24 de mayo de 2014

MEGACAUSA ESMA: TESTIMONIOS DÍAS 141 a 145.

28 04 2014 
TESTIMONIOS
141. "Pido saber dónde está su cuerpo para enterrarlo y llevarle una flor"
Fue el reclamo de Carlota Pérez, quien declaró hoy por el caso de su compañero, hugo Palmeiro, quien sigue desaparecido. Además, es prima de Carlos Daniel Pérez, sobreviviente que también dio testimonio en la audiencia, al igual que Horacio Guillermo Cieza.

Los casos de Horacio Guillermo Cieza y Celina Rodríguez (463 y 559)
Horacio Guillermo Cieza y Celina Rodríguez -quien estaba embarazada de 6 meses- eran militantes de las Fuerzas Armadas Peronistas y estaban vinculados con la actividad sindical. Los dos fueron privados ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, en horas de la tarde del 11 de agosto de 1979, en la intersección de las calles 11 y 41 de la Ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, por varios individuos pertenecientes al Grupo de Tareas 3.3.2.
Posteriormente, las víctimas fueron llevadas a la ESMA, lugar en el que se los mantuvo clandestinamente detenidos y fueron atormentados mediante la imposición de condiciones inhumanas de vida. En el interior de este establecimiento, Horacio Guillermo Cieza fue sometido a interrogatorios en los que fue torturado mediante la aplicación de picana eléctrica. En la madrugada del día siguiente, el matrimonio fue liberado en la Ciudad de Buenos Aires.

La nueva declaración
Cieza había declarado en la etapa anterior de la megacausa, por lo que en esta parte del juicio debió contestar algunas preguntas aclaratorias sobre su testimonio previo. Cieza tenía 26 años al momento de su secuestro, era obrero de la fábrica Codesa y militante de las Fuerzas Armadas Peronistas.

Sobre Nora Wolfson (549) y Enrique Palachi (550)
“Los conozco fines del ´78, principios ´79, como ‘Mariana’ y ‘Bordolino’. Los conozco porque hubo una división en su organización, estaban ´los viejos´ y nosotros, que éramos los más jóvenes. ´Los viejos´ planteaban que era hora de replegarse. Los jóvenes planteábamos que algo podía hacerse, alguna publicación, panfletos. ‘Bordolino’ era el novio de Liliana Altuna, hija de Ángel Altuna, ‘El Vasco’, de la resistencia peronista. Era obrero. De ‘Mariana’ después me enteré que se llama Nora Wolfson. Nos juntamos los de La Plata y los de zona sur, estaban también (Víctor) Basterra (caso 546), (Juan Carlos) López (711). Liliana nos cuenta que ‘El Vasco’ había caído en una pizzería de zona sur. Pero no sabían dónde habían estado”, contó.

La liberación
“Celina Rodríguez (559), Juan Carlos López y yo somos liberados en el Bajo Belgrano. Nosotros estuvimos con mi hermano (Daniel Cieza, caso 462) ahí adentro. En un momento me dicen ‘A tu hermano ya lo largamos’, o algo así”, relató.

Ricardo Haidar (589)
“En el ´82 me lo encuentro a Basterra  en la cola del micro que iba de La Plata a Buenos Aires. Nos vamos los dos en el micro y me empieza a contar que él estaba desaparecido, pero salía, que no se escapaba porque tenía la familia amenazada. Le pregunto por Haidar y me dice que lo tienen ellos”, declaró Cieza.

Justicia
“Yo espero que se haga justicia y que no se detenga sólo a las personas que actuaron, sino a los ideólogos que daban las órdenes y a los ideólogos económicos”, finalizó.

Los casos de Hugo Alberto Palmeiro y Carlos Daniel Pérez (576 y 714)
“Manolo” y Carlos Daniel Pérez, militaban en la agrupación Montoneros, el primero en la JUP de Capital Federal y el segundo, quien ya había sido secuestrado y sometido a tormentos en Mar del Plata, en la JTP de esa ciudad. Los dos fueron privados ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el 16 de noviembre de 1979, a las 11:30, mientras realizaban instalaciones eléctricas en un edificio ubicado en la calle Cabello 3653, de la Ciudad de Buenos Aires. El operativo fue realizado por integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2, quienes se trasladaban en diversos vehículos, entre ellos un “Ford Falcon”.

Posteriormente, fueron trasladados a la ESMA, donde permanecieron en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Pérez fue llevado a un sótano, donde fue desnudado, recostado e informado de que sería picaneado pero, al responder preguntas relativas a sus datos personales, uno de sus captores dijo: “Éste no es”. Inmediatamente, lo condujeron a un cuarto pequeño donde lo golpearon e interrogaron acerca del domicilio de Palmeiro, a lo que respondió que no lo conocía.

Aproximadamente a las 10:00 horas del día siguiente, fue liberado en la vía pública, a una cuadra de avenida Cabildo, pese a lo cual fue sometido a un régimen de “libertad vigilada”, cuyo responsable era un sujeto llamado “Javier”, quien se comunicó telefónicamente con él hasta por lo menos un mes después de su liberación, época en la que fue obligado a concurrir a un encuentro que ambos mantuvieron en una confitería.
Palmeiro sigue desaparecido.

El secuestro
“Hugo Palmeiro y yo fuimos detenidos alrededor de las 11:00 y las 12:00 del mediodía del 16 de noviembre de 1979. Hacíamos trabajo de electricidad en un departamento. Bajamos para comprar unos materiales, toco el portero eléctrico de otro edificio para localizar al arquitecto con el que teníamos que ir a comprar las cosas y me ponen una pistola en la cabeza. Yo me la saco y empiezo a correr, cruzo la calle, se me empieza a tirar gente, cruzo a la vereda, intento entrar en una galería para cruzar del otro lado, pero soy tacleado, esposado, subido a un auto. La gente gritaba, pero los amenazaban para que no se acercaran. Antes de subir logro ver a Hugo, a quien lo subían a otro coche. En el Falcon me encapuchan y arranca el vehículo con tres personas. Había gente sentada arriba mío”, relató el testigo.

La ESMA
“Empiezan a hablar por radio pidiendo autorización para entrar. Ingresamos a ese lugar. Durante el viaje me golpearon adentro del auto y después me bajan y me ayudan a bajar una escalera. Me tiran en un lugar, me sacan la ropa y me preparan para la tortura. Me torturan, me pegan, me preguntan si era ‘Manolo’ y por otro nombre. Les digo que yo soy Carlos Daniel Pérez, soy peronista y me escapé de otro centro de detención. Querían que dijera dónde vivía. En ese ínterin, llegan con Hugo y a mí me sacan y me ponen en un cuarto, y me torturan a patadas, mucho tiempo. En un cierto momento, me dejaron tirado, semidesnudo y aparece uno y me dice que si volvían temprano me iba. Yo no lo entendía, era decisión de ellos la vida o la muerte, o si continuaban torturándome. En un momento me preguntan si me habían dado picana, no habían llegado a eso, habían sido golpes de todo tipo. Como digo que no me dan un jarro de mate cocido, ahí identifiqué el escudo de la Marina, yo hice la colimba en la Marina. Tenía muy desfigurada la cara y la boca. Después, en un momento me dicen si quería ir al baño y me llevan en un pasillo y cuando paso pude ver los zapatos de Hugo y los pantalones, me había quedado la capucha abierta de tomar el mate. Cuando me devuelven donde estaba vuelvo a ver la ropa de Hugo y le pregunto al guardia por dónde voy, más que nada para que Hugo me escuchara. Me vuelven a tirar en el piso y me vuelven a decir que si volvían temprano me iba. Llovía, escuchaba el tren, los aviones. Cuando se hizo de noche escuchaba circular gente. Me amenazaron con que me iban a matar si abría los ojos, porque me iban a sacar la capucha y me dijeron: ‘De acá no se escapó nadie, no intentes escaparte porque sos boleta’”, describió Pérez.

La liberación
“Al otro día vuelve la misma persona y me dice ‘Preparate que te vas’, me cierran la capucha, me hacen caminar y subir escaleras, y me dejan en un lugar por el que circulaba gente. Me devuelven las herramientas de Hugo, me suben a una camioneta y cuando salimos, cuando me van a bajar me dicen: ‘Si mirás para adelante o para arriba te matamos´, y me sacan la capucha. Bajé mirando para abajo, pero reconocí una Ford doble cabina. Arrancan y se van. Me dejaron cerca de la calle Cabildo, en el barrio de Saavedra. Me meto en un taxi y me voy a la casa de mis viejos. A partir de ahí empezaron los llamados con mi tía y me decían que Loti (Carlota Pérez de Palmeiro), mi prima, ya estaba en la casa de ella, estaba embarazada. Mi compañera ya estaba ahí, estaba embarazada. Me informaron que estaba limpio, que me podía mover y que sacara el documento. Como yo no tenía documento, no podíamos salir de la casa”, relató.

“Pancho”/”Javier”
“A ellos los llamaba un tal ‘Pancho’ o ‘Javier’. Cuando lo llevan a Hugo a ver a su hija él les comenta que ‘Pancho’ y ‘Javier’ eran la misma persona. A Hugo lo llevaron a conocer a su hija y también hace llamadas, varias. Yo no lo volví a ver más. A Pancho yo lo vi en una cita que me da él. Me pasa a buscar por la casa de mis viejos, eso fue dos o tres días posteriores al secuestro. Empiezo a preguntarle por mis compañeros desaparecidos. ‘Están todos muertos’, me decía. En un momento se levanta y se va”, dijo el sobreviviente.

Fernando Peyón
“Cuando vuelvo a trabajar un compañero del trabajo de mis viejos, que había visto el secuestro me dice: ‘En tu secuestro estuvo Peyón, porque él fue compañero mío de la primaria, y mirá cómo lo vengo a encontrar’”, narró.

Hugo Palmeiro
“Hugo es el esposo de mi prima. Nos conocimos hace mucho tiempo, cuando ellos formalizaron. Cuando vengo de mi anterior secuestro a Buenos Aires, empecé a trabajar con él. Hugo había estado en la Universidad y era Montonero. Después supe que ‘Manolo’ era Hugo. A Hugo lo conocíamos por ‘Chapa’ en la familia”, describió.

El secuestro anterior
“Me había escapado de un centro clandestino de detención en Mar del Plata. Yo salía con una chica y militábamos en la misma organización. Yo estuve como delegado en SMATA, en Comercio, en la UOM. En junio del ´76 soy secuestrado en una fábrica, estábamos tratando de armar una comisión interna. Yo soy de la Juventud de Trabajadores Peronistas-Montoneros. Estuve en la Subcomisaría de Peralta Ramos. Me secuestran de la fábrica, me llama el capataz y me llevan a la oficina de Personal, me ponen una pistola en la cabeza y me esposan. Estuve una hora y media detenido, me picanean, me dejan atado a la parrilla, logro desatarme, salgo, me doy cuenta de que estaba ahí porque había ido a sacar la cédula”, contó.

La búsqueda
“Mi viejo fue al Episcopado y pasó por la Embajada de Estados Unidos. En el Episcopado lo mandaron a la Embajada”.

Las luchas gremiales
“Quiero agradecerles. En mi familia siempre hemos estado en las luchas gremiales. Fundaron el peronismo junto a Perón, con los gremios que estaban junto a Perón. Las represiones que soportó mi abuelo, que fue secuestrado, las persecuciones que sufrimos. Que hoy ustedes estén haciendo un juzgamiento a estas personas que persiguieron políticamente es muy importante y quiero agradecérselos”, terminó su declaración Pérez.

El testimonio de Carlota Pérez de Palmeiro, compañera de Palmeiro
“El 16 de noviembre de 1979, alrededor del mediodía, recibo un llamado de mi madre, en el que me dice que se llevaron a los chicos. Vivíamos en Caseros, me tomo un taxi y me fui para allá con mi suegra, porque yo estaba embarazada. Mi tía es la que le avisó a mi mamá. Mi suegra va a hacer un hábeas corpus en la Liga Argentina por los Derechos del Hombre. En el ínterin, mi suegra vuelve a la casa y se encuentra a tres personas más. Mi esposo le dice a mi suegra que estaba en la ESMA, vuelven a la ESMA a buscar las llaves. Estaba muy mal, muy torturado, muy picaneado. A mi suegra le dicen que me busquen, que no me iba a pasar nada, que no querían la muerte de un bebé en la conciencia y que me quedara en la casa de mi mamá porque él me iba a llamar. A la noche me llama, a mí me dan un teléfono y yo tenía que llamar cada vez que él no llamaba. El juez de la causa investigó el número, era un teléfono alquilado en la zona de Constitución, creo que fue el juez Argibay Molina. A ese teléfono lo mantuvieron hasta que nació mi hija. La persona que a mí me contacta es un tal ‘Javier’, que me viene a visitar para decirme que no iba a pasar nada, que él iba a salir. Me dijo que para el parto tratara de tener una habitación para mí sola. Cuando nace Guadalupe, me va a visitar este señor, al Sanatorio Mitre. Después no lo vi más hasta el 24 de diciembre, cuando me llamaron muy temprano para decirme que no me podía mover de mi casa. Tipo tres o cuatro de la tarde tocan el timbre y lo traen a mi esposo. Lo dejaron un rato, lo vi, estaba muy picaneado, tenía una infección en un tobillo. Me dijo que ‘Javier’ o ‘Pancho’ era un capitán de navío o fragata o algo así. Después del 24 no supimos más y llamé al teléfono ese y la señora esa ya me dijo que no pertenecía más. Hasta que no salió gente que estuvo en la ESMA no supimos más nada. Basterra lo vio, estuve con él. Dos años después tuve un llamado, otra persona que decía haberlo visto. Me dijeron que hasta fin de marzo del ´80 lo vieron con vida”, relató.

ESMA 
“Sabíamos dónde estaba cautivo porque Hugo me lo dijo y también ‘Javier’: ‘¿Vos sabés dónde está tu esposo?’, me preguntó. ‘Sí, en la ESMA’, le dije. ‘Sí, está en la ESMA’, me dijo. En la ESMA lo apodaron ‘El Gallego’”.

El hábeas corpus
“Lo tuvimos que levantar porque ‘Javier’ nos dijo que lo hiciéramos para que no se enteraran en el exterior de que lo habían secuestrado. Cuando vino la Reina, como Hugo era español, hice la denuncia en el Consulado. Mi suegra fue al Episcopado también”, agregó.

Militancia
“Era de Montoneros y también militaba en la Facultad de Derecho. Los dos estudiábamos Abogacía. Él militaba en el MÁS de Derecho y yo en la Juventud Universitaria Peronista”.

Alberto Eduardo Pesci (473)
“Lo conozco. Trabajé en el estudio jurídico de él. Supe que la doctora Epstein y Pesci estaban desaparecidos, cerca del ´77 ó ´78. Supongo que militaban en Montoneros. Eran abogados defensores de presos políticos”, narró.

El derecho a la verdad
“Puedo decir tantas cosas. Una: pido saber dónde está su cuerpo para enterrarlo y llevarle una flor y poder decir que nuestra conciencia está en paz, después de tanto que sufrieron”, terminó Carlota Pérez de Palmeiro.

Próxima audiencia
El juicio continuará el miércoles 30 de abril desde las 9:30 horas con más declaraciones testimoniales.


30 04 2014
TESTIMONIOS
142. "Tengo el privilegio de no estar, como tantas madres, buscando a sus hijos"
Fueron las palabras de Alberto Lennie, familiar de sobrevivientes de la ESMA, y padre de Vera, quien nació en cautiverio en ese centro clandestino de detención, tortura y exterminio. 

Los casos de Silvia Labayrú y Vera Lennie Labayrú (170 y 171)
Silvia tenía 21 años de edad y estaba embarazada de cinco meses cuando en la tarde del 29 de diciembre de 1976 fue privada ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, mientras caminaba por Azcuénaga y Juncal, en la Ciudad de Buenos Aires. El operativo fue realizado por varios integrantes del Grupo de tareas 3.3.2, vestidos de civil, quienes golpearon a Silvia y la introdujeron en un automóvil.

La víctima fue llevada a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Silvia fue atormentada mediante la exhibición del cadáver de su cuñada, María Cristina Lennie (caso 283). Durante el cautiverio de Silvia en la ESMA nació su hija Vera, el 28 de abril de 1977. Vera fue entregada a su familia a los pocos días de su nacimiento
Silvia recuperó su libertad del 16 de junio de 1978. Una semana después, viajó a Madrid en un vuelo de la empresa Varig, con pasajes suministrados por sus captores. El cuerpo de Cristina sigue desaparecido.

Los casos de la familia Lennie 
Santiago Alberto Lennie (caso 204) fue privado ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el 16 de enero de 1977 a la madrugada, con su esposa, Nilva Berta Zucarino (caso 203), y su hija, Sandra Lennie de Ozuna (205), en el domicilio familiar, ubicado en la localidad bonaerense de City Bell. Alberto y Nilva fueron trasladados en el suelo del automóvil de su propiedad, con los ojos vendados y las manos atadas a la espalada. Sandra, de 19 años de edad, fue llevada en otro.

Al llegar a la ESMA a Alberto le otorgaron el número  814 y a Nilva el 812. El 9 de febrero de 1977 ambos fueron liberados. A Sandra le asignaron el número 813 y fue liberada entre el 5 y el 6 de marzo de 1977.

El testimonio de Alberto Lennie, compañero de Silvia, hijo de Santiago y Nilva
El testigo declaró sobre la persecución de la que fue víctima su familia durante la última dictadura cívico-militar. Después del secuestro de su compañera, Silvia Labayrú, su tía le avisó que habían sido capturados su padre, madre y prima.

"Con Silvia nos conocimos cuando militábamos en la Juventud Peronista. Luego militamos en Montoneros. El resto de mi familia no. Sandra había estado en la periferia de la UES en el ´74 y ´75", sostuvo Alberto.

Un parto en la ESMA 
"Vera nació en la ESMA el 18 de abril del ´77. Mi encuentro con Silvia en Montevideo fue el 18 de septiembre del ´77", contó sobre la primera vez que vio a su hija. Luego narró que al día siguiente los visitó "un oficial de la Marina, ´El Gato´ Alberto González para explicarme que tenía que evitar hacer una declaración pública y que en un futuro cercano volviese a la Argentina y retomara mi Carrera de Medicina. Como era todo incomprensible para mí, le pedí a mi padre que me ayudara a ir a España. En esa primera ocasión Silvia me confirma la muerte de mi hermana Cristina: ella sabía que la habían llevado a la ESMA, porque se la había encontrado. En ese momento no me pudo decir que había visto el cuerpo", relató Alberto.

"Tenemos otro encuentro en San Pablo, en diciembre del ´77. Le habían permitido ir, estaba controlada por personal de la Marina. En Brasil el oficial que la acompaña es Pernías. En ese segundo encuentro, que fue para la Navidad de ese año, por primera vez me dice que había visto el cuerpo de Cristina, que se lo habían dejado ver por un momento. Volví a Madrid. Silvia regresó a la ESMA y la volví a ver en abril del ´78, porque me manda un telegrama diciéndome que le iban a dar la libertad y si yo iba a estar con ella y si la iba a ir a recibir. Me encontré con ella y estuvimos dos días hablando de esta historia. Me comprometí a hacerme cargo de su llegada junto con Vera (a España). Llegó en julio del ´78 y nos fuimos a vivir al sur de España", declaró Alberto Lennie.

La panza
"Me entero después por Silvia cómo fue secuestrada. Me cuenta que las primeras 48 horas en la ESMA fueron las peores, porque ella dijo que estaba embarazada y le pegaron en la panza. Luego todo el relato, en Capucha, el proceso de embarazo y del parto, fue bastante terrible escucharlo", narró el testigo. "Silvia me contó que el parto fue en una mesa", agregó.

"Vera tiene dos fechas de cumpleaños: el real, el 28 de abril del ´77, y la ficticia, el 18 de mayo, el mismo día en el que fue secuestrada mi hermana. En el DNI de inscripción de mi hija Vera está firmado en nombre mío por Astiz", resaltó Alberto.

"Lo único que quisiera decir es que con toda esta historia trágica hay un punto donde soy enormemente afortunado. Mi hija Vera tiene 37 años, es cardióloga, vive en Escocia, se crió conmigo. Tengo el privilegio de no estar, como tantas madres, buscando a sus hijos", dijo al finalizar.

Próxima audiencia 
El juicio continuará el 7 de mayo desde las 9:30 horas con más audiencias testimoniales.


 07 05 2014 
TESTIMONIOS
143. "Yo me había secuestrado de mí mismo: me convencía de que quien estaba ahí no era yo"
Así lo contó en su testimonio Gabriel Deusdebes, quien estuvo detenido-desaparecido en la ESMA con su padre, Pedro. 

Los casos de Gabriel y Pedro Julio Deusdebes (497 y 498)
Hijo y padre fueron privados ilegalmente de la libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el 25 de octubre de 1978. El operativo fue realizado por miembros del Grupo de Tareas 3.3.2 de la ESMA. Las dos víctimas fueron llevadas a ese centro clandestino de detención, tortura y exterminio, donde permanecieron en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida, hasta ser liberados el 30 de diciembre a la noche.

El testimonio de Gabriel
“Esto fue el 25 de octubre del `78, serían las tres o cuatro de la tarde. Estaba tomando sol en la terraza de mi casa y mi madre subió, rodeada de 8 ó 10 civiles armados, quienes me ordenaron bajar al departamento, cosa que hice. Cuando entro, estaba mi padre y otro civil estaba apuntando. Alguien de ese grupo me dijo que estaban investigando a mi padre por una supuesta defraudación en una fábrica de soda. Mi padre trabajaba en una fábrica. Les pedí que se identificara, me mostraron unas credenciales de la Policía Federal”, relató el testigo.

A continuación, contó que “uno de ellos me pidió recorrer el departamento, cosa que hicimos. Revisó todo, prolijamente, me preguntó si había armas, a lo que respondí que no. Al rato me dijeron que se iban a llevar detenido a mi padre, a lo que me opuse, pero me lo impidieron a punta de pistola. Pedí acompañarlo. Salieron del departamento, no me dejaron salir y se lo llevaron. Ni bien se fueron, hice unas llamadas a un abogado amigo, porque era un tema que me superaba por completo. Al rato me devolvieron las llamadas y me dijeron que en ningún estamento había búsqueda sobre mi padre y me dijeron que intuían que era un operativo por izquierda. Me quedé en mi casa con mi madre. Mi padre tenía 60 años, o un poco menos”, sostuvo Gabriel, quien tenía 25 años de edad en ese momento.

“Transcurrió la tarde sin ninguna novedad. No podría precisar el horario, pero podrían ser las siete de la tarde cuando se abrió la puerta del departamento y estaba mi papa y un grupo de gente. Una de las personas me dijo que no dijera nada. Pese a ello, mi padre me dice que lo estaban buscando a Omar, mi hermano mediano, quien falleció, que salió en libertad; había estado preso en la U9 de La Plata, hacía menos de 30 días.

El padre
Mientras el Grupo de Tareas ocupaba la casa, Gabriel le preguntó a Pedro qué había pasado. El padre le contó a su hijo que “lo habían encapuchado, le habían pegado, le habían pasado algo por las plantas de los pies, que lo habían interrogado. Le preguntaban por mi hermano”, relató Gabriel. En su declaración también dijo que los  civiles permanecieron hasta la noche en la casa, hasta que decidieron llevarse nuevamente a Pedro, situación que Gabriel intentó evitar: “me aferré al cuello de mi papá”, sostuvo. “Me subieron a un auto Falcon amarillo, nos sentaron junto a otra persona y a la media cuadra nos tiraron al piso a los dos. A mí me pusieron una venda, una capucha y algodones en los ojos. Ahí comenzó a circular el vehículo. Fue un tiempo que no logro precisar, no más de una hora, no menos de media”, recordó.

La ESMA
Gabriel narró el cautiverio en la ESMA y también su resistencia: una vez que logró hacerlo, se ofreció para “repartir la comida, porque yo tenía un objetivo, que era pasar por el lugar donde estaba mi padre. Mi intención era que mi padre estuviera tranquilo, porque era un hombre muy mayor. Incluso, en alguna oportunidad, estos personajes me hicieron cantar y yo lo hacía, al solo efecto de que si mi padre me escuchaba cantar iba a entender que estaba bien y eso lo iba a poner mejor”, dijo el testigo.

“Francés”
Ese era el apodo de Gabriel. Un día escuchó que alguien lo nombraba así en la ESMA: era “Tito, el Ruso”, recordó. “Cada vez que podíamos charlábamos de cosas intrascendentes. Yo me había secuestrado de mí mismo: me convencía de que quien estaba ahí no era yo, me inventaba historias irreales. Un día era estanciero, otro chofer de taxi, para convencerme de que no era la historia que estaba viviendo. Tito, el Ruso, era Tito Cetrángolo (Sergio, caso 471). Era amigo de mi hermano y me conocía. Hoy sé que se lo llevaron. Antes de que se lo llevaran, le pregunté dónde estábamos y me dijo que era la ESMA y que lo habían traído desde otro lugar de la Capital Federal. Cuando se lo llevan lo veo que se va en (remera) musculosa”, agregó.

Hermano
Omar militaba en Montoneros. Gabriel siempre fue peronista. Dentro de la ESMA, un guardia le dijo que buscaban a su hermano, quien “se asiló en la Embajada de Francia y a ustedes los tenemos como rehenes”. Luego contó que perdió la audición de su oído derecho, porque debido al secuestro no pudo seguir una rehabilitación posterior a una operación.

“Me dijeron que me prepara, que me iba en libertad. Me acerco a la punta para calzarme. Al jean que tenía puesto no me lo había sacado en 66 días”, dijo Gabriel. “Me subieron a un auto donde estaba mi padre, me aferré a él. Mi padre no creía que nos íbamos en libertad, yo tampoco. El auto empezó a circular. Cuando se detuvo me dijeron que cuente hasta 100, creo que conté hasta 35 mil. Cuando abrí los ojos estábamos en un descampado. Lo abracé a mi padre, lo vi que había perdido 15 kilos, calculo, porque se le caían los pantalones”, agregó.

Próxima audiencia
El juicio continuará el 14 de mayo desde las 9:30 horas con más declaraciones testimoniales. 




14 05 2014 
TESTIMONIOS
144. "Hubo complicidades criminales y civiles que son importantes y tienen que seguir siendo investigadas"
Así lo sostuvo Daniel Cieza, sobreviviente de la ESMA. También declararon los ex detenidos-desaparecidos Hebe Lorenzo y Horacio Domínguez.

Los casos de Horacio Edgardo Peralta y Hebe Inés Lorenzo (67 y 69)
El 26 de agosto de 1976 a la mañana fueron privados ilegalmente de la libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley. El operativo fue realizado en la Ciudad de Buenos Aires por un grupo de hombres vestidos de civil, integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2. Las dos víctimas fueron llevadas a la ESMA, donde permanecieron en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Dentro del centro clandestino de detención, tortura y exterminio, Horacio fue identificado con el número 343 y Hebe con el 365. Él fue liberado el 19 de octubre de 1976. Ella fue liberada en la puerta de la comisaría 31° de la Policía Federal, dentro de una bolsa de papas. Tres días después, fue derivada a la cárcel de Devoto, donde permaneció privada de su libertad hasta el 4 de abril de 1977, cuando fue expulsada del país bajo "libertad" controlada en Paraguay. Luego se radicó en Francia, donde fue vigilada por Astiz, quien se hizo pasar por un amigo de sus compañeros exiliados en ese país.

El testimonio de Hebe
"Había personas que se hacían llamar ´Pedros´. Decían: ´Nos llamamos Pedro porque tenemos las llaves del Paraíso´. Uno de ellos me dijo que había hecho la Escuela de Panamá, que había sido policía en una época, que no lo era más, que era especialista en la lucha contra el terrorismo, que estaba casado y tenía hijas de mi edad", contó la testigo, quien tenía 29 años de edad en ese momento.
"Me acuerdo sobre todo de dos, dos personas que se alternaban, dos personas que podían venir a hablar conmigo. Yo era más o menos amable. Al mismo tiempo podían ser muy duros en algunos momentos: alternaban dos especies de personajes", agregó.

De la ESMA a la comisaría 31°
"La primera vez me bajaron para decirme que finalmente me iban a liberar. Me dijeron: ´Te vamos a llevar a la prisión de Rawson´. Me bajaron a la mañana, estuve esperando en una salita. Uno de los que me llevaba me dijo: ´Vos no te vas a escapar, porque sos la hija de un militar´. Ahí esperé todo el día. A la noche me volvieron a subir. Una semana después, me pusieron en una bolsa, la cerraron por arriba, me llevaron. Cuando largaron la bolsa y la abrieron, estaba en la puerta de la comisaría y había varios policías alrededor mío. Me preguntaron de dónde venía, dónde había estado, por qué estaba ahí. Me pusieron en un calabozo, donde pasé la noche", relató la sobreviviente.

De la comisaría 31° a Devoto
Hebe declaró que a los tres días de estar en la comisaría fue llevada a la cárcel de Devoto: "Después me dijeron que estaba a disposición del Poder Ejecutivo, pero cuando llegué no sabía nada".

De Devoto a Paraguay
"Mientras estuve en Paraguay Videla fue a hacer una visita. La Policía paraguaya me vino a buscar y me llevó al lado, a Ypacaraí, hasta que se fue el gobierno argentino de la visita en Paraguay", recordó.

De Paraguay a Francia 
Hebe relató que en París apareció Alfredo Astiz, simulando ser "un compañero que se había escapado de un campo (de concentración). En ese momento no sabía que era Astiz. Al día siguiente lo supe, porque alguien lo reconoció". Luego agregó que "un grupo de exiliados argentinos en París hacíamos una manifestación para el 17 de octubre, el Día de la Lealtad Peronista. Como era una fiesta entre latinos, queríamos hacer empanadas. Yo y mi actual marido estábamos haciendo empanadas. Llamamos al Comité para saber si había alguien para ayudarnos y nos dijeron que sí, que había un compañero. No nos ayudó mucho y se puso a hacer muchas preguntas".

La búsqueda de un padre  
"Mi padre se levantaba a las 5 de la mañana desde mi desaparición y fue a ver a Dios y a María Santísima. Antes de rapto, raptaron a su secretaria y al hermano de su secretaria. Después los dejaron en libertad enseguida. Sé que mi padre movió cielo y tierra para conseguir algo. Uno de los primeros torturadores míos fue a verlo a su trabajo y dijo: ´Yo fui alumno suyo en la Escuela de Guerra y su hija está viva en la ESMA. Haga lo posible para sacarla de ahí".

El caso de Horacio Domínguez (561)
Tenía 31 años de edad y era el Presidente de la Juventud Universitaria de la Facultad de Arquitectura de Resistencia, Chaco, cuando fue privado ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, en noviembre de 1979, mientras caminaba por la calle Paso, en la Ciudad de Buenos Aires. El operativo fue realizado por integrantes del Grupo de Tareas 3.3.2, quienes lo llevaron a la ESMA, donde permaneció secuestrado bajo condiciones inhumanas de vida. En 1979 fue liberado.

El testimonio de Horacio
El sobreviviente contó que antes de haber estado en la ESMA fue preso político en Chaco. Esta información la dio para relatar que "de alguna forma, se acumula experiencia en la cárcel, en la que uno aprende a conocer situaciones y lugares, tener hábitos para manejarse en algunas situaciones. No era la primera vez que me torturaban. Uno se acostumbra a estar encapuchado, engrillado, a reconocer lugares y voces".
Horacio dijo que supo de inmediato que estaba cautivo en la ESMA. Luego sostuvo que una vez, de noche, "me llevan a ver por televisión una pelea, en la que peleaba Sugar Leonard con otro boxeador. Era una pelea importante".

El sobreviviente también contó que su compañera, María Teresa Acosta, quien estaba embarazada, fue secuestrada y llevada a la ESMA, con su hija de tres años de edad: "Mi señora estuvo detenida un día en la ESMA. Volvió al departamento con la instrucción de no moverse. Pasaron tres o cuatro días. Como no tenía data de nada, llama a mi hermana y a otros familiares de Chaco. Cuando la vuelvo a ver, es en el departamento".

Los casos de las familias Cieza y Rodríguez
Gervasio Cieza Rodríguez (710) tenía 11 meses de edad cuando fue secuestrado con su madre, Celina Rodríguez (559), quien estaba embarazada de seis meses, y su padre, Horacio Guillermo Cieza (463), el 11 de agosto de 1979 por la tarde, en La Plata, Provincia de Buenos Aires. El operativo fue realizado por el Grupo de Tareas 3.3.2. Las víctimas fueron llevadas a la ESMA, donde permanecieron en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida. Los tres fueron liberados al día siguiente, en la Ciudad de Buenos Aires.
Daniel Alejandro Cieza (462) fue privado ilegalmente de su libertad el 11 de agosto de 1979 en Florencio Varela, Provincia de Buenos Aires. El Grupo de Tareas 3.3.2 lo llevó a la ESMA, donde permaneció secuestrado bajo condiciones inhumanas de vida. Al igual que su hermano, cuñada y sobrino, fue liberado al día siguiente.

El testimonio de Daniel
"La patota procedió no sólo a sacarme la libertad, sino que también sufrió violencia por lo menos verbal mis niños de 1 y 4 años, Lucas y Lucio. Mi esposa, Ana González, también fue maltratada, empujada violentamente. La acusaban de editar el periódico artesanal ´Campana de palo´, que se imprimía en mi casa, por un mimeógrafo comprado legalmente", recordó Daniel, a quien apodaban "Mocho". Además, denunció que le robaron bienes y las escrituras de dos propiedades, pero finalmente no le fueron sustraídas.

"En la ESMA me encontré a mi hermano, Horacio Guillermo Cieza, a Juan Carlos López, a Celina Rodríguez, la esposa de mi hermano,  y a su hijo, Gervasio", narró Daniel, quien agregó que a fines del año 1979 "volvieron a mi casa a buscarme. Yo ya no estaba en la vivienda y la patota amenazó a los vecinos. Hubo llamadas sospechosas al domicilio de mi viejo (padre). Después viajé con mi familia a México, como exiliado". Daniel regresó a la Argentina en 1982. Sobre López, señaló que era "delegado sindical de Techint".

Al momento de ser llevado a la ESMA, Daniel trabajaba como "docente en un instituto secundario privado. Soy abogado, pero no ejercía, porque había estado preso en 1976, a disposición del Poder Ejecutivo. Era, de alguna manera, un perseguido político". Sobre su militancia, Daniel contó que "era adherente al peronismo de base, trabajaba como abogado laboralista, asesorando a grupos sindicales".
"Creo que es un gran avance este juicio. Es muy positivo que se esté juzgando a los victimarios, pero considero que estos actores son solamente una parte del plan criminal. Hubo complicidades criminales y civiles, que son importantes y tienen que seguir siendo investigadas", dijo Daniel al concluir.

Próxima audiencia
El juicio continuará el 15 de mayo desde las 9:30 horas con más audiencias testiomoniales.



15 05 2014
TESTIMONIOS
145. "Mi tío fue una persona admirable, fue un abogado brillante"
Así lo recordó Julia, sobrina de Miguel Ángel, e hija de Julia Elena Zavala Rodríguez, víctimas del Grupo de Tareas de la ESMA. Además, declaró Víctor Hugo Frites, sobreviviente de ese centro clandestino de detención, tortura y exterminio. 

El caso de Hugo Víctor Frites (712)
El “Chino” o “Negrito” tenía 29 años de edad cuando fue privado ilegalmente de su libertad, con violencia, abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, el 11 de agosto de 1979, en su vivienda en Valentín Alsina, Provincia de Buenos Aires. La víctima fue llevada a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida, hasta ser liberado 15 días después del secuestro.

El testimonio de Hugo
El sobreviviente relató que dentro de la ESMA, “al lado mío estaba una señora a quien conocí como la tía Irene. Del otro lado estaba un compañero, `Topo`, quien solidariamente me prestaba sus zapatos las veces que pedía ir al baño, porque por la cadena entre los pies no me podía calzar. Después de una semana, me bajaron a un sótano, donde prácticamente me desnudaron, me acostaron sobre una cama elástica y me torturaron por todo el cuerpo”. Luego agregó que con posterioridad supo que uno de los torturadores era Juan Carlos del Cerro, apodado “Colores”.

“Me preguntaban por mi militancia gremial, por la actividad de todos los compañeros, y por mi militancia en el peronismo de base y las FAR. También me preguntaron por la actividad de la UOM (Unión Obrera Metalúrgica), de donde éramos afiliados. Después de esa sesión de tortura perdí el conocimiento y me desperté en el mismo lugar de donde me habían llevado, que era en el sector del Altillo, donde me decían que no consumiera agua, porque el cuerpo se hincha. Cada tanto pasaba un médico para darnos una pastilla”, recordó Hugo.

ESMA
Una de las voces que pudo reconocer Hugo en su cautiverio fue la del represor Adolfo Donda. En ese mismo lugar pudo ver a las siguientes víctimas: Josefina Villaflor, Juan Carlos Anzorena, la “Tía Irene”, “El Topo” y “Tachito Somoza”. Sobre Josefina sostuvo que “estaba embarazada, se le notaba el embarazo”.
Dolor

Hugo contó que le quedaron secuelas para siempre, producto de las torturas: “después de la tortura estuve alrededor de tres meses en recuperación, porque no me podía levantar. Son dolores de por vida en los brazos y las costillas. Después de un tratamiento me dijeron que la electricidad contrae los músculos, no hay medicación: de por vida me duelen las costillas. Permanentemente, cuando hay mucha humedad, los dolores reaparecen”.

Al finalizar su testimonio, Hugo les rindió una “homenaje a todos los compañeros que dieron su vida” y reclamó que “a los responsables se les aplique un juicio justo”.

Los casos de la familia Zavala
Miguel Ángel Zavala Rodríguez y Olga Irma Cañueto de Zavala Rodríguez (166 y 819)
Militaba en la Juventud Peronista y era profesora de Ciencias de la Educación. El 22 de diciembre de 1976, mientras realizaba unas compras con sus hijas Yamila y Gimena, de dos y cuatro años de edad, fue privada ilegalmente de su libertad, con violencia abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley. El operativo se produjo en Av. Corrientes y Lambaré, en la Ciudad de Buenos Aires. El mismo Grupo de Tareas asesinó mediante disparos de armas de fuego a su marido, Miguel Ángel Zavala Rodríguez (caso 166).
Olga fue llevada a la ESMA, donde permaneció en cautiverio bajo condiciones inhumanas de vida y sigue desaparecida.

Julia Elena Zavala Rodríguez (474)
La apodaban “Tita”, era la hermana de Miguel Ángel. El 21 de noviembre de 1978 fue privada ilegalmente de su libertad, con violencia abuso de funciones y sin las formalidades prescriptas por la ley, en su casa, en Aráoz 2438, piso 4, departamento 43, en la Ciudad de Buenos Aires. Julia fue llevada al centro clandestino de detención, tortura y exterminio “El Olimpo” y a fines de diciembre de ese año fue trasladada a la ESMA. Julia sigue desaparecida.

El testimonio de Julia Elena Reynal O`Connor, hija de Julia 
“El 21 de noviembre de 1978, a las 16:00 horas, mi madre, Julia Elena Zavala Rodríguez, quien trabajaba en el Juzgado de San Martín, había quedado en encontrarse conmigo y con mi abuela, quien vivía en la Curia. Íbamos a encontrarnos a la hora del té. Como tenía que estudiar, hablé a las 13:00 y le dije que no llegaba, porque me tenía que ir a estudiar con mi amiga. Luego, mi abuela llama por teléfono y no contestaba nadie.  Le dije que me parecía raro. Me fui a lo de mi amiga y seguimos estudiando. Estuve toda la noche sin dormir”, recordó la testigo.

“A las 7 de la mañana nos encontramos en la puerta del edificio y el portero estaba en la puerta, no nos dijo nada. Se llamaba Justo Welmos. Nos dejó pasar. Estábamos mi amiga, mi abuela y yo. Subimos, abro la puerta. Creo que nunca en mi vida había tenido una sensación tan espantosa: el departamento estaba totalmente deshecho. Se me ocurrió pensar que mi madre estaba muerta. Empecé a gritar, me acuerdo que lo primero que hice fue correr al cuarto de mi madre. El perro estaba encerrado. Mi amiga vino corriendo
atrás. Yo lloraba, tuve un ataque de pánico. Mi abuela dijo que nos fuéramos”, agregó Julia.

“La señora se fue”
La abuela de Julia le preguntó al encargado del edificio si su hija había salido: “Sí, la señora se fue. Cayeron personas en un auto. La señora salió vestida y con anteojos negros”, le dijo. Julia agregó que en función de esa información, “mi abuela se fue a la comisaría. El comisario le dijo que se había ido con un hombre. Mi abuela se retiró y les avisamos a mis tíos. Vinieron a lo de mi abuela y con Domingo Zavala Rodríguez fueron de nuevo a la comisaría, pero les dijeron que nos les iban a recibir la denuncia”.
Julia también contó que a la semana de la desaparición forzada de su madre regresaron al departamento y notaron que se habían robado todas las pertenencias de su madre.

La Iglesia
“Mi abuela habló con Monseñor Graselli. Entre las tantas charlas, cuando logró que la recibiera, le dijo que la conocía y que se olvidara de la búsqueda de su hija. Mi abuela conocía a la madre de Videla y creo que obtuvo la misma respuesta”, relató la testigo.

La CIDH
Cuando la Comisión Interamericana de Derechos Humanos visitó el país en 1979 Julia y su abuela fueron a presentar su denuncia: “tenía miedo, pero quería que se escuchara mi historia”, recordó. Ella tenía 17 años de edad cuando secuestraron a su madre. Su hermano tenía 13.

El tío
Julia es abogada y recordó a su tío asesinado, Miguel Ángel, también abogado: “mi tío fue una persona admirable, fue un abogado brillante. En 1969 entra en la militancia, como defensor de Carlos Caride. Luego lo meten preso con Caride y la mujer; termina en Devoto. Si bien él actuaba como abogado defensor, le pasaron picana, estuvo un año preso. Deja de ser abogado y empieza la militancia dentro de las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias), que se unen a Montoneros y él se postula como diputado, e integra con Ortega Peña el bloque de las elecciones del `73. Después renuncia y empieza a militar en el Partido Auténtico y pasa a la clandestinidad. Mi tío sabía que era buscado, que en cualquier momento lo podía matar el Ejército, pero esto ocurrió un día en el que mis primas, de 2 y 4 años, y vivían en Lambaré y Corrientes, salen a hacer unas compras con la madre. Aparece un camión del Ejército, agarra a las chicas.

Mis primas se quedan del otro lado del vidrio. Le tiran 14 disparos. Mi tío tenía una campera de cuero marrón. Tenía los impactos de bala. Mis primas ven todo. Al otro día, el 23 de diciembre, salió en el diario. Los vecinos llaman al Ejército para que se las lleven. Mi abuela se entera en esa Navidad, la peor que pasé en mi vida. en la radio, el día 24 sale que había muerto Miguel, y un hermano de mi abuela estaba escuchando y llama a mi mamá y le comenta la muerte de Miguel. Mi mamá me lo dice a mí. Estábamos todos ahí. Mi mamá tenía siete hermanos. Mi abuela pregunta qué nos pasaba. Mi madre nunca pudo disimular nada. Al otro día le dijeron a mi abuela: fue el primer gran dolor. Al grito de mi abuela nunca me lo voy a olvidar en mi vida. Se fueron a la morgue, pudieron conseguir el cuerpo de Miguel y les dijeron que lo tenían que enterrar como NN en Chacarita”.

Julia contó que luego pudieron ubicar a sus primas, quienes estaban en el Instituto Riglos, con sarna. “Las chicas en un primer momento vivieron con mi abuela, los padres de Olga, y tuvieron una infancia muy feliz”.

Próxima audiencia
El juicio continuará el 21 de mayo desde las 9:30 horas con más declaraciones testimoniales.
Fuente:EspacioMemoriayDDHHexEsma

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