13 de octubre de 2015

ENTREVISTA CON JAIME DÍAZ GAVIER.

13/10/2015 
“Sin estos juicios, no se puede restablecer la paz social”
Jaime Díaz Gavier, presidente del Tribunal Federal N° 1, rechazó que hubiera manipulación del Gobierno nacional, trato vejatorio a los acusados o venganza.

Sin revancha. Díaz Gavier destacó que víctimas y familiares sólo buscan justicia (Raimundo Viñuelas/LaVoz) 
Por Alejandro Mareco
El ascensor se detiene en el primer piso. Nadie baja, nadie sube; sólo se presenta la imagen de la sala de audiencias con las puertas abiertas y las luces encendidas, quieta, sin gente, como en una foto. Pero esa quietud está latiendo: la espera ya es una acción.

El viaje sigue hasta el noveno piso. Allí, frente a ventanas que tienden los ojos sobre el Parque Sarmiento y los confines de la ciudad, Jaime Díaz Gavier se dispone a hablar sobre la megacausa La Perla-Campo de la Ribera, en juicio oral y público desde diciembre de 2012. Es el más grande proceso de la historia judicial de Córdoba: 21 causas, más de 700 casos, medio centenar de imputados y 581 testigos, que ya pasaron.

Es el presidente del Tribunal Federal Oral N° 1, que lleva adelante el proceso, y estima que recién en marzo o abril del año próximo se conocerán las sentencias. Por lo pronto, en media hora bajará al primer piso para continuar con la etapa de alegatos.

–Su experiencia, aunque es extensa, no debe haber registrados muchos juicios con el desafío de reconstruir hechos sucedidos casi cuatro décadas antes.
–No me ha tocado a mí, ni creo que le haya tocado a nadie. Debe haber pocos casos en el mundo en los que ocurre algo así, lo cual, lejos de quitarle méritos, acrecienta su importancia: se trata de reparar el daño causado por los delitos –en la medida que estos puedan probarse– a pesar de la cantidad de años transcurridos.

En tanto tiempo, la memoria se debilita y hasta desaparece; muchos testigos han muerto y otros no están en condiciones de declarar. Hay que tener en cuenta también que la manera en que se cometieron los delitos tendía a ocultar, a impedir que se fijaran detalles: vendaban a las víctimas, usaban nombres falsos y no vestían uniformes. Todo eso hace especialmente valiosa la reconstrucción de los hechos.

–Además, está el silencio de los imputados 
–Creo que hay un compromiso de los supuestos autores (y en algunos casos puedo decir autores, porque ya hemos realizado muchos de estos juicios en Córdoba) en no realizar ningún tipo de colaboración con la Justicia para esclarecer los hechos. Me parece un error y una pena, porque, en definitiva, la Justicia ha determinado y va a determinar responsabilidades, sin posibilidad de mejorar su situación procesal con esta actitud.

–Y, en consecuencia, sigue la herida abierta por los desaparecidos y su condición. 
–Eso es lo terrible. En los testimonios, el reclamo que se ha repetido en forma casi unánime es saber dónde están los restos de sus seres queridos, para cerrar un proceso de duelo que se abrió hace 40 años. Esto implica una falta de humanidad grave. Ni vejaciones, ni revanchas

–Hace unos días, se publicó en estas páginas una opinión del reconocido historiador Luis Alberto Romero, quien señaló, entre otras cosas, que estos juicios por delitos de lesa humanidad están manipulados por el Gobierno nacional. 
–Tengo toda la impresión de que esta opinión tiene que ver con la de grupos de poder concentrado que están en plena campaña electoral y sosteniendo posiciones ideológicas que son históricas en ellos. Para cuestionar a la Justicia se ha apelado a argumentos tendenciosos, falsos y cínicos. Se la puede cuestionar a no por su intervención a favor o en contra del Gobierno, pero aquí se la ataca en lo más impecable que tiene, la realización de estos juicios. Se ha llevado a cabo una tarea prolija, respetuosa de todas las garantías que la Constitución asegura, en un marco del Estado de derecho.

–Romero sostiene que hay trato vejatorio para los imputados, y que se les niega sistemáticamente la prisión domiciliaria. 
–Si algo caracteriza a estos procesos es el absoluto respeto a la integridad. En este juicio, 22 de los imputados están en la cárcel, 17 con prisión domiciliaria, 7 excarcelados y 4 han sido separados por incapacidad, según lo dictaron las juntas médicas. No hemos tenido de parte de los imputados ni una queja. Ni con la atención médica, ni con los traslados, ni con los contactos familiares autorizados.

–Además, se señala arbitrariedad en las sentencias.
–En los juicios que se han realizado hubo condenados, pero también, cuando no se pudo demostrar la participación, hubo muchos absueltos. Hasta donde yo sé, todas las sentencias han sido confirmadas por la Cámara de Casación Federal y por la Corte Suprema de Justicia, en los caso en los que ya se han pronunciado. Se trata de crear una idea social de que la Justicia no es confiable, como se trata de hacerlo con otros poderes, como el Ejecutivo o el Legislativo. La intención es desacreditar a las instituciones de la democracia porque hay quienes creen que es buena sólo cuando satisfacen los intereses que ellos representan. La democracia debe funcionar con la confrontación de ideas y la discusión de propuestas; aceptando que lo único que determina la decisión es el voto de la gente.

–También hay voces que apuntan a un supuesto ánimo de revancha. 
–Hay que destacar la actitud de familiares y víctimas, que lo único que reclaman es que se haga justicia, que un tribunal de un Estado de derecho, aplicando las normas de la Constitución y los códigos de forma y fondo, juzgue a personas con todas las garantías. En el caso de los jueces, creo que nadie podría aceptar cometer un delito como dictar una sentencia por odios personales. En lo que mi refiere, no tengo ninguno.

–¿Cuál es, para usted, el sentido profundo de estos juicios? 
–A mí me parece que no hay posibilidad de restablecer ninguna paz social tan gravemente afectada por los acontecimientos de esa época terrible que estamos juzgando –que es anterior al 24 de marzo de 1976, pero que adquiere mayor dramatismo con la toma del poder por parte de las Fuerzas Armadas con apoyo de importantes sectores cívicos–, sino es a través de estos juicios como éstos, con la impecabilidad que se están haciendo. No hay otro mecanismo para una sociedad civilizada que la justicia. Puede ser un lugar común decir esto, pero si no somos esclavos de la ley, somos esclavos de intereses mucho más espurios.
Fuente:LaVoz

No hay comentarios: