Por, Arturo Escobar* / Resumen Latinoamericano / 19 de Enero 2016.-
Los niños huicholes en México se reúnen para pintar sus pies con tiza y pinturas en polvo. La tierra sagrada de los huicholes, un lugar llamado Wirikuta, está actualmente en peligro por una empresa minera canadiense. Huichol, México. Foto: Annick Donkers (We, the people. Survival International)
El pensamiento crítico latinoamericano está más vibrante y dinámico que nunca. Las contribuciones teórico-políticas para repensar la región reverberan a lo largo y ancho del continente, en los encuentros de los pueblos, en las mingas de pensamiento, en los debates de movimientos y colectivos, en las asambleas de comunidades en resistencia, en las movilizaciones de jóvenes, mujeres, campesinos y ambientalistas, y sin duda también en algunos de aquellos sectores que tradicionalmente se han considerado los espacios del pensamiento crítico por excelencia, tales como las universidades, la academia y las artes.
Un listado de las tendencias más notables del pensamiento crítico latinoamericano tendría que incluir, entre otras, las críticas a la modernidad y a la teoría decolonial; los feminismos autónomos, decoloniales, y comunitarios; la diversa gama de debates ecológicos y de economías alternativas, incluyendo la ecología política, la economía social y solidaria (ESS), las economías comunales; las posiciones autonómicas; otras y nuevas espiritualidades; y las diferentes propuesta de transiciones civilizatorias, el posdesarrollo, el Buen Vivir, y el post-extractivismo. Más importante aún, toda genealogía y catálogo del pensamiento latinoamericano debe incluir las categorías, saberes, y conocimientos de las comunidades mismas y sus organizaciones como uno de las expresiones más potentes del pensamiento crítico. Esta última proposición constituye el mayor desafío para el pensamiento crítico latinoamericano dado que la estructura epistémica de la modernidad (ya sea liberal, de derecha o de izquierda) se ha erigido sobre el borramiento efectivo de este nivel crucial del pensamiento, y es precisamente este nivel el que emerge, hoy en día, con mayor claridad y contundencia.
Un análisis de la coyuntura regional y planetaria y de cómo esta se refleja en los debates teórico-políticos del continente nos lleva a postular las siguientes hipótesis. Primero, que el pensamiento crítico latinoamericano no está en crisis, sino en efervescencia. Segundo, que los conocimientos de los pueblos en movimiento, de las comunidades en resistencia y de muchos movimientos sociales están en la avanzada del pensamiento para las transiciones, y cobran una relevancia inusitada para la reconstitución de mundos ante las graves crisis ecológicas y sociales que enfrentamos, más aun que los conocimientos de expertos, las instituciones y la academia. (Aclaro que esto no quiere decir que estos últimos sean inútiles, sino que ya son claramente insuficientes para generar las preguntas y pautas para enfrentar las crisis).
Para verlo de esta manera, sin embargo, es necesario ampliar el espacio epistémico y social de lo que tradicionalmente se ha considerado el pensamiento crítico latinoamericano para incluir, junto al pensamiento de la izquierda, al menos dos grandes vertientes que desde las últimas dos décadas han estado emergiendo como grandes fuentes de producción crítica: aquella vertiente que surge de las luchas y pensamientos ‘desde abajo’, y aquellas que están sintonizadas con las dinámicas de la Tierra. A estas vertientes las llamaremos ‘pensamiento autonómico’ y ‘pensamiento de la Tierra’, respectivamente.
Mencionemos por lo pronto que el primero se refiere al pensamiento, cada vez más articulado y discutido, que emerge de los procesos autonómicos que cristalizan con el Zapatismo pero que incluyen una gran variedad de experiencias y propuestas a lo largo y ancho del continente, desde el sur de México al suroccidente de Colombia, y desde allí al resto del continente.
Todos estos movimientos enfatizan la reconstitución de lo comunal como el pilar de la autonomía. Autonomía, comunalidad y territorialidad son los tres conceptos claves de esta corriente. Con pensamiento de la Tierra, por otro lado, nos referimos no tanto al movimiento ambientalista y a la ecología sino a aquella dimensión que toda comunidad que habita un territorio sabe que es vital para su existencia: su conexión indisoluble con la Tierra y con todos los seres vivos.
Más que en conocimientos teóricos, esta dimensión se encuentra elocuentemente expresada en el arte (tejidos), los mitos, las prácticas económicas y culturales del lugar, y en las luchas territoriales y por la defensa de la Pacha Mama. Esto no la hace menos importante, sino quizás más, para la crucial tarea de todo pensamiento crítico en la coyuntura actual, a la cual nos referiremos como ‘la reconstitución de mundos’.
Así, quisiera definir el pensamiento crítico latinoamericano como el entramado de tres grandes vertientes: el pensamiento de la izquierda, el pensamiento autonómico y el pensamiento de la Tierra. Estas no son esferas separadas y preconstituidas sino que se traslapan, a veces alimentándose mutuamente, otras en abierto conflicto. Mi argumento es que hoy en día tenemos que cultivar las tres vertientes, manteniéndolas en tensión y en diálogo continuo, abandonando toda pretensión universalizante y de poseer la verdad. Dicho de otra manera, a la formula zapatista de luchar “desde abajo y por la izquierda”, hay que agregar una tercera base fundamental, “con la Tierra” (hasta cierto punto implícita en el zapatismo).
El pensamiento de la izquierda y la izquierda del pensamiento
Qué tantas cosas es la izquierda: teoría, estrategia, práctica, historia de luchas, humanismo, íconos, emociones, canción, arte, tristezas, victorias y derrotas, revoluciones, momentos bellos y de horror, y muchas otras cosas.
Cómo no seguir inspirándonos en los momento más hermosos de las luchas revolucionarias socialistas y comunistas a través de su potente historia; al menos para mi generación, cómo no seguir conmoviéndose por la carismática figura del Che, o de un Camilo Torres esperando la muerte con un fusil en la mano que nunca disparó, figuras estas que continúan engalanando las paredes de las universidades públicas de Colombia y el continente y que aún nos hacen sonreír al verlas.
Cómo no pensar en el bello e intenso rojo de las banderas de las movilizaciones campesinas y proletarias de otrora, de campesinos aprendiendo a leer con los ubicuos libritos rojos, esperando marchar por el derecho a la tierra.
Cómo no incorporar en toda lucha y en toda teoría los principios de justicia social, los imaginarios de igualdad de clase, y los ideales de libertad y emancipación de la izquierda revolucionaria.
A nivel teórico, es imperante reconocer las múltiples contribuciones del materialismo dialéctico y el materialismo histórico, su renovación en el encuentro con el desarrollismo (dependencia), el ambientalismo (marxismo ecológico), el feminismo, la teología de la liberación, el postestructuralismo (Laclau y Mouffe), la cultura (Stuart Hall) y lo poscolonial.
Sin embargo, aunque esta amplia gama de teorías sigue siendo claramente relevante, hoy en día, reconocemos con facilidad los inevitables apegos modernistas del materialismo histórico (como su aspiración a la universalidad, la totalidad, la teleología y la verdad que se le cuelan aun a través del agudo lente analítico de la dialéctica).
Más aún, no se puede desconocer que vamos aprendiendo nuevas formas de pensar la materialidad, de la mano de la ecología económica, las teorías de la complejidad, la emergencia, la autopoiesis y la auto-organización y de las nuevas formas de pensar la contribución de todo aquello que quedó por fuera en la explicación modernista de lo real, desde los objetos y las ‘cosas’ con su ‘materialidad vibrante’ hasta todo el rango de lo no-humano (microrganismos, animales, múltiples especies, minerales), que tanto como las relaciones sociales de producción son determinantes de las configuraciones de lo real.
En estas nuevas ‘ontologías materialistas’ hasta las emociones, los sentimientos, y lo espiritual tienen cabida como fuerzas activas que producen la realidad. Quisiera recalcar dos nociones de este breve recuento.
Por un lado, la ruptura de los nuevos materialismos con el antropocentrismo de los materialismos de la modernidad. Del otro, y como corolario, el ‘desclasamiento epistémico’ a que se ven abocadas aquellas vertientes que usualmente consideramos de izquierda.
Por desclasamiento epistémico me refiero a la necesidad de abandonar toda pretensión de universalidad y de verdad, y una apertura activa a aquellas otras formas de pensar, de luchar y de existir que van surgiendo, a veces con claridad y contundencia, a veces confusas y titubeantes, pero siempre afirmativas y apuntando a otros modelos de vida, en tantos lugares de un continente que pareciera estar cercano a la ebullición.
Este desclasamiento convoca a los pensadores de izquierda a pensar más allá del episteme de la modernidad, a atreverse a abandonar de una vez por todas sus categorías más preciadas, incluyendo el desarrollo, el crecimiento económico y el mismo concepto de ‘hombre’. Los conmina a sentipensar con la Tierra y con las comunidades en resistencia para rearticular y enriquecer su pensamiento.
El pensamiento desde abajo
Un fantasma recorre el continente: el fantasma del autonomismo. El autonomismo, es una fuerza teórico-política que comienza a recorrer Abya Yala/Afro/Latino-América de forma sostenida, contra viento y marea y a pesar de sus altibajos. Surge de la activación política de la existencia colectiva y relacional de una gran variedad de grupos subalternos –indígenas y afrodescendientes, campesinos, pobladores de los territorios urbanos populares, jóvenes, mujeres solidarias.
Es la ola creada por los condenados de la tierra en defensa de sus territorios ante la avalancha del capital global neoliberal y la modernidad individualista y consumista. Se le ve en acción en tantas movilizaciones de las últimas dos décadas, en encuentros inter-epistémicos, en mingas de pensamiento, cumbres de los pueblos, y en convergencias de todo tipo donde los protagonistas centrales son los conocimientos de las comunidades y los pueblos que resisten desde las lógicas de vida de sus propios mundos.
Involucra a todos aquellos que se defienden del desarrollo extractivista porque saben muy bien que “para que el desarrollo entre, tiene que salir la gente”. Son los que luchan, como sostienen los zapatistas, por un mundo donde quepan muchos mundos. Aquellos “que ya se cansaron de no ser y están abriendo el camino” (M. Rozental), de los sujetos de la digna rabia, de todas y todos los que luchan por un lugar digno para los pueblos del color de la Tierra.
A nivel teórico, el autonomismo se relaciona con una gran variedad de tendencias, desde el pensamiento decolonial y los estudios subalternos y postcoloniales hasta las epistemologías del sur y la ecología política, entre otros. Tiene un parentesco claro con nociones tales como la descolonización del saber, la justicia cognitiva y la inter-culturalidad. Pero su peso teórico–político gravita en torno a tres grandes conceptos: autonomía, comunalidad y territorialidad, solo el primero de los cuales tiene alguna genealogía en las izquierdas, especialmente en el anarquismo.
El autonomismo tiene su razón de ser en la profundización de la ocupación ontológica de los territorios y los mundos-vida de los pueblos-territorio por los extractivismos de todo tipo y por la globalización neoliberal.
Esta ocupación es realizada por un mundo hecho de un mundo (capitalista, secular, liberal, moderno, patriarcal), que se arroga para si el derecho de ser ‘el Mundo’, y que rehúsa relacionarse con todos esos otros mundos que se movilizan cada vez con mayor claridad conceptual y fuerza política en defensa de sus modelos de vida diferentes.
El autonomismo nos habla de sociedades en movimiento, más que de movimientos sociales (R. Zibechi, refiriéndose a la ola de insurrecciones indígeno-populares que llevaran al poder a Evo Morales), y podríamos hablar con mayor pertinencia aun demundos en movimiento, porque aquello que emerge son verdaderos mundos relacionales, donde prima lo comunal sobre lo individual, la conexión con la Tierra sobre la separación entre humanos y no-humanos, y el buen vivir sobre la economía.
En el lenguaje de la ‘ontología política’, podemos decir que muchas luchas étnico-territoriales pueden ser vistas como luchas ontológicas – por la defensa de otros modelos de vida. Interrumpen el proyecto globalizador de crear un mundo hecho de un solo mundo. Dichas luchas son cruciales para las transiciones ecológicas y culturales hacia un mundo en el que quepan muchos mundos (el pluriverso).
Constituyen la avanzada de la búsqueda de modelos alternativos de vida, economía, y sociedad. Son luchas que enfrentan ‘entramados comunitarios’ y ‘coaliciones de corporaciones transnacionales’ (Raquel Gutiérrez A.), buscando la reorganización de la sociedad sobre la base de autonomías locales y regionales; la autogestión de la economía bajo principios comunales, aun si articuladas con el mercado; y una relación con el Estado pero solamente para neutralizar en lo posible la racionalidad del estado.
En resumen, son luchas que buscan organizarse como los poderes de una sociedad otra, no-liberal, no-estatal y no-capitalista.
La autonomía es de esta forma una práctica teórico-política de los movimientos étnico-territoriales – pensarse de adentro hacia afuera, como dicen algunas líderes afrodescendientes en Colombia, o cambiando las tradiciones tradicionalmente y cambiando la forma de cambiar, como dicen en Oaxaca.
“La clave de la autonomía es que un sistema vivo encuentra su camino hacia el momento siguiente actuando adecuadamente a partir de sus propios recursos”, nos dice el biólogo Francisco Varela, definición que aplica a las comunidades. Implica la defensa de algunas prácticas así como la transformación e invención de otras.
Podemos decir que en su mejor acepción la autonomía es una teoría y práctica de la inter-existencia, una herramienta de diseño para el pluriverso. El objetivo de la autonomía es la realización de lo comunal, entendida como la creación de las condiciones para la autocreación continua de las comunidades (su autopoiesis) y para su acoplamiento estructural exitoso con sus entornos cada vez más globalizados.
Las nociones de comunidad están reapareciendo en diversos espacios epistémico-políticos, incluyendo las movilizaciones de indígenas, afrodescendientes y campesinos, sobre todo en México, Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú.
Cuando se habla de comunidad se usa en varios sentidos: comunalidad, lo comunal, lo popular-comunal, las luchas por los comunes, comunitismo (activismo comunitario). La comunalidad (la condición de ser comunal) constituye el horizonte de inteligibilidad de las culturas de la América profunda e igualmente de luchas nuevas, aun en contextos urbanos; es una categoría central en la vida de muchos pueblos, y continua siendo su vivencia o experiencia más fundamental.
Todo concepto de comunidad en este sentido se entiende de forma no esencialista, comprendiendo ‘la comunidad’ en toda su heterogeneidad e historicidad, siempre surtiéndose de la ancestralidad (el tejido relacional de la existencia comunal), pero abierta hacia el futuro en su autonomía.
Como dicen los comuneros indígenas misak del Norte del Cauca de Colombia, hay que “recuperar la tierra para recuperarlo todo … por eso tenemos que pensar con nuestra propia cabeza, hablando nuestro propio idioma estudiando nuestra historia, analizando y transmitiendo nuestras propias experiencias así como la de otros pueblos” (Cabildo Indígena de Guambia, 1980, citado en Quijano 2012: 257).
O como lo expresan los nasa en su movilización, la minga social y comunitaria, “la palabra sin acción es vacía. La acción sin la palabra es ciega.
La acción y palabra sin el espíritu de la comunidad son la muerte”. Autonomía, comunalidad, territorio, y relacionalidad aparecen aquí íntimamente ligados, constituyendo todo un marco teórico-político original dentro de esta segunda vertiente del pensamiento crítico de Abya Yala/Afro/Latino-América.
* Antropólogo colombiano, profesor de la University of North Carolina
¡Libertad a los presos políticos!
por María Magdalena Pérez Alfaro
El viernes pasado el gobierno mexicano anunció con bombo y platillo la captura del narco más buscado, Joaquín “El Chapo” Guzmán. Al suceso dedicaron la mayor parte de sus valiosos minutos los noticieros televisivos, además de las 8 planas de portada y numerosos artículos de opinión en la prensa diaria (“hay que reconocer los méritos cuando se hace algo bien”, decía uno de esos opinadores), y aún ahora, a una semana de la captura, siguen saliendo notas en diversos medios elogiando la labor de la inteligencia policíaca mexicana. Incluso el día de ayer el presidente Obama felicitó telefónicamente a EPN por “esta valiente acción” a la que consideró resultante de “un trabajo eficiente y del compromiso del presidente Peña Nieto por combatir al crimen organizado y al narcotráfico”. El gobierno federal cree que con esta captura puede hacer olvidar que hace tan solo menos de dos semanas una alcaldesa de Morelos fue asesinada brutalmente por miembros del crimen organizado, apenas dos días después de haber tomado posesión de su cargo. Así, Peña Nieto se va tranquilo, apapachado y felicitado, a su gira en la península Arábiga, donde nuevamente ofrecerá a los capitales trasnacionales que vengan a México a disputarse el territorio, porque puede decir que aquí se tiene todo controlado (por medio del terror, como les apetece para hacer sus negocios). Lo que muchos medios olvidan es que, primero, es al mismo gobierno que ahora se regocija en el éxito al que hace menos de un año se le escapó frente a sus narices el mismo delincuente. Y después, lo más importante, pocos trabajos periodísticos explican que, con el Chapo en la cárcel o libre en clandestinidad, el negocio del narcotráfico continúa, no se ha detenido, al contrario, se ha consolidado en algunas regiones de México y se ha expandido al resto del mundo (porque, como buen millonario reconocido en la revista Forbes, el líder del crimen organizado ha expandido sus filiales cual competitiva trasnacional).
La continuidad del negocio implica no sólo la permanencia de las redes de tráfico y venta de drogas, sino el control de zonas enteras del país, la colusión con funcionarios de gobierno de todo nivel, la extorsión, el asesinato, las desapariciones y la violencia generalizada que impone la tónica del terror en regiones donde se vive como en auténtico estado de guerra. En Sinaloa y Durango, por ejemplo, los habitantes saben por cuáles lugares no pueden transitar sin permiso de los narcos, a quién hay que pagar derecho de piso, hasta qué hora es pertinente estar fuera de casa, quiénes aportan dinero para las campañas políticas, cuándo un festejo popular se interrumpió por disputas entre bandos, etcétera. La situación llega a extremos de horror cuando consideramos que la vida de poblados enteros se rige por las leyes de la delincuencia organizada, que se toma en serio su faceta omnipotente cuando el narco toma a una muchacha que fue de su agrado para abusar de ella o extorsiona sin piedad a los campesinos que se oponen a sembrar marihuana o “vender” su tierra para el cultivo, o a asesina a quienes se atreven a buscar a sus familiares desaparecidos a pesar de las trabas de la (in)justicia mexicana.
En 2010 Ciudad Juárez fue considerada la población más peligrosa del mundo justamente por la llegada del ejército y la policía que acrecentaron la violencia después de que, se supone, combatirían a los dos cárteles que se disputaban el territorio. El resultado fue una negociación para “calmar las aguas”, la división del mando en la frontera entre la delincuencia organizada, más muertos que en la guerra de Afganistán en sólo 4 años, cientos de desaparecidos, el asesinato impune de madres que buscaban a sus hijos y defensores de los derechos humanos, y el remate de predios desocupados por el desplazamiento forzado donde ahora se realizan megaproyectos de comunicaciones y transportes que conectarán a México con los Estados Unidos (por cierto que uno de los que se benefició con el remate fue Carlos Slim, quien adquirió terrenos del lado mexicano). Después de esa supuesta “guerra contra el narcotráfico” iniciada en 2006 por Felipe Calderón, con todo y la captura y muerte de importantes líderes del narco, se contabilizaron oficialmente más de 20 000 desapariciones y 60 000 muertos en todo el país, la mayoría civiles que el presidente conceptualizó como “daños colaterales” (otros conteos consideran hasta 40 000 desaparecidos y 150 000 muertos). A finales del año anterior, organizaciones sociales denunciaban que, desde el inició del gobierno de Peña Nieto, se cuentan más de 57 000 asesinatos, no menos de 25 000 desapariciones, además de que el negocio de redes de trata personas creció en los últimos cuatro años 600%, producto de la violencia y la inseguridad que prevalece en México.
Hoy el foco rojo ya no es Ciudad Juárez, lo cual no quiere decir que en la frontera prevalezca la publicitada paz. La cuestión es que el terror se ha trasladado con inusitada crueldad a Guerrero, estado donde, según datos oficiales, cinco cárteles se disputan el control territorial, la producción, distribución y venta de drogas, la extorsión, los secuestros, los asesinatos y las desapariciones. Además, en Guerrero existen, por lo menos desde 2005, 358 concesiones mineras, muchas de ellas ubicadas en la Costa Chica y la zona de la Montaña, justamente donde se ha dado el mayor índice de violencia en los últimos tres años. No todas las minas concesionadas se explotan en la actualidad, pero el punto es preguntarnos el sentido de tanta violencia en la entidad y tratar de relacionar aparentes datos inconexos. Se rumora, por ejemplo, que una de las minas más importantes se encuentra cerca de Ayotzinapa, sí, la misma localidad de la escuela normal donde estudiaban los tres estudiantes asesinados y los 43 desaparecidos en septiembre de 2014, quienes, junto a sus compañeros sobrevivientes, luchaban porque se niegan a ver desaparecer su única oportunidad de movilidad social, ser maestros, en un entorno tan aciago. En Guerrero existen, además, varios megaproyectos que incluyen la construcción de mega presas, centrales eléctricas, ciudades “del futuro” y centros turísticos “de primer mundo”, a los cuales se oponen organizaciones de campesinos, comuneros, maestros e indígenas. De Guerrero es también la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias, que organiza la Policía Comunitaria, formada hace más de cinco décadas para la protección de las poblaciones más pobres asediadas por el narco y los gobiernos locales; a ésta última pertenece la comandanta Nestora Salgado, presa política desde hace año y medio, quien fue acusada de secuestro, sentencia ratificada hace unos días por un juez federal que, no obstante, carece de pruebas para acusarla. En el dolorido estado que debe su nombre a uno de los insurgentes que luchó contra las tropas españolas por la independencia mexicana, también está en pie de lucha la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG), que combate con gran valentía a la reforma educativa aprobada en 2013 por el actual gobierno federal, gracias a la cual los maestros de la educación nacional han perdido sus derechos laborales y la escuela pública se alinea a los mandatos del FMI y la OCDE. En el curso de dos años de manifestaciones, marchas y boicots a las evaluaciones, han muerto varios maestros en choques con la policía, mientras que otros son asediados por agentes de seguridad pública, ejército y narcos. Así sucedió la semana pasada, cuando supuestos miembros del cártel Guerreros Unidos llegaron a una escuela primaria en plenas actividades y secuestraron a cuatro maestros de los cuales se desconoce su paradero hasta el día de hoy (el narco-Estado se cree que no nos damos cuenta de las tácticas que utiliza para acosar y reprimir a las organizaciones en lucha). Otra organización, surgida a raíz de la búsqueda de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, es la de los familiares de Los Otros Desaparecidos de Iguala, que aglutina a decenas de personas quienes, inspirados por la tenacidad de los padres y compañeros de los 43, decidieron hacer pública su denuncia y reunirse para buscar por su propia cuenta a sus parientes que, en este entorno de violencia y crimen impune, no han sido encontrados (quizá ni buscados) por las autoridades. En suma, Guerrero es quizá en este momento el ejemplo más dramático que lo que ocurre en México, pero lamentablemente no es el único.
Como corolario, la estrategia de combate a las organizaciones en todo el país incluye desarticular las luchas, desgastar a las organizaciones y minar sus recursos económicos y humanos aprehendiendo a sus integrantes y enviándolos como “peligrosos delincuentes” a penales de alta seguridad alejados de sus lugares de origen. En México hay más de 350 presos políticos que son tratados peor que los más famosos narcotraficantes desde el momento en que son arrestados, se les aísla y tortura, se les niega la comunicación con sus familiares, se les realizan juicios eternos sin pruebas o con testigos pagados, en fin, todas las estrategias aprendidas y perfeccionadas en décadas de combate anti subversivo.
Nosotros no podemos menos que evidenciar la parodia que significa el festejo por la captura de un líder del narco y la permanencia de un régimen de terror y violencia sostenido por el Estado, mientras en las cárceles mexicanas aguardan la libertad Nestora Salgado y los campesinos que están en contra de la construcción de la presa La Parota, en Guerrero; los comuneros de Puebla-Tlaxcala que se oponen a la realización de la termoeléctrica en la zona; los maestros de la CNTE aprehendidos después de manifestarse contra las evaluaciones punitivas en Veracruz, Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán y Puebla; los jóvenes anarquistas que permanecen en la cárcel desde las manifestaciones de repudio a la Presidencia ilegítima en diciembre de 2012; Juan Manuel Mireles y los miembros de las autodefensas presos después de iniciado el plan por el rescate de Michoacán; los indígenas oaxaqueños y chiapanecos acusados de delitos cometidos por paramilitares financiados por el PRI, y todos los presos políticos que no son noticia en los grandes medios. En suma, mientras existan en México tantos crímenes e injusticias producto de este sistema capitalista y neoliberal, no nos creeremos el discurso propagandístico que elogia al gobierno federal por la captura de Joaquín Guzmán Loera. Es evidente que, aun con el Chapo en la cárcel, el negocio sigue, los grandes empresarios que patrocinan los noticieros más vistos de la televisión continúan lavando el dinero del narco, los ricos capitalistas siguen consumiendo en los negocios de la trata, los Estados Unidos todavía envían armamento legal e ilegalmente a México, y el gobierno federal sigue gastando millones de dólares en la “estrategia anti delincuencia”, que ocupa también en acosar y reprimir a las organizaciones sociales que denuncian y combaten a este sistema criminal.
Envío:Abajero
Chiapas, la oscuridad que no le mostrarán al Papa
Por Flor Goche /Resumen Latinoamericano/ Desinformémonos / 19 enero 2016 Foto: Efraín Ascencio Cedillo / Colectivo Tragameluz
En 15 de febrero próximo, el Papa Francisco arribará a Chiapas. Estará primero en San Cristóbal de las Casas, un lugar emblemático del racismo en México que, paradójicamente, se constituye en un valle rodeado de población indígena combativa y combatida.
Isaac Guzman / Colectivo Tragameluz
Ahí, en el centro deportivo municipal, en el que se colocará una imagen de la fachada de la Catedral de San Cristóbal, colorido estandarte de la ciudad cuya plaza principal es ambientada por los artesanos de la región, oficiará una misa. El protocolo oficial contempla que, al término la homilía, el primer mandatario de la iglesia católica en el mundo reciba una Biblia traducida al tzotzil de manos de una selecta representación de indígenas.
Posteriormente, durante su primera visita oficial a México, el Papa Francisco se trasladará a Tuxtla Gutiérrez, sede de los poderes públicos de Chiapas, en donde se reunirá, en un deportivo de 60 mil metros cuadrados, con un grupo igualmente selecto de feligreses.
Símbolo de la mexicanidad, estará ahí el “indio bueno”; el “buen mexicano”. Esa fragmentada realidad que el gobierno del país desea mostrarle.
Del erario público se han destinado cerca de 100 millones de pesos para la organización de la visita papal. Otra paradoja para un lugar cuyos índices de pobreza van en ascenso, según lo muestra la estadística institucional, incluidos los índices de educación, salud e infraestructura. Se trabaja ya en el embellecimiento de la imagen urbana del lugar; en los recorridos de campo para identificar y atacar posibles riesgos; en el reclutamiento de más de 30 mil voluntarios.
El catolicismo no tiene la hegemonía en Chiapas. El 60 por ciento de los indígenas, que representan más del 50 por ciento del total de la población y que habitan en más del 70 por ciento del territorio, no son católicos. Muchos son evangélicos, “una avanzada apabullante”, a decir del antropólogo experto en Chiapas, Arturo Lomelí González. Es evangelista, incluso, Marco Antonio Cancino, presidente municipal de San Cristóbal de las Casas.
Noe Pineda / Colectivo Tragameluz
Dado que el discurso de la cúpula de la iglesia católica es el del perdón y el olvido, habrá que estar atentos a la paradoja principal de la vista papal a Chiapas, entidad que como muchas otras regiones de México y Centroamérica acarrea problemáticas de largo aliento, cuya resolución se ha postergado en conveniencia de intereses de índole diversa.
Una de las principales representaciones de esta paradoja es Las Abejas de Acteal, grupo de origen maya-tzotzil. Se trata, según refiere Arturo Lomelí, de la organización más vulnerable de la entidad puesto que no se asume como zapatista aunque sí mantiene una lucha de resistencia hacia el gobierno.
La demanda principal de Las Abejas, quien ha “rebasado el catequismo evangélico de la iglesia católica” y “autocreado su forma religiosa” al incorporar al catolicismo tradicional elementos indígenas y del maya clásico, es la justicia por la masacre del 22 de diciembre de 1997, en la que fueron ultimados 45 miembros de su comunidad mientras rezaban en una iglesia.
“El discurso católico es el perdón y el olvido, pero la resistencia de Las Abejas es por justicia. Ahí es donde los curitas conservadores les dicen que deben dejar en paz a sus muertos. Esta es la paradoja principal. El Papa habla de justicia pero a ver qué ocurre con este caso”, dice Arturo Lomelí, autor de Las instituciones político religiosas de los pueblos indios de Chiapas.
Paramilitarización, despojo y corrupción
De acuerdo con Pedro Faro Navarro, director del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (Frayba), con sede en San Cristóbal de las Casas, en el Chiapas gobernado por Manuel Velasco Coello, miembro del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), “se vive un panorama bastante oscuro que se pondrá más complicado por una sostenida acción institucional, corrupta y perversa de generación de escenarios violentos”.
Consecuencia de ello, en la entidad habitada por 13 pueblos originarios de raíz maya y zoque, existe “una fuerte crisis humanitaria y de derechos humanos y una persistente negación y ocultamiento de los conflictos, los cuales son administrados, en vez de resueltos”.
Esta oscuridad es la que no verá el Papa Francisco. Tampoco la del control y el despojo territorial, que hoy, a la luz de la imposición de las reformas estructuraLes, se agudiza y vuelve “tierra fértil”.
Panorama adverso frente al cual emergen diversas alternativas de defensa del territorio, “la columna vertebral de los pueblos originarios”, y de la vida: la del movimiento zapatista, la de los adherentes de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y, en general, la de todos aquellos esfuerzos que pugnan la autonomía.
Carla Morales / Colectivo Tragameluz
En contraposición con la cúpula de la iglesia católica distanciada del pueblo, el Frayba –organización laica de inspiración católica fundada por iniciativa del obispo Samuel Ruíz García– se articula en torno a “la iglesia del pueblo creyente, la cual es fuerte, dinámica y activa”, asegura Pedro Faro. Se trata, precisa, de “una iglesia que reivindica las demandas históricas de los pueblos”.
En entrevista con Desinformémonos, Arturo Lomelí y Pedro Faro refieren las principales problemáticas que convulsionan a la entidad sureña y a sus pobladores, en su mayoría indígenas. Panorámica que, por supuesto, no figura en el itinerario de la visita papal.
Despojo territorial por megaproyectos, militarización, paramilitarismo, ingobernabilidad, desplazamiento forzado, vigilancia y hostigamiento contra personas defensoras de derechos humanos, tortura, encarcelamientos injustos, feminicidio, migración, presencia de grupos criminales.
“Las plegarias del Papa no alcanzarán para detener tanta violencia y tantas problemáticas”, sentencia Arturo Lomelí.
Megaproyectos
Sobre territorio chiapaneco pesan un sinfín de megaproyectos que implican despojo y que se fortalecen a la luz de las reformas estructurales. Éstos pueden ser mineros, de infraestructura, carreteros, turísticos y de energías renovables.
Hablando de concesiones mineras, se sabe que se trata de más de 200, distribuidas particularmente en la región fronteriza y norte del estado. Como precisa Arturo Lomelí, la minería en sí misma no es el problema, sino la forma de explotación, es decir, “el capitalismo extractivo, que destruye el territorio”.
A decir de Pedro Faro, los megaproyectos vulneran a las comunidades que defienden su autonomía. También los derechos de los pueblos indígenas consagrados en tratados nacionales e internacionales, como el de la consulta. “Los pueblos indígenas están claros en que no quieren esos proyectos porque implican el arrebato de sus territorios sagrados, de las tierras que han trabajado ancestralmente y de sus bosques”.
Militarización
Aunque, como refiere Arturo Lomelí, “en términos políticos hay un discurso de respeto al zapatismo, en los hechos es otra cosa”.
El Frayba asegura que las incursiones por parte de elementos del Ejército Mexicano continúan particularmente en los territorios zapatistas, además de la vigilancia y el hostigamiento militar hacia Junta de Buen Gobierno Zapatista de la Realidad.
A la fecha, Chiapas sigue siendo el estado con más presencia de campamentos militares, asegura Pedro Faro. Tan sólo en la zona gris o de conflicto hay cerca de 72. La ocupación militar como la “estrategia de guerra del yunque y del martillo que busca cercar al movimiento zapatista”.
Paramilitarismo y nuevas formas de contrainsurgencia
Desde el surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), se ha logrado documentar la presencia de al menos seis grupos paramilitares en Chiapas. Aunque su acción más fuerte data de la década de 1990, periodo en el que, con la permisibilidad y el apoyo del Estado, fueron responsables de desplazamiento, ejecución y desaparición de personas, éstos jamás fueron desmantelados en su totalidad.
Noe Pineda / Colectivo Tragameluz
El paramilitarismo se mantiene gracias a la “muralla de impunidad” y a la negativa de su actuar, sostenidos por el Estado mexicano. Los grupos y las armas están ahí y se rearticulan cuando el gobierno lo considera necesario, como es el caso, por ejemplo, del municipio de Tila, asevera Pedro Faro.
A partir del año 2000, el Frayba ha identificado un cambio en la estrategia de contrainsurgencia oficial, que antaño se ejercía de manera privilegiada a través de los grupos paramilitares. Ahora la cooptación y los programas sociales son las herramientas predilectas en este sentido.
Respecto de la cooptación, Pedro Faro comenta que diversas organizaciones que antaño eran identificadas como de izquierda, cambiaron drásticamente de orientación a cambio de prebendas. Es el caso, por ejemplo de la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos Histórica, que en 2014 declaró tener grupos de autodefensas, los cuales, con el cobijo del gobierno, son responsables de agresiones y desplazamientos contra diversas comunidades.
Estos grupos prevalecen, sobre todo, “en regiones zapatistas o en donde surgen proyectos que reivindican la autonomía o generan alternativas al sistema capitalista”, precisa.
Arturo Lomelí abona al tema. Refiere que en la década de 1990, alrededor de 70 mil hectáreas fueron ocupadas por grupos de zapatistas, algunas de ellas en coordinación con organizaciones que entonces se reivindicaban como de izquierda. Sin embargo, a raíz de la cooptación gubernamental de los líderes de estas organizaciones (entre ellas, la Organización Campesina Emiliano Zapata, la Coalición de Organizaciones Autónomas de Ocosingo y la Asociación Rural de Interés Colectivo), a principios del 2000, éstas empezaron a desalojar a las familias zapatistas de alrededor de 70 lugares ubicados en los municipios de Chilón, Tila, Yajalón, Sitalá, Ocosingo y Las Margaritas.
Ingobernabilidad
En siete comunidades de Chiapas: Oxchuc, Chanal, Huixtán, San Juan Chamula, Ixtapa y Altamirano, se vive, en mayor o menor medida, una situación de ingobernabilidad y violencia generada desde el Estado.
Los conflictos se derivan de pugnas entre las élites políticas que tiene que ver por, ejemplo, con la imposición de diversos presidentes municipales del PVEM, la fracción política a cargo de la gubernatura del estado.
Se trata de lugares en donde la “democracia simulada”, “democracia neoliberal”, resulta más evidente. Ahí los cargos oficiales se heredan entre familias, ya sea congénitas o de relaciones políticas; además de que imperan la manipulación y compra de conciencias, acorde con las peores prácticas del Partido Revolucionario Institucional, refiere Pedro Faro.
Al respecto, Arturo Lomelí aclara que a la par del mundo indígena de la izquierda zapatista, existe también un importante sector articulado al sistema político, el cual depende de los proyectos y apoyos gubernamentales. Se trata del mundo indígena progubernamental; ese que participa en las “ferias de recibir cosas” a cambio del voto.
Desplazamiento forzado
En Chiapas han ocurrido al menos cuatro desplazamientos forzados recientes que involucran a unas 70 familias, según el registro del Frayba: Viejo Velasco (2006), San Marcos Avilés (2010), Banavil (2011), Primero de Agosto (2012).
Éstos se relacionan principalmente con conflictos armados internos orquestados por el Estado a través de grupos de poder. Hay otros desplazamientos relacionados con conflictos religiosos o con la imposición de megraproyectos.
Como consecuencia de la construcción de la hidroeléctrica Chicoasén II, en la actualidad existe un latente riesgo de que los pobladores de este municipio sean objeto de desplazamiento forzado.
Vigilancia y agresión contra personas defensoras
Símbolo del “terrorismo de Estado”, en 2015, el Frayba tuvo conocimiento de los siguientes casos de vigilancia y agresión contra personas defensoras de derechos humanos: hostigamiento hacia el Centro de Derechos Humanos de la Mujer de Chiapas; tres allanamientos y agresiones diversas en contra de Servicio Internacional para la Paz; allanamiento al domicilio de Julio Ortega, integrante de la Comisión Sexta del EZLN; agresiones, amenazas de muerte y difamación en contra del padre Marcelo Pérez y del Consejo Parroquial de Simojovel, quienes han destapado a los poderes criminales que operan en la región; infiltración de elementos del Ejército para labores de espionaje, como ocurrió en una caravana de solidaridad con La Realidad.
El mismo Frayba cuenta con medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por la constante vigilancia de que ha sido objeto, además de las labores de obstrucción a su trabajo de documentación al interior de los centros penitenciarios.
Tortura
En 2015, el Frayba documentó 17 casos de tortura, principalmente contra varones. El patrón identificado es el siguiente: a la tortura la antecede la detención arbitraria en la que se emplea un uso excesivo de la fuerza; su objetivo principal es incriminar sobre delitos prefabricados.
Anteriormente, el blanco predilecto de la tortura eran los luchadores sociales. Hoy se generaliza y emplea de manera indiscriminada contra cualquiera que manifieste algún reclamo o, incluso, contra quien de manera fortuita pase por el lugar en donde se desarrolla una protesta.
Encarcelamientos injustos
Si bien el Frayba no conoce ningún caso reciente de prisioneros políticos en la entidad, Pedro Faro señala que las cárceles chiapanecas están llenas de personas injustamente presas. Muchas de ellas, precisa, son indígenas encarcelados por no tener abogado, por acusaciones falsas o, simplemente, por su condición de marginación y pobreza.
El defensor destaca las malas condiciones carcelarias y las violaciones al debido proceso, características de estos casos. Y agrega: “Los centros penitenciarios del estado se convierten en zonas de tortura y terror para doblegar al ser humano”.
Feminicidio
Actualmente el Frayba da seguimiento a dos casos de feminicidio perpetrados en la entidad. Pedro Faro alude al repunte de esta problemática, ante la cual “las acciones gubernamentales resultan irrisorias” puesto que las instituciones estatales, “cimentadas en un sistema patriarcal”, permiten y toleran la violencia hacia la mujer.
Fabian Vidal / Colectivo Tragameluz
Migración
Aunque la migración tuvo un repunte a finales de la década de 1990, entre 2000 y 2005 el fenómeno ha experimentado un descenso, derivado de causas diversas.
Aun así, la mayor parte de los ingresos de las familias de Chiapas proviene de las remesas, comenta Arturo Lomelí.
La migración es pretexto para la prolongación de la presencia militar en Chiapas y, también, origen de otras problemáticas como la delincuencia y la trata de personas.
Grupos criminales
Pese al discurso oficial de que Chiapas es una de las entidades más seguras del país, el Frayba asegura que la presencia de grupos criminales es evidente, sobre todo en la zona fronteriza de la entidad: en Tapachula y Palenque. “Desde el Estado no se hace nada para desarticular a estos grupos. El Ejército y el gobierno local los protegen y la prensa local los encubre”, dice Pedro Faro.
Entrevista a la Comandanta Nestora Salgado
Resumen Latinoamericano, 18 de enero 2016.-
La periodista mexicana Patricia Barba, corresponsal en ese país de Resumen Latinoamericano e integrante del FEMCAI, entrevistó a la luchadora social Nestora Salgado, el pasado viernes 15 en el Reclusorio Femenil de Tepepan.
Este es el video de dicho encuentro: https://youtu.be/bu0PEqGav2A
No hay comentarios:
Publicar un comentario