14 de abril de 2014

TUCUMÁN: ENTREVISTA A HÉCTOR MARTEAU.

“Creando mecanismos de diálogo zanjábamos diferencias en el tiempo del Tucumanazo”
Héctor Marteau fue referente estudiantil y participó activamente en la convulsionada década del ‘70. 

“Cuando había una temática para abordar paralizábamos la facultad”, recordó.

En los años ‘70 Héctor Marteau era un dirigente estudiantil mientras vendía libros para sobrevivir.
En los años ‘70 Héctor Marteau era un dirigente estudiantil mientras vendía libros para sobrevivir. Padeció la persecución de la que fue víctima esa juventud alborotadora. Los bigotes que porta desde entonces hoy son blancos. Mira para atrás en el tiempo para recordar cómo fueron esos años de coincidencia a pesar de las diferencias ideológicas.

¿Cómo era aquella juventud y como la ves a esta?
Son diferencias contrastantes. El hecho de que en el intermedio no hubiera habido una juventud que esté entre nosotros y la actual sigue siendo un hueco cultural y político irremplazable. Esto hay que explicarlo para poder mostrar las dimensiones extremas en que nos movíamos ambos. Hoy hay un individualismo oceánico que puede manifestarse en forma personal, en la fragmentación de los grupos en los enfrentamientos entre sí, también en la imposibilidad de construir un horizonte común. En cambio en la época nuestra en donde había diferencias políticas, había intereses políticos: nunca poníamos esos intereses en demasía pese a que nos peleábamos, nos enfrentábamos como para entorpecer la lucha porque había una coincidencia genérica en esos intereses en el aire, en la calle, en los corazones de que luchábamos por estas transformaciones revolucionarias de la sociedad.

¿Qué nombre tenían?
El nombre que le dábamos era socialismo aunque esto quisiera decir muchísimos componentes socialistas críticos por no estar de acuerdo en la forma en que se instrumentó la Revolución Rusa, el poder hacer observaciones a las formas en que se instrumentó. El poder hacer observaciones incluso a los problemas de la revolución cubana u otras experiencias. Estábamos conquistados en el corazón por la guerra de Vietnam y por las guerras emancipadoras.

¿Cómo zanjaban esas diferencias políticas?
Creando mecanismos de conversación y de diálogo donde el comedor ha sido un punto de encuentro muy importante. Lo otro es generando espacios de conversaciones en las facultades. Formas novedosas que salían de los marcos institucionales conocidos.
No esperábamos que las reuniones se hicieran con propósitos electorales sino que cuando había una temática para abordar paralizábamos la facultad y nos dábamos el tiempo necesario para construir el lugar de manera porque había un estado de ebullición social y política pero cuando aparecían todas las diferencias siempre se preservaba el horizonte.
¿Cuál era el horizonte?
En realidad lo que disputábamos era quien estaba en mejores condiciones de llegar más próximamente al socialismo. Esto nos daba un espíritu y una entrega de carácter militante que ahora es incomprensible, y aparece como romántica. Obviamente teníamos una carga de romanticismo pero de este romanticismo, de la entrega de la vida.

¿Qué literatura consumían?
Se leía toda la literatura marxista. Estaba la literatura ortodoxa marxista del partido Comunista y estaba la otra literatura marxista que no necesariamente era del PC que venían de la experiencia vietnamita, china, cubana o sea se leía abundante, se discutía cursos de formación llegaban a ser incluso de la estructura de “El Capital de Marx”. Ese era el nivel de la época.

¿Dónde se suscitaban esas discusiones?
Esto podía ser en un ámbito, en un lugar del comedor universitario donde un grupo comía y el otro conversaba, se hacían mini asambleas donde había una circunstancia tomando un café después del comedor. En las zonas próximas al comedor o a la facultades. Se armaban grupos o al momento al que se iba a ver una buena película al salir, era comentar para comentar la incidencia de esa película, qué era lo que nos había conmovido. El ambiente politizado y de lectura y de entusiasmo que nos ganó a todos. Esto es algo notorio que no está ahora.

¿Cuál es el motivo por el que se ha cortado el razonamiento y la discusión?
Hay una generación que tendría que ser la intermediaria: serían los hijos de esa militancia que tuvieron que vivir la experiencia de sus padres, la muerte, la prisión, la segregación, el aislamiento. El sacrifico no fue solamente del militante, el sacrificio fue de toda la estructura familiar y podríamos decir más del ámbito social en donde se desenvolvía. Se cercenó, se silenció, se calló, se enmudeció a toda esa parte de la sociedad que tendría que haber hecho parte del proceso de construcción de la memoria inmediata anterior y el pasaje a la memoria actual.

¿Cómo llegan ustedes a los libros y a las polémicas?
El periodo de resistencia peronista durante Frondizi conmovió la sociedad, porque descubrimos que no había sido una solución la llamada Revolución Libertadora del 55’. En realidad creó un nuevo problema. La democracia como institución. Entonces esto hace que aún los intentos extraordinarios que hubo -creo que uno de los más grandes fue el de Arturo Illia- no tuvieran posibilidades de ser asimilados a la construcción de una democracia posible. Todo lo que era horizonte democrático entonces se discutía por fuera de las estructuras institucionales, por fuera de las tradiciones y ahí confluían todos, ideologías religiosas avanzadas, tercermundistas en el caso del catolicismo, o reformistas religiosas que había bastante ya en América Latina y en la Argentina. Confluían la crisis de los partidos políticos, las fragmentaciones.

¿Qué ejemplo hay?
El socialismo entre el ‘55 y la época de Frondizi se subdividió al menos en tres fracciones, incluso en una extrema cuarta ya se declara de la Vanguardia Comunista. El radicalismo sufre tres o cuatro fracciones importantes, uno de las cuales la intelectualmente más grave y notoria es la aparición del grupo “Contorno” con los hermanos Viña cuando entienden ellos que la posición frente al petróleo de Frondizi no era representativa con el programa con que había llegado al poder. Entonces una fracción enorme del radicalismo rompe con el radicalismo y forma el Movimiento de Liberación Nacional que es un puente hacia la lucha por el socialismo, incluso reivindicando la acción armada contra los golpes militares aunque con discusión sobre las teorías que existían en aquel momento de la guerra prolongada, la insurrección urbana etcétera.

¿Era la crisis de las instituciones?
Sí, es ahí donde se origina nuestro ímpetu, nuestra búsqueda de lectura en las crisis de los partidos políticos. Al carecer de vías internas en sus formas tradicionales para receptar esto la juventud lo hace por fuera de esto y va creando oposición que sería búsqueda de legalizaciones en centros estudiantiles de los sindicatos y todo lo que le ofrecía resistencia cultiva, digamos, una oposición que tiene que armarse intelectualmente para responde a esto. Es una generación que se fue envuelta por este fenómeno.

¿Qué habría que hacer para que esta juventud se inmiscuya en estos problemas sociales?
Creo que son procesos sociales que se tienen que dar. Tienen que asumir por la propia lógica de la vida. En este momento la fragmentación que se está experimentando, la desazón, el incumplimiento de los acuerdos políticos para con la sociedad. El hecho de que permanezcan ocho millones de personas bajo planes de ayuda es una denuncia de nuestra sociedad, como sociedad política para resolver este problema. Creo que es esto mismo lo que va a ir modificando la recepción mientras tanto estudiantes, gente juvenil es lógico que quede atrapada por la recuperación por formas tradicionales y entonces cada dirigente de algún grupo social quiere ser candidato a concejal y después a diputado, cosa que en nuestra generación ni pasaba por nuestras cabezas. Esto ya ha llegado a su límite porque se ha entronizado por parte de numerosas formas políticas que son el nepotismo o familias a cargo de la política que se suceden una a otra y familias enteras que si las contabilizamos han estado todo este periodo democrático en el poder. Forma parte de la crisis, en algún momento va a estallar eso.

¿Qué les dirías a las nuevas generaciones?
Que no se desentiendan de lo que se está viviendo, que no tengan desesperanzas porque en esta misma lucha hay fuerzas que no están ocultas pero que permanecen casi larvadas: una de las más grandes es que ningún proyecto democrático de izquierda o de centro de este país todavía pudo crear una proyecto democrático que sea inclusivo de las poblaciones indígenas, de los afroamericanos y de la magnitud de la marginalidad social. Hasta que no aparezca eso no es posible.
Por Félix Justiniano Mothe
Fuente:PrimeraFuente.
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