es una persona de bien. Él me dejó en la puerta del salón Dorado. De los que me acuerdo, me recibieron me acuerdo de Savio, Acosta y otros más. Me hicieron sentar en un sillón. Savio me dijo que me iba a mostrar fotos de un procedimiento para ver si conocía a alguien. De atrás me ponen una capucha, me pegan, me caigo, me vuelven a pegar en el piso, no me levanto, me ponen ropa de civil en lugar de la de la Marina. Primero me llevan arriba. Conocía el Casino porque conocía al capitán Cobas, a quien le limpiaba el cuarto. Ahí me engrillan, me esposan, siento las bombas, sé que estoy al lado del tanque de agua de la Casa de Oficiales, porque conocía. Se sentían voces, gritos que las callaban, se abrían puertas, sentía gritos. Me di cuenta de que venían pisando a la gente. Después me llevan abajo, me picanean, no me preguntaban mucho, no entendía por qué. Me preguntaban dónde había veraneado tres años atrás, hasta que alguien me preguntó por un colimba llamado Tarnopolsky (caso 53), a quien no conocía. Yo estaba en el sector de Ingeniería. Así pasan los días. Después, más allá de pegarme el que pasaba, yo estaba tirado en una colchoneta, esposado con las manos atrás, encapuchado y engrillado. No pasaba nada, hasta que un día me sacan a la noche al exterior, me sacan los grilletes, me atan las manos, pero con una soga. Me sacan las esposas, me suben al piso de un Falcon".
Clavos
"Me preguntaban si yo le había dado clavos a alguien en cantidad. Yo estaba en el depósito, yo sabía de antes lo que pasaba en el salón Dorado", contó López. Estas preguntas se refieren al caso de Tarnopolsky, acusado de haber colocado una bomba en la ESMA, destinada a Eduardo "El Tigre" Acosta.
Volver
Después del cautiverio, Alejandro fue reincorporado a sus tareas previas: "Ahí estaba ´220´ (Weber). Nos hace sacar la capucha y dijo: ´esto es para contarle sus nietos´. Estaba en un sillón con una pistola de cada lado". Así, Alejandro retomó sus funciones y "una vez, estacionando un camión, veo a Scilingo en Automotores. Pasaron unos días y me buscaron y me pidió que lo llevara al edificio Libertad. A partir de ahí paso a ser su chofer".
El caso de Luis Carmelo Achurra Ulibarri (660)
Fue privado ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley el 4 de agosto de 1976, aproximadamente a la 1:00, en su domicilio en Constituyentes 5759, en la Ciudad de Buenos Aires. El operativo fue realizado por personas uniformadas, quienes se trasladaron en tres o cuatro vehículos. Luego de romper la puerta de entrada, ataron a Luis, lo vendaron y después de una hora lo introdujeron en la parte de atrás de un auto.
La víctima fue llevada a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Fue liberado dos semanas después, cuando lo metieron en una camioneta con cúpula, haciéndolo bajar en una plaza ubicada en Av. Fernández de la Cruz y General Paz.
El testimonio de Luis
"Estaba en casa con mi mujer y mi chico, entre junio y julio de 1976. Vivía en Constituyentes y Albarellos, en Villa Pueyrredón. Vino gente y me llevó, quedaron mi hijo y mi mujer en el departamento. Estuve atado en el piso con los brazos para atrás y las piernas también unos 12 ó 13 días. Me torturaron. El lugar donde me ponían era una madera con las piernas para abajo, siempre estuve vendado. Después de ese tiempo, cuando me largan, me llevan a la calle Fernández de la Cruz y General Paz, para el lado de Capital, y me dejan en una plaza a unas 3 ó 4 cuadras. Ahí me saqué la soga y la venda, y me tomé un colectivo", relató el sobreviviente de la ESMA, quien tenía 33 años de edad cuando fue secuestrado.
Luis contó que sufrió una gangrena en una de sus piernas por las condiciones de cautiverio en el centro clandestino de detención, tortura y exterminio. "Estaba atado con la soga, entonces me agarraron fuerte el tobillo con la soga y, por el movimiento que hacía yo con la picana, se ve que se cortó el hueso. Después me operaron en el Policlínico de San Martín. Yo decía que me dolía, entonces me dieron inyecciones ahí en el piso. Me quedaba abombado, no sé si por las inyecciones o por el dolor, estaba todo infectado".
Torturas
Luis contó que durante las sesiones de torturas le preguntaban por armas. "Yo no sabía nada, por más que me pegaran y me pegaran. Me decían: ´levantá la mano cuando quieras hablar´, y me seguían picaneando".
El caso de Ricardo Luis Cagnoni (674)
Era empleado de Ford, lo apodaban "Colimba". El 3 de abril de 1977 a la tarde fue privado ilegalmente de la libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley. Estaba en el andén 14 de la Estación de trenes de Constitución. El operativo fue realizado por un grupo de aproximadamente diez individuos vestidos de civil y armados, pertenecientes al Ejército. Ricardo fue llevado a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Habría sido "trasladado" entre junio y julio de 1977 y sigue desaparecido. Cuando lo secuestraron tenía 23 años de edad.
El testimonio de Miguel Jorge, hermano de Ricardo
"Hay cosas que viví y otras de las que me enteré", aclaró el testigo. Luego narró lo que fue su secuestro: "el 3 de marzo de 1977 va un grupo armado a la casa de mi padre. Yo estaba durmiendo y me despierto con una persona apuntándome con una pistola. Me preguntan por mi hermano. Yo no sabía si estaba. Después me enteré de que cuando escuchó los ruidos se fue por el fondo. Me llevan secuestrado, me suben a un Falcon verde. Había un militar y lo primero que hace es pegarme una trompada en la cata. Me encapuchan, me tiran en el piso del auto y mientras me van pegando. Después de aproximadamente 15 minutos, se siente que abren un portón, silbato de guardia, entran el auto. Yo siempre encapuchado. Me bajan cerca de una puerta que tenía una escalera descendente corta, en el descanso me hacen chocar la cabeza contra la pared y me dicen: ´¿no mirás por dónde caminás, pelotudo?´. Así llego al subsuelo, me atan a un camastro, me empiezan a preguntar por todas mis actividades del día. Me había recibido de agrónomo y estaba buscando empleo. Me preguntaron qué tenía en mi billetera y mientras me pegaban con un palo. No me dieron picana, me pegaron mucho. Cerca de la madrugada me soltaron. Me dijeron que me vistiera, que me iban a matar. Me subieron a un auto, me llevaron a un descampado frente a la ESMA, en la entrada del club CUBA, me ponen una pistola en el cinto, que se la habían llevado de casa, amagan un fusilamiento. Después me arrancan la capucha y se van. Dijeron que no mire. Volví a casa, se quedaron con mi reloj y mi documento".
Secuestro en Constitución
"Después no tuve contacto con mi hermano. Sabía que mantenía contacto con mi padre y que había planeado irse a vivir al Sur. Un mes después, era la fecha en que se iba, 3 de abril. Fuimos amigos y parientes a despedirlo a Constitución y llega la misma gente que me había llegado a mí. Bajan del tren con mi hermano a la rastra y se lo llevan. Me quedé paralizado. Mi papá se acercó a preguntar qué pasaba y le pegaron un culatazo. Se llevaron a mi hermano y nunca más supimos nada, hasta que Lidia Vieyra (caso 241) dijo que lo había visto en la ESMA".
Montonero
Miguel contó que cuando lo interrogaron le preguntaron por su hermano: dónde trabajaba, quiénes eran sus amigos, cuál era su ideología. "Peronista, él era montonero", les respondió Miguel. Militaba en Zona Norte. Su compañera es Ana María Clement y la hija de ambos se llama Soledad.
"Tal vez los acusados tengan tiempo en el futuro para meditar, ya que han sido causantes de tanto mal. Sería bueno que en esa meditación encuentren la forma de ayudar a las madres y abuelas que aún buscan a sus hijos y nietos. Aún mantienen ese pacto de silencio absurdo", dijo el testigo para concluir.
El caso de Alberto Roque Krug (806)
Fue secuestrado el 2 de diciembre de 1976 a la noche, con Diego Jacinto Fernando Beigbeder (caso 805), "El Turco", y Guillermo Lucas Orfano (807), "Guille". El operativo fue hecho por un grupo de entre 35 y 40 personas vestidas de civil, quienes se movilizaban en vehículos Ford Falcon. Las tres víctimas fueron golpeadas y encapuchadas y luego llevadas a la ESMA, donde permanecieron en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Los tres siguen desaparecidos.
El testimonio de Carlos Federico, hermano de Alberto
Alberto trabajaba en el Banco Nación y era hincha de Racing. Los dos hermanos militaron juntos en la Juventud Peronista. "El 2 de diciembre de 1976 fue secuestrado. Mi hermano siempre solía llamar a mis viejos. Ese fin de semana no llamó. El lunes recibimos un llamado diciendo que sabían que habían secuestrado a mi hermano y a otros compañeros, no sé quién. Nos encontramos en San Juan y Directorio con un compañero, ´El Tarta´, que nos dijo cómo había sido el secuestro", contó Carlos.
Alberto tenía 24 años de edad y le decían "Beto". Tenía una novia, Ana Soria. Estudiaba en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
El caso de Nora Peirano (263)
La apodaban "Liliana", su novio era Rolando Hugo Jeckel (caso 255). Fue privada de su libertad de manera ilegal el 15 de abril de 1977 a la mañana en la vía pública, cuando iba al trabajo. El secuestro estuvo a cargo del Grupo de Tareas 3.3.2. Nora fue llevada a la ESMA y sigue desaparecida. Rolando fue capturado el 18 de marzo de 1977, llevado a la ESMA, y desaparecido desde entonces.
El testimonio de Alicia, hermana de Nora
"Cuando desapareció, mi hermana tenía 25 años, era abogada, militante de la JP, vivía en Independencia 457, 4° piso. En el 6 ó 7 vivía la madre de Rolando Jeckel, ´Germán´. Estuvo casada con Bettini, aunque la familia lo niega. Mi hermana estuvo en la ESMA, lo investigó mi familia. Desapareció el 15 de abril de 1977 por la mañana. Trabajaba como abogada", contó Alicia, y agregó: "Yo quiero que se haga justicia, es lo único que me interesa".
El caso de Roberto Luis Stéfano (237)
Lo apodaban "Pipo". Fue secuestrado a principios de marzo de 1977 en un bar de la Ciudad de buenos Aires. Ahí tenía que encontrarse con un compañero, a quien halló encadenado a una mesa. Roberto intentó escapar del lugar, pero los miembros del operativo dispararon armas de fuego, matando a Roberto. Luego, fue llevado a la ESMA, a donde habría llegado sin vida.
El testimonio de Graciela Sánchez, compañera de Roberto
"Estuvo mucho tiempo en la JUP. Estudiaba Sociología, trabajaba en el Banco Nación. Después dejó de trabajar ahí, aproximadamente unos dos años antes, y tenía militancia en el Banco, incluso salió en el diario con una urna levantada por fraude en las elecciones. Cuando ya estábamos casados me contó que estaba en Montoneros", sostuvo la testigo.
Próxima audiencia
El juicio continuará el jueves 28 de noviembre desde las 9:30 horas con más declaraciones testimoniales.
Fuente:EspacioMemoriayDDHHexEsma
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