24 de mayo de 2014

LA PLATA-LA CACHA: ETCHECOLATZ SE DESCOMPESO DURANTE EL JUICIO-ALBERTO CAVALLÉ, SOBREVIVIENTE, DIJO QUE SALIÓ DESTRUÍDO y PESANDO 30 KILOS-EL INCAA GRABARÁ EL JUICIO-LA LENTA DESAPARAICIÓN DEL INGENIERO DE MONTONEROS.

ETCHECOLATZ SE DESCOMPESO DURANTE EL JUICIO
Represor con “crisis hipertensiva”
Miguel Osvaldo Etchecolatz-Imagen: DyN

El represor Miguel Osvaldo Etchecolatz fue internado ayer luego de haber sufrido una descompensación durante la audiencia en el juicio en el que investigan delitos de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino de La Cacha, en La Plata. Sobrevivientes de las violaciones a los derechos humanos cometidos durante la última dictadura cívico-militar y familiares de víctimas advirtieron que la situación “no derive en una prisión domiciliaria”. “El viene por su propia voluntad y, de ser necesario, desde el ámbito penitenciario tiene todas las garantías para cuidar su salud”, apuntó al respecto Patricia Isasa, quien sufrió vejaciones en La Cacha y logró sobrevivir.

El genocida se desplomó y cayó al suelo desde la silla en donde estaba sentado junto a otros represores en la sala de audiencias mientras declaraba María Elvira Luis, otra sobreviviente. “Etchecolatz elige venir, porque lo asiste el derecho de no presenciar el juicio”, apuntó Isasa, quien añadió: “Nosotros estamos de acuerdo con eso. Pero hoy lo vimos entrar normalmente, lo vimos hablar con su abogado y luego se desplomó. No sabemos por qué. Esperamos que no le den el beneficio de la prisión domiciliaria”, agregó.

Etchecolatz fue asistido por médicos del hospital San Martín, quienes determinaron que sufrió una “crisis hipertensiva”, lo trasladaron a ese centro asistencial provincial y recomendaron que permaneciera en observación durante 24 horas. Acorde a la decisión del juzgado, Etchecolatz sería trasladado “a una clínica de Lomas de Zamora o bien al penal de Marcos Paz, donde se encuentra detenido”.
Fuente:Pagina12



24.05.2014 
el represor sufrió un cuadro de presión en la audiencia del juicio 
La Cacha Etchecolatz, descompensado 
El represor Miguel Osvaldo Etchecolatz sufrió una descompensación ayer mientras se desarrollaba una nueva audiencia en el juicio en el que se investigan delitos de lesa humanidad cometidos en el ex centro clandestino de La Cacha, en La Plata. El represor se descompuso al escuchar el testimonio de una de las víctimas. Los médicos relataron que le subió la presión.
Etchecolatz se encontraba sentado junto al resto de los represores en la sala de audiencias mientras prestaba declaración testimonial la sobreviviente María Elvira Luis, cuando de repente cayó al suelo. Testigos del hecho que presenciaban la audiencia precisaron que el ex policía "se encontraba pálido e inmóvil" y detallaron que "permaneció en ese estado por varios minutos". Tras su descompensación, las autoridades judiciales se comunicaron con la guardia del Hospital San Martín, desde donde acudieron a atender a Etchecolatz.

Los médicos determinaron que sufrió una "crisis hipertensiva ya que le subió la presión a 23 y lo trasladaron a ese centro asistencial provincial, ubicado en las calles 1 y 69.

Luego, el Ministerio de Salud bonaerense difundió un parte en el que detalló que al arribar al Hospital San Martín, el represor tenía "un cuadro de hipertensión arterial y afasia", por lo que se le realizó una tomografía simple "y se comprobó que no tenía ningún sangrado ni edema".

Los médicos del hospital informaron también que se le hicieron análisis de laboratorio y de enzimas cardíacas que arrojaron "parámetros normales".

Los especialistas recomendaron que permanezca internado en observación durante 24 horas y agregaron que el Juzgado y el Servicio Penitenciario Bonaerense dispondrán el traslado de Etchecolatz "a una clínica de Lomas de Zamora o bien al penal de Marcos Paz, donde se encuentra detenido".
Fuente:TiempoArgentino





23-5-2014
La Cacha Está internado en el Hospital San Martín
La Cacha: Etchecolatz se desmayó escuchando a una sobreviviente

Quedó tirado en el piso del juzgado y se lo llevaron con un pico de presión de 23. El ex comisario, Miguel Osvaldo Etchecolatz, primer condenado por genocidio, es uno de los pocos represores que acude a cada jornada del juicio. Incluso toma apuntes en una libreta.
Por: Laureano Barrera

Leo Vaca
“Escucho un ruido fuerte, levanto la vista y veo a Etchecolatz pálido, tirado en el piso. No se movía, se había caído redondo”, relató a esta agencia la periodista Virginia Ilariucci. Hacía cinco minutos que la sobreviviente María Elvira Luis relataba las circunstancias de su cautiverio, cuando en la sala de la ex Amia -donde se están enjuiciando los crímenes de La Cacha-, se oyó un ruido seco. Todos miraron al corralito donde siguen el debate los imputados: Miguel Osvaldo Etchecolatz se había desplomado de su silla. Pasaron unos segundos en los que nadie, ni los jueces del Tribunal Oral Federal N°1 de La Plata, ni los abogados de parte, ni los penitenciarios que lo vigilan, reaccionaron. Hasta que un guardia lo trató de reanimar, aunque no tuvo respuesta. Al final llegó el médico del tribunal, ordenaron retirar a la testigo, y vaciar la sala para pasar a un cuarto intermedio.

La ambulancia se lo llevó quince minutos más tarde. Fuentes del Tribunal confirmaron a Infojus Noticias que fue trasladado al Hospital San Martín, donde quedó internado con una crisis hipertensiva de 23 de presión sanguínea, aunque ya estaría estabilizado. “Creo que nadie reaccionó porque todos pensamos que era una puesta en escena”, agregó la periodista, que sigue el juicio desde el primer día. “Pero después nos dimos cuenta que estaba muy pálido y no reaccionaba”. Las fuentes del tribunal confiaron a esta agencia que “los jueces están reunidos decidiendo si la audiencia va a continuar”.

Etchecolatz es uno de los pocos represores que asiste a cada jornada del juicio. Incluso toma apuntes en una libretita, que alguna vez fue fotografiada y produjo que fuera deshabilitado un sector del primer piso para los reporteros gráficos. En la audiencia del miércoles pasado, el primer condenado del país por genocidio, no fue: tenía turno para hacerse estudios médicos. A lo largo del juicio, sus abogados –los defensores oficiales Martín Adrogué y Yanina Fanchiotti- dijeron que el ex comisario de la bonaerense tenía presión alta. El ex comisario de la policía bonaerense, que paga prisión perpetua por una condena unificada de juicios en 1986, 2004 –por robo de bebés-, 2006 y 2012.
Fuente:Infojus





23.05.2014
La audiencia continuó por la tarde, con las testimoniales previstas
La Cacha: Etchecolatz tuvo un pico de presión y le prescribieron 24 horas de descanso

El genocida con la mirada extraviada. Esta ahora hospitalizado en observación.
La Plata.- Miguel Osvaldo Etchecolatz, mano derecha del genocida Ramón Camps durante la represión ilegal en la provincia de Buenos Aires, sufrió una descompensación mientras se desarrollaba una nueva audiencia en el juicio en el que investigan delitos de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino de La Cacha, en La Plata.

Etchecolatz se encontraba sentado junto al resto de los imputados en la sala de audiencias, mientras prestaba declaración testimonial la sobreviviente María Elvira Luis, cuando de repente cayó al suelo. Testigos del hecho que presenciaban la audiencia precisaron a Télam que el policía bonaerense "se encontraba pálido e inmóvil" y detallaron que "permaneció en ese estado por varios minutos".

Inmediatamente, autoridades judiciales se comunicaron con la guardia del Hospital San Martín, desde donde acudieron a atender a Etchecolatz. Los médicos determinaron que sufrió una "crisis hipertensiva ya que le subió la presión a 23 y lo trasladaron a ese centro asistencial provincial, ubicado en las calles 1 y 69. Luego, el ministerio de Salud bonaerense difundió un parte en el que detalló que al arribar al hospital San Martín, el represor tenía "un cuadro de hipertensión arterial y afasia", por lo que se le realizó una tomografía simple "y se comprobó que no tenía ningún sangrado ni edema". Los médicos del hospital informaron también que se le hicieron análisis de laboratorio y de enzimas cardíacas que arrojaron "parámetros normales".
  
Los especialistas recomendaron que permanezca internado en observación durante 24 horas y agregaron que el juzgado y el Servicio Penitenciario Bonaerense dispondrán el traslado de Etchecolatz "a una clínica de Lomas de Zamora o bien al penal de Marcos Paz, donde se encuentra detenido". La sala de audiencias fue desalojada y el juicio continuó con la declaración de los testigos, pero a puertas cerradas.
Fuente:Telam





21.05.2014
Era obrero de Rigolleau y fue detenido por levantar un volante de la vereda
Alberto Cavallé, sobreviviente de La Cacha, dijo que salió de ahí "destruido y pesando 30 kilos"

Frente de la cristalera Rigolleau, en Berazategui 
La Plata.- Alberto Alfio Cavalié, quien estuvo privado ilegalmente de su libertad en La Cacha entre el 12 de diciembre de 1977 y el 12 de febrero de 1978, recordó que cuando salió de ese centro clandestino "estaba destruido y pesaba 30 kilos". Al prestar declaración en el juicio que se sigue por los delitos de lesa humanidad cometidos en La Cacha sostuvo que fue detenido por policías vestidos de civil cuando salía junto a dos compañeros de la fábrica de vidrios Rigolleau, en Berazategui. "Era diciembre de 1977. Se notaba que había tensión y gente que vigilaba la fábrica. Afuera había una manifestación y tiraban panfletos. Salimos caminando y a los 200 metros, cuando levantamos un papel para mirar qué era, nos apuntaron y nos detuvieron a los tres", explicó ante el Tribunal Oral Criminal 1 de La Plata.

Precisó que los llevaron hasta la Comisaría Primera de Berazategui, donde pasaron la noche en el patio, dijo que al día siguiente los trasladaron al Regimiento 601 de City Bell y contó que luego los militares los llevaron a la Comisaría Octava de La Plata. Recordó que allí "había presos comunes y presos políticos" y relató que después supo que "cuando hacían la lista a los presos políticos les hacían una marca, un asterisco".

Manifestó que en su paso por la Comisaría Octava compartió celda con Laura Carlotto y dijo que "cuando me fui de ese lugar, ella seguía allí". "Unos días después nos llevaron encapuchados en un Dodge 1500 a La Cacha. Nos sentaron en un comedor grandísimo. Había un tabique de chapa y gente recostada de un lado y del otro, con esposas", narró y recordó que les "daban de comer papa una sola vez por día, que no se podía ni comer de lo feo que era". "Estábamos como los perros o peor", relató y agregó que les daban "una pastilla, vitaminas o algo" que les causaba sueño y no tenían noción del tiempo porque estaban siempre encapuchados.
   
Al ser consultado sobre las sesiones de tortura, afirmó que los interrogatorios se realizaban en un galpón que se encontraba afuera de La Cacha, "desde donde siempre se escuchaban los gritos de horror de los chicos y chicas que estaban torturando". "El que nos cuidaba te llevaba desnudo y encapuchado ahí, te recostaba en una cama sin colchón y te ponían un cable en el dedo gordo del pie", manifestó Cavalié y añadió que "había una maquina que daba corriente".

Sostuvo que "te preguntaban de dónde sos, qué hacés, a qué te dedicás, qué ideología tenés, en qué partido estás. Y si no respondías lo que ellos querían decían `dale más máquina, más corriente`", graficó.

"Fue una situación terrible. No te da hambre. Salí de ahí destruido y pesando 30 kilos" aseveró. Contó que tiempo después lo liberaron junto a sus dos compañeros, dejándolos semidesnudos en el Parque Pereyra, en Berazategui.

"Mucho tiempo tuve psicosis. Pensaba que me seguían, que me vigilaban. Yo antes era sano, pero me costó superarlo. Me cambió la vida. Perdí la inocencia. Yo creía que toda la gente era color de rosa. Pero después de esa experiencia vi la vida de otra forma", finalizó.
Fuente:Telam





22.05.2014
Firmó para ello un convenio con la Comisión Provincial de la Memoria
La Cacha: Como pasó con el Caso Iaccarino, el juicio será grabado por el INCAA

Hermanos Iaccarino. La filmación del juicio por su secuestro pronto estará a disposición del público
La Plata. La Comisión por la Memoria de la provincia de Buenos Aires (CPM) firmó hoy un convenio con el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), que garantiza el registro audiovisual del juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino de detención La Cacha. La CPM también entregó los videos del juicio por secuestro y apropiación de bienes a los hermanos Iaccarino, realizado en 2013. A partir de la anulación de las leyes de obediencia debida y punto final, en 2006, la CPM registra en formato audiovisual las audiencias de algunos de los juicios por delitos de lesa humanidad con el objetivo de conformar un archivo audiovisual de acceso público.

El convenio fue refrendado por el presidente de la CPM, Hugo Cañón, el vicepresidente del INCAA, Juan Buono, el rector de la Universidad de Quilmes, Mario Lozano, y el vicedecano de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de La Plata, Carlos Ciappina.

En un comunicado, se explicó que "las instituciones articularán esfuerzos y aportarán recursos para el registro y la preservación de lo sucedido en las audiencias".

"La firma de estos convenios nos habilita para hacer una documentación histórica vinculada íntimamente con las generaciones venideras, ya que permiten reflejar los testimonios vivientes de aquellos que padecieron la represión y la tortura", dijo Cañón.

El presidente de la CPM recordó que "cuando participé en los juicios por la verdad en 1999 faltaba esta posibilidad de filmación y los registros eran muy primitivos" y sostuvo que "hoy es un día de celebración y reconocimiento del trabajo que desde la Comisión se viene llevando desde 14 años".

En tanto, Buono destacó que "el acceso a la verdad de lo que ocurrió en la dictadura se ha instalado como un derecho adquirido para las nuevas generaciones; este es un paso simbólico y de justicia muy importante".
El de La Cacha es el 37° convenio y la causa N° 46 que el INCAA incorpora en el marco de su programa Memoria Colectiva e Inclusión Social (MECIS).

Durante el acto, la CPM también entregó los videos de cobertura del juicio de contra los represores Bruno Trevisán y Jorge Rómulo Ferranti, ex jefe y ex subjefe de la Brigada de Investigaciones de Lanús, sentenciados por la apropiación de bienes de la familia Iaccarino, su secuestro y aplicación de torturas.

El juicio, mañana
Una mujer y un hombre que estuvieron detenidos y fueron torturados en el centro clandestino de La Cacha, en La Plata, declararán mañana en el juicio que investiga delitos de lesa humanidad cometidos en ese lugar.

Se trata de Rubén Martina y María Elvira Luis, quienes brindarán testimonio ante el Tribunal Oral Federal l platense, que investiga los crímenes cometidos contra 128 víctimas en ese sitio durante la última dictadura militar, entre ellas Laura Carlotto, hija de Estela de Carlotto, presidente de Abuelas de Plaza de Mayo.
Martina estuvo detenido en La Cacha a principios de diciembre de 1977, en tanto Luis desde mayo a septiembre de 1977.

También declararán Julio Pigeau, Maitena Barrenese, Néstor Siri y María Teresa Calderoni.
El centro clandestino de detención La Cacha estaba ubicado entre las calles 191, 196, 47 y 52 de la ciudad de La Plata, contiguo al penal de Olmos y en las antiguas instalaciones de Radio
Provincia; funcionó desde 1976 a 1978 y además operó como una maternidad clandestina para las detenidas que se encontraban embarazadas.

El juicio está a cargo del Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, presidido por Carlos Rozanski, quien también juzgó y condenó al ex comisario bonaerense Miguel Etchecolatz y al capellán Christian Von Wernich a reclusión perpetua por el delito de genocidio.
Fuente:Telam 





23-5-2014
Lesa Humanidad
Su caso se investiga en el juicio por La Cacha
La lenta desaparición del “Ingeniero” de Montoneros

Guillermo García Cano, el hombre capaz de crear sofisticados escondites estuvo en La Cacha y en la Brigada. Ante el tribunal, sus hijas y su mujer recordaron cómo después del secuestro, los represores permitieron un contacto demencial y esporádico con su familia. Y lo mantuvieron cautivo durante un año.
Por: Laureano Barrera
Fotos:Sebastián Losada
El 20 de noviembre de 1976 Carolina era una nena de once años que sospechaba: a su padre lo habían secuestrado. Guillermo García Cano no la había ido a buscar a la casa de su amiga del barrio, como habían quedado. Desde aquellos días en que las calles de La Plata -donde lo atraparon- eran una trampa mortal para los militantes, hasta la declaración del miércoles -cuando su familia repasó las últimas noticias que tuvo de él- pasaron 37 años.  

“Al día siguiente allanaron la casa de mi tía. Así que nos fuimos a vivir un tiempo a un campo en Lobería”, contó Carolina ante el Tribunal Oral N°1 de La Plata en la audiencia del juicio por La Cacha, el centro clandestino que funcionó en las viejas instalaciones de Radio Provincia, al lado del penal de Olmos, entre fines de 1976 y octubre de 1978. Después de la declaración de tres sobrevivientes y de un reconocimiento fotográfico a puertas cerradas, Carolina y Guillermina -dos de las hijas de García Cano– y su madre, Susana Habiaga, testimoniaron sobre una parte de la historia de “el ingeniero”.

A Guillermo Marcos García Cano, militante de la organización Montoneros, le decían así por su capacidad para la construcción de “embutes”. Fue el mejor cuadro técnico de su agrupación para diseñar mecanismos capaces de esconder, por ejemplo, una imprenta clandestina detrás de una fábrica de conejo en escabeche. Tuvo tres hijas -Carolina, Guillermina y Manuela- y un hijo, -Sebastián-. A los 33 años lo secuestraron en plena calle. Un mes después, cuando su familia lo buscaba con desesperación, se comunicó por teléfono con sus padres.

Las visitas de un aparecido
Con ese llamado telefónico Guillermo García Cano logró regresar por unos instantes del limbo que se tragaba a quienes desaparecían, incluso arreglar un encuentro. El primero fue en el almuerzo de Navidad, en casa de sus padres. Sus hijas lo esperaron junto a los abuelos. García Cano llegó acompañado de varios hombres de civil, algunos de traje y zapatos lustrosos. Unos revisaban la casa, otros vigilaban la ventana.

Las nenas se espantaron más al ver a su padre: golpeado, un diente roto, flaco, afeitado y con el pelo corto. Ese día almorzaron todos juntos. El padre, las hijas, la esposa, los abuelos y los represores.  En la audiencia, las tres mujeres recordaron los apodos de quienes se sentaron con ellas a la mesa: “Estaba el Francés, Amarillo, varios que se hacían llamar los Carlitos”, dijeron. “El Francés” es el apodo de uno de los imputados, Gustavo Adolfo Cacivio.

La siguiente cita familiar fue en la Brigada de Investigaciones de la policía bonaerense, a dos cuadras de la Plaza Moreno. Allí lo visitaron los padres y sus tres hijas. “Lo veíamos en un salón con unos sillones grandes de cuerina”, recordó Guillermina ante los jueces. Los encuentros continuaron allí y en la casa de sus padres, y algunos controles se distendieron. Una vez, incluso, García Cano se quedó a dormir –sin custodia- con Habiaga y sus tres hijas en la casa de una tía.

El 9 de febrero de 1977 García Cano cumplía 34 años. Ese día su padre fue hasta la Brigada en su auto, le abrieron el portón y dejó un lechón en la mesa de entradas. En una fecha que sus hijas ya no recuerdan con exactitud, el padre comenzó a escribir cartas. Les contaba cosas de su cautiverio, que compartía una de las habitaciones de la Brigada con otras tres mujeres, una de ellas embarazada (podría tratarse de Liliana Galarza). En una de las visitas que las chicas le hicieron a ese lugar, llegó a mostrarles la habitación donde dormía: “sobre su cama en la pared, tenía la fotos de nosotras; nos dio unas cositas que había hecho fósforos, con palitos de helado”, recordó Guillermina ante la Justicia.

En las cartas “el ingeniero” se aferraba a Dios como nunca antes: le imploraba a su familia que rezaran y fueran a misa. En la Brigada, “vimos a un cura que mi papá nombraba mucho”, recordó su hija. Pero recién mucho tiempo después sabrían quién era. Fue cuando sus abuelos vieron en el boletín de una de sus nietas el apellido Von Wernich. “Mis abuelos enseguida hicieron alusión al cura”, dijo Carolina.

El 30 de abril de 1977 contó a sus hijas a través de una carta: su cautiverio había cambiado de sede. En ella, tal vez, les creaba un mundo protector: les hablaba de una casa rodante, de un predio de árboles frondosos, de un jardín pequeño que él mismo plantado y de un arroyo cercano donde pescaban ranas. Seis sobrevivientes que lo reconocieron en el centro clandestino confirmaron que ese lugar era La Cacha, ya que en el predio durante un tiempo hubo una casa rodante.

A fines de agosto, García Cano anunció a través de sus padres una buena noticia: le habían prometido que pronto lo “sacarían” a Uruguay. Para eso convocó a su mujer y sus hijas a la sede platense de la Policía Federal, donde las atendería el “Oso”. Su padre, que era carpintero, se esperanzó tanto con su libertad que llegó a fabricar algunos muebles para los represores, según contaron las tres mujeres en el juicio.

En noviembre, pidió que alistaran una valija con ropa y 8.000 dólares para empezar otra vez, lejos. Sus padres reunieron la plata con esfuerzo. La madre le compró un saco de cuero para abrigar el exilio en un lugar helado.

-Si salgo, va a ser por Uruguay- le comentó a su ex mujer, con cierto escepticismo.

En diciembre, un llamado anónimo dijo a la familia que García Cano había abandonado el país. Fue lo último que supieron. Un año exacto después del primer contacto telefónico, otro llamado lo expulsaba del mundo de los aparecidos.

La medida del dolor
Los cuatro días siguientes al secuestro de “El ingeniero”, el Ejército y la policía de la provincia de Buenos Aires dieron los golpes más certeros sobre la Regional 1 de Montoneros, una de las columnas más importantes de la organización guerrillera, con epicentro en La Plata. El 22 de noviembre de 1976 cayó la casa de 139 entre 48 y 49, donde fueron secuestradas tres parejas de militantes. Entre ellas estaban el responsable logístico y el responsable político de la regional. Para acceder al compartimento de 1,20 m por 0,60 donde escondían las armas, había que quitar un cuadro, el clavo que lo sostenía y succionar en el agujero del clavo con una jeringa hipodérmica, según cuenta Ernesto Valverde en su libro “LOMJE. Historia de la resistencia de tres casas montoneras”. El mismo día también cayó otra casa, en 63 entre 15 y 16, donde se hacía documentación para los militantes que tenían pedido de captura.

El 24 de noviembre, más de cien hombres, helicópteros, un tanque y una bazuca atacaron la casa de la calle 30. Detrás de una fábrica de escabeche de conejo, “el ingeniero” había ocultado una gran imprenta de dónde salía la publicación Evita Montonera. Allí fueron asesinados cinco militantes, entre ellos Diana Teruggi, nuera de Isabel Chorobik de Mariani, que puso a salvo a la beba Clara Anahí Mariani, a quien Chicha todavía busca. Las tres “casas operativas” tenían un mecanismo de ocultamiento sofisticado: el famoso “embute”.

García Cano compartió su paso por este centro clandestino con Graciela Irene Quesada, militante de Montoneros secuestrada en marzo de 1977. También ella pudo visitar a su familia en noviembre de ese año. Estaba embarazada y dijo que le habían prometido que saldría a Uruguay,  y finalmente a España. Desde aquella visita que realizó para el cumpleaños de su hija Julia, nunca más se supo de Graciela ni de su parto.
En La Cacha algunos secuestrados se movían sin restricciones. El ingeniero estuvo entre ellos. La gran mayoría de quienes circularon allí destabicados fueron asesinados o están desaparecidos.  Algunos aventuran que estas personas tal vez ya habían sido certificadas de muerte por los represores. Un sobreviviente recordó en la audiencia a García Cano dando arengas sobre los errores de Montoneros.

Un silencio piadoso flotó el miércoles en la sala. El cinismo de “El Francés” y de los represores que están siendo juzgados, su perverso sistema de lealtades con cautivos débiles y amenazados, al borde de la muerte, no es relevante judicialmente. Los jueces indagaron sobre el secuestro en plena calle de García Cano, la tortura sin límites, su ejecución sumaria sin juicio ni derechos. Cinco años atrás, para su libro Dar la vida, el periodista platense Lalo Panceira habló con Chicha Mariani por primera vez sobre lo que sentía hacia quienes habían delatado la ubicación de la casa de su nuera y su hijo, Daniel Mariani. Aunque no existan pruebas de quién o quiénes fueron, ni pudiera servir de algo saberlo.

- Si es quien yo creo que es, me enteré que fue salvajemente torturado y ejecutado. Y no soy quién para juzgar la medida del dolor- dijo la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo.

Se sabe de la cicatriz, no de su tamaño, de la incertidumbre y el dolor de los familiares.  Guillermina, la mayor de las hijas de García Cano, se impresionó tanto al ver a su padre un mes después del secuestro -pálido y flaco, “con un estado general muy triste”-, que perdió el habla durante un tiempo. Carolina, la segunda de sus tres hijas, lo recordó “desmejorado y deprimido”.

Habiaga, dijo que al verlo se encontró un ser “acabado moralmente”: tenía una mirada de anciano, caía en silencios hondos y lo único que le pedía era que cuidara a las chicas y que no hiciera nada. “Yo creo que se murió el día que lo raptaron”, dijo Susana el miércoles. Que todo lo que hacía era llorar.

-Y sí: fantaseaba con sobrevivir, yo creo.

En diciembre de 1977 lo asesinaron por última vez.
Fuente:Infojus





22.05.2014
La experiencia piloto se centra en el de La Cacha, que se realiza en La Plata
Juicios: La Comisión Provincial de la Memoria impulsa la concurrencia de docentes y estudiantes

Matías Martin posa para una campaña anterior, organizada por HIJOS 
La Plata.- La Comisión por la Memoria de la provincia de Buenos Aires (CPM) realizó una capacitación para más de 50 docentes de escuelas públicas y privadas a fin de promover la concurrencia de los estudiantes a los juicios por crímenes de lesa humanidad. Desde el programa Justicia y Memoria se ofreció a los docentes una instancia de capacitación que, a partir de un recorrido histórico, presenta algunas herramientas para trabajar con los jóvenes el proceso que atravesó la justicia argentina desde
1983 a la actualidad. Este año, el programa impulsa la presencia de los estudiantes en el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino La Cacha, juicio que se desarrolla en la Plata.

Para ello, los docentes recibieron una capacitación especial a cargo de Verónica Bogliano, querellante en la causa y miembro del programa de Litigio Estratégico de la CPM.

La directora del programa de Capacitación y Producción de Materiales, María Elena Saraví, dijo que "los testimonios realizados en la instancia judicial siempre aportan elementos para comprender cómo funciona un terrorismo de estado" y sostuvo que "esto para los chicos es muy movilizador e interesante para pensar sobre nuestro pasado y también reflexionar sobre la justicia actual en un sentido más amplio".

Además, subrayó que "las víctimas y los perpetradores circularon y circulan por espacios no tan lejanos a los jóvenes como son la escuela y el barrio".

En tanto, la directora de Litigio Estratégico, Margarita Jarque, explicó que el contenido de la capacitación "consiste en un recorrido entre la impunidad y la verdad y la justicia que ha caracterizado a la historia reciente de nuestro país".

"El objetivo es que los docentes puedan transmitir el contexto histórico en el que se desarrollan los juicios actuales", dijo.
Fuente:Telam

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