19 03 2014
TESTIMONIOS
131. "La muerte era algo absolutamente arbitrario"
Así describió la ESMA el sobreviviente Daniel Merialdo. Además, declaró María Luján Bertella, ex detenida-desaparecida en el mismo centro clandestino de detención, tortura y exterminio.
Los casos de María Luján y María Elina Bertella (567 y 568)
Las hermanas fueron secuestradas y llevadas a la ESMA, en octubre de 1979. Luego de permanecer en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida, María Luján, apodada “Lu”, fue liberada el 21 de noviembre de ese año y María Elina en marzo de 1980.
El testimonio de María Luján
“Fuimos conducidas en distintos autos a lo que después supe que era la ESMA. Me buscaban a mí. Yo tenía 21 años y mi hermana 19. Me pusieron la capucha en la parte trasera de un auto. Descendimos, bajé a un sótano”, contó la testigo.
María Luján pidió hacer un paréntesis para aclarar que su testimonio estaba siendo resumido, y que podía aportar la declaración hecha en 1985 ante el CELS, dado que la llevó a la audiencia: “Es un testimonio mucho más completo”, dijo a los jueces y las partes. “Doy detalles que ahora no recuerdo. No quiero dar testimonio de algo que no recuerdo, porque estaría mintiendo”.
Esta aclaración de la testigo se enmarca en la cantidad de tiempo transcurrido entre los hechos de los que fue víctima y el juicio oral y público en curso.
Antes: el terrorismo de Estado en Chacabuco
Sobre su grupo de militancia, María Luján relató que “empezamos a hacer trabajos en los barrios más pobres de mi ciudad, con la Parroquia. Éramos muy jóvenes”. Luego sostuvo que “en enero de 1977 hubo un allanamiento importante en Chacabuco, en casas de padres de compañeros, en la casa de mi hermana mayor y mi cuñada. Fueron secuestrados seis compañeros”.
En la ESMA
“Bajamos al Sótano, me llevan a la sala de torturas. Estaba toda forrada con material aislante del sonido. Había una cama. Empiezo a ser interrogada. Las preguntas estaban dirigidas a poder identificar a tres de mis compañeros de militancia, que eran los pocos de mi grupo de militancia que no estaban secuestrados.
Éramos todos del mismo pueblo, Chacabuco, Provincia de Buenos Aires”, contó la sobreviviente, quien estudió en La Plata y militó en la JUP (Juventud Universitaria Peronista).
“Estuve cuatro días en el Sótano”, recordó la testigo. “La persona que me torturó ya murió, era (Juan Antonio) Del Cerro, alias `Colores´. Había más personas”, amplió. “Todo el tiempo negué mi participación en Montoneros. Creo que si hubiera caído en el `76 no estaría acá. En octubre de 1979 ya había venido la Comisión de Derechos Humanos (CIDH). En una oportunidad fui a ver a mi hermana, me di cuenta de que a ella también la habían interrogado. Hablamos brevemente acerca de que estaban buscando a nuestra hermana mayor y a mi cuñada. No sé lo que ella había dicho. A mi hermana y mi cuñado nunca los encontraron. Viven en Chacabuco y son militantes políticos”.
“Después de cuatro días nos sacan del Sótano y nos hacen subir dos escaleras. Pasan algunas horas, un guardia nos deja levantar la capucha. En el sector en el que estoy yo estaban mi hermana y mis compañeros de Chacabuco. Había otro sector donde había más personas, pero estaba distante y no podía comunicarme”, declaró.
Volver a la ESMA
“Volví a la ESMA una sola vez y vi los extractos de los relatos de los sobrevivientes. A mí nunca me llamaron para decirme: `¿vos querés contar algo que te pasó?´. Yo soy una sobreviviente no apta para el gobierno actual. Nunca fui convocada a ningún megashow de la recuperación de la ESMA. Lo que quiero decir es que hubiera querido contar este relato de lo que me sucedió en la ESMA. Yo quisiera contar esto: el día en el que Víctor (Basterra, caso 546) a las 6 de la mañana cantó para todos una zamba”, declaró María Luján.
“Otra cosa que me parece importante, como cosa típica de la ESMA, fue que ellos se preocupaban porque nuestros padres no hicieron la denuncia. Era una modalidad de la ESMA, establecían contacto con los familiares. Llamaban a mi padre a Chacabuco para decirle que yo estaba bien y que iba a salir, que no hicieran la denuncia. Lo citaron dos veces a mi papá, que vino desde Chacabuco. Fueron a una confitería que decían que era de la Marina, en La Pampa y Alcorta. En la primera o segunda oportunidad, es un tema que me falta hablar con mi padre, le daban consejos sobre cómo educarnos”, recordó la testigo.
Afuera
“Cuando salgo (de la ESMA) me dicen: `te vas a Chacabuco. No vuelvas más, no milités más. Nosotros te vamos a estar controlando. Basta de Hasta cuándo´. Hasta cuándo era el grupo de jóvenes con el que íbamos a trabajar a los barrios”.
El caso de Daniel Aldo Merialdo (529)
“Andrés” fue privado ilegalmente de su libertad el 18 de noviembre de 1979. La víctima fue llevada a los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio “El Atlético”, “El Banco” y “El Olimpo” (circuito represivo “ABO”) y el Pozo Malvinas (División de Cuatrerismo de Quilmes). El 26 de marzo de 1979 Daniel fue llevado a la ESMA, donde permaneció en cautiverio hasta ser liberado el 18 de octubre de 1979.
El testimonio de Daniel
“Yo pertenecía a la secretaría de prensa de Montoneros. Me secuestraron en noviembre del `77”, contó el sobreviviente. En su declaración, Daniel relató que cuando fue cerrado “El OIimpo”, algunos detenidos-desaparecidos fueron llevados a la ESMA y otros a la División de Cuatrerismo de Quilmes, donde funcionó el centro clandestino “Pozo de Malvinas”: “estuvimos cerca de 4 ó 5 meses en la parte de arriba de la ESMA, en Capucha”.
Daniel es una de las víctimas que fueron llevadas a la ESMA después de haber estado en otro u otros centros clandestinos: “El Ejército no sabía qué hacer con nosotros y la ESMA se apropió de nosotros”, sostuvo en referencia al traslado del Olimpo a la ESMA. Luego declaró que él y los demás detenidos-desaparecidos fueron llevados “a la noche, en un camión frigorífico. Nos suben inmediatamente arriba y nos dejaron cuatro meses tirados. Al poco tiempo supimos que era la ESMA”. Daniel sostuvo que ahí pudo ver a algunos de los miembros del “Grupo Villaflor”, detenidos-desaparecidos en la ESMA.
En su declaración, Daniel mencionó que en la ESMA vio no sólo “un lugar de exterminio y secuestro, sino también un proyecto político”, en referencia al proyecto de Eduardo Massera. "La muerte era algo absolutamente arbitrario", sostuvo.
Próxima audiencia
El juicio continuará el jueves 20 de marzo desde las 9:30 horas con más declaraciones testimoniales.
Las hermanas fueron secuestradas y llevadas a la ESMA, en octubre de 1979. Luego de permanecer en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida, María Luján, apodada “Lu”, fue liberada el 21 de noviembre de ese año y María Elina en marzo de 1980.
El testimonio de María Luján
“Fuimos conducidas en distintos autos a lo que después supe que era la ESMA. Me buscaban a mí. Yo tenía 21 años y mi hermana 19. Me pusieron la capucha en la parte trasera de un auto. Descendimos, bajé a un sótano”, contó la testigo.
María Luján pidió hacer un paréntesis para aclarar que su testimonio estaba siendo resumido, y que podía aportar la declaración hecha en 1985 ante el CELS, dado que la llevó a la audiencia: “Es un testimonio mucho más completo”, dijo a los jueces y las partes. “Doy detalles que ahora no recuerdo. No quiero dar testimonio de algo que no recuerdo, porque estaría mintiendo”.
Esta aclaración de la testigo se enmarca en la cantidad de tiempo transcurrido entre los hechos de los que fue víctima y el juicio oral y público en curso.
Antes: el terrorismo de Estado en Chacabuco
Sobre su grupo de militancia, María Luján relató que “empezamos a hacer trabajos en los barrios más pobres de mi ciudad, con la Parroquia. Éramos muy jóvenes”. Luego sostuvo que “en enero de 1977 hubo un allanamiento importante en Chacabuco, en casas de padres de compañeros, en la casa de mi hermana mayor y mi cuñada. Fueron secuestrados seis compañeros”.
En la ESMA
“Bajamos al Sótano, me llevan a la sala de torturas. Estaba toda forrada con material aislante del sonido. Había una cama. Empiezo a ser interrogada. Las preguntas estaban dirigidas a poder identificar a tres de mis compañeros de militancia, que eran los pocos de mi grupo de militancia que no estaban secuestrados.
Éramos todos del mismo pueblo, Chacabuco, Provincia de Buenos Aires”, contó la sobreviviente, quien estudió en La Plata y militó en la JUP (Juventud Universitaria Peronista).
“Estuve cuatro días en el Sótano”, recordó la testigo. “La persona que me torturó ya murió, era (Juan Antonio) Del Cerro, alias `Colores´. Había más personas”, amplió. “Todo el tiempo negué mi participación en Montoneros. Creo que si hubiera caído en el `76 no estaría acá. En octubre de 1979 ya había venido la Comisión de Derechos Humanos (CIDH). En una oportunidad fui a ver a mi hermana, me di cuenta de que a ella también la habían interrogado. Hablamos brevemente acerca de que estaban buscando a nuestra hermana mayor y a mi cuñada. No sé lo que ella había dicho. A mi hermana y mi cuñado nunca los encontraron. Viven en Chacabuco y son militantes políticos”.
“Después de cuatro días nos sacan del Sótano y nos hacen subir dos escaleras. Pasan algunas horas, un guardia nos deja levantar la capucha. En el sector en el que estoy yo estaban mi hermana y mis compañeros de Chacabuco. Había otro sector donde había más personas, pero estaba distante y no podía comunicarme”, declaró.
Volver a la ESMA
“Volví a la ESMA una sola vez y vi los extractos de los relatos de los sobrevivientes. A mí nunca me llamaron para decirme: `¿vos querés contar algo que te pasó?´. Yo soy una sobreviviente no apta para el gobierno actual. Nunca fui convocada a ningún megashow de la recuperación de la ESMA. Lo que quiero decir es que hubiera querido contar este relato de lo que me sucedió en la ESMA. Yo quisiera contar esto: el día en el que Víctor (Basterra, caso 546) a las 6 de la mañana cantó para todos una zamba”, declaró María Luján.
“Otra cosa que me parece importante, como cosa típica de la ESMA, fue que ellos se preocupaban porque nuestros padres no hicieron la denuncia. Era una modalidad de la ESMA, establecían contacto con los familiares. Llamaban a mi padre a Chacabuco para decirle que yo estaba bien y que iba a salir, que no hicieran la denuncia. Lo citaron dos veces a mi papá, que vino desde Chacabuco. Fueron a una confitería que decían que era de la Marina, en La Pampa y Alcorta. En la primera o segunda oportunidad, es un tema que me falta hablar con mi padre, le daban consejos sobre cómo educarnos”, recordó la testigo.
Afuera
“Cuando salgo (de la ESMA) me dicen: `te vas a Chacabuco. No vuelvas más, no milités más. Nosotros te vamos a estar controlando. Basta de Hasta cuándo´. Hasta cuándo era el grupo de jóvenes con el que íbamos a trabajar a los barrios”.
El caso de Daniel Aldo Merialdo (529)
“Andrés” fue privado ilegalmente de su libertad el 18 de noviembre de 1979. La víctima fue llevada a los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio “El Atlético”, “El Banco” y “El Olimpo” (circuito represivo “ABO”) y el Pozo Malvinas (División de Cuatrerismo de Quilmes). El 26 de marzo de 1979 Daniel fue llevado a la ESMA, donde permaneció en cautiverio hasta ser liberado el 18 de octubre de 1979.
El testimonio de Daniel
“Yo pertenecía a la secretaría de prensa de Montoneros. Me secuestraron en noviembre del `77”, contó el sobreviviente. En su declaración, Daniel relató que cuando fue cerrado “El OIimpo”, algunos detenidos-desaparecidos fueron llevados a la ESMA y otros a la División de Cuatrerismo de Quilmes, donde funcionó el centro clandestino “Pozo de Malvinas”: “estuvimos cerca de 4 ó 5 meses en la parte de arriba de la ESMA, en Capucha”.
Daniel es una de las víctimas que fueron llevadas a la ESMA después de haber estado en otro u otros centros clandestinos: “El Ejército no sabía qué hacer con nosotros y la ESMA se apropió de nosotros”, sostuvo en referencia al traslado del Olimpo a la ESMA. Luego declaró que él y los demás detenidos-desaparecidos fueron llevados “a la noche, en un camión frigorífico. Nos suben inmediatamente arriba y nos dejaron cuatro meses tirados. Al poco tiempo supimos que era la ESMA”. Daniel sostuvo que ahí pudo ver a algunos de los miembros del “Grupo Villaflor”, detenidos-desaparecidos en la ESMA.
En su declaración, Daniel mencionó que en la ESMA vio no sólo “un lugar de exterminio y secuestro, sino también un proyecto político”, en referencia al proyecto de Eduardo Massera. "La muerte era algo absolutamente arbitrario", sostuvo.
Próxima audiencia
El juicio continuará el jueves 20 de marzo desde las 9:30 horas con más declaraciones testimoniales.
20 03 2014
TESTIMONIOS
132. "Uno nunca pierde la esperanza de que alguno tenga un rapto de humanidad y diga lo que pasó con los niños apropiados"
Así lo expresó Ángel Strazzeri, sobreviviente de la ESMA. Además, declararon María Celeste Hazán Villaflor, Gregorio Dupont y Enrique Palachi.
El testimonio de María Celeste Hazán Villaflor (caso 539)
María Celeste tenía dos años y medio de edad cuando fue privada ilegalmente de su libertad. El operativo se produjo en la casa familiar, en la Provincia de Buenos Aires: "había varios coches, mucho personal de la Marina", contó la testigo, quien relató que por los vecinos supo que fue "un operativo muy grande".
Papá y mamá
"¿Nos puede contar quiénes eran sus padres antes de ser secuestrados?", le preguntaron a María Celeste: "Mi mamá, Josefina Villaflor, era hija de obreros. Había estudiado el Magisterio, se iba a recibir de maestra.
La familia Villaflor era una familia humilde, vivía en una casita de chapa. Mi vieja laburaba en la colonia del sindicato gráfico, con los hijos de los afiliados. Hay fotos de ella con los niños en la colonia. Mi papá (José Luis) era hijo de comerciante. Había laburado en una fábrica a temprana edad, después trabajó con su padre en el negocio". Al exhibirse las fotos de Josefina (caso 537) y José (538), María Celeste contó que los apodaban "La Negrita" y "Pepe".
Celeste también habló de cómo el terrorismo de Estado marcó a su familia, por las ausencias forzadas y los dolores. Contó que creció "con una abuela que hizo lo que pudo, pero que se quería morir por lo que le pasó a sus hijos. Cuando empecé a ir al Jardín y festejaba los cumples, los nenes no querían venir. La gente tenía miedo".
Antes de concluir, Celeste habló de "la falta, la ausencia que se siente siempre, hay momentos alegres y otros tristes". Luego lamentó "no recordar sus voces, no recordar nada de los momentos que pasamos juntos".
"Quería leer una cosita que mi mamá me escribió, me lo mandó cuando estaba en la ESMA, es este dibujito. Yo quería decir que hoy mi corazón y mi conciencia, a pesar del esfuerzo psicológico que implica, estoy acá".
El caso de Elena Holmberg Lanusse (514)
Era la agregada cultural de la embajada argentina en París. El 20 de diciembre de 1978 fue privada ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley. El operativo fue realizado por integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2. Elena fue asesinada por este Grupo y su cuerpo fue hallado en el delta del Río Paraná.
El Ministerio de Relaciones Exteriores había creado por decreto el Centro de Difusión Argentino en París, dependiente de la embajada argentina en Francia, a cargo del embajador Tomás de Anchorena. En agosto de 1977, el Grupo de Tareas 3.3.2 creó un organismo paralelo (el "Centro Piloto París"), con el objetivo de modificar la imagen sobre la Argentina en Europa y generar vínculos entre Eduardo Massera y los medios de prensa, e infiltrarse en los organismos creados por los exiliados. Elena conocía la existencia del Centro, a cargo del entonces capitán de corbeta Jorge Enrique Perrén. Debido a la postura de Elena en contra del Centro, fue trasladada a la Cancillería argentina, y luego fue secuestrada y asesinada.
El testimonio de Gregorio Dupont
"Yo era compañero de promoción en el Instituto de Servicio Exterior de la Nación. Ingresamos juntos con Elena Holmberg y estudiamos durante dos años ahí. Me hice amigo íntimo de ella, nos conocimos familiarmente. Me hice amigo de su hermano menor, Eugenio, con quien trabajé en Comodoro Rivadavia.
Yo fui echado de la Cancillería en 1976, declarado prescindible por un informe que hice sobre el Apartheid", contó el testigo y agregó que la orden para despedirlo fue firmada por Eduardo Massera.
El secuestro de Elena
"Nos encontramos en el Hotel Alvear y me dice: ´Che, gordo, ¿cómo fue el asunto tuyo con Massera?, porque yo también tengo un problema serio con él´. Le empiezo a contar por qué me habían echado. Nos vamos a tomar un café, empezamos a hablar del tema, los dos muy en contra de Massera. Ella empieza a contar todo el asunto del Centro Piloto de París, que ella era encargada de prensa y que es desplazada, me cuenta lo que estaban haciendo y me habla de la reunión de Massera con Montoneros en París", relató Gregorio.
Eugenio, hermano de Elena, le pidió a Gregorio que declare ante un escribano. Su hermano, Marcelo, le dijo que no lo era conveniente. De todos modos, declaró y luego fue amenazado, a raíz de las denuncias que hizo sobre Massera. Marcelo, padre de cuatro hijos, fue desaparecido. "Fui a ver a Fernando De la Rúa, quien había sido abogado de mi mamá. Le digo: ´Fernando, por favor, tomá el caso´. Me dice: ´Sabés que no soy penalista´. Le dije que necesitaba que fuera un político, alguien de peso", contó Gregorio, quien explicó que sus denuncias habían tomado mucha trascendencia mediática y por eso buscaba apoyo político.
"Marcelo ya estaba prácticamente muerto. Había recibido muchas torturas, lo habían golpeado muy fuerte en los riñones", relató. Luego relató cómo fue el intento de instalar la teoría de que Marcelo se había suicidado: "Las manos estaban perfectas. Si vos saltás, siempre ponés las manos. Marcelo murió porque la columna entró en el cerebro. Unos periodistas me avisan que Marcelo estaba en la comisaría 19. Entré y empecé a pedir verlo. No me dejaban. Sale un juez, Diego Pérez, y dice que no lo podía ver hasta que llegara la confirmación del Departamento de impresiones digitales", recordó. "Estaba tirado en un cuarto oscuro, era él. Tenía deshecha la cabeza. Después del episodio echan a Diego Pérez como juez de instrucción y lo toman para la investigación. Massera me abre una causa por calumnias y difamación, porque había dicho que se había juntado con Montoneros. El juez me embarga todos los bienes, vendí todo lo que tenía y quedé procesado". Gregorio contó que decidió irse del país después de que lo intentaran secuestrar.
Al concluir, Gregorio sostuvo que de "Anchorena tengo bastante para hablar. Desgraciadamente, nada bueno. Anchorena fue el que permitió que a Elena le pase lo que le pasó".
El caso de Ángel Strazzeri (caso 516)
"Taita" fue privado ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el 22 de diciembre de 1978, en la intersección de las Avenidas Federico Lacroze y Álvarez Thomas, en la Ciudad de Buenos Aires. El operativo fue realizado por personas sin identificación, quienes lo golpearon, esposaron, encapucharon e introdujeron en un vehículo. Ángel fue llevado a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. En el centro clandestino de detención, tortura y exterminio fue identificado con el número 268. Posteriormente, fue secuestrada su compañera y llevada por algunas horas a la ESMA.
El 25 de marzo de 1980 Ángel fue liberado.
El testimonio de Ángel
En su declaración respondió las preguntas sobre algunos de los acusados y algunas de las víctimas. "Estoy acá", dijo, "estoy acá para reconstruir la historia, la trágica historia en la que se han cometido crímenes y se le ha dado la denominación de genocidio. Inevitablemente, uno lo compara con otros genocidios de la historia. Como ser humano, uno no quiere que se vuelva a repetir. Una de las claves es que los culpables sean condenados, sentenciados, y cumplan la condena en cárcel común, perpetua y efectiva, que digan dónde están los 30.000 desaparecidos, qué hicieron con los niños robados. Creo que todavía tienen la oportunidad de reparar parte del mal que han causado. Entiendo que hay un pacto de sangre en todo esto.
Es mucho lo que se juega. Por algo sucedió lo que le pasó a (Héctor) Febres. Uno nunca pierde la esperanza de que alguno tenga un rapto de humanidad y diga lo que pasó con los niños apropiados. Con respecto a la militancia, lo que quiero hacer es una reivindicación de la historia de los compañeros desaparecidos, que ellos estuvieron motivados a luchar por un mundo más justo, más inclusivo. De alguna manera, este testimonio es la continuidad de esta militancia de esos compañeros. Me siento orgulloso de esta militancia y de estos compañeros. Este testimonio es un reconocimiento a todo ese sacrificio que han hecho para mejorar la sociedad".
El caso de Enrique Palachi (550)
Enrique ("Bordolino"), Liliana Antuna ("La Nena", caso 552) y Juan Carlos Anzorena ("Pepe", caso 551) fueron secuestrados el 12 de agosto de 1979, aproximadamente a las 15 horas en el bar Galicia, en Avenida Pavón y Galicia, en Avellaneda, Provincia de Buenos Aires. El operativo fue realizado por doce integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2, vestidas de civil y armadas. Las víctimas fueron esposadas, encapuchadas y subidas a distintos autos, en los que fueron llevadas a un lugar desconocido, antes de ir a la ESMA.
Enrique formaba parte del "Grupo Villaflor". Él y Liliana fueron liberados el mismo 12 de agosto y Juan Carlos sigue desaparecido.
El testimonio de Enrique
Enrique amplió su declaración testimonial como sobreviviente de la ESMA. Contó que tras ser liberado, "continué con mi trabajo y mi militancia dentro de la fábrica en la que trabajaba, que era muy importante". Recordó su militancia en la fábrica y sostuvo que "se luchaba por una Patria socialista".
Próxima audiencia
El juicio continuará el martes 25 de marzo desde las 9:30 horas con más declaraciones testimoniales.
María Celeste tenía dos años y medio de edad cuando fue privada ilegalmente de su libertad. El operativo se produjo en la casa familiar, en la Provincia de Buenos Aires: "había varios coches, mucho personal de la Marina", contó la testigo, quien relató que por los vecinos supo que fue "un operativo muy grande".
Papá y mamá
"¿Nos puede contar quiénes eran sus padres antes de ser secuestrados?", le preguntaron a María Celeste: "Mi mamá, Josefina Villaflor, era hija de obreros. Había estudiado el Magisterio, se iba a recibir de maestra.
La familia Villaflor era una familia humilde, vivía en una casita de chapa. Mi vieja laburaba en la colonia del sindicato gráfico, con los hijos de los afiliados. Hay fotos de ella con los niños en la colonia. Mi papá (José Luis) era hijo de comerciante. Había laburado en una fábrica a temprana edad, después trabajó con su padre en el negocio". Al exhibirse las fotos de Josefina (caso 537) y José (538), María Celeste contó que los apodaban "La Negrita" y "Pepe".
Celeste también habló de cómo el terrorismo de Estado marcó a su familia, por las ausencias forzadas y los dolores. Contó que creció "con una abuela que hizo lo que pudo, pero que se quería morir por lo que le pasó a sus hijos. Cuando empecé a ir al Jardín y festejaba los cumples, los nenes no querían venir. La gente tenía miedo".
Antes de concluir, Celeste habló de "la falta, la ausencia que se siente siempre, hay momentos alegres y otros tristes". Luego lamentó "no recordar sus voces, no recordar nada de los momentos que pasamos juntos".
"Quería leer una cosita que mi mamá me escribió, me lo mandó cuando estaba en la ESMA, es este dibujito. Yo quería decir que hoy mi corazón y mi conciencia, a pesar del esfuerzo psicológico que implica, estoy acá".
El caso de Elena Holmberg Lanusse (514)
Era la agregada cultural de la embajada argentina en París. El 20 de diciembre de 1978 fue privada ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley. El operativo fue realizado por integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2. Elena fue asesinada por este Grupo y su cuerpo fue hallado en el delta del Río Paraná.
El Ministerio de Relaciones Exteriores había creado por decreto el Centro de Difusión Argentino en París, dependiente de la embajada argentina en Francia, a cargo del embajador Tomás de Anchorena. En agosto de 1977, el Grupo de Tareas 3.3.2 creó un organismo paralelo (el "Centro Piloto París"), con el objetivo de modificar la imagen sobre la Argentina en Europa y generar vínculos entre Eduardo Massera y los medios de prensa, e infiltrarse en los organismos creados por los exiliados. Elena conocía la existencia del Centro, a cargo del entonces capitán de corbeta Jorge Enrique Perrén. Debido a la postura de Elena en contra del Centro, fue trasladada a la Cancillería argentina, y luego fue secuestrada y asesinada.
El testimonio de Gregorio Dupont
"Yo era compañero de promoción en el Instituto de Servicio Exterior de la Nación. Ingresamos juntos con Elena Holmberg y estudiamos durante dos años ahí. Me hice amigo íntimo de ella, nos conocimos familiarmente. Me hice amigo de su hermano menor, Eugenio, con quien trabajé en Comodoro Rivadavia.
Yo fui echado de la Cancillería en 1976, declarado prescindible por un informe que hice sobre el Apartheid", contó el testigo y agregó que la orden para despedirlo fue firmada por Eduardo Massera.
El secuestro de Elena
"Nos encontramos en el Hotel Alvear y me dice: ´Che, gordo, ¿cómo fue el asunto tuyo con Massera?, porque yo también tengo un problema serio con él´. Le empiezo a contar por qué me habían echado. Nos vamos a tomar un café, empezamos a hablar del tema, los dos muy en contra de Massera. Ella empieza a contar todo el asunto del Centro Piloto de París, que ella era encargada de prensa y que es desplazada, me cuenta lo que estaban haciendo y me habla de la reunión de Massera con Montoneros en París", relató Gregorio.
Eugenio, hermano de Elena, le pidió a Gregorio que declare ante un escribano. Su hermano, Marcelo, le dijo que no lo era conveniente. De todos modos, declaró y luego fue amenazado, a raíz de las denuncias que hizo sobre Massera. Marcelo, padre de cuatro hijos, fue desaparecido. "Fui a ver a Fernando De la Rúa, quien había sido abogado de mi mamá. Le digo: ´Fernando, por favor, tomá el caso´. Me dice: ´Sabés que no soy penalista´. Le dije que necesitaba que fuera un político, alguien de peso", contó Gregorio, quien explicó que sus denuncias habían tomado mucha trascendencia mediática y por eso buscaba apoyo político.
"Marcelo ya estaba prácticamente muerto. Había recibido muchas torturas, lo habían golpeado muy fuerte en los riñones", relató. Luego relató cómo fue el intento de instalar la teoría de que Marcelo se había suicidado: "Las manos estaban perfectas. Si vos saltás, siempre ponés las manos. Marcelo murió porque la columna entró en el cerebro. Unos periodistas me avisan que Marcelo estaba en la comisaría 19. Entré y empecé a pedir verlo. No me dejaban. Sale un juez, Diego Pérez, y dice que no lo podía ver hasta que llegara la confirmación del Departamento de impresiones digitales", recordó. "Estaba tirado en un cuarto oscuro, era él. Tenía deshecha la cabeza. Después del episodio echan a Diego Pérez como juez de instrucción y lo toman para la investigación. Massera me abre una causa por calumnias y difamación, porque había dicho que se había juntado con Montoneros. El juez me embarga todos los bienes, vendí todo lo que tenía y quedé procesado". Gregorio contó que decidió irse del país después de que lo intentaran secuestrar.
Al concluir, Gregorio sostuvo que de "Anchorena tengo bastante para hablar. Desgraciadamente, nada bueno. Anchorena fue el que permitió que a Elena le pase lo que le pasó".
El caso de Ángel Strazzeri (caso 516)
"Taita" fue privado ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el 22 de diciembre de 1978, en la intersección de las Avenidas Federico Lacroze y Álvarez Thomas, en la Ciudad de Buenos Aires. El operativo fue realizado por personas sin identificación, quienes lo golpearon, esposaron, encapucharon e introdujeron en un vehículo. Ángel fue llevado a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. En el centro clandestino de detención, tortura y exterminio fue identificado con el número 268. Posteriormente, fue secuestrada su compañera y llevada por algunas horas a la ESMA.
El 25 de marzo de 1980 Ángel fue liberado.
El testimonio de Ángel
En su declaración respondió las preguntas sobre algunos de los acusados y algunas de las víctimas. "Estoy acá", dijo, "estoy acá para reconstruir la historia, la trágica historia en la que se han cometido crímenes y se le ha dado la denominación de genocidio. Inevitablemente, uno lo compara con otros genocidios de la historia. Como ser humano, uno no quiere que se vuelva a repetir. Una de las claves es que los culpables sean condenados, sentenciados, y cumplan la condena en cárcel común, perpetua y efectiva, que digan dónde están los 30.000 desaparecidos, qué hicieron con los niños robados. Creo que todavía tienen la oportunidad de reparar parte del mal que han causado. Entiendo que hay un pacto de sangre en todo esto.
Es mucho lo que se juega. Por algo sucedió lo que le pasó a (Héctor) Febres. Uno nunca pierde la esperanza de que alguno tenga un rapto de humanidad y diga lo que pasó con los niños apropiados. Con respecto a la militancia, lo que quiero hacer es una reivindicación de la historia de los compañeros desaparecidos, que ellos estuvieron motivados a luchar por un mundo más justo, más inclusivo. De alguna manera, este testimonio es la continuidad de esta militancia de esos compañeros. Me siento orgulloso de esta militancia y de estos compañeros. Este testimonio es un reconocimiento a todo ese sacrificio que han hecho para mejorar la sociedad".
El caso de Enrique Palachi (550)
Enrique ("Bordolino"), Liliana Antuna ("La Nena", caso 552) y Juan Carlos Anzorena ("Pepe", caso 551) fueron secuestrados el 12 de agosto de 1979, aproximadamente a las 15 horas en el bar Galicia, en Avenida Pavón y Galicia, en Avellaneda, Provincia de Buenos Aires. El operativo fue realizado por doce integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2, vestidas de civil y armadas. Las víctimas fueron esposadas, encapuchadas y subidas a distintos autos, en los que fueron llevadas a un lugar desconocido, antes de ir a la ESMA.
Enrique formaba parte del "Grupo Villaflor". Él y Liliana fueron liberados el mismo 12 de agosto y Juan Carlos sigue desaparecido.
El testimonio de Enrique
Enrique amplió su declaración testimonial como sobreviviente de la ESMA. Contó que tras ser liberado, "continué con mi trabajo y mi militancia dentro de la fábrica en la que trabajaba, que era muy importante". Recordó su militancia en la fábrica y sostuvo que "se luchaba por una Patria socialista".
Próxima audiencia
El juicio continuará el martes 25 de marzo desde las 9:30 horas con más declaraciones testimoniales.
26 03 2014
TESTIMONIOS
133. "Hoy sigo militando porque sigo el camino hermoso que dejó Néstor Kirchner"
Fueron las palabras de Virginia Franco Sadi, quien permaneció en cautiverio en la ESMA tras ser secuestrada con su mamá, Marisa Sadi, quien también declaró hoy. Además, Manuel, el papá de Virginia, dio su testimonio como sobreviviente de la ESMA.
Los casos de Marisa Sadi, Virginia Inés Franco Sadi y Manuel Fernando Franco (562, 563 y 564)
Marisa, apodada "Inés", y Virginia, su hija, fueron privadas ilegalmente de la libertad el 7 de octubre de 1979, en la casa familiar, ubicada en Gascón y Sarmiento, en la Ciudad de Buenos Aires. La niña tenía un año y medio de edad cuando fue llevada con su madre a la ESMA, donde permanecieron en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida.
Manuel, apodado "Panchito", fue secuestrado el mismo día, en la vía pública, en Avenida Corrientes al 3000, en la Ciudad de Buenos Aires, mientras realizaba su trabajo como taxista. La víctima fue esposada y encapuchada dentro de un vehículo, en el cual fue llevada a la ESMA.
Marisa y su hija fueron liberadas poco tiempo después, pero siguieron sometidas al control del Grupo de Tareas 3.3.2. Manuel fue liberado en la última semana de noviembre de 1979, y fue llevado a su casa por Ricardo Miguel Cavallo.
El testimonio de Virginia
"Mi mamá tenía visitas y también la llamaban por teléfono. Cuando liberan a mi papá, le cuenta todo lo que le pasó a él, lo que vio dentro de la ESMA, el maltrato, la crueldad. También le habla de la solidaridad de los compañeros. Después de ese día mi papá bajó la persiana y no habló más del tema durante años. Me acuerdo de que me fui enterando después, la que hablaba siempre conmigo era mi mamá. En los años ´90 mi papá retoma contacto con Taty Almeida (Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora). Ese encuentro nos hace bien un poco a todos. Recién por ese entonces hay una actividad en la Facultad de Psicología, en el Centro de Estudiantes, y mi papá y mi mamá participan en la actividad. Es la primera vez que mi papá dice que sobrevivió a la ESMA: fue la primera vez que asumió en público su condición de sobreviviente", contó la testigo.
20 años son muchos
Virginia recordó que cuando "vienen los 20 años del Golpe, hay como un cambio, se hace una marcha multitudinaria por el aniversario. Hay un cambio en el inconsciente colectivo, se empezaba a notar el trabajo de los organismos de derechos humanos durante tantos años".
"Me acuerdo, con respecto a lo que recuerdo de chica, que en séptimo grado vi ´La Noche de los Lápices´. Fue como un salto a la realidad para mí, fue un punto de inflexión. Sabía cosas que nadie sabía. En el secundario empecé a formarme, de alguna manera. Era esa instancia en la que todavía no se hablaba demasiado del tema. Mi mamá me contaba historias de los compañeros. Cuando se cumplieron los 20 años mi papá y mi mamá empiezan a militar en Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, yo me sumo después, a colaborar. Ahí es donde conozco a algunos compañeros de H.I.J.O.S. Con el tiempo, me sumo a la Agrupación H.I.J.O.S., estuve un tiempo militando ahí, entiendo que mis viejos estaban contentos", relató Virginia.
"El tema del secuestro de mis padres y mío marcó el resto de mi vida. Mi militancia tiene que ver con el pedido de justicia. Para nosotros, los sobrevivientes, familiares, hijos, madres, es muy importante el hecho de que en el 2003 empezaran estos juicios para condenar a los genocidas. No sólo el hecho de los juicios, sino también que el Presidente, en nombre del Estado, pida disculpas a la sociedad por el terrorismo de Estado. Hay un cambio en la historia del país, a su vez, con la entrega de la ESMA: ya no pertenece a los militares. Néstor Kirchner la entrega al pueblo y baja los cuadros", sostuvo la testigo.
"Estoy orgullosa de la militancia de mis padres. Hoy sigo militando porque sigo el camino hermoso que dejó Néstor Kirchner. Estoy acá para ir por lo que falta", dijo Virginia al concluir su declaración testimonial.
El testimonio de Manuel
Manuel contó que é y Marisa militaban en la JUP (Juventud Universitaria Peronista) y que estudiaban en la Facultad de Psicología. Los testimonios como los de Manuel, de los sobrevivientes, son una manera de poner los ojos de la memoria en el centro del horror. Por eso, siguiendo las reglas de Casación para evitar procesos de revictimización, le preguntaron por algunos de los represores de la ESMA y por algunas de las víctimas, para precisar datos en búsqueda de justicia.
Manuel tenía 25 años de edad cuando fue llevado a la ESMA. En su declaración de hoy describió las condiciones del cautiverio dentro del centro clandestino de detención, tortura y exterminio, particularmente en la Huevera y el Sótano. También contó que fue obligado a ir a su casa para el secuestro de su compañera y su hija: "Tu mujer hizo tal cosa y tal cosa hoy, tenemos que ir a buscarla. Si entramos nosotros tenemos que ir a los tiros, salvo si vas vos adelante", le dijeron a Manuel dentro de la ESMA. "En un momento, prácticamente, voy a mi casa, abro con mis propias llaves. Mi mujer estaba durmiendo. Pensaba que yo había llegado con un amigo, hasta que se dio cuenta de que la situación era otra", recordó Manuel sobre la noche del 7 de octubre de 1979.
Relatos como pruebas
Relatar cómo fue el encierro dentro de la ESMA es volver a ese lugar con los recuerdos. Los sobrevivientes que declaran en cada audiencia de este juicio traen sus memorias y los jueces las toman como pruebas del horror. Recordar se vuelve fundamental para el Poder Judicial, porque los ojos de los testigos-sobrevivientes son los que permiten reconstruir lo que fue el aparato criminal del terrorismo de Estado.
Cada sobreviviente relata mucho más que una historia: narra la historia de nuestro país para que nunca más haya víctimas de lo mismo. Los recuerdos son herramientas fundamentales en el proceso histórico de Memoria, Verdad y Justicia que tenemos en la Argentina.
Adentro
"Fueron dos meses absolutamente muerto. Tenía una preocupación constante", recordó Manuel. "Después de un año de no tener agrupación orgánica, uno deja de estar en guardia. Una preocupación era cómo hacer para pagar la cuota del taxi. Yo les preguntaba a los represores qué día era, para pagar la cuota, y ellos pensaban que era por una cita".
Afuera
Manuel constató que Marisa fue sometida a una libertad vigilada y que cuando él fue liberado ocurrió lo mismo. A una de las personas que reconoció como parte del control es Carlos Carella, quien fue capitán de corbeta.
El testimonio de Marisa
Después de Manuel, Marisa, quien tenía 22 años cuando fue llevada a la ESMA, relató sus recuerdos del día en el que fue secuestrada con su hija Virginia: "Parado en la puerta, hacia el lado de adentro del departamento, en una actitud de custodia, había una persona que yo conocía por el nombre de ´Ramón´. Era el mozo del bar de la Facultad de Psicología. Había estudiado tres años ahí, y durante ese tiempo Ramón fue el mozo del bar viejo. La Facultad de Psicología había sido separada y estaba en Rincón e Independencia. Ramón era morocho delgado, agradable, discreto".
A Marisa la liberaron un tiempo después, al igual que a su hija. Volvió a su trabajo en la empresa Acíndar: " A los pocos días apareció un individuo con una clara actitud intimidatoria. Un día (Héctor) Febres entró al hall, así. A los pocos días, la señora que trabajaba en la casa de mi mamá me comenta que la habían levantado y llevado a dar unas cuantas vueltas". A Marisa la llevaron a la casa de su suegra para evitar que realizara alguna denuncia por su hijo.
La persecución
Marisa contó que alrededor de un mes antes de ser llevada a la ESMA era perseguida y tuvo que dejar su casa: "Abandonamos la casa con mi nena de tres meses, nos fuimos con lo puesto. Nos fuimos a la calle, porque no teníamos a dónde ir. En un ratito dejamos la casa, que era una casa armada. A los pocos días de irme de casa, caminando a contramano, durmiendo en trenes, en la zona de Once, en hoteles. Contamos con la ayuda de un compañero y su mujer, pero también era insuficiente. En un solo hotel nos recibieron con la nena", recordó. "Toda esta situación para mí es el principio del calvario. No empieza con el secuestro, si bien es un punto culminante. Los efectos de esto empiezan ahí, en no saber a dónde vamos a ir, qué va a pasar. Esa angustia yo creo que a mí no se me fue nunca y empezó ahí, no en el secuestro".
El miedo
Marisa habló sobre el miedo, que persistió aún recuperada la democracia. Pasó un tiempo hasta que pudo animarse a tratar de superarlo: "Hubo dos situaciones que me influyeron. El contacto con Madres Línea Fundadora, en particular con Taty Almeida, y en lo personal, yo tenía una amiga escritora, se había propuesto escribir un libro de cuentos, mezclando ficción con realidad. Empecé a sacar para afuera lo que estaba pasando y después escribí. Mi forma de reparar fue reconstruir la historia".
Próxima audiencia
El juicio continuará el jueves 27 de marzo desde las 9:30 horas con más declaraciones testimoniales.
Marisa, apodada "Inés", y Virginia, su hija, fueron privadas ilegalmente de la libertad el 7 de octubre de 1979, en la casa familiar, ubicada en Gascón y Sarmiento, en la Ciudad de Buenos Aires. La niña tenía un año y medio de edad cuando fue llevada con su madre a la ESMA, donde permanecieron en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida.
Manuel, apodado "Panchito", fue secuestrado el mismo día, en la vía pública, en Avenida Corrientes al 3000, en la Ciudad de Buenos Aires, mientras realizaba su trabajo como taxista. La víctima fue esposada y encapuchada dentro de un vehículo, en el cual fue llevada a la ESMA.
Marisa y su hija fueron liberadas poco tiempo después, pero siguieron sometidas al control del Grupo de Tareas 3.3.2. Manuel fue liberado en la última semana de noviembre de 1979, y fue llevado a su casa por Ricardo Miguel Cavallo.
El testimonio de Virginia
"Mi mamá tenía visitas y también la llamaban por teléfono. Cuando liberan a mi papá, le cuenta todo lo que le pasó a él, lo que vio dentro de la ESMA, el maltrato, la crueldad. También le habla de la solidaridad de los compañeros. Después de ese día mi papá bajó la persiana y no habló más del tema durante años. Me acuerdo de que me fui enterando después, la que hablaba siempre conmigo era mi mamá. En los años ´90 mi papá retoma contacto con Taty Almeida (Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora). Ese encuentro nos hace bien un poco a todos. Recién por ese entonces hay una actividad en la Facultad de Psicología, en el Centro de Estudiantes, y mi papá y mi mamá participan en la actividad. Es la primera vez que mi papá dice que sobrevivió a la ESMA: fue la primera vez que asumió en público su condición de sobreviviente", contó la testigo.
20 años son muchos
Virginia recordó que cuando "vienen los 20 años del Golpe, hay como un cambio, se hace una marcha multitudinaria por el aniversario. Hay un cambio en el inconsciente colectivo, se empezaba a notar el trabajo de los organismos de derechos humanos durante tantos años".
"Me acuerdo, con respecto a lo que recuerdo de chica, que en séptimo grado vi ´La Noche de los Lápices´. Fue como un salto a la realidad para mí, fue un punto de inflexión. Sabía cosas que nadie sabía. En el secundario empecé a formarme, de alguna manera. Era esa instancia en la que todavía no se hablaba demasiado del tema. Mi mamá me contaba historias de los compañeros. Cuando se cumplieron los 20 años mi papá y mi mamá empiezan a militar en Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, yo me sumo después, a colaborar. Ahí es donde conozco a algunos compañeros de H.I.J.O.S. Con el tiempo, me sumo a la Agrupación H.I.J.O.S., estuve un tiempo militando ahí, entiendo que mis viejos estaban contentos", relató Virginia.
"El tema del secuestro de mis padres y mío marcó el resto de mi vida. Mi militancia tiene que ver con el pedido de justicia. Para nosotros, los sobrevivientes, familiares, hijos, madres, es muy importante el hecho de que en el 2003 empezaran estos juicios para condenar a los genocidas. No sólo el hecho de los juicios, sino también que el Presidente, en nombre del Estado, pida disculpas a la sociedad por el terrorismo de Estado. Hay un cambio en la historia del país, a su vez, con la entrega de la ESMA: ya no pertenece a los militares. Néstor Kirchner la entrega al pueblo y baja los cuadros", sostuvo la testigo.
"Estoy orgullosa de la militancia de mis padres. Hoy sigo militando porque sigo el camino hermoso que dejó Néstor Kirchner. Estoy acá para ir por lo que falta", dijo Virginia al concluir su declaración testimonial.
El testimonio de Manuel
Manuel contó que é y Marisa militaban en la JUP (Juventud Universitaria Peronista) y que estudiaban en la Facultad de Psicología. Los testimonios como los de Manuel, de los sobrevivientes, son una manera de poner los ojos de la memoria en el centro del horror. Por eso, siguiendo las reglas de Casación para evitar procesos de revictimización, le preguntaron por algunos de los represores de la ESMA y por algunas de las víctimas, para precisar datos en búsqueda de justicia.
Manuel tenía 25 años de edad cuando fue llevado a la ESMA. En su declaración de hoy describió las condiciones del cautiverio dentro del centro clandestino de detención, tortura y exterminio, particularmente en la Huevera y el Sótano. También contó que fue obligado a ir a su casa para el secuestro de su compañera y su hija: "Tu mujer hizo tal cosa y tal cosa hoy, tenemos que ir a buscarla. Si entramos nosotros tenemos que ir a los tiros, salvo si vas vos adelante", le dijeron a Manuel dentro de la ESMA. "En un momento, prácticamente, voy a mi casa, abro con mis propias llaves. Mi mujer estaba durmiendo. Pensaba que yo había llegado con un amigo, hasta que se dio cuenta de que la situación era otra", recordó Manuel sobre la noche del 7 de octubre de 1979.
Relatos como pruebas
Relatar cómo fue el encierro dentro de la ESMA es volver a ese lugar con los recuerdos. Los sobrevivientes que declaran en cada audiencia de este juicio traen sus memorias y los jueces las toman como pruebas del horror. Recordar se vuelve fundamental para el Poder Judicial, porque los ojos de los testigos-sobrevivientes son los que permiten reconstruir lo que fue el aparato criminal del terrorismo de Estado.
Cada sobreviviente relata mucho más que una historia: narra la historia de nuestro país para que nunca más haya víctimas de lo mismo. Los recuerdos son herramientas fundamentales en el proceso histórico de Memoria, Verdad y Justicia que tenemos en la Argentina.
Adentro
"Fueron dos meses absolutamente muerto. Tenía una preocupación constante", recordó Manuel. "Después de un año de no tener agrupación orgánica, uno deja de estar en guardia. Una preocupación era cómo hacer para pagar la cuota del taxi. Yo les preguntaba a los represores qué día era, para pagar la cuota, y ellos pensaban que era por una cita".
Afuera
Manuel constató que Marisa fue sometida a una libertad vigilada y que cuando él fue liberado ocurrió lo mismo. A una de las personas que reconoció como parte del control es Carlos Carella, quien fue capitán de corbeta.
El testimonio de Marisa
Después de Manuel, Marisa, quien tenía 22 años cuando fue llevada a la ESMA, relató sus recuerdos del día en el que fue secuestrada con su hija Virginia: "Parado en la puerta, hacia el lado de adentro del departamento, en una actitud de custodia, había una persona que yo conocía por el nombre de ´Ramón´. Era el mozo del bar de la Facultad de Psicología. Había estudiado tres años ahí, y durante ese tiempo Ramón fue el mozo del bar viejo. La Facultad de Psicología había sido separada y estaba en Rincón e Independencia. Ramón era morocho delgado, agradable, discreto".
A Marisa la liberaron un tiempo después, al igual que a su hija. Volvió a su trabajo en la empresa Acíndar: " A los pocos días apareció un individuo con una clara actitud intimidatoria. Un día (Héctor) Febres entró al hall, así. A los pocos días, la señora que trabajaba en la casa de mi mamá me comenta que la habían levantado y llevado a dar unas cuantas vueltas". A Marisa la llevaron a la casa de su suegra para evitar que realizara alguna denuncia por su hijo.
La persecución
Marisa contó que alrededor de un mes antes de ser llevada a la ESMA era perseguida y tuvo que dejar su casa: "Abandonamos la casa con mi nena de tres meses, nos fuimos con lo puesto. Nos fuimos a la calle, porque no teníamos a dónde ir. En un ratito dejamos la casa, que era una casa armada. A los pocos días de irme de casa, caminando a contramano, durmiendo en trenes, en la zona de Once, en hoteles. Contamos con la ayuda de un compañero y su mujer, pero también era insuficiente. En un solo hotel nos recibieron con la nena", recordó. "Toda esta situación para mí es el principio del calvario. No empieza con el secuestro, si bien es un punto culminante. Los efectos de esto empiezan ahí, en no saber a dónde vamos a ir, qué va a pasar. Esa angustia yo creo que a mí no se me fue nunca y empezó ahí, no en el secuestro".
El miedo
Marisa habló sobre el miedo, que persistió aún recuperada la democracia. Pasó un tiempo hasta que pudo animarse a tratar de superarlo: "Hubo dos situaciones que me influyeron. El contacto con Madres Línea Fundadora, en particular con Taty Almeida, y en lo personal, yo tenía una amiga escritora, se había propuesto escribir un libro de cuentos, mezclando ficción con realidad. Empecé a sacar para afuera lo que estaba pasando y después escribí. Mi forma de reparar fue reconstruir la historia".
Próxima audiencia
El juicio continuará el jueves 27 de marzo desde las 9:30 horas con más declaraciones testimoniales.
27 03 2014
TESTIMONIOS
134. "No sé si amo a la vida porque es maravillosa, o si la vida es maravillosa porque yo la amo"
Ragnar Hagelin, el padre de Dagmar, contó que su hija le escribió ese mensaje a su mamá, antes de ser secuestrada y llevada a la ESMA, con 17 años de edad. En la audiencia de hoy también declararon las sobrevivientes Bettina Ruth Ehrenhaus y Lucía Deón.
El caso de Dagmar Ingrid Hagelin (212)
Tenía 17 años de edad. El 27 de enero de 1977, alrededor de las 8:30 horas, fue privada ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley. El operativo se produjo en la calle, cuando Dagmar se dirigía a la casa de Norma Susana Burgos, en El Palomar, Provincia de Buenos Aires.
Dagmar intentó escapar, por eso salió corriendo. Cuando había alcanzado más de 30 metros de distancia de sus captores, Alfredo Astiz apoyó una de sus rodillas, extrajo su arma reglamentaria y le disparó a Dagmar, con el fin de matarla. El disparo le provocó a la víctima una herida en la cabeza, que le produjo una caída sobre el piso, sobre la calle Pampa. Los demás miembros del operativo también le dispararon. Luego, mediante el uso de violencia y armas de fuego, se apoderaron del automóvil marca Chevrolet, patente C868838, propiedad de Jorge Oscar Eles, quien estaba cerca del lugar.
Dagmar fue introducida en el baúl de ese auto, gravemente herida. Fue llevada a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Tiempo después, fue "trasladada" y sigue desaparecida.
El testimonio de Ragnar Hagelin, padre de Dagmar
A través de la modalidad de videoconferencia, el testigo contó que concurrió a la embajada sueca, a fin de obtener ayuda: "Salió una persona con un revólver y me lo puso en la sien. Me dijo: `¿Qué hace usted acá?´ Yo le dije: ´Soy ciudadano sueco y quiero hablar con el embajador´. Me dijo que no estaba, que volviera al día siguiente a las 9 de la mañana".
El embajador sueco
"Lo primero que hizo fue llamar a la comisaría de El Palomar. Le volvieron a reiterar que era zona liberada y que habían actuado los militares. El embajador dijo `muchas gracias´ y llamó a la comisaría de Morón. Le dijeron que yo había estado ahí y que ellos habían tenido la orden de liberar la zona. El embajador llamó a la ESMA. Lo atendió un capitán. Dijo: ´Soy el embajador sueco, nosotros sabemos que Dagmar Hagelin está arrestada en ese lugar´. El señor no le contestó. Al no contestarle, se comunicó con el Ministerio de Relaciones Exteriores. Dijo que Dagmar estaba presa en la ESMA y que tenía amparo diplomático del gobierno (sueco). Empezaron las búsquedas, idas y venidas buscando apoyo. Siempre decían las mismas cosas y las mismas mentiras", relató Ragnar.
Estados Unidos
"En julio de ese año, un almirante sueco se movilizó hasta Washington. Pidió una entrevista con el almirante Mendía. Cuando lo entrevistó le dijo todo lo que sucedía y dijo que el gobierno no iba a abandonar el caso. Mendía le contestó que viajaría a Buenos Aires. Dos semanas después Mendía lo fue a ver y le dijo: `Esta chica estaba implicada con el grupo Montoneros. Si fuera uno de mis cinco hijos, la daría por muerta".
La blusa
A través de testimonios de sobrevivientes, Ragnar confirmó que su hija estuvo en la ESMA. Una de esas personas es Norma Susana Burgos (caso 211), quien le dijo: "Yo rescaté la blusa que llevaba su hija cuando corría, se la voy a llevar". Y así fue: "Cuando viene a Estocolmo, abre su cartera y me entrega la blusa. Era la blusa con la que corría mi hija, se la había comprado unos días antes. Norma Burgos dijo: `Es la prueba más evidente de que estuvo en la ESMA´", relató Ragnar.
Ragnar mostró una foto de Dagmar: "Mire, ésta es la foto de mi hija. Le quiero mostrar una cosa: estos son los dos últimos regalos que me hizo mi hija. Ella le escribió una carta a mi esposa en la Navidad del ´76, con una nota en la que decía: `No sé si amo a la vida porque es maravillosa, o si la vida es maravillosa porque yo la amo´".
"Tengo que agradecer a todas las instituciones y organismos que me ayudaron en la búsqueda de mi hija, empezando por las autoridades suecas. A todos los organismos de derechos humanos, tanto argentinos como suecos, a ellos mi agradecimiento total. Tengo que nombrar a dos, particularmente. Uno es el CELS, que inició la causa por mi hija cuando yo estaba en el exilio con mi familia. El otro es el Dr. Zamora, quien jamás bajó la guardia y gracias a él hemos llegado a esta instancia. Me dirijo a Astiz y Acosta, si están ahí.
Les voy a dar el mensaje. Cuando el contraalmirante Alara lo visitó a Acosta, él le respondió con un puñetazo en la mesa que ninguna presión internacional le iba a doblar el codo. La sociedad argentina no sólo le dobló el codo, sino el brazo entero, la cintura y el genocidio que comentó. A Astiz: era muy valiente para actuar con inocentes sin defensas. Cuando le llegó el momento de defender al país en las islas se cagó", dijo Ragnar. Para concluir sostuvo: "Quiero agradecerles a ustedes que están haciendo justicia después de tantos años que no la tuvimos".
El caso de Bettina Ruth Ehrenhaus (543)
El 5 de agosto de 1979 alrededor de las 18 horas "Tina" fue privada ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas la ley, con su novio Pablo Lepiscopo (caso 542). El 7 de agosto de ese año Bettina fue liberada, pero Pablo sigue desaparecido.
El testimonio de Bettina
Tenía 20 años de edad cuando fue llevada a la ESMA. Era estudiante del ISER, de la Carrera de Técnica de Grabación.
"Me acuerdo que en el baño me dijeron `ahora te vamos a soltar´. Pregunté si a Pablo también y me dijeron que para eso tenía que reconocer a los militantes en los registros de la Universidad del Salvador. Ellos tenían los registros con nombres y fotos. Me pregunto cómo llegaron esos registros a la ESMA", declaró la testigo.
Luego relató que una vez liberada, inició la búsqueda de Pablo en la embajada alemana y el Episcopado de Brasil: "Todas las madres contaban que dentro de la embajada alemana había un responsable del Ejército que las recibía, era el Mayor Peirano, quien trabajaba en Inteligencia del Ejército".
"Los acusados tienen la oportunidad que nosotros no tuvimos. Lo que les pedimos, ya que sabemos que tienen toda la información, es saber el destino de nuestros seres queridos: qué es exactamente lo que les hicieron y dónde están", sostuvo Bettina al finalizar.
El caso de Lucía Deón (532)
“Laura” militaba en Montoneros, era operaria en un empresa textil y tenía 28 años de edad cuando la secuestraron y llevaron a los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio “El Atlético”, “El Banco” y “El Olimpo” (circuito represivo ABO), y al “Pozo Malvinas (la División de Cuatrerismo de Quilmes). El 26 de marzo de 1979 fue llevada por Roberto Oscar González del Olimpo a la ESMA, con otros detenidos-desaparecidos.
Lucía permaneció en cautiverio en la ESMA bajo condiciones inhumanas de vida y fue liberada a mediados de 1981.
El testimonio de Lucía
“Iba a ver a una persona. Me senté en el bar, me resistí mucho. La gente empezó a levantarse e irse, hasta que lograron ponerme en un auto, creo que Falcon. Estaba, entre otros, alguien a quien le decían `Alacrán´. Lo mordí. Me llevaron al Olimpo. Ahí me torturaron con picana eléctrica. En un momento se cortó la luz y me golpearon con una cadena y otros elementos. Hasta el año 80 tuve marcas considerables por esos golpes”, relató la sobreviviente.
Luego, Lucía contó que cuando cerraron el Olimpo fue llevada a Quilmes con otras personas: “La única mujer era yo. Estaba alguien que era arquitecto, le decían `El Viejo´. Estaban `Tito´; Néstor, a quien le decíamos `Mogo´; Jorge Vázquez, que era médico; Daniel, que le decían `Andrés´, era fotógrafo; uno que era abogado, que era Osvaldo Acosta; Cristiani; `El Tano´. Creo que nombré a todos”. También contó que en el traslado dos compañeros lograron fugarse: Cristiani y “El Tano”.
La Isla
“A fines de 1979, cuando vino la Comisión de Derechos Humanos (CIDH) a la Argentina, nos trasladaron a la Isla. El `traslado´ era una palabra nada feliz. Nos llevaron en lancha con D´Imperio, a quien le decían `Abdala´. Era primavera, casi verano. Ahí estuvimos como dos meses. Cuando volvimos (a la ESMA) estaba todo cambiado”, recordó Lucía.
Próxima audiencia
El juicio continuará el lunes 31 de marzo desde las 9:30 horas con más declaraciones testimoniales.
Tenía 17 años de edad. El 27 de enero de 1977, alrededor de las 8:30 horas, fue privada ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley. El operativo se produjo en la calle, cuando Dagmar se dirigía a la casa de Norma Susana Burgos, en El Palomar, Provincia de Buenos Aires.
Dagmar intentó escapar, por eso salió corriendo. Cuando había alcanzado más de 30 metros de distancia de sus captores, Alfredo Astiz apoyó una de sus rodillas, extrajo su arma reglamentaria y le disparó a Dagmar, con el fin de matarla. El disparo le provocó a la víctima una herida en la cabeza, que le produjo una caída sobre el piso, sobre la calle Pampa. Los demás miembros del operativo también le dispararon. Luego, mediante el uso de violencia y armas de fuego, se apoderaron del automóvil marca Chevrolet, patente C868838, propiedad de Jorge Oscar Eles, quien estaba cerca del lugar.
Dagmar fue introducida en el baúl de ese auto, gravemente herida. Fue llevada a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Tiempo después, fue "trasladada" y sigue desaparecida.
El testimonio de Ragnar Hagelin, padre de Dagmar
A través de la modalidad de videoconferencia, el testigo contó que concurrió a la embajada sueca, a fin de obtener ayuda: "Salió una persona con un revólver y me lo puso en la sien. Me dijo: `¿Qué hace usted acá?´ Yo le dije: ´Soy ciudadano sueco y quiero hablar con el embajador´. Me dijo que no estaba, que volviera al día siguiente a las 9 de la mañana".
El embajador sueco
"Lo primero que hizo fue llamar a la comisaría de El Palomar. Le volvieron a reiterar que era zona liberada y que habían actuado los militares. El embajador dijo `muchas gracias´ y llamó a la comisaría de Morón. Le dijeron que yo había estado ahí y que ellos habían tenido la orden de liberar la zona. El embajador llamó a la ESMA. Lo atendió un capitán. Dijo: ´Soy el embajador sueco, nosotros sabemos que Dagmar Hagelin está arrestada en ese lugar´. El señor no le contestó. Al no contestarle, se comunicó con el Ministerio de Relaciones Exteriores. Dijo que Dagmar estaba presa en la ESMA y que tenía amparo diplomático del gobierno (sueco). Empezaron las búsquedas, idas y venidas buscando apoyo. Siempre decían las mismas cosas y las mismas mentiras", relató Ragnar.
Estados Unidos
"En julio de ese año, un almirante sueco se movilizó hasta Washington. Pidió una entrevista con el almirante Mendía. Cuando lo entrevistó le dijo todo lo que sucedía y dijo que el gobierno no iba a abandonar el caso. Mendía le contestó que viajaría a Buenos Aires. Dos semanas después Mendía lo fue a ver y le dijo: `Esta chica estaba implicada con el grupo Montoneros. Si fuera uno de mis cinco hijos, la daría por muerta".
La blusa
A través de testimonios de sobrevivientes, Ragnar confirmó que su hija estuvo en la ESMA. Una de esas personas es Norma Susana Burgos (caso 211), quien le dijo: "Yo rescaté la blusa que llevaba su hija cuando corría, se la voy a llevar". Y así fue: "Cuando viene a Estocolmo, abre su cartera y me entrega la blusa. Era la blusa con la que corría mi hija, se la había comprado unos días antes. Norma Burgos dijo: `Es la prueba más evidente de que estuvo en la ESMA´", relató Ragnar.
Ragnar mostró una foto de Dagmar: "Mire, ésta es la foto de mi hija. Le quiero mostrar una cosa: estos son los dos últimos regalos que me hizo mi hija. Ella le escribió una carta a mi esposa en la Navidad del ´76, con una nota en la que decía: `No sé si amo a la vida porque es maravillosa, o si la vida es maravillosa porque yo la amo´".
"Tengo que agradecer a todas las instituciones y organismos que me ayudaron en la búsqueda de mi hija, empezando por las autoridades suecas. A todos los organismos de derechos humanos, tanto argentinos como suecos, a ellos mi agradecimiento total. Tengo que nombrar a dos, particularmente. Uno es el CELS, que inició la causa por mi hija cuando yo estaba en el exilio con mi familia. El otro es el Dr. Zamora, quien jamás bajó la guardia y gracias a él hemos llegado a esta instancia. Me dirijo a Astiz y Acosta, si están ahí.
Les voy a dar el mensaje. Cuando el contraalmirante Alara lo visitó a Acosta, él le respondió con un puñetazo en la mesa que ninguna presión internacional le iba a doblar el codo. La sociedad argentina no sólo le dobló el codo, sino el brazo entero, la cintura y el genocidio que comentó. A Astiz: era muy valiente para actuar con inocentes sin defensas. Cuando le llegó el momento de defender al país en las islas se cagó", dijo Ragnar. Para concluir sostuvo: "Quiero agradecerles a ustedes que están haciendo justicia después de tantos años que no la tuvimos".
El caso de Bettina Ruth Ehrenhaus (543)
El 5 de agosto de 1979 alrededor de las 18 horas "Tina" fue privada ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas la ley, con su novio Pablo Lepiscopo (caso 542). El 7 de agosto de ese año Bettina fue liberada, pero Pablo sigue desaparecido.
El testimonio de Bettina
Tenía 20 años de edad cuando fue llevada a la ESMA. Era estudiante del ISER, de la Carrera de Técnica de Grabación.
"Me acuerdo que en el baño me dijeron `ahora te vamos a soltar´. Pregunté si a Pablo también y me dijeron que para eso tenía que reconocer a los militantes en los registros de la Universidad del Salvador. Ellos tenían los registros con nombres y fotos. Me pregunto cómo llegaron esos registros a la ESMA", declaró la testigo.
Luego relató que una vez liberada, inició la búsqueda de Pablo en la embajada alemana y el Episcopado de Brasil: "Todas las madres contaban que dentro de la embajada alemana había un responsable del Ejército que las recibía, era el Mayor Peirano, quien trabajaba en Inteligencia del Ejército".
"Los acusados tienen la oportunidad que nosotros no tuvimos. Lo que les pedimos, ya que sabemos que tienen toda la información, es saber el destino de nuestros seres queridos: qué es exactamente lo que les hicieron y dónde están", sostuvo Bettina al finalizar.
El caso de Lucía Deón (532)
“Laura” militaba en Montoneros, era operaria en un empresa textil y tenía 28 años de edad cuando la secuestraron y llevaron a los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio “El Atlético”, “El Banco” y “El Olimpo” (circuito represivo ABO), y al “Pozo Malvinas (la División de Cuatrerismo de Quilmes). El 26 de marzo de 1979 fue llevada por Roberto Oscar González del Olimpo a la ESMA, con otros detenidos-desaparecidos.
Lucía permaneció en cautiverio en la ESMA bajo condiciones inhumanas de vida y fue liberada a mediados de 1981.
El testimonio de Lucía
“Iba a ver a una persona. Me senté en el bar, me resistí mucho. La gente empezó a levantarse e irse, hasta que lograron ponerme en un auto, creo que Falcon. Estaba, entre otros, alguien a quien le decían `Alacrán´. Lo mordí. Me llevaron al Olimpo. Ahí me torturaron con picana eléctrica. En un momento se cortó la luz y me golpearon con una cadena y otros elementos. Hasta el año 80 tuve marcas considerables por esos golpes”, relató la sobreviviente.
Luego, Lucía contó que cuando cerraron el Olimpo fue llevada a Quilmes con otras personas: “La única mujer era yo. Estaba alguien que era arquitecto, le decían `El Viejo´. Estaban `Tito´; Néstor, a quien le decíamos `Mogo´; Jorge Vázquez, que era médico; Daniel, que le decían `Andrés´, era fotógrafo; uno que era abogado, que era Osvaldo Acosta; Cristiani; `El Tano´. Creo que nombré a todos”. También contó que en el traslado dos compañeros lograron fugarse: Cristiani y “El Tano”.
La Isla
“A fines de 1979, cuando vino la Comisión de Derechos Humanos (CIDH) a la Argentina, nos trasladaron a la Isla. El `traslado´ era una palabra nada feliz. Nos llevaron en lancha con D´Imperio, a quien le decían `Abdala´. Era primavera, casi verano. Ahí estuvimos como dos meses. Cuando volvimos (a la ESMA) estaba todo cambiado”, recordó Lucía.
Próxima audiencia
El juicio continuará el lunes 31 de marzo desde las 9:30 horas con más declaraciones testimoniales.
31 03 2014
TESTIMONIOS
135. Un vestido, 34 años después
Alicia Ruszkowski de Pecoraro llevó el vestido que le dio Josefina Villaflor en un baño de la ESMA. Además, dieron testimonio Alejandro Firpo, Ana Testa y Horacio Peralta, sobrevivientes del centro clandestino de detención, tortura y exterminio.
El caso de Alejandro Daniel Firpo (492)
"Rata" fue privado ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley el 20 de noviembre de 1978 en las inmediaciones de las Avenidas Juan B. Alberdi y Chile, en la Ciudad de Buenos Aires. El operativo fue realizado por integrantes del Grupo de tareas 3.3.2, quienes lo llevaron a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida, hasta ser liberado el 12 de febrero de 1980.
El testimonio de Alejandro
Alejandro contó que fue sacado de la ESMA con el objetivo de identificar su vivienda para secuestrar también a su compañera, pero que logró despistar a los captores. Al regresarlo a la ESMA, Alejandro contó que fue golpeado y torturado con corriente eléctrica. Por el "Gordo Daniel" y "Fragote": "el ´Gordo Daniel´ sólo me preguntaba por mi compañera", contó el testigo. "No me acuerdo qué les digo, pero me sacan de la cama, me visten, abren la puerta, me levantan la capucha y me muestran al ´Petiso Daniel´. El ´Gordo Daniel´ me deja acercarme. No sé si nos abrazamos, pero nos ponemos a llorar", recordó.
"Me sacan de ahí y me sientan en una mesita con el comisario Gonzalo y me piden que escriba mi historia. Tenía esposas, las manos hinchadas, era un pibe joven de 21 años. Después de estar ahí en el Sótano, me llevan a Capucha. Había bastante gente, como 20 personas. Me asignan el número 257 ó 258, me acuestan al lado de un chico de 15 años y me di cuenta de que no iba a salir con vida", relató Alejandro.
El sobreviviente también mencionó que su peso habitual siempre fue de alrededor de 100 kilos y que "cuando terminé el proceso de Capucha creo que pesaba 60".
La madre
"Tengo un papel acá. Voy a ir un poquito más atrás de 1978, a 1977. En esa época yo militaba en el Movimiento Inquilina Peronista. Vivía en Liniers con mi mamá. Uno de los compañeros desaparece, no tenemos más contacto, entonces levanto la casa. Mi mamá vuelve a la casa después de dos días, la casa estaba totalmente rota. Después de ahí no tenemos más noticias de mi mamá, hasta que yo me entero de que la habían encontrado muerte el día en el que nació mi hijo, el 3 de abril de 1978. La encuentran muerta en una zanja de Del Viso. Les voy a dar los papeles: me gustaría que eso se investigue. Nunca hicimos la denuncia. Estuvo desaparecida y enterrada como NN por un tiempo", contó Alejandro sobre su madre, Elba Irma Monte Firpo.
Alejandro contó que se fue del país del 23 de mayo de 1983 y no volvió hasta el año 2004. "He vivido en el horror. Yo tengo esta tristeza, también tengo la alegría de haber conocido gente como Madres de Plaza de Mayo y mis compañeros. Una cosa que quiero mencionar es sobre el Día de la Memoria, con los jóvenes en la Plaza, con ganas de vivir, que gritaban por los 30.000 desaparecidos presentes, ahora y siempre", dijo Alejandro al concluir su declaración testimonial.
El caso de Alicia Ruszkowski de Pecoraro (578)
La "Polaca" militaba en la JUP (Juventud Universitaria Peronista), tenía 32 años de edad y fue privada ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley el 19 de diciembre de 1979 a las 5:00 horas, en su domicilio en Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires. El operativo fue realizado por ocho hombres armados vestidos de civil, quienes la esposaron, encapucharon, engrillaron e introdujeron en un vehículo Ford Falcon. Luego, la víctima fue llevada a un lugar desconocido, donde fue golpeada e interrogada. En ese contexto, le sustrajeron su alianza, una pequeña cruz de oro y su reloj. Posteriormente, la volvieron a llevar a su casa, donde robaron 8.000 dólares, a fuerza de golpes.
Cinco horas más tarde, Alicia fue llevada a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. A fines de enero de 1980 fue trasladada a Mar del Plata por dos días para ver a su madre, y luego fue devuelta a la ESMA.
El 3 de marzo de 1980 Alicia fue liberada, pero siguió siendo controlada en forma permanente.
El testimonio de Alicia
Al comenzar recordó que su compañero, Enrique Carlos Pecoraro, fue asesinado por un grupo del Ejército. "El 19 a la mañana hay un gran operativo, me despierto con una itaka en la cabeza", relató Alicia, madre de tres hijos: Ana de 5 años, Esteban de 3 y Laura de 1. "Es como que cuando lo cuento, aunque pasaron muchos años, las sensaciones se vuelven a repetir", sostuvo Alicia al narrar su secuestro.
Alicia fue llevada a un lugar que era "un chalet. Yo vivo cerca de la casa de mis padres (donde vivía en aquel momento). Apareció una casa a 10 cuadras, que parecía ser una casa operativa. Entré, cerré los ojos e intenté recordar". Luego, contó que volvió a ser llevada en un automóvil: "Por conversaciones que escuchaba, el que manejaba era un marino que se llamaba Raúl Marino, condenado en el 2013 a perpetua. Era el jefe de la Base Naval y el coronel Caridi era del grupo de Artillería del Área 601".
"El que estaba al lado mío leía ´Mi lucha´, de Hitler. Tardamos más o menos cinco horas. Intuí que llegamos a Buenos Aires por el ruido del tránsito. Llegamos a un playón de estacionamiento. No sabía dónde estaba. Los autos hicieron como un salto, había como una cadena. El trato era muy violento todo el tiempo. Yo estaba encapuchada y con grilletes. Me suben a un lugar, que eran compartimientos, cubículos; era Capucha. Permanezco varios días tirada en el piso. Escucho voces de compañeros. Me sacan permanentemente para hacerme interrogatorios. Ahí me enfrento a uno de los torturadores más siniestros de la ESMA, que es Donda Tigel, ´Jerónimo´, era el que comandaba el interrogatorio", relató la sobreviviente.
"Me encerraron en una piecita durante tres días sin dormir, con luz artificial. Me obligaban a escribir todo el tiempo. Me preguntaban por Enrique. Yo les dije que no sabía nada de él. A los 4 ó 5 días me preguntaron si sabía dónde estaba: ´Vos estás en la ESMA´, me dijo Donda Tigel", dijo Alicia.
Robarse todo
"Van con grandes camiones de mudanza y se llevan todo, arrancan el botiquín del baño, se llevan las puertas. Ellos me presionaban para les diera la escritura de la casa. Se quedaban con todos los bienes de las personas que secuestraban. Yo no volví más a la casa, mi hermano me ayudó a reconstruirla para venderla", denunció Alicia.
Promesa y un vestido
"En el baño me encontré en dos o tres oportunidades con Elsa Martínez. Vengo a declarar acá, con la promesa que le hice. Estaban Elsa y Josefina (Villaflor). Les traje algo que conservé durante 34 años. Yo no tenía ropa y en esta solidaridad tan grande de estas compañeras, Josefina me pasa un vestidito. Es el vestidito de Josefina Villaflor, tal vez alguien de la familia lo quiera. Esta cruz me la dio Elsa Martínez, la traje conmigo porque ella está conmigo en este momento. En el baño ella sabía que se iba a morir. Habían matado a Raimundo Villaflor, lo destrozan a garrotazos. Elsa me mira y me dice: ´Acordate, yo soy Elsa Martínez. Si salís acordate de decir que nosotros estuvimos acá adentro. A todos ellos los matan", narró Alicia.
Guerra
"En esta guerra no podemos ser piadosos", recordó Alicia que fueron las palabras de Donda. "Yo no fui piadoso con mi hermano, que fue Monto (por Montoneros), ni con mi cuñada, que estuvo en la ESMA, porque o ganamos nosotros o ganan ustedes".
Alicia siguió relatando su tiempo de cautiverio dentro del centro clandestino de detención, tortura y exterminio ESMA y dijo: "Me hace mucho bien decir esto acá. Si mi testimonio puede aportar para la causa, bienvenido sea. Sigo de pie, sigo entera y agradeciendo estar viva".
"Para mí fue muy importante hacer esta declaración, es como un tapón que le sale a uno del alma. Ellos fueron ejecutores materiales, acá faltan dos patas más que hay que investigar, porque la historia horrorosa de la dictadura no se pudo develar: la pata civil y la eclesiástica. Esas tres patas fueron un solo conjunto. Fue un proceso muy duro: la dictadura desmanteló el país. Quiero agradecerle a mi familia, porque mis tres hijos fueron los que me permitieron salir adelante. Siento un alivio inmenso", sostuvo Alicia al concluir.
El caso de Ana María Testa (570)
El 13 de noviembre de 1976 alrededor de las 9:30 horas fue privada ilegalmente de su libertad cuando estaba en la peluquería en la Ciudad de Buenos Aires. El operativo fue realizado por un grupo de personas vestidas de civil, quienes le sacaron a su hija de los brazos. Ana fue esposada, encapuchada e introducida en un vehículo particular. La niña luego fue entregada a su abuela.
Ana fue llevada a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. En varias oportunidades, Ana fue trasladada a la casa de sus padres, en San Jorge, Provincia de Santa Fe. Entre los captores que la llevaban estaban Juan Antonio Azic y Ricardo Miguel Cavallo. A Rubén Testa, padre de Ana, le dijeron que para que su hija recuperara la libertad debía entregar un campo de su propiedad.
El 25 de marzo de 1980 Ana fue liberada y quedó bajo un régimen de libertad vigilada, que se extendió hasta el 1º de julio de 1983.
El testimonio de Ana
Ana amplió su testimonio, en el marco de las reglas sugeridas por Casación para evitar instancias de revictimización. En este contexto, la sobreviviente contó sobre su secuestro: "Era una mañana casi de verano, en noviembre. Había muchos coches alrededor, los que entraron eran Peyón y Donda. Yo estaba en una peluquería, había llevado a cortarle el flequillo a mi hija. Salgo con la nena a upa".
"Ojalá ustedes puedan ser justos, porque son los jueces. Yo tuve el privilegio de la vida y eso es impresionante. Todos estos compañeros se quedaron ahí, los masacraron, los torturaron. Cavallo se va a ir a la tumba sin decirme cómo supo que a mi marido lo llevaron a Campo de Mayo. Mi hija va a cumplir 38 años en abril. Sería algo de mucha paz para nosotros que me diga esto. Les deseo que puedan ser justos con las condenas, creo que es una necesidad reparadora para nosotros y para todos los que no están".
El caso de Horacio Edgardo Peralta (650)
Fue privado ilegalmente de su libertad el 25 de abril de 1976 y llevado a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida hasta ser liberado.
El testimonio de Horacio
Horacio, quien militaba en la JTP de actores y tenía 23 años de edad cuando fue llevado a la ESMA, también amplió su testimonio, en el marco de las reglas sugeridas por Casación para evitar instancias de revictimización.
El sobreviviente recordó los hechos de los que fue víctima en la última dictadura cívico-militar: "Al que mejor recuerdo es a Carlos Sangiorgio. Estaba a mi izquierda, tuvimos varias conversaciones. Estaba malherido en la cabeza, sufría mucho, le faltaba un pedazo de cabeza. Me dijo que su padre era el dueño de la librería Mercurio. Me pidió que si salía fuera a ver sus padres. Estaba muy angustiado. Yo supe mucho tiempo después quién era, cuando veo la foto. Era estudiante o abogado. Cuando soy liberado, a las pocas semanas, voy a la librería, me reciben con reticencia y me dicen que los padres no estaban allí".
Próxima audiencia
El juicio continuará el jueves 3 de abril desde las 9:30 horas con más declaraciones testimoniales.
"Rata" fue privado ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley el 20 de noviembre de 1978 en las inmediaciones de las Avenidas Juan B. Alberdi y Chile, en la Ciudad de Buenos Aires. El operativo fue realizado por integrantes del Grupo de tareas 3.3.2, quienes lo llevaron a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida, hasta ser liberado el 12 de febrero de 1980.
El testimonio de Alejandro
Alejandro contó que fue sacado de la ESMA con el objetivo de identificar su vivienda para secuestrar también a su compañera, pero que logró despistar a los captores. Al regresarlo a la ESMA, Alejandro contó que fue golpeado y torturado con corriente eléctrica. Por el "Gordo Daniel" y "Fragote": "el ´Gordo Daniel´ sólo me preguntaba por mi compañera", contó el testigo. "No me acuerdo qué les digo, pero me sacan de la cama, me visten, abren la puerta, me levantan la capucha y me muestran al ´Petiso Daniel´. El ´Gordo Daniel´ me deja acercarme. No sé si nos abrazamos, pero nos ponemos a llorar", recordó.
"Me sacan de ahí y me sientan en una mesita con el comisario Gonzalo y me piden que escriba mi historia. Tenía esposas, las manos hinchadas, era un pibe joven de 21 años. Después de estar ahí en el Sótano, me llevan a Capucha. Había bastante gente, como 20 personas. Me asignan el número 257 ó 258, me acuestan al lado de un chico de 15 años y me di cuenta de que no iba a salir con vida", relató Alejandro.
El sobreviviente también mencionó que su peso habitual siempre fue de alrededor de 100 kilos y que "cuando terminé el proceso de Capucha creo que pesaba 60".
La madre
"Tengo un papel acá. Voy a ir un poquito más atrás de 1978, a 1977. En esa época yo militaba en el Movimiento Inquilina Peronista. Vivía en Liniers con mi mamá. Uno de los compañeros desaparece, no tenemos más contacto, entonces levanto la casa. Mi mamá vuelve a la casa después de dos días, la casa estaba totalmente rota. Después de ahí no tenemos más noticias de mi mamá, hasta que yo me entero de que la habían encontrado muerte el día en el que nació mi hijo, el 3 de abril de 1978. La encuentran muerta en una zanja de Del Viso. Les voy a dar los papeles: me gustaría que eso se investigue. Nunca hicimos la denuncia. Estuvo desaparecida y enterrada como NN por un tiempo", contó Alejandro sobre su madre, Elba Irma Monte Firpo.
Alejandro contó que se fue del país del 23 de mayo de 1983 y no volvió hasta el año 2004. "He vivido en el horror. Yo tengo esta tristeza, también tengo la alegría de haber conocido gente como Madres de Plaza de Mayo y mis compañeros. Una cosa que quiero mencionar es sobre el Día de la Memoria, con los jóvenes en la Plaza, con ganas de vivir, que gritaban por los 30.000 desaparecidos presentes, ahora y siempre", dijo Alejandro al concluir su declaración testimonial.
El caso de Alicia Ruszkowski de Pecoraro (578)
La "Polaca" militaba en la JUP (Juventud Universitaria Peronista), tenía 32 años de edad y fue privada ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley el 19 de diciembre de 1979 a las 5:00 horas, en su domicilio en Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires. El operativo fue realizado por ocho hombres armados vestidos de civil, quienes la esposaron, encapucharon, engrillaron e introdujeron en un vehículo Ford Falcon. Luego, la víctima fue llevada a un lugar desconocido, donde fue golpeada e interrogada. En ese contexto, le sustrajeron su alianza, una pequeña cruz de oro y su reloj. Posteriormente, la volvieron a llevar a su casa, donde robaron 8.000 dólares, a fuerza de golpes.
Cinco horas más tarde, Alicia fue llevada a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. A fines de enero de 1980 fue trasladada a Mar del Plata por dos días para ver a su madre, y luego fue devuelta a la ESMA.
El 3 de marzo de 1980 Alicia fue liberada, pero siguió siendo controlada en forma permanente.
El testimonio de Alicia
Al comenzar recordó que su compañero, Enrique Carlos Pecoraro, fue asesinado por un grupo del Ejército. "El 19 a la mañana hay un gran operativo, me despierto con una itaka en la cabeza", relató Alicia, madre de tres hijos: Ana de 5 años, Esteban de 3 y Laura de 1. "Es como que cuando lo cuento, aunque pasaron muchos años, las sensaciones se vuelven a repetir", sostuvo Alicia al narrar su secuestro.
Alicia fue llevada a un lugar que era "un chalet. Yo vivo cerca de la casa de mis padres (donde vivía en aquel momento). Apareció una casa a 10 cuadras, que parecía ser una casa operativa. Entré, cerré los ojos e intenté recordar". Luego, contó que volvió a ser llevada en un automóvil: "Por conversaciones que escuchaba, el que manejaba era un marino que se llamaba Raúl Marino, condenado en el 2013 a perpetua. Era el jefe de la Base Naval y el coronel Caridi era del grupo de Artillería del Área 601".
"El que estaba al lado mío leía ´Mi lucha´, de Hitler. Tardamos más o menos cinco horas. Intuí que llegamos a Buenos Aires por el ruido del tránsito. Llegamos a un playón de estacionamiento. No sabía dónde estaba. Los autos hicieron como un salto, había como una cadena. El trato era muy violento todo el tiempo. Yo estaba encapuchada y con grilletes. Me suben a un lugar, que eran compartimientos, cubículos; era Capucha. Permanezco varios días tirada en el piso. Escucho voces de compañeros. Me sacan permanentemente para hacerme interrogatorios. Ahí me enfrento a uno de los torturadores más siniestros de la ESMA, que es Donda Tigel, ´Jerónimo´, era el que comandaba el interrogatorio", relató la sobreviviente.
"Me encerraron en una piecita durante tres días sin dormir, con luz artificial. Me obligaban a escribir todo el tiempo. Me preguntaban por Enrique. Yo les dije que no sabía nada de él. A los 4 ó 5 días me preguntaron si sabía dónde estaba: ´Vos estás en la ESMA´, me dijo Donda Tigel", dijo Alicia.
Robarse todo
"Van con grandes camiones de mudanza y se llevan todo, arrancan el botiquín del baño, se llevan las puertas. Ellos me presionaban para les diera la escritura de la casa. Se quedaban con todos los bienes de las personas que secuestraban. Yo no volví más a la casa, mi hermano me ayudó a reconstruirla para venderla", denunció Alicia.
Promesa y un vestido
"En el baño me encontré en dos o tres oportunidades con Elsa Martínez. Vengo a declarar acá, con la promesa que le hice. Estaban Elsa y Josefina (Villaflor). Les traje algo que conservé durante 34 años. Yo no tenía ropa y en esta solidaridad tan grande de estas compañeras, Josefina me pasa un vestidito. Es el vestidito de Josefina Villaflor, tal vez alguien de la familia lo quiera. Esta cruz me la dio Elsa Martínez, la traje conmigo porque ella está conmigo en este momento. En el baño ella sabía que se iba a morir. Habían matado a Raimundo Villaflor, lo destrozan a garrotazos. Elsa me mira y me dice: ´Acordate, yo soy Elsa Martínez. Si salís acordate de decir que nosotros estuvimos acá adentro. A todos ellos los matan", narró Alicia.
Guerra
"En esta guerra no podemos ser piadosos", recordó Alicia que fueron las palabras de Donda. "Yo no fui piadoso con mi hermano, que fue Monto (por Montoneros), ni con mi cuñada, que estuvo en la ESMA, porque o ganamos nosotros o ganan ustedes".
Alicia siguió relatando su tiempo de cautiverio dentro del centro clandestino de detención, tortura y exterminio ESMA y dijo: "Me hace mucho bien decir esto acá. Si mi testimonio puede aportar para la causa, bienvenido sea. Sigo de pie, sigo entera y agradeciendo estar viva".
"Para mí fue muy importante hacer esta declaración, es como un tapón que le sale a uno del alma. Ellos fueron ejecutores materiales, acá faltan dos patas más que hay que investigar, porque la historia horrorosa de la dictadura no se pudo develar: la pata civil y la eclesiástica. Esas tres patas fueron un solo conjunto. Fue un proceso muy duro: la dictadura desmanteló el país. Quiero agradecerle a mi familia, porque mis tres hijos fueron los que me permitieron salir adelante. Siento un alivio inmenso", sostuvo Alicia al concluir.
El caso de Ana María Testa (570)
El 13 de noviembre de 1976 alrededor de las 9:30 horas fue privada ilegalmente de su libertad cuando estaba en la peluquería en la Ciudad de Buenos Aires. El operativo fue realizado por un grupo de personas vestidas de civil, quienes le sacaron a su hija de los brazos. Ana fue esposada, encapuchada e introducida en un vehículo particular. La niña luego fue entregada a su abuela.
Ana fue llevada a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. En varias oportunidades, Ana fue trasladada a la casa de sus padres, en San Jorge, Provincia de Santa Fe. Entre los captores que la llevaban estaban Juan Antonio Azic y Ricardo Miguel Cavallo. A Rubén Testa, padre de Ana, le dijeron que para que su hija recuperara la libertad debía entregar un campo de su propiedad.
El 25 de marzo de 1980 Ana fue liberada y quedó bajo un régimen de libertad vigilada, que se extendió hasta el 1º de julio de 1983.
El testimonio de Ana
Ana amplió su testimonio, en el marco de las reglas sugeridas por Casación para evitar instancias de revictimización. En este contexto, la sobreviviente contó sobre su secuestro: "Era una mañana casi de verano, en noviembre. Había muchos coches alrededor, los que entraron eran Peyón y Donda. Yo estaba en una peluquería, había llevado a cortarle el flequillo a mi hija. Salgo con la nena a upa".
"Ojalá ustedes puedan ser justos, porque son los jueces. Yo tuve el privilegio de la vida y eso es impresionante. Todos estos compañeros se quedaron ahí, los masacraron, los torturaron. Cavallo se va a ir a la tumba sin decirme cómo supo que a mi marido lo llevaron a Campo de Mayo. Mi hija va a cumplir 38 años en abril. Sería algo de mucha paz para nosotros que me diga esto. Les deseo que puedan ser justos con las condenas, creo que es una necesidad reparadora para nosotros y para todos los que no están".
El caso de Horacio Edgardo Peralta (650)
Fue privado ilegalmente de su libertad el 25 de abril de 1976 y llevado a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida hasta ser liberado.
El testimonio de Horacio
Horacio, quien militaba en la JTP de actores y tenía 23 años de edad cuando fue llevado a la ESMA, también amplió su testimonio, en el marco de las reglas sugeridas por Casación para evitar instancias de revictimización.
El sobreviviente recordó los hechos de los que fue víctima en la última dictadura cívico-militar: "Al que mejor recuerdo es a Carlos Sangiorgio. Estaba a mi izquierda, tuvimos varias conversaciones. Estaba malherido en la cabeza, sufría mucho, le faltaba un pedazo de cabeza. Me dijo que su padre era el dueño de la librería Mercurio. Me pidió que si salía fuera a ver sus padres. Estaba muy angustiado. Yo supe mucho tiempo después quién era, cuando veo la foto. Era estudiante o abogado. Cuando soy liberado, a las pocas semanas, voy a la librería, me reciben con reticencia y me dicen que los padres no estaban allí".
Próxima audiencia
El juicio continuará el jueves 3 de abril desde las 9:30 horas con más declaraciones testimoniales.
Juicio ESMA III: Crónica del 10 de abril de 2014

Hoy declaró el compañero Osvaldo Barros integrante de la Asociación Ex detenidos desaparecidos. Osvaldo, estuvo cautivo en la ESMA durante 6 meses junto con su compañera, Susana Leiracha. Ambos, militantes de Grupo Obrero Revolucionario fueron secuestrados el 21 de agosto de 1979 casi en simultáneo.
Por la ESMA pasaron otros compañeros de su organización como Fernando Brosdky, el viejo Chiaravalle -que continúan desaparecidos- Norma Cozzi y Héctor Piccini
Osvaldo, pudo reconocer a varios de los genocidas integrantes de las patota del GT 3.3 como “Gerónimo” Donda, el Policia Federal Claudio “Fafá” Pitana, y “Pancho” Sifredi que pertenecía al Servicio de Inteligencia Naval que operaba también en la ESMA, especialmente en el sector “capuchita”. De esa lista de reconocimientos, no pudo escaparse el médico Capdevilla que operaba también en la Escuela de Mecánica de la Armada. Los médicos en la ESMA cumplían la función de supervisar que durante las torturas no se muriese ningún secuestrado. De esta manera, podían continuar torturando e intentando lograr información. Osvaldo recordó como sus padres también fueron objetos de amenazas para que no continúen con las denuncias y búsqueda de Susana y Barros.
En 1979 una visita de la OEA preocupaba a los militares motivo por el cual llevaron a todos los cautivos de la ESMA a la Isla El Silencio en Tigre. Osvaldo recordó que “El día que a nosotros nos llevan a la isla El Silencio que fue el mismo día que mi padre estaba ante la Comisión Americana y fue el mismo día que la selección juvenil de 1979 salió campeón mundial en Japón. Esto lo supe porque estábamos esperando que nos lleven a medida que nos iban sacando, estaba el guardia escuchando el partido de futbol y que José María Muñoz –el relator- decía que la gente pasara por Avenida de Mayo para demostrarles a la Comisión que los argentinos éramos derechos y humanos y para repudiar a todos los familiares de desaparecidos que estaban haciendo la cola ahí, entre ellos mi padres para denunciar la desaparición de sus seres queridos.”
En la isla, Osvaldo permaneció en condiciones aún más extremas que la propia capucha del Casino de oficiales de la Esma: “… estábamos en la parte de debajo de la casa, donde van los pilotes esa parte había sido cerrada con ladrillos, había un plástico duro para separarnos de la tierra mojada. Estábamos en condiciones muy malas, era un lugar muy reducido no más de 4x4…Estábamos ahí, muy hacinados, en malas condiciones físicas…”
Osvaldo cerró su declaración diciendo: “Este juicio es un juicio muy importante, histórico, que tiene una repercusión a nivel mundial muy grande, que ese ejemplo en muchas partes del mundo y sin embargo tenemos que decir que acá en este juicio no están ni todos los que formaban parte del grupo de tareas ni todos los compañeros que pasaron por la Esma a lo largo de los años.”
Exhortó a continuar con las investigaciones y que se abran los archivos de la dictadura, que el estado tome el rol porque hasta ahora los juicios y la consecución de la prueba fue posible al duro trabajo de sobrevivientes, familiares y organismos de derechos humanos.
Remarcó que es necesario mantener la memoria para el futuro, “para que se conozca la existencia de estos compañeros… una generación que luchó por una causa que creyó justa, que tuvo sus ideales y principios” y que por ello es necesario mantener el Casino de Oficiales tal y como está, sin intervención alguna. Alertó sobre su importancia también como prueba: “Hay centenares de sobrevivientes que están todavía bajo la presión de la dictadura, que todavía no han podido declarar, que no han podido entrar, que hay que mantenerlo como está. Incólume”
“Yo prefiero seguir con el alma dolorida como la tengo, recordando a los compañeros y bueno, seguiré buscando justicia por todos ellos.”
Unas horas después de su declaración, la Sala II de la Cámara de Apelaciones daba la razón a nuestros requerimientos y prohibía cualquier modificación en el Casino de Oficiales de la ESMA.
Fuente:CasaPueblos
Envío:Andrea Benítes-Dumont
1 comentario:
¿Por qué no contás el testimonio completo de Bartella?
Cuando habla de los que montos que colaboraron con los milittares, cuando habla de cómo la ninguneaban sus compañeros y los organismos de DDHH cuando salió, cuando la escondían porque quedaba mal que el marido se hubiera juntado teniendo a su primera esposa desaparecida, cuando habla del error de la búsqueda de los mellizos, cuando habla de que adoctrinaban pibesde 15 años...?
Eso mejor callarlo, no?
Verdades incómodas, no?
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