22 de diciembre de 2014

EL CUERPO MEDICO FORENSE ES CUESTIONADO EN LOS JUICIOS POR DERECHOS HUMANOS. SU JEFE ES UN EX MARINO.

EL CUERPO MEDICO FORENSE ES CUESTIONADO EN LOS JUICIOS POR DERECHOS HUMANOS. SU JEFE ES UN EX MARINO
Muchas depresiones por “actos de servicio”
Ricardo Cavallo pidió licencia médica por las acusaciones en su contra por represor y médicos navales se lo concedieron. Uno de esos profesionales es ahora el decano del Cuerpo Médico Forense, que actúa en causas similares.
Por Alejandra Dandan

Cuando Cavallo pidió licencia médica se la concedió Roberto Godoy, que ahora es jefe de los forenses
Ricardo Cavallo es uno de los represores mas conocidos del GT3.3.2. Encabezó operativos de secuestro, se infiltró en organizaciones, torturó, entre otros, a Thelma Jara de Cabezas, madre secuestrada de un desaparecido, a la que le armó la falsa entrevista en la revista Para Ti. Menos conocido es que en democracia Cavallo gestionó un reclamo ante la Armada por un supuesto cuadro depresivo: porque las denuncias públicas por su rol en “lucha contra la subversión” maltrataban su vida privada. Varios médicos de la Armada intervinieron para evaluar si eso era producto de “actos de servicio” y extender licencias o compensaciones. Pero menos conocido es que uno de esos médicos es Roberto Luis María Godoy, entonces psiquiatra de la Armada con grado de teniente de navío, con baja en 1992 y hoy decano y máxima autoridad del Cuerpo Médico Forense, un espacio que depende de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, cuya conducción debería ser imparcial y un espacio cuestionado por jueces, fiscales y querellas de las causas de lesa humanidad que crearon mecanismos de evaluación ad hoc para los juicios, dado que, como sostiene una fiscal, los defensores parecen cuestionar menos los argumentos de los casos pero presentan informes en los que invocan dudosos deteriores cognitivos y se van a sus casas. En diálogo con este diario, el propio Godoy reconoció que la Corte lo designó conociendo este antecedente porque su pasado en la Armada figura en el CV, evaluado en audiencia pública.

El expediente de salud de Cavallo tramitó como DIAP, PGE Nro. 173 “C”/89. En él, Roberto Luis María Godoy escribió: “Entre sus antecedentes personales se destaca su participación en un GT durante la lucha antisubversiva durante tres años en nuestro país y durante aproximadamente 1/1-2 años en el exterior, Francia”.

Esos datos agregan al mismo tiempo otros datos. Sobre Cavallo, que desde la propia Armada se admite a Francia como destino de la “lucha contra la subversión”. Y sobre el propio Godoy, que al examinar al represor en 1989, el médico invoco un período de tiempo en el que no habla de “crímenes” sino de “lucha antisubversiva”.

El expediente de Cavallo terminó el 23 de mayo de 1990. Con el flaco favor de Godoy entre otros examinadores, la Armada reconoció que la afección del marino tenía “relación con sus actos de servicio”.

Laura Sobredo es psiquiatra e integró el CELS. Ella señala: “El accionar de esos médicos que se refleja en esas evaluaciones es también un aspecto de la maquinaria del horror aún funcionando iniciada la democracia. Un testimonio espantoso de la complicidad, del silencio y de la falta a todos los compromisos éticos que deben fundar todo quehacer de los médicos” (ver columna aparte).

Godoy
Según datos de la Justicia, Roberto Luis María Godoy entró a la Armada el 9 de febrero de 1982 y se fue de baja el 1º de abril de 1992. Ingresó en las Fuerzas Armadas en el ocaso, con la dictadura denunciada dentro y afuera por los organismos internacionales, por las violaciones a los derechos humanos y los desaparecidos; luego del informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Siguieron los años. Pasó el Juicio a las Juntas, las condenas, los indultos y las leyes de impunidad. Quienes trabajan en el análisis de los archivos de las Fuerzas Armadas explican que en épocas de impunidad los militares hablaban más en los trámites administrativos; en épocas de juicios, menos. Y en esos momentos, aumentaban referencias a espacios como las Malvinas, un tema que fue invocado como causa de males aun por quienes no estuvieron ahí.

Jorge Augusto Fiorentino era aviador. Con su nombre se abrió un expediente en 1986 en el que también intervino Godoy. Fiorentino invoca a Malvinas. Es probable que haya estado ahí, pero sus antecedentes lo ubican en lugares de responsabilidad y en estructuras como en las que estuvo el piloto Julio Poch, actualmente en juicio por los vuelos de la muerte.

En 1976: Comandante de Escuadrilla de Caza y Ataque (la escuadrilla de Poch); 1977: Subdirector de la Escuela de Aviación Naval. 1978: Varias comisiones: 1) a EE.UU. por 150 días para recibir aviones T-34-1 (27/1/78-4-6/78), fue jefe de la comisión; 2) entre 30/7/78-9/9/78 hizo curso de capacitación de dicho avión en EE.UU. 1979: Jefe de departamento de adiestramiento del Comando de Aviación Naval 1981: Jefe de la Base aeronaval Espora (Bahía Blanca).

El 12 de febrero de 1987, Godoy declaró: “Que debido a su estado psíquico y anímico no es conveniente por el momento que se interrogue al causante, pero que él irá preparando al señor capitán Fiorentino para que en alguno de los momentos que demuestre mayor permeabilidad, se lo pueda abordar para hacerle algunas preguntas”.

También declararon en el expediente Héctor Albino Martini, Juan Carlos Anchezar y nuevamente el propio Godoy. “En general, todos relacionan la afección a los hechos ocurridos en la crisis con Chile, en 1978, y en la Guerra de Malvinas, en 1982”.

El 20 de mayo de 1987, “ante el oficial actuante y en presencia de su médico el TN Godoy, Fiorentino vinculó su afección directamente con sus participaciones en: la Guerra de Malvinas (jefe del Estado Mayor del Grupo de Tareas 80.1) realizando vuelos durante la misma; durante la crisis de 1978 con Chile debido a haber asumido la Planificación Contribuyente del Grupo Aeronaval Insular y haber sido designado como ayudante del jefe de Operaciones de ese grupo, posteriormente como jefe de la Base Aeronaval de Río Grande y comandante de todos los Grupos Aeronavales destacados en ella”.

Como con Cavallo, el 20 de octubre de 1987, el jefe del Estado Mayor General de la Armada resolvió que la afección “Síndrome depresivo (...) guarda relación con los actos del servicio”.

Cuerpo Médico
El Cuerpo Médico Forense (CMF) fue intervenido en el año 2008 por la Corte Suprema, en medio de un escalada de denuncias. Entre ellas, la elección al estilo de “forum shopping” de los peritos forenses. En 2009, la Corte saca una acordada para reorganizarla, establece que los peritos elijan al decano. En 2010, la Corte designó a Godoy como nuevo decano, reelegido hasta hoy. En diálogo con este diario el propio Godoy reconoció que la Corte lo designó conociendo este antecedente porque sus pasado en la Armada figura en el CV, evaluado en audiencia pública.

Según los datos de los organismos públicos, entre sus funciones más notorias se encuentra además la de ser presidente de la Comisión de Peritos de la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional, de la calle Lavalle, uno de los ámbitos defensores de la corporación judicial.

Este CMF de la era Godoy está cuestionado por jueces, abogados y querellas que llevan adelante los juicios de lesa humanidad regularmente por lo menos desde hace dos años. Hay casos emblemáticos. Y mecanismos alternativos de evaluación generados en estos años a partir de la desconfianza en sus médicos y peritos. Uno de los primeros casos de los que dio cuenta este diario en 2012 fue Javier de Luca cuando era fiscal en el Juicio por los crímenes del Hospital Posadas. También lo hizo el TOF 1 de La Plata integrado por Carlos Rozanski, Roberto Falcone y Mario Portela, que pidieron la intervención de un equipo médico del Hospital Ramos Mejía a cargo de Silvia Kochen, directora del área de Neurología para reevaluar el examen del ex gobernador Manuel Saint Jean, de quien los peritos de la Corte dijeron que no estaba en condiciones de ser imputado en el juicio. En Salta, el cardiólogo del Cuerpo Médico Forense Cristian Rando emitió un dictamen para otorgarle el beneficio de la prisión domiciliaria al comisario general retirado Joaquín Guil, uno de los máximos responsables de la represión en esa provincia. Después de leer el informe, los integrantes de los organismos de derechos humanos de Salta se sorprendieron porque Rando había sido más benévolo con Guil que su propio médico de parte.

Adriana Taboada, psicóloga y perito por las querellas de San Martín y los organismos querellantes, explica que este año, por ejemplo, el TOF de Rosario pidió directamente que la evaluación médica al represor Fernando Saint Amant quedara a cargo de los peritos de la Facultad de Medicina y de Psicología, en obvia desconfianza al trabajo del CMF, que eran quienes debieron expedirse naturalmente en el tema. En esa misma línea, el fiscal Federico Delgado que investiga la causa Primer Cuerpo le pidió a la Facultad de Medicina de la UBA que evaluara a Martínez, hasta ahora revisado por el CMF. El juez Daniel Rafecas aceptó el pedido. Allí los peritos de la querella están pidiendo que participe de la Junta Médica también la Facultad de Psicología. En el juicio del Vesubio, Adriana Taboada denunció penalmente en el Juzgado 9 y ante la Corte a dos médicas del CMF en el mes de octubre por la evaluación sobre el teniente coronel Jorge Raúl Crespi, que finalmente entró en el juicio pero que la mala evaluación de las médicas había conseguido dejar afuera del proceso penal. “La salud es un derecho que está siendo utilizado por los genocidas y sus defensas –dice Taboada– para instalar la impunidad y el CMF tiene un rol muy importante al tener que aportar a la Verdad sobre la salud/enfermedad.”

Liwski
Norberto Liwski es presidente del Codesedh (Comité para la defensa de la Salud, la Etica y los Derechos Humanos). Luego de seguir varias causas, el año pasado denunció que los resultados de los exámenes mostraban no sólo baja “idoneidad” sino que el CMF actuaba con una “conducta claramente protectora respecto de los imputados de los crímenes de lesa humanidad”. “En todos los casos quedó cuestionado el comportamiento del CMF –dijo–, donde los médicos actuaron con una bajísima idoneidad científica de evaluación, pero esa consideración de categoría de diagnóstico en realidad no es lo fundamental. Lo importante es que actuaron con una conducta claramente protectora respecto de los imputados por crímenes de lesa humanidad.”

A más de un año de aquel diagnóstico, Liwski entiende que la reforma que intentó hacerse en 2009 en realidad fue un paliativo y que no funcionó. La presencia de nombres como el de Godoy puede pensarse como parte del problema. Desde las primeras entrevistas sobre este tema, Liwski dice que uno de los problemas de esta supuesta reforma o intervención es que no hay nada que indique que no puede ser funcionario aquel que estuvo comprometido durante la dictadura: mientras que “hoy cualquier organismo público examina qué grado de relación tuvieron entre el ‘76 y el ‘83 –eso es un requisito en otros espacios del Estado–, ahí la falta de este requisito no evita continuidades entre unos y otros nombres.



Las respuestas de Godoy
Anoche el decano Roberto Luis María Godoy atendió el teléfono.

–¿Usted estuvo en la Armada entre 1982 y 1992?
–Sí. Y eso consta en mi CV en la Corte. Estaba en mis antecedentes evaluados en audiencia pública.

–¿Peritó a marinos en aquel momento?
–No hacía pericias, era médico de consultorio.

–Según las actas de Justicia, usted describió que la afección de Cavallo podía ser una derivación de su actividad en la “lucha contra la subversión”.
–Honestamente no me acuerdo. No sé qué decirle, si eso es real o no es real. No tengo copia acá de lo que les dije a los pacientes en los informes. No lo tengo presente porque en el hospital se atendía a toda la población naval.

–En este momento usted dirige el Cuerpo Médico Forense.
–Pero no hago el tema pericial mientras dure la intervención en el decanato. Sí he tenido funciones en órganos de coordinación de grupos de trabajo.

–Usted sabe que sobre el CMF constan denuncias de querellas, fiscales pero también jueces sobre los problemas que hay a la hora de evaluar a los represores.
–Muchas de las notas sobre el CMF están plagadas de errores y datos falsos. Yo no voy a replicar. No parece que sea la función mía salir a reprender, contradecir, pero sí le puedo decir que se han afirmado cosas que no son verdad.

–Pero más allá de eso, en términos filosóficos o políticos, ¿qué piensa?
–Lucha no es una adjetivación que yo haría, que hubo una cosa muy sistemática de eliminación de un grupo de personas por los que detentaban ilegítimamente el poder. En términos oficiales, qué sé yo, no sé. Lucha antisubversiva es cuestionado.




EL RADIOOPERADOR QUE HABLA DE LOS VUELOS DE LA MUERTE
“Sangre en la puerta de carga”
Según la declaración de este testigo, trabajaba como radiooperador de vuelo para aviones de tipo DC3 que eran utilizados por personal de la ESMA para los vuelos de la muerte. El suboficial declaró por primera vez en 2009.
Por Alejandra Dandan

Los vuelos de la muerte fueron uno de los medios usuales para exterminar secuestrados.
En 1976, Roberto Venancio del Valle era radiooperador de vuelo de la 2a Escuadrilla de Sostén Logístico Móvil de Ezeiza, integrada por DC3, aviones bimotores usados en vuelos de la muerte. Del Valle era suboficial. Le gustaba volar. Y solía hacerlo habitualmente. Un día de los que no voló llegó a las ocho de la mañana al hangar de Ezeiza donde había tres aviones en línea.

“Llegué temprano”, dijo pocos días atrás en la audiencia de Comodoro Py. “Fui a mi lugar de trabajo, donde encontré los aviones para controlar. Siempre me gustó que las cosas anden bien. Estaban los tres aviones en línea. Empiezo a subir a uno. Me pongo a verificar que estén bien sujetos, que tengan su seguro como corresponde. Entré, anduve bien, pero cuando bajé del último me llamó la atención que tenía sangre. Que la puerta de carga de atrás estaba salpicada con sangre, todo el patín de cola estaba así. Se llama patín de cola a la rueditas sobre las que la nave se apoya.” En ese momento, “se me vino el alma abajo directamente”, continuó. “Y me salió del alma decir: ¡Hijos de puta! Acá están matando gente.” Porque “yo vi soguitas, arrancadas. Se ve que era ropa de gente. Veía el botón junto con el ojal. Con un pedacito de tela, y debajo estaba todo sucio, toda la tela estaba junta con el ojal. Y bueno, me quedé impactado. Cuando después miro a mis compañeros, les digo: ‘Así que éstos están matando gente’. Pasaron los días y a la semana, el comandante de la Escuadrilla nos mandó a llamar a todos y nos comunicó que ‘Estamos en guerra’, que tenemos un enemigo que para combatirlo había que rebajarse al mismo nivel de ellos”.

Del Valle habló por primera vez de estas imágenes ante la Justicia en el año 2009. Por entonces, vivía cerca de la base Espora en Bahía Blanca, donde tuvo su último destino, donde vive todavía y donde en 2007 le asesinaron a su hijo, cabo segundo Eduardo Del Valle, cuya muerte se convirtió en uno de los detonantes de su denuncia. La semana pasada volvió a confirmar todo aquello al Tribunal Oral Federal No 5 del Juicio ESMA, que investiga un tramo de los vuelos de la muerte.

En su declaración, Del Valle aclaró que además estaba allí porque se sintió convocado en el año 2004, con Néstor Kirchner como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.
“Podría hablar un cachito”, pidió al juez, del otro lado de la pantalla conectada de Bahía Blanca a Comodoro Py. “Yo escuché y prácticamente cumplí con una orden del señor en jefe de las Fuerzas Armadas, Néstor Kirchner, que en una alocución pidió a los suboficiales que tuvieran algo para decir, para ayudar a estas causas, que lo podían hacer. Y bueno, eso es lo que llegué a hacer yo en ese momento.”

Las ropas
Fiscal Mercedes Soiza Reilly: Usted dijo que había tres aviones en línea, ¿y un cuarto? Del Valle: Tres aeronaves, al cuarto no subí.

–¿Qué aviones eran?
–Eran bimotores, DC3.

–También dijo que se aproximó al avión y vio sangre, pedazos de ropa y sangre. ¿Dónde los vio?
–Cuando abrí la puerta.

–¿A qué llama patín de cola?
–Es una rueda que está en la parte de la cola, porque el avión tiene dos trenes principales. No tiene rueda adelante.

–Usted dijo “están matando gente”. ¿Por qué le salió pensar de esa manera?
–Me salió del alma cuando vi sangre y ropa, ahí me salió de adentro. Me salió del alma.

–Se lo comentó a los compañeros, dijo.
–Se ve que corrió la bolilla y a la semana salió el comandante a decir lo que comenté antes.

–¿Quien era el comandante?
–(Capitán Norberto Horacio) Dazzi.

–Usted dijo que venía gente de la ESMA. ¿Qué nos puede decir sobre esto? ¿Qué días?
–No sé eso. Sé que lo hacían de noche. Los vuelos eran nocturnos. Y de eso no puedo hablar nada, no intervine en ninguno.

–¿Cómo sabía que eran de la ESMA?
–Porque venían de ahí. Era el comentario general.
El juez del TOF en ejercicio de la presidencia varía cada semana. En este caso le tocó a Leopoldo Bruglia. El hizo las primeras preguntas. Tiempo y lugares. Del Valle explicó dónde y cómo revistió. En 1976, dijo, estuvo en la base aeronaval de Ezeiza. Y a principios de 1977 en la Escuadrilla de Ataque de la Base Aeronaval de Espora, donde lo trasladaron por problemas personales, luego del tema del avión, “porque lo que llegué a ver a mí me afecto anímicamente, me afectó muchísimo ver eso”. Permaneció en Espora hasta fines de 1979, en el medio estuvo seis meses en Punta Indio. A fines de 1979 le dieron el pase a Ushuaia y en diciembre de 1982 volvió a Espora. “Mi profesión es el de radiooperador –dijo–, volaba, lo que más volé es el DC3, un bimotor, porque en ese momento llegaron los Electra nuevos, bah nuevos.”

Durante la audiencia, Bruglia le dijo varias veces que tuviera mucho cuidado con las preguntas de las defensas. Iban a buscar de- sacreditar sus declaraciones con preguntas distintas. O porque no denunció esto cuando lo conoció o porque podían intentar que se autoincriminara. Lo intentaron. Un abogado le pidió al magistrado tres veces la detención del testigo. La segunda y tercera vez las querellas lograron que el testigo no lo oyera, pero la primera vez el testigo lo escuchó. El pedido no tenía chance de prosperar, pero mecanismos como éstos vienen sirviendo en las audiencias para amedrentar a los testigos, sobre todo a los más vulnerables, como dijo la fiscal Soiza Reilly durante el juicio.

Con algunas dificultades, entonces, el testigo continuó.

Al comienzo, dijo, usaban a un oficial mecánico para los vuelos pero después empezaron a “complicar” al personal subalterno. Aquel oficial “la pasó mal”, explicó, había “compañeros que lo escuchaban, de noche gritaba y cosas así”. El oficial mecánico volaba mucho. Les decía que estaba muy cansado. Le encontraron aparentemente un problema de diabetes, pero “medio que se le volaron los pajaritos”, explicó.

En ese contexto, según su relato, el jefe de Operaciones Ricardo Cagliolo “vino un día, se puso a tomar mate con nosotros y no nos dio una orden directa, no nos dijo hagan tal cosa, pero nos comentó: ‘Estoy yo a la cabeza’”. Empezó a nombrar a unos cuantos, éramos todos los que teníamos que hacer un documento que se llamaba tarjeta de identificación naval y estaba vencida.

En la audiencia, alguien le preguntó por qué motivo esperó a 2007 para hablar. “Hasta 1982 no se podía hacer nada y después fue una mezcla de cosas”, pero “a mí me empiezan a agarrar las ganas de hablar esto cuando asesinan a mi hijo por gente de su misma Escuadrilla.”
Fuente:Pagina12

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