EN MEMORIA FRANCISCO LERA Y ROBERTO SUAREZ, CONSCRIPTOS ASESINADOS EN SANTA FE EN 1977.
"Venimos a saldar una deuda del Estado"
Los dos cumplían el servicio militar obligatorio, uno en el Grupo de Artillería de Defensa Aérea en el barrio de Guadalupe y el otro en el Batallón de Ingenieros Anfibios de Santo Tomé. El ejército los tenía como "desertores" desde hacía 38 años.
Por Juan Carlos Tizziani
Desde Santa Fe
Desde Santa Fe
Los familiares concurrieron al acto organizado por el ministerio de Defensa de la Nación.
El Ministerio de Defensa reivindicó ayer la memoria de dos soldados asesinados en Santa Fe en 1977. Los dos cumplían el servicio militar obligatorio: Francisco Domingo Lera en el Grupo de Artillería de Defensa Aérea, en el barrio de Guadalupe y Roberto Daniel Suárez, en el Batallón de Ingenieros Anfibios de Santo Tomé. Uno desapareció el 13 de enero y el segundo, siete meses después, el 1º de agosto, con el mismo método: los mandaron en comisión y nunca volvieron a sus cuarteles. Para el Ejército, fueron desertores durante 38 años, hasta que el ministro Agustín Rossi ordenó corregir la verdadera causa de la ausencia: el secuestro y la desaparición. "Venimos a saldar una deuda del Estado argentino", dijo el viceministro Jorge Fernández al descubrir dos placas: una en el GADA, en la batería América, que el propio Lera había pintado durante su colimba y la otra, en memoria de Suárez, en el batallón de Santo Tomé. Lo acompañaron familiares de los desaparecidos, Madres de Plaza de Mayo, Hijos y organismos de derechos humanos.
"Queremos que estas placas recuerden los sueños de Francisco y Daniel, que son los mismos de los militantes políticos. Los pueblos se construyen a partir de la memoria, la verdad y la justicia y no desde el olvido, la mentira y la injusticia", planteó Fernández.
Lera vivía en Esperanza y era el segundo de ocho hermanos. Ayer, estuvieron cinco de ellos: María Catalina, Carmen, Eduardo y los mellizos, Ana y Carlos. "El mayor falleció, seguía Francisco y tenemos otro desaparecido, Luis", recordó Carmen. Los Suárez estaban todos: su madre Olga, con pañuelo blanco; la esposa, Cecilia Mazzetti; su hijo Sebastián, y sus dos nietos, Santiago de 14 años y Facundo de 9. "Cecilia fue el gran motor de esta reivindicación, la que más reclamó y con más énfasis", admitió el vice de Rossi.
Fernández recordó que en 2009, el Ministerio de Defensa reconoció a 92 conscriptos desaparecidos durante la dictadura, pero la lista era incompleta. "El año pasado, Cecilia Mazzetti y un grupo de familiares nos plantearon que faltaban dos soldados desaparecidos en Santa Fe", comentó.
El ministro Rossi dispuso entonces enmendar la falta y este año firmó la resolución 764 que amplió la lista "ahora con Lera y Suárez , ordenó al Ejército corregir sus legajos ya no son desertores, sino desaparecidos y rendirles un homenaje. "Por eso estamos acá", dijo Fernández. "Queremos que estas placas recuerden los sueños de Francisco y de Daniel, que son los mismos de los militantes políticos y de derechos humanos. Sabemos que estos gestos no reparan, pero hacen a la memoria, la verdad y la justicia", apuntó.
Carmen Lera agradeció en nombre de su familia. "Porque detrás de esas supuestas deserciones se ocultaba la desaparición de jóvenes que cumplían su servicio militar en un lugar que uno pensaba que los protegían, pero fue ahí donde sufrieron la trampa de ser secuestrados y desaparecidos", dijo. Y recordó, que el 13 de enero de 1977, mandaron a su hermano a "una comisión de servicios" y un grupo de tareas "lo levantó a pocas cuadras". "El martes que viene recordaremos 38 años de su desaparición", dijo Carmen.
"Un calvario que uno lleva a cuestas por tener un desaparecido y no sus restos. Tuvimos que sobrellevar eso, en una ciudad chica, como Esperanza, donde todos éramos culpables. Esto repara los años de ocultamiento, que marcaron mucho a nuestra familia".
Carlos Lera leyó entonces la placa de su hermano, con el nombre y la fecha del crimen. "En homenaje a los soldados conscriptos víctima de la desaparición forzada de personas durante el cumplimiento del servicio militar obligatorio entre 1975 y 1983. Memoria, verdad y justicia".
Una hora después, en Santo Tomé, los Suárez descubrieron la placa de Daniel en el ingreso al Batallón de Ingenieros Anfibios. La madre habló en nombre del hijo. "Llegó el momento de decir la verdad", dijo Olga. "No era cierto que se fue y no volvió, como me dijo el suboficial (principal, Mario Carmelo) Ferger, cuando venía a verlo. Ferger me decía que se había ido con una negrita a Buenos Aires y a lo mejor, se quedó por allá. Yo insistía que no, que mi hijo no iba a hacer eso, que lo buscaran. Después, supe por otros soldados, que (Ferger) había reunido a la tropa y le dijo lo mismo: que el soldado desaparecido había aparecido en Buenos Aires, que lo iban a buscar. Nunca más apareció. No se de dónde sacó eso. Entonces, por fin se dice que mi hijo salió de acá para hacer un mandado, ordenado por ellos y que ellos son los culpables de que mi hijo esté desaparecido", agregó
Olga. En noviembre de 2009, el juez federal Reinaldo Rodriguez ordenó la detención y el procesamiento de Ferger como "presunto autor responsable del homicidio" de Suárez, pero fue excarcelado.
Al hijo de Suárez le tocó leer la placa de su padre. El nació el 24 de marzo de 1977, en cautiverio y antes de cumplir los seis meses, su papá ya estaba desaparecido.
La carta cierra con un poema de D'Andrea Mohr a "los colimbas desaparecidos" que Cecilia leyó con voz temblorosa: "Que me duelan sin alivio los dolores./ Que se agranden con los años sus recuerdos./ Que galopen desde lejos hacia ti./ Y desde entonces, el malón de sentimientos/ por la huella que cortaron los verdugos en el tiempo./ Que me duelan tus dolores, que sobreviva tu memoria a mi recuerdo./ Camarada de dolores./ Si hoy somos tu vida, no podemos respirar y olvidarte, soldado nuestro./".
Fuente:Rosario12
El Ministerio de Defensa reivindicó ayer la memoria de dos soldados asesinados en Santa Fe en 1977. Los dos cumplían el servicio militar obligatorio: Francisco Domingo Lera en el Grupo de Artillería de Defensa Aérea, en el barrio de Guadalupe y Roberto Daniel Suárez, en el Batallón de Ingenieros Anfibios de Santo Tomé. Uno desapareció el 13 de enero y el segundo, siete meses después, el 1º de agosto, con el mismo método: los mandaron en comisión y nunca volvieron a sus cuarteles. Para el Ejército, fueron desertores durante 38 años, hasta que el ministro Agustín Rossi ordenó corregir la verdadera causa de la ausencia: el secuestro y la desaparición. "Venimos a saldar una deuda del Estado argentino", dijo el viceministro Jorge Fernández al descubrir dos placas: una en el GADA, en la batería América, que el propio Lera había pintado durante su colimba y la otra, en memoria de Suárez, en el batallón de Santo Tomé. Lo acompañaron familiares de los desaparecidos, Madres de Plaza de Mayo, Hijos y organismos de derechos humanos.
"Queremos que estas placas recuerden los sueños de Francisco y Daniel, que son los mismos de los militantes políticos. Los pueblos se construyen a partir de la memoria, la verdad y la justicia y no desde el olvido, la mentira y la injusticia", planteó Fernández.
Lera vivía en Esperanza y era el segundo de ocho hermanos. Ayer, estuvieron cinco de ellos: María Catalina, Carmen, Eduardo y los mellizos, Ana y Carlos. "El mayor falleció, seguía Francisco y tenemos otro desaparecido, Luis", recordó Carmen. Los Suárez estaban todos: su madre Olga, con pañuelo blanco; la esposa, Cecilia Mazzetti; su hijo Sebastián, y sus dos nietos, Santiago de 14 años y Facundo de 9. "Cecilia fue el gran motor de esta reivindicación, la que más reclamó y con más énfasis", admitió el vice de Rossi.
Fernández recordó que en 2009, el Ministerio de Defensa reconoció a 92 conscriptos desaparecidos durante la dictadura, pero la lista era incompleta. "El año pasado, Cecilia Mazzetti y un grupo de familiares nos plantearon que faltaban dos soldados desaparecidos en Santa Fe", comentó.
El ministro Rossi dispuso entonces enmendar la falta y este año firmó la resolución 764 que amplió la lista "ahora con Lera y Suárez , ordenó al Ejército corregir sus legajos ya no son desertores, sino desaparecidos y rendirles un homenaje. "Por eso estamos acá", dijo Fernández. "Queremos que estas placas recuerden los sueños de Francisco y de Daniel, que son los mismos de los militantes políticos y de derechos humanos. Sabemos que estos gestos no reparan, pero hacen a la memoria, la verdad y la justicia", apuntó.
Carmen Lera agradeció en nombre de su familia. "Porque detrás de esas supuestas deserciones se ocultaba la desaparición de jóvenes que cumplían su servicio militar en un lugar que uno pensaba que los protegían, pero fue ahí donde sufrieron la trampa de ser secuestrados y desaparecidos", dijo. Y recordó, que el 13 de enero de 1977, mandaron a su hermano a "una comisión de servicios" y un grupo de tareas "lo levantó a pocas cuadras". "El martes que viene recordaremos 38 años de su desaparición", dijo Carmen.
"Un calvario que uno lleva a cuestas por tener un desaparecido y no sus restos. Tuvimos que sobrellevar eso, en una ciudad chica, como Esperanza, donde todos éramos culpables. Esto repara los años de ocultamiento, que marcaron mucho a nuestra familia".
Carlos Lera leyó entonces la placa de su hermano, con el nombre y la fecha del crimen. "En homenaje a los soldados conscriptos víctima de la desaparición forzada de personas durante el cumplimiento del servicio militar obligatorio entre 1975 y 1983. Memoria, verdad y justicia".
Una hora después, en Santo Tomé, los Suárez descubrieron la placa de Daniel en el ingreso al Batallón de Ingenieros Anfibios. La madre habló en nombre del hijo. "Llegó el momento de decir la verdad", dijo Olga. "No era cierto que se fue y no volvió, como me dijo el suboficial (principal, Mario Carmelo) Ferger, cuando venía a verlo. Ferger me decía que se había ido con una negrita a Buenos Aires y a lo mejor, se quedó por allá. Yo insistía que no, que mi hijo no iba a hacer eso, que lo buscaran. Después, supe por otros soldados, que (Ferger) había reunido a la tropa y le dijo lo mismo: que el soldado desaparecido había aparecido en Buenos Aires, que lo iban a buscar. Nunca más apareció. No se de dónde sacó eso. Entonces, por fin se dice que mi hijo salió de acá para hacer un mandado, ordenado por ellos y que ellos son los culpables de que mi hijo esté desaparecido", agregó
Olga. En noviembre de 2009, el juez federal Reinaldo Rodriguez ordenó la detención y el procesamiento de Ferger como "presunto autor responsable del homicidio" de Suárez, pero fue excarcelado.
Al hijo de Suárez le tocó leer la placa de su padre. El nació el 24 de marzo de 1977, en cautiverio y antes de cumplir los seis meses, su papá ya estaba desaparecido.
POEMA DE D'ANDREA MOHR A COLIMBAS DESAPARECIDOS
"No podemos olvidar soldado nuestro"
Cecilia Mazzetti leyó en el homenaje a su esposo, en Santo Tomé, una carta que mandó el abogado y periodista Pablo Llonto. "Quiero hacer mención a un grande del Ejército, a un capitán que investigó los casos de los colimbas secuestrados y lo plasmó en un libro: "El Escuadrón Perdido". Un capitán que cuando era cadete le ordenaron arrastrarse, a lo que se negó, diciendo: "No soy un gusano". Años más tarde, se siguió negando a disolver manifestaciones, a reprimir a secuestrados. El sostenía que el honor es el único regalo que un hombre puede hacerse a si mismo. Un capitán que dijo públicamente: "Entre las madres de Plaza de Mayo y mis camaradas, me quedo con las madres". "Esto va dedicado a ese grande, a José Luis D'Andrea Mohr", escribió Llonto. Y recordó parte de una charla de D'Andrea Mohr en una universidad a la que fue invitado, donde dijo: "Luego de producido el golpe fui convocado a participar en un grupo de tareas que tenía la clara misión de detectar, detener, interrogar y eventualmente, eliminar blancos. Los blancos eran personas. Me negué de manera violenta, con armas, y nadie me molestó nunca más. Digo esto para aquellos que hablan de haber tenido que cumplir compulsivamente órdenes indignas".
La carta cierra con un poema de D'Andrea Mohr a "los colimbas desaparecidos" que Cecilia leyó con voz temblorosa: "Que me duelan sin alivio los dolores./ Que se agranden con los años sus recuerdos./ Que galopen desde lejos hacia ti./ Y desde entonces, el malón de sentimientos/ por la huella que cortaron los verdugos en el tiempo./ Que me duelan tus dolores, que sobreviva tu memoria a mi recuerdo./ Camarada de dolores./ Si hoy somos tu vida, no podemos respirar y olvidarte, soldado nuestro./".
Fuente:Rosario12
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