LESA HUMANIDAD | “OPERATIVO INDEPENDENCIA”
Vio muertos y heridos en “La Escuelita”
Una testigo narró el secuestro de su esposo
Viernes 10 de Junio 2016
ALBORNOZ. El imputado- en prisión domiciliaria- negó acusaciones.
Virginia Sosa llevaba a su hijo y a una sobrina en brazos. Un par de militares la vieron -descalza y cargando los niños- y la dejaron pasar. “¡¿A dónde va?!”, le preguntaron otros más adelante. “A comprar carne”, mintió. Pudo llegar hasta la puerta del centro clandestino “La Escuelita” de Famaillá, donde un sobreviviente le había dicho que estaba detenido su esposo. “Me dio mucho miedo. Alcancé a ver que soldados salían rameando colchas, entre dos, uno agarrando cada extremo. Las tiraban arriba de los camiones”. El relato de la mujer se interrumpió. Rompió en llanto, agachó la cabeza y estrujó un pañuelo blanco entre las manos. “Me di cuenta de que sacaban personas muertas o heridas. Me dio mucho miedo”, expresó.
Sosa relató ayer el episodio en el Tribunal Oral Federal (TOF) donde se desarrolla el juicio por la megacausa “Operativo Independencia”, que tiene a José Zenón Ruiz, su marido, entre las 271 víctimas. La dirigente de Fadetuc detalló cómo se llevaron a Ruiz de su casa el 27 de julio de 1975 y la peregrinación que cumplió durante la búsqueda que lleva ya 41 años. También dio cuenta de la situación de San José, un pueblo que prosperó al calor del ingenio y que agonizó tras su cierre.
“Mis detenidos”
“Juro por los 30.000 desaparecidos y por las madres y padres que no pudieron seguir buscando a sus hijos. Quiero decir lo que me ha pasado”, se presentó Sosa. Está emparentada con los Fote, familia que suma una veintena de desaparecidos. Su esposo está entre ellos. “No dejé comisaría ni lugar sin visitar. Lo busqué”, dijo. Pidió al Tribunal contar quién era él. “Venía de una familia muy pobre, pelaban caña. Era muy caritativo, estaba para el que menos tenía”, afirmó.
El secuestro se produjo, relató, en su casa, en Italia al 4.000, a la madrugada. “Mi hijo lloraba. Salí a enfriar la leche. Yo estaba embarazada. Comenzaron a saltar la tela. Le grité ‘¡José, están llegando los policías!’. No me escuchó, estaba durmiendo. Estaba muy cansado porque trabajaba en el Servicio Penitenciario y estaban acuartelados. Lo sacaron. Le dije al señor (Roberto) Albornoz que se estaba llevando a mi marido. Ordenó que me hicieran callar”, recordó y luego añadió que la golpearon. Afirmó que dos hermanas y una prima estaban también desaparecidas en ese momento. Ella estaba a cargo de los niños de la familia y quedó como sostén: lavaba ropa y amasaba bollos. “Tenía que salir a buscar a mis detenidos. Era difícil sobrevivir”, sostuvo. Antes de retirarse, leyó los nombres de los 30 desaparecidos de su pueblo. Familiares de desaparecidos respondieron presente tras cada mención.
Tras el testimonio, el imputado Albornoz pidió declarar. Desde el sector de militantes y de familiares de víctimas llovieron los insultos. Albornoz respondió levantando el pulgar. Desde el sitio de parientes y allegados de imputados de lo aplaudieron. “Todo es mentira. No conozco a Ruiz. No soy como se pinta. Saben que está mintiendo respecto a Albornoz. Están adoctrinados”, enfatizó en relación a los testigos que lo mencionan. El Tribunal desalojó parte de la sala. El fiscal Pablo Camuña advirtió que, al pasar hacia el estrado, Albornoz pateó a un hombre del público. El defensor Adolfo Bertini requirió que no se permitan los gritos.
Horacio Verbitsky
“El diario de acdel vilas reconoce hechos ilegales que se cometieron”El periodista Horacio Verbitsky declaró como testigo. Se refirió al diario del primer jefe del Operativo, Acdel Vilas, que él usó para artículos y libros y que fue presentado como prueba por la Fiscalía. “Me llegó hace 20 años, a través de colegas que lo recibieron de primera mano. Lo preparó para publicarlo, pero se lo prohibieron porque reconocía hechos ilegales que se cometieron”, relató el presidente del CELS. Fue consultado por los fiscales sobre el informe sobre la responsabilidad empresaria en la represión, elaborado por el CELS y otras instituciones. Dos ingenios locales figuran allí. Consignó que hubo acciones represivas contra los trabajadores y sindicalistas y contabilizó 50 desaparecidos. Subrayó que habrían aportado desde información hasta dinero a la represión.
Hugo Santillán
“gracias a dios estoy vivo; conocí la cárcel y la picana”“Gracias a Dios estoy vivo. Conocí la cárcel y la picana. Mi familia fue muy perseguida. Sobre la sangre de mi hermano juré que se sabría la verdad”. Hugo Santillán, ex dirigente de la Fotia, también prestó declaración como testigo ayer. Hermano del ex titular de esa institución asesinado, Atilio Santillán, describió los avatares de la actividad durante el terrorismo de Estado. Repasó las huelgas, el cierre de los ingenios y el asesinato de sindicalistas.
“El Operativo fue la punta del iceberg. Los que están aquí (por los imputados) fueron instrumento del poder económico. Los de la Fotia eran felices y tenían dignidad, tenía mucha influencia. Esos derechos exasperaron a la oligarquía azucarera. La rama obrera fue diezmada”, puntualizó. Afirmó que hay más de 100 víctimas en la actividad.
Fuente:LaGaceta
TUCUMÁN
Operativo Independencia: declararon familiares de desaparecidos y un sobreviviente
El Tuerto Albornoz, quien goza del privilegio de la prisión domiciliaria, no se ahorró las provocaciones a los testigos y a los asistentes a la audiencia.
Daniela Cena
Viernes 10 de junio
Virginia Sosa, actual presidenta de FADETUC (Familiares de Desaparecidos de Tucumán), fue la primera en aportar su testimonio iniciada la jornada de la tarde. A su marido José Zenón Ruiz, de 26 años, se lo llevaron encapuchado de su domicilio en la madrugada del 27 de julio de 1975.
Él se desempañaba como agente de la dirección de asuntos penales. Contó que tanto ella como su padre recibieron fuertes golpizas por parte de los miembros de la policía que ingresaron.
Dijo que en el operativo se encontraba Roberto Heriberto Albornoz y que nunca más volvió a ver a su marido.
Sosa contó que estuvo en el centro clandestino que funcionaba en la Escuela Diego de Rojas, en Famaillá, porque un amigo de él le dijo que lo vio ahí, y que tenía el número 33. Para ese entonces, tres hermanas de Virginia estaban también desaparecidas.
Con toda la familia sobre sus hombros, continúo la búsqueda de sus hermanas y de Ruiz. Habló con el Director de Asuntos Penales, Del Pino, presentó habeas corpus, fue la Jefatura de Policía, no había respuesta.
Así llegó hasta la puerta de “La Escuelita”, donde vio como arrastraban los cuerpos envueltos en bolsas y los tiraban arriban de un camión.
Al finalizar su declaración, la testigo pidió permiso para leer la nómina de los obreros del Ingenio San José que se encuentran desaparecidos entre los que mencionó a, Leandro, Rafael y José Fote, Juan Faustino Rodríguez, Abraham Rodríguez, Segundo Martínez, Miguel Herrera.
Los restos del obrero Brizuela fueron identificados en el pozo de Vargas.
A su turno, Ana María López, hermana de Ricardo Ernesto López, obrero de la construcción de 22 años. Relató que fue secuestrado de su domicilio la madrugada del 27 de febrero de 1976, cuando uniformados ingresaron por las ventanas, cayendo uno en la cama de la testigo la que fue brutalmente golpeada.
Se supo que estuvo en el centro clandestino de la Jefatura de Policía donde fue torturado y que figura en la lista “índice de declaraciones de delincuentes subversivos” con la sigla “DF” (“Destino Final”, sigla utilizada para el registrar los asesinatos).
Contó que sus familiares hicieron diversas gestiones para dar con su paradero, incluyendo un habeas corpus que fuera rechazado por el condenado ex juez Manlio Martínez.
En la misma madrugada fueron secuestrados otros familiares de la testigo: Marta López de Robles y Alberto Robles; y un amigo y vecino de López, también desaparecido, obrero de la construcción de 16 años, Rolando Romero.
Finalizando la audiencia, se presentaron como testigos la esposa e hija de Miguel Mejía, y su hermano, ex detenido desaparecido Enrique Mejía.
Los tres hermanos, Miguel Ángel, Enrique y Francisco, fueron detenidos en mayo de 1975. Enrique, estuvo detenido en la sede del INTA, mientras que sus hermanos fueron llevados al canchón de la citrícola San Miguel, empresa en la que se desempeñaban como tractorista y cosecheros.
En el canchón fueron torturados y luego trasladados a la “Escuelita” de Famaillá. Los tres hermanos fueron liberados luego de haber sido brutalmente torturados, y pasar aproximadamente un mes desaparecidos. Según relataron la hija y esposa de Miguel, y como fue luego ratificado por la pericia psicológica, el sobreviviente se encuentra muy mal de salud producto de la angustia y miedo que le producen el recuerdo de lo vivido durante su secuestro.
El canchón de la citrícola que estaba ubicado en Famaillá, funcionaba como centro clandestino de detención. Sus dueños, la familia Mata, nunca fueron investigados en este proceso.
Debido a considerarlo sobreabundante, la fiscalía desistió de la declaración programada del testigo de contexto, el historiador Roberto Pucci.
La audiencia continurá hoy viernes, a las 9 horas, en la sala del Tribunal Oral Federal.
Vía libre a la provocación, privilegios e impunidad para los genocidas
Cuando aún, conmocionada luego de su declaración la presidenta del organismo de DDHH, no se había retirado del estrado, el presidente del Tribunal Oral Gabriel Casas, invitó a pasar al genocida “Tuerto” Albornoz a ejercer su derecho de defensa.
Como ya lo ha hecho en otras oportunidades en que estuvo acusado, se dedicó a desacreditar a la testigo tratándola de mentirosa, insultándola a ella y al público, que ante la indignación le gritaba genocida y violador.
Ante la pregunta de Casas de si la audiencia iba a hacer silencio y se escuchó desde el público: “nos vamos a callar cuando estemos muertos”.
Albornoz levantaba el pulgar al tribunal ante la advertencia de que procedería a desalojar la sala. Después de hablar e insultar el ex policía, el presidente del tribunal le recordó “Sr. Albornoz, ya sabe que puede pedir la palabra toda vez que la pida”.
Resulta una ofensivo para los sobrevivientes y víctimas, y sobre todo a la memoria de los compañeros detenidos desaparecidos, la actitud del Tribunal de no esperar que se terminara de retirar la testigo.
Albornoz provoca e insulta durante las audiencias, mientras alega “razones de salud” para gozar del arresto domicilario. Este privilegio ya le había sido concedido en 2013 y luego se lo revocaron por las reiteradas denuncias por parte de familiares de desaparecidos que lo veían todos los días por las calles de la ciudad de la Banda del Río Salí, y también en la capital.
Fuente:LaIzquierdaDiario
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