27 de noviembre de 2016

EL REGRESO DE LOS PIQUETEROS.


El regreso de los piqueteros
Por Tomás Eliaschev 
Los movimientos de desocupados se transformaron en organizaciones de cooperativistas. Ante el incremento de la pobreza volvieron a tener un fuerte protagonismo. Y acaban de forzar al gobierno a que declare la “emergencia social”.
Nacieron con la crisis de los `90, cuando reinaba el neoliberalismo y la desocupación no paraba de crecer. El clima de época indicaba que se había llegado al fin de la historia. Caído el socialismo real no había mucho para modificar. El capitalismo salvaje reinaría eternamente, no valía la pena resistir. Pero a mediados de esa década, sucedió lo que pocos habían previsto. Pueblos enteros se levantaron para decir basta. Cutral-Co en el sur, Mosconi en el norte. De a poco, sucedió lo mismo en La Matanza y la zona sur del conurbano. El método no era nuevo. La identidad que se gestó sí. Los piqueteros habían llegado para quedarse.

Corte de ruta y asamblea, como cantan Las Manos de Filippi, fue –y sigue siendo- su santo y seña. Abandonados por las burocracias sindicales, construyeron organización territorial en los barrios más postergados de todo el país. Luego vino el 20 de diciembre de 2001, cuando amplios sectores del pueblo se inspiraron en los métodos piqueteros. Al año siguiente, mientras la protesta social en reclamo de pan y trabajo –y de aumento y planes sociales universales- no hacía más que crecer, el gobierno de Eduardo Duhalde ordenó ejecutar la Masacre de Avellaneda, donde resultaron asesinados Darío Santillán y Maximiliano Kosteki.

Cuando Néstor Kirchner llegó al poder propuso neutralizar a los movimientos de trabajadores desocupados ofreciéndoles pasar "al otro lado del mostrador". Muchos aceptaron, mientras que otros siguieron en las calles. Concluido el ciclo de gobiernos kirchneristas, llegó el macrismo al poder. Despidos, ajuste y un indisimulable aumento de la pobreza son el resultado de estos once meses.

La masiva movilización convocada por movimientos sociales junto a la CGT el viernes 18 pasado en reclamo de la Ley de Emergencia Social y Laboral que contemplaba la creación de 1 millón de puestos de trabajo, el salario social complementario para los trabajadores de la economía popular y la actualización de la Asignación Universal por Hijo fueron los reclamos centrales. El hecho de que el gobierno haya accedido a gran parte de estas propuestas y haya declarado la Emergencia Social, es una muestra de la vigencia piquetera. ¿Renovado vigor de las organizaciones sociales? ¿O de la habilidad del macrismo para neutralizar la protesta social?
El dirigente Emilio Pérsico y la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, una de las negociadoras con los movimientos de base
El aumento de la conflictividad social 
Se abre un interrogante: ¿estamos asistiendo al regreso del piquete? Las cifras disponibles hablan de un leve aumento respecto al año pasado. En los primeros diez meses de 2016 se registraron 5.326 piquetes, contra los 5.225 de igual lapso de 2015, relevó la consultora Diagnóstico Político. Pero no es sólo un problema cuantitativo, sino cualitativo. Después de mucho tiempo, los piquetes volvieron a la primera plana.

El referente nacional del Movimiento Barrios de Pie Daniel Menéndez señaló a Veintitrés que “se profundizó el deterioro social que ya existía con el gobierno anterior”. Según detalló el dirigente, “se destruye el empleo, hay inflación en los alimentos, crece la pobreza y no se genera trabajo; ante este panorama, los reclamos van a crecer, como sucedió en otros momentos históricos”.

Para Menéndez, sin embargo, hay diferencias con lo que sucedió en el pasado: “Es novedosa e importante la unidad con la CGT, que ellos amplíen su agenda e incorporen el reclamo de los trabajadores precarios, eso nos da más fuerza. A esta unidad con el movimiento obrero se suma la articulación con la Iglesia. El Papa Francisco instaló un conjunto de ideas con criticas a la globalización y a las políticas económicas excluyentes. Todo esto nos da fortaleza a las organizaciones”, destacó.
Juan Carlos Alderete, líder de la Corriente Clasista y Combativa
“Hemos evolucionado, sin duda”, afirmó Juan Carlos Alderete, referente de la Corriente Clasista y Combativa. “Nunca vamos a renegar de los piquetes, es parte de la rica historia del movimiento obrero argentino, es una metodología que trajeron los anarquistas a finales del siglo pasado. Antes se hacía en la puerta de la fábrica contra el patrón. Ahora se lo hacemos al gobierno y al Estado”, rememoró en diálogo con Veintitrés.

“Nunca dejamos de hacer piquetes. Ahora hemos recuperado capacidad de negociación. A consecuencia de todas las movilizaciones que hemos hecho las organizaciones hemos demostrado a la sociedad que la pobreza aumentó en los últimos meses: lo aceptó la misma ministra Carolina Stanley. Hay plata para costear la Emergencia Social. Tienen que cobrarle impuestos al juego, al sistema financiero, a la gran minería. Supuestamente el impuesto al cheque era para la emergencia social pero va para la renta”, reclamó Alderete. 

Quién es quien en el nuevo piqueterismo 
En la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) confluyen el Movimiento Evita, el Movimiento de Trabajadores Excuídos, la Organización La Poderosa y el Movimiento Popular La Dignidad, entre otras organizaciones. Rafael Klejzer, referente de la MPLD, indicó que “sin lugar a dudas regresaron los piquetes pero con una nueva identidad, ya no es más de desocupados, sino los trabajadores cooperativizados”. Según precisó, "partir de la economía popular nos inventamos un laburo. Estamos cien veces más fuertes que en los finales de los ‘90”. De acuerdo a su análisis, “en la medida que siga el saqueo, la exclusión y la precariedad de la vida va a haber despelote. Un plan social o un bono navideño no resuelve el problema”. Pronóstico que seguirá habiendo piquetes. Y, como Alderete, trazó una reseña histórica: “El piquete siempre fue una herramienta de los trabajadores, como la comisión de mujeres o la olla popular”.

A estas organizaciones se sumó el Frente Popular Darío Santillán, que particpó activamente de lucha para que se declare la Emergencia Social con un perfil diferenciado, reclamándole a la CGT que convoque un “paro nacional ya”. Ricardo Fernández, vocero del FPDS, indicó que “el piquete como método de lucha no se fue”. Según remarcó, “lo que hay es un recrudecimiento de la pobreza, de las políticas de precarización y de ajuste, por lo que se multiplican las protestas con el piquete como forma”. Coindiendo con Klejzer, destacó que “hay una reformulación que se fue configurando estos años de los movimientos sociales, con el trabajo cooperativo y la economía popular”. Fernández planteó que “hoy, los movimientos son actores fundamentales”. Y se diferenció de las otras organizaciones: “Tenemos una visión crítica del rol de la burocracia sindical que no convoca a un paro general pese a los despidos y al ajuste y somos críticos de la Iglesia, que busca amortiguar el conflicto social buscando que no se realicen medidas de fuerza masivas.”

Sin embargo, el referente del FPDS privilegió las coincidencias: “Nuestra organización, y un conjunto de organizaciones sociales, estamos de acuerdo con que es necesario darle respuesta al trabajador precarizado que a lo largo de estos años se ha rebuscado un trabajo y no tiene derechos laborales básicos, como aguinaldo, vacaciones u obra social. Es muy importante que se generen un millón de puestos de trabajo. Y el reconocimiento de un salario mínimo, vital y móvil que millones de trabajadores no cobran”.

Más allá de los distintos matices, queda claro que en esta nueva etapa, con reformulaciones y nuevos aliados, el movimiento piquetero volvió a ser protagonista.
Fuente:Veintitres

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