31 de julio de 2014

HACE 40 AÑOS LA TRIPLE A ASESINÓ AL DIPUTADO NACIONAL RODOLFO ORTEGA PEÑA.

31.07.2014
Fue la primera víctima mortal que reivindico públicamente la banda parapolicial
Hace 40 años la Triple A asesinó en la Avenida 9 de Julio al diputado nacional Rodolfo Ortega Peña

El ataúd de Ortega y su esposa Elena Villagra, que resultó herida en el ataque. 
(Por Felipe Celesia*).- El 31 de julio de 1974, poco después de las 22, a ocho cuadras del obelisco, tres sicarios de la Triple A asesinaron al diputado nacional y abogado de presos políticos Rodolfo Ortega Peña y detuvieron así el impulso de una de las principales figuras de la izquierda peronista de los '70. Ortega Peña fue la primera víctima (1) reivindicada por la Triple A y su asesinato tuvo el doble efecto de eliminar un adversario político y advertir a todos los actores de la escena pública que si se podía matar a un diputado de la Nación, a cara descubierta, en el corazón de Buenos Aires, ya nadie estaba a salvo. La policía reprimió violentamente a quienes asitieron a su entierro en La Chacarita y detuvo a casi 400 asistentes muchos de los cuales serian asesinados por la dictadura.

Hijo único de un matrimonio acomodado, educado en la infancia en colegios de elite, ingresó en 1954 a la Facultad de Derecho de la UBA como parte de su mandato de clase para rápidamente apartarse del proyecto apolítico familiar y acercarse fugazmente al radicalismo de Arturo Frondizi, del que diría después que "era un partido sin posibilidades revolucionarias".

Como en aquel momento sus inquietudes eran básicamente teóricas, encontró un espacio de militancia en el frente cultural del Partido Comunista pero terminó alejándose un par de años después cuando comprobó que allí no se gestaba la revolución.

Su "peronización" llegaría a fines de los cincuenta, con la vinculación al referente de la resistencia peronista y a su grupo de dirigentes del primer peronismo que trabajan por el retorno de Perón con mucho compromiso y algunos aciertos como la ampaña de Andrés Framini a la gobernación de Buenos Aires.

En paralelo a la política, Ortega Peña comenzó a frecuentar a historiadores revisionistas como Juan José Hernández Arregui y Rodolfo Puiggrós, quienes junto a otros intelectuales daban cuerpo a la "izquierda nacional" que analizaba el fenómeno del peronismo con categorías marxistas.

Siempre junto a (Eduardo Luis) Duhalde (2), el "Pelado" Ortega, con ese afán de participación que lo caracterizó, se ofreció en 1963 para trabajar ad-honorem con el abogado de la CGT Fernando Torres y así poder "dotar de ideología" a las conducciones sindicales burocráticas, según la ambiciosa estrategia que había trazado el dúo de antemano.

El Plan de Lucha de la CGT del 64 lo encontró junto a los obreros en las toma de las fábricas y esa experiencia lo animó a acercarse a la Unión Obrera Metalúrgica de Augusto Timoteo Vandor, como asesor legal, no político, y a escribir "Felipe Vallese: proceso al sistema", un informe de la UOM hecho en base a la investigación del periodista Leopoldo Barraza (3) y que intentaba explicar la desaparición del obrero, dos años después de ocurrida.

Luego de la etapa "vandoristas" y hasta fines de los sesenta, los socios y amigos se volcaron con mucha energía a la producción historiográfica con títulos que reivindicaban la lucha de los caudillos federales contra los unitarios porteños y el imperialismo, especialmente en "Felipe Varela contra el Imperio Británico" y "Facundo y la montonera".

Ya en los setenta, con la irrupción de Montoneros con el secuestro y ejecución de Aramburu y la aparición de las
organizaciones armadas peronistas y no peronistas, Ortega Peña se dedicó sin descanso a la peligrosa ocupación de defender presos políticos, encabezando más de 300 defensas e interviniendo legalmente en los episodios de la guerrilla.

La convocatoria a elecciones de Lanusse en  1972 lo encontró muy insertado en la izquierda peronistas y desde allí participó activamente de la campaña del Frente Justicialista de Liberación, por la fórmula Cámpora-Solano Lima, multiplicándose en la construcción del retorno de Perón y acuñando la ya histórica frase: "Luche y vuelve". (4)

El cenit de la Tendencia durante el camporismo, también traería un incremento de la violencia entre la izquierda y la derecha peronista y el dúo de abogados se convirtieron en objetivos: sufrieron dos atentados con bomba, uno en el estudio de ambos en la calle Rodríguez Peña, otro en la sede de la Gremial de Abogados e intimidaciones varias, en una escalada de violencia que todavía no había encontrado su techo.
Con la victoria de Cámpora, el grupo de abogados defensores de presos políticos, obtuvo un reconocimiento político por su lucha en los estrados durante la dictadura y llegó a la conducción de la Facultad de Derecho de la UBA, un bastión del conservadurismo porteño. Ortega se puso al frente de la cátedra "Historia del Derecho".

Ortega no se moderó en el claustro, por el contrario, ideologizó la cátedra y juzgó a figuras de la historia argentina dividiendo a los alumnos en fiscales y defensores, pero también transmitió conocimiento con una lucidez y un carisma que atrapó a sus alumnos, vinieran de la extracción política que vinieran.

En noviembre del 73, Ortega Peña fue uno de los pasajeros del chárter de Alitalia que devolvió a Perón al país, dentro de una muy diversa comitiva que representaba al peronismo de entonces con expresiones que iban de la izquierda -el mismo Ortega, Nilda Garré, el cura Carlos Mugica-, pasando por el peronismo ortodoxo -Lorenzo Miguel, Rogelio Coria- y terminando en la ultraderecha vinculada a la Triple A que habría de asesinarlo -Jorge Conti, José López Rega.

En la creciente polarización de la tercera presidencia de Perón, Ortega Peña accedió a una banca en el Congreso cuando ocho diputados de la Juventud Peronista renunciaron en desacuerdo con las modificaciones al Código Penal, impulsadas por el oficialismo, que modificaban la figura de la "asociación ilícita" y la dejaban muy cerca de poder aplicarla a las reuniones políticas.

El 13 de marzo de 1974, Ortega Peña asumió su banca en la Cámara de Diputados con un juramento que evocaba la masacre de Trelew: "¡Sí, juro! y la sangre derramada no será negociada".

No se integró al bloque mayoritario del Frejuli y desde el monobloque del Peronismo de Base planteó debates históricos y expresó a los trabajadores en los conflictos con las patronales, mientras que a nivel político discutía un lugar de mayor exposición con el PRT de Santucho y con el PB.

Toda esa proyección se desvaneció el 31 de julio, un mes después de la muerte de Perón, y cuando la Triple A ya estaba desatada y acometió su operación más resonante junto al asesinato del cura Carlos Mujica: matar a un diputado, símbolo de la izquierda. (5)

El velorio de Ortega se organizó en la Federación Gráfica Bonaerense del dirigente Raimundo Ongaro, luego de que Duhalde y la familia de Ortega declinaran el ofrecimiento de velarlo en el Congreso.

El cortejo fúnebre hasta el cementerio de la Chacarita estuvo plagado de incidentes con la Policía Federal, que controlaban Villar y López Rega. Una represión salvaje culminó con 380 detenidos (6). Muchos de esos detenidos serían después blanco de la Triple A y de la dictadura iniciada en marzo del 76.

La despedida estuvo claro a cargo de Eduardo Luis Duhalde, quien rodeado de puños en alto y dedos en ve, expresó: "En mi despedida no hay llanto porque en otras despedidas aprendimos cómo se saluda a los soldados del pueblo que caen (...). Vivió y murió para que la clase obrera y el pueblo forjaran desde el poder una nueva sociedad con hombres nuevos donde desaparecieran definitivamente los explotadores y explotados".

"Por eso, porque morir por el pueblo es vivir, en esta hora de apretar los puños y de tristezas, reafirmamos aquel juramento: 'La sangre derramada por Ortega no será negociada'. Y decimos simplemente, como a él le hubiera gustado: 'Ha muerto un revolucionario, ¡Viva la revolución!'". 

Notas de la Redacción
  
* Junto a Pablo Waisberg escribió "La ley y las armas. Biografía de Rodolfo Ortega Peña".

1) La primera víctima mortal, ya que antes, en noviembre de 1973, había reivindicado el atentado con explosivos contra el senador radical por Chubut Hipólito Solari Yrigoyen, que se salvó casi milagrosamente y volvió a caminar luego de una larga serie de operaciones.

2) Quien fundó la Comisión Argentina de los Derechos Humanos (CADHU) en su exilio madrileño y a quien el presidente Néstor Kirchner nombró secretario de Derechos Humanos de la Nación en el 2003.

3) Barraza fue una de las victimas siguientes de la Triple A. Fue secuestrado y asesinado el 13 de octubre de 1974. Entre sus asesinos se encontraba el comisario Fiorillo, al que él habia denunciado como secuetrador y torturador de Vallese.

4) Junto con Duhalde, fundaron la revista "Militancia", que se encontraba bastante a la izquierda de los órganos de Montoneros, como "El Descamisado" y donde comenzó a aparecer un personaje de historieta, "Tendencio", que terminó por darle nombre a toda la izquierda peronista.

5) El cadaver de Ortega Peña fue llevado a la Comisaría 15ª a la que entró eufórico y exultante el jefe de la Policia Federal, comisario general Alberto Villar, que era también uno de los jefes de la Triple A.

6)Que fueron escrupulosamente fichados y remitidos a la cárcel de Villa Devoto al amparo de los edictos que le permitian al jefe de la PFA disponer arrestos de hasta 30 días.        
Fuente:Telam    





31-7-2014
A 40 años
Documentos de la DIPBA
Los archivos secretos sobre Rodolfo Ortega Peña: cómo lo espiaban

El abogado, historiador y diputado fue seguido de cerca durante los últimos años de su vida. Los informes de inteligencia, a los que accedió Infojus Noticias, muestran hasta dónde lo observaron los agentes de la Policía bonaerense y del Ejército.
Por: Pablo Waisberg
Foto:ARGRAFototeca
A Rodolfo Ortega Peña lo pusieron en la mira en 1965. Así lo evaluaron los servicios de inteligencia locales cuando decidieron incluirlo en un informe secreto sobre el grupo CONDOR (Centros Organizados Nacionales de Orientación Revolucionaria). Se trataba de un armado político junto al historiador nacionalista José Hernández Arregui, para acelerar el retorno del Justicialismo al poder. Hasta ese momento, el Pelado no parecía haberles importado. No hay ningún informe sobre su temprana militancia en el Partico Comunista, ni sobre su acercamiento a la Resistencia Peronista, en 1960. Tampoco hay registros sobre su labor como abogado laboralista de la UOM de Augusto Vandor.

El grupo CONDOR, impulsado por Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde, era el resultado de esas reuniones de intelectuales y militantes. Era el fruto de esa izquierda nacional que se sumaba a la Resistencia Peronista y buscaba allí el camino de la liberación nacional. Por eso, el primer documento de CONDOR subrayaba “la necesidad de constituir un centro ideológico activo, resuelto al desenmascaramiento implacable de todas las formas económicas y culturales del colonialismo”  y destacaba el “papel hegemónico de la clase obrera” en esa batalla. Esa amplitud dejaba espacio a que sus integrantes ocuparan puestos de lucha en distintos partidos políticos. Eso permitió sumar desde Hernández Arregui hasta John William Cooke y el artista plástico Ricardo Carpani, entre otros.

Ese primer documento, fechado el 4 de junio de 1964, aniversario de la muerte de Felipe Varela, encendió la luz de alarma en el Servicio de Información de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (SIPBA, que después se convertiría en dirección, con las siglas DIPBA). El organismo abrió un legajo sobre la fundación de CONDOR y definió el tema como “D s”, que correspondía a todo lo relacionado con “sabotaje”, “actividad subversiva” y “actividad panfletaria”.

Advirtieron allí que el grupo se proponía “ir aglutinando a las izquierdas peronistas que concluirán con el mito de la tercera posición” y señalaban la estrategia trazada de trabajar “dentro de los tres sectores base para la vida del país: Iglesia, Ejercito e Industria”.

Pero más allá de la preocupación que despertó entre los hombres de inteligencia, CONDOR no resistió las diferencias políticas y poco después se desintegró. El punto de ruptura fue la adhesión al movimiento peronista. Duhalde, Ortega Peña y otros plantearon que la izquierda debía identificarse con Perón y eso determinó el alejamiento de Hernández Arregui –simpatizante pero nunca orgánico del peronismo– y de otros integrantes del grupo, más ligados al trotskismo.

Sin embargo, el seguimiento sobre Ortega Peña se mantuvo. En la gruesa carpeta de informes de inteligencia que custodia la Comisión Provincial por la Memoria existen seguimientos en conferencias de prensa, como la que se dio en el Sindicato Unico de Publicidad para denunciar la represión de la dictadura de Agustín Lanusse. Allí apuntaron que hubo otros dos abogados en reemplazo de Ortega Peña que faltó por “motivos que se desconocen”.

Uno de esos informes se hizo en el verano de 1971, a pedido del intendente de San Carlos de Bolívar, quien se incomodó por la presencia de Ortega Peña. El abogado laboralista, que se había convertido en defensor de presos políticos y había tenido a su cargo al defensa de los detenidos por el secuestro de Pedro Eugenio Aramburu, solía veranear allí. La explicación no tenía nada que ver con la política ni la ideología: era el pueblo de la familia de su mujer, Marta Gomez Iza.

Durante una velada en casa de unos amigos de Bolívar, a Ortega Peña le preguntaron sobre el desarrollo de las causas Aramburu y el asalto al banco de La Calera. También sobre el robo de un camión blindado en Córdoba. En la reunión había amigos de los Gómez Isa y familiares de Marta, entre ellos su hermano Cacho.
Seguramente la conversación fue jugosa y plagada de definiciones del joven abogado, que gustaba de la provocación. Alguna frase trascendió esa reunión y la escuchó el intendente, quien pidió una investigación detallada  porque era “una persona vinculada a grupos terroristas”.

La tarea recayó en manos del oficial subinspector Hugo Antonio Candia. Detalló que Ortega Peña veraneaba junto a su familia en la Estancia El Aguaribay, que la familia de su esposa “goza de muy buen concepto y que sustenta la ideología radical” y que durante su estadía fueron “escasas las oportunidades en que se le ha visto con la familia en la Planta Urbana de la Ciudad de Bolívar”. Además, precisó que “todas las semanas viaja a la Capital Federal los días domingo, solo, regresando los días jueves e ignorándose los motivos”.

Otro de los legajos de la DIPBA reúne información sobre la Asociación Gremial de Abogados, que fue fundada a fines de 1971 para defender a los presos políticos de la dictadura de Lanusse. Entre los fundadores estaban Ortega Peña, Duhalde, Mario Hernández, Roberto Sinigaglia, Carlos González Gartland y Mario Kestelboim. Llegó a tener unos 300 afiliados, cuyo promedio de edad oscilaba entre los 30 y los 35 años, y una proporción de muertos y desaparecidos que algunos fijan en el cincuenta por ciento.

Dentro de esa carpeta, con la categoría destinada a las “actividades subversivas”, existe un parte del Servicio de Informaciones del Estado (SIDE), de octubre de 1972. “El objetivo es agrupar a los profesionales del Derecho para la defensa de los intereses gremiales en función de una profunda identificación con los intereses del pueblo”, indicó el informe en uno de sus primeros párrafos y agregó otras metas: “combatir toda violación de los derechos humanos” y “exigir la derogación de toda legislación represiva”.

El parte de inteligencia concluye: “puede afirmarse que la Asociación Gremial de Abogados se ha convertido en el aparato infraestructural de las distintas organizaciones armadas clandestinas (ERP, FAR, FAL y Montoneros)”. En particular, señala a Ortega Peña entre los abogados que “se destacan abiertamente por sus actividades” en favor de esas organizaciones.

También hay un seguimiento durante los días previos y posteriores a los fusilamientos de Trelew, en agosto de 1972. Allí ubican a Ortega Peña intentando llegar a la Base Naval Almirante Zar antes del crimen y, luego, dando una conferencia de prensa en Buenos Aires sobre el asesinato de los militantes políticos.
Para marzo de 1973, después de haber impulsado la campaña del “luche y vuelve” para traer de regreso a Juan Perón, la Dirección General de Inteligencia volvió a ubicar a Ortega Peña en el tablero político. Habían registrado reuniones en el Sindicato de Empleados de Farmacia y la Federación Gráfica Bonaerense, que encabezaban Jorge Di Pascuale y Raimundo Ongaro, respectivamente. Ambos estaban vinculados el Peronismo de Base, que mantenía mucha cercanía con Ortega Peña.

Los encuentros fueron para analizar la situación de los presos políticos y qué ocurriría con ellos con la llegada del peronismo al gobierno. “Se trataría de publicitar de la mejor manera posible sobre la libertad de estos detenidos, con miras a crear un clima favorable para un posterior debate parlamentario”, detalló el informe en su segundo párrafo.

El documento –que lleva la firma del jefe de la Dirección General de Inteligencia, Alberto Valin- precisó que decidieron imprimir folletos con los testimonios sobre la Masacre de Trelew y la conferencia de prensa que dio Ortega Peña. Además, puntualizó: “Uno de los abogados que más insiste sobre este problema (la liberación de los presos políticos) es Rodolfo Ortega Peña y sería su intensión llevar el asunto hasta los estrados del próximo cuerpo legislativo. También estaría en el espíritu de algunos de ellos realizar una manifestación popular sobre la libertad de los presos políticos frente al Congreso de la Nación”.

A partir de allí, los informes se diluyen. Solo hay algunos recortes periodísticos. Algunos muestran las críticas al último tramo del gobierno de Perón: la reforma del Código Penal, el Pacto Social y el despliegue de la Triple A. No registran que, habiendo integrado la boleta electoral del Frente Justicialista de Liberación (Frejuli), llegó a su banca tras la renuncia de los ocho diputados de la JP Regionales. Tampoco mencionan los seguimientos de los últimos días, mucho menos la emboscada que la Triple A le hizo en Carlos Pellegrini y Arenales, donde lo mató de trece balazos.
Fuente:Infojus

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