23 de abril de 2014

CÓRDOBA-MEGACAUSA LA PERLA: TESTIMONIO DE HORACIO PIETRAGALLA CORTI- TESTIMONIOS DÍA 139.

Horacio Pietragalla Corti: “Lo que me mueve es poder seguir recuperando hermanos y que se puedan abrazar con los suyos”. 
Foto: Nicolas Castiglioni. Horacio Pietragalla Corti se abraza con Belén Altamiranda Taranto y Gustavo Godoy Ferreyra, nietos recuperados por Abuelas de Plaza de Mayo Córdoba. 
Megacausa La Perla. El caso de Horacio Pietragalla Corti, hijo de militantes asesinados, apropiado por los militares, diputado nacional por el FPV, y el nieto 75 de los 110 recuperados por las Abuelas hasta ahora.
Por Marta Platía

“Yo no vengo aquí a decir si la lucha armada estuvo bien o mal; sino que había fuerzas militares que tenían todas las facultades para detener, para juzgar y dar todas las garantías que, paradójicamente, los acusados acá sí tienen, y no lo hicieron. El derecho que tenían nuestros padres a un juicio justo no lo tuvieron. Para ellos sólo hubo tortura y desaparición”, le dijo al Tribunal Horacio Pietragalla Corti, el diputado del Frente para la Victoria (FPV) que el jueves dio testimonio por el secuestro, tortura, asesinato y desaparición de su padre, el militante Horacio “Chacho” Pietragalla, acribillado en Córdoba en noviembre de 1975 por el llamado Comando Libertadores de América (CLA): la banda paramilitar que asoló esta provincia y el norte argentino antes del golpe de marzo de 1976.

Los represores Luciano Benjamín Menéndez y Héctor Pedro Vergez, alias Vargas, sindicados como los principales responsables del crimen, no se perdieron palabra de lo dicho por este hombre que, en sus casi dos metros de altura, parece encerrar gran parte de la historia más dolorosa del país en los últimos 40 años. Pietragalla Corti es hijo de una pareja de militantes asesinados y desaparecidos por el Terrorismo de Estado, y fue uno de los tantos bebés robados por los militares minutos después de que mataran a su madre.

En el 2003 recuperó su identidad gracias a sus propias dudas y a las Abuelas de Plaza de Mayo que nunca dejaron de buscarlo. Pero el círculo de su -por lo menos- sorprendente historia de vida, cierra aún más perfecto: Pietragalla es uno de los pocos que pudo recuperar los cuerpos de sus dos progenitores identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Es más: a su papá, Horacio “Chacho” Pietragalla –uno de los elegidos que voló en el avión negro que trajo de regreso a Juan Domingo Perón a la Argentina en 1972-, “una gota de mi sangre le devolvió la identidad que le quitaron cuando lo enterraron como NN en una fosa común” en Córdoba.

El nieto número 75 -de los 110 que hasta ahora recuperaron las Abuelas de Plaza de Mayo- recalcó que “no hay dudas de que hubo un plan sistemático de robo de bebés. Eso no fue casual: hubo maternidades clandestinas con embarazadas que luego de parir eran ejecutadas y sus hijos entregados a los familiares y amigos de las Fuerzas (Armadas)”.

Elegido diputado nacional por el Frente para la Victoria (FPV) en 2011, este hombre joven, dueño de un tono tan sobrio como tierno, es integrantes de HIJOS y reivindica a la generación diezmada por la dictadura: “Nosotros hacemos de puente entre lo que nuestros padres soñaron para el país y lo que ahora se está construyendo”.

Requerido por la querella que llevan adelante Claudio Orosz y María López, Pietragalla comenzó contando el origen de su papá: “El nació en un barrio de la Capital Federal el 3 de agosto de 1948, hijo de Amelia Ventura y de Horacio Pietragalla. A partir de los 13, 14 años, comenzó a tener una vinculación con la militancia política. En la casa de una de sus maestras leía libros que no se encontraban, o eran difíciles de encontrar por lo que sucedía en el país. Ella era la esposa de Eduardo Luis Duhalde (ex Secretario de Derechos Humanos de la Nación), reveló.

Pietragalla padre militó en la Juventud Universitaria Peronista (JUP). “Allí conoció a Liliana Corti, mi mamá, y al poco tiempo se casan. Tienen un hijo, Pablito, que poco después muere por una enfermedad. Y luego a Evita… Ella estuvo en incubadora y fallece... Esto lo digo porque la necesidad para ellos era la de parar esa historia que la vida les iba quitando… Muchos creen que la militancia los fue matando; pero yo creo que los mataron los militares, no la militancia ¡Eso les daba vida! Mi papá, cuando viene el cuestionamiento de que la JUP integrara Montoneros, fue uno de los fieles defensores de pasar a esas filas. Tanto, que al poco tiempo lo mandaron a la zona norte de la provincia de Buenos Aires como responsable político. Allí tuvo una participación muy activa en una zona donde ya se estaban asesinando a muchos compañeros. Su paso por allí dejó amistades que me ayudaron después a reconstruir lo que ocurrió con él”.



Perón y el paraguas de Rucci
El testigo habló con pasión, sopesando cada concepto y sin darse pausa, pero en ningún momento perdió su temple tranquilo para exponer lo que sabe de la historia de sus padres y del país: “El fue uno de los elegidos para viajar junto al general (Juan Domingo) Perón en la vuelta al país en 1972. Esa esperada vuelta que ansiaba toda la Argentina. Hay una anécdota. La cuento porque creo que tiene que ver con algo más allá de lo personal. Mi papá estaba arriba del avión y lo va a buscar (a su asiento José) López Rega. Lo lleva al VIP donde estaba Perón con su esposa, y el general le dice que iban a llegar a Ezeiza y que la gran concentración de gente iba a ser muy importante para la democracia, pero que podía haber problemas. Le dijo que ´la consigna era que si (José Ignacio) Rucci tenía el paraguas abierto, estaba todo bien´. Tan es así que el general saca un maletín y le da un arma, y le dice ´yo voy a salir primero por si hay algún conflicto, pero vos tenés que defender a los compañeros´. Por suerte, ese día no pasó nada y todos terminaron en la casa de Gaspar Campos. Eso fue importante para él. Allí él pudo ver cómo López Rega, que era el que mandaba todo allí, no autorizó a la gente de la revista El descamisado, quería hacerle una entrevista a Perón. Mi papá después le contó a la familia que ´el gran enemigo´ que iban a tener en adelante iba a ser López Rega”.



El secuestro y desaparición de los padres
Según Horacio Pietragalla, “mi abuelo tenía la ilusión de que mis padres dejaran la militancia y les abrió un negocio. Pero ellos no la abandonaron. Mi papá participó en el llamado copamiento de Formosa. Hoy, justo que yo declaro aquí, y claro que no es casual, salió una nota en La Nación escrita por Ceferino Reato quien también declaró aquí, y que en su libro Viva la sangre da una teoría nefasta, la de los dos demonios, que hizo mucho daño al país… Yo no vengo a decir si la lucha armada estuvo bien o mal; sino que había fuerzas militares que tenían todas las facultades para detener, para juzgar y dar todas las garantías y no lo hicieron (…), el sigue con lo de la teoría de los dos demonios. Yo a eso le respondo que en el único lugar donde pudo estar el demonio es donde se torturó, se secuestró, se violó y se tiraron cuerpos al río".

El testigo contó que su padre fue secuestrado el 15 de octubre de 1975 junto a Eduardo Jenssen en un bar de Alta Córdoba, La Mundial. Lo supo por otros compañeros, como Sara (Solarz de) Osatinsky, que le contaron que un tercer invitado a la cita estaba llegando al bar cuando vio que se los llevaban. “Mi papá tenía formación política… Creo que si se entregó y no generó resistencia, fue porque el bar estaba lleno de gente y no quiso que nadie saliera herido”. A Jenssen y a “Chacho” Pietragalla los torturaron en la D2, y luego los llevaron a una estancia cerca del Tercer Cuerpo de Ejército –La Ochoa, de uso particular de Luciano Benjamín Menéndez-. Allí los habrían acribillado, pero los malenterraron en la zona de Malagueño, cerca del que luego fue el campo de concentración de La Perla. Desde allí, cuando los cuerpos afloraron de la tierra y fueron descubiertos por lugareños, los trasladaron a la morgue del Hospital San Roque, en pleno centro de la ciudad.

El querellante Claudio Orosz le preguntó si conoce el libro Yo fui Vargas, escrito por el represor Héctor Pedro Vergez (quien miraba de reojo y con gesto despectivo al testimoniante). “No, no lo he leído. Pero sé que ellos (los de la patota del CLA) le habían pedido a Menéndez un lugar para concentrar “a los enemigos”, y un grupo de elite con personal de la policía y de inteligencia. También pidieron autos, pero como no se los dieron, los tomaban directamente de las calles... Ellos aplicaron aquí la doctrina francesa en Argelia (se refiere a la teoría contrainsurgencia que Roger Trinquier, líder de la Organización de la Armada Secreta (OAS) que, entre otros crímenes aberrantes, plantea la obtención de datos por medio de la tortura).

-¿Y qué más pudo saber de su padre?
 -Que mi abuelo paterno lo buscó por cielo y tierra. Que fue muchas veces a la morgue. Que le mostraban cadáveres calcinados, hacinados... A mi padre lo habían quemado para que no lo reconocieran. Entonces le mostraban cuerpos que mi abuelo decía que no podían ser el de su hijo, porque mi Viejo medía dos metros como yo… Y le contestaban que el fuego achica. Mi abuelo no lo creía y seguía buscando. Encima le pedían plata para darle datos…

Se sabe que el cadáver de Chacho Pietragalla estuvo en la morgue del San Roque desde el 8 de noviembre de 1975 cuando se registró su ingreso, hasta abril de 1976, cuando lo arrojaron a la fosa común que los represores abrieron en el cementerio de San Vicente. “Supimos por el testimonio de los morgueros –continuó el declarante- que era tal la acumulación de los cadáveres en ese lugar, que las heladeras no daban abasto, y que el hedor llegó a los pisos superiores del hospital con riesgo (sanitario) para los pacientes y los médicos... Así que de noche y hasta la madrugada venían (los represores) y los sacaban en autos y camiones para tirarlos en la fosa”.

Lo que cuenta Horacio Pietragalla ha sido convalidado por varios testigos en éste y en otros juicios. Uno de los testimonios más contundentes y descriptivos fue el del morguero José Caro quien, en el primer juicio contra Menéndez en 2008, dio cuenta de las condiciones infrahumanas en las que se vieron obligados a trabajar. Tanto, que hasta le escribieron una –ya famosa, ingenua- carta al propio Jorge Rafael Videla “para informarle y denunciar” lo que allí padecían.

-¿En qué fecha fueron identificados los restos de su padre?, quiso saber el juez Díaz Gavier.
-En julio o agosto de 2003. Quiero resaltar que gracias a nuestras queridas Viejas, las Abuelas de Plaza de Mayo, nosotros los nietos pudimos recobrar nuestra identidad; y que gracias al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) recuperamos a nuestros padres... Cuando encontraron en las fosas comunes del Cementerio de San Vicente un esqueleto de casi dos metros me llamaron y, paradójicamente, una muestra de mi sangre le devolvió la identidad a mi padre… Hasta hoy me sigue impactando mucho llevar flores a los míos y no tener recuerdos de ellos por culpa de ese plan sistemático de desaparición. Pero por suerte, hay compañeros quedaron vivos. Ellos, desde los organismos de Derechos Humanos, hicieron un gran trabajo y las Abuelas, cuando nos recuperan, a los nietos nos entregan un archivo enorme para que nosotros podamos reconstruir parte de nuestra historia. (…) Creo que los organismos de Derechos Humanos son piezas fundamentales para que podamos llevar adelante estos procesos de Justicia. Pero quiero resaltar la figura de Néstor Kirchner, que también era de la generación de nuestros padres… Que después del 2001, después de esa crisis tremenda hayamos tenido un presidente que decide elevar los derechos humanos a política de Estado, derogar las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, es algo que no esperábamos.


- ¿Y cuánto tiempo después del secuestro de su padre fue secuestrada su madre?
-A los dos días del secuestro de mi padre, cayó un comando a la casa de mis abuelos paternos. A mi tío Jorge, que tenía 22 años lo separaron y le dieron una paliza. El no militaba, era un hippie de la época... Y querían documentación que no había en la casa... Ahí (mis abuelos) se enteran de que mi papá estaba desaparecido. Mi mamá se había mudado y allí fueron a buscarla. Al hermano de mi mamá lo llevaron a la terraza, lo amenazaron y pegaron. ´A tu hermana la vamos a hacer mierda, la vamos a disfrutar´, le dijeron. Mi mamá pasó a la clandestinidad. Se empezó a llamar Alicia. Me tuvo el 11 de marzo de 1976. Yo tenía cinco meses cuando pasó a la clandestinidad. Estuve cinco meses con mi mamá. El 5 de agosto de 1976 fue cuando entró el comando... Fue en una casa del partido de Villa Adelina en provincia de Buenos Aires. Hubo una resistencia de cuatro horas. Dicen los vecinos que cuando habían asesinado a todas las personas que estaban adentro, a mí me sacaron... Uno de ellos escuchó que me habían encontrado en la bañera. Que mi mamá me puso adentro de la bañera con almohadones para protegerme, y que me llevaron a la Clínica Mayo porque me sangraba un oído… Ese fue el dato que tuvo mi abuelo materno que fue a buscarme... Los cuerpos (de su madre y sus compañeros) fueron llevados al cementerio de Boulogne. Los enterraron como NN. Mi abuelo pudo averiguar eso, y con esos datos pudo el EAAF, muchos años después, identificar los restos.

El trajinar y el sufrimiento de los abuelos es un dolor que aún vibra en la voz de Pietragalla: “Mi abuelo no dejó de buscar a mi papá en la morgue, en medio de ese hacinamiento de cuerpos… Mi papá desapareció en octubre de 1975 y todo esto hizo que mi abuelo, en 1978 y con sólo 53 años, falleciera. Porque si había algo que no les dieron tampoco (a los familiares), fue la posibilidad de sepultar a sus seres queridos… ¡De no torturarlos a ellos también! Las últimas palabras de mi abuelo a mi abuela fueron ´estos hijos de puta me mataron a mis hijos y me están matando a mí´. En cuanto a mi mamá, y como nieto que gracias a las Abuelas de Plaza de Mayo pude recobrar mi libertad, pasó que el teniente coronel que me entregó a los apropiadores era vecino de mi abuela materna, los Corti. ¡Pensar que ellos se murieron sin poder conocerme, y yo sin poder conocerlos! Ese es el daño que hicieron con las apropiaciones. Ellos sabían dónde estaban nuestras familias, pero nos querían ´enderezar´ nos querían dar una formación ´más correcta´, más cercana a su ideología”.

El bebé Horacio fue entregado por un militar a su mucama, ya que la familia que lo había pedido primero no lo quiso. El declarante casi sonríe cuando reflexiona: “Ellos (los represores) tenían mucha planificación militar, pero ninguna planificación organizativa de cómo conducir un país, ni tampoco en las condiciones humanas. Porque si pensaban que sí podían alejarnos; a mí más dudas me dio tener un padrino teniente coronel que otra cosa... Además de las diferencias físicas con mis supuestos padres, claro. Gracias a las Abuelas de Plaza de Mayo pude empezar asociar que yo podía ser hijo de desaparecidos”.

El declarante también rescató que el hecho de ir a una escuela pública, donde le proyectaron las películas La historia oficial, de Luis Puenzo, y La noche de los lápices, de Héctor Olivera, contribuyó a despertar sus dudas. El mismo se acercó a la sede de Abuelas donde ya tenían datos sobre su caso y estaban investigando.

-¿Te acordás el nombre de tu apropiador?, le preguntó Marité Sánchez, querellante por Abuelas de Plaza de Mayo Córdoba.
-Sí, era el teniente coronel Germán Antonio Tetzlaff. El cuñado de él le había pedido un varón, pero cuando me encontraron a mí su mujer no quiso meterse en problemas, dijo que los iban a meter presos. La mucama de Tetzlaff escuchó todo y dijo que ella me criaría, así que me entregó a la mucama. Me tuvieron un año y medio sin anotarme. Me anotaron como hijo propio de un parto domiciliario. Eso era una práctica común en estos casos. Tetzlaff es el que tenía a Victoria Montenegro, también apropiada. La estaba criando también la persona que me crió a mí... Con Victoria, que tenía el nombre falso de María Sol, nos criamos como primos. (…). Ya adolescente yo no entendía porqué el patrón de mi mamá, que era un teniente coronel, era mi padrino… Después lo encontré en los libros que hablaban de él como un torturador del (centro clandestino de tortura y exterminio) Vesubio como "el Gordo José". Así que ahí supe que el teniente coronel Germán Tetzlaff era mi padrino, pero que también un hijo de puta torturador que vivía en mi mismo edificio... Luego fue juzgado en el juicio por el plan sistemático por robo de bebés, en el que también se juzgó a Videla.

-¿Qué podés decirnos del plan sistemático de apropiación de bebés?, siguió Sánchez
-¡Sí, que no caben dudas de que fue un plan sistemático! Cada vez que hago un asado (por la recuperación de un nieto) tengo que comprar más kilos de carne... Somos ahora 110 nietos que recuperamos nuestra identidad. Eso casual no fue: hubo maternidades clandestinas, con embarazadas que únicamente tenían para que dieran a luz y luego eran asesinadas y se quedaban con sus bebés. Y esos bebés ya los tenían destinados a los familiares de la Fuerza... Si eso no es un plan, no sé qué es. Estamos buscando a otros 400. Hubo una planificación para las mujeres que estaban embarazadas. Y no nos querían entregar a nuestras familias, porque pensaban que ellos nos criarían con sus ideas y no la de nuestros padres, que eran de izquierda y querían un país diferente y de unión latinoamericana. La pifiaron mal: estoy orgulloso de estar ahora en el lugar que estoy. Y lo que me mueve es poder seguir recuperando hermanos y que se puedan abrazar con los suyos.

-Aquí te están acompañando dos nietos recuperados por la filial de Abuelas de Plaza de Mayo en Córdoba. ¿Qué significó recuperar tu identidad?
-Para mí fue pensar que no estaba loco. Fueron muchos años de creer que me estaba armando una película. Y la segunda sensación que tuve, es que quiero contar que me crié con el nombre de César Sebastián Castillo y cuando me dieron el resultado (el 4 de abril de 2003), yo ya sabía que era ése porque tengo la cara de mi mamá y el cuerpo de mi papá, pero cuando me entero de que soy hijo de Liliana y de Horacio, cuando me dicen el resultado del análisis, corté el teléfono y llamé a Abuelas… ¡y ya me empecé a llamar Horacio! La necesidad de poder sacarme aquélla identidad, y comenzar a llamarme Horacio... Supe que mi mamá salió del quirófano llamándome Horacio por amor a mi papá... Y siempre pienso que el aferro que tuvo mi mamá conmigo en esos tiempos difíciles... Siempre digo que si hay algo que a mí me gratifica y me da un poco de alegría, es saber que esos cinco meses que pude estar con mi mamá le mitigué el dolor de haber perdido a su compañero y antes a dos hijos... Y nadie, pero nadie nadie me lo puede quitar: ni la dictadura, ni militares ni nadie... Nadie me puede quitar lo que se siente de saber que mi mamá y yo estuvimos juntos.

Horacio Pietragalla se permitió entonces tomar un sorbo de agua. Ni bien se repuso de la emoción que, a esta altura, tenía a todo el público de la sala conteniendo el llanto para seguir escuchándolo; remarcó tan calmo como firme: “Miren, con todo esto, cualquiera de nosotros podría haber conseguido un arma, haberse vengado… Yo me cruzaba con este teniente coronel que después supe estuvo en el operativo de asesinato de mi mamá... Podríamos haber vengado la memoria de nuestros padres. Pero esas grandes maestras que tuvimos que son nuestras Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, nos enseñaron mucho y jamás podríamos tomar venganza... Quiero decir que ahora que están linchando por el robo de una cartera, a mí jamás se me cruzó salir a matar a un milico. Y si algo nos enseñaron las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, es que no podíamos convertirnos en asesinos como ellos. Y quiero enseñarle esto a mi hija Tania. Ella sabrá quiénes fueron sus abuelos y sabrá que gracias a las Viejas nosotros vamos por la justicia, por la reparación de la democracia. Yo creo que (los represores) nunca se imaginaron que estas Viejas tan queridas, las Madres y las Abuelas podrían haber generado todo esto que generaron. Nunca”.




La mujer del represor Barreiro se acreditó como periodista
El Tribunal Oral Federal N° 1 le aceptó la acreditación como "periodista" a la esposa del represor Ernesto "Nabo" Barreiro, imputado en este juicio por delitos de lesa humanidad. Ana Maggi de Barreiro ha asistido, durante el año y medio que lleva el juicio, en calidad de esposa del acusado, y en la última semana presentó credenciales de una AM 1300 de Buenos Aires, de tendencia ultranacionalista. Aún ante la protesta de los trabajadores de prensa que cubren el juicio; el tribunal hizo lugar al pedido de la mujer quién, además, integra el grupo de Cecilia Pando que reivindica el Terrorismo de Estado. Las abogadas Mariana Paramio y Marité Sánchez -de Abuelas de Plaza de Mayo Córdoba- cuestionaron en juicio ante el Tribunal que esta mujer “que hemos visto sentada con los familiares de los imputados, ahora nos saque fotos en la sala a los abogados querellantes". Para esta semana se espera la respuesta de los jueces a ese planteo. Mientras, la insólita decisión de los magistrados ha sumado el rechazo de los trabajadores de prensa.



Día 139: 22/04
4:00 Cuarto intermedio hasta mañana a las 10:30 13:27 Menéndez y la fusta

Ella estaba divorciada de un hombre de carrera militar, padre de sus tres hijas. "Ese mismo día, antes de soltarnos, Menéndez entró con una fusta. Preguntó quién era la esposa militar porque tenía algo para darle. Yo adelanté un paso y me devolvió las alianzas, que yo había entregado cuando me secuestraron".
 
13:20 Testigo 266: Declara Alejandrina del Carmen Meisner
Fue citada por las abogadas de Abuelas, para declarar sobre lo que vió en la cárcel:"Al otro día trajeron a una chica rubiecita, en estado avanzado de embarazo. Ella decía que su marido estaba en La Perla. Lloraba mucho, partía el alma". Según la testigo, el apellido de la jóven era Parodi.
 
13:02 Recuerdo de su militancia

12:59 Testigo 265: Declara Julio Pascual Junco

12:49 "Es increíble cómo puede cambiar la vida en una sóla noche".

Terminó el testimonio de Patricia Aldecoa.

12:37 "Abrí porque tenés la casa rodeada"
"Quedate tranquila, no va a pasar nada. Cuida de tu mamá y tus hermanos". Fueron las últimas palabras que su padre le dijo. Luego describe entre lágrimas la última escena, los tres hermanos en la calle observando los autos que se alejan y Hugo Alberto diciendoles chau con la mano.

12:34 Testigo 264: Declara Patricia Aldecoa

"Mi padre no permitió un arma en casa, no permitía que mis hermanos tuvieran ni una gmera. Nos causaba gracia cuando nos allanaban y buscaban '¡Las Armas, las Armas!'... ¿Qué armas?"

12:10 La desaparición y más

- "Los chicos eran chicos para conseguir trabajo... no nos alcanzaba para comer muchas veces. A veces yo decía 'me duele el estómago' para no comer, total después tomaba mate en mi trabajo. Sufríamos mucho"
- Y psicológicamente?
- "Sí, yo estuve muy mal, tomaba hasta 25 pastillas por día. Perdí mucho tiempo de mi vida y me olvide de cosas. Yo le pedía al psiquiatra que me diera algo para recuperar esos recuerdos".

12:09 La búsqueda
"También fui al tercer cuerpo, me llevaban por galerías largas. Pero nadie me dijo nada".

11:42 Testigo 263: Declara Teresa del Niño Jesús Benavídez 
Fue detenido en su domicilio la madrugada del 4 de agosto.
Eran personas en Ford Falcon que golpearon a la puerta e increparon a Junco para que saliera. Después de subirlo a un auto se lo llevaron frente a su familia y nunca más volvieron a verlo.
"Al tiempo me entrevisté con Luis Carnero, quien me dijo que había escuchado la voz de Hugo Alberto en La Perla". Carnero es un electricista oriundo de Rio Ceballos que fue secuestrado y mantenido en La perla durante 4 días y pudo reconocer la voz de su vecino, Hugo Alberto Junco.

11:28 Se manifiestan los hijos de genocidas

11:15 Nuevos testigos declaran hoy

Se trata del caso de Hugo Alberto Junco, desaparecido por su militancia como sindicalista en el Frigorífico. Su historia fue mencionada durante el testimonio de Ma. del Carmen Torres (ver audiencia). Hoy declaran quien fue su esposa, Teresa del Niño Jesús Benavides y sus hijos Susana Patricia Aldecoa y Julio Pascual Junco. Para terminar declarará Alejandrina del Carmen Meisner, quien fue citada por la querella de Abuelas de Plaza de Mayo Filial Cba para declarar en el marco de la causa Díaz.

Para cuando le dieron la libertad, Alejandrina recuerda que el momento de su liberación fue de mucho temor: "Estabamos temblando, estábamos seguras de que nos iban a disparar por la espalda".

La testigo era delegada gremial de Smata. Cuenta que la secuestraron y la llevaron a la Cárcel del Buen Pastor. "Me llevaron frente a mis tres niñas. La más grande no se borrará jamás ese momento. Jamás me dijeron por qué me tenían ahi"

Con doce años, Julio Pascual fue testigo del secuestro de su padre, en tres autos y a cargo de 5 o 6 personas que irrumpieron en el domicilio. "Se hablan tantas cosas de mi padre, con el paso del tiempo quise averiguar quien era él como delegado. Supe de su actividad sindical en esos años, cuando paraban el frigorífico para lograr algún objetivo económico o laboral. Supe que tambiñen le quisieron comprar la renuncia como delegado, para sacárselo del medio. Pero él no aceptó"-

"Mi mamá a veces dejaba de comer por necesidad. Perdimos las costumbres, los asados en familia. Ella tuvo que estar internada en una clínica psiquiatrica después de la desaparición de mi papá".

"Ellos se dieron el lujo de marcarnos toda la vida. Y nosotros no tenemos ni dónde ir a llorarlo. Hoy vamos al Parque de la Memoria de Río Ceballos, donde podemos tomarnos un mate o sentarnos bajo un árbol".
Patricia recuerda que la noche del 3 de agosto su padre estaba inquieto, raro. De pornto empezaron a escucharse ruidos, y afuera gritaban "Abrí porque tenés la casa rodeada". "Qué pasa, papá?" preguntó Patricia. "Nada le respondió su padre, abriendo la puerta que dio el paso a personas vestidas de negro, con tapados largos y armas.

Es hija del corazón de Hugo Alberto Junco. Su madre, que acaba de declarar, se quedó entre el público en la sala. Ella cuenta: "Mi papá siempre fue una persona que se instruía, leía de leyes de trabajo. Siempre fue muy solidario y uno trata de seguir esos pasos", y recuerda que siempre estaba en la fábrica ayudando a sus compañeros con lo que hacía falta.

El abogado querellante Claudio Orosz pregunta a la testigo sobre las secuelas que la desaparición de su compañero tuvo sobre la realidad de su familia:

Teresa narra todo el camino de búsqueda que transitó en soledad o acompañada de sus hijos. Se quiebra al recordar lo dificil que fueron los tiempos de la visita de la Cruz Roja Internacional, cuando las patotas deambulaban por las largas filas deteniendo a familiares:

De 39 años, oriundo de Buenos Aires, era chapista, obrero y delegado gremial de Frigorífico Mediterraneo.
Bajo el nombre de "Hijos y Nietos de Presos Políticos de la Argentina" -en este caso se aglutinaron hombres y mujeres provenientes de Córdoba- algunos de los hijos de los imputados de la causa reclaman frente al tribunal que haya "un juicio justo" y que "la ley sea la misma para todos".
Fuente:DiariodelJuicio             

No hay comentarios: