12 de febrero de 2014

OPINIÓN.

SOBRE EL ESCENARIO POLITICO, LAS CORPORACIONES Y LOS EMBATES FINANCIEROS
Poder agrario, artillería mediática
Danza con lobos


Opinión
Por Mario Toer *
Imagen: Alejandro Elías
No recuerdo ahora si lo dijo Marx, Mao, Lacan o Jauretche. En cualquier caso, vale: con la realidad se pueden hacer muchas cosas, pero lo menos conveniente es pelearse con ella. Por eso, cuando el tiempo es tormentoso, no hay que olvidarse de armar el cuadro de situación: de dónde venimos. Por qué lo nuestro no podía ser sino un aprendizaje cotidiano. Sin organización, sin una guía conceptual acendrada. Algo así como una nebulosa que se fue haciendo consistente. Pero que aún es muy joven, en un cielo que también es nuevo.

Fuimos saliendo del desastre neoliberal, “el infierno”, con muy poco más que las ganas. A pesar de valiosos y perseverantes puntales de la primera hora, cómo no iban a ser tentativos y a veces deslucidos los resultados de los castings para vicepresidente, jefes de Gabinete, ministros de Economía y otros tantos con menor brillo. Como el que comunicó la 125 y ahora es diputado por la lista de Carrió. Se aprende, y hoy encontramos más gente capaz y comprometida en puestos claves. Y, por eso, hacia allí apuntan con las armas más pesadas de la artillería mediática.

Tiempo de turbulencias. No será la primera vez ni la última. Es lo que puede esperarse cuando se mantiene el rumbo sobre las cimas del privilegio. Se suele hacer la comparación con lo ocurrido en torno de la 125.

Quieren cercenar los recursos y estrechar las opciones. Suponen que en un futuro podrán completar la faena. Quieren que se lleven a cabo tareas malmiradas para que después ellos completen la cirugía, si es anticipadamente, mejor. Pero no les vamos a dar el gusto. Porque, arriba, lo acaba de reiterar la Presidenta, no se van a barrer los principios debajo del sillón presidencial. Y, por abajo, somos muchos más que en 2008. Y con bastante más experiencia.

Además, hay una particular circunstancia que pone distancia entre el actual retaceo de recursos con lo ocurrido con la 125. Entonces consiguieron crear el mito emblemático de que era “el campo” el que se levantaba ante el atropello. Con sus ombúes, ñandúes y hasta fotos de vacunos en poses henchidas de dignidad. ¿Y hoy? ¿Quiénes son? ¿Qué pueden mostrar? ¿Los huecos de las casas donde encanutaron las divisas? ¿Las góndolas con precios flamantes? ¿Los gigantescos preservativos repletos de soja que estropean el paisaje? Con aquello de “el campo” podían pretender cierta nobleza telúrica. ¿Pero ahora? ¿Qué son? ¿Los guardianes de las cuevas? No cualquier “arbolito” es un ombú. Todo suena y aparece demasiado mezquino. El mito que les cuadra ahora es el de la avaricia, y no lo pueden disimular. El avaro. Tantas veces representado como el summum de la desvergüenza. Si hasta puede que no salgan a cacerolear por temor a dejar desguarnecidos los escondites en los que ocultan los dólares.

El dispositivo puesto en movimiento ya no luce como un vergel. Ahora aparecen como monstruitos peludos, alimañas saliendo de aquellas cuevas, mostrando los dientes y blandiendo la maquinita de remarcar precios. Han perdido el camuflaje. Consiguieron los verdes y perdieron el verdor.

Y esto favorece notoriamente la movilización que ya se ha iniciado. Las exhortaciones de ir al territorio se están cumpliendo. Y se suman más, como en el boicot a los súper. Ya no parece que los precios los suben desde la Casa Rosada. ¡Les estamos quitando, después de mucho tiempo, la bandera de la lucha contra la inflación! Seguimos aprendiendo. Y ahora también sabemos que tenemos que añadirle el control del comercio exterior.

La disputa se hace intensa. Como en 2008. Entonces emergieron nuevas alineaciones, se constituyó Carta Abierta y tomaron forma las organizaciones juveniles. Con este sustento el crecimiento puede ser exponencial. Y también se puede enriquecer la creatividad. No estaría mal que se despliegue la ironía, el humor. Para que algunos no vuelvan más del ridículo. Son varios los que la hacen fácil. La dejan picando. Es otra flor que tiene que renacer.

Hay dos tipos de rivales. Los que no tienen ningún perdón. Y los que defienden otras lógicas, aquellos que tienen otra perspectiva. Entre los primeros se incluyen algunos migrantes con inmensa arrogancia. Petulantes de pacotilla que esparcen su resentimiento. Y los consabidos representantes del orden establecido que cumplen su papel sin pedir ni dar tregua. Con ellos, lo que corresponde. Con los segundos hay que debatir.

Sean centristas empedernidos, víctimas de las cadenas del desánimo o izquierdistas con mucha imaginación e incluso, a veces, con argumentos. O simplemente partícipes de otras tradiciones. Y muy bueno sería que hiciéramos resaltar la diferencia. Hay todavía sectores que no se merecen ser apoyatura del antipueblo y debemos buscarles un lugar a nuestro lado. Hay ocasiones para desplegar la pertenencia y ocasiones para encontrar el equilibrio que permite compartir.

La Presidenta aludió a los sindicatos. O mejor dicho, a la diversidad entre los sindicalistas. Y por cierto aquí residen algunas de las tareas pendientes. Una buena parte de nosotros pertenecemos a sindicatos. No nos contentemos con figurar en las planillas. Tenemos que fortalecerlos buscando trascender el mero reclamo salarial. Tenemos que defender los salarios pero, ahora, con más razones que nunca, tenemos que poner en evidencia a la maquinaria de remarcar. Ningún sindicato conseguirá aumentos duraderos si no nos ponemos a la cabeza de la lucha contra la inflación. No hay bie-nestar posible para los trabajadores sin que este proyecto político alcance sus objetivos. Hay quienes se han jactado de que pueden “parar al país”. Nosotros también podemos pararlo, pero hemos elegido hacerlo andar.

No hace mucho tuve la oportunidad de visitar China. El asombro sorprende en los más diversos escenarios. Pero hay algo que me llegó profundamente. La presencia de la danza. En parques, plazas y peatonales comerciales, centenares de danzantes fluyendo armoniosamente sus cuerpos en algo que puede suponerse como una fusión deliberada con los elementos del Tai Chi. Rememoré una sentencia presente en las lecturas sobre la historia de China de algunas décadas atrás: “Cuando el enemigo avanza retrocedemos, cuando el enemigo acampa lo hostigamos, cuando no quiere pelear lo atacamos y cuando huye lo perseguimos” (esta vez tengo presente quien lo decía). Y me percaté de que allí también se encontraba presente una danza. En sus formas más duras, si se quiere. Esta evocación, con todas sus distancias, me lleva a concluir que un paso atrás no es necesariamente una retirada. Es un momento de la danza. Que así lo tenemos que vivir. Sabiendo que retornamos con todos y con todo. Muchas veces antes de lo que nosotros mismos imaginamos. Aunque sea una danza con lobos. Y como después del 2008, nos volveremos a sorprender constatando que somos muchos más.
* Profesor de Política Latinoamericana (UBA).


Opinión
Desestabilización con olor a campo
Por Norma Giarracca *
Cuando Juan Perón reflexionaba sobre la caída de su gobierno en 1955, solía decir que con los sectores que fueron un escollo para su programa de corte popular, los terratenientes por ejemplo, su error había sido enfrentarlos y dejarlos de pie: al recuperarse un poco largaron la estocada mortal de la mano del sector liberal de las Fuerzas Armadas. En el gobierno de 1973-74 fue más a fondo y proponía interceptarles la renta agraria, una sobreganancia que los ponía en superioridad de fuerza en relación con la burguesía industrial nacional, aliada al proyecto, y que le servía, además, para financiar su programa de construcción de una plataforma industrial exportadora. No es casual que en el golpe de 1976 se le haya entregado la Secretaría de Agricultura y Ganadería a la Marina, aliada histórica de la clase terrateniente, para que la desmantelara mediante el terror.

El gobierno de Cristina Kirchner creyó cumplir con un mandato histórico enfrentándose en 2008 a una Sociedad Rural Argentina ya sin el poder de antaño y subordinada con tensiones a los verdaderos grupos de poder del consolidado complejo del agronegocio. Mientras tanto, los verdaderos sectores del poder agrario, como las grandes corporaciones (Monsanto), fondos de inversión –sociedades entre el capital financiero y la nueva o vieja clase agraria (Grobocopatel o Rodrigué), y los estudios agronómicos de viejo cuño o de nuevos técnicos formados en la universidad neoliberal– y grandes exportadores, seguían haciendo sus negocios, aprovechando aún la reglamentación “menemista” de no tener plazos para liquidar divisas, vendiendo a futuro con oscuras prácticas en relación con las retenciones y expandiéndose de sur a norte del territorio gracias a la falta de cumplimiento de leyes nacionales, como la de bosques nativos, o convenios internacionales en relación con territorios indígenas.

Estos sectores poderosos, sean simples terratenientes de antaño o complejos actores del presente, siempre quieren más: dólar más caro, impuestos más bajos, plazos infinitos para liquidar divisas, que se “disciplinen” de una vez a las poblaciones que impiden las nuevas plantas de semillas transgénicas, que salga sin problemas la ley de semilla a su medida... Por eso, ahora utilizan las herramientas que tienen en sus manos (liquidación de divisas, fuga de capitales, especulación con el dólar, etcétera) para producir cambios dentro del propio gobierno o, si es necesario, un adelanto del recambio gubernamental, pues ya cuentan con nuevos aliados políticos y económicos.

La concentración económica, la habilitación para la formación de fuertes actores económicos agrarios ligados al capital financiero internacional en nuestro caso, nunca fue algo bueno para los procesos de democratización de cualquier sociedad. Lo marcaban autores clásicos como Barrington Moore o el propio Max Weber en las etapas tempranas del capitalismo. El marxismo ortodoxo no pudo darse cuenta de las consecuencias que la concentración acarrea, porque la considera inevitable desde un economicismo que lo debilitó como teoría. No hay ningún indicio de que esto haya cambiado: fortalecer o darles entrada a las grandes corporaciones implica riesgos infinitos y las democracias suelen pagarlo muy caro.

El contexto internacional es complicado. Estados Unidos reacciona a los intentos de “desoccidentalización” que implican las alianzas con China, por ejemplo, de parte de países de crecimiento importante, como Brasil, de significativa influencia sobre el nuestro. Desestabilizar la Argentina, socio importante de Brasil, es una jugada posible. El capital financiero internacional brega para que los países de cierto crecimiento se endeuden y sus aliados internos juegan muy fuerte en la misma dirección. Los conjuntos sociales, mientras tanto, están desgarrados, fragmentados. En las grandes ciudades prima un fascismo societal de sectores medios asustados y en posición de creer cualquier cosa que se les prometa. Gustavo Esteva sostiene, en un reciente artículo sobre México, que las poblaciones alucinan pues pierden el contacto con la realidad inmediata y, una vez abandonados los saberes locales, la cultura barrial solidaria en nuestro caso, que les permiten orientarse en el mundo, conocerse y reconocerse en el transcurrir cotidiano, quedan irremediablemente expuestas a la manipulación y el desconcierto. La clase política nacional no está a la altura de las circunstancias, no lo estuvo nunca a pesar de sufrir el 2001-2002.

Intelectuales cercanos al Gobierno proponen una resistencia colectiva a estos sectores especulativos, poderosos y con vocación destituyente. Estamos de acuerdo siempre y cuando la encabecen aquellos que hicieron sonar tempranamente la alarma sobre este modelo agrario, lo denunciaron y combatieron. Muchas voces de sujetos destacados o simples pobladores han reclamado con fundamentos y experiencias que se modifique el modelo agrario y se les pongan límites a sus actores que demuestran en el territorio su vocación antidemocrática y autoritaria. Son ellos, a nuestro entender, los que deben encabezar una demanda que, sin duda, muchos suscribiríamos para recordarle a esta gente que los espacios de representación, elección y plazos de las autoridades que gobiernan sólo deben regirse por la Constitución Nacional.
* Profesora de Soiología Rural (IIGG-UBA).
Fuente:Pagina12


12.02.2014 
para renovar la política 
Joaquín Areta y el deber de ser libres 
Contra quienes defienden intereses, proponer la defensa de los ideales y la reconstrucción de la palabra. 




Por: Guido L. Croxatto
Quisiera detenerme en Joaquín Areta. En el sentido último y común de la política que hacemos. Que vamos a hacer. Cuando llegue el momento de la renovación en serio. De renovar y crecer, porque renovar es crecer y ser más. Única opción que tenemos. Poner la formación y el compromiso juntos. Ser mejores.
"Viaje a la semilla" es un cuento corto de Alejo Carpentier donde un sirviente del Trópico observa cómo demuelen la casa donde ha servido. Ve caer las paredes. Todo es contado desde el final. Donde el final es, sin embargo, el comienzo de la historia. La importancia de lo que hizo Carpentier es la metáfora. El final no es el final. Ayuda a comprender el comienzo: por qué con los hijos estamos empezando un camino nuevo. No terminando. No cerrando, sino abriendo. Naciendo. Volviendo a nacer. Dos veces. Generando conciencia. Generando el porvenir. No se acaba la Historia con el reencuentro de cada nieto hijo robado. No se acaba allí. Empieza así. Lo nuevo son los hijos. No estamos en una crisis sino en un comienzo. El problema es en todo caso el lugar que el compromiso juega en la política.

Como dije, el cuento de Carpentier trata de un sirviente negro que observa cómo demuelen la casa donde ha servido. La historia comienza por el final. En el segundo capítulo, el hombre negro da como unos golpes en el suelo y todas las baldosas que estaban caídas y el mismo edificio se levantan. Los personajes de la casa ya muertos renacen (el marqués, la marquesa, etcétera) hasta que se llega al vientre materno. Se ha narrado al revés. Si tuviéramos que tomar el método, el procedimiento de Carpentier –acaso así funciona la vida con su oscura potencia, con su verdad– diríamos que nuestro derecho empieza por allí. Por los hijos. El nuevo derecho argentino empieza por las Abuelas. Por las Madres. Empieza por levantar las baldosas. 

Todos haciendo el mismo viaje. El mismo movimiento. Dando unos golpes en el suelo y observando como todas las baldosas que estaban caídas, se levantan. Como los muertos se ponen de pie, a su modo renacen. 

Están vivos. Nos ven. No están muertos. Tienen voz. Tener voz es tener vida. Hay que sentir esto. Sentir que Laura está. Que vive. Que está presente. Este es el nuevo derecho de las nuevas generaciones. El nuevo constitucionalismo es este. Es el único derecho posible. El derecho depende de una materia.

Donde hay políticas igualitarias hay –habrá– inflación. Ese es el conflicto. No la crisis. Que son dos cosas diferentes. El problema es con qué cara de la moneda nos queremos quedar. Para quienes defienden privilegios, la inflación es una manera de conservar su lugar. Genera desigualdad, mantiene o amplia la pobreza. Genera un ajuste donde del otro lado se quiere generar una ampliación de derechos, es decir, mayor igualdad. La apropiación vía inflación del dinero en el bolsillo del trabajador no es nueva. Eso es esencialmente la inflación. La otra cara de una puja distributiva. Es decir, de una política igualitaria. (No es que se imprime más, es que el que antes no tenía nada, ahora tiene algo de dinero, a ese dinero en el bolsillo del pobre los monetaristas de los '90 lo llaman "emisión desmedida"). Para quienes vieron en la última década aumentar sus salarios, planes, jubilaciones (para quienes los vieron existir, porque antes no los tenían), la cara de la moneda es exactamente la contraria. Porque están del lado de la igualdad, no del lado del privilegio. No esta de más recordar que la inflación en la Argentina se buscó parar con la Convertibilidad, que paralizó y endeudó a nuestra economía. Es decir, la crisis de 2001. Es bueno recordar a la mitad de la población debajo de la línea de pobreza, sin empleo, golpeando las puertas de los bancos. Es saludable recordar que eso pasó sin que en la Argentina hubiera inflación. A esa crisis se llegó con una economía fría. No caliente. La deuda que se contrajo fue para pagar la Convertibilidad, razón por la cual, en la crisis, la Argentina dejó de pagar. Precisamente por eso, hoy no tiene acceso al crédito barato. Pero eso fue culpa de quienes quisieron justamente sostener la Convertibilidad y no de quienes, como el kirchnerismo, siempre la impugnaron. Mantenerla fue generar un nivel de deuda nunca visto, que sirvió al final (como el megacanje criminal) para financiar la fuga de capitales, para robarle a los argentinos, para defraudar al Estado, que fue utilizado en esta operación junto a funcionarios sin preparación. Eso generó el default y la crisis y la caída de la Argentina. Lástima que sus artífices, curiosamente, no lo recuerden. Y no sólo no lo recuerdan sino que le piden al ex ministro estrella Cavallo, consejos para "salir de la crisis". La misma paradoja ocurrió con la Fragata Libertad. Lástima que los sectores que promovieron el endeudamiento (con déficit para parar la inflación, es decir, deuda para financiar el atraso, deuda para financiar un tipo de cambio ruinoso que producía desempleo, fuga de divisas, paradoja argentina con la anuencia de organismos internacionales que nos ponían mientras tanto como un "modelo a seguir") no lo recuerden. Porque esas políticas generaron el embargo de la Fragata. No es una cuestión de disputa ideológica. Es más simple y concreto que eso. Se trata de tener un poco de memoria. Nada más. De recordar cómo y por qué se generó la crisis de 2001. Con qué políticas económicas. Con qué discurso. Con qué medidas. Con qué valores. Con qué personas. Con qué apoyos. Con qué objetivos. 

Una cosa es una crisis y otra cosa es un conflicto. Los conflictos son parte de la democracia. Tal vez sea hora de definir un rumbo cultural. Obama tiene razón. Se trata de defender la igualdad. La hora de la igualdad no es –no ha sido nunca– una hora fácil. (Pero cuándo, me pregunto, defender un ideal fue fácil. Nunca fue fácil, por eso es valiente tener un ideal, es digno no tener intereses sino ideales). No, claro, de la igualdad de oportunidades, como le reclaman ambiguamente y con cinismo al presidente estadounidense. Ya sabemos lo que se hizo y se busca siempre en nombre de esa "igualdad". Más desigualdad. Más pobreza. Mano de obra barata. Pobres. No necesitamos una igualdad formal de derechos. Necesitamos que se respete el contenido mínimo de los derechos económicos, sociales y culturales, como se proclamó en la Observación General 26, en 2010. En el plano económico, se trata de combatir el financierismo. De promover, como afirma Ffrench Davis, un crecimiento nuevo, un crecimiento económico con igualdad. Sin excluidos. Sin exclusiones. Sin recetas del pasado. La memoria ganó en el plano cultural. Los Derechos Humanos ganaron, aunque algunos profesores de Derecho Constitucional mal informados (que nos roban o plagian el concepto de nuevo derecho, aunque el derecho nuevo es siempre el derecho de los jóvenes, de los hijos, de las generaciones nuevas que surgen con un ideal) crean ahora que hubo derrota. Hubo victoria. 

Cada nieto que las Abuelas recuperan es una gran victoria cultural para todos los argentinos, para la democracia. Lo que falta en la Argentina es una adecuada memoria económica. Falta un largo camino político. El desafío recién comienza. Pero las convicciones no las podemos dejar en la puerta de entrada de la Casa Rosada. No podemos ni debemos, sencillamente. No somos así. No es lo que hacemos. No es nuestra misión en la historia. No transamos. No mentimos. No venimos a especular. Venimos a hacer un cambio. Una entrega. Un convencimiento. Un camino. A abrir los ojos. Más fácil es no hacerlo. Pero no nos importa lo que es fácil. Nos importa lo que debemos hacer. No se trata de renunciar a la causa, lo que se requiere es reconocer las convicciones. No olvidar quién es uno. Por qué está acá. Qué defiende. Por qué. 
El derecho (no ya las letras, la cultura, la política, sino fundamentalmente el derecho) necesita una renovación. Debemos dejar de defender intereses y empezar a defender ideales. Nuestra democracia necesita un ideal. Nuestro pueblo lo necesita. Nuestra cultura. Tenemos sectores que defienden intereses. Especulan. Sin idealismo, la democracia no sobrevive. La mejor política económica que la Argentina puede adoptar en este momento es una política de justicia. Donde el principal valor perseguido por el Estado sea la justicia. La educación. La economía es un medio de la democracia, no un fin. Hay cosas elementales que la política argentina aún no comprende. Por eso queremos remplazar los intereses, y proponer la defensa de un ideal. Recordar, como recordaría Joaquín Areta, junto a la seguridad de los justos, el dolor y el sufrimiento de los humildes. Allí está el futuro. Ese será nuestro deber. Y si no hacemos eso, no habremos hecho nada. Si no logramos educar, si no logramos explicar, abrir los ojos que hoy están cerrados, ninguna receta económica será exitosa. Porque lo que ciertos sectores llaman éxito no es lo que un modelo de justicia califica como exitoso. Para eso hace falta tener una visión de la justicia, de la igualdad, del derecho. 

Reproducir la visión de los Joaquín Areta, de los Rosa María Pargas de este mundo. El gobierno también necesita crecer. Ser más.

La ambigüedad de la palabra. Quisiera detenerme brevemente en un ejemplo. El ejemplo que tomo es el dólar. Por un lado, se sostuvo o sostiene mientras sube la cotización informal que eso configura una crisis, una situación insostenible, a punto de explotar. Y se presenta como algo malo. Pero cuando el dólar es controlado, no se dice que eso es algo bueno. Eso también es "malo": el dólar "sufrió" (¿sufre el dólar? ¿no sufren las personas pobres?) otra caída. Pero entonces no queda claro dónde está el problema: si el dólar ilegal "sube", eso releva un descontrol de la macroeconomía y una crisis. Pero si es controlado y baja, también, porque el dólar "sufre otra caída". Entonces, lo bueno sería que el dólar "subiera" pese a que (o debido a que) eso conduce a una crisis. Entonces, algunos quieren una crisis. Como dijo Wainfeld, "cuanto peor para las mayorías y los gobiernos populares, mejor". Porque si el dólar sube, los que operan a través de él para conservar sus privilegios, lo logran, conservan sus privilegios, combaten la igualdad. Esto nos revela que, en rigor, nunca se trata del dólar. No. El dólar es un medio. Pero no es lo esencial. La especulación es un objeto, pero no importa el objeto, siempre habrá otro. Riesgo país, etcétera. El problema es comprender el desafío. El problema es la ambigüedad de la palabra de los que especulan: no tienen discurso. Dicen una cosa un día, otro día dirán otra. Han hecho cosas peores. Han guardado silencio cuando se debía alzar la voz, alzar la vida. No tienen palabra. Por eso nuestro desafío, con Joaquín Areta, es ese, reconstruir la palabra: tener lo que los especuladores y los publicistas, como dice mi amigo Axat (no somos mercenarios, somos poetas), no tienen, no han tenido nunca: palabra. Para tener palabra te tienen que importar un poco los otros. Tenés que tener un poco de dignidad. Nosotros tenemos el deber de tener palabra. De estar por encima. De ser un poco políticos y un poco poetas. El deber de tener lo que el poder no tuvo nunca. Coraje. Palabra. Una visión del derecho, de la justicia. Tenemos, como diría Rousseau, el deber de ser libres. Y el deber de obligar a los otros a defender su libertad. Fue la misma libertad –la misma lectura, el mismo autor, traducido por Moreno, otro enorme valor– que hizo de este país una nación independiente. Rousseau. Tenemos el deber. Tenemos la determinación. La obligación. 


12.02.2014
Escenario 
En defensa de la uif 
De existir algún elemento que pueda unir a un arco opositor demasiado disgregado en orígenes, comportamiento o intenciones, este parece ser la continuidad de José Sbattella en la Unidad de Información Financiera (UIF).






Por: Eric Calcagno
En efecto, no hay referente opositor que no haya pasado por el Ministerio de Justicia a inscribirse para la audiencia pública que tendrá lugar esta semana. Allí encontramos a Sanz y Morales, Stolbizer y Lousteau, Ocaña y Carrió, Zabalza y otros opositores, el PRO y el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal, que parecen haberse dado cita y pedir turno para atacar a Sbattella, casi como un must de la moda opositora del verano.

Entre los argumentos encontramos la supuesta falta de idoneidad, de independencia, la sospecha de falta de gestión, las alegadas críticas del GAFI (Grupo de Acción Financiera Internacional), la protección, por último que Sbattella le daría a funcionarios gubernamentales. Esos argumentos tendrán que probarlos: la gravedad de las acusaciones requiere elementos de prueba contundentes. Los esperamos, más allá de las figuras de estilo, los ademanes explícitos y los titulares en los medios que de tan afines les son afectos. 

En lo que nos concierne, los resultados de la conducción de José Sbattella al frente de la UIF justifican por mucho su permanencia. Los sujetos obligados registrados ante la UIF pasaron de 350 en 2000-2009 a 33.417 desde 2010; el ROS (reporte de operaciones sospechosas), pasó de 6042 a 88.250 en los mismos períodos; de no existir supervisiones de la UIF hasta 2009, desde entonces se registraron 6932; de cuatro sumarios antes, hoy hay 138 con 18 sanciones aplicadas; las multas, otrora inexistentes, ascienden a 218.270.509 pesos; la colaboración en investigaciones penales pasó de 201 a 345. La UIF es querellante en 42 causas cuando antes lo era en sólo una; 39 detenidos, 156 procesados, nueve condenados, marcan los resultados, cuando no había nada; y embargos por 751.707.217 pesos y decomisos de cerca de 3 millones de pesos, lo cual es nuevo. Tal el balance de lo actuado, basado en la aplicación del método. 

Este método procesa los 88 mil ROS en base a una matriz de riesgos de supervisión. Tiene dos vectores que la ordenan, primero la probabilidad (posibilidad de que un sujeto obligado incurra en actos de lavado de activos o financiamiento del terrorismo) y en segundo lugar el impacto (evalúa el daño que el sujeto obligado pueda causar al sistema preventivo). De este modo es posible considerar los ROS en su conjunto, sin criterios que habiliten una supuesta arbitrariedad. También se adujo que la UIF no puede con todo; de allí la capacitación que desarrolla el organismo a través de Internet, destinada a 26 mil funcionarios públicos. Esta acción se realiza articulando con el Instituto Superior de Control de la Gestión Pública. 

Los casos donde ha actuado la UIF bajo la dirección de José Sbattella merecen ser mencionados. Después de todo, por los hechos es posible reconocer. En el caso Álvarez Meyendorff, la acción de la UIF mediante ocho informes permitió identificar los delitos de más de 100 personas físicas y 30 sociedades off-shore que respondían al colombiano Ignacio Álvarez Meyendorff. En 2012, la UIF se destacó en el llamado caso "Luis XV", que permitió que la justicia detuviera 25 integrantes de una banda narco, el secuestro de 280 kg de cocaína, con 78 allanamientos en Capital Federal y el country Nordelta, con el procesamiento posterior de 15 individuos más, y el agradecimiento de la Fiscalía colombiana, para más señas. También está presenta la UIF en más de 60 causas por narcotráfico, donde sobresale la de Henry López Lodoño (alias Mi Sangre), y es querellante en once causas de la misma índole. Puede también decir algo Rubén Alé, desde Tucumán, donde la UIF denunció ante la PROCELAC a la organización criminal de trata de personas para explotación sexual, procesados por asociación ilícita y lavado de activos. O Solé, de Mendoza, por los mismos cargos. 

También interviene la UIF en los casos de robo de bienes de personas secuestradas durante la dictadura, como el caso Laccarino. Para mencionar algunos.

Pero quizás el ímpetu opositor tenga otras motivaciones que las de mejorar el combate contra los delitos financieros. Algo de eso dijo el propio Sbattella en un reciente reportaje en Página/12, donde marca como causa de los ataques políticos y mediáticos la protección del orden económico y financiero, incorporado al Código Penal en el capítulo 13. "Todo dinero de origen ilícito daña ese bien", afirma, y señala que la apropiación de Papel Prensa por parte de los diarios Clarín y Nación durante la dictadura es un delito de lesa humanidad, por lo tanto imprescriptible. 

La cantidad de dinero en juego es el bien que defiende esa prensa dominante, y por eso achacaron a Sbattella supuesta impericia en el caso Schocklender, donde las 4000 fojas ya acumuladas por la investigación de la UIF fueron enviadas a la justicia al comenzar el proceso judicial: denunciado, Sbattella fue sobreseído. Del mismo modo, en el caso Baéz se elevaron los antecedentes al juez correspondiente y la UIF solicitó el carácter de colaborador y querellante.

Por eso, más allá de las cualidades que José Sbattella demostró a lo largo de su vida, en situaciones arriesgadas tanto como desde la cátedra o en la función pública, su compromiso permanente con el interés nacional no le permite transigir ante nadie ni ante nada. Esa forma de honestidad es idónea, porque es independiente de los poderes fácticos: eso lo hace valioso para la Argentina. Así, lo que estará en juego en la audiencia es la concepción misma del Estado que deseamos tener, que necesitamos los argentinos y las argentinas para enfrentar con éxito formas delictivas que por financieras y complejas no son menos gravosas para la comunidad. Es, en el fondo, la misma disyuntiva desde el principio: o el poder público, democrático, sirve a la sociedad y a sus componentes en la construcción del bien común; o el Estado sólo puede ser un instrumento en manos de minorías, que nos encadenarán de veras en un paraíso mediático de una oscura fantasía. 

Como POSDATA, quisiera señalar las dificultades que experimentó mi padre al concurrir hace varios días al Ministerio de Justicia para inscribirse como orador en la audiencia pública. Le fue señalado que sólo se aceptaban las posiciones en contra de Sbattella... NO a favor. Como es un joven abogado de 89 años, no le fue muy difícil demostrar el absurdo del interdicto. Allí estaremos. 
Fuente:TiempoArgentino

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