28 de diciembre de 2014

RUBÉN GALLUCCI, TESTIGO EN LA CAUSA MANSIÓN SERÉ.

RUBÉN GALLUCCI, TESTIGO EN LA CAUSA MANSIÓN SERÉ
"Siento que aquí mi memoria también sirve para algo"
Sobreviviente de la represión, volvió al país a declarar en un juicio. Repudia la frase macrista sobre el "curro" de los DD HH.

Regreso - Gallucci vive en Suiza pero quiere volver al país a pasar sus próximos años. Piensa estrenar un film biográfico - Foto: mariano espinosa

Con su sombrero oscuro de ala corta, tipo Panamá, y su pipa recién encendida, Rubén Gallucci mira a través del vidrio del lobby del hotel Normandie. Es una mañana soleada de diciembre, Buenos Aires muestra el vértigo de los oficinistas y los caminantes que circulan por la zona de Callao y Corrientes. Residente en Suiza desde hace 32 años, Gallucci parece un personaje de una novela de espionaje de Graham Greene. "Aunque haya pasado tanto tiempo es algo que nunca se supera", comenta mientras camina junto a Tiempo por la Avenida Corrientes hasta perderse en los bares internos del Paseo La Plaza, el lugar elegido para la entrevista. De 62 años, a meses de jubilarse como técnico de herbario en el Instituto de Botánica Sistemática de la Universidad de Zurich, Gallucci viajó esta vez a la Argentina –suele viajar todos los años– para declarar en la causa "Mansión Seré y circuito de las comisarías de la Zona Oeste" que tramita en el Tribunal Oral Federal Nº 5 de San Martín.

Estudiante de Psicología en la UBA hasta que abandonó la Facultad de Filosofía tras la intervención del fascista Alberto Ottalagano en 1975, Gallucci fue secuestrado por un grupo de tareas de la Aeronáutica el 1 de diciembre de 1976. Desde esa fecha estuvo detenido-desaparecido en el centro clandestino de la comisaría de Castelar. Su cautiverio continuó en la base área de El Palomar, en la comisaría de Haedo, nuevamente en Castelar, hasta que lo blanquearon y lo llevaron al penal de Villa Devoto. Su último lugar de detención fue la Unidad Nº 9 de La Plata. En octubre de 1978, luego del Mundial, Gallucci fue liberado pero con la opción de irse del país. Ingresó en España como refugiado político y permaneció allí cuatro años. Hasta que conoció a Christine, una profesora de español (ya fallecida) que trabajaba en Amnesty International, de la que se enamoró. Y por eso la siguió a Suiza.

Quienes presenciaron su declaración en el TOF Nº 5 de San Martín consideran que su testimonio fue fundamental para el avance de la causa. "Aportó muchos datos de desaparecidos. De los sobrevivientes, él es el que más nombres dio de compañeros que él vio y que están desaparecidos", reconoció la concejal de Morón Cristina Rodríguez (FPV), presente en la sala del tribunal aquel lunes 15 de diciembre. El propio Gallucci está sorprendido por su memoria y su capacidad de retener los nombres de los cautivos con los que convivió en la comisaría de Castelar. "Es curioso. Porque yo tengo mucha dificultad para recordar nombres. En Suiza, en el ámbito laboral o social, es común saludar con un 'buen día herr (señor)' y el apellido de la persona a la que te diriges. Y a mí me cuesta.

Pero cuando en el juzgado me preguntaron los nombres de mis compañeros, no sé de dónde surgió pero me acordé de todos. Era como si tuviera un disco duro del que salieron todos", dice con aire ausente.

A pesar de que desde 2006 suele viajar seguido a la Argentina, desde que se reabrieron los juicios por los crímenes cometidos por la dictadura, y de que sigue con atención la actualidad política, Gallucci está sorprendido por las recientes declaraciones de Mauricio Macri y Sergio Massa en las que ambos minimizaron las políticas de Memoria, Verdad y Justicia, y hablaron de terminar con "el curro de los Derechos Humanos" o de "cerrar la etapa". "Es un horror que todavía haya políticos y posibles presidenciables que hablen con semejante ligereza sobre los Derechos Humanos. Porque es algo sabido que en todo el mundo se sigue atentamente el precedente jurídico internacional que significa que la Argentina haya llevado al banquillo a los acusados de esos crímenes. Yo siento que aquí hay como una recuperación de la memoria, y que mi memoria también sirve para algo.

Porque lo que puedo contar no es reparador, pero sí superador de un momento histórico. Este es un momento histórico. Por primera vez, la Justicia de un gobierno democrático, dentro de un Estado de Derecho, enjuicia a los responsables del delito de genocidio, imputados en causas de lesa humanidad. Si estos políticos (por Macri y Massa) se refieren al curro de los Derechos Humanos lo que están queriendo promover es terminar con los juicios, pero eso es imposible, porque los crímenes de lesa humanidad no culminan nunca. Sus responsables deben seguir siendo buscados y juzgados siempre", subraya el sobreviviente en un castellano algo neutro, con los años de exilio ha ido perdiendo los modismos del acento argentino.

Gallucci tampoco está de acuerdo con una polémica alternativa que intentan instalar ciertas figuras supuestamente ligadas a la problemática de los Derechos Humanos, como la ex dirigente del Frepaso Graciela Fernández Meijide, madre de un desaparecido, y el ex futbolista y también sobreviviente (en este caso de Mansión Seré) Claudio Tamburrini.

Tanto Meijide como Tamburrini –lo mismo ciertos especialistas académicos–- plantean que la Argentina se inspire en el modelo de reconciliación que se implementó en Sudáfrica tras el apartheid, consistente en una reducción de las penas o de una limitación de la acción  penal que beneficie a los represores a cambio de que los militares condenados aporten información hasta ahora desconocida. En los organismos de Derechos Humanos se sospecha que el represor del centro clandestino La Perla, el ex carapintada Ernesto "Nabo" Barreiro, con su mediático y hasta ahora no comprobado anuncio sobre el paradero de 25 desaparecidos, quiso poner en marcha aquella estrategia de ir limitando los juicios o reducir las condenas.

"Estoy completamente en desacuerdo con esa propuesta. Es una amnistía encubierta", subraya Gallucci apenas se menciona el tema. "Ese sistema no es apoyado por ningún movimiento de Derechos Humanos y ningún organismo de Derechos Humanos a nivel internacional. Ni tampoco por (Corte Penal Internacional de) La Haya ni por la OEA. Y además va en contra de todos los acuerdos que se firmaron desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta ahora. Todos los tratados internacionales de Derechos Humanos, la Convención de Ginebra, todos, exigen que se juzgue a los genocidas por tribunales federales y punto. Además, lo que está haciendo la Argentina es ejemplarizador. En España, por ejemplo, no se hizo nada con los crímenes del franquismo. Allá se sepultó todo. Aún siguen bregando para que se reabran las causas: ya pasaron 40 años de la dictadura, más 30 años de la democracia posfranquista, y los familiares siguen buscando a sus muertos y exigiendo justicia. Y cuando (Baltasar) Garzón quiso hacer algo, lo echaron.

Y ahora están pidiendo justicia internacional. Presentaron una querella ante la jueza argentina (María) Servini de Cubría. Lo que se está haciendo acá es muy valorado. Yo he leído artículos en la prensa suiza y en la prensa española. Y para los españoles es una esperanza, un reconocimiento internacional. Es poner en práctica los convenios internacionales que se firmaron en los últimos 50 años", se explaya.

Gallucci se remonta al pasado y recuerda los meses de torturas, vejámenes y muertes. Desde aquel 1 de diciembre de 1976 en que lo secuestraron en la guardia del Hospital Posadas, donde trabajaba como empleado administrativo. En aquellos años, simpatizaba con el PRT, llegó a militar en el frente estudiantil. De todas las escenas que vivió y de las que fue testigo –torturas de todo tipo, hostigamiento psicológico para hacer desmoronar a una persona– el sobreviviente y exiliado en Suiza recuerda con especial dolor ("mi gran trauma") una situación que vivió en la Nochebuena de 1976, cuando junto a otro detenido (Osvaldo Fraga, desaparecido) los obligaron a presenciar la agonía de un militante al que los represores llamaban 'El Teniente'. "Ese compañero murió prácticamente con nosotros. Nos preguntaban si lo conocíamos. Para mí es el paradigma del NN, de Noche y Niebla. Nunca pude saber el nombre", cuenta y hace silencio mientras apoya el pocillo de café sobre la mesa.

A seis meses de obtener la jubilación en la universidad, Gallucci está organizando su regreso definitivo al país. Quiere envejecer en la Argentina. En ese viaje desde Suiza, el especialista en Derechos Humanos que se formó como autodidacta al trabajar por años en Amnesty International traerá entre sus valijas una película documental sobre su historia, "Rubén, fragmentos del exilio", dirigida por la cineasta austríaca Eva Danzl, que está en fase de posproducción y que el año próximo piensa estrenar en la Argentina.

Compañeros de cautiverio

En el centro clandestino de la comisaría de Castelar, Gallucci estuvo cautivo junto a José Isla, Carlos Andisco, Aldo Aurtenechea, Néstor Agüero, Adriana Villano, Susana Pasini, Oscar Miranda, Miguel Schwart, María Monzani de Andisco, Jacinto Montenegro, María Pérez de Donda, Osvaldo Fraga, Jorge Villegas y César Tancone. Todos continúan desaparecidos.
Fuente:TiempoArgentino

No hay comentarios: