1 de febrero de 2015

CAUSA AMIA - MUERTE DEL FISCAL NISMAN.

LAS JOYAS OCULTAS EN EL ESCRITO DEL EX FISCAL DE LA CAUSA AMIA
Nismanismos
El eje de la denuncia es que el Memorando afectó la cooperación con los servicios de Inteligencia de Estados Unidos e Israel. Nisman escribe en defensa propia, por lo cual no es objetivo ni contrasta sus hipótesis con la realidad. Su razonamiento circular ofrece las conclusiones como premisas. Ni siquiera intenta probar que CFK conspiró para favorecer a Irán. El Cuervo sólo pidió que no manifestaran contra Israel. Rosconi se ofreció gratis a la viuda de Nisman. Brindis de jueces con procesados.
Por Horacio Verbitsky

Imagen: EFE
El escrito acusatorio contra la presidente CFK y su ministro de Relaciones Exteriores Héctor Timerman fue presentado el miércoles 14 de enero y difundido por la Corte Suprema de Justicia el lunes 19, al día siguiente del hallazgo del cuerpo sin vida del fiscal Nisman en el baño de su departamento en Puerto Madero. Muchos detalles de su contenido requieren una paciente lectura, incompatible con la respuesta rápida del periodismo, sobre todo cuando los hechos se suceden en forma vertiginosa y múltiples fuentes se superponen con versiones tan contradictorias como interesadas. Pero en cada relectura, alguna de sus 289 fojas puede arrojar alguna sorpresa que si bien no conduce a la solución del enigma de su trágica muerte, ayuda a comprender la situación general de la que el fiscal fue voluntario o involuntario protagonista.

La lealtad de los espías
Una de las cosas que saltan a la vista de inmediato es la escasez de fundamentación jurídica del dictamen: apenas va de la foja 280 a la 282. Se titula “Breves consideraciones normativas”, no contiene citas de doctrina ni jurisprudencia y apenas enumera los artículos del Código Penal que habrían violado la presidente y su canciller: 241, 248 y 277, por encubrimiento agravado, impedimento o estorbo de un acto funcional e incumplimiento de sus deberes como funcionarios públicos. Pero en lecturas sucesivas es posible descubrir que lo que Nisman intenta preservar es la confidencialidad de las informaciones recibidas de los servicios de Inteligencia de Estados Unidos e Israel. La transcripción es contundente: “Desde el momento en que se suscribió el acuerdo con Irán, a esta altura ya se sabe, un instrumento cardinal en la maniobra de encubrimiento, se consumaron serias afectaciones al normal desenvolvimiento de los intercambios de información, elementos y demás piezas probatorias relevantes para la pesquisa del caso AMIA, implementados a través de los mecanismos de cooperación judicial internacional. El acuerdo firmado con Irán se traduce en restricciones y serias afectaciones a la recepción de información y documentación probatoria aportada por terceros estados para ser agregada al expediente judicial. Como bien se sabe el acuerdo con la República Islámica incluye, entre sus disposiciones, la obligación de entregar la totalidad de las actuaciones en trámite ante la justicia argentina –no a los imputados, lo que corresponde por derecho– para su revisión por parte de la Comisión de la Verdad prevista en el convenio para su posterior comunicación al gobierno de la República Islámica de Irán. Justamente la eventual puesta en conocimiento de las autoridades iraníes de informaciones, investigaciones, revelaciones y/o conclusiones elaboradas por organismos y/o agencias extranjeras, constituye una severa perturbación a dichos canales internacionales que nutren a la causa de elementos probatorios de interés, lo que claramente se erige en una traba que opera en detrimento de la investigación” (ff. 281-282). Esto confirma el cordón umbilical que unía a Nisman con la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires, como lo revela la sucesión de despachos enviados a su cancillería, sistematizados en sus libros Argenleaks y Politileaks por Santiago O’Donnell, en los que se muestra cómo, en palabras del propio O’Donnell “Nisman recibía órdenes directas de la embajada estadounidense de no investigar la pista siria y la conexión local y de dar por cierta la culpabilidad de los iraníes, aunque ningún juicio se había realizado. Que Nisman le anticipaba sus dictámenes y los fallos del juez Canicoba Corral a la embajada con varios días de anticipación. Que una vez Nisman llevó a la embajada un dictamen de dos carillas y que la embajada lo mandó a corregirlo, entonces Nisman volvió unos días después con un dictamen de nueve carillas que sí fue aprobado por la embajada y recién entonces presentado en la causa. Y que otra vez Nisman pidió perdón tantas veces por no avisar que pediría la captura de Menem, que los diplomáticos tuvieron que escribir tres cables distintos para dar cuenta de sus sucesivas ampliaciones de sus pedidos de perdón y de sus promesas de que no volvería a suceder. Todo eso reflejaba una falta de independencia del fiscal nada menos que ante una potencia extranjera, por muy amiga que fuera”.

En defensa propia
Otra comprobación llamativa es que Nisman habla de sí mismo en diferentes tramos del dictamen, cosa que no es en absoluto usual. Ya en la foja 5, dice que “se lanzó una feroz campaña de descrédito hacia la investigación del caso”; en la 150 agrega que los partícipes del encubrimiento intentaban “remover al suscripto de su cargo”; elogia “los significativos avances” que él mismo obtuvo (f. 154) y las cosa que “logró demostrar de manera sólida y contundente” (f. 156); en la 182 denuncia una “campaña de descrédito” en su contra, en la siguiente alega que el “objetivo clave” de apartarlo de la causa debía lograrse “mediante el descrédito personal y/o la deslegitimación de la pesquisa”, y en la 184 insiste en que su alejamiento de la causa AMIA, “beneficiaría sin duda el plan encubridor que aquí se detalla y se denuncia”. Como no acepta ningún cuestionamiento a su tarea, basada como le recordó el juez Rodolfo Canicoba Corral, en los aportes de los servicios de Inteligencia de Estados Unidos e Israel, Nisman opina que “lo único que necesita ser destrabado en esa causa es la firme negativa de Irán a extraditar a sus nacionales, para ponerlos a disposición de la Justicia argentina. El memorando de entendimiento está lejos de solucionar este problema” (f. 160).

Es posible comprender semejante grado de involucramiento personal en una causa tan inflamable. Pero esto conspira contra la necesaria imparcialidad y la pobre presentación de las pruebas. También contribuye a entender las razones del fiscal para presentar un trabajo ostensiblemente inconcluso desde el punto de vista de la investigación de los hechos, ya que Nisman no llegó a cotejar lo que sostenían quienes hablan en las 5.000 horas de grabaciones de los números telefónicos de una sola persona, Jorge Khalil (esto quiere decir un año completo durante 16 horas de vigilia por día), con los datos objetivos. Por ejemplo, la fuente que menciona una presunta emergencia energética
(f. 7) y el supuesto interés argentino en “intercambiar lo de aquellos por granos y carne” (f. 206) es el experto granbonaerense del barrio El Tambo Luis D’Elía. Quien dice que la Argentina tiene necesidad del petróleo iraní es el líder de la comunidad islámica argentina Jorge Khalil, a quien uno de los acusados por la voladura de la AMIA, Mohsen Rabbani le responde que hay interesados iraníes en vendérselo (ff. 97-98, 147). Esto es obvio, dadas las restricciones que Irán enfrentaba para vender petróleo, dadas las sanciones que Estados Unidos logró imponerle. Esto no equivale a decir que la Argentina realmente estuviera interesada en comprarlo. En el escrito no consta un solo intento de Nisman por verificar si el 1,3 por ciento de azufre que contiene el petróleo iraní permite su procesamiento en las refinerías argentinas, que trabajan con petróleos con 0,2 por ciento de azufre, seis veces menos. Tampoco se advierte que haya procurado confirmar con Interpol si el gobierno argentino había tratado de alguna manera de conseguir el levantamiento de las alertas rojas contra los imputados iraníes. De haberlo hecho, hubiera caído con estrépito la columna vertebral de su acusación y Nisman se hubiera ahorrado el escarnio de la contundente desmentida posterior del secretario general de Interpol, Ronald Kenneth Noble.

¿Quién es Noble?
En otro despacho al Departamento de Estado, firmado en 2006 y que lleva el número 2745 en la colección Wikileaks, el embajador en Buenos Aires Earl Anthony Wayne cuenta que el 22 de enero de ese año, Nisman viajó con funcionarios de la cancillería argentina a Lyon, sede de Interpol, para presentarle a Noble “nuevas evidencias” a favor de las alertas rojas, pese a lo cual el Secretario General postergó la decisión hasta la reunión del Comité Ejecutivo programada para dos meses después. Agrega que el vicecanciller Roberto García Moritán le pidió los “silenciosos esfuerzos diplomáticos” de Estados Unidos con vistas a esa reunión, y Wayne pidió a su gobierno que hiciera todo lo que estuviera a su alcance ya que si Interpol no emitiera las alertas rojas, “esto sería visto como una victoria de Irán”. García Moritán le contó al embajador Wayne que la reunión de la delegación argentina con Noble y otros funcionarios “comenzó muy mal cuando los funcionarios de Interpol preguntaron si Nisman había traído a Lyon algo más que la ‘basura’ que presentó el ex juez Galeano en 2005”. El 30 de enero Nisman se reunió con el embajador, su segundo y el representante del FBI en la embajada, y les dijo que había hecho progresos para convencer a los principales funcionarios de Interpol, pero que era crucial asegurar que Interpol recomendara al Comité Ejecutivo apoyar la solicitud argentina de las alertas rojas, ante la que Irán había replicado amenazando con emitir una orden de captura contra Nisman y todos quienes repitieran sus “difamatorias afirmaciones” sobre la República Islámica. El canciller Jorge Taiana, en consulta con el presidente Kirchner, decidieron presentar una protesta formal por esa intimidación. En su comentario final, el embajador Wayne escribió que “seguimos preocupados por la aparente predisposición del Secretario General Noble de alinearse con el Gobierno de Irán”, por lo cual recomendó que continuaran las expresiones de apoyo del gobierno y del Congreso de los Estados Unidos, como la carta que el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, Tom Lantos, envió a Noble. Como se puede apreciar, fue necesaria la presión política de los gobiernos de Washington y Buenos Aires para que Interpol dictara las alertas rojas, porque las pruebas de Nisman no eran demasiado convincentes. Este cable muestra que Noble no hubiera sido un obstáculo para el levantamiento de las alertas rojas si Timerman se lo hubiera pedido, cosa que de acuerdo a su experiencia previa Nisman sabía muy bien, y potencia más aún su certificación de que por el contrario el gobierno argentino hizo todo lo posible para que las mantuviera en efecto aún después de la firma del Memorando de Entendimiento. Es comprensible que los iraníes grabados por Nisman lo llamaran ruso de mierda. Más difícil es entender por qué el rabino Sergio Bergman pidió su expulsión de la AMIA, repitiendo la historia de hostilidad que padeció su padre cuando fue secuestrado por la dictadura militar y la DAIA protestó ante las organizaciones judías de otros países que reclamaban su libertad. Como el propio Jacobo Timerman narró en su libro Prisionero sin nombre, celda sin número, esa dirigencia defendió a la dictadura, alegando que no había antisemitismo en la Argentina y que denunciar todos los casos que se registraban ponía en peligro la vida comunitaria, como le llaman al normal funcionamiento de la DAIA y la AMIA.

Un tema no judiciable
En varios tramos, el fiscal aclara que la celebración de un acuerdo con una nación extranjera es un acto de gobierno que la Constitución faculta a realizar al Poder Ejecutivo, con acuerdo del Congreso, como ocurrió en este caso. “Debe quedar claro que no se está cuestionando un cambio de política exterior - resorte exclusivo del Poder Ejecutivo Nacional y por lo tanto tema no judiciable”, sostiene en la foja 59; en la 61 explicita que la presidente “cuenta con la potestad constitucional de concluir y firmar tratados y celebrar negociaciones para el mantenimiento de las buenas relaciones con las naciones extranjeras (art. 99 inc. 1 y 11 de la Constitución nacional). Nada de ello está en discusión”. Agrega que “si bien la materia, oportunidad y conveniencia de lo actuado resulta ajena al conocimiento de los jueces, el Poder Judicial se encuentra obligado a intervenir cuando la ejecución de ciertos actos, aún dentro de las competencias asignadas constitucionalmente, conlleve la comisión de delitos”. Pero luego discute sobre la interpretación del Memorando y señala como parte del alegado plan criminal que CFK haya presentado la firma como “un logro histórico” y “una victoria”. La libre interpretación de Nisman fue que su propósito era “mantener oculto el verdadero sentido del Memorando de entendimiento”, que a su juicio era “brindar un marco jurídico creíble para instrumentar solapadamente la impunidad de los acusados iraníes y así viabilizar políticamente el acercamiento geopolítico y comercial con Teherán” (f. 205).

Un rosario de mentiras
“El plan tenía sello presidencial. Esto es de una gravedad institucional inusitada. La orden para ejecutar el delito provino directa y personalmente de la presidente”, que es “la autora intelectual” (f. 135). La señora presidente “ha emitido una expresa directiva para que se diseñara y ejecutara un plan de encubrimiento”, que califica como “vil maquinación” (f. 200), cuyo objetivo era “desvincular a los acusados de nacionalidad iraní de la causa por el atentado a la sede de la AMIA, a efectos de brindarles impunidad definitiva” (f. 265). La única prueba de semejante acusación consiste en grabaciones de Allan Bogado, a quien Khalil menciona como “jefe de la SIDE” (f. 246) y de quien Nisman dice que “poseía información privilegiada y verídica de la salud de la primera mandataria” y por lo tanto “pertenece al entorno más cercano a la presidente. De lo contrario, nunca se le hubiera encargado una tarea en extremo sensible: ejecutar una acción delictiva por directa orden de la Sra. Presidente” (f. 248). Una vez establecidas ambas conclusiones como si fueran dos premisas, hay espacio para cualquier manipulación. En sus diálogos con Khalil, Allan dijo que el trato “está cerrado muy arriba” (f. 250), lo cual para Nisman quiere decir Cristina. Además, a pedido de Khalil, Allan prometió conseguirle cargos en la Aduana para gente de la comunidad chiita. La conclusión de Nisman es que Allan fue un actor central para abrir puertas a los contactos locales de los imputados iraníes, lo cual indica que “existió una orden, desde lo más alto del poder, que había autorizado determinados accesos, contactos y facilidades a los referentes de Irán en la Argentina, dentro del contexto mucho más amplio que significó el plan de impunidad” (f. 251). También considera llamativo que Allan “no haya considerado actuar en forma encubierta. Ello sólo puede deberse a la circunstancia, como ya se demostró, de que estaba actuando por órdenes superiores” (f. 253). Al fiscal no se le ocurría otra posibilidad, entre otras cosas porque ignoraba que el gobierno nacional había denunciado a Bogado ante la Justicia como falso influyente ante la Aduana. Esta intriga da más para una denuncia contra Bogado por estafa, como otras que ya enfrenta por no pagar el alquiler y cargarlo sobre los garantes cuya identidad había usurpado. Es decir, la única prueba de que Cristina ordenó cometer un delito es que Allan Bogado conocía antes de que fuera pública información sobre la salud presidencial y que Luis D’Elía dijo que se reunió con Julio De Vido para tratar sobre las relaciones comerciales con Irán “por orden de la Jefa” (f. 230). Establecido mediante esta petición de principios que Cristina es culpable, Nisman utiliza los dichos de Allan acerca de los cambios geopolíticos (“ya estamos en otro país, es otra situación mundial y hay que trabajar en otro contexto”, afirma en la foja 102) con el discurso oficial que construía la señora presidente, “muy distinto a la realidad que manejaban los partícipes de su plan” (f. 141). Nisman se refiere así a la afirmación presidencial al inaugurar las sesiones ordinarias del Congreso de 2013 de que “no voy a permitir que esta tragedia terrible que nos ocurrió a los argentinos sea utilizada como pieza de ajedrez en el tablero internacional” y la califica como un “rosario de mentiras” (f. 141).




Filtraciones
Por Horacio Verbitsky


Si los Wikileaks muestran la forma en que Nisman sometía su trabajo al control de la embajada de los Estados Unidos, después de su muerte quedó claro que también compartía con periodistas, dirigentes de las instituciones judías, abogados y políticos datos del expediente que investigaba. A Santiago O’Donnell el mismo día en que lo conoció le confesó su relación con la Secretaría de Inteligencia: “‘¿Cómo? ¿No lo conocés a Jaime?’ me preguntó Nisman entre extrañado y sorprendido. Acababa de decirme que en una causa tan compleja, en la que uno básicamente depende de lo que puedan averiguar los servicios de inteligencia extranjeros, su información provenía de Stiuso, ya que Stiuso era el que manejaba la relación con los servicios israelíes y estadounidenses”. Las diputadas Patricia Bullrich y Laura Alonso, del PRO, también revelaron conversaciones con Nisman sobre la causa. Según Bullrich, Nisman le dijo que un “agente secreto le había pasado información sobre él y su familia a uno de los imputados”. Alonso agregó que Nisman había adelantado la denuncia y sus vacaciones “porque tenía información de que se lo iba a sacar de la causa Amia”. Y la ex abogada de la DAIA Marta Nercellas dijo que Nisman le anticipó hace ocho meses que tenía pruebas muy grandes que conducirían a la detención de Cristina, pero que “lo voy a hacer después de que deje el poder, porque si no van a creer que es un golpe institucional”. Por eso dice que le extrañó el momento de la denuncia, aunque no su contenido. No son los únicos promiscuos. Según el diario Ambito Financiero, en la fiesta de cumpleaños de Nercellas, hablaron de lo sucedido con Nisman la jueza del caso, Fabiana Palmaghini, los jueces Luis María Bunge Campos, Mario Filozof, y Claudio Bonadío, la ministra de la Suprema Corte de Buenos Aires, Hilda Kogan, el ex presidente de la DAIA Jorge Kirszenbaum, el abogado de la DAIA Miguel Bronfman, y el procesado por encubrimiento del atentado Jorge Fino Palacios.



Piedras al Cuervo
Por Horacio Verbitsky

En la síntesis que Nisman distribuyó el 14 de enero y que tuvo amplia difusión nacional e internacional, el fiscal Nisman acusó como enlace entre la presidente argentina y los criminales iraníes al Secretario General de La Cámpora, Andrés Larroque. Como prueba principal citó recortes periodísticos según los cuales en una ocasión le había transmitido a Luis D’Elía la recomendación presidencial de que no hiciera declaraciones sobre ningún tema antes de las elecciones. La otra mención de Nisman a Larroque, es una grabación en la que Jorge Khalil dice que El Cuervo le pidió que transmitiera a todos los iraníes asentados en la Argentina la solicitud de que no participaran en una marcha convocada en noviembre de 2012 por partidos de izquierda de Buenos Aires para denunciar al gobierno de Israel por su trato a los palestinos (ff. 194-197). Con lo cual sería más razonable acusarlo de conspirar con los israelíes que con los chiitas de Irán.



Etica
Por Horacio Verbitsky

La aparición del abogado Máximo Rosconi como defensor del hombre que entregó la pistola a Nisman, causó perplejidad. Cerebrito Lagomarsino había recurrido inicialmente a la defensoría oficial pero se presentó en la causa y ante la opinión pública en compañía de un abogado que, como él mismo lo proclama, es caro y aspira a ser cada vez más caro. Rosconi fue defensor del ex presidente Carlos Menem en la causa por el contrabando de armas a Croacia y Ecuador, y de los mayores traficantes detenidos en el país, en la causa por lavado de dinero más importante habida aquí. Eso no lo identifica con sus clientes, por cierto, pero muestra la alta cotización de su ética profesional y Lagomarsino no es un cliente a su altura. Antes, Rosconi había llamado al juzgado federal de San Isidro y había dejado a la secretaria de la jueza Sandra Arroyo Salgado sus dos teléfonos de línea y un celular, con un mensaje: “Me pongo a tu total y entera disposición para asumir la querella de la familia, en forma gratuita”.



HASTA AHORA, LAS PERICIAS APUNTAN A QUE EL FISCAL SE DISPARO A SI MISMO
El tiro del final
El centro de la investigación de la fiscal está en los resultados de la autopsia: no había terceros en la escena. La hipótesis se fortaleció con las pruebas de ADN. Cómo sigue la búsqueda de otras pruebas que lo confirmen y los avances sobre presiones o inducción.
Por Raúl Kollmann
Imagen: DyN
El expediente judicial por la muerte de Alberto Nisman avanza en varias líneas, pero con una afirmación que sobrevuela todo: en el deceso del fiscal no actuó ninguna otra persona. El se disparó a sí mismo. La cercanía del tiro a menos de un centímetro, el hecho de que no haya rastros de pelea en el baño, que Nisman no tuviera heridas defensivas y, desde el viernes, la verificación de que las muestras de ADN encontradas en el baño son exclusivamente del propio Nisman, configuran un cuadro probatorio que indica que el fiscal se sentó en el baño y se disparó. Aun así, hay que confirmarlo con pruebas que faltan. La fiscal Viviana Fein, supervisada por la jueza Fabiana Palmaghini, tiene la obligación de investigar si hubo presiones o inducción al suicidio. En ese terreno, avanzan sobre todo lo que rodeaba a Nisman: su trabajo, el sorpresivo viaje de regreso, el extraño informático Diego Lagomarsino –que viajó con él varias veces al extranjero–, los cuatro celulares del fiscal, sus computadoras y el movimiento en el edificio Le Parc.

Disparo
Por ahora, el punto nodal del expediente es la autopsia. Lo que concluyeron los doctores Héctor Di Salvo y Fernando Trezza, supervisados por el decano Luis María Godoy, es que “no hubo presencia de terceras personas en la muerte del doctor Nisman”.

Los forenses se basaron en tres cosas:
- La distancia del disparo, menos de un centímetro.
- El cuerpo exhibía espasmo cadavérico, lo que significa que en vez de un relajamiento, por la cercanía del disparo, el cuerpo adquirió rigidez inmediata. Es por eso que el dedo quedó doblado, en la posición en que efectuó el disparo.
- Nisman no tiene lesiones defensivas, es decir que no participó de una pelea antes de su muerte.

A esto se agregan dos datos que tienen que ver con la escena de la muerte.
- No hay rastros de lucha en el baño. Ni arrastramiento del cuerpo ni sangre esparcida en distintos lugares.
- Todo indica que el fiscal se pegó el tiro sentado sobre el inodoro y cayó hacia la puerta, bloqueándola. Eso hacía imposible abrir la puerta desde afuera del baño sin producir un arrastramiento. Así lo encontraron los custodios, pero estaba su madre como testigo.

El viernes, la fiscal Fein comunicó que todas las muestras de ADN recogidas en el baño pertenecen al propio Nisman. Se tomaron muestras del short, la remera, la pistola, el cargador, cartuchos y vainas. No se especificó si las muestras surgieron de la sangre que quedó en una mancha de unos 70 centímetros o si también se hizo lo que se llama ADN de contacto, es decir de las células que quedan de la piel en el arma. Cuando se le preguntó a la fiscal por qué no hay ADN del informático Diego Lagomarsino en la pistola, la fiscal contestó que “una huella (la de Nisman) tapó la otra (la de Lagomarsino)”.

Secuencia
La fiscal está esperando que la ex esposa de Nisman, Sandra Arroyo Salgado, que representa a las hijas como querellante, presente peritos de parte para revisar, por ejemplo, las cámaras de seguridad. Fein quiere ver si la secuencia relatada por el informático Diego Lagomarsino es verídica. Hay un dato que vertió el subordinado de Nisman y que encaja con que el fiscal se haya disparado a sí mismo.

Lo primero es que lo citó el sábado a las tres, cuatro o cinco de la tarde (está en duda) y la realidad es que lo hizo exclusivamente para pedirle la pistola. Lo notorio es que no se la pidió para el día siguiente o el lunes, sino que lo mandó de inmediato a su casa a buscarla.

Es decir que lo obligó a hacer un viaje de Puerto Madero a Martínez a buscar el arma.
Cuando Lagomarsino llegó a su casa, estaba su esposa con unas amigas y no quería sacar el arma delante de ellas. Eso implicó una demora. Llama la atención que en ese momento vuelve a comunicarse Nisman para preguntarle si encontró la pistola y por qué se estaba demorando.

Por último, está claro que el fiscal quería la pistola de inmediato, por lo que obligó a Lagomarsino a volver desde Martínez a Puerto Madero, ya a las ocho de la noche. No le dijo al informático: “dejá, me la traes mañana o el lunes”.

Como publicó este diario, una jueza amiga de Lagomarsino se comunicó con Página/12 el miércoles 21 de enero. El informático había estado en casa de la magistrada y le contó todo lo ocurrido aquel sábado en que le llevó el arma. Lagomarsino dijo en casa de la jueza:

“Ahora, atando cabos, me doy cuenta de que cuando me pidió el arma, Alberto (por Nisman) ya sabía lo que iba a hacer”. Se trató de una clara referencia a que Nisman ya tenía tomada la decisión de dispararse a sí mismo.

Cuando le tome declaración otra vez, la fiscal Fein va profundizar sobre todo esto. Antes querrá ver si la secuencia relatada por Lagomarsino se verifica en las imágenes de las cámaras de seguridad.

Este diario también ratifica que Lagomarsino le dijo a su jueza amiga que Nisman recibió un llamado de Jaime (Stiuso) advirtiéndole que no confiara en su custodia y que les pusiera seguridad a sus hijas. Si el informático no lo declara, la jueza se presentará ante la fiscal.

Escuchas
De acuerdo con lo declarado por colaboradores de Nisman, éste esperaba que le entregaran una serie de escuchas para fortalecer la denuncia que presentó contra la Presidenta, el canciller Héctor Timerman, el diputado Andrés Larroque, los dirigentes Luis D’Elía, Fernando Esteche y el referente chiíta argentino Yussuf Khalil. Por lo que dijeron los empleados, esas escuchas nunca le llegaron a Nisman.

La fiscal, sobre la base de esas declaraciones, está mirando qué trascendencia tuvo esto en la muerte del fiscal.

Laboratorios
Se esperaba para este fin de semana el estudio toxicológico, complementario de la autopsia. Es el que puede indicar si Nisman consumió o lo hicieron consumir un fármaco.

La hipótesis que Fein necesita descartar es que al fiscal lo hayan dormido y que, estando inconsciente, armaron una escena de suicidio. Se trata de una alternativa muy remota que ni siquiera encaja con la forma en la que se encontró el cuerpo, trabando la puerta de entrada al baño.

El otro estudio pendiente es la anatomopatología, también complementaria de la autopsia.

Es un estudio de varios órganos y del orificio del disparo. La piel que rodea el orificio se analiza microscópicamente y ahí se ratifica la distancia del disparo. De todas maneras, hay muy pocas chances de que forenses de tanta experiencia como Di Salvo y Trezza se hayan equivocado.

Informática
Los peritos de parte que presente Arroyo Salgado seguramente también intervendrán en las pericias sobre los cuatro teléfonos de Nisman y sus computadoras. Las comunicaciones encierran parte de la vida privada del fiscal, por lo cual Fein quiere que su familia asista a los trabajos que se hagan.

Hay que ver si en esos celulares y en las computadoras se puede encontrar algo que oriente sobre el desenlace del domingo 18 de enero. Y no sólo lo que ocurrió ese día o el anterior, sino también en las jornadas previas a la vuelta de Nisman a la Argentina cinco días antes, en plena feria judicial.

Contraprueba
Durante la semana que empieza mañana, se intentará hacer una especie de contraprueba respecto del barrido electrónico de la mano de Nisman. Como ya se sabe, no aparecieron rastros de plomo, bario y antimonio en gases emitidos por el fulminante.

La contraprueba es poco confiable, porque una clave es cuánta pólvora tenía el proyectil que, en principio, se disparó el propio Nisman. Sucede que se trata de una bala vieja, de un lote que Lagomarsino tenía guardado junto con el arma. El problema es que esos proyectiles pueden tener determinada cantidad de pólvora en una bala y poca en otra.
De todas maneras, la pericia se hará y va a ser otro dato a incorporar en el expediente.

Inteligencia
Durante los próximos días seguirá declarando el personal de la Unidad Especial AMIA. Seguramente le permitirá a la fiscal y a la jueza tener una idea del estado de ánimo del fiscal, las escuchas que le prometieron y las presiones que podría estar sufriendo. Por lo que sabe –según declaraciones de quienes hablaron con él ese sábado a la tarde–, Nisman estaba muy preocupado por la audiencia en el Congreso: si los legisladores del Frente para la Victoria le iban a hacer preguntas o no; si se iba a permitir la presencia de cámaras. En todo este tema Fein también está trabajando.

Era pública la relación de Nisman con Stiuso y con los integrantes de la Secretaría de Inteligencia. Sin embargo, hasta ahora no se determinó quién en concreto trabajaba con él y la lógica indica que deberán ser llamados a declarar.

Parece nítido que el regreso intempestivo de sus vacaciones jugó un papel de importancia en el desenlace final. Quienes deberían responder preguntas sobre eso no sólo están entre los que eran los empleados en la Fiscalía sino también en quienes estaban o están en la Secretaría de Inteligencia. Es público y notorio que una hipótesis de lo que pasó –sobre todo la denuncia contra la Presidenta– es que se trató de una operación de respuesta al descabezamiento de la SI. Por ahora no se dio ningún paso para investigar en esa dirección.



INVESTIGAN SU TRABAJO Y EL FUNCIONAMIENTO DE LA UNIDAD AMIA
El rol del técnico Lagomarsino
Por Raúl Kollmann

El técnico informático Diego Lagomarsino deja abierta una serie de interrogantes. La fiscal Viviana Fein tiene un informe sobre viajes que Lagomarsino realizó con Alberto Nisman. Uno a Chile, pero parece que hay otros. Al menos por ahora, no hay explicación de esas excursiones. Al mismo tiempo, la Fiscalía AMIA era una de las pocas que tenía técnicos informáticos propios. Lo asombroso es que además de ellos y por fuera de ese equipo, allí estaba contratado Lagomarsino, con un sueldo llamativo, el más alto existente en cualquier fiscalía del país. Es otro enigma al que se le busca explicación.

Mientras la fiscal espera nuevas pruebas que le confirmen que Nisman se disparó a sí mismo, empezó a transitar una investigación obligatoria: si alguien lo presionó para que se quitara la vida. Esa pesquisa debe esclarecer qué hacía Lagomarsino en la Fiscalía: al fin y al cabo fue la última persona que vio al fiscal con vida y quien le dio el arma.

Una clave es el celular. Cuando Lagomarsino se presentó a declarar, pocas horas después de la muerte de Nisman, la fiscal le incautó el celular. Ahora Fein está esperando que la ex esposa del fiscal, la jueza Sandra Arroyo Salgado, quien representa como querellante a las hijas del matrimonio, designe peritos de parte para que intervengan en los análisis de los celulares.

Hay un dato llamativo: Lagomarsino viajó con Nisman varias veces. Está claro que en una oportunidad a Chile pero, según trascendió, hay otros viajes. La Fiscalía mantiene confidencialidad sobre los destinos de esas travesías. No queda claro para qué y por qué hicieron esos viajes.

Por supuesto que hay un enorme interrogante sobre el trabajo que hacía Lagomarsino. La Procuración tiene un equipo informático al que recurren todas las fiscalías. Algunas pocas tienen su propio equipo, como la Unidad AMIA. O sea que la Fiscalía a cargo de Nisman tenía empleados dedicados a todo el tema informático y, además, por afuera de ese equipo, estaba Lagomarsino. Fein va a investigar esta situación. Y la fiscal está mirando otros contratos que le parecen extraños en la unidad AMIA.

Nada parece indicar que Lagomarsino haya tenido que ver con la muerte de Nisman. La idea de que le entregó el arma y le dijo “ya sabés lo que tenés que hacer” quedó desvirtuada por el hecho de que Nisman le pidió una pistola a otra persona, el custodio Rubén Benítez. O sea que era Nisman el que buscaba un arma; no era Lagomarsino el que se la dio para presionarlo. Aun así, parece evidente que el técnico informático tiene muchas explicaciones para dar, sobre los viajes, sobre su trabajo, incluso sobre los vínculos de Nisman con Jaime Stiuso y lo ocurrido en los últimos días.




EL CANCILLER TIMERMAN DIO UN REPORTAJE A LA RADIO PUBLICA DE EE.UU.
“Hicimos todo lo posible para llevar justicia”
El ministro detalló los esfuerzos del Gobierno por apoyar la investigación y repitió que las acusaciones de Nisman contra la Presidenta y él mismo eran “falsas o por lo menos erróneas”.
Imagen: Guadalupe Lombardo
El canciller Héctor Timerman afirmó ayer que tanto la presidenta Cristina Fernández de Kirchner como él hicieron “todo lo posible para ayudar al juez a que lleve justicia a las víctimas del ataque” a la AMIA. En una entrevista radial con NPR, la radio pública y uno de los medios más reconocidos en los Estados Unidos, Timerman aseguró que trató de ayudar a encontrar a los involucrados en el ataque terrorista de 1994, descartó haber intentado cancelar las notificaciones rojas de Interpol contra los iraníes imputados, recordó que apoyó la investigación del fallecido ex fiscal Alberto Nisman y consideró que la acusación por encubrimiento “era falsa o por lo menos errónea”.

“Puedo decirle que hemos hecho todo todo lo posible, la Presidenta y yo, para ayudar al juez a que lleve justicia a las víctimas del ataque” a la AMIA, afirmó el canciller, quien dijo tener “suficiente evidencia para mostrar que la acusación era falsa o por lo menos errónea”, en referencia a la denuncia presentada por Nisman días antes de morir.

Timerman descartó a su vez haber tratado de cancelar las notificaciones rojas de Interpol emitidas a nombre de cinco sospechosos iraníes buscados para prestar declaración indagatoria, como había planteado Nisman, y aclaró que eso es “imposible”, ya que sólo los jueces pueden hacerlo. Nisman “me estaba acusando de algo que por ley yo no podía hacer: retirar las órdenes de arresto de los sospechosos iraníes de poner la bomba en el centro judío. Eso es imposible porque, por ley, sólo el juez puede hacerlo”, explicó.

El ministro de Relaciones Exteriores negó también que la Argentina hubiera iniciado una negociación para obtener petróleo de Irán a cambio de trigo argentino y que, como parte del trato, el país persa no sería implicado en el atentado. “Cualquiera que sabe algo acerca del negocio del petróleo sabe que Argentina no puede usar petróleo iraní porque es un petróleo muy pesado y no podemos procesar un petróleo tan pesado”, afirmó.

Consultado por los motivos que lo llevaron a dialogar con los iraníes, Timerman explicó que estaba tratando de que cooperaran con la investigación. “Hay una ley en Irán que prohíbe (la extradición de) ciudadanos iraníes”, mientras que en Argentina hay una ley que prohíbe juzgar a alguien en ausencia. Por ello, la única manera de avanzar era firmar un acuerdo con Irán para permitirle al juez de Argentina ir a Teherán a interrogar a los sospechosos”, detalló.

El titular del Palacio San Martín sostuvo además en la entrevista con NPR que apoyó la investigación del fiscal Nisman por el atentado a la AMIA y que el caso debe ser resuelto en el juzgado. “Hice lo que hice porque confié en la investigación del señor Nisman. Fue por eso que estaba ayudando al juez a ir a Teherán a utilizar la evidencia del señor Nisman contra los iraníes”, dijo el ministro. Y agregó que para determinar quién es culpable o inocente, aguardará “hasta que el juez declare quién está detrás del atentado”.

Por último, Timerman sostuvo que hubo argentinos involucrados en el caso pero que esa posibilidad no fue investigada correctamente. “Hay una conexión local que debe ser investigada y el juez le dijo a Nisman que se focalice en la conexión local, algo que nunca hizo”, afirmó el canciller. “Creo que hay una conexión local, hay una conexión internacional”, concluyó.




LA RELACION DE NISMAN CON STIUSO, LA DAIA Y LA EMBAJADA DE EE.UU. EL AVANCE DE LA CAUSA
Los mitos y las verdades del caso
En estas dos semanas circularon todo tipo de versiones sobre el trabajo del fiscal en la causa del atentado a la AMIA, sus contactos y sus peleas y amistades. Mucho de lo dicho no se sostiene al investigar.
Por Raúl Kollmann

Durante las dos semanas que transcurrieron desde la muerte del Alberto Nisman, surgieron algunos mitos y verdades en torno de lo hecho por el fiscal. Algunas cuestiones son asombrosas:
Mito 1. El fiscal Nisman tenía el respaldo de todos en la investigación del caso AMIA.
Falso. “Pedimos la remoción inmediata del fiscal Alberto Nisman. Ha demostrado su total incapacidad para investigar en la causa AMIA”, señaló el 18 de julio pasado la referente de los familiares agrupados en Memoria Activa, Diana Malamud. Ya antes, en 2013, esa agrupación se preguntaba: “¿Dónde está Nisman? ¿Qué hace? Muestra una enorme falta de compromiso y una inacción absoluta”. Memoria Activa ha sido en estos años la agrupación más independiente y la que denunció al Estado argentino ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, cuestionó al gobierno actual por no cumplir los compromisos, por ejemplo, con la reformulación total de los servicios de Inteligencia.

También respaldó el memorándum diciendo que “es imperfecto, pero es algo” y luego, cuando pasó más de un año, pidió –ante la falta de respuestas de Irán– que se lo derogara.
Esta agrupación consideró que Nisman estaba dedicado a viajar por el exterior, “a intervenir en los foros internacionales”, pero que no trabajaba lo suficiente en la causa.

Además, varias agrupaciones consideraban que había sido parte del equipo original de investigación, por lo cual también incurrió en las irregularidades que se cometieron sembrando pistas falsas. En este terreno, Memoria Activa, representada por el CELS, pidió la remoción de Nisman de la parte del expediente ya elevada a juicio, justamente sobre las irregularidades en la investigación. Desde ya que a Nisman no se le podía echar la culpa del fracaso de la causa AMIA: quedó a cargo cuando ya habían pasado más de diez años del atentado. Pero su labor estaba más que cuestionada.

Mito 2. Las pruebas contra los sospechosos iraníes eran contundentes.
Falso. Ya el juez Rodolfo Canicoba Corral le había advertido a Nisman que las evidencias que aportó para pedir la captura de los funcionarios iraníes eran no sólo insuficientes, sino demasiado basadas en informes de servicios de Inteligencia de Estados Unidos, Israel y la propia SIDE. “Es necesario conseguir pruebas jurídicamente válidas para sostener estas órdenes de captura”, le dijo el magistrado cuando convalidó aquel pedido de detención de los funcionarios iraníes. En el mismo acto, Canicoba Corral le ordenó a Nisman que investigara la pista siria y la conexión local, “y no hizo nada de eso”, dijo recientemente el juez.

La debilidad de las evidencias se vio con la detención en Londres del ex embajador de Irán en la Argentina; Hadi Soleimanpour. El juez británico consideró que no había pruebas suficientes en las 400 páginas que le envió el magistrado argentino, Juan José Galeano. Justice Royce no sólo liberó a Soleimanpour sino que ordenó el pago de 20.000 libras de indemnización.

Nisman siempre afirmó que ahora tenía más evidencias, pero Canicoba Corral en los últimos días seguía insistiendo en que se basaba en informes de Inteligencia.

Mito 3. Había avanzado en los detalles concretos del atentado.
Falso. Es un aspecto que muestra la forma en la que Nisman se movía. El miércoles 9 de noviembre de 2005, el fiscal convocó a una conferencia de prensa para anunciar el nombre del suicida que condujo la camioneta-bomba Trafic y la estrelló contra la AMIA. “Esta fiscalía da por probado que Ibrahim Berro es el nombre del suicida del atentado. Sus hermanos, que viven en Detroit, así lo confirmaron.”

Los hermanos de Ibrahim, Hassan y Abbas, fueron ubicados por la CIA norteamericana y declararon ante Nisman y un juez de la zona. Leído el texto con detenimiento, los hermanos no confirmaron sino que desmintieron la versión: “Que no puede ver a Ibrahim así, porque él pensaba en otra cosa, como establecer una familia, casarse, ahorrar dinero. Que ni sus hermanos ni su madre piensan en que pudo estar en algo así. Que todos están convencidos de que murió en el Líbano”.

Desde ya que Hassan y Abbas pudieron haber mentido. El problema es que se trataba de pruebas conseguidas por servicios de Inteligencia, pero que había que corroborar jurídicamente.

El problema –como señaló el juez– es más allá de los informes de Inteligencia, no hay pruebas ni evidencias sobre los aspectos claves del atentado: de dónde salieron los explosivos, quién armó la camioneta, quién la condujo hasta la AMIA. O sea todo lo referido a la conexión local. A partir de esa situación es que no era para nada fácil tener pruebas sólidas para indagar a cualquier sospechoso –entre ellos los iraníes– en la causa del atentado.

Mito 4. Tenía un vínculo confidencial con la Embajada de Estados Unidos.
Cierto. Aunque la relación no era demasiado confidencial. Como publicó este diario en su momento, tanto por parte de este periodista como de Santiago O’Donnell, los cables que ventiló la organización Wikileaks mostraban palmariamente la dependencia del fiscal respecto de la delegación diplomática de Estados Unidos. Iba allí en forma reiterada, le anticipaba los textos que iba a presentar y hasta les permitía corregirlos, les adelantaba medidas que tomaría en el expediente y trataba con ellos el perfil de la investigación. Los funcionarios de EE.UU. querían que se concentrara en acusar a los iraníes y que no se desviara hacia la pista siria o la conexión local. Y tampoco les gustaba que ahondara en el encubrimiento, o sea la causa en la que se investigaban las pistas falsas: “Todo esto le da argumentos a los iraníes”, le decían.

El dato es curioso. Cuando el presidente Bill Clinton realizó una visita oficial a la Argentina en 1997, los familiares de las víctimas se reunieron en el Hotel Sheraton con su esposa Hillary. De aquel diálogo surgió la promesa de que Clinton enviaría una misión del FBI a revisar la investigación. El documento final de ese grupo, que estuvo aproximadamente un mes en el país, era que había que profundizar la pista de Alberto Kanoore Edul, al que dentro del expediente se vinculaba con la llamada pista siria. O sea que años más tarde, por intereses geopolíticos, la embajada de Estados Unidos insistía con Irán, cuando el único contacto serio con la causa, la misión del FBI, había apuntado hacia la pista siria. En línea con la CIA y el Mossad, Nisman puso siempre la mira prioritaria en Teherán. Curioso es que hoy Estados Unidos negocia y busca acuerdos con Irán, pero cuando lo hizo Argentina fue mala palabra.

Mito 5. Tenía un vínculo estrecho con Jaime Stiuso, el poderoso jefe de Operaciones de la SIDE.
Cierto. La relación entre Nisman y Stiuso era pública. Hay jueces que relatan que ambos hicieron gestiones juntos, en forma personal, para que se declare inconstitucional el Memorándum de Entendimiento firmado con Irán. Es decir que a dúo visitaban magistrados. Antes de la muerte de Nisman, Aníbal Fernández recordó que el fiscal le pidió viajar con Stiuso a Interpol, aunque en principio no irían a la asamblea de la asociación internacional de policías, sino que se quedarían en el hotel. Esto fue admitido por Nisman también por televisión.

Lo cierto es que el vínculo no era confidencial y venía de la época del gobierno de Néstor Kirchner: el propio Nisman dijo en televisión que se reunía con Stiuso casi diariamente y en numerosos programas lo elogiaba de forma reiterada. El trasfondo era el alineamiento de ambos con las agencias de Inteligencia de Estados Unidos e Israel. “Stiuso tenía un dominio sobre Nisman”, dijo públicamente Canicoba Corral cuando el fiscal presentó la denuncia sobre el caso AMIA contra la Presidenta, el canciller y otras personas.

En este terreno, Nisman jugó algunas de las batallas políticas e internas de Stiuso. Por ejemplo, en la causa por las pistas falsas –la que disgustaba a la embajada norteamericana–, el espía saldó cuentas con sus adversarios internos en la SIDE.

Terminaron imputados varios jefes de salas (así se las denomina) de la SIDE que se oponían a Stiuso. Fueron arrasados además el ex juez Galeano, los fiscales de entonces, el ex titular de la SIDE, el ex jefe de la Unidad Antiterrorista, el Fino Palacios y el ex presidente de la DAIA, Rubén Beraja. Todos ellos habían sostenido una orientación del gobierno de Carlos Menem: apuntar a los policías bonaerenses, la policía de Eduardo
Duhalde. Eso naufragó en el juicio oral.

También Nisman fue un fuerte promotor de la denuncia por escuchas ilegales contra Mauricio Macri. El jefe de Gobierno, que ahora se deshace en elogios, siempre dijo que esa investigación fue un armado de Stiuso-Nisman. La realidad es que el espionaje ilegal existió: se armaron causas falsas por homicidio en Misiones, dos jueces de allá ordenaban escuchas telefónicas a la SIDE y el espía Ciro James –vinculado con el policía de confianza de Macri, Jorge “el Fino” Palacios– retiraba las escuchas de la SIDE. Así se espió, entre otros, a Sergio Burstein –esposo de una víctima de la AMIA–; a Carlos Avila, que negociaba un contrato de televisación del fútbol con Julio Grondona; al cuñado de Macri, Daniel Leonardo, en pareja con Sandra, hermana de Macri. Es decir que también en este expediente, Stiuso jugó su partido contra otros espías, dentro y fuera de la SIDE, aunque basado en un delito real y comprobado.

Mito 6. La DAIA y la AMIA siempre estuvieron en contra del memorándum y en equipo con Nisman.
Falso. No bien se firmó el memorándum, en enero de 2013, las entidades judías se reunieron con el canciller Héctor Timerman en la sede de Pasteur 633. “Nos aclararon todas las dudas”, dijeron por entonces Guillermo Borger y Julio Schlosser, presidentes de las instituciones judías. El visto bueno duró 24 horas. En ese lapso, Israel, de forma pública pidió explicaciones a la Argentina por la firma del acuerdo con Irán. Es más, convocó al embajador argentino en Jerusalén. El gobierno de Estados Unidos lo hizo de manera menos pública, pero también manifestó su desacuerdo. Nisman, por su parte, no hizo declaraciones, pero off the record inició una furibunda campaña en contra del memorándum: no quería de ninguna manera que prosperara.

Un día más tarde, AMIA y DAIA dieron una vuelta de campana y se pusieron en contra de lo firmado.

Durante la investigación inicial del atentado, las instituciones judías fueron el principal respaldo del ex juez Galeano y de lo realizado por el gobierno de Carlos Menem, quien claramente estaba alineado con Washington y Jerusalén. Esa actitud provocó un verdadero escándalo en el tercer aniversario, el 18 de julio de 1997, cuando fueron abucheados los ministros del Poder Ejecutivo y el propio presidente de la DAIA, Rubén Beraja. Lamentablemente, esa tarde una delegación de los dirigentes de la comunidad concurrieron a la Casa Rosada a pedirle disculpas a Carlos Menem.

El cimbronazo más duro vino cuando los jueces del Tribunal Oral del caso AMIA sobreseyó a todos los acusados –policías bonaerenses y Carlos Telleldín– argumentando que la investigación “fue un armado al servicio de políticos inescrupulosos”. De aquel naufragio, zafó Nisman –que integraba el equipo de fiscales– y quedó a cargo de la causa. AMIA y DAIA lo apoyaron casi siempre, pese a que una parte de los familiares sostenía que se avanzaba poco, que el fiscal viajaba exageradamente y no se concentraba en conseguir pruebas judiciales en lugar de informes de inteligencia.

Mito 7. ¿Se desató un enfrentamiento Stiuso-Nisman vs. el Gobierno?
Cierto. Todo indica que hubo un punto de inflexión en el momento en que CFK puso el acento en el concepto de que “no permitiremos que la causa AMIA sea utilizada como instrumento en la geopolítica mundial”. En otras palabras, CFK decía que se buscó alguna forma de acuerdo con Irán para que los sospechosos fueran indagados, única manera de destrabar la causa. Hoy en día, hasta Estados Unidos negocia con Irán, pero la movida que llevó al memorándum fue en ese momento un choque con los sectores más duros de Washington y Jerusalén.

Ya en época de Rafael Bielsa y Jorge Taiana se buscó un acuerdo con Irán para que se hiciera un juicio en un tercer país. Incluso se habló de Marruecos. Pero Teherán siempre argumentó que la causa era un fraude y que la ley, de los años ’80, les impedía extraditar –llevar por obligación– a ciudadanos iraníes a otros países. Esta norma rige en Brasil, en Alemania y en muchísimos países más. Se buscó entonces la forma de que la indagatoria se hiciera en Teherán, aunque con juez y fiscal argentino, Canicoba y Nisman. Como se demostró, el memorándum no era fácil de implementar, en primer lugar por la resistencia iraní. Buena parte de los opositores decían que el acuerdo era una garantía de impunidad para los sospechosos, pero lo cierto es que Irán nunca terminó de aceptarlo y menos con las alertas rojas en vigencia.

En cualquier caso significaba una ruptura de la política impulsada por los halcones de Washington y Jerusalén que sólo querían mantener firme la acusación contra los iraníes. Los dirigentes de la comunidad judía se sumaron a la oposición al memorándum y la Presidenta percibió –así lo hizo público– que se desataron numerosas operaciones contra el Gobierno a partir de ese momento. El descabezamiento de la SIDE fue otro episodio de ese enfrentamiento. Y luego, en la misma línea, se produjo el sorpresivo regreso de Nisman de sus vacaciones y la presentación de una denuncia que el juez Canicoba Corral consideró de “nulo o escaso valor probatorio”. El ex titular de Interpol, Ronald Noble, también derrumbó puntos neurálgicos del escrito de Nisman y la DAIA-AMIA señalaron que querían esperar a ver las pruebas. Ese fin de semana, con una tormentosa sesión que le esperaba el lunes en el Congreso, Nisman afrontaba una situación difícil con muchos mitos, falsos y ciertos, en sus espaldas.
Fuente:Pagina12





ESCENARIO
Catorce días que conmovieron al país
A dos semanas de la trágica muerte del fiscal Alberto Nisman, hasta lo más obvio merece ser explicado. Un análisis del hecho y sus repercusiones en tres planos: el policial, el político y el mediático.
Catorce días que conmovieron al país
Foto: mariano espinosa
Hoy se cumplen dos semanas de la sorpresiva muerte de Alberto Nisman. Desde entonces, tanto la dilucidación del caso como el aprovechamiento de sus aristas se desarrolla en tres planos: el criminal, el político y el mediático.

Del primero, se sabe cada vez más: hay una autopsia garantizada por el titular del Cuerpo Médico Forense a instancias del presidente de la Corte Suprema, una pistola y un proyectil peritados con la más avanzada tecnología disponible en el país, el testimonio titubeante del facilitador del arma y su munición mortífera, y la recolección de un único ADN en el departamento de Le Parc, el de la víctima.

Son indicios que van camino a ser prueba criminal, aunque es cierto que las hipótesis sobre qué cosa, quién o quiénes propiciaron el violento desenlace aún se mantienen dentro de un abanico de posibilidades desconcertante.

Para el expediente, todavía se trata de una "muerte dudosa", tan dudosa como la "testimonial televisada" que Diego Lagormarsino –dueño del arma que arrebató la vida al fiscal–, dio junto al abogado de Carlos Menem. La referencia es sobre el Lagomarsino que tuiteó insultos contra la presidenta cuando lanzó el proyecto de democratización del Poder Judicial, no el que aparece como asistente informático del bufete Saénz Valiente, propietario del Grupo Clarín.

Decíamos, tan relativas son las hipótesis barajadas tanto en público como en privado, que cualquier duda es pertinente. ¿Fue un suicidio voluntario, fue un suicidio accidental, fue un suicidio inducido (todas variables reconocibles en la primera impresión de la fiscal investigadora Mónica Fein, cuando aseveró que no habían intervenido "terceras personas" en la escena) o fue un asesinato, como piensan la presidenta, el entorno más íntimo del fiscal y buena parte de la sociedad argentina?

Todo puede ser, y si todo puede ser, hay que pensar, entonces, por angustiante que sea, que a dos semanas de la noticia que conmovió al país entero, no hay certeza de ninguna cosa que pueda ser corroborada con prueba irreprochable. Las especulaciones que hacen los investigadores policiales y judiciales forman parte de su labor, porque aún la conjetura más alocada puede conducir a una pieza que termine por componer el rompecabezas.

No ocurre lo mismo en el segundo plano analizado, el político. Cuando la sangre de Nisman aún estaba fresca, el núcleo más histérico que lleva la voz cantante de la oposición pretendió instalar que el fiscal había sido ultimado por el gobierno para acallar su denuncia sobre un eventual nuevo encubrimiento en la causa AMIA, en la que involucró a la presidenta, al canciller Héctor Timerman, al secretario general de La Cámpora, Andrés Larroque; a Luis D’Elía y a Fernando Esteche.

La sola idea de que un gobierno que sentó en el banquillo y condenó a los militares genocidas de los '70 pudiera estar asociado a algo tan horrendo como el asesinato de un fiscal, reinstalando la mecánica del crimen mafioso cometido desde el Estado en la escena política argentina, ya sonaba descabellada antes de ser enunciada. Si a alguien perjudicó esta muerte, además de a Nisman y su familia, por supuesto, ese alguien, como sujeto político, es el gobierno.

Sin embargo, igual lo intentaron. Algunos, como Laura Alonso, de este modo: "Ella fue denunciada y solo se ha dedicado personalmente a ensuciar al fiscal que la denunció y apareció muerto cinco días después." Julio Cobos habló en sintonía: "Si es un homicidio, entonces esto es un mensaje mafioso a los jueces y fiscales que investigan al poder político." Patricia Bullrich, aunque con un artilugio retórico, llegó más lejos: "Me cuesta creer que la presidenta haya ordenado que lo maten." Todos compitiendo con Elisa Carrió, la nueva socia macrista para las PASO.

Otros suavizaron un poco las declaraciones. Fueron desde el "no lo cuidaron lo suficiente", del radical Ernesto Sanz (es decir, responsabilizando al gobierno indirectamente), hasta el "no puede haber sucedido lo que sucedió, no puede ser que la Argentina hoy sea noticia mundial bajo el título 'apareció muerto el fiscal que denunció a la presidenta'. Nos hace un enorme daño a todo el país y hay que investigar hasta las últimas consecuencias", de Mauricio Macri, protagonista de la primera conferencia de prensa después del suceso, en la que buscó aparecer como un estadista, o un candidato en campaña, que para la lógica de los medios dominantes, es casi lo mismo.

El "Je suis Nisman" callejero y antikirchnerista del 19 de enero, operado en simultáneo por activistas de redes sociales relacionables a simple vista de pantalla con la militancia orgánica e inorgánica del PRO, el Frente Renovador, el radicalismo y sectores comunitarios que responden a sus estrategias de acumulación, y que contó además con la profusa militancia de los medios opositores para difundirla y amplificarla, no logró contagiar al conjunto de la sociedad, más escrupulosa y menos hormonal a la hora de adjudicar responsabilidades penales y política por un hecho terriblemente macabro como este.

Fue una expresión socialmente delimitada, que debería hacer revisar su estrategia a los asesores de campaña cuya obsesión es asociar al kirchnerismo, como se viene advirtiendo desde esta columna, a lo maldito e imperdonable para producir una masa de indignados que, en los hechos, funcione como aval moral ciudadano a su prédica irresponsable, cuando no destituyente.

No les funcionó esta vez, como tampoco les resultó en situaciones anteriores. Una crítica habitual al oficialismo, que proviene, en esencia, de los politólogos de manual, es que le habla casi exclusivamente a su núcleo duro de seguidores. Esto puede ser más o menos cierto, lo que es innegable es que la oposición que aspira a sucederlo en la Casa Rosada no hace nada distinto, a pesar de los afiches del diputado de Tigre: repiten el error, cosechan lo mismo, porque están pescando siempre en la misma pecera.

El propósito de transformar a Nisman en ícono antikirchnerista tuvo dos cosas repudiables. El uso de un muerto al que sus familiares todavía estaban llorando y no habían podido sepultar y, desde la misma postura cínica que asumieron los instigadores políticos de la oposición, la ausencia de reconocimiento de su figura en amplias capas de la población para las que Nisman y la AMIA son símbolos vividos con extrema ajenidad.

Esto último es tan grave como lo primero: Nisman se habrá equivocado con su denuncia inconsistente y floja de papeles contra la presidenta, pero era un fiscal de la Nación, a cargo de la investigación del atentado terrorista más grande de la historia argentina, con 85 muertos, que sigue impune después de 20 años.

Habrá que admitir que el desconocimiento sobre su trabajo en todos estos años, que sin duda adolecía de respuestas definitivas a las familias de las víctimas de la voladura (lo que motivó el cuestionado memorándum aprobado por el Congreso para intentar hacer avanzar la causa aunque sea un metro más) es una muestra de la indolencia general aplicada a un suceso que avergüenza. Se diga lo que se diga, si la sociedad conoce hoy y recuerda aunque sea algo de lo que ocurrió en Once la fatídica mañana de 1994, es gracias a los familiares (Memoria Activa, 18 J, Apemia) y no al trabajo del Poder Judicial.

Volviendo al análisis original, faltaba el plano mediático. Salvando el previsible impulso al morbo que genera todo cadáver, las disputas por primicias que no son tales, el espacio cedido a los aventureros de la opinión, siempre con riesgo de "samantizar" el caso por algunos puntos de rating más, el tratamiento editorial de los medios hegemónicos, embarcados en su lucha prolongada de demolición de la imagen pública del gobierno democrático, viene hundiéndose en el barro de lo irreversiblemente indecoroso.

El columnista de La Nación, Carlos Pagni, procesado por espionaje junto al "Tata" Yofre en un expediente federal que instruyó la ahora viuda de Nisman, la jueza Sandra Arroyo Salgado, aprovechó cada una de las instancias producidas desde el domingo del hallazgo en Puerto Madero para abonar la sensación de que el gobierno terminó su mandato con el balazo que recibió el fiscal.

En su nota titulada "El desmoronamiento del poder, al desnudo", pueden leerse los siguientes párrafos abismales:
l "Cristina Kirchner invitó ayer a los argentinos a descender un círculo más en la escalera del infierno."
l "La señora de Kirchner no ofreció más indicios que algunas ocurrencias deshilvanadas, interrogantes e insinuaciones."
l "Envuelta en un enredo que no controla, Cristina Kirchner está desnudando el desmoronamiento de su propio sistema de poder."
l "Es la desarticulación de una maquinaria que utilizó y que ahora la devora. La señora Kirchner habla desde dentro del derrumbe."
l "De nuevo el peronismo atrapa al país en sus convulsiones (…) El Estado, cuyo dominio sobre los argentinos se ha extendido tanto, ofrece ahora lo peor de sí."
l "La presidenta convocó ayer a dar otra vuelta en su inquietante tren fantasma."
l "Son minucias en las que la presidenta parece entretenerse para no pensar la dimensión de la tragedia."
l "Ella también entra en la Historia cargando con un muerto inexplicable."

Todo eso en una sola nota. No son los títulos de toda una semana de La Nación, el diario militante del antikirchnerismo y oficialista del genocidio. Es apenas la columna de Pagni, el procesado consultor de políticos y empresarios, del viernes 23 de enero.

Retoma parecidos argumentos Eduardo Van Der Kooy, premiado como "joven brillante del periodismo" por el ex dictador Jorge Rafael Videla en 1977, en su columna "Síntomas graves de descomposición", publicada el 30 de enero pasado e ilustrada por Sábat con una imagen de la presidenta con nariz de Pinocho:

l "Mirada a la distancia, geográfica y temporal, la Argentina política parece sumida en una descomposición a la cual van sometiéndose su persistente inoperancia y desvergüenza."
l "Aquel impacto (la muerte de Nisman) atornillado en la memoria permite diseñar un cuadro más acabado de la pestilente realidad."
l "Sucede que el espectáculo de la anormalidad política se ha convertido en algo habitual. No sería patrimonio del kirchnerismo aunque esta década ha sido pródiga con ese propósito."
l "¿Podría un mandatario ser tan frío e indiferente con una tragedia como la del fiscal? (…) Quizá esa forma de reaccionar desnude la calidad y la talla de su verdadero liderazgo."
l "Su aparición del lunes por TV fue un hilván perfecto entre falacias y perversidades."
l "Difícil rescatar la verdad entre una avalancha de mentiras, sentenció el domingo en Clarín el escritor italiano Roberto Saviano, especialista en desnudar tramas mafiosas."
El último párrafo mete miedo, en la oposición sobre todo, su objetivo es condicionarla, cuando no dirigirla:
l "La excepcionalidad del momento tampoco estaría siendo advertida por aquellos dirigentes que están llamado a gobernar este país desde diciembre. Dejan la impresión de que esperan que el gobierno se pudra en su propia crisis para sacar luego provecho electoral (…) Cualquiera de ellos, solo, no podrá lidiar a futuro con la miseria política e institucional que dejará el kirchnerismo."

¿Es un llamado a la unidad de todos con todos para salvar a "la República amenazada"?

¿O acaso la aceptación, dos semanas después de la muerte del fiscal y del abuso político de su cadáver para esmerilar a Cristina Kirchner, de que por más fichas que ponga el Grupo Clarín en candidaturas individuales estas siguen sin repuntar en las encuestas, que es lo que realmente les importa de cara a diciembre?

La corresponsal de Clarín en los Estados Unidos, Ana Barón, en su nota de ayer: "En la CIA creen que Nisman murió por una pelea en la SIDE", sostiene que en Langley, sede de la central de espionaje estadounidense, suponen que "Cristina expresó su deseo de deshacerse de Nisman por la denuncia que había presentado acusándola de encubrir a los autores iraníes del atentado contra la AMIA. Y, consecuentemente, un grupo de los servicios decidió cumplir con su deseo ya sea con acuerdo o sin acuerdo de ella". Esto está resaltado en negrita, la segunda hipótesis de su fuente no: "Otros miembros de los servicios realizaron el operativo para debilitar a Cristina debido a la reestructuración que había comenzado a hacer en la SIDE."

Van Der Kooy y Barón escriben. Eso les permite pensar un poco más que aquel colega que habla sin pensar en la urgencia. Las palabras escritas ordenan el mensaje. En su caso, enmascaran la intencionalidad con insumos narrativos, pero en el fondo es la misma que la del editor del diario, su jefe, Ricardo Roa, quien en diálogo con Fabián Doman, en su programa de Canal 13, sin andar con tanto rodeo, se despachó con dos afirmaciones:

1) "La muerte de Alberto Nisman beneficia a la oposición", y

2) "Hay que ver si la oposición logra convertir esto en votos".

No es análisis: fue una orden. "Aprovechen que es ahora o nunca", sería. ¿Al muerto?

Claro que la cadena nacional antikirchnerista seguirá sosteniendo que la que no tiene corazón ni sentimientos, ni escrúpulos es la presidenta.

A dos semanas del trágico final de Alberto Nisman, hasta lo más obvio merece ser explicado.
Fuente:TiempoArgentino






Pocos casos han tenido la gravedad institucional de la muerte del fiscal Nisman
Lagomarsino y la “pistola humeante”
El experto informático entró en la historia como un personaje secundario, pero cada día aparecen más detalles de un pasado dudoso que lo acercan a los manejos de los servicios y lo colocan en el punto de mira de la investigación.
Lagomarsino y la “pistola humeante”
Dudas. Las declaraciones de Diego Lagomarsino dejan presumir que sabe más de lo que cuenta.

Diego Lagomarsino, el misterioso personaje que le entregó una pistola calibre 22 al fiscal Alberto Nisman y fue la última persona que lo vio con vida, no sólo percibía 40.000 pesos por prestar servicios informáticos a la fiscalía de manera remota –es decir, sin concurrir a su lugar de trabajo–, sino que es el único miembro de esa unidad fiscal que no posee currículum presentado ante la Procuración. Desde que su nombre saltó a los medios de comunicación como la persona que le proveyó el arma con la que Nisman encontró la muerte, dos personas intachables como Marcelo Saín, fundador de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), y el abogado José Iglesias, padre de una de las víctimas de Cromañón, lo han identificado como agente de inteligencia, especialista en pinchaduras ilegales.

Si el fiscal Alberto Nisman estaba obsesionado por la seguridad informática de la dependencia a su cargo es impensable que se la haya confiado a una persona que conoció porque le hacía el mantenimiento de sus computadoras hogareñas, como sostienen Diego Lagomarsino y su abogado Maximiliano Rusconi. También es impensable que se le abonara un sueldo más elevado que a los adjuntos de Nisman, y que ni siquiera hubiese presentado un CV. Lagomarsino –que tiene más gastos de tarjeta que su abultado sueldo en la fiscalía– es representante en Argentina de la empresa Corporate IT Outsourcing Services, con sucursales en Chile y Miami. Sería bueno saber a quién pertenece esa compañía y qué clase de servicios presta, más allá de los que figuran en la web.

Lo que los custodios de Nisman afirman, que Diego Lagomarsino era un asiduo visitante del fiscal. ¿Siempre iba a chequear las computadoras de Nisman? En ese caso, ¿por qué no hacía lo mismo con las terminales más sensibles de la Fiscalía? Los custodios sugieren que llevaba otras cosas.

Alguno de los custodios del fiscal sabía que Lagomarsino realizaba actividades no legales, amparado por su jefe verdadero, Antonio Stiusso, el ex director de Contrainteligencia de la Secretaría de Inteligencia, la ex SIDE, que acompañó como un “fantasma” la labor de Alberto Nisman en la causa AMIA.

Esa compañía le permitió al fiscal presentar extensos escritos, pero también constituyó su principal talón de Aquiles, porque no todo material de Inteligencia tiene validez probatoria en un proceso judicial.

El juez Rodolfo Canicoba Corral admitió ante el autor de esta nota que la SIDE, que debería haber funcionado como auxiliar de la Justicia para investigar el peor atentado de la historia argentina, se convirtió, en los hechos, en el conductor de la pesquisa de la Unidad Fiscal AMIA, a cuyo frente Néstor Kirchner había nombrado a Nisman en 2004.

Al igual que a Nisman, la causa AMIA catapultó a Stiusso a la fama, y al igual que a Nisman, luego ocasionó o contribuyó a su caída. La causa le proporcionó al espía más y mejores contactos con el FBI, la CIA, el Mossad israelí y los servicios alemanes.

Los WikiLeaks prueban que la línea de investigación promovida por Washington por medio de su embajada en Buenos Aires consistía en culpar a Irán. Era la línea que llevó adelante Stiusso y, por lo tanto, Nisman.

Tanto Lagomarsino como Nisman sabían que una vieja pistola 22 del año 1962 no es un arma defensiva y ni siquiera disuasoria para llevar en la gaveta, y menos “para proteger a sus hijas hasta el lunes” –como sostiene Lagomarsino–, porque las hijas de Nisman estaban en el exterior y el fiscal tenía comprado un pasaje de vuelta a Europa para la noche del lunes.

Si Nisman, verdaderamente, llamó el sábado a Lagomarsino para pedirle la pistola –y no otra cosa–, es más que evidente que el fiscal quiso dejarlo “pegado” a esa decisión que –según su ex esposa, la jueza Sandra Arroyo Salgado–, “otros le obligaron a tomar. Si Nisman realmente hubiese tomado libremente la decisión de quitarse la vida –por las razones que fuesen–, no sólo hubiese dejado cartas a sus hijas, sino al menos una posdata deslindando a Lagomarsino de toda responsabilidad por haberle facilitado la pistola. Nada de eso ocurrió. O mejor dicho, todo lo contrario: Nisman, u otra persona, dejaron a Lagomarsino con una pistola humeante en la mano. Todo un mensaje.

Si alguien quería conmocionar a la Argentina y al mundo entero con la muerte del fiscal Nisman, es indudable que lo logró sin mancharse con sangre.
Fuente:MiradasalSur








la muerte del fiscal
A dos semanas de su muerte, sólo hay indicios de suicidio y la investigación pasa a los vínculos de Nisman
31.01.2015 Por:Rubén Furman

La sospecha generalizada de que la muerte violenta del fiscal Alberto Nisman pudo haber sido planeada y hasta ejecutada para que “parezca un suicidio”, no encuentra hasta ahora sustento en los peritajes técnicos realizados.
A dos semanas de la muerte del fiscal, la investigación no ha podido apartarse, en lo esencial, de las primeras conclusiones de la autopsia realizada por el Cuerpo Médico Forense, que indicaron que "no hubo intervención de terceras personas” en el hecho, según la acabada expresión de la fiscal Viviana Fein.

El tiro en la cabeza que acabó con la vida del fiscal de la causa Amia habría sido disparado -según esas conclusiones- por su propia mano, con la pistola que le proveyó una persona de su confianza y en el baño de su departamento, donde no se percibía ningún signo de violencia o resistencia.

Las últimas pruebas de laboratorio recibidas por la fiscal Fein, confirmando que en el arma y ropa de Nisman sólo se encontró su propio ADN, ratifican esa línea de investigación y se suman a las certezas de las primeras horas.

Un dato contradictorio en esta saga es la falta de rastros de la deflagración en la mano de Nisman, según los resultados negativos del barrido electrónico de metales y, aunque los peritos lo adjudicaron al pequeño calibre del arma, ya está curso una contraprueba.

En los próximo días, cuando la fiscal reciba los exámenes histopatológicos y toxicológicos para verificar si Nisman había ingerido o estaba bajo efecto de sustancias que hayan operado sobre su voluntad, la investigación se colocará más decididamente en el terreno complejo de los vínculos de la víctima.

La propia aparición del informático Diego Lagomarsino declarando voluntariamente horas después del hallazgo que, a pedido de Nisman, le había prestado la vieja pistola Bersa calibre 22 encontrada bajo el cuerpo del fiscal, puso en el centro de la escena a ese mundo de relaciones donde podría encontrarse el secreto de su muerte.

El informático de 39 años fue la última persona en verlo con vida dentro del departamento que Nisman alquilaba en el piso 13 del complejo Le Parc, a donde solía visitarlo, según declaró, para entregar o recibir pedidos de trabajo. Por ahora es el único imputado por haberle provisto el arma hallada en el lugar de su muerte.

La fiscal Fein tomó testimonio en los últimos días a los empleados de la UFI-AMIA para tratar de establecer claramente la función del técnico, el tipo de contrato y su monto inusualmente alto dentro de la fiscalía.

Allí habría verificado que sólo reportaba al titular de la fiscalía de la causa AMIA y escuchó información sobre un viaje que ambos habrían realizado a un país vecino en el marco de la investigación.

Fuentes ajenas al expediente señalan a Lagomarsino como un personaje próximo, por elementales razones de seguridad, al ex hombre fuerte de la ex Side Antonio “Jaime” Striuso, principal proveedor de información de Nisman sobre el mayor atentado criminal de la historia argentina.

En su aparición televisa patrocinado por un conocido defensor de causas penales “pesadas”, Maximiliano Rusconi, Lagomarsino negó el vinculo y echó sombras sobre los policías que debían proteger al fiscal afirmando que este “no confiaba ni en su custodia”.

Parte de ese personal ya ha sido removido por el sumario interno, pero en la causa penal no aparecen por ahora sospechas de peso contra los policías más que por haber relajado su tarea de vigilancia y no haber informado oportunamente a sus jefes lo que estaba ocurriendo.

Apenas el grupo de apoyo técnico policial concluya la previsualización de las cámaras de seguridad del edificio, la fiscal comenzará a observarlas, un test clave no solo para saber quiénes circularon por el complejo en las horas previas a la muerte de Nisman.

Servirá también para chequear la propia versión del informático sobre el horario de su última salida del edificio, ya que los saltos en las planillas de registro de ingresos y egresos que lleva la custodia privada y la rotura de algunas cámara impidió hasta ahora verificarla.

En los próximos días, cuando la querella designe a peritos de parte, comenzará también el vaciado de la información contenida en los tres teléfonos celulares de Nisman, de modo de ir reconstruyendo con quien se comunicó, en sus últimos días y horas de vida, la víctima.
Fuente:Telam 

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