1 de febrero de 2015

ROSARIO: PROHIBIDO FIJAR CARTELES.

Debate sobre "vandalismo" político en la última edición de El Eslabón
Prohibido fijar carteles
31/01/2015
Por Juane Basso
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Las campañas que apuestan a cubrir la falta de dinero con movilización social, pegatinas, serigrafía, aerosol, ferrite, brocha gorda, cal, afiche, rodillo y engrudo están prohibidas. Así lo hizo saber la Municipalidad de Rosario al sancionar a varios partidos por colocar carteles en lugares “no autorizados”, es decir, por hacerlo fuera de la onerosa cartelería comercial.

Al parecer, en tiempos de coaches ontológicos, la política –al menos como se la conoció hasta fines del siglo XX y tal cual soñó el politólogo neoliberal norteamericano, Francis Fukuyama– ha muerto. “La pegatina se está llevando mucha energía de los rosarinos”, dice el secretario de Control y Convivencia, Pablo Seghezzo, como para no dejar lugar a dudas, en una entrevista publicada este sábado en el semanario El Eslabón. Con la privatización de los espacios públicos y la normativa vigente, las actos de la militancia son considerados vandálicos.

Multas para algunos
Las multas aplicadas por la Municipalidad de Rosario contra espacios políticos opositores, por violar presuntamente la ordenanza 8324 en la que se dispone en qué lugares se puede pegar –y pagar– afiches de campaña y en cuáles no, sublevó los ánimos de buena parte de las fuerzas que competirán en los próximos comicios. Las numerosas agrupaciones que fueron conminadas a abonar facturas de hasta 24 mil pesos, se quejaron porque la Intendencia no aplicó el mismo criterio con el ex intendente y candidato a gobernador Miguel Lifschitz y porque no se cumple por tercera vez con la disposición que obliga a ceder el 25 por ciento de la cartelería gratuitamente a los partidos en cada elección.

El coach ontológico Alejandro Marchesán, debe andar a full por estos días en la oficina de Seghezzo para asesorar al funcionario encargado de apaciguar las aguas con las organizaciones sancionadas. Enyoguizado y en un traje de amianto, el secretario de Control y Convivencia recibió el lunes pasado, con cuarenta grados, a un grupo variopinto de dirigentes más calientes que usuario de la Epe sin luz. “No sancionan a Lifschitz y a nosotros sí, no cumplen con el otorgamiento de la cartelera gratuita y nos prohíben hacer la única campaña que nos queda”, bramaron en coro los opositores (tal cual se puede leer en este numero del semanario El Eslabón).

El asesor de marketing espiritual no se puede quejar si le tocó trabajar este tórrido enero, esta semana se conoció que su sueldo asciende a más de 22 mil pesos y no a 8 como se creía en un principio. No se objeta el laburo del ontólogo, pero no está mal que se gane el mango con el sudor de su frente, como cualquier cristiano.

Prohibiciones
Desde la Intendencia dicen que no hacen otra cosa que cumplir con la ordenanza vigente. La normativa regula, a favor del mercado, todo tipo de publicidad en la vía pública. No deja espacio gratuito para pegar afiches sino que lo entrega a la explotación comercial. Esto ha generado ruidosas polémicas en la ciudad, que sin ir más lejos fueron tratadas algunos meses atrás en este medio, con numerosos grupos culturales que denunciaron que se cercenaba su derecho a la libertad de expresión cuando la Municipalidad lanzó una campaña –que por estos días se repite en el plano de la política electoral– en la que colocó fajas de “publicidad no autorizada” en los afiches que difundían recitales, obras de teatro y distintos eventos artísticos.

La ordenanza 8324 es taxativa y cruel en el tema del cartel: “Está prohibida la colocación de Elementos Publicitarios (EP) sobre árboles o plantas, sobre cualquier tipo de columnas incluidas las de servicios públicos, sobre brazos de extensión y parantes de toldos; sobre veredas, calzadas, cordones, cercos, barandas, pasarelas, puentes, viaductos, túneles y demás construcciones del dominio público. Está prohibida la colocación de EP portátiles o fácilmente removibles, la publicidad realizada por medio de animales, el empleo de sonidos, humo o arrojo de volantes en la vía pública y la fijación de afiches o adhesivos en todo lugar fuera de los permitidos. Se prohíbe la colocación de los denominados pasacalles, cualquiera fuere su inscripción y la forma o lugar en que estén colocados”.

Reclamos
Entre los argumentos en contra de la ordenanza, y el modo de aplicación que ha instrumentado el municipio, la amplia mayoría de la dirigencia consultada por en la producción de esta edición del semanario (que desde este sábado está en los kioscos de diarios y revistas) –inclusive varios socios del socialismo en el Frente Progresista–, coincide en señalar que desde que fue sancionada “no se está cumpliendo” el otorgamiento del espacio gratuito que estipula, que se hace un “uso discriminatorio”, que “privatiza el espacio público” y que favorece a los partidos de “altos recursos”. Algunos hicieron mención a que en el fondo de la discusión está el financiamiento de los partidos.

Con respecto al incumplimiento por parte del municipio de la norma que denuncian los diferentes espacios, la Ordenanza Nº 8324/2008 señala en su apartado 9c, –referido a publicidad de campañas políticas–: “Las agencias y/o empresas publicitarias deberán declarar con 45 días de antelación a la fecha fijada para las elecciones municipales primarias y generales, la existencia de elementos publicitarios disponibles y consignar cuales conforman el 25% de estos que ceden en cumplimiento de tal obligación”.
Varios referentes apuntan además que debería reformarse la normativa, para democratizarla, tomando como modelo las modificaciones introducidas a nivel nacional en 2009, que prohibieron la contratación directa de los partidos con los medios audiovisuales para hacer publicidad electoral y, en cambio, la deja en manos del Estado, que paga los espacios y los reparte en base a una fórmula de ecuanimidad.

Esas reformas del kirchnerismo, que fueron muy discutidas en su momento por la oposición nacional, en la práctica demostraron habilitar más posibilidades a los denominados “partidos pequeños”. Tras su primera aplicación en las internas abiertas simultáneas y obligatorias de 2009, el consenso sobre sus beneficios –aunque es muy perfectible todavía–, permitió que en la provincia se sancione una ley similar –la llamada ley Rubeo–, que generó también su polémica cuando en las primarias el gobierno santafesino se negó a adjudicar los fondos necesarios para que se paguen las campañas a intendentes y concejales de todos los partidos en radios y canales de televisión locales.

La polémica está abierta y, como otras que seguramente se seguirán dando a lo largo de este 2015 de elecciones, es parcialmente abordada –quedan afuera algunas voces y abordajes, como en todo recorte– en la edición de este sábado del semanario producido por la cooperativa La Masa, con la convicción de que, a pesar de que haya quienes quieran firmar su certificado de defunción, la política nunca muere.

Campañas en la era de la boleta única
En la actual sociedad de consumo, de la preponderancia de lo visual por sobre otros sentidos, la imagen parece serlo todo. Ni hablar para los referentes de cualquier proyecto político que pretende instalarse con posibilidades de ser electo. Ese fenómeno de época, en la provincia de Santa Fe, se vio aún más potenciado por la implementación de la Boleta Única, que profunidza la cuestión y hace más importante el conocimiento del rostro de un candidato que la propia identidad partidaria y los objetivos que ese colectivo político proyecta. De ahí la desesperación de muchos grupos que no poseen recursos para contratar las caras carteleras.

En ese sentido, sin dejar de reconocer que el nuevo sistema tuvo rápida aceptación entre el electorado santafesino, la metodología le hace un flaco favor a la demonizada “política”.

Y es ahí donde, quizás hasta a veces sin querer queriendo, las últimas gestiones del socialismo han apuntado sus cañones. Desde los repetidos llamados a no llevar banderas los actos del 20 de junio en el Monumento, hasta las “molestias” de las cuales se quejan que supuestamente generan la campañas electorales, buena parte de la dirigencia socialista parece haber olvidado la historia –polémica pero política historia al fin– del nombre con el que bautizó a su partido. Desde el paradigma neoliberal que propone tecnocratizar los gobiernos, en lo que se vislumbra como un intento de mostrar más gestión que ideología o militancia; en su afán por despolitizar la política, el socialismo santafesino se ha ido vaciando cada vez más de contenido hasta mimetizarse con otras fuerzas como la conducida por Mauricio Macri, a quien nadie sorprendería que tenga un coach ontológico.
Artículo publicado en la edición de este sábado del semanario El Eslabón.
Fuente:RedaccionRosario

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