OPINION
En varios frentes
El nuevo índice de precios, la pulseada por el dólar y las reservas, la compra de Apache, Precios cuidados, Progresar. Una mirada sobre la semana que pasó, un mapa de las acciones de un gobierno que trata de sostener los ejes de su política en una coyuntura complicada.
Por Mario Wainfeld
Por Mario Wainfeld
Imagen: Bernardino Avila
Los hechos de la semana que se repasarán describen a un gobierno presente e hiperactivo, que actúa sobre las consecuencias de la devaluación. Anticipemos una hipótesis: las devaluaciones causan efectos inmediatos negativos para los trabajadores con ingresos fijos, los importadores y el nivel de actividad. También mejoran la ecuación de las exportaciones y el ingreso de divisas. El modo de procesarlas no es neutral, lo que impide igualar lo que ocurre hoy con otras experiencias anteriores, de las que (más vale) tampoco se diferencian ciento por ciento. El kirchnerismo busca atenuar o hasta invalidar ciertas consecuencias, especialmente sobre empleo, capacidad adquisitiva de los trabajadores, inflación y poder relativo del Estado.
Los hechos de la semana que se repasarán describen a un gobierno presente e hiperactivo, que actúa sobre las consecuencias de la devaluación. Anticipemos una hipótesis: las devaluaciones causan efectos inmediatos negativos para los trabajadores con ingresos fijos, los importadores y el nivel de actividad. También mejoran la ecuación de las exportaciones y el ingreso de divisas. El modo de procesarlas no es neutral, lo que impide igualar lo que ocurre hoy con otras experiencias anteriores, de las que (más vale) tampoco se diferencian ciento por ciento. El kirchnerismo busca atenuar o hasta invalidar ciertas consecuencias, especialmente sobre empleo, capacidad adquisitiva de los trabajadores, inflación y poder relativo del Estado.
De cómo resulten varias pulseadas consiguientes depende que se mantengan indicadores valiosos obtenidos en estos años. La mayoría de los argentinos, aun aquellos que lo cuestionan duramente, tiene su futuro ligado al éxito contingente del Gobierno.
Las importantes diferencias con vivencias de otras épocas, que se van insinuando y sustanciando, son básicamente tres. Hay un gobierno bien diferente de los anteriores, un Estado más dotado que el de años atrás, una sociedad más combativa y poderosa. Las tres variables se construyeron, adrede y en buena proporción, en la ya larga década kirchnerista. Son capital del sistema democrático, lo que no obsta (más bien contribuye) a que haya demandas y exigencias de gremios y organizaciones sociales que le meten presión al Gobierno, en buena hora.
El nuevo índice de precios al consumidor del Indec, la compra de la empresa Apache, las movidas para sostener la cotización del dólar y acrecentar reservas, el programa Progresar, las tratativas con Repsol y el Club de París más las incipientes paritarias integran un paquete de objetivos sofisticado y muy arduo.
Se cuenta con un equipo económico más coherente y afiatado que el de los años previos. Eso no les garantiza el éxito a quienes “bailan con la más fea” en la más difícil coyuntura que afrontó el kirchnerismo, pero los califican para “pelearla” mejor.
El consultor Miguel Bein, a quien la Presidenta le propició el rato de fama del que habló Andy Warhol, tituló su informe mensual “No lo dicen... Es un Plan”. Expresó algo certero, como cuando denunció que había grandes operadores que querían generar un caos financiero que pusiera en jaque la gobernabilidad democrática, como se anticipó semanas ha en esta columna.
Hay equipo, hay un programa de coyuntura, hay una carta de ruta... y el partido es durísimo.
Vamos por partes, como proponían Aristóteles, Descartes y Jack el Destripador.
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Alto y creíble: El Indice de Precios al Consumidor (IPCNu) nació gordito; pesó 3,7 mensual para enero. La cifra refleja un preocupante nivel de inflación aunque al mismo tiempo tiende un puente firme para recuperar la credibilidad del Indec. Funge de correctivo (y de reconocimiento tácito) tras años de desaciertos... no será sencillo recobrar la legitimidad social. De cualquier modo, influye pronto en los grandes actores de la economía y la política. Muchos economistas y dirigentes opositores reconocieron su pertinencia. También el Fondo Monetario Internacional (FMI) al que el Gobierno se acerca, aunque contradiga su verba inflamada de años atrás.
La medición verosímil puede servir para orientar la puja distributiva y para relegar al canasto las mediciones alternativas chantas que prosperaron, favorecidas por la mala praxis oficial.
El cronista no es quién para adentrarse en los densos análisis sobre la hechura del flamante índice. Personas avezadas de distintos “palos” coinciden en señalar que los de consultoras privadas sólo mensuran la Capital y la Zona Metropolitana, en la que el aumento del transporte y otros servicios fue mayor que en el conjunto nacional. Si se aísla esa variable, las distancias con el Indec son nimias. Y la profesionalidad del índice oficial es mucho mayor. El mejunje apodado “índice del Congreso” no es tomado en serio por casi nadie, tampoco en esta columna.
Para los sindicalistas cercanos al Gobierno es una ayuda tener una referencia verosímil y no voluntarista. Con el arrastre a febrero, aunque se carezca de un número para diciembre, se tendrá un trimestre con el diez por ciento de inflación, redondeando. Eso da una pista seria para sentarse a negociar, sin entregar a los compañeros y sin prendarse de números exorbitantes.
Rara es la victoria del Gobierno versus su propio proceder anterior. Lo esencial no es medir la inflación, sino combatirla. Una herramienta que tenga consenso es apenas y, nada menos, un instrumento para avanzar.
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El verde y el blue desteñido: Las acciones del Banco Central dan la impresión de haber conseguido otra victoria táctica. El dólar ilegal se desinfla, los que compraron a doce pesos sufrirán lo suyo. Da pena el “chiquitaje” que creyó en los consejos de los grandes medios y los economistas VIP. Casi causan gracia las pérdidas de grandes inversores, aunque sus reacciones siempre son temibles.
Se frenó, por ahora, el drenaje de divisas del Banco Central. Y hay condiciones para que afluyan remesas de los bancos, de los “grandes del campo” que acopiaron en silos bolsa. Otro tanto pasa con la cercana cosecha de soja, que cuenta con el incentivo de la nueva paridad, del aumento de las tasas de interés. La perspectiva de merma de los precios internacionales en meses sucesivos favorece la perspectiva.
Absorber pesos y sumar dólares es positivo para fortalecer al Estado, pero tiene contrapartidas negativas en el nivel de actividad. La sintonía fina y las medidas reparadoras son otro reto para el equipo económico.
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Inversiones en danza: La presidenta Cristina Fernández de Kirchner lo enunció varias veces el año pasado. El Gobierno no rechaza dogmáticamente las inversiones extranjeras, aunque le pone varias condiciones. Simplificando apenas: que no sean “golondrina” o pura especulación financiera, que se vuelquen a la producción o a la obra pública.
Las negociaciones con el Club de París y con Repsol llevan su tiempo. En el ínterin se encarecieron las tasas de los créditos internacionales y el valor en pesos de la indemnización a Repsol.
“Formadores de opinión” de los medios dominantes confunden su discurso con la realidad y acusan al Gobierno de incoherencia. No es para tanto... Con la camiseta de Repsol sobre el pecho clamaron que hubo confiscación ignorando que el Congreso dictó una ley de expropiación. La norma estipulaba el pago del precio, supeditado a un lapso de tratativas, cuyo fracaso derivaría en un proceso de tasación. La oratoria oficial fue más drástica que lo escrito, como es habitual en todo regateo y puja de poder... el marco institucional lo da la ley.
Arreglar con Repsol tiene para la Argentina un (ventajoso, si que imperioso) costo de oportunidad. Las inversiones en energía, particularmente las ligadas a Vaca Muerta, son imprescindibles. Siempre se supo que, por su magnitud, sería necesario el capital extranjero. Pero los interesados, que los hay y muchos, quieren precaverse de demandas futuras de la multiespañola. La insistencia de la petrolera estatal mexicana, Pemex (socia de Repsol, además) y del propio presidente de México fueron una señal nítida.
La ingeniería financiera del pacto con Repsol es densa: las autoridades de YPF y del Gobierno creen que si prosperan “se cambiarán” bonos a futuro por inversiones inmediatas. Uno de los mecanismos explorados era y es garantizar parcialmente la deuda con bonos estatales de España. Según explican protagonistas avezados, no resentirían las reservas del Banco Central y les darían más confianza a los españoles. Una digresión, ya que estamos: el creciente escándalo en el Canal de Panamá en el que está envuelto otra multihispana revela las características de ese neocolonialismo de rapiña. También muestra que los corsi e recorsi de la historia no son una exclusividad de estas pampas.
Vaca Muerta es uno de los proyectos a mediano plazo en el que está comprometida esta gestión. En el mejor de los casos, el megayacimiento generará gran riqueza durante la próxima presidencia, sea de quien fuere. En el tránsito se puede ir produciendo más, bajando el gigantesco déficit energético.
La estatización de YPF es una gran medida del gobierno de la presidenta Cristina, que se contrapone a varios desaciertos de la política sectorial del kirchnerismo. Claroscuros hay, también ideas fuerzas notables que dejan su aporte al patrimonio nacional.
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Un Apache nacionalizado: YPF compró Apache, una empresa hidrocarburífera extranjera, a un costo superior a los 800 millones de dólares, con recursos propios. La movida interesó poco a la galaxia opositora aunque (¿por qué?) es más que interesante. Tiene varias finalidades, entre ellas mejorar pronto los niveles de producción y de reservas. Además convierte a YPF en el principal operador de gas del país y a la Argentina en el segundo productor de la región, detrás de Bolivia.
Aunque se diga menos, también se busca revertir el cuadro de fragmentación que obró la política de los ‘90.
Las cesiones a las provincias fueron duales: consiguieron adhesión a las aciagas políticas nacionales y permitieron mejorar los ingresos de los territorios. Es endiablado y sería injusto hacer un balance general de lo que pasó, no ha de ser homogéneo cuando se habla de cerca de la mitad de las provincias, de distintos gobiernos, distintas etapas económicas. Puede insinuarse que en promedio las provincias resultaron contrapartes débiles contra empresas trasnacionales con mucha espalda. Y que se privilegiaron los ingresos de corto plazo contra las estrategias de largo, el control ambiental.
Que YPF, que tiene como socias a las provincias, tome el control es parte de un cambio de paradigma digno de mención. Se fortalece el patrimonio nacional, en estas semanas de órdago.
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Ponerse en movimiento... para ponerse: Progresar es una acción novedosa, que eleva el piso de protección social. Apunta a una población vulnerable y desvalida. En buena dosis busca sostener un apoyo económico sostenido para quienes saldrían de la tutela de la Asignación Universal por Hijo (AUH).
Interpelar y convencer a los potenciales titulares del nuevo derecho es trabajoso. La Nación, las provincias, las municipalidades y organizaciones militantes están actuando. De nuevo: los niveles de activismo y de eficacia varían dada la multiplicidad de actores.
El Estado nacional ofrece la cobertura y desde sus autoridades “baja” una consigna, que es tener cientos de miles de chicas y chicos que puedan cobrar a principios de marzo. Es un programa de ingresos ligado a condicionalidades: terminar primario, secundario o universidad (“finalidad educativa” en jerga) o capacitarse laboralmente. Una parte de la labor futura concierne a los ministerios nacionales de Educación y de Trabajo.
Otra a las provincias o municipios y a institutos de formación profesional.
Articular todas esas instancias es peliagudo, máxime porque hay iniciativas similares ya funcionando. De cualquier modo, el afán oficial es simétrico con el itinerario que deben seguir los pibes: lo primero es proveerles estar inscriptos y tener un ingreso. En tiempos sucesivos, breves por definición y por exigencia legal, habrá que encontrarles los espacios para educarse o formarse.
El Progresar es un programa paliativo, de proyección al largo plazo y también funcional para la coyuntura. Nadie pone en duda, en la era kirchnerista, que los fondos estarán y serán pagados en tiempo y forma. Eso es una novedad respecto de tiempos pasados y para nada remotos.
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Lo que hay: Es un ejercicio instructivo comparar la eficiencia y poder de la Anses o de la AFIP con lo que supieron ser y rendir. Falta mucho en materia de reforma del Estado, pero esos ejemplos concretos demarcan un rumbo. Se recauda y se redistribuye a través de Agencias que cambiaron cualitativamente. Programas como el Pro.Cre.Ar, la AUH y el Progresar hubieran sido mera ficción durante los mandatos de los presidentes Carlos Menem o de Fernando de la Rúa. Estaban lejos de su imaginario, de su libido y de sus aptitudes. En un trance de crisis cabe evocar esas diferencias y también utilizarlas para compensar inequidades de vieja data, a las que se añaden las del “modelo” más las surgidas en este nuevo contexto.
El sociólogo Pablo Semán, en intercambio amable con el cronista, pinta así el cuadro de situación, tan complejo cuan dialéctico, con mayor espacio para los reclamos populares: “La Argentina de 2013 resume en su composición fragmentaciones, antagonismos, tensiones de toda la vida. Las resume acumulativamente, sin síntesis, y con desigualdades más marcadas (a veces). Pero hay un cambio cualitativo que no está garantizado para siempre aunque hasta ahora funciona. En comparación con otras épocas es más legítimo y más efectivo protestar. El costo de la protesta disminuyó y la territorialización de la ‘lucha de clases’ es un efecto de la destrucción del perfil más integrado del viejo mercado internismo, y un síntoma del incremento de las asimetrías sociales. Pero el hecho de que no se la pueda reprimir ni eficaz ni legítimamente, de que no se pueda hacerlo sin clausurar la representación política popular que ejerce el peronismo de las más diversas formas (o sin arruinar a los dirigentes del peronismo) hace que las soluciones económicas ‘crueles’ sólo puedan ser, hasta ahora, el plan alucinado de una estudiantina de derecha que no necesariamente puede ser tomado en serio por el establishment”. El cronista se permite resaltar el “no necesariamente” de la última frase.
Esa derecha, de cualquier modo, opera y presiona. Con escasa prospectiva en las urnas, juega en otros tableros.
La Presidenta sugirió “moderación” en la negociación colectiva a los gremialistas más afines. No las suspendió, ni las desvirtuó: llevan años. Tampoco le forzó un techo. No quiso y tampoco podría hacerlo. Ocurre que el poder sindical creció en “la década”, lo que enaltece al Gobierno aunque lo complica al pedir templanza. En buena hora existe esa dialéctica cuya tramitación y desenlace serán cruciales.
Cuidado al enamorarse
Por Mario Wainfeld
Los Precios Cuidados consiguieron niveles de conocimiento masivo e implicación popular muy superiores a los logrados en otras experiencias parecidas del Gobierno. La publicidad es más clara, los productos se identifican con claridad, las reglas son inteligibles, los ciudadanos consumidores responden. El Estado trata de preservar la autoridad informando y sancionando las desviaciones empresarias.
La comparación con el propio kirchnerismo alude, en cierta medida, a la gestión del ex secretario Guillermo Moreno, pero eso no debería ser el centro del análisis. En parte porque lo esencial no es criticar a funcionarios que ya no están ni siquiera en el caso de quienes lo hicieron antes. Y mayormente, porque la eficiencia y funcionalidad de Moreno no fueron unívocas ni iguales según pasaron los años. Y esa faceta es más relevante que una evaluación personal.
Los Precios Cuidados, como las medidas respecto del dólar, como la procura de créditos o de inversión extranjera son instrumentos de política económica. Los objetivos de un proyecto político nacional (el kirchnerismo, por ejemplo) son, en tendencia, irrenunciables. Los instrumentos de la política son variables y. casi por definición, coyunturales. No son infalibles ni en su mejor momento y distan de ser eternos.
Es habitual en dos áreas de actividad fascinantes, la política y el fútbol, que los conductores exitosos se fascinen con sus tácticas. Pero éstas, en escenarios competitivos, pierden vigencia según pasan los años. Los adversarios le toman la mano, cualquier acción, por virtuosa que sea, tiene contraindicaciones. Los jugadores o funcionarios corren el riesgo de mecanizarse en extremo o hasta achancharse.
Tremendos fueron los avatares nacionales desde 2003, las peripecias internacionales, los cambios en la estructura social y en la composición de la clase trabajadora. Es de manual que las herramientas perdieran filo, eficacia o hasta pertinencia.
Revisar lo que se hizo y aun ciertas lecturas de la realidad es un imperativo de la crisis, una exigencia para la continuidad.
La real competitividad de la industria nacional, la proporción de valor agregado, son tópicos que la realidad ha puesto en llaga, para nada los únicos. El amesetamiento de variables sustantivas como el nivel de desempleo o el del trabajo informal alertan acerca de los límites de las mejores políticas del kirchnerismo.
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Volvamos a la regulación parcial de precios. Da la impresión de ser una jugada profesional, articulada con inteligencia. Y siempre es valioso convocar a la participación popular para controlar demasías de los formadores de precios. Pero ninguna intervención ciudadana puede afectar la concentración económica de productores y comercializadores, un intríngulis de la economía argentina que sigue en pie como desafío a resolver o a aminorar mediante la acción del Estado.
Fuente:Pagina12
Ahora dicen
Primero dijeron que la mejor ley era la ley no escrita. También dijeron que estar discutiendo una ley en forma democrática mediante foros en todo el país, era la versión moderna de las comisiones creadas para no llevar a ningún lado. Después dijeron que nunca sería aplicada, que la Justicia no la validaría, que era inconstitucional…
Por: Graciana Peñafort
El periodismo argentino dijo muchas cosas sobre la Ley de Servicios de Comunicación audiovisual… y muchas de esas cosas han sido desmentidas por la realidad y el transcurso del tiempo. Pero bueno, últimamente el periodismo argentino esta acostumbrándose a ser desmentido. Hasta por el mismísimo Papa Francisco –y no es un chiste–.Y quien suscribe esta nota suscribe que es bueno para el debate público que el periodismo también pueda ser desmentido, cuestionado e interpelado. Porque son parte del debate publico y no supremos administradores del mismo.
Nuevamente, ahora, dicen que se resolvería la propuesta de adecuación presentada por el Grupo Clarín. Y es extraño que para algunos medios de comunicación y para algunos periodistas el tratamiento administrativo de la propuesta de adecuación presentada por el mayor grupo concentrado de medios de comunicación de la Argentina, sea al mismo tiempo un terrible flagelo para la libertad de prensa y una señal de “arreglo” –más o menos espurio según quien suscriba la nota– entre dicho grupo y el gobierno.
¿Y si el tratamiento por parte de la Autoridad Regulatoria de una propuesta de adecuación no fuese ni uno ni lo otro? ¿Y si se tratase de algo llamado aplicación y cumplimiento de las leyes? ¿Y si alguien señalase que el cumplimiento de las leyes es la regla y la normalidad en eso que los que saben llaman Estado de Derecho?
De la aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual se encargará la respectiva autoridad regulatoria. No sería respetable en términos profesionales opinar sobre dicha adecuación sin conocer cómo se ha realizado o cúal es su contenido. O como dicen los viejos administrativistas, aquello de que la administración no habla, escribe.
Pero tal vez si sea tiempo de preguntarse por qué el cumplimiento de una ley del Estado, aprobada democráticamente y validada inclusive por el Poder Judicial, por parte de un sector del poder económico es noticia. Y va una hipótesis sujeta a discusión, pero hipótesis al fin… acaso sea porque durante mucho tiempo en la Argentina, el poder económico no se consideraba a sí mismo obligado a cumplir las leyes.
Había dos leyes, una para el común de los mortales, llamados en este campo ciudadanos, y otras, muchas veces no escritas, para quienes detentan poder, dinero y capacidades operativas que permitían acordar con los gobiernos de turno para verse exceptuados o curiosamente olvidados de ese requisito básico de la obligatoriedad de las leyes.
Hace poco más de diez años empezó en la Argentina un nuevo rumbo, donde las leyes, las instituciones y la política adquirieron nuevas dimensiones y significados. Luego del fin del mundo que vivimos en el 2001, empezó a construirse un país donde hay leyes y donde las leyes deben ser cumplidas. Por el Estado, por los ciudadanos e incluso por los poderosos. Las nuevas leyes reconocen derechos los amplían, defienden los recursos estratégicos de la Patria, protegen… y también exigen. Y estas exigencias deben ser cumplidas por todos. Y la obligatoriedad de las leyes claramente cuestiona un orden anterior en el que algunos podían exceptuarse por su nombre o su apellido. Pero obligatoriedad –y cumplimiento– de las leyes no son ni las invasiones bárbaras ni el acuerdo tras bambalinas. Es el estado de derecho y es la democracia. Tal vez sea esa la verdadera noticia.
16.02.2014
Escenario
Otro paso
El jueves el kirchnerismo cerró una de las páginas más cuestionadas de su gestión. La presentación del nuevo Índice de Precios al consumidor marcó el fin de una política errada que terminó por abrir la puerta a un escenario inflacionario que hoy se presenta como uno de los desafíos centrales de los dos últimos años del gobierno de Cristina Fernández.
Por: Hernán Dearriba
Desde la intervención del Indec en 2007 para acá hubo varios argumentos para justificar esa decisión, pero la más empleada fue la referencia a los beneficios por el ahorro en el pago de intereses de la deuda que implicaba. Sin embargo, el oficialismo cometió el error de “enamorarse” de una medida que podía ser coyuntural, para transformarla en estructural.
Empresarios y trabajadores vienen negociando hace varios años paritarias con incrementos salariales superiores al 20%, que doblaban a los índices de inflación oficial. Se sabe que ningún patrón accedería a otorgar semejantes aumentos si los precios no mostraran una escalada similar.
La cuestión de las estadísticas se había transformado además en un impedimento en las negociaciones que lleva adelante el gobierno en el plano internacional para intentar cerrar los frentes que le quedan abiertos en el Club de París y con la porción minoritaria de los bonistas que se niegan a aceptar todavía la reestructuración de la deuda.
La tarea de reformulación del indicador se hizo durante la gestión de Hernán Lorenzino. Su implementación demorada fue producto de las internas que dominaron aquel período de conducción colectiva de la política económica marcada por marchas y contramarchas.
El número de la inflación de enero sorprendió a propios y a extraños, que no esperaban un sinceramiento semejante. Los más críticos detractores del kirchnerismo reconocieron que la medición tiene sustento académico, hubo señales auspiciosas desde el Fondo Monetario Internacional y el mercado financiero también dio su veredicto positivo.
El dato de enero sirvió también para demostrar que las mediciones privadas, especialmente las que difundía la oposición como el “índice Congreso”, adolecen de rigor estadístico tanto como el IPC anterior. Sin embargo, el gobierno debe reconocer que ese “negocio” de las consultoras privadas es también hijo del error del oficialismo.
En cualquier caso, lo que debe quedar claro es que la adecuación de los indicadores de inflación, que también se dio en el caso de los precios mayoristas (aunque sin cambio de metodología), no implica de por sí una solución al problema de la inflación, que requiere de un plan de combate integral.
Sin embargo, sería equivocado interpretar ese paso como una movida aislada. Pese a las críticas cotidianas que recibe el equipo económico encabezado por Axel Kicillof, las diferencias en cuanto a la intensidad de gestión en relación al período previo al cambio de Gabinete es notable. Se puede estar de acuerdo o no con las medidas adoptadas, pero está claro que se abandonó la anomia previa que era hija de las internas y las contradicciones. Hoy aquellas diferencias parecen superadas y el clima en el equipo económico es bien distinto.
El sinceramiento de las variables incluye por supuesto a la devaluación del tipo de cambio y a las señales que ha ido ofreciendo el Banco Central desde la llegada a la presidencia del Directorio de Juan Carlos Fábrega. Hasta allí hay consenso entre empresarios y analistas en esa mirada.
Sin embargo, el debate se reabre cuando se plantea el pronóstico para lo que resta del año. Los más críticos anuncian una recesión, como consecuencia de la suba de tasas y una discusión paritaria menos generosa para con los trabajadores. Los optimistas vaticinan un escenario de estabilidad del dólar producto de una cosecha récord y sostenimiento del consumo a partir de las políticas de fomento del Estado. En cualquier caso, es minoritaria la opinión de quienes consideran que no se disipó la debilidad del gobierno en términos de política cambiaria.
Pasado ese remesón, la presidenta Cristina Fernández denunció desde la cadena nacional un intento de desestabilización del gobierno y, por ende, del país para hacerla volar por el aire. La opinión coincidió con la mirada de economistas de distinto signo.
En Economía aspiran a transitar ahora por ese puente que crearon a partir del acuerdo con las cerealeras y las medidas del Banco Central para llegar al período álgido de liquidación de divisas. Estiman que si pueden recorrer en calma el primer semestre, conseguirán el aire para cerrar el año sentando las bases para una recuperación de la economía en 2015.
Claro que las reservas no son la única cuestión, porque en el fondo el dilema es la inflación. Los optimistas aseveran que con una devaluación del 27%, la inflación de enero en 3,7% se percibe como alentadora. Sostienen que en febrero podría haber otra suba de ese tenor y que a partir de marzo empezaría a mostrar señales de desaceleración, lo que permitiría discutir las paritarias más importantes con otro clima. Pero eso son especulaciones y en el mejor de los casos las proyecciones para el primer trimestre están muy cerca del 10 por ciento.
El esquema se completa con la intención declarada de cerrar el acuerdo con el Club de París, despejado ya el intríngulis de las estadísticas, y la posibilidad cierta de avanzar de una vez por todas con el sinceramiento de los subsidios a la energía para los habitantes del área metropolitana, otra medida que coyunturalmente fue exitosa porque le dio aire a la clase media en lo peor de la crisis, pero que cuando se transformó en estructural le provocó un daño enorme a la estructura energética y a las arcas estatales.
El gobernador Daniel Scioli hizo otro aporte importante para ayudar en el clima externo. Mientras aparecían comentarios negativos sobre la economía argentina en publicaciones influyentes como la británica The Economist o El País de Madrid, el bonaerense juntó en Nueva York a más de 200 inversores de Wall Street, escuchó inquietudes sobre el país pero también comentarios con expectativas positivas.
En reuniones varias y encuentros con la prensa habló bien de la Argentina y acompañó las medidas que se adoptaron en las últimas semanas. Elogió la gestión en YPF, las negociaciones con el Club de París y el nuevo índice de precios. Su paso por la Gran Manzana contrastó con la incursión del alcalde porteño Mauricio Macri en el Foro Económico de Davos. El aspirante presidencial del PRO describió un escenario sombrío de la situación argentina.
La agenda de Scioli en la capital financiera mundial lo puso claramente un escalón por encima del resto de los aspirantes a la Casa Rosada. Puertas adentro también se anotó un poroto. El gobernador de San Juan, José Luis Gioja, lo presentó como el mejor candidato para el año próximo. El Flaco acaba de volver a su tierra luego de una larga convalecencia por un accidente aéreo. Tiene predicamento en el peronismo y especialmente entre los gobernadores, a quienes suele reunir en la mesa de GESTAR. Su definición seguramente será tenida en cuenta por sus pares.
Mientras tanto, la política parece más preocupada por el 2015. El radicalismo juntó a sus parlamentarios en un hotel de Luján. Acordaron que en dos meses darán a conocer la nueva alianza política de cara a los próximos comicios presidenciales. Para disipar las internas los radicales anunciaron que las candidaturas se dirimirán en las PASO. El cordobés Oscar Aguad volvió a meter la cola cuando planteó la necesidad de cerrar un acuerdo con Macri. Quedó prácticamente en soledad.
El Frente Renovador de Sergio Massa también fue noticia. Sumó para sus filas al intendente de Merlo, Raúl Othaceheé La movida desató las críticas airadas del peronismo kirchnerista. El jefe comunal de Merlo representa lo peor de la estructura política del Conurbano. Pero eso mismo era cuando se sumó al kirchnerismo. Al igual que Néstor Kirchner en su momento, Massa busca peso específico y le interesa más sumar calidad que cantidad. Se entienden los cuestionamientos kirchneristas desde el oportunismo político, pero es sólo eso.
Fuente:TiempoArgentino
Paritarias, institución democrática clave
Año 7. Edición número 300. Domingo 16 de Febrero de 2014
Por Alberto Pepe Robles. Instituto del Mundo del Trabajo (Untref)
politica@miradasalsur.com
Año 7. Edición número 300. Domingo 16 de Febrero de 2014
Por Alberto Pepe Robles. Instituto del Mundo del Trabajo (Untref)
politica@miradasalsur.com
(TELAM)
Opinión.
Se trata del sistema más favorable para el trabajo de establecer el monto del salario y las condiciones de trabajo. Una conquista que costó muchas vidas anónimas. En la Argentina, los grupos económicos siempre subieron los precios a discreción, mientras que el derecho constitucional a paritarias estuvo “suspendido”.
No es lo mismo subir los precios sin derecho a paritarias que cuando hay paritarias. Subir los precios sin derecho a paritarias, es como si en el fútbol, solo un equipo tuviera permitido hacer goles. Siempre había goleada empresarial. En la última década por primera vez se garantizó el derecho a paritarias. Por eso se acabaron las goleadas.
A ello hay que sumar dos situaciones decisivas: sindicatos fuertes y bajo desempleo. Este es el marco en el que viene moviéndose el salario en la última década, con buenos resultados para los trabajadores. Las condiciones no han cambiado sustancialmente este año. Por lo tanto no hay razón para esperar algo demasiado diferente. Sin embargo como cada año, los medios del establishment ya anuncian catastróficamente que “este año” las paritarias van a llevar al colapso. “Eso quisieran” decía sabiamente el otro día una joven delegada de un supermercado.
Finalmente hay que tener en cuenta toda la gama de instituciones establecidas en la última década que podríamos llamarla institucionalidad del ingreso popular, al que pertenecen las paritarias, pero que va más allá. Salario Mínimo Vital y Móvil, Asignación Universal por Hijo, asignaciones Progresar para jóvenes sin ingresos, haber alcanzado una cobertura previsional entre las más altas del mundo, movilidad jubilatoria por ley enganchada al crecimiento económico y de los salarios, un “gasto” público orientado a las políticas sociales, un Estado sólido con alta recaudación de impuestos, una política laboral y económica que pone el empleo decente en el centro. Toda esta batería de políticas y leyes ha creado una muralla institucional para defender el ingreso popular.
A ello se suman ahora los compromisos de Precios Cuidados, que el Gobierno ha logrado con los principales grupos económicos, que significa un avance sideral frente a un sistema que dejaba librado el aumento de los precios al capricho de un puñado de empresarios.
Este año hay otro elemento nuevo que será de gran ayuda para un buen desempeño de las paritarias, como es el nuevo índice de precios del Indec, en conjunto con el Fondo Monetario Internacional, que teniendo en cuenta quienes son sus autores garantiza el equilibrio entre los diversos intereses.
Es cierto que las primeras paritarias van a desarrollarse influenciadas por el zarpazo a los precios y al dólar de los últimos meses que realizaron los grandes grupos económicos y mediáticos. Sin embargo sería un trágico error para trabajadores y empresarios anualizar el zarpazo, poniendo en riesgo los niveles de producción y empleo. Lo cierto es que, ya con doce años consecutivos de experiencia en la negociación colectiva salarial, los sindicatos y cámaras patronales han mostrado muchísima racionalidad en los acuerdos, y nada indica que este año no vaya a suceder lo mismo.
Por supuesto que habrá, como siempre, declaraciones en los medios de comunicación, orientadas a mejorar la situación de cada uno en la mesa de negociaciones. Quien haya regateado precios alguna vez, ya sea para comprar una casa o un simple pantalón, sabe que no hay que “engancharse” en lo que dicen las partes durante una negociación. Todo el mundo sabe que cuando un vendedor ofrece su casa a 30, es porque está dispuesto a obtener menos de 30. Esta será una paritaria con ruido, declaraciones altisonantes, bombos y alguna huelga, como todas, pero va a concluir de modo similar a como concluyeron las de años anteriores.
Seguramente veremos el compromiso empresario de cuidar las fuentes de trabajo y probablemente, este año, veamos también los aumentos de suma fija, que tan eficaces fueron en las paritarias realizadas durante la crisis mundial de 2008/2009.
Entre las primeras paritarias del año, se encuentra la paritaria nacional docente, de la que se desprenden las paritarias del sector en cada provincia. La paritaria docente, formada en 2006, es una de las grandes conquistas históricas del sindicalismo docente argentino, junto con la ley que estableció que el presupuesto para educación no debe ser inferior al 6% del Producto Bruto Interno.
Se ha caracterizado por ser una paritaria muy dura, que decide el salario de más de un millón de docentes, es decir algo más del 10% de los asalariados formales del país, representados por cinco sindicatos pertenecientes a las dos centrales sindicales, CGT y CTA. En los dos últimos años, la paritaria nacional fracasó y muchas provincias aún hoy no han establecido las paritarias provinciales.
La función primaria de la paritaria docente es garantizar que los gobiernos nacional y provinciales realmente asignen a los presupuestos de educación el 6% del Producto Bruto Interno. Para lograr eso es fundamental que la recaudación de impuestos sea considerable y eficiente. Con impuestos bajos no se puede llegar al 6%.
Pero la paritaria docente de este año podría avanzar en cuestiones que no sólo tengan que ver con el salario directo, sino con el salario indirecto, que es tan o más importante que el salario de bolsillo. Veamos sino la situación de los trabajadores de Estados Unidos que, al no tener cobertura de salud, tienen que hipotecar sus casas o endeudarse de por vida cada vez que enfrentan un problema de salud. Quizás este año sea la oportunidad para lograr otra conquista histórica del movimiento docente: el Convenio Colectivo Docente. Una verdadera deuda de la democracia.
Fuente:MiradasalSur


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