19.12.2013
Derechos
Donde hubo balas, hay identidad
Allí funcionaron los talleres Vasena, escenario de la Semana Trágica. Hoy es una plaza, y no hay represión sino ciudadanía: el DNI, en pocos minutos.
Por:
Lucía Alvarez
En esta esquina, hace casi 100 años, hubo sangre. Cientos de obreros fueron abatidos por balas policiales, durante una huelga anarquista reprimida por un gobierno elegido democráticamente. La Semana Trágica, una de las primeras rebeliones de trabajadores en el siglo XX, explotó acá, en enero de 1919, en esta esquina de la Plaza Martín Fierro, donde antes estaban los talleres metalúrgicos Vasena, demolidos más tarde, y donde ahora los vecinos de San Cristóbal buscan otro derecho, uno mucho más simple: tener un DNI, confirmar su ciudadanía.
Ya no hacen falta epopeyas, todo se resuelve en un trámite sencillo que dura pocos minutos, en una oficina-camioneta estacionada en la esquina. Es el Estado que se acerca al barrio y toca a la puerta. Los vecinos salen, hacen la cola. Y sin embargo, la misión no deja de ser faraónica: antes de 2015, el Ministerio del Interior de la Nación busca renovar los documentos de 40 millones de habitantes. De todos.
Se acerca una familia clásica: mamá, papá, nena, nene. La mujer se queja porque llegó unos minutos antes del cierre y ya está desconectado el sistema de la camioneta. Hace un berrinche. Los trabajadores del ministerio reinstalan todo con un poco de desgano: están desde las 8 de la mañana. Cada integrante de la familia se sienta frente a una computadora. Matías tiene dos años, se aburre, juega en el banaquito. La madre se acomoda el flequillo para la foto, revisa cómo sale, pide firmar tres veces.
"¿Estado civil?", le preguntan a Miguel, el padre. "Casado, con la loca", responde y todos ríen y se relajan, incluso ella, que se tienta con la bebé en brazos.
Las camionetas del Ministerio del Interior complementan el trabajo de los registros civiles y los puestos digitales. Trabajan todos los días: no descansan feriados ni fines de semana. Recorren el país, llegan donde no hay pavimento, ni Internet. Tienen una idea de la Argentina a la que muy pocos acceden: saltan de un pueblo perdido del monte chaqueño a la Bristol en plena temporada de verano, se suman a la Fiesta Nacional de la Doma y el Folklore, aprovechan la concurrencia de la Vendimia. Hoy, martes, en San Cristóbal habrán atendido entre 80 y 100 personas, el promedio de un día de semana. Es un trabajo de hormiga que avanza lentamente. Un censo hecho de a pasitos. Hasta el momento, ya se entregaron más de 32 millones de nuevos DNI. Todavía faltan 8 millones. A partir del primer día de enero de 2015, la tarjeta con datos biométricos será el único documento válido.
El barrio no es carenciado, pero tiene sus necesidades. Cerca de la Plaza Martín Fierro, hay dos paradores de gente en situación de calle, algunas casas tomadas, y una población de adultos mayores para quienes acercarse a un registro civil es un enorme esfuerzo. Es la tercera vez que la camioneta se instala en la esquina de Urquiza y el pasaje Barcalá, y aun así hay gente a la que se le sigue escapando la chance. "¿Cuándo vuelven?", pregunta Diego, 26 años, cartero del Correo Central. Vive en Lanús y trabaja a la vuelta de la plaza.
Esta convocatoria fue realizada por Peronismo Militante. Es usual que el Ministerio del Interior coordine la ubicación de las camionetas con las organizaciones de base, que conocen los territorios. "Pegamos carteles, repartimos volantes. Es la tercera vez, pero estamos planeando una cuarta. Algunas personas vienen a las 5 de la mañana porque tienen todavía en la cabeza la idea de que sacar el documento te obliga a hacer una cola de dos días y una espera de un año y medio. La camioneta ayuda mucho porque no tienen que faltar al trabajo ni sacar a los chicos de la escuela, y mucha gente mayor no tiene forma de movilizarse hasta los registros civiles", cuenta Milcíades, de esa organización.
El público que atienden es de lo más variado. Desde la mañana, pasaron un hombre en situación de calle con su certificado de pobreza, madres solas con hijos, hijos grandes con sus padres ancianos, y Miguel, el remisero de la cuadra. Hay gente que pasa, pregunta y vuelve más tarde. Algunos llegan con denuncia policial, DNI del Mercosur, Libreta Cívica, Libreta de Enrolamiento. "Tenemos mucha responsabilidad porque trabajamos con los datos de la gente, con su información. Eso de cuidar los papeles es porque los papeles son identidad. Algunas personas se ponen a llorar porque pasaron 40 años sin documentos. Y otros, los más grandes, no quieren hacer el trámite porque no quieren entregar la libreta vieja. Sienten que ahí está su vida entera: sus votos, las fotos de joven, el peso y la altura de nacimiento", cuenta Joaquín Perez Suárez, coordinador del operativo en la Comuna 3.
"Mi vieja no la quería devolver y por eso no renovaba", interrumpe Miguel, el remisero, y sigue: "La sacó a los 19 años y tenía miedo de que se quedaran con sus recuerdos."
"Cuando fue lo de las inundaciones en La Plata, la gente decía ‘¡perdí hasta el DNI!’ Como diciendo que lo perdieron todo. Es una cosa muy simbólica", se suma Milcíades.
Son las 4 de la tarde. Termina el día. Mañana, muchos de los trabajadores del ministerio volverán a las oficinas digitales. Y la camioneta estará en Paseo Colón, atendiendo a un grupo de personas que viajan a una misión en la Antártida. Así seguirán este año y el que viene, hasta lograr que todos los argentinos sean un poco más ciudadanos que antes.
Fuente:TiempoArgentino


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