16 de julio de 2014

CAMPO DE MAYO-JUICIO DE LOS OBREROS: DECLARA UN EX TRABAJADOR DE ASTARSA.

15-7-2014
Lesa Humanidad
Nuevo debate oral por los crímenes de Campo de Mayo
Juicio de los obreros: declara un ex trabajador naval de Astarsa

El Tribunal Oral Federal 1 de San Martín. Se juzga a diez represores acusados por delitos de lesa humanidad en perjuicio de 60 víctimas. Hoy dará su testimonio Manuel Ludueña, que fue secuestrado y torturado en la comisaría de Tigre, donde estuvo detenido ilegalmente.
El 24 y el 25 de marzo de 1976 el trabajador naval Manuel Ludueña presenció el secuestro de sus compañeros de trabajo, en el astillero Astarsa. Meses después fuerzas de seguridad lo secuestraron y lo llevaron a la comisaría de Tigre. Ahí vio a otros compañeros secuestrados. Hoy lo contará en el juicio de los obreros, ante el Tribunal Oral Federal 1 de San Martín. Se juzga a diez represores acusados por delitos de lesa humanidad en perjuicio de 60 víctimas.  

Entre los imputados figuran el ex general Santiago Omar Riveros, Luis Sadi Pepa, Juan Carlos Gerardi, Roberto Julio Rossin, Alejandro Puertas, Héctor Omar Maldonado, Juan Demetrio Luna, Rodolfo Emilio Feroglio, Carlos Daniel Caimi y Eugenio Guañabens Perelló. Además de jefes del Ejército, entre los acusados hay integrantes la Policía bonaerense y de la Prefectura Naval.

Los jueces Isabel Milloc, Héctor Sagretti y Daniel Cisneros también escucharán a la viuda de José Caamaño Uzal, trabajador naval desaparecido. También declarará su hermana, Mirta Verónica Caamaño. También se tratará el caso del trabajador naval Rodolfo José Iriarte. Por su causa, declarará el testigo Julio Guillermo López.

En 1985, Ludueña declaró en el Juicio de las Juntas. Dijo que en la comisaría de Tigre fue torturado y que le preguntaron por el militante peronista y trabajador de Astarsa, Martín “Tano” Mastinú. El 7 de julio de 1976, Mastinú fue secuestrado en San Isidro y continúa desaparecido. Dos meses antes, habían asesinado a su cuñado Mario Marras, también trabajador de Astarsa. La semana pasada, en la primera audiencia, declaró Santina, la hermana de Mastinú.

Cuando estaba en la comisaría de Tigre, a Ludueña lo trasladaron a otra celda. Le sacaron la capucha y vio a los Roqueta -padre e hijo-. Con el hijo trabajaba en Astarsa. El caso de los Roqueta también entró en este juicio.

El sobreviviente relató que todos los detenidos eran delegados gremiales de las fábricas Astarsa, Mestrina, Ford, Sánchez y Terrabusi. Ludueña también declaró sobre los hechos ocurridos el 24 y 25 de marzo de 1976, cuando se llevaron detenidos a personal de la Fábrica Astilleros.

La semana pasada, el TOF determinó que como Casación no pudo garantizarle el cuarto juez, harán un juicio corto. Esto significa que solo entrarán en el juicio las causas de los trabajadores de los astilleros navales y ceramistas de zona norte.

Fuentes judiciales aseguraron a Infojus Noticias que los alegatos y sentencia de este juicio están previstos para octubre. En noviembre, comenzará un juicio nuevo con el resto de las causas: obreros metalúrgicos de Villa Ballester y probablemente Ford. Respecto de la empresa automotriz, la Cámara de Casación tiene que resolver si da lugar a los pedidos de nulidad de los tres imputados –ex gerentes de Ford- o si desestima y comienza el juicio.

El fiscal a cargo del juicio es Marcelo García Berro. Las querellas están en manos de Ciro Annicchiarico, por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación; Paula Mañueco, por la Secretaría de Derechos Humanos bonaerense; y Pablo Llonto, en representación de familiares de víctimas. La defensa oficial de todos los imputados la ejerce el letrado Juan Tripaldi.
Fuente:Infojus






15-7-2014
Lesa Humanidad
“Juicio a los obreros” en San Martín
“En la tortura me querían hacer gritar: ¡Viva Videla!”

Manuel Ludueña fue un trabajador naval del astillero Astarsa. Lo secuestraron en marzo de 1976 y estuvo secuestrado en la Comisaría de Tigre, donde lo torturaron. “Los interrogatorios duraban horas y había ocho personas alrededor mío”, le relató hoy al Tribunal Oral Federal 1, que lleva adelante el juicio número 11 por los crímenes ocurridos en Campo de Mayo.
Por: Natalia Biazzini
Majo Malvares
Las fechas y algunos nombres se le olvidaron al ex trabajador naval Manuel Ludueña cuando declaró hoy ante el Tribunal Oral Federal 1 de San Martín. Fue por su secuestro en marzo de 1976, en el marco del juicio de los obreros de la zona norte del conurbano bonaerense. “No estoy nervioso, pero quiero que se haga justicia por mis compañeros, soy el único sobreviviente”, le dijo a Infojus Noticias. Ludueña contó al tribunal que días después del golpe militar dos personas con sobretodo negro lo fueron a buscar al astillero Astarsa, donde trabajaba, en Tigre. Dos años antes había sido delegado en el área de soldadura, pero en ese momento no tenía militancia gremial ni política.

A las seis de la mañana de ese día, Manuel ya tenía la soldadora en sus manos, listo para trabajar. Pero estos dos hombres, que nunca se identificaron, lo tomaron del brazo y lo llevaron al Ford Falcon verde que los esperaba en la puerta del astillero. En ese momento, Ludueña tenía 27 años, estaba casado y tenía tres hijos.

Después de casi una hora de andar en el auto, frenaron y lo bajaron. “No sabía dónde estaba, por debajo de mi capucha pude ver un piso color blanco, quizás de mosaico”, les dijo hoy a los jueces Isabel Milloc, Héctor Sagretti y Diego Barroetaveña.

Ninguno de los diez imputados en este undécimo juicio de Campo de Mayo escuchó el relato de Ludueña, porque –como es su derecho- eligieron no estar en la audiencia. Entre los acusados hay militares, policías y oficiales de Prefectura. Se trata del ex general Santiago Omar Riveros, Luis Sadi Pepa, Juan Carlos Gerardi, Roberto Julio Rossin, Alejandro Puertas, Héctor Omar Maldonado, Juan Demetrio Luna, Rodolfo Emilio Feroglio, Carlos Daniel Caimi y Eugenio Guañabens Perelló.

Ludueña estuvo secuestrado en la Comisaría de Tigre. Ahí lo torturaron, le picanearon todo el cuerpo. “Los interrogatorios duraban horas y había ocho personas alrededor mío, dos eran mujeres. Y otros creo que eran médicos, tenían una vestimenta de mangas cortas, ropa blanca”. En los interrogatorios le preguntaron por sus compañeros, sobre todo, por Martín Mastinú, que en ese momento era delegado de Astarsa y hoy está desaparecido. “Cuando me torturaban me querían hacer gritar: ¡Viva Videla!”, dijo el testigo con la sala en absoluto silencio, el público conmovido por la declaración.

En algún momento de su cautiverio leyó escrito en la pared con lápiz: “Acá estuvo Hugo Rezeck”, un delegado gremial del astillero Mestrina, hoy desaparecido.

Entre las varias preguntas, el juez Barroetaveña quiso saber si su familia había tramitado habeas corpus y
Ludueña dijo que sí, pero con resultados negativos.

En la comisaría, Ludueña vio a trabajadores de Terrabusi, Ford y de otros astilleros. Lucero, Portillo, Villalba, Amoroso, Conti son algunos de los nombres que les brindó a los jueces. También recordó a José Caamaño, que era un carpintero naval.

“Recuerdo a mi viejo sentado pidiéndo que no le esposen las manos”
Junto a Ludueña hoy declararon por su desaparición su viuda y su hija Verónica, que tenía cuatro años cuando se lo llevaron secuestrado de su casa. “Recuerdo a mi viejo sentado en el sillón, pidiéndoles que no le esposen las manos. A mi hermanito y a mí nos dejaron al cuidado de un militar con armas largas. Y cuando se lo llevaban, mi papá le repetía a los gritos a mi mamá: ‘Cuidá a los chicos’”, recordó Verónica emocionada, y con un hilo de voz.

Ludueña también recordó apellidos de personal de jerarquía del astillero, de quienes se sospecha que fueron los que entregaron listas de nombres a los militares: Lacoa, Martínez, Colonges y Lizarri.
-¿Quién cree que dio su nombre a los militares para que lo secuestren? – preguntó el juez Sagretti.
-La empresa, para mí fue la empresa- respondió tajante el testigo.

Después de estar dos meses en la comisaría -hoy señalizada por los organismos de derechos humanos-, lo trasladaron al penal de Devoto. Ahí volvió a ver a su esposa que lo visitaba con su bebé, el tercer hijo de ambos. Ahí, su mujer le contó que fue a preguntar por él al astillero y que Colonges le había dicho: “Su marido no va a salir nunca más porque es un perfecto activista”.

En noviembre del ‘76, lo llevaron a la Unidad 9 de La Plata y ahí se reencontró con compañeros de Astarsa y otros astilleros. Cuando salió en libertad, en marzo de 1977, Ludueña leyó los cuatro telegramas que le envió la empresa diciendo que había sido despedido con “causa justa”. En ese momento quiso hacerle juicio a Astarsa, pero amenazaron a su abogado y Ludueña no insistió.

Después de un tiempo volvió a trabajar en otro astillero y los últimos 25 años los pasó manejando un colectivo, pese a que después de la tortura no volvió a sentir más la rodilla izquierda. Ahora Manuel está jubilado y sigue viviendo en el mismo lugar que cuando lo secuestraron, en Pablo Nogués.
Fuente:Infojus

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