27 de noviembre de 2016

ROSARIO - OPINIÓN.

LAS DOS CARAS DE UN MISMO MODELO

Los 30 denarios de Lavagna

26/11/2016 
Por Horacio Çaró
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Si Sergio Massa es el Plan B para suceder a Mauricio Macri, su economista estrella plantea, según los impulsores de esa alternativa, una megadevaluación que llevaría al dólar a 30 pesos. Uno ejecuta la demolición, el otro quiere dar de comer escombros.
Puede que sea una forma de mostrar a Macri como un “moderado” frente a Roberto Lavagna, que mientras pregona que el programa económico de Cambiemos es similar al de la última dictadura cívico militar y a la de Carlos Menem, y se dirige irremediablemente hacia el colapso, propone volver a 2002, cuando él mismo sucedió a Jorge Remes Lenicov, quien ya había hecho el trabajo sucio.
El escriba de Héctor Magnetto, que confesó que Clarín hizo “periodismo de guerra” durante los mandatos de Cristina Fernández de Kirchner, publicó el pasado jueves un artículo en el que revela, desde el título mismo, la existencia de “las reuniones secretas de Mauricio Macri con Roberto Lavagna en Olivos” y, a lo largo del texto, el presunto contenido de esos encuentros a escondidas.
Julio Blanck, el columnista de marras, echó luz sobre esos cónclaves: “El presidente Mauricio Macri se reunió en privado al menos dos veces con Roberto Lavagna. Sucedió semanas atrás. Las dos veces en la residencia de Olivos, a salvo de miradas indiscretas. En un encuentro estuvo el titular del Banco Central, Federico Sturzenegger. El otro fue entre Macri y Lavagna, a solas”.
Es ostensible que a Lavagna no le preocupa el monstruoso nivel de endeudamiento que ya contrajo el “mejor equipo de los últimos 50 años”, ni los niveles de pobreza que genera el modelo económico neoliberal. Los antecedentes de la salida del gobierno de Néstor Kirchner pueden ayudar a interpretar lo que sería su propuesta para esta etapa.
El fallecido ex presidente lo eyectó de su gabinete cuando el por entonces titular de Economía propuso “enfriar” la actividad para sofrenar una incipiente inflación, absolutamente controlable, producto no de la emisión ni de otras excusas que habitualmente ponderan los economistas de la ortodoxia neoliberal, sino del consumo que comenzaba a darse en el marco del crecimiento del mercado interno.
Hoy lo que sugiere, según Blanck, es recrear las condiciones de la etapa post pesificación asimétrica de la deuda monumental que dejó Fernando de la Rúa, cuyos beneficiarios fueron, entre otros, el propio Macri y Clarín. Un cierre perfecto del círculo vicioso de endeudamiento y posterior socialización del pago del mismo.
Pero el esquema de Lavagna es dañino a dos bandas: cuestiona la política macrista, pero no deja de tirar un dardo envenenado al kirchnerismo. Según el artículo de Clarín, “Lavagna dijo, entre muchas otras cosas, que «este modelo requiere endeudamiento y termina en un colapso». Pero Blanck, además, revela que el hombre de Massa «mencionó los modelos de ajuste con retraso cambiario», y dijo que «el actual modelo se identifica cada vez más con el final del gobierno de Cristina Kirchner»”. Si la gestión Macri se asemeja –al menos en el blanco de los ojos– al de CFK, ya no queda nada por decir o analizar.
Pero lo central del planteo del ex ministro duhaldista es aterrador. En el artículo citado se lee: “En el Gobierno aseguran que Lavagna en realidad propone una maxi-devaluación inviable social y políticamente. El propio Macri ha dicho a su equipo más cercano que el ex ministro añora el tipo de cambio que encontró después de aquella devaluación de Duhalde y Remes Lenicov, cuando se puso proa a la rápida recuperación de la economía. Según Macri, aquel dólar del 2002 trasladado a valores actuales rondaría los 30 pesos, casi el doble que hoy”. Blanck remata, dejando a Macri como un moderado: “¿Quién se anima a proponer tamaña pérdida de valor del peso y los salarios, a cambio de mejorar la competitividad del campo y la industria?”.
La gran farsa de instalar dos polos que dejen afuera a CFK –en realidad se trata de neutralizar al peronismo– como opción en los comicios legislativos del año que viene, parece estar haciendo agua. Si el líder de Cambiemos viene llevando adelante una transferencia de recursos de los sectores más vulnerables al gran capital, y su presunto opositor pretende una maxidevaluación que enterrará aún más a quienes menos tienen, la polarización entre Macri y Massa es un bluff que nadie que no tenga el ruinoso y patibulario blindaje que le dan los medios más concentrados garantiza.
Algo de eso están visualizando los gobernadores peronistas, que se impusieron a aquellos senadores que ya estaban a punto de llevar al recinto el proyecto de reforma política que maquilla a la versión siglo XXI del fraude patriótico, merced a la instauración del sistema de la boleta electrónica.
Esa intentona naufragó porque nadie quiere quedar pegado a un sistema que no sólo es vulnerable en todas partes, sino que en manos del macrismo, con sus antecedentes, es una trampa para cazar votos y birlar elecciones.
El desesperado intento del jefe de Gabinete, Marcos Peña, de pegar la negativa a debatir el engendro con la figura de CFK, lo dejó en ridículo. El gobierno de Macri, además, tuvo que recular con la iniciativa de Ganancias y negociar sin la billetera a la vista, como en otros casos. La convocatoria a las organizaciones para conciliar la ley de Emergencia Social, es otro indicativo del momento de mayor debilidad del macrismo desde que llegó a la Casa Rosada.
Que algunos no lo quieran ver, es otra cosa; pero hasta Clarín ya lo huele. El final de la nota de Blanck así lo demuestra: “Desde las críticas internas de Emilio Monzó que llevaron a algunos gurkas del PRO a pensar en su desplazamiento como presidente de la Cámara de Diputados, iniciativa pronto desactivada; hasta la carga profunda de Lilita Carrió contra amigos del Presidente y funcionarios, que sobresalta a las buenas almas. El fin de año quizás termine en paz. Pero a Macri y su equipo estos días se les están haciendo demasiado largos”.
Fuente:RedaccionRosario

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