3 de enero de 2016

INDIA.

India: La lucha de las mujeres que se enfrentaron a una multinacional y ganaron 
Por Justin Rowlatt/ Resumen Latinoamericano/ Viento del Sur/ 28 de Dic. 2015.-

Este es el relato de una revuelta extraordinaria, un movimiento de 6 000 trabajadoras de un nivel educativo muy bajo que se enfrentaron a una de las empresas más poderosas del planeta. En un país azotado por el machismo, desafiaron el mundo de los sindicatos y los partidos políticos, dominado por hombres, negándose a dejar que los hombres se hicieran con las riendas de su lucha. Y lo que es más: ganaron.

Es muy posible que usted haya disfrutado del fruto de su trabajo. Estas mujeres son recolectoras de té en el hermoso Estado de Kerala, en el sur de India. Trabajan para una gigantesca compañía de plantaciones, Kanan Devan Hills Plantations, que en parte es propiedad y en gran medida está controlada por la multinacional india Tata, propietaria de Tetley Tea. La chispa que desencadenó la protesta fue una decisión de anular la bonificación pagada a las recolectoras de té, pero las raíces del conflicto son mucho más profundas.

Ellas solas 
Los y las trabajadoras del té en India no reciben un trato digno. Cuando investigué el sector en Assam el mes pasado, observé que las condiciones de vida y de trabajo eran tan malas, y los salarios tan bajos, que las trabajadoras del té y sus familias sufrían desnutrición y estaban expuestas a enfermedades mortales. Parece que la situación en Kerala no es muy distinta. Parte de las quejas de las mujeres es que viven en cabañas de una sola cama sin aseo ni otros equipamientos básicos, y aunque ganan significativamente más que sus colegas de Assam, dicen que las 230 rupias (equivalentes a 3,50 dólares) que perciben de jornal es la mitad de lo que ganaría un jornalero en Kerala.

Cuando a comienzos de septiembre las mujeres en Kerala reclamaron que se reinstaurara la bonificación –junto con una subida del jornal y una mejora de las condiciones de vida–, no solo desafiaron a la empresa que las emplea, sino también a los sindicatos que se supone que las representan. Las trabajadoras dicen que los líderes sindicales, hombres, están conchabados con la dirección de la empresa, negando a las mujeres sus derechos y asegurándose los mejores puestos para ellos mismos.

Cuando se hundieron los precios del té hace unos años y algunos terratenientes abandonaron sus plantaciones, según las mujeres, los líderes sindicales siempre se las arreglaron para mantener sus empleos. También dicen que los sindicatos no han hecho lo suficiente para conseguir que sus maridos dejen de gastarse sus ingresos en bebida sin velar por la educación de sus hijos ni atender a las necesidades sanitarias de sus familias. Y demostraron que podían lanzar una protesta efectiva sin ayuda de los sindicatos. 

“Mujeres unidas” 
Cuando 6 000 mujeres ocuparon la carretera principal que conduce a la sede central de la compañía propietaria de la plantación, la manifestación fue organizada por ellas mismas, que en su mayoría no tienen antecedentes de activismo sindical. Se llamaron a sí mismas “Pempilai Orumai”, o Mujeres unidas. En otra acción, las mujeres sitiaron el Munnar, uno de los destinos turísticos más populares de Kerala. El comercio y el turismo quedaron casi totalmente paralizados. Muchas de las consignas se dirigían abiertamente a los dirigentes sindicales. “Recolectamos el té y llevamos los sacos a hombros, mientras vosotros os lleváis las bolsas con el dinero”, decía una pancarta. “Nosotras vivimos en cabañas de hojalata, vosotros tenéis bungalós”, rezaba otra.

Cuando los dirigentes sindicales, hombres, trataron de unirse a la manifestación, los echaron de allí. Las mujeres atacaron a un ex dirigente sindical con sus sandalias. El hombre tuvo que ser rescatado por la policía. En otro incidente, las manifestantes arrancaron los mástiles situados en el exterior del edificio de los sindicatos. Asimismo, ahuyentaron a políticos locales que querían fotografiarse ofreciéndoles su apoyo. Las mujeres insistieron en que continuarían con sus protestas hasta que se vieran satisfechas sus demandas.

Al principio la empresa se mostró desafiante, pero después de nueve días de protestas y negociaciones maratonianas, supervisadas por el primer ministro del Estado, cedió. Fue una victoria sensacional: un grupo de mujeres semianalfabetas se habían enfrentado a uno de los intereses más poderosos del Estado… y ganaron. Las mujeres habían representado a la mano de obra en las conversaciones y forzado a la dirección a aceptar su reivindicación de restablecer la bonificación del 20 %. Mientras, los dirigentes sindicales, hombres, tuvieron que tragarse su orgullo y firmar el acuerdo negociado por las mujeres. 

Nada que perder
Pero la batalla todavía no ha terminado. La cuestión del aumento salarial ha de negociarse separadamente y cuando no se satisfizo la demanda de las mujeres de incrementar los salarios, los sindicatos lanzaron una campaña indefinida para reivindicar un aumento de los jornales de 232 rupias a 500 rupias. En parte, esto era un intento de recuperar la iniciativa tras el éxito de la lucha de las mujeres. Estas han rechazado formar parte del esfuerzo de los sindicatos y han lanzado su propia demanda independiente de un aumento salarial.

A comienzos de octubre, algunos activistas sindicales masculinos atacaron supuestamente una manifestación de mujeres, lanzando piedras. Seis personas sufrieron heridas de menor consideración. Pero las mujeres siguen decididas a continuar. “No tenemos nada que perder”, dice Lissy Sunny, una de las dirigentes de Pempilai Orumai, en declaraciones a la web de noticias india Catch. “El hambre y el sufrimiento forman parte de nuestra vida. No nos preocupamos incluso si morimos de hambre. Pero no dejaremos que nadie nos explote. ¡Basta ya!”


Sri Lanka: “No Fire Zone”, relato sobre el genocidio del pueblo
por Gontzal Martinez de la Hidalga * / Resumen Latinoamericano / 29 de Dic 2015 .-

Recientemente hemos recorrido varios países latinoamericanos para presentar una película, “No Fire Zone. Los campos asesinos de Sri Lanka”, sobre los crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad perpetrados contra el pueblo tamil en la isla de Sri Lanka. 

La película muestra una realidad muy cruda con testimonios y material videográfico que se están utilizando como pruebas para plantear una acusación de esos crímenes contra el gobierno de Sri Lanka. Las imágenes que aparecen no tienen parangón. Las barbaridades cometidas de manera sistemática y planificada por las fuerzas armadas de Sri Lanka hacen avergonzarse de pertenecer al género humano: bombardeos masivos de población civil, asesinatos de personas apresadas, violaciones en masa, desapariciones forzadas, torturas, incluso contra niños y cualquier atrocidad imaginable. Son imágenes grabadas por las propias víctimas, por trabajadores de agencias internacionales e incluso por los propios perpetradores vanagloriándose de sus execrables actos.

Inicialmente se hace un repaso de los antecedentes del conflicto: la herencia colonial que otorgó el control absoluto de la isla a la mayoría cingalesa desposeyendo de derechos al pueblo tamil; la opresión y las masacres sistemáticamente planificadas; la represión de su cultura; la resistencia pacífica inicial y la resistencia armada posterior. Y sobre todo hace hincapié en la última fase del conflicto armado, en mayo de 2009, en el que decenas de miles de tamiles fueron asesinadas de manera planificada por las fuerzas armadas de Sri Lanka. Cabe destacar la inhumana táctica utilizada por el estado de Sri Lanka para masacrar a la población tamil. Declaró supuestas zonas protegidas del fuego del ejército, las llamadas “No Fire Zones” que dan título a la película, para concentrar a la población en ellas haciéndola creer que estaría segura. Inicialmente fue una primera área supuestamente protegida dónde la población fue buscando refugio. Fueron bombardeados sin piedad. Continuando la huida se refugiaron en una segunda “No Fire Zone”, una estrecha franja de arena en la costa este de la isla, en un lugar llamado Mulivaikal. Tras dos meses de asedio, el ejército perpetro la masacre final de la guerra provocando más de cien mil muertes.

Una vez rendidas las fuerzas insurgentes, comenzaron las ejecuciones sumarísimas, las violaciones, las desapariciones forzadas y la reclusión de la población en campos de detención. Muchas personas aun permanecen detenidas o en paradero desconocido. A pesar del paso de los años hoy aun continua la represión, y el miedo y el silencio es la tónica en la región tamil, el norte y este de la isla.

Con la gira realizada por varios países de Latinoamérica hemos buscado dar a conocer lo sucedido en la isla de Sri Lanka y recabar apoyos para pedir la creación de un proceso internacional de justicia, verdad y reparación para las víctimas. El gobierno de Sri Lanka ha intentando por todos los medios, convencer al mundo de que se trata de un asunto doméstico que puede resolver sin presencia internacional. Sin embargo jamás podrá hacerse justicia si los perpetradores hacen de jueces. Las víctimas jamás podrán confiar en sus victimarios para que se haga justicia. No se atreverían a declarar por miedo a las represalias. Los Estados Unidos y el Reino Unido apoyan una posición de consenso con el Gobierno de Sri Lanka y la única que ese gobierno acepta es la creación de una comisión de carácter nacional para investigar y juzgar los crímenes cometidos. Desde Latinoamérica a veces se ha interpretado la petición de un proceso internacional como una injerencia en los asuntos internos de un estado soberano. Sin embargo, en este caso estamos hablando de la defensa de un pueblo y miles de víctimas de un estado que no les reconoce y que planificadamente ha intentado y sigue intentando eliminarles como grupo y como individuos. La recepción en todos los encuentros con organizaciones de DDHH y movimientos sociales en los países que hemos estado (Argentina, Paraguay, Bolivia, Brasil y México) ha sido muy positiva y de profunda compresión. Los pueblos latinoamericanos cuentan con una historia de represión y masacres que les hace más sensibles en estos temas. Además, en los últimos años están llevando a cabo una labor ingente para hacer justicia con las víctimas y sus familiares, y juzgar y condenar a los criminales. Por parte de los responsables gubernamentales de DDHH también hemos encontrado apoyo moral, pero las posturas de sus delegaciones diplomáticas en Naciones Unidas no han sido las mismas. Aduciendo políticas de no injerencia e intereses nacionales, han transigido en no incomodar al gobierno de Sri Lanka y han supuesto una decepción para las víctimas, que ponían todas sus esperanzas en el apoyo a un proceso internacional por la comunidad internacional. Es imprescindible entender que en el conflicto de Sri Lanka, que el Tribunal Permanente de los Pueblos consideró un genocidio contra el pueblo tamil, no cabe otra salida que un proceso judicial internacional que de voz y asegure justicia a las víctimas. Es la única posibilidad para garantizar que acontecimientos tan terribles no se repitan en Sri Lanka o en cualquier otro lugar del mundo. El pueblo tamil y las víctimas insisten en que necesitan, quieren, merecen y exigen verdad y justicia. Es labor de todos ayudarles en ello. *Miembro de Komite Internazionalistak del País Vasco, Colaborador con el Tribunal Permanente de los Pueblos sobre el genocidio tamil en Sri Lanka www.nofirezone.org www.ptsrilanka.org

La no injerencia como complicidad. Latinoamérica frente al genocidio del pueblo tamil en Sri Lanka 
EFE/MARTIAL TREZZINI. por Gontzal Martinez de la Hidalga / Resumen Latinoamericano / 29 de Dic. 2015.- 

Recientemente, en septiembre de 2015, se ha reunido en Ginebra la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas.

Se trataron diversos temas, entre los que sobresalía entre otros la actitud a tomar frente a los crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad perpetrados durante el conflicto armado entre la minoría tamil de la isla y el gobierno de Sri Lanka, sobre todo hacia el final de la guerra, en mayo de 2009, cuando fueron masacradas más de cien mil personas en unas pocas semanas.

El gobierno de Sri Lanka lleva tiempo intentando convencer de que se trata de un asunto doméstico que puede manejar adecuadamente sin que la comunidad internacional se implique.

Sin embargo en ese conflicto uno de los actores principales ha sido el ejército de Sri Lanka y su responsable, el gobierno.

Es evidente que no es posible hacer justicia siendo juez y parte. Estados Unidos y el Reino Unido planteaban una resolución de consenso en la que se permitiera que todo el proceso quede en manos del estado de Sri Lanka, el principal acusado de los execrables crímenes sufridos por la población tamil.

Los países latinoamericanos invocando el principio de no-ingerencia han secundado la postura de los EEUU y el RU. Cabe suponer que en el imaginario latinoamericano la implicación en un conflicto dentro de las fronteras de un estado establecido evoca las numerosas intervenciones de su vecino del norte en Latinoamérica para desestabilizar y controlar la región.

Sin embargo ese imaginado paralelismo no tiene ninguna base. Estamos frente a un hecho que el Tribunal Permanente de los Pueblos considera un genocidio y es un imperativo moral intervenir para garantizar justicia y detenerlo.

Desde su independencia el estado de Sri Lanka, un modelo heredero del colonialismo, fue el resultado de la apuesta del Imperio Británico por un estado unitario en la isla, en el que la nación mayoritaria, la cingalesa, ejercía el control absoluto de todas las estructuras de las isla.

Esta estrategia británica para seguir controlando la que consideraba la perla de su imperio en el subcontinente indio es una de las causas del posterior conflicto.

El gobierno de Sri Lanka, jugando hábilmente a dos bandas mantuvo relaciones cordiales con su antigua metrópoli y se hizo un hueco importante dentro del pujante movimiento de los no alineados, ganando prestigio entre países que también salían del colonialismo occidental.

A pesar de llamarse aun oficialmente República Socialista de Sri Lanka el gobierno ha desarrollado políticas neoliberales y ajustes estructurales muy duros y ha hecho del budismo la religión del estado.

Algunos intelectuales cingaleses aprecian un claro paralelismo entre el sistema político-social y religioso de la isla, y el nacionalcatolicismo de la España de Franco.

Desde la Independencia hasta nuestros días ha habido una política sistemática de eliminación tanto física como cultural del pueblo tamil, unos 3 millones de personas, alrededor del 15% de la población de la isla: represión de la disidencia, negación del idioma y la cultura tamil, destrucción de vestigios culturales, políticas de asentamiento de población cingalesa en las áreas tamiles, ocupación militar, masacres, pogromos, y políticas sistemáticas encaminadas a destruir física, culturalmente y socialmente al pueblo tamil.

Recientemente el Tribunal Permanente de los Pueblos, heredero del Tribunal Russell, realizó dos sesiones acerca del conflicto en Sri Lanka: una en 2010 en Dublin y otra en 2013 en Bremen. Tras un complicado y largo proceso quedo probada la existencia de un genocidio en Sri Lanka contra el pueblo tamil.

Consideraba al Estado de Sri Lanka como ejecutor y acusaba de cómplices a los Estados Unidos y al Reino Unido. No hubo pruebas suficientes aun para asegurar la complicidad del Gobierno Indio, a pesar de tener la convicción de ser así.

Con pruebas tan evidentes, sentencias tan claras y declaraciones tan tajantes, defender la no injerencia podría ser considerada desde un punto de vista ético como una forma de complicidad.

Los países latinoamericanos con gobiernos progresistas han tenido una postura muy digna y resuelta con otros pueblos que sufren la opresión y la negación de su mera existencia como el pueblo palestino, el kurdo o el saharaui.

Denuncian sin ambages las masacres y violaciones de derechos humanos que han sufrido esos pueblos y les han mostrado su solidaridad, no sólo con carácter testimonial, si no apoyándolos diplomáticamente con firmeza en los foros internacionales y enfrentándose a los estados ocupantes y perpetradores de los crímenes. Igualmente han reconocido a esos pueblos, incluso aceptando embajadas y representaciones de sus gobiernos a pesar de no tener un estado propio.

Es incomprensible que en el caso del genocidio tamil la postura sea la opuesta. Mirar a otro lado en la cuestión tamil no es defender la autodeterminación de los pueblos invocando los derechos del estado de Sri Lanka.

Es permitir, consentir y apoyar la opresión de un pueblo y la negación de sus derechos individuales y colectivos. El pueblo tamil y sus víctimas apelan y reclaman a los pueblos y gobiernos de la Patria Grande de Bolivar que no les abandonen.

Su única esperanza a corto plazo es impulsar un proceso internacional para el esclarecimiento de lo sucedido en la isla durante el conflicto armado, tras el final de éste y hasta el día de hoy que aun persiste la barbarie.

Es urgente e imprescindible detenerla. Desde la solidaridad internacional invocamos el entendimiento entre los pueblos y hacemos un llamado a los gobiernos latinoamericanos para que se desmarquen del consenso impulsado por Washington y Londres y comiencen a mostrar su solidaridad y a ayudar a las víctimas y al pueblo tamil.
www.ptsrilanka.org
Envío:ResumenLatinoamericano

No hay comentarios: