1 de noviembre de 2014

FRANCO CASCO: CUANDO A NADIE LE IMPORTA LA SUERTE DE UN PIBE POBRE.

31-10-2014
Violencias 
Opinión
 
Silvina Tamous
La sombra de la policía en el crimen de otro joven
Franco Casco: cuando a nadie le importa la suerte de un pibe pobre
Franco Ezequiel Casco, de 20 años, apareció ayer flotando en el río. El caso tiene una larga lista de irregularidades e indiferencia: “No lo buscaron, no allanaron la comisaría donde estuvo preso, no incautaron el libro de guardia y ni siquiera apartaron a los policías de la investigación”, sostiene en esta nota Silvina Tamous.

 Un tatuaje en el brazo con el nombre de Thiago fue la pista más certera de que ese cuerpo que flotaba desde hace varias semanas en el río Paraná era el de Franco Ezequiel Casco. Un pibe pobre, de 20 años, que llegó el fin de semana del 5 de octubre a Rosario desde Florencio Varela a visitar a su familia de Empalme Graneros. El 7 de octubre perdió el tren que lo llevaba de vuelta a  su casa y no se supo nada más de él hasta ayer, cuando cerca del Parque de España encontraron un cuerpo comido por los peces flotando en el río, pero con el nombre de su hijo de 3 años grabado en el brazo. Rápidamente, las versiones judiciales aseguraron que el cuerpo no presentaba signos de violencia, aunque dejaron en claro que por el estado en el que se encuentra necesitará otra autopsia para poder establecer la causa de su muerte. Una larga lista de irregularidades e indiferencia no dejan dudas de que Franco murió porque era joven y pobre. Como la mayor parte de los 264 asesinados el año pasado, o como los casi 200 que ya fueron asesinados en 2014. Franco murió básicamente porque a nadie le importa la suerte de un pibe pobre. No lo buscaron. No allanaron la comisaría donde estuvo preso, no incautaron el libro de guardia, ni siquiera apartaron a los policías de la investigación.

El defensor general de la provincia, Gabriel Ganón, es el abogado de Franco Casco. Sí, de Franco, no de la familia. Es que hasta el momento el único imputado es Franco por el delito de resistencia a la autoridad. Al reconstruir los hechos que se fueron sucediendo en los últimos 24 días, la lista de irregularidades se acumula. Y todas ellas confluyen en que el caso Casco se enmarca en la desaparición forzada de persona, tal como lo denunció Ganón en la Procuración Contra la Violencia Institucional (Procuvin).

El 7 de octubre Franco fue detenido sin motivo en la esquina de un banco cercano con la comisaría 7°. Allí “arman una causa por resistencia a la autoridad, que la Fiscalía convalida”, sostiene Ganón. Las filmaciones que registraron la escena en la que Franco fue detenido y que pertenecen al banco ya fueron borradas. Es que recién fueron solicitadas esta semana.

El 8 de octubre Franco debía llegar a Retiro. Como no lo hace, su tía concurre a la comisaría 20° de Empalme y hace la denuncia. Ese mismo día el padre de Franco, Ramón Casco llega a Rosario y comienza a buscar a su hijo. Con la foto del muchacho deambula por la Terminal de Ómnibus y llega a la comisaría 7°, donde le confirman que el muchacho estuvo detenido allí un día antes. El 12 de octubre, Elsa Godoy, madre de Franco llega a Rosario y radica la denuncia en fiscalía a cargo de Guillermo Apanowicz. “Pero nadie investiga nada, el caso recién comienza a moverse cuando gana la tapa de los diarios, a mediados de la semana pasada”. Es allí que la Fiscalía recién entra en contacto con las fotos que muestran a Franco muy golpeado y que fueron tomadas en la comisaría.
“Lo que hace el fiscal es poner la investigación en manos de Asuntos Internos y allí empiezan a plantar pruebas”, sostiene Ganón. Es que ayer el abogado Ignacio Del Vecchio, secretario de Control de la Policía, aseguró que el chico fue visto el domingo en una Iglesia Evangélica de Empalme pidiendo ropa y comida. A las pocas horas de esas declaraciones el cuerpo de Franco flotaba en el río.

Otra de las irregularidades es que cuando Franco estuvo detenido en la comisaría 7° fue revisado por una médica que firmó un informe en el que sostiene que Franco tenía golpes, estaba obnubilado y desorientado en tiempo y espacio. Sin embrago, y pese a ese diagnóstico, el chico no fue derivado a un hospital. Es más, como entendieron que ya estaba recuperado, lo pusieron en libertad. Claro que no lograron encontrar la casa de sus tíos ya que el joven no estaba orientado. Pero en vez de buscar ayuda médica, lo dejaron en la calle.

El ingreso a la comisaría también fue irregular. Figuraba como Franco Godoy, que no es su nombre. Cuando Elsa Godoy concurre a la comisaría no le muestran el libro que registra su ingreso y su egreso. Recién lo hicieron el lunes pasado, en la fiscalía. No está registrado el egreso del chico y su madre no reconoce la firma que figura en el libro.

Para Ganón el caso debe ser investigado por la Justicia Federal. “El fiscal dice que no duda de la Policía, dice que no hay irregularidades. No allanó la comisaria, no secuestró los libros, ni los GPS de los patrulleros. Es todo demasiado irregular y se enmarca en la desaparición forzada de personas”.









31-10-2014

Investigación
Santa FeApareció cerca del Parque España

La última vez que lo vieron estaba en una comisaría: hallaron su cuerpo en el río
Franco Casco, igual que Luciano Arruga, fue visto por última vez en la comisaría 7° de Rosario. Después de buscarlo tres semanas, su cuerpo apareció ayer en el río. "Vamos a seguir investigando hasta saber qué pasó", dijo hoy la fiscal Mariana Prunotto.
Kitsch
"La investigación sigue abierta. No se descarta ninguna hipótesis. Vamos a seguir investigando hasta saber qué pasó", dijo hoy la fiscal Mariana Prunotto, tras confirmarse esta mañana que el  cadáver que encontraron ayer en el río Paraná es el del joven Franco Casco. Lo dijo en declaraciones a la prensa en el Instituto Médico Legal de Rosario junto al médico forense Raúl Rodríguez, quien realizó la autopsia al cuerpo de Casco. Y remarcó que el expediente por la muerte de Casco, al confirmarse su muerte violenta, pasará a otro fiscal.

Para la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin), a cargo de Abel Córdoba, el crimen de Franco se trata de un posible caso de "desaparición forzada". Es por eso que ayer presentó un habeas corpus, y hoy realizó una denuncia ante el juez Federal Carlos Vera Barros. Pidieron que el caso sea investigado por la Justicia Federal.  Además, en el escrito exigieron que se aparte de la causa a la policía santafesina.

La Procuvin, también, ofreció como perito de parte a Virginia Creimer, quien también participó en la exhumación y las pericias al cuerpo de Luciano Arruga.

El primer examen determinó que no había signos de violencia en el cuerpo, pero los especialistas realizarán una reautopsia mañana "para brindar la mayor transparencia posible y dejar tranquila a la familia ", sostuvo el médico forense.

"Ayer encontramos un cuerpo en el río que hoy fue reconocido por los padres de Casco. Por lo tanto tenemos un reconocimiento positivo. Sin embargo, se van a reservar muestras para hacer un informe de ADN", dijo la fiscal a la prensa".

Por su parte, el médico Rodríguez, quien realizó la autopsia, ratificó que el cuerpo se encontraba en avanzado estado de putrefacción, con un estado de maceración como producto de haber estado tanto tiempo en el agua. "Eso hace imposible detectar la causa de muerte. Hoy no hemos observado ningún signo objetivo de lesión externa en el cadáver.
Se han realizado todos los estudios radiográficos. No hemos detectado ninguna lesión ósea de origen traumático. Se han sacado muestras de tejido que se analizarán en Buenos Aires. También se extrajeron muestras de lo que ha quedado en la cavidad cardíaca para hacer estudios de plancton", detalló Rodríguez.

El forense agregó también se tomaron muestras de hígado para realizar estudios toxicológicos, muestras de cuellos para ver si hubo alguna lesión a nivel de los elementos óseos cartilaginosos. Los resultados de esos estudios demorarán unos días.

La sospecha sobre la policía

La investigación por la desaparición de Franco Casco pasó ayer de la ilusión a la desesperación más absoluta. A primera hora el secretario de Control de Fuerzas de Seguridad Ignacio Del Vecchio anunció que tres testigos aseguraron haberlo visto el último domingo en una iglesia evangélica de Cafferata al 500, a dos cuadras de la seccional 7º donde fue visto con vida por última vez. Pero sobre el final de la tarde, en plena audiencia judicial con todas las fuerzas de seguridad que buscan a Franco, presidida por el juez Hernán Postma, el jefe de la Prefectura informó sobre hallazgo de un cuerpo "de mediana edad, vestido solo con un vaquero azul". El dato de que el cuerpo tiene un tatuaje con el nombre “Thiago” no pasó desapercibido para nadie: el joven desaparecido tiene un hijo con ese nombre.

Franco tenía 20 años y desapareció hace tres semanas en Rosario, adonde llegó desde Florencio Varela para visitar familiares. La que última vez que lo vieron estuvo en una comisaría. Su mamá, Elsa Godoy, lo buscó en comisarías, hospitales y morgues. Sólo pudo confirmar que estuvo detenido en la 7 º y, luego, desapareció. El joven de 20 años hacía changas como albañil junto a su padre y no tenía antecedentes penales.

“Se trata de un caso de desaparición forzada y de violencia institucional”, explicó Ganón a Infojus Noticias. El defensor general que acompañó a Elsa. El 6 de octubre Franco había llamado a su madre desde Rosario. “Al otro día tenía que tomarse el tren. Lo fui a buscar a Retiro y nunca apareció”, contó. A partir de ahí, la tía de Franco fue hasta la comisaría 20 donde quiso radicar la denuncia por “averiguación de paradero” y le dijeron que tenían que esperar 48 horas, una disposición que no figura escrita en ningún protocolo formal.

Ante la falta de respuestas, primero viajó su papá a Rosario y a los pocos días la mamá. Pegaron carteles con la cara de su hijo y un teléfono. Esos panfletos sugestivamente fueron desapareciendo. Lo buscaron por todos lados hasta que dieron con el dato: Franco había pasado por una comisaría antes de desaparecer.

Según la versión policial el martes 7 de octubre Franco estuvo detenido en la 7ª entre las 13 y las 22. Fue arrestado por presunta "resistencia a la autoridad" por haber intentado tirar un adoquín a un móvil policial. Franco figuraba en el libro de entradas de la delegación con el apellido materno. La salida la autorizó el fiscal de turno, Álvaro Campos. Y, según el legajo policial, Franco firmó cuando se fue. La madre vio esa información y sospechó de su autenticidad. “No es la firma de mi hijo”, denunció. Los policías contaron que Franco estaba “como perdido” cuando lo detuvieron y que se fue caminando de la seccional. Elsa fue varias veces a esa comisaría y le negaron información. “No me dejaban ver el libro de ingresos. No me decían nada”, contó. Ayer, en la Fiscalía Regional Elsa vio las fotos de su hijo que están en la causa y que retratan su paso por la comisaría: Franco está golpeado.

El  fiscal rosarino Guillermo Apanowicz es quien encabeza la investigación. El operador judicial espera las declaraciones de policías y presos de la comisaría para poder reconstruir qué pasó el 7 de octubre. Además, pidió el informe médico policial del chico, porque no figura en el legajo y es "obligatorio" por protocolo. En la comisaría anotaron que el chico llegó hasta ahí con el labio lastimado, sin embargo, en las imágenes que figuran en el legajo se lo ve más golpeado.El fiscal, también, pidió las imágenes de las cámaras de seguridad de la zona de Cafferata al 300, donde está ubicada la comisaría.
Fuente:Infojus





Los padres del dolor
Por Lorena Panzerini
Los padres de Franco Ezequiel Casco reconocieron ayer el cuerpo del joven de 20 años, hallado en el río Paraná. Había desaparecido 24 días atrás, después de haber sido arrestado en la seccional 7º de policía. El defensor Gabriel Ganon acusó a la fiscalía de "negligencia" porque no lo buscó "hasta que no fue tapa de los diarios".




LOS PADRES DE FRANCO EZEQUIEL CASCO RECONOCIERON EL CADAVER HALLADO EN EL RIO
Una muerte con muchos puntos oscuros
Por la tarde, se realizó la segunda audiencia de hábeas corpus por la desaparición del chico de Florencio Varela, de 20 años. La médica policial dijo no recordar su constatación en la seccional 7ª, el último lugar donde lo vieron vivo.
Por Lorena Panzerini

Ayer se hizo la segunda audiencia de hábeas corpus. Ganón representa a los padres de Franco.Imagen: Andrés Macera
Tras 24 días de incertidumbre por la desaparición de Franco Ezequiel Casco, ayer sus padres reconocieron el cuerpo del joven, de 20 años, hallado en el río Paraná. Lo último que se había sabido de él fue que el 7 de octubre estuvo detenido en la seccional 7º, por presunto desacato. "Yo presentía que mi hijo no estaba más", alcanzó a decir Elsa, en uno de los pasillos de Tribunales, ayer por la tarde, donde tres policías se la comisaría prestaron testimonio ante el juez Hernán Postma. "Yo sabía que a Franco lo mató la policía", cantaron las organizaciones sociales que se concentraron en Balcarce al 1600. Desde el Instituto Médico Legal (IML) indicaron que la muerte dataría de alrededor de 15 días.

Las sospechas de la familia, proveniente de Florencio Varela, apuntaron desde el principio al personal de la comisaría de Cafferata al 300. El defensor General Gabriel Ganón, quien tomó la representación legal de los padres de la víctima, acusó a la Fiscalía de "negligencia", y reprochó que días atrás salieran a decir que aún no se habían detectado irregularidades policiales. "No se investigó hasta que el caso fue tapa de los diarios", se quejó. Por su parte, el fiscal Guillermo Apanowicz, que instruyó la búsqueda, dijo ayer que "no se descarta nada", y apuntó a las hipótesis de "homicidio o suicidio". Hoy se realizará una nueva autopsia para determinar la causa de la muerte.

La aparición del cuerpo de una persona joven en el río se conoció en la tarde del jueves, durante la primera audiencia de hábeas corpus realizada simultáneamente con la marcha por la aparición con vida del pibe. Sin embargo, recién ayer por la mañana los padres de Franco fueron citados al IML. El cuerpo tenía similitudes con la descripción física del joven desaparecido desde la primera semana de octubre. Ramón Casco llegó alrededor de las 10; pero hasta que Elsa Godoy no entró a la dependencia de Avellaneda y 3 de Febrero, a las 10.54, la información fue cautelosa. Desde afuera del Instituto se escuchó a la madre de Franco decir: "Yo sabía que me lo mató la policía". Diez minutos después, llegó la confirmación: los padres reconocieron a Franco por su ropa y su tatuaje, que reza "Thiago", tal el nombre de su hijito de tres años. Elsa supo desde siempre que Franco tenía intenciones de volver a su casa. Cuando perdió el tren, el martes 6, la llamó para avisarle que volvería al día siguiente. Al no llegar, Ramón junto los 70 pesos para llegar a Rosario a buscarlo. La primera denuncia fue el 8 de octubre, en la comisaría 20ª, pero nada ocurrió.

El 13 de octubre llegó Elsa a la ciudad, desesperada por encontrar a Franco. Insistió en ir a la comisaría, y en la 7ª sólo recibió maltrato y contradicciones. Unos días después, cuando la desaparición salió en los diarios, la recibió el fiscal Apanowicz.

Tras el hallazgo del cadáver, la fiscal Mariana Prunotto, de la Unidad de Homicidios, tomó la causa. En los primeros minutos tras la identificación, la funcionaria dijo se investigará "hasta saber que pasó". En ese sentido, indicó que el fallecido "no presenta signos de violencia". Por la tarde, durante la audiencia en Tribunales --realizada tras un recurso de hábeas corpus presentado por Ganón--, indicó que los resultados de ADN demorarán cerca de un mes.

Por su parte, el médico forense Raúl Rodríguez, adelantó que hoy se hará una nueva autopsia "para brindar la mayor transparencia posible y dejar tranquila a la familia". Ayer dijo que "no se observó ningún signo de lesión externa, ni fracturas ni proyectiles. Se realizaron estudios radiográficos y no se detectó lesión ósea; se sacaron muestras de tejido para analizar y de lo que ha quedado en cavidad cardíaca, hígado y cuello", dijo. Sobre la causal de muerte, señaló que "aún no se puede establecer". Al mismo tiempo, indicó que tendría "aproximadamente 15 días, o más, en el agua".

Sobre las irregularidades denunciadas en el marco de la causa, Ganón sostuvo que "se falseó información. Es indignante. Nunca se investigó hasta que el caso fue tapa de los diarios, y como consecuencia de esa negligencia de parte de la Fiscalía se perdieron pruebas vitales como la filmación del lugar donde el comisario de la 7º --Diego Alvarez-- dijo que fue detenido Franco, porque cuando el fiscal se acordó que tenía que pedir esa filmación, la misma ya había sido borrada. Es gravísimo que el fiscal nos tome el pelo a todos, diciendo que no hay ninguna irregularidad, cuando las pruebas son contundentes: la última vez que se vio a Franco con vida estaba en la comisaría y después aparece flotando en el río. Y la única persona que sigue siendo acusada en esta causa es la que murió", lanzó; y habló del "funcionamiento perverso de la justicia para los pobres".

Al mismo tiempo, el defensor reiteró que se trata de una "desaparición forzada"; y se quejó de las declaraciones del Secretario de Control de las Fuerzas de Seguridad, Ignacio Del Vecchio, que anteayer indicó que tres testigos habían visto a Franco en una parroquia, el domingo pasado. "Se utilizó esto políticamente para tratar de oscurecer la realidad. A Franco nunca se lo buscó, nunca se investigó a la policía. Hay hechos claros que no se pueden contrarrestar y que son gravísimos. La ausencia de respuestas políticas y judiciales están marcando actitudes de convalidación de ocultamiento de un crimen de lesa humanidad, de desaparición forzada", dijo a LT8. Más tarde, agregó a este diario que "Del Vecchio debería estar presentando la renuncia. Apenas escuché lo que dijo supe que eran pruebas plantadas por la policía para confundirnos a todos, para que se dejara de buscar a Franco y excusar a la policía que es la única responsable de lo que le ocurrió".

En tanto, durante la segunda parte de la audiencia pública a la que comparecieron el subjefe de la comisaría 7º, de apellido Gianola; el instructor de sumarios, César Acosta; la médica policial, Mónica Zelaya, y un agente --en la primera jornada declaro el comisario Alvarez--, el defensor regional Gustavo Franceschetti indagó a los efectivos, quienes describieron la detención de Franco, en la zona de Constitución y Catamarca, tras el llamado de un vecino, porque había dos jóvenes merodeando. "En la plaza había una persona con remera azul y jeans que nos pareció sospechoso porque estaba al lado de un árbol. Nos acercamos y él tomó un adoquín. Le pedimos que lo dejara. Fuimos los dos (Acosta y Alvarez) contra él y logramos reducirlo. Hubo un forcejeo y resultó con una excoriación en la boca por la resistencia que ponía al personal", relató el instructor de sumarios.

En tanto, la médica Zelaya negó recordar su informe tras la revisación al joven, y los familiares de Casco protestaron en la sala por la actitud de la mujer. Franceschetti le "refrescó la memoria": "Usted examinó diagnosticando que estaba `desorientado en tiempo y espacio'. ¿Por qué?", la indagó el defensor. "Será lo que verifiqué en ese momento", respondió la médica, a lo que tras una nueva pregunta, respondió que lo "habitual sería que haya indicado que se lo traslade" a un efector de salud, pero no recordaba si lo había hecho. En tanto, los efectivos dijeron no haber visto a la médica llegar ni retirarse.

Tras un cuarto intermedio, el juez Postma resolvió que se lleven adelante las medidas solicitadas por la defensoría --representada por Ganón--, acordadas con la fiscalía, como la pericia caligráfica de la firma de Franco, al pie de la foto que le tomaron en la seccional; las testimoniales de otros dos policías --el que aparentemente llevó a Franco a buscar la casa de su tía, tras la orden de libertad; y el que llenó el libro de guardia--, entre otras.
Al salir acompañada por Ganón, militantes de organizaciones sociales, los diputados Eduardo Toniolli, Gerardo Rico y Mariana Robustelli, Elsa dijo que se queda en Rosario para encabezar la lucha por el pedido de justicia.
Fuente:Rosario12





“A Franco lo mató la policía”

Un final que refleja la realidad

Apareció muerto el pibe de veinte años que había estado desaparecido por más de veinte días. Los Familiares y su defensa, junto a las organizaciones que acompañan, responsabilizan  a la policía por un nuevo caso de violencia institucional y desaparición forzada de persona.
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Por Martín Stoianovich
El puño de Elsa
Estábamos en la plaza Pocho Lepratti en el barrio Ludueña acompañando a una familia que había perdido a su integrante más chico. Era un homenaje que se hacía a un año del asesinato de Gabriel Aguirrez, donde amigos y familiares junto a organizaciones sociales pasaban un rato juntos para recordar a ese pibe de trece años que debería haber estado jugando en la plaza de su barrio en ese mismo momento. Pero en cambio había lágrimas de dolores, de esas que aun no cicatrizan ni con el inevitable paso del tiempo. Y esas lágrimas se mezclaban con la de Elsa Godoy. Por el momento, Elsa era aquella señora que andaba junto a una vecina del barrio dando vueltas con un papel empuñado y evitando largar sus lágrimas contenidas. Charlaba con enREDando entonces, y nos decía que no había querido hablar con los medios de comunicación de la ciudad y daba sus razones que justificaría con el paso de los días.
Con su temple de bajos decibeles y siempre con claridad, Elsa relataba el motivo por el cual se acercaba a la plaza, incluso sin querer hacerlo en un primer momento. “Para no molestar a la familia del chico”, explicaba. Pero terminaría contando todo, y relatando que su hijo Franco Casco, de veinte años, estaba desaparecido hacía dos semanas y no se sabía nada de él. Nos contaba de un dato alarmante: habían averiguado con certeza que Franco estuvo detenido en la Comisaría 7ma de Rosario. Después explicaría que ni ella ni su hijo eran rosarinos, sino que Franco había estado de visita desde Buenos Aires, y que ella se acercaba a la ciudad para buscarlo. Elsa también comentaba que a Franco lo esperaba su hijo Thiago de tres años en su Buenos Aires natal. Hablaba con la cotidiana y lógica actitud de cualquier madre que pretende volver a ver a su hijo. Mantenía sus puños cerrados, y de sus palabras brotaba, todavía, una ferviente calma que la nutría de esperanza.
Cronología de una muerte naturalizada
Tal como detalló enREDando en publicaciones anteriores, Franco había llegado a Rosario a principios de octubre, proveniente de la localidad de Florencia Varela en la provincia de Buenos Aires. Se había instalado en la casa de una tía en el barrio rosarino de Empalme Graneros. Venía de visita, pronto debía volver a Buenos Aires donde lo esperaba su hijo y su trabajo como ayudante de albañil junto a su padre. El día 6 de octubre por la noche, debería haber tomado el tren de regreso para llegar a la estación de Retiro por la madrugada del día siguiente, donde lo esperaría su madre.
Franco no volvió y fue entonces que su familia comenzó a moverse. Primero su tía en Rosario, luego su padre Ramón, que llegaría desde Buenos Aires para recorrer varias dependencias policiales. Dejaron la denuncia en la Comisaría 20, y luego en un casual paso por la Comisaría 7ma, les confirmaron que su hijo había estado detenido en dicha seccional. En ese momento, los agentes le dijeron a Ramón que Franco había sido liberado, por falta de antecedentes y por orden del fiscal Álvaro Campos, a las diez y media de la noche del martes 7 de octubre. A los pocos días, cuando todavía no se sabía nada del pibe, llegaría su madre para intentar acelerar la búsqueda.
En la 7ma, el comisario Diego Álvarez le recomendaría a Elsa que buscara a su hijo en morgues, hospitales y otros lugares de la ciudad. “Me mandaban a lugares que yo no conocía mientras que ellos tenían que haberlo buscado”, razonaba la señora por entonces. También le prohibirían ver el cuaderno de acta donde debían estar los datos del detenido y la firma previa a su supuesta liberación. En una de las tantas maniobras que dejarían ver las irregularidades en el caso, uno de los agentes que la atendió se llevó dicho cuaderno a otro espacio de la seccional, para a unos veinte minutos volver y ahí sí relatarle a Elsa los datos de su hijo, sin mostrarle nada del acta. Luego, en las afueras de la dependencia, llamaría la atención que todas las fotos con la cara de Franco, que habían sido pegadas en la zona, ya no estaban.
El caso llegó a la Fiscalía recién el 14 de octubre, y fue tomado por el fiscal Guillermo Apanowicz, quien en un primer momento delegaría la mayor responsabilidad a su secretario de Gestión Penal Leandro Trangoni y al área de Asuntos Internos. Franco Casco, identificado como Franco Godoy según el relato policial, había sido detenido por resistencia a la autoridad. Los policías le dirían a Elsa en un primer encuentro que Franco estaba drogado y borracho, y que lo detuvieron “por desacato y por agredir a la autoridad”. “Yo no creo en la policía”, diría Elsa a los pocos días. Intervenía también la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Santa Fe, desde donde llamaron la atención por la actitud de la Comisaría 20 que no había notificado la primera denuncia por búsqueda de paradero que habían realizado los familiares de Franco.
Los días transcurrieron y cuando el caso comenzó a tener trascendencia en los grandes medios de comunicación, la justicia comenzó a actuar de otra manera, que de todas formas seguía sin convencer a los allegados de Franco. En una visita a la Fiscalía Regional, mano a mano con Apanowicz y Trangoni, Elsa pudo ver por primera vez la supuesta firma de su hijo y la foto de legajo tomada en la Comisaría. Y aquí nuevas irregularidades: según Elsa la firma no era la de Franco, y en la foto se lo veía terriblemente golpeado. Sin embargo, Apanowicz seguiría insistiendo en que no había modo de probar irregularidades en el accionar policial. También se vería complicado el registro de las cámaras de seguridad de la seccional y de la zona, ya que todas poseen un sistema de autoborrado a pocos días.
Lo que continua, es la intervención del defensor general de Santa Fe, Gabriel Ganón, quien se constituyó como defensor de Franco y su familia. Ganón cuestionaría a la manera de actuar de la policía. “Presentamos habeas corpus en toda la provincia para evitar este tipo de detención por averiguación de identidad. Sin embargo la policía continúa utilizando este poder arbitrario”, explicaba a los medios de comunicación días atrás.
El 30 de octubre, luego de un encuentro entre Gabriel Ganón y la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin), se presentó una denuncia y un habeas corpus ante el juez Federal Carlos Vera Barros. Se hablaba de desaparición forzada y la presión ya se hacía insostenible, junto a la movilización que familiares de Franco  y las organizaciones que la acompañan realizaron en la puerta de la Comisaría 7ma. Ese mismo día, por la mañana, el secretario de Control de las Fuerzas de Seguridad, Ignacio Del Vecchio aseguraba que tres testigos habían visto a Franco el último domingo mendigando en una iglesia evangélica de la zona. Por la tarde, sin embargo, en una audiencia judicial presidida por el juez Hernán Postma, el jefe de la Prefectura admitía el hallazgo de un cadáver que en el brazo derecho tenía un tatuaje que decía Thiago, el nombre del pequeño hijo de tres años de Franco Casco. Los análisis del Instituto Médico Legal determinaron que el cuerpo, por su estado, llevaba alrededor de tres semanas en el río.
El 31 de octubre amaneció con la noticia de que el cadáver encontrado pertenecía a Franco.  El tatuaje fue el primer indicio, y el reconocimiento de sus padres fue la confirmación. Mientras los medios de comunicación más consumidos de la ciudad hablaban de que todavía no se podría determinar si se trataba de homicidio o suicidio, el entorno de Franco se convencía cada vez más de que al pibe lo mató la policía.
Desaparición forzada. El único imputado es el que murió.
En la continuación de la audiencia pública de habeas corpus, realizada cuando los familiares de Franco Casco ya habían reconocido el cuerpo, se tomó declaraciones a tres agentes de la Comisaría 7ma y a la doctora que realiza los informes médicos de los detenidos, antes y después de ingresar. La sala de audiencia se tiñó de contradicciones y amnesia intencional por parte de los declarantes. Todo apunta al poder policial y es cuestión de profundizar la investigación para que las sospechas se conviertan en certezas.
La causa, que ahora será investigada por la fiscal de la Unidad de Homicidios Mariana Prunotto, deberá atravesar distintas etapas en las que, como en las audiencias de habeas corpus anteriores, se buscará entibiar la responsabilidad de la policía. El testimonio del Jefe de Sumarios de la Comisaría 7ma, César Acosta, fue una muestra clara de esto, pero que a la vez desnuda una serie de medidas que podrían ser cuestionadas. Por un lado, Acosta relató ante el juez que aquel día salieron junto al Comisario Álvarez a patrullar por un llamado que el mismo jefe de la comisaría había recibido a su teléfono particular por parte de un vecino identificado en un primer momento como Daniel, por dos supuestos sospechosos que circulaban por la vía pública. Lo llamativo es el motivo que Acosta aduce para detener a quien luego sería identificado como Franco Casco. “En calle Catamarca y Constitución junto a un árbol había una persona, era el único que estaba ahí solo y nos pareció sospechoso que esté al lado del árbol”, dijo Acosta con total naturaleza.
“Esto se trata de una desaparición forzada, por eso pedimos la intervención de la Procuvin, y creemos que el camino que hay que seguir es el que corresponde. Franco fue detenido, es el único imputado hasta ahora en la causa, es el que desapareció, y el que seguramente fue asesinado por la policía”, aseveró a este medio Gabriel Ganón luego de la audiencia. Explicó también que a partir de ahora queda “investigar como no se hizo hasta ahora”. “El legajo del fiscal no avanzó hasta que esto no salió en los diarios de la ciudad. A partir de esto el fiscal empezó a intentar investigar qué había pasado con Franco, descartando desde el comienzo cualquier participación policial. Lo cual es indignante y revelador de la poca credibilidad que tienen los poderes públicos-punitivos de la provincia de Santa Fe”, expresó además, insistiendo en un “funcionamiento perverso de la justicia en contra de los pobres”.
Ganón analizó que la falta de celeridad de la investigación encabezada por Apanowicz desembocó en la pérdida de datos importantes, como lo son las filmaciones de las cámaras de seguridad. “El fiscal se tendría que declarar incompetente, y lo que está haciendo es querer mantener su competencia para poder seguir barriendo, como hasta ahora, la tierra debajo de la alfombra”, apuntó.
También hubo un mensaje para Ignacio Del Vecchio. “Debería estar presentando la renuncia. Eran pruebas plantadas por la policía para tratar de distraer y confundir a la población, y excusar todo tipo de responsabilidad de la policía”, consideró Ganón como respuesta a la intervención en la causa del funcionario.
Afuera, en las escalinatas de Tribunales Provinciales que a cada año acumula más movilizaciones por pedidos de justicia, Ganón junto a Elsa pediría a las organizaciones presentes que no aflojaran en la compañía a los familiares de Franco. Ahí mismo, consideraría al hecho como delito de lesa humanidad y apuntaría nuevamente a la justicia elitista. Mientras tanto, la fachada del edificio de Tribunales dejaba ver en una pintada un nuevo mensaje: “Yo sabía que a Franco Casco lo mató la policía”.
Impresiones del día después
En el momento en que apareció el cadáver de Luciano Arruga, enterrado como NN después de haber estado desaparecido durante cinco años con la Policía Bonaerense apuntada como principal responsable, en Rosario ya hacían diez días que no se sabía nada de Franco Casco. Los dos pibes, provenientes de la pobreza marginal de las grandes ciudades, fueron víctimas de una realidad que sólo se asoma en las pantallas de los medios de comunicación masiva cuando la palabra muerte es el denominador común, pero que se padece cotidianamente en aquellos sectores de la sociedad que pocos miran y muchos señalan con el dedo firme de la estigmatización. Es la realidad de los pibes y las pibas de los barrios marginados, que junto a sus familias tienen que atravesar casi día a día el peligro que implica la naturalización de estos hechos. Es la realidad que los mismos que la construyen se niegan a admitir, y no es otra que la generada por la violencia institucional ejercida por cada una de las fuerzas de seguridad dependientes del Estado, en cualquiera de sus niveles.
La violencia institucional, por parte de la policía en este caso, se posiciona como la herramienta que por excelencia cumple el trabajo de la exclusión social de una manera implícita y a la vez tácita. Entre la impunidad y el silencio se teje el maltrato y el abuso sobre las clases oprimidas a las que los derechos humanos se les pinta como una utopía, que incluso a veces es ajena. Los casos de Franco y Luciano no son aislados, sino que pertenecen al resultado desmedido de la manera sistemática de obrar que tienen las fuerzas policiales.
En los próximos días se creará sobre la vida ya extinta de Franco una serie de hipótesis que intentarán desligar a la policía santafesina de este fatal desenlace. Tal como sucedió en un primer momento, cuando se buscó justificar su detención, la justicia probablemente actuará de una manera cómplice al servicio de la policía provincial que acumula en su historial denuncias por delitos de todo tipo, siempre vinculados a negocios clandestinos o a prácticas acordes a otras épocas de la historia argentina que poco tiene que ver con esta democracia entre comillas a la que se tiene acceso de una manera totalmente desigual.
El Estado, en sus tres niveles, porque Franco se crió en la pobreza de la bonaerense Florencio Varela y murió en las mismas condiciones en la santafesina Rosario, se enfrentará a un nuevo caso de los que muchas veces terminan durmiendo en los cajones de la justicia que se reforma en todos sus aspectos menos en el más esencial: su certeza. Después de dos semanas de desaparecido, el caso de Franco Casco comenzó a tener relevancia a nivel mediático. Si bien ya había llegado a las oficinas de la Fiscalía Regional algunos días atrás, fue a través del revuelo que generó el caso en la opinión pública que se comenzó a actuar. Lo que no se hizo en casi un mes, se concretó en menos de una semana pero con el peor e irreversible resultado: La muerte del pibe, de tan sólo veinte años. En todo este tiempo, la intervención de funcionarios municipales y provinciales fue totalmente nula, dejando el mensaje en su silencio prolongado.
Los días en los que la justicia, también entre comillas,  se demoró en hacer su trabajo con certeza, fueron suficientes para que el cuerpo del pibe aparezca descartado y para que de plano, por ahora, no haya posibilidades de incriminar técnicamente a la policía y su accionar. Funcionarios del gobierno provincial colaborando con la implantación de falsos testigos que decían haberlo visto, como método desesperante para frenar las movilizaciones que exigían la aparición con vida de Franco, daban cuenta del grado de connivencia del que ningún gobierno llega a prescindir. Por otra parte, los organismos de Derechos Humanos, y organizaciones políticas y sociales que acompañan a la familia de Franco, sostienen que detrás de esto, y como en infinitos casos similares, la responsabilidad recae sobre la policía y su eterna costumbre de criminalizar a la pobreza y matar a los pibes que la padecen. Los defensores de la familia Casco hablan de delito de Lesa Humanidad. El pronto final de la vida de Franco de seguro tiene responsables, y quienes sean deberán recibir la condena ejemplar que amerita un hecho de estas dimensiones.
Fuente:enREDando.org.ar 

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