Esta mañana declararon Nicolás Sayán, delegado de la UOM, secuestrado y llevado al campo de La Ribera; Ana María Aliaga, ex delegada de UEPC; Guillermo Gambertolio, ex soldado y Mirta Patiño, hermana de Nelson Patiño secuestrado y desaparecido al igual que su pareja Gabriela Carabelli.Militaban en el PRT-ERP. La hija de ambos, Astrid Patiño fue entregada en adopción y cambiada su identidad.
Con los cuatro testigos que declararon esta mañana ya son 300 los testimonios que lleva receptados el Tribunal Oral Federal N° 1 (TOF1) presidido por Jaime Díaz Gavier y conformado por Julián Falcucci y José Camilo Quiroga Uriburu.
Crudos testimonios aportados por hombres y mujeres entre sobrevivientes y familiares afectados por la aplicación de un modelo represivo eficiente en los términos definidos por Eduardo Luis Duhalde en su libro
El Estado Terrorista Argentino, se escuchan, semana a semana. La compleja arquitectura del plan sistemático se hace presente en estos relatos que hacen a la prueba en el juicio.
Calvario
En la audiencia 150, uno de los testigos, sobreviviente de La Ribera narró lo que le tocó vivir cuando fue buscado por una patota y al no encontrarlo se llevaron a su hermana primero y después a su esposa con quien se había casado días atrás. Nicolás Sayán, ex delegado de la empresa Lutz Ferrando, relató que la madrugada del 17 de junio de 1977, una patota de civil se dirigió a su domicilio y como no estaba apresaron a su hermana Ana Aurora Moratta y le dejaron dicho que se dirigiera al Tercer Cuerpo. Días después de casarse se presentó a esa dependencia del ejército. Lo atendió el coronel Quevedo quien negó que estuviera ahí su hermana y le dijo que tampoco pesaba ninguna orden de captura para él.
A los días regresó y fue secuestrado de inmediato. Esposado y encapuchado fue metido en un camión y llevado a lo que después supo era el campo de la Ribera.
“Fue un calvario”, definió al periplo vivido. Recibió “trompadas y patadas, me quebraron dos costillas” mientras le presentaban un organigrama con lugares vacíos al que llamaban “los 33 orientales” supuesta organización de la que formaba parte según los represores.
“No tenía antecedentes por eso me presenté”, dijo, entre lágrimas, el ex delegado sindical y afirmó que los “verdugos” según lo que todos comentaban eran “el coronel Quevedo y el Tigre Acosta”. (Nde R. En realidad se refiere a Jorge Exequiel Acosta a quien reconoció al inicio).
“Todos los días llegaban camiones y camiones a eso de las 2, 3 y 4 de la mañana. Se escuchaban gritos por la tortura y la picana”, expresó.
A todo esto su esposa María Angélica Parello se dirige a averiguar por su paradero y también la secuestran. Igual que su hermana, es sometida a malos tratos.
Y no solo esto. La hermana pasó más de un año detenida “por mentir”. Ocurre que al ser interrogada sobre Sayán les dice que se había casado y que estaba en La Falda. Montaron un operativo y como no dan con él la castigaron.
El testigo pasó dos meses en La Ribera luego fue trasladado a la cárcel de La Plata y su esposa llevada a la Unidad Penitenciaria 1.
La familia presentó hábeas corpus y al poco tiempo el Ejército reconoció que estaba detenido a disposición del PEN. Recordó que los llamaban burlonamente “Perejiles” y que por eso se iban a “chupar” un buen tiempo. Mientras permanecía en La Ribera la empresa lo despidió por no presentarse a trabajar y ya en la UP1 le hicieron firmar el despido. Recuperó la libertad en 1981.
Patiño – Carabelli
“Mi hermano trabajaba en la municipalidad, estudió Bellas Artes y se recibió de escultor”, dijo Mirta Patiño, hermana de Omar Nelson Patiño, secuestrado el 28 de diciembre de 1977, mientras se encontraba abocado a la búsqueda de su hija Astrid y de su madre María Gabriela Carabelli, de la que se encontraba separado. La mujer contó que en 1976 Nelson tenía la información de que ambas habían sido detenidas. Que Gabriela fue deportada a Italia y que la nena estaba en alguna casa. “Pero nada fue así. Nunca salieron de Córdoba”, afirmó la testigo.
Astrid fue entregada en adopción a través de la Casa Cuna bajo el nombre de Adriana Cuello. Y asu padre lo secuestraron con su nueva pareja llamada Caty. Tanto su madre como ella –dijo- hicieron trámites ante el Cels junto a Familiares de detenidos y desaparecidos por razones políticas. “Nunca la recibió Primatesta, solo el secretario”, recordó.
La testigo rememoró que una vez en la Plaza San Martín vio pancartas con imágenes de su hermano y de la nena mientras se realizaba una ronda. Una mujer de quien no recordó su nombre le informó que su sobrina estaba en “la parte alta de San Vicente”. De inmediato, se comunicó con Abuelas de Plaza de Mayo. Valoró “el trabajo titánico de Otilia Lescano de Argañaraz” que llevó a encontrarla en 1983, cuando tenía 10 años.
“Casa por casa, cuadra por cuadra, fueron las Abuelas. La familia que la tenía no quería que la sacáramos. Había sufrido una gran pérdida y nosotros éramos para ella como extraños. Yo fui de la idea de que se quede con la familia que la había adoptado. Confié en que al crecer iba a querer conocer sus raíces”. (…)
“Se negó a verme porque temía que la sacáramos de esa nueva familia. Después ella se vinculó conmigo y tenemos una buena relación”, aseguró.
Gabriela era física y dictaba clases en el IMAF. Fue secuestrada el 3 de abril de 1976 junto a su hija. Fue vista en el D2 y La Perla. Permanece desaparecida junto a su pareja de ese momento Wenceslao Vera.
Durante el testimonio la testigo reveló que la casa paterna de Carabelli, ubicada en Alta Córdoba, habría sido usurpada. La querella le solicitó al Tribunal que averiguara ante los organismos que correspondan sobre qué pasó con la propiedad.
Gente de civil
También fue convocado a declarar el ex soldado Guillermo Enrique Gambertolio quien vio en el campo de concentración La Perla a su maestro de matemáticas Gustavo Correa, secuestrado y asesinado. El hombre declaró que mientras hacía el servicio militar, en 1976, en el Regimiento Aerotransportado 14, camino a La Calera, cumplió la función de chofer.
El hombre, robusto y parco contó que un día cuando regresó de buscar el pan fue enviado junto al cabo Marcos a llevar mercadería y un bidón de gasoil a un lugar que después se enteró era La Perla. “Vi gente de civil, agrupados, sin vendas” describió. En ese grupo estaba Gustavo Correa, un vecino de Villa Allende que le daba apoyo escolar. Expresó que habrá estado sentado en el camión unos 15 minutos y que el grupo de personas estaban a unos 25 metros. Tenía 18 años cuando ocurrió este hecho. No hace mucho se lo transmitió a una pariente de la familia Correa que hasta ese momento poco y nada sabía sobre su familiar.
Nos espiaba
La otra testigo citada a declarar fue Ana María Aliaga, docente y jubilada. Desempeñó sus funciones en la Dirección General de Complementación Educativa, en la Isla Crisol. La testigo confirmó que Carlos Escobar, delegado del SEP fue retirado del lugar de trabajo. “Todos comentaban, fue traumático. Las cocineras lo habían escondido, pero se lo llevaron igual”, evocó.
No recordó quien ocupaba la dirección en ese momento. Otros testigos manifestaron que María del Carmen Cognini era la directora y que colaboraba con los militares. Precisamente la ex delegada de UEPC dijo que pocos días antes de venir a declarar recibió el llamado de una mujer que se identificó como María del Carmen Cognini y que al conocer que no la recordaba cortó de muy mal modo.
Dijo no recordar a la otra delegada Mirta Argañaraz de Clérici que en aquel momento estaba embarazada.
En tanto recordó a otro director que pertenecía a la Aeronáutica y que su secretaria una tal Cristina “nos espiaba”.
Mañana se completará una nueva jornada de testimonios. Las audiencias se realizan los días martes y miércoles, desde las 10.
El juicio es oral y público y puede asistir cualquier ciudadano mayor de edad con el DNI.
Toda la información sobre el megajuicio en : eldiariodeljuicio.com.ar
Fotografía Nicolás Castiglioni
Fuente:PrensaRed
Envío:Agnddhh
Con los cuatro testigos que declararon esta mañana ya son 300 los testimonios que lleva receptados el Tribunal Oral Federal N° 1 (TOF1) presidido por Jaime Díaz Gavier y conformado por Julián Falcucci y José Camilo Quiroga Uriburu.
Crudos testimonios aportados por hombres y mujeres entre sobrevivientes y familiares afectados por la aplicación de un modelo represivo eficiente en los términos definidos por Eduardo Luis Duhalde en su libro
El Estado Terrorista Argentino, se escuchan, semana a semana. La compleja arquitectura del plan sistemático se hace presente en estos relatos que hacen a la prueba en el juicio.
Calvario
En la audiencia 150, uno de los testigos, sobreviviente de La Ribera narró lo que le tocó vivir cuando fue buscado por una patota y al no encontrarlo se llevaron a su hermana primero y después a su esposa con quien se había casado días atrás. Nicolás Sayán, ex delegado de la empresa Lutz Ferrando, relató que la madrugada del 17 de junio de 1977, una patota de civil se dirigió a su domicilio y como no estaba apresaron a su hermana Ana Aurora Moratta y le dejaron dicho que se dirigiera al Tercer Cuerpo. Días después de casarse se presentó a esa dependencia del ejército. Lo atendió el coronel Quevedo quien negó que estuviera ahí su hermana y le dijo que tampoco pesaba ninguna orden de captura para él.
A los días regresó y fue secuestrado de inmediato. Esposado y encapuchado fue metido en un camión y llevado a lo que después supo era el campo de la Ribera.
“Fue un calvario”, definió al periplo vivido. Recibió “trompadas y patadas, me quebraron dos costillas” mientras le presentaban un organigrama con lugares vacíos al que llamaban “los 33 orientales” supuesta organización de la que formaba parte según los represores.
“No tenía antecedentes por eso me presenté”, dijo, entre lágrimas, el ex delegado sindical y afirmó que los “verdugos” según lo que todos comentaban eran “el coronel Quevedo y el Tigre Acosta”. (Nde R. En realidad se refiere a Jorge Exequiel Acosta a quien reconoció al inicio).
“Todos los días llegaban camiones y camiones a eso de las 2, 3 y 4 de la mañana. Se escuchaban gritos por la tortura y la picana”, expresó.
A todo esto su esposa María Angélica Parello se dirige a averiguar por su paradero y también la secuestran. Igual que su hermana, es sometida a malos tratos.
Y no solo esto. La hermana pasó más de un año detenida “por mentir”. Ocurre que al ser interrogada sobre Sayán les dice que se había casado y que estaba en La Falda. Montaron un operativo y como no dan con él la castigaron.
El testigo pasó dos meses en La Ribera luego fue trasladado a la cárcel de La Plata y su esposa llevada a la Unidad Penitenciaria 1.
La familia presentó hábeas corpus y al poco tiempo el Ejército reconoció que estaba detenido a disposición del PEN. Recordó que los llamaban burlonamente “Perejiles” y que por eso se iban a “chupar” un buen tiempo. Mientras permanecía en La Ribera la empresa lo despidió por no presentarse a trabajar y ya en la UP1 le hicieron firmar el despido. Recuperó la libertad en 1981.
Patiño – Carabelli
“Mi hermano trabajaba en la municipalidad, estudió Bellas Artes y se recibió de escultor”, dijo Mirta Patiño, hermana de Omar Nelson Patiño, secuestrado el 28 de diciembre de 1977, mientras se encontraba abocado a la búsqueda de su hija Astrid y de su madre María Gabriela Carabelli, de la que se encontraba separado. La mujer contó que en 1976 Nelson tenía la información de que ambas habían sido detenidas. Que Gabriela fue deportada a Italia y que la nena estaba en alguna casa. “Pero nada fue así. Nunca salieron de Córdoba”, afirmó la testigo.
Astrid fue entregada en adopción a través de la Casa Cuna bajo el nombre de Adriana Cuello. Y asu padre lo secuestraron con su nueva pareja llamada Caty. Tanto su madre como ella –dijo- hicieron trámites ante el Cels junto a Familiares de detenidos y desaparecidos por razones políticas. “Nunca la recibió Primatesta, solo el secretario”, recordó.
La testigo rememoró que una vez en la Plaza San Martín vio pancartas con imágenes de su hermano y de la nena mientras se realizaba una ronda. Una mujer de quien no recordó su nombre le informó que su sobrina estaba en “la parte alta de San Vicente”. De inmediato, se comunicó con Abuelas de Plaza de Mayo. Valoró “el trabajo titánico de Otilia Lescano de Argañaraz” que llevó a encontrarla en 1983, cuando tenía 10 años.
“Casa por casa, cuadra por cuadra, fueron las Abuelas. La familia que la tenía no quería que la sacáramos. Había sufrido una gran pérdida y nosotros éramos para ella como extraños. Yo fui de la idea de que se quede con la familia que la había adoptado. Confié en que al crecer iba a querer conocer sus raíces”. (…)
“Se negó a verme porque temía que la sacáramos de esa nueva familia. Después ella se vinculó conmigo y tenemos una buena relación”, aseguró.
Gabriela era física y dictaba clases en el IMAF. Fue secuestrada el 3 de abril de 1976 junto a su hija. Fue vista en el D2 y La Perla. Permanece desaparecida junto a su pareja de ese momento Wenceslao Vera.
Durante el testimonio la testigo reveló que la casa paterna de Carabelli, ubicada en Alta Córdoba, habría sido usurpada. La querella le solicitó al Tribunal que averiguara ante los organismos que correspondan sobre qué pasó con la propiedad.
Gente de civil
También fue convocado a declarar el ex soldado Guillermo Enrique Gambertolio quien vio en el campo de concentración La Perla a su maestro de matemáticas Gustavo Correa, secuestrado y asesinado. El hombre declaró que mientras hacía el servicio militar, en 1976, en el Regimiento Aerotransportado 14, camino a La Calera, cumplió la función de chofer.
El hombre, robusto y parco contó que un día cuando regresó de buscar el pan fue enviado junto al cabo Marcos a llevar mercadería y un bidón de gasoil a un lugar que después se enteró era La Perla. “Vi gente de civil, agrupados, sin vendas” describió. En ese grupo estaba Gustavo Correa, un vecino de Villa Allende que le daba apoyo escolar. Expresó que habrá estado sentado en el camión unos 15 minutos y que el grupo de personas estaban a unos 25 metros. Tenía 18 años cuando ocurrió este hecho. No hace mucho se lo transmitió a una pariente de la familia Correa que hasta ese momento poco y nada sabía sobre su familiar.
Nos espiaba
La otra testigo citada a declarar fue Ana María Aliaga, docente y jubilada. Desempeñó sus funciones en la Dirección General de Complementación Educativa, en la Isla Crisol. La testigo confirmó que Carlos Escobar, delegado del SEP fue retirado del lugar de trabajo. “Todos comentaban, fue traumático. Las cocineras lo habían escondido, pero se lo llevaron igual”, evocó.
No recordó quien ocupaba la dirección en ese momento. Otros testigos manifestaron que María del Carmen Cognini era la directora y que colaboraba con los militares. Precisamente la ex delegada de UEPC dijo que pocos días antes de venir a declarar recibió el llamado de una mujer que se identificó como María del Carmen Cognini y que al conocer que no la recordaba cortó de muy mal modo.
Dijo no recordar a la otra delegada Mirta Argañaraz de Clérici que en aquel momento estaba embarazada.
En tanto recordó a otro director que pertenecía a la Aeronáutica y que su secretaria una tal Cristina “nos espiaba”.
Mañana se completará una nueva jornada de testimonios. Las audiencias se realizan los días martes y miércoles, desde las 10.
El juicio es oral y público y puede asistir cualquier ciudadano mayor de edad con el DNI.
Toda la información sobre el megajuicio en : eldiariodeljuicio.com.ar
Fotografía Nicolás Castiglioni
Fuente:PrensaRed
Envío:Agnddhh


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